Me asomé por la ventana sólo para encontrarme como el oscuro
cielo de Londres estaba aún más gris que de costumbre y pude ver unos cuantos
rayos en el horizonte. Genial, me esperaba un día lluvioso de no hacer
absolutamente nada en casa. Me puse un chándal de los más abrigados que tenía,
cogí mi portátil y un libro y me fui al salón.
Así iba a ser mi día, escuchar música y leer y, por la
noche, ver alguna película mientras me atiborraba a palomitas. ¿Algún plan
mejor para un día de lluvia? No lo creo.
Llevaba más de medio día con la discografía de Ed Sheeran y
Coldplay sonando en mi ordenador y ya me había tragado más de la mitad del
libro que había empezado a leer. Estaba sumergida en la lectura, dejándome
llevar por las aventuras de la protagonista, cuando mi móvil empezó a vibrar.
“¡Odio la lluvia! ¿Qué haces?”
Reí al leer el mensaje de Louis y me retumbé en el sofá para
contestarle.
“Leer y escuchar música.”
“Aburrido…”
“¿Tienes algún plan mejor?”
“Créeme que sí, nena.”
“Ya me conozco tus planes, Tomlinson.”
Bufé y cerré el libro, centrándome sólo en contestarle a los
mensajes. Louis. Nuestra relación era… rara. Muy rara, éramos amigos, pero nos
habíamos besado un par de veces en algunas fiestas, aunque todo era por el
alcohol. Pero no habíamos parado, en todas las fiestas, siempre acabábamos igual.
Suspiré y volví a coger el móvil que vibró de nuevo entre mis manos.
“Palomitas y peli, tranquila. No hablaba de nada extraño.”
“Seguro”
“Siempre piensas mal de mí; me ofendes (T/N). En diez
minutos estoy en tu casa”
Dejé de contestar y me fui a mi cuarto a arreglarme.
<< Eh, eh, ¿arreglarte para qué? Es Louis. Te ha visto en pijama miles de
veces; ¿por qué necesitas arreglarte ahora?>>
Gruñí haciendo callar a mi conciencia y me puse una sudadera
y unos vaqueros algo antiguos. Arreglé mi pelo en una trenza y bajé al salón
justo cuando el timbre del portal resonó.
-¿Quién es?
-Yo.
-¿Quién es yo? –Reí cuando escuché a Louis bufar a través
del portero automático.
-Joder, abre, me estoy empapando. –Apreté el botón y corrí a
abrir la puerta principal para dejar pasar a un Louis mojado hasta las trancas.
–Mira como me he puesto por tu culpa.
-Eres un quejica. Sé un hombre, eso no es nada. –Él negó con
la cabeza y entró en el piso dejando la comida y la película en la mesa del
comedor.
Miré de reojo por encima de mi hombro y lo vi tiritar un
poco mientras encendía la televisión y se ponía a preparar el DVD. Vale, quizá
si era para tanto. Corrí hasta mi cuarto y cogí una vieja manta de viaje que
tenía; volví al salón y se la puse a Louis por encima de los hombros.
-Gracias.
-Si quieres puedes ducharte o algo y yo pongo tu ropa a
secar. –Me encogí de hombros y él negó con la cabeza.
-Estoy bien de verdad. –Asentí y me senté en el gran sofá
justo cuando empezaba la película, “Harry Potter y el cáliz de fuego”. Adoraba
esa película. Louis tomó asiento a mi lado y extendió la manta por sus piernas,
tapando también una parte de las mías.
Cuando íbamos por mitad de la película un escalofrío
recorrió todo mi cuerpo y Louis pareció sentirlo cuando puso la manta de tal forma
para taparnos a los dos; lo miré con una sonrisa como agradecimiento y, acto
seguido él agarró mi mano por debajo de la manta. Eso sí que era algo nuevo. A
ver, sí es verdad que nos habíamos enrollado un par de veces y que éramos
buenos amigos, pero nunca había habido cosas de parejas entre nosotros. Ni
llamadas de buenas noches, ni besos de buenos días y mucho menos, cogernos de la mano en mitad
de una película.
Por el rabillo del ojo pude ver una sonrisa en el rostro de
Louis cuando se dio cuenta de que no había hecho ningún amago por apartar mi
mano de la suya y, la verdad, es que no pensaba hacerlo. La película acabó y
nosotros seguimos así unos cuantos minutos más, hasta que todos los créditos
desaparecieron de la pantalla.
-Debería irme. –Louis se levantó de un salto y recogió la
película. –Te veo el lunes en clase, (T/N).
-Eh… -Vamos cerebro, piensa una excusa para que se quede un
par de horas más… Pero de ahí no salía nada. Me mordí el labio inferior y miré
al suelo. –Sí, te veo el lunes, Louis. –Fingí una sonrisa y lo acompañé hasta
la puerta. Sus labios rozaron mi mejilla por unos segundos que a mí me
parecieron eternos y sentí como el color rojo invadía mi cara cuando lo vi
bajar las escaleras.
-Hoy ha sido una tarde rara… -Dije para mí misma mientras
cerraba la puerta y me iba a la cocina para prepararme la cena. El timbre
volvió a sonar y suspiré pensando que Louis se había dejado algo. Abrí la
puerta y lo miré con media sonrisa. -¿Qué se te ha olvidado, cabeza loca?
-Esto. –Y sus labios tocaron los míos con fuerza, con ganas,
con demasiadas ganas quizá. Ninguno de los dos rompió el beso hasta que no
necesitamos respirar y, cuando nos separamos, ambos teníamos una sonrisa en la
cara. –Escucha, paso de seguir liándome contigo solo en fiestas porque estamos
borrachos. Yo quiero repetir tardes como las de hoy, o ir por el centro y
besarte porque sí, porque me gusta besarte. –La sonrisa de mi cara crecía
mientras escuchaba a Louis hablar. –Quiero que seas mía.
-¿Te quieres quedar a cenar? -¡¿En serio, cerebro!? Sólo a
ti se te ocurriría decir eso. Louis estalló en una carcajada y asintió.
–Respecto a lo otro. Me encantaría.
-Eso es lo que quería oír. –Y de
nuevo, volvió a juntar sus labios con los míos en un beso más dulce que el
primero, pero con las mismas ganas de siempre.
Niall:
Me desperté cuando escuché la melodía de mi móvil resonar
con fuerza en la mesita de noche de mi cuarto; me estiré desperezándome en la
cama y, a tientas, busqué y descolgué el teléfono y lo pegué a mi oído sin
mirar si quiera quien era el que llamaba a esas horas.
-¿Diga? –Mi voz estaba ronca ya que me acababa de despertar,
tosí un par de veces y escuché la risa de Niall al otro lado del auricular.
-Buenos días, dormilona. –Farfullé un ‘hola’ y sonreí
tímidamente. –Creo que será mejor que dejemos los planes de hoy para otro día.
-¿Qué? ¿Por qué, qué ha pasado? –Me senté en la cama y apoyé
la espalda en el cabecero de la cama, aún con dificultad para abrir los ojos.
-¿No te has asomado a la ventana, verdad nena? –Negué con la
cabeza creyendo que él me veía y me levanté con lentitud para observar la
lluvia que caía sobre la ciudad. Bufé cabreada y Niall rió de nuevo. –Por eso,
mejor lo dejamos para otro día.
-¡No! –Gruñí como una niña pequeña y sonreí. –Vente a mi
casa, y hacemos algo. No vamos a desaprovechar el día.
-¿Qué quieres hacer, nena? –Pude notar la perversión en su
tono de voz y rompí en risas al mismo tiempo que él.
-Ya veremos, ver la tele, o alguna película.
-Vale, (T/N), en diez minutos estoy ahí. –Colgamos al mismo
tiempo y corrí al baño para despejarme. Me lavé la cara, los dientes, recogí mi
pelo en una coleta y me puse algo cómodo de ropa; cuando bajé a prepararme el
desayuno, Niall llamó al timbre. Dejó un beso en mi mejilla cuando entró a la
casa y dejó el paraguas y la chaqueta en una de las sillas del salón.
-Déjame hacer el desayuno y vemos que hacer. –Él asintió y
me acompañó hasta la cocina. -¿Has desayunado?
-Sí, tranquila. –Me preparé un vaso de leche y cogí una
magdalena mientras me sentaba y miraba a Niall dar vueltas por toda la cocina;
miraba todas las estanterías, hasta que paró en una y sonrió. –Ya tengo plan
para hoy. –Me miró y enarqué una ceja esperando que dijera su plan. -¡Vamos a
hacer un pastel!
-¿Qué dices, Niall? –Reí y él asentía emocionado, mientras
sacaba el paquete de harina de la estantería.
-Venga, aún me acuerdo de la receta de mi madre. ¡Vamos!
–Puse los ojos en blanco y me levanté para hacerle compañía. -¡Bien!
-Eres peor que un niño. –Sonreí disimuladamente y saqué un
par de cuencos y leche para hacer la masa. Empezamos a hacer las cosas
necesarias, que si calentar leche, que si batir huevos…
-Tienes que hacer otra masa, venga. –Me dio un cuenco con
harina y me tendió otro cartón de leche. –Ya queda menos, nena. –Suspiré y cogí
un poco de harina para echársela a Niall en la cara.
-Llevas media hora diciendo eso. –Me giré para mirarlo y
sonreí al ver su nariz blanca por la harina y su expresión sorprendida. -¿Qué
te pasa?
-No has debido hacer eso, (T/N). –Una carcajada salió de mi
boca y él cogió más harina para restregarla por toda mi cara. –Ahora estamos en
paz.
-Ni de coña. Mira como me has puesto. –Volví a tirarle
harina, ahora haciendo que todo su pelo quedara blanco.
-Corre. –Reí y empecé a correr por toda la cocina,
intentando esquivar a Niall y que me llenara aún más de comida. Después de diez
minutos corriendo, levantó sus manos de forma inocente y me miró con una
sonrisa. –Venga, me rindo. Se acabó, estoy cansado.
-Siempre ganaré, Horan. –Él asintió y abrió sus brazos para
darme un abrazo. Puse los ojos en blanco con una sonrisa y me acerqué a él,
pegando mi cabeza en su pecho.
-Pero esta vez, gano yo. –Susurró en mi oído y acto seguido
sentí como rompía un huevo en mi pelo. Gruñí y me separé de él mirándolo
cabreada.
-Eres… eres… eres idiota. Eso no venía a cuento. –Me crucé
de brazos y me giré para recoger las cosas fingiendo estar enfadada. Sentí sus
brazos rodear mi cintura y como sus labios rozaron mi cuello hasta subir a mi
oreja.
-No te enfades, (T/N). –Besó mi lóbulo y sonreí
disimuladamente. –Vamos, sé que no estás enfadada. Venga. –Volvió a besarme y
reí dándome la vuelta para mirarlo directamente a los ojos. –Sabía que no
estabas enfadada.
-Pero tú sigues siendo idiota.
-Pero me quieres. –Reí y él besó
mi nariz. –Aunque no tanto como yo a ti.
Harry:
-Vale, ¿qué coño te pasa?
-¿A mí? Nada. Estoy perfectamente. –Cruzó sus brazos y se
recostó en el sillón con la mirada fija en la pantalla de la televisión.
-Lo primero, me miras cuando me hables. –Apagué la
televisión, haciendo que la mirada de Harry se centrara en la mía. –Y lo
segundo, dime la verdad.
-No pasa nada, es muy bonito pillar a tu novia abrazándose
con otro tío en la puerta de su casa mientras el tío está tocándole el culo.
-¿Pero qué película te has montado tú solo? ¡No me estaba
tocando el culo! Y es mi mejor amigo, joder.
-¡Vamos, no me jodas, (Y/N)! –Harry gritó enfadado
levantándose del sillón, yo puse los ojos en blanco y crucé los brazos sobre mi
pecho mientras me apoyaba en la pared mirando fijamente a Harry dar vueltas por
el salón. –Es que me parece increíble que niegues algo que he visto con mis
propios ojos.
-¿Te quieres relajar, Harry?
-¡No! Estoy hasta las narices, así de claro, hasta las
malditas narices. –Abrí los ojos de par en par y sonreí irónicamente.
-¿Estás dándote cuenta de la que estás armando sólo por un
abrazo con mi mejor amigo?
-Tal y como tenía la mano puesta no creo que fuera muy de
amigos. –Se levantó y pasó a mi lado sin ni siquiera mirarme.
-¿A dónde coño vas, Harry?
-Dónde sea mientras sea lejos de ti. Ya hablaremos. –Dicho
eso, salió del apartamento dando un portazo y dejándome completamente sola con
mis pensamientos. Me senté en el suelo y apoyé la cabeza en la pared, dejando
que un par de lágrimas cayeran por mis mejillas.
¿Todo esto cómo empezó? Pues con una maldita salida al cine
con mi mejor amigo. En que maldito momento se me ocurrió decirle de salir para
animarle después de haber roto con su novia. Después del cine, salimos a tomar
algo y, justo antes de que me dejara en casa, me abrazó en el portal. Y justo
en ese momento Harry bajó del coche y nos vio. Bueno, nos habría visto si
hubiésemos hecho algo malo, sólo era un abrazo. Un maldito abrazo.
Cogí mi móvil y llamé a mi mejor amigo. Bonito día, él rompe
con su chica y yo rompo con el mío… espera, ¿Harry y yo habíamos roto? Según
parecía sí. Después de tres toques me contestó.
-¿Qué pasa, enana?
-Hemos discutido… -Comencé a sollozar de nuevo.
-Tranquila, ¿qué ha pasado?
-Nos vio en la puerta abrazados, y se cree que lo engaño
contigo, hemos discutido y se ha ido de la casa… -Volví a llorar, y apreté mis
rodillas contra mi pecho.
-Relájate, (T/N). Seguro que todo se arregla, Harry te
quiere y tú a él. Mañana seguro que estáis otra vez dándoos besos y esas
mierdas romanticonas. –Reí pesadamente y suspiré.
-No creo… se ha enfadado muchísimo. Creo que hemos
terminado. En fin, creo que me voy a dormir… hasta mañana.
-Hasta mañana. –Y colgué. Me levanté pesadamente del suelo y
me fui a mi habitación a enterrar mi cabeza en la almohada mientras rompía a
llorar de nuevo.
La música de mi móvil me despertó y me levanté a mirar que
hora era. Las dos y veinte de la mañana. ¿Quién narices llama a estas horas?
‘Número privado’ Oh genial. Algún gracioso dando por culo.
-¿Diga?
-Sal fuera, por favor. –Esa voz ronca era demasiado conocida
para mí. Colgué, me puse una chaqueta y corrí a la calle. La lluvia arreciaba
con fuerza. Miré a Harry, parado debajo de toda la lluvia mirando al suelo,
como si no le importara.
-Te vas a poner malo, entra. –Negó con la cabeza y levantó
sus ojos verdes hasta los míos.
-Necesito decirte algo. –Me acerqué a él, dejando que toda
la lluvia cayera sobre mi cuerpo. –Que yo esté aquí no significa que tú tengas
que estar aquí, no quiero que te pongas mala.
-Di lo que tengas que decir. –Pude ver una pequeña sonrisa
en sus labios y sonreí yo también.
-Creo que sí que deberíamos entrar. –Reí con fuerza cuando
lo vi tiritar y lo cogí de la manga haciéndolo entrar en casa. –Mejor. Yo… te
quería pedir perdón. He pensado que de verdad me engañabas con él o algo… pero,
ya sé que no. –Volvió a bajar la mirada hasta el suelo. –Lo siento, nena.
-Tranquilo, Styles. No pasa nada. –Sonreí y me acerqué a él,
apartándole los mojados rizos de la cara y él clavó sus ojos en los míos. –Está
todo bien, ¿vale?
-Bien, porque creo que habría sido superior a mí perderte.
–Reí tímidamente y besé su mejilla. –Te quiero.
-Yo también te quiero, Harry.
Liam:
-¡No aguanto la lluvia! –Liam rió con fuerza agarrando mi
mano y nos cubrió a ambos con su paraguas. -¡Mira mi pelo! Odio este tiempo, lo
odio.
-Vamos, no seas más quejica. Pareces una niña pequeña.
–Farfullé algunas palabras que ni yo misma entendí y me refugié tanto como
podía en el pequeño paraguas. -¿Vienes a comer a mi casa?
-Sí, ¿por qué no? –Empezamos a andar en silencio, sólo
escuchando como las gotas de lluvia golpeaban con rabia el paraguas y el
asfalto de la calle. Llegamos a su casa diez minutos más tarde. Dejé la mochila
en la puerta y corrí a ponerme al lado de uno de los radiadores intentando
entrar en calor. El frío que había causado la lluvia me había calado hasta los
huesos, escuché el timbre del microondas y supe que Liam había acabado de
preparar la comida.
-¿Tienes frío?
-No, sólo estoy empapada por culpa de esa horrible lluvia y
hace un frío que mantendría con vida a un oso polar pero, estoy bien.
-Eres idiota, (T/N). –Ambos reímos y me fui con él hasta la
cocina para empezar a comer. Almorzamos entre risas, contándonos cualquier cosa
de las clases; Liam estaba un curso por encima del mío, pero nos habíamos hecho
amigos desde pequeños y, hace algo menos de un año empezamos a salir en plan ‘pareja
oficial’. Liam… Liam era el chico que cualquier chica querría para ella sola,
atento, gracioso, cariñoso, amable… el novio perfecto, por resumirlo de alguna
manera.
-¿Y ahora qué? Saldríamos a dar una vuelta pero el maldito
tiempo no nos deja.
-Para de quejarte por la lluvia, eso no va a hacer que
cambie el tiempo.
-Ya, pero puedo intentarlo–Liam sonrió y se sentó en el
sofá, golpeando el cojín que había a su lado para que me sentara ahí. Sonreí y
le hice compañía, echando sobre él mis piernas y tumbándome por completo en el
sofá.
-Venga vamos a ver una peli, elige la que quieras. –Dije un
título al azar y Liam se levantó a ponerla con rapidez; un par de minutos
después, ambos estábamos sumergidos en la trama de la película. Y, al cabo de
media hora, me quedé completamente dormida en el sofá. –Nena, despierta.
-No, cinco minutos más. –Liam rió con fuerza y abrí los ojos
lentamente para encontrarme su sonrisa a pocos centímetros de mi cara.
-Es tarde, (T/N); tengo que llevarte a casa. –Suspiré y me
levanté estirándome en el sofá. Recogí mis cosas y salí al porche de la casa.
Seguía lloviendo y, al parecer, no tenía ninguna intención por dejar de
hacerlo. Corrí hasta el coche de Liam y me subí intentando no mojarme demasiado.
Él hizo lo mismo y arrancó el coche derrapando en el suelo.
-Gracias por la tarde de hoy, Liam. A decir verdad, las
tardes de lluvia no son tan malas. –Reí y me bajé del coche lista para correr
hasta mi portal. Cuando mis pies tocaron el suelo empecé a correr hasta que
escuché la voz de Liam a mí espalda y paré en mitad de la calle para girarme y
mirarlo, apenas estaba a unos cuantos metros de mí. -¿Qué pasa?
-Puedo mejorar aún más esta
tarde. –Y sin decir una palabra más, juntó sus labios con los míos en un dulce
beso mientras dejábamos que la lluvia nos mojara, aunque eso ya ¿a quién le
importaba?
Zayn:
-Vamos coge todo ya, al final se nos hará de noche. –Reí
desde la cocina, terminé de coger la comida y me reuní con Zayn en el pasillo
del apartamento.
-Ya podemos irnos.
-¡Por fin! –Me arrebató las pesadas bolsas de las manos y se
dirigió con rapidez hasta el coche, yo lo seguí y me subí en el asiento de
copiloto al mismo tiempo que encendía la radio y él arrancaba el coche.
El camino hasta donde quisiera que nos dirigiéramos no era
largo, o eso me pareció a mí cuando sentí que el coche frenaba y Zayn se bajaba
de él. Miré a mí alrededor para encontrar que estaba en un precioso campo a las
afueras de la ciudad.
-¿Y qué hacemos aquí, Zayn?
-¡Un picnic! –Lo miré sorprendida y mis ojos se abrieron de
par en par cuando lo miré.
-¡Imposible! Esto es demasiado cursi para ti, Zayn. –Su risa
se clavó en mi oído, provocando también la mía.
-Venga, es una cita original.
-¿Una cita? Yo no quería una cita contigo. –Puse cara seria
y la sonrisa se borró de su cara al mismo tiempo.
-Yo... pensé que te haría ilusión hacer algo diferente… -Su
mano viajó hasta su nuca y miró al suelo. Mi risa rompió la tranquilidad del
lugar y corrí a abrazarle.
-Vamos idiota, sabes que es broma.
-Eres cruel. –Negué con la cabeza y dejé que una sonrisa
atravesara mi rostro.
-Sólo un poco.
-Bastante.
-No exageres, Zayn. Venga, vamos a comer. –Cogí las bolsas
de comida y me senté en el césped para que segundos después, él me hiciera
compañía y empezáramos a comer con más rapidez que nunca.
Cuando acabamos, empezamos a hacernos bromas y estupideces,
muy típico de nosotros. Me apoyé en un árbol, intentando recuperar el aliento
después de haber estado un rato corriendo, hasta que sentí unas manos agarrar
mi cintura y levantarme del suelo pegando mi espalda a su pecho.
-Vamos a divertirnos un rato, (T/N). –Reí con fuerza cuando
me giró y juntó sus labios con los míos con fuerza.
Mis piernas se enroscaron en su cintura y su mano se posó en
mi espalda, pegándome tanto como podía a él. Los besos subieron de intensidad y
podía sentir como Zayn reía sobre mis labios justo cuando sentí una gota de
agua en mi nariz y, segundo después, miles de ellas sobre mi piel. Me separé de
Zayn y miré al cielo, él repitió mi acción.
-¡Venga, no me jodas! –Zayn gritó mirando al cielo y soltó
su agarre, permitiendo que mis pies tocaran de nuevo el suelo. La lluvia
continuó cayendo, cada vez con más fuerza, y ambos corrimos hasta el coche para
resguardarnos. –Puto tiempo. –Reí con fuerza y apreté su mano.
-Anda, volvamos antes de que llueva con más fuerza. –Él simplemente
asintió y volvió a arrancar el coche para dirigirnos de nuevo al centro de la
ciudad. Zayn paró en frente de mi casa y se bajó para acompañarme a la puerta. –Gracias
por la cita tan original, Zayn. –Besé su mejilla y sonreí.
-Quizá… -su mano se apoyó en mi cintura, pegándome más a él.
–Quizá podríamos acabar lo que empezamos en el campo. –Reí contra sus labios
para después besarlo y, ambos entramos en casa sin romper el beso.