Sentí como mis párpados cada vez pesaban más, obligándome a cerrar los ojos.
-¡No te duermas, Jennifer, me cago en la puta, no te duermas! -Zayn gritaba con rabia mientras apretaba la herida. Estaba perdiendo mucha sangre, lo supe cuando se lo escuché decir a Zayn mientras hablaba por teléfono. Lo miré una última vez y cerré los ojos cayendo en un profundo sueño.
Desperté en el mismo descampado dónde me habían disparado, pero ahora ya no había nadie, solo estaba yo.
Esta vez el cielo estaba cubierto de nubes y de un momento a otro comenzaría a caer un diluvio como tan de costumbre en Inglaterra. Miré a todos lados, pero no había nadie.
-¿¡Hola!? -Grité lo más alto que pude intentando que alguien me escuchara, pero nadie me respondió, así que repetí la acción.
-No grites, Jenn, que intento dormir. -Me giré al escuchar esa voz y abrí los ojos tanto como pude cuando vi a Liam tumbado a pocos metros de mí. Se puso en pie y me sonrió.
-¿Dónde narices estoy?
-En un sueño. Bueno, siendo sincero, estás a punto de morir desangrada.
-¿Y por eso me encuentro contigo?
-Así es.
-¿Por qué?
-Por que yo estaba en la pelea y te encuentras con el "ángel" más cercano a ti. -Reí al ver como remarcaba la palabra ángel haciendo las comillas con sus manos.
-¿Habías venido a protegerme o algo por el estilo?
-Nunca he dejado de hacerlo, listilla.
-Así que estabas siendo como mi ángel de la guarda ¿no?
-Algo por el estilo, es un buen curro.
-Al menos te pagarán bien.
-Por supuesto, ser tu ángel de la guarda es el trabajo más duro en el que he estado. Eres un maldito imán para los problemas.
-Eso me han dicho. -Me reí y miré a Liam que estaba a pocos metros de mí. -Pero esta vez te has lucido. -Levanté mi camiseta donde aun se veía la herida de bala. -Vaya mierda de ángel de la guarda, deberían despedirte.
-No puedo protegerte cuando te pones como una suicida delante de una bala. -Me encogí de hombros y me senté en el suelo. Él hizo lo mismo a mi lado. -Bueno, ¿cómo estás?
-Con una bala alojada en alguna parte de mi cuerpo. ¿Tú?
-Con una bala clavada en el cerebro.
-Me ganas.
-Por goleada. -Sonreí amargamente.
-No sé si tendré alguna otra oportunidad, así que tengo que decirte algo.
-Habla.
-Lo siento mucho. Por mi culpa tú acabaste en un ataúd a unos cuantos metros bajo tierra.
-De eso quería hablar yo. -Me giré para mirarlo. -¿Cómo dejaste que un puto cura hablara en mi entierro?
-¿Qué esperabas, que te cantaran los Rolling?
-Como mínimo. -Ambos reímos. Sentí su brazo rodear mi cuerpo y me pegó a él. -Escúcha bien, Jenn. No pidas perdón. Has sido la hermana que siempre he querido. Eres la mejor persona que he podido encontrar y, además ¿qué es una bala en la cabeza?
-¿La muerte?
-Tonterías. Ahora puedo pasearme por donde quiera. ¡Entro gratis a las zonas vips de las discotecas! -Reí en su hombro y él acompañó mi sonora carcajada. -Quédate tranquila, que no te guardo rencor alguno.
-Te quiero.
-Déjate de ñoñerías. -Lo miré y suspiré pesadamente antes de clavar la mirada en el suelo.
-¿Crees que moriré? -La pregunta fue directa, pero hablé en un suave susurro, como si no quisiera que nadie me escuchara pronunciar eso.
-No lo sé, Jenn. Voy a intentar que todo salga bien, te lo prometo. Tienes una apuesta que pagar. -Guiñó el ojo y yo sonreí, sintiendo mis mejillas sonrojarse.
-Gracias, Liam. -Besé su mejilla y me apoyé en su hombro. -Eres el mejor ángel de la guarda que se pueda pedir. -Él abrazó mi cuerpo y yo cerré los ojos cayendo en un profundo sueño.
Escuchaba un irritante pitido a pocos metros de mi oído. Era molesto. Mucho. Tanto que me propuse levantarme y darle un golpe para apagarlo. Pero, cuando intenté moverme fue como si estuviera clavada a alguna superficie.
Intenté abrir los ojos pero tampoco era fácil. Aun así, a medida que pasaba el tiempo era más consciente y escuchaba a más gente hablar en mi habitación.
-Zayn, llevas aquí cinco días sin moverte. Ve a casa, dúchate, cambiate de ropa, me quedo yo con ella. Si hay novedades te aviso.
"¿Cinco días llevo durmiendo? Si para mí no ha pasado ni media hora."
-No, ni de coña.
-Como quieras. -A los pocos segundos escuché una puerta cerrarse y supuse que de nuevo estábamos Zayn y yo solos en la habitación.
"Vamos, cerebro, sé que puedes reaccionar."
Intenté abrir la boca para hablar, pero imposible. Intenté mover la mano derecha, nada. La izquierda, mismo resultado.
"Por favor."
Abrí poco a poco los ojos y supe que mi cerebro por fin se había dignado a hacerme caso.
-¿Llevas cinco días sin ducharte? Con razón hay este olor en la habitación. -Sonreí débilmente y miré a Zayn que levantó la cabeza con demasiada prisa al escuchar mi voz y rio con ganas.
-Tan graciosa como siempre.
-No lo dudes. -Se levantó de la silla, que parecía bastante incómoda por cierto, y se sentó en el borde de mi cama. Agarró con delicadeza mi mano y empezó a jugar con mis dedos. Ambos guardábamos silencio.
-¿Cómo estás?
-Genial. En un hospital y con una bala en la cadera.
-En realidad la tenías a pocos centímetros del estómago. No estás muerta de milagro, Jenn. -Tragué saliva y, lo primero que pensé, fue en Liam, quizá estaba viva por él. Por el tono de voz que estaba usando sabía que estaba enfadado conmigo. Pero una pequeña y fugaz sonrisa en su rostro desconcertó mis pensamientos. -Nunca más te pongas delante de alguien que me vaya a disparar.
-No podía dejar que te disparara. No iba a perderte.
-¿Y te arriesgas tú?
-Sí. -Suspiró con fuerza. -Zayn, lo importante es que estoy viva.
-Estás viva. -Asintió. Y de repente, me miró, como si se le fuesen a salir los ojos de las órbitas. -¡Estás viva! ¡Jenn, estás viva!
-Sí, Malik, estoy viva. -Enarqué una ceja dudando por su reacción. -¿Qué te pasa?
-Te vas a casar conmigo, Jennifer Green. Lo apostaste y has perdido.
-¿Estabas de coña, no?
-Ambos sabemos que no. -Se acercó y besó mi nariz. -Serás mi futura esposa, Jennifer Malik. -Reí con ganas y abracé su cuello, pegando sus labios a los míos.
-Nos casamos. -Murmuré antes de besarlo con ganas y lo sentí sonreír sobre mis labios.
Llegué a casa tres días después de despertarme. Zayn agarraba mi brazo, ayudándome a andar sin moverme mucho y no abrir los puntos de la herida. Miré a mi alrededor. La casa estaba tan vacía sin las cosas de Louis.
-Zayn.
-¿Qué pasa?
-¿Se acabó, verdad? -Lo miré seriamente y él me miró de la misma manera. Ambos sabíamos a que me refería.
-Marcelo sigue...
-Me da exactamente igual que Marcelo siga vivo.
-Jenn, no sabemos si podemos vivir tranquilos si Marcelo sigue vivo.
-Zayn, no pienso vivir toda mi vida esperando que me llame la policía para decirme que han encontrado el cadáver de mi prometido en una puta cuneta. -Estaba furiosa pero no con él, si no con todo. Quería acabar ya con esto y, por lo que veía, jamás acabaría. Miré al suelo y suspiré lentamente.
-Se acabó. Para siempre. Nos iremos. A cualquier sitio. Pero no volveré a la mafia. Y, más importante, no volveré a meterte a ti en la mafia.
-¿Lo dices en serio?
-Tan en serio como que te quiero.
-Cursi.
-Te encanta.
-No sabes cuanto. -Sonreí y él me abrazó besando mi frente.
-¡Tienes que llevarme a la tienda! -Frunció el ceño y yo asentí emocionada.
-Vamos, anda.
-Louis. Tengo una noticia.
-Yo otra. -Ambos sonreímos.
-Tu primero.
-No, habla.
-Me caso.
-¿Qué? -Miró a Zayn por encima del hombro y sonrió ampliamente y, antes de darme cuenta, me abrazaba con fuerza.
-Mi herida. Mi herida.
-Hostia. Perdona. -Me soltó y besó mi mejilla. -Me alegro, nena.
-En realidad, era para pedirte algo.
-¿Un striptease privado en tu despedida de soltera? Encantado. -Reí con fuerza y negué con la cabeza.
-¿Me puedes imprimir nuestras fotos del móvil?
-¡Claro! ¿Las quieres ahora? -Negué con la cabeza.
-Te las mando por email un día y tú me las mandas por correo.
-Genial.
-¿Y tu noticia?
-Me marcho a Dublín a estudiar empresariales. -Sonreí y, esta vez, fui yo la que lo abrazó con fuerza.
-Enhorabuena. ¡Lo mereces!
-Gracias. -Su sonrisa era imborrable y, eso, me encantaba. Estaba feliz, como nunca. Y se lo merecía de verdad.
-Nosotros nos vamos. ¡Nos vemos pronto! -Besé la mejilla de Louis y Zayn le estrechó la mano antes de salir.