domingo, 27 de abril de 2014

Capítulo 35.

Sentí como alguien golpeaba con poca fuerza mi brazo y abrí los ojos lentamente.
-No sé quién narices es, pero dile que pare con los putos mensajes, que quiero dormir. -Louis lanzó el móvil a mi cama y yo sonreí timidamente. Louis me devolvió la sonrisa y volvió al salón, donde a los pocos segundos lo escuché de nuevo roncar.
Desbloqueé el móvil para encontrarme con más de diez mensajes de la misma persona.
"Despierta, dormilona, a trabajar."
"Jenn, vamos."
"Siempre fuiste de sueño profundo."
"Si en diez segundos no te despiertas pienso coger un avion de vuelta y despertarte."
"Jenn, venga ya."
Y otros cuantos más. Me estiré en la cama y cogí el portátil que estaba bajo esta. Metí la contraseña y en medio segundo estaba en la página del banco, preparada.
Cogí los auriculares y cerré la puerta antes de llamar a Zayn y poner el manos libres.
"Por fin."
"Venga, hagámoslo rápido."
"Cuando estábamos juntos no decías eso."
"Malik."
Su risa sonó con eco en mis auriculares y yo sonreí.
"Ya están aquí, lo dejo en manos libres para que escuches todo."
"Genial."
Durante más de quince minutos estuve escuchando a Zayn hablar con alguien en italiano, así que practicamente no entendí nada de lo que decían, pero supongo que estarían hablando de la calidad del cuadro, del precio, de la localización y todas esas cosas que se suelen hablar durante un intercambio.
"Preciosa."
"Sigo aquí."
"Genial, métete en la cuenta 0009765, contraseña 000081965."
Hice lo que me pidió y en medio segundo estaba metida en la cuenta, me metí en el apartado de trasferencias y esperé la siguiente orden.
El hombre y Zayn volvieron a hablar durante unos cinco minutos más mientras yo golpeaba con poca paciencia el teclado del ordenador.
"Traspasa 90.000 libras a la cuenta 0034829."
Tosí al escuchar la cantidad de dinero que debía traspasar.
"¿90? Zayn..."
"Hazlo."
Marqué la cantidad que él me dijo con rapidez y lo mismo con el número de cuenta.
"¿Estás seguro, Malik?
"Sí."
Pulsé el botón y observé el mensaje que me decía que la transferencia había sido correcta. Suspiré aliviada.
"Hecho."
"Te debo una."
"Te la guardo."
Ambos colgamos el teléfono al segundo. Bajé la pantalla del ordenador y me tumbé en la cama mirando fijamente el techo. Un sonido me hizo desviar la mirada y Louis apareció en la puerta.
-Jenn... te buscan en la puerta. -Fruncí el ceño y él solo se encogió de hombros.
-Voy a ponerme un chándal, salgo en dos minutos. -Dejé el pelo tal y cómo lo tenía y me enfundé rápidamente una sudadera y un pantalón de chándal, cogí mis zapatillas y salí con prisa al salón, dónde solo estaba Louis sentado mirando fijamente la televisión.
-Está fuera. -Asentí y avancé hacia la puerta principal.
Todo mi cuerpo se vio atravesado por un escalofrío cuando mi mano tocó el picaporte de la puerta y un mal presentimiento golpeó mi cerebro. Respiré hondo y abrí la puerta para encontrarme de frente a Marcelo con media sonrisa. Cerré la puerta detrás de mí y di un paso hasta él, manteniendo fija mi mirada en sus ojos.
-¿Qué quieres? -Él simplemente movió la cabeza, sin borrar de su cara la sonrisa, indicándome que lo siguiera.
-Sólo serán un par de minutos. -Avanzamos hasta el pequeño bosque que había frente a la casa y, cuando habíamos andado menos de diez metros, paró en seco girándose hacia a mí.
-Marcelo, no tengo tiempo para gilipolleces.
-Tranquila, seremos rápidos. -La voz de mi padre sonó detrás de mí y me giré, colocándome de tal manera que tenía a ambos frente a mí.
"Jamás le des la espalda a tu enemigo, aunque lo veas desarmado, siempre tienen un truco bajo la manga."
Las palabras de Zayn se escucharon por toda mi cabeza y asentí interiormente, dándole la razón.
-¿Qué queréis? Ya os dije que no quería volver a esto.
-Pues eso no es lo que parece. -Enarqué una ceja ante las palabras de Marcelo y él aumentó su sonrisa.
-Pensábamos que no querías más mafia y vas, y te metes en esto con mi nieto. -Mi padre rió acompañando las palabras de Marcelo. -No has elegido el bando correcto.
-Discrepo.
-Jenn, te has metido con el enemigo.
-En este momento, solo vosotros sois mis enemigos. -En ese momento me arrepentí de no haber llevado la pistola conmigo.
"A partir de ahora, la pistola siempre encima."
-Jenn, no nos quieres tener como enemigos.
-Pero mucho menos como aliados.
-Está bien, cómo quieras, querida. -Josh asintió y Marcelo avanzó con lentitud hasta estar a su lado.
-Tendrás noticias nuestras.
-Espero que sea vuestra esquela. -Escupí las palabras con rabia y me giré para volver a casa, hasta que un sonido me hizo volverme hacia ellos de nuevo.
Josh tenía la pistola cargada y apuntando directamente a mi cabeza. Apreté los puños con fuerza a ambos lados de mi cuerpo y sonreí.
-No tienes cojones, Josh.
-¡Jennifer! -Una sonora carcajada salió de mi garganta al ver su reacción.
-Hazlo. -Vocalicé cada letra de la palabra, tentándolo a apretar el gatillo y sonreí cuando lo vi mirarme a los ojos y dudar de lo que estaba haciendo.
-Josh, vámonos. -Marcelo colocó una mano sobre el hombro de mi padre que bajó la pistola en medio segundo. Negué con la cabeza y volví a retomar el camino a casa.
-Que os jodan. -Saqué mi dedo corazón en su dirección y salí del bosque.
Llamé un par de veces a la puerta hasta que Louis finalmente abrió y me miró intrigado cuando ya estaba dentro de la casa.
-¿Quién narices era ese viejo?
-Un cliente, le di la dirección de la casa por si necesitaba algo y ha venido a pedirme una cosa.
-¿Y a dónde habéis ido?
-A que vea unas fotos para un jarrón para su esposa. -Vi en la cara de Louis que no se había tragado ni una palabra de lo que le había dicho, pero dejó el tema a un lado y me sonrió velozmente.
-Venga, a desayunar. He hecho tostadas y café.
-Eres el mejor. -Besé su mejilla con efusividad y ambos nos quedamos en silencio.
-Raro...
-Raro... -Ambos pronunciamos la palabra al mismo tiempo y nos miramos con prisa antes de romper a reír.
Metí la pistola en mi bolso y salí con prisas de mi casa despidiéndome de Louis con un abrazo.
Desde que Marcelo apareció en la puerta de mi casa hace un mes, ese maldito cacharro no se separa de mí.
Aceleré adelantando un par de coches y aparqué en un pequeño sitio que quedaba en frente del bar. Entré con prisas y me senté junto a Lea dejando el bolso sobre mis rodillas.
-Una cocacola.
-Otra.
Hablamos durante horas, y reímos mucho más. Me informó sobre toda la gente que había dejado de ver al terminar el instituto. Hablamos de Louis, de Harry, de la última película de Bradley Cooper que acababan de sacar en dvd y del nuevo disco que Ed Sheeran estaba a punto de publicar.
Nos abrazamos con fuerza antes de volver a subirme en el coche para volver a casa. No eran más de las doce, pero la carretera estaba más vacía que nunca, permitiéndome acelerar tanto cómo quisiera.
Aparqué delante de la puerta de la cochera y observé con detenimiento la casa. Había alguien dentro. Miré por todos lados, pero el coche de Louis no estaba ahí, así que él no era.
Saqué la pistola del bolso y la coloqué en la parte trasera de mi pantalón.
Abrí la puerta y descubrí cómo la cerradura estaba forzada. Avancé por la casa, lentamente, intentando que ni un ruido alertase a quién quisiera que estuviera ahí dentro. Coloqué la mano derecha sobre la culata de mi pistola y la sujeté con fuerza, preparándome para cualquier cosa.
-Vaya, por fin has llegado.
¡COOOOMENTAD BBYS! ♡♡

domingo, 20 de abril de 2014

Capítulo 34.

[2 semanas después]
Solté la trenza que me había hecho dos minutos antes y la cambié por una coleta alta que sabía que acabaría cambiando por un moño al cabo de un par de horas.
Resoplé cabreada cuando vi a Louis entrar en el cuarto y me giré para seguir leyendo un libro que tenía más que leído.
No había sido una buena semana, me había pasado los días discutiendo con Louis una y mil veces y casi siempre, por gilipolleces. Cerró la puerta a sus espaldas y escuché como crujía el colchón a causa de su peso. Cerré el libro, miré de reojo sus movimientos y lo observé pasar su mano por su despeinado pelo para luego suspirar un par de veces. Apoyó los codos sobre sus rodillas y las palmas de sus manos taparon su rostro.
-Jenn.
-Si vienes a discutir, paso, Louis.
-Sólo venía a decirte que no es normal la última pelea que hemos tenido.
-¿Y vienes a disculparte o piensas que yo lo haré?
-Jennifer.
-No me vengas con Jennifer, Louis.
-Olvídalo. -Me giré para observarlo y fruncí el ceño al ver cómo miraba intrigado la estantería de mis libros.
-¿Qué miras?
-Las fotos. -Seguí su mirada y miré con detenimiento las fotografías. Lea y yo en la fiesta de cumpleaños de Zayn. Liam conmigo en el viaje a Irlanda. Liam, Zayn y yo en la playa. Louis, Harry, Lea y yo en una fiesta. Zayn y yo en Roma. Liam y yo el día de mi graduación. Un pequeño montaje de Harry y de mí cuando éramos pequeños y mayores. Otra de Liam conmigo haciendo el payaso. Lea, Harry y yo en mi cumpleaños. Más de Liam conmigo y Zayn. Algunas otras con Lea. Y, por último, una más de Zayn y mía en Roma. Sonreí de medio lado cuando en mi mente aparecieron los recuerdos que guardaban las fotografías. Desperté a mi mente y retomé la conversación con Louis.
-¿Y qué te pasa con las fotos?
-Que no me parece normal que tengas las fotos con tu ex ahí puestas y ni una conmigo.
-Tengo una.
-Sabes a lo que me refiero. No es agradable ver como mi novia sale besando a su ex novio, abrazándolo o lo que sea.
-Son simples fotos.
-¿Y las nuestras qué son?
-Las nuestras las tengo en el móvil.
-Y las suyas impresas, en un marco y bien colocadas junto a todas tus mierdas. -Lo miré asombrada y me levanté cabreada para ponerme frente a él.
-No son mierdas. Son libros, cosas que tú deberías leer para tener algo de inteligencia. Y muchos, muchísimos recuerdos. -Volví a sentarme y ahora fue él quien se levantó, demostrando su enfado.
-Pasa página, Jenn. Tener mil fotos de Zayn no van a hacer que vuelva. Ni a Liam tampoco. -Sus palabras me hirieron, y él no sabía hasta qué punto. Pero lo único que hice fue enfadarme todavía más.
-No creerás que voy a tirar las fotos con mi mejor amigo ¿no? Porque no lo voy a hacer, y menos porque a ti te salga del rabo.
-Ya lo haré yo por ti. -Y moviendo su mano derribó todos y cada uno de los marcos estrellándolos contra el suelo. Vi como las fotos se rompían o se arrugaban al tocar el suelo y creía que era yo la que estaba sufriendo los golpes. Salté al suelo, recogiendo los pedazos de cristales y apartándolos de las fotos.
-Eres un maldito gilipollas.
-Ni que me importara lo que tú pienses. -Escuché como avanzaba por la habitación, abría la puerta y, tras salir del cuarto, la cerraba con un portazo que me hizo saltar en el sitio.
Miré con lágrimas en los ojos las fotos y sonreí amargamente. Las recogí, intentando arreglarlas tanto como podía y las guardé en el fondo del cajón de mi mesita.
Mi móvil vibró encima de la cama. Un mensaje.
"Necesito verte. Es urgente."
"A las diez en Hooks."
Bufé, sequé mis mejillas y cogí un jersey de mi armario. Me puse unos vaqueros, las botas y salí de la habitación.
-Me largo.
-¿Qué? -Louis se levantó como un rayo del sofá y se puso delante de la puerta. Pude ver sus ojos rojos y agaché la cabeza.
-Sólo voy a darme una vuelta.
-¿Vas a volver? -Pude sentir ¿miedo? en su voz y algo dentro de mí se ablandó.
-En un par de horas. -Cogí las llaves, revisé que llevaba el móvil y algo de dinero y salí de la casa.
Cuando llegue al bar eran las diez menos cinco pasadas y conociendo la puntualidad de Zayn sabía que aún le quedaba algunos minutos para llegar. Me acerqué a la barra, sentándome en un taburete y levanté la mano llamando la atención del camarero.
-Un whisky solo, por favor. -El hombre, de unos cincuenta y muchos, asintió y me sirvió la copa en un par de segundos. Golpeé con mis dedos la barra del local esperando que los minutos pasaran con más rapidez.
Otro whisky más. Sentí el aire exterior golpear el interior del local cuando alguien abrió la puerta del sitio. Miré el reloj de mi pulsera. Las diez y cuarto. Rodé los ojos cuando vi la sombra de alguien pasar detrás de mí y supe que era Zayn al oler su colonia.
-Otro como el de la señorita. -Ocupó el asiento que había junto al mío y apoyó ambos brazos sobre la barra mientras yo daba un largo sorbo a mi vaso.
-Llegas tarde.
-Sabes que eso no es raro en mí, preciosa.
-Deja de llamarme así, Zayn. -Lo vi reprimir una sonrisa cuando el camarero le entregó un vaso lleno de whisky.
-Estás echa un desastre. -Sabía que no lo decía porque el jersey fuese de hace dos años. Lo decía por las ojeras, la coleta medio deshecha y mil cosas más que quizá yo no veía en el espejo, pero sí se percibían desde fuera.
-Digamos que no está siendo una buena semana. -Refunfuñé un par de palabras sin sentido y levanté la mano indicándole al camarero que llenara el vaso vacío.
-¿Problemas en el paraíso?
-No te interesa. -El camarero se alejó tras servir el tercer whisky doble de la noche y yo bebí con desgana, dejando que el sabor del alcohol quemara por mi garganta.
-Tienes que ayudarme con una cosa, Jenn. -Dejé el vaso sobre la barra y miré de reojo a Zayn.
-¿Qué quieres?
-Es una falsificación.
-¿Cuando?
-Mañana en Roma. -Enarqué una ceja y él continuó explicando. -Yo iré a Roma mañana por la mañana, lo único que tú debes hacer desde aquí es hacer la transferencia de dinero cuando yo te diga.
-¿Desde cuándo necesitas mi ayuda para eso?
-Desde que no puedo confiar ni en mi propio abuelo.
-¿Qué tiene que ver eso?
-Él es quien me ha mandado la falsificación. Pero no me fío una mierda de sus hombres ni de sus cuentas, así que vamos a hacerla tú y yo solos.
-Zayn te dije que no quería saber nada más de la mafia.
-Será la última vez que te meta en esto, te lo juro. Sólo puedo fiarme de ti para estos asuntos, Jenn, sabes que lo digo en serio. -Asentí, dando por finalizada la conversación.

Dejé las llaves encima de la mesa y cerré la puerta con suavidad, intentando no despertar a Louis.
-Pensaba que no ibas a volver. -Y sin un minuto para reaccionar, sus brazos rodearon mi cintura pegándome contra su cuerpo.
-¿Tienes la regla o algo, Louis?
-¿Qué?
-Lo digo por tus cambios de humor. -Su risa golpeó mis tímpanos y yo lo abracé con fuerza. -Tenemos que hacer algo.
-¿Con qué?
-Con esto Louis. No... no podemos seguir como estamos.
-Supongo que tienes razón. -Me soltó del abrazo y me miró. -Jenn, te quiero como a nadie y quiero lo mejor para ti, y sé que mereces algo mejor.
-No digas tonterías, Louis, tú eres lo mejor.
-Pero no para ti. -Ambos sonreímos y él volvió a abrazarme. -No pienso alejarme de ti, nunca, ¿me oyes? -Asentí, sintiendo mis mejillas empaparse por mis lágrimas. -No llores, idiota. Voy a seguir siendo tu mejor amigo, nena.
-Te quiero, Louis. -Sentí de nuevo sus labios contra los míos y lo besé con fuerza.
-Te quiero mucho, Jenn. -Besó mi frente y me abrazó con fuerza. -Debes descansar, yo dormiré en el sofá.
-Puedes seguir durmiendo...
-En el sofá, Jenn. -Sonrió y yo asentí con desgana. -Hasta mañana.
-Hasta mañana. -Recorrí el pasillo con parsimonia, analizando todo lo que había pasado en el salón. Acabábamos de romper. Sentí las lágrimas de nuevo en mis mejillas y las sequé con rapidez.
"No pienso alejarme de ti, nunca."
Las palabras de Louis resonaban con fuerza. No quería que se alejara de mí. Quería seguir teniéndole conmigo cada día. Pero supongo que lo mejor era estar como amigos, mejores amigos o lo que fuera que fuésemos a ser ahora.
Me metí en la cama y dejé que mi mente anduviera sola por ahí antes de dormirme.
"Mañana será un día jodidamente largo."
"No lo dudes."


¡Hola lectores! Bueno, vengo a dar malas noticias (ooooooh!) Quiero decir que voy a ir terminando la fic, no sé si quedarán diez, doce, quince o veinte capítulos (o quizá menos) pero sí que la voy a ir terminando, porque la veo ya muy repetitiva y se me agota el argumento. Además, siendo sincera, si la acabo es porque tampoco veo que la gente la siga mucho y, quien la sigue, ni si quiera deja un comentario o algo y eso me fastidia bastante, pero bueno, no voy a echar nada en cara a estas alturas. Sólo decir que eso, que se van a ir cerrando muchas cosas en estos capítulos y que cada vez queda menos para saber el final. Si queréis algo o lo que sea, sabéis que me podéis encontrar en twitter (@cookiestoniall) o en ask (www.ask.fm/cookiestoniall) y nada, no mucho más, que espero vuestros comentarios por aquí abajo.
¡Gracias por leer!

jueves, 17 de abril de 2014

Capítulo 33.

Me crucé de brazos, esperando a que continuara hablando, pero él se lo tomó con calma. Sacó un cigarro del paquete que tenía en el bolsillo de la chaqueta y lo encendió con parsimonia. Puse mi mano en mi frente y dejé escapar un sonoro suspiro.
-¿Vas a hablar? Me apetece tomarme un ibuprofeno y acostarme, la verdad.
-Vámonos.
-¿Qué?
-Sí, recoge tus cosas, yo recojo las mías y nos largamos.
-Zayn.
-Dejamos atrás toda esta mierda Jenn, nos vamos. Sin Louis y sin Amy. Tú y yo, solos. Dime que no te apetece. –Vi su sonrisa de chico malo, de medio lado, la que siempre ponía cuando tenía una idea espontánea y guardé silencio unos instantes, recapacitando sus palabras. Irnos. Solos. A cualquier lugar lejos de todo esto.
-No. –Frunció el ceño, no contento con mi respuesta.
-¿Has dicho que no?
-Exacto. Pensaba que tenías un oído perfecto. –Se cruzó de brazos y pude ver el enfado en su gesto.
-¿Se puede saber por qué? –Iba a hablar pero antes de poder abrir la boca la voz de Liam resonó en mi cabeza, tal y como había hecho en el cementerio, haciéndome saber que debía decirle todo lo que quería decir. Respiré hondo y lo miré fijamente.
-Por qué no me da la gana de estar como siempre, de tirar todo lo que tengo por la borda. Por primera vez estoy bien, estoy tranquila. No me tengo que preocupar de que algún mafioso me pegue un tiro por ser novia de su enemigo; no tengo que quedarme despierta hasta las dos o las tres de la madrugada esperando a que mi novio llegue porque ha ido a pegarle un tiro a alguien. Me siento como una persona normal, si entro a restaurantes caros o a discotecas privadas es porque Louis ha reservado, no porque amenace al portero a punta de pistola.
>>Y estoy segura de que realmente no quieres huir de todo esto. Zayn, te apasiona la mafia. No puedes alejarte de ella, está más que claro, y me parece bien, jamás te lo echaré en cara. Pero yo quiero dejar de pertenecer a eso. Y por eso mismo no puedo irme contigo.
>>Te recuerdo que hace algo más de un año, vinimos a este pueblo a más de media hora de la capital para alejarnos de todo. Para estar los dos solos, para no saber nada más de muertes, ni de falsificaciones de cuadros; para no saber nada de nada de la mafia. Y escasos meses después, estabas de nuevo metido con mi padre en esto. Es algo que te llama, son tus raíces. Te has criado con la mafia, disparando y extorsionando. Pero yo no. Yo me he criado en un mundo completamente distinto. –Cogí aire, asombrada por la seriedad con la que había hablado, y parpadeé un par de veces, conteniendo las lágrimas que estaban a punto de desbordarse por mis mejillas. –Ya lo dijiste tú en mi patio cuando nuestros padres colaboraban, somos polos opuestos, venimos de mundos completamente distintos. –Me puse de puntillas y besé su mejilla. –Debes irte. –No se movió ni medio centímetro de donde estaba. –Zayn, ambos sabíamos que no habría un final feliz para nosotros. –Eso pareció hacerle reaccionar y por fin bajó su mirada hasta hacerla chocar con la mía. Se agachó, besando mi frente con fuerza para acto seguido montarse en su moto y arrancarla no con demasiada prisa.
-Hasta pronto, Jenn.
-Adiós, Zayn. –Y comencé a andar mientras de lejos escuchaba su moto rugir cada vez alejándose más.
"Lo has hecho genial, Jenn."
"¿Y por qué me siento como si me hubiera atropellado un tráiler?"
Abrí con prisas la puerta de la casa y la cerré con una fuerza que ni yo misma sabía que tenía. Me dejé caer boca abajo en el sofá y cogí mi móvil. Respiré hondo un par de veces y marqué su número.
-¿Jenn? ¿Estás bien, nena? –Su voz adormilada me hizo sonreír.
-Sí... solo... –Casi sin quererlo un sollozo salió de mi garganta.
-Jenn, ¿qué te pasa?
-Quiero que vuelvas, Louis.
-Está bien, nena. –Me consoló durante un par de minutos hasta que al final dejé de sollozar como una niña de cuatro años que no tiene su muñeca. –Estaré ahí a las nueve de la mañana te lo prometo, iremos a desayunar a la playa si quieres.
-Hace frío. –Su risa sonó con fuerza en el auricular.
-Te dejaré mi chaqueta para que no pases frío.
-Entonces pasarás frío tú.
-Jenn, no sé cuándo te enterarás que yo iría al polo norte en pantalones cortos por ti.
-Solo te lo pediría si me traes un pingüino. –Ambos reímos. –Gracias, Louis.
-Te quiero.
-Te quiero. –Y colgamos al mismo tiempo.
Poco a poco sentí como mis párpados pesaban más y al final acabé durmiéndome en el sofá.

Abrí los ojos cuando el fuerte olor a café invadió mis fosas nasales. Sonreí, aspirando con fuerza el delicioso olor. Abrí los ojos de par en par cuando fui consciente de lo que pasaba y corrí a la cocina.
-¡Louis! –Lo abracé con fuerza, al igual que él hizo conmigo, levantándome escasos centímetros del suelo.
-¿Me echabas de menos?
-No sabes cuánto. –Lo besé con fuerza, sintiendo su sonrisa en mitad del beso.
-¿Qué pasó anoche, nena? –Me mordí el labio, planteándome si contarle lo de Zayn u omitir esa parte.
-Salí de fiesta con Lea y cuando volví me vi aquí sola... –Sin dejarme acabar sus brazos volvieron a estrechar mi cuerpo, casi sin fuerza.
-No te volveré a dejar sola. –Reí en su cuello, haciendo que él también se riera.
-Tranquilo, puedo vivir sin ti.
-Ya lo veo.
-Fue culpa del alcohol, que me pone ñoña. –Louis asintió y yo le saqué la lengua, dando por terminada la conversación.
-Vamos, te debo un desayuno en la playa.

*Narra Zayn*
Crucé las manos sobre mi vientre y centré la mirada en las fotos que había en la pared. Estaban todas las fotos que me había llevado de casa de Jenn. Solo faltaban las dos de Roma que le había dejado.
-Zayn. –Me erguí al escuchar a mi madre abrir la puerta. –Amy ha llamado y ha dicho que estaría aquí en diez minutos. –La vi torcer el gesto al pronunciar el nombre de la chica y suspiré. La había visto hacer ese gesto tantas veces que sabía perfectamente que significaba.
-¿Te gusta Amy? –Me miró intrigada, intentando averiguar el porqué de mi pregunta.
-No me tiene que gustar a mí, sino a ti. ¿Te gusta Amy, Zayn? –La miré durante unos segundos.
-Sí, claro que sí, sino no estaría con ella.
-Entonces no te debe importar lo que yo piense.
-No es eso, mamá. –Miré de reojo mi techo y observé como mi madre seguía con su mirada la mía.
-Es Jenn. –Me levanté de un salto y salí con prisa de la habitación.
-No es Jenn. Nunca más será Jenn. –Salí del cuarto y esperé a que mi madre saliera para cerrar la puerta y encajarla de tal forma que nadie más pudiera entrar.
Escuché el pitido del coche de Amy y salí con prisas para recibirla con un abrazo.
-¿Qué tienes ahí? –Observé un pequeño corte en la parte interna del brazo. Su cara palideció, pero rápidamente negó con la cabeza y rio de forma exagerada.
-Una pelea que tuve ayer en un bar. –Su mirada se centró en el suelo. –Si te cuento, te descojonas, cielo. Fue una tontería.
-¿Por una tontería te hicieron ese corte? –Amy se movió incómoda en el asiento del copiloto y yo resoplé cabreado. –Olvídalo. Vamos a darnos una vuelta.
Sabía que eso no había sido una pelea en un bar, pero la verdad, no me interesaba pelearme solo para que acabara contándome una mentira que ni ella se creería.

Aceleré y salí al centro de la ciudad, subí el volumen de la radio mientras Amy me contaba lo que había hecho la noche anterior con sus amigas.

¡COMEEEEEENTAD!

lunes, 14 de abril de 2014

Capítulo 32.

Avancé entre la poca gente que había a las afueras del local y conseguí llegar hasta la carretera; andaba dando tumbos a causa de la cantidad de alcohol que recorría mis venas en esos momentos. Una risa idiota salió de mi garganta cuando un coche pasó a pocos metros de mi espalda, haciendo que tanto mi pelo como mi camiseta se movieran con el viento que provocó.
Seguí caminando, esquivando coches y, a veces dejando que ellos me esquivaran a mí. Salté dejando que mi cuerpo siguiera el ritmo de la música que resonaba únicamente en mi cabeza. Estaba sola y me gustaba esa sensación. De nuevo un coche pasó a escasos metros de mí, dejando que su claxon resonara con fuerza al mismo tiempo que mi escandalosa risa.
-¿¡Qué diablos estás haciendo, Jenn!? –Me giré sobre mí misma, tambaleándome, al escuchar mi nombre y centré mi mirada en sus ojos marrones que me miraban fijamente desde el otro lado de la carretera. Por la forma en la que apretaba su mandíbula, sabía que estaba enfadado, pero no lograba entender por qué.
-¡Solo me estoy divirtiendo! –Grité con fuerza, levantando las manos justo cuando un coche me esquivaba como podía y hacía gritar el claxon.
-¡Jennifer!
-¡Zayn! –Intenté imitar su tono de voz y reí con ganas cuando vi que sólo había parecido una niña pequeña. Volví a girarme sobre mis talones para comenzar a andar por la carretera. Miré sobre mi hombro y la figura de Zayn había desaparecido. Volvía a estar sola. Me encogí de hombros y seguí saltando por el asfalto. Los pitidos se convirtieron en insultos que provocaban aún más mi risa.
Unas luces iluminaron mi cara de frente haciendo que me detuviera en seco.
“Mierda.”
Mi boca se abrió con el objetivo de emitir un grito, o algo que llamara la atención de la gente o para frenar el coche que venía directo a mí, pero de mi garganta no salió ni el más mínimo sonido.
“Se acabó. Has vivido una buena vida…
Supongo”
Quise moverme, pero ni un músculo respondía ante mis peticiones, así que lo único que pude hacer fue cerrar los ojos esperando el impacto.
-¡¿Estás loca?! –Abrí los ojos para encontrarme tirada en el arcén y a Zayn encima de mí, con la respiración agitada.
-Zayn…
-¿No pensabas moverte?
-Me… me había congelado. No sabía qué hacer. –Intentaba hablar tan bien como podía, pero igualmente el miedo que tenía en el cuerpo había hecho desaparecer de mi sistema cualquier gota de alcohol que contuviera.
-¿Y quedarte ahí parada era la mejor opción? Te iba a atropellar una puta furgoneta, Jenn. –Suspiré, irguiéndome y apoyé mi espalda en las barras del arcén.
-Gracias por salvarme. Pensaba que te habías ido. –Ambos guardamos silencio. Un minuto después, Zayn volvió a hablar.
-No podía irme y dejarte ahí. No me lo habría perdonado si no llego a estar ahí para sacarte de la carretera cuando ha pasado el coche. No podía permitir que te pasara nada. –Vi un destello de sonrisa en su rostro y sentí como mi boca también se estiraba en una sonrisa.
-Gracias de nuevo. –Me apoyé en el suelo y me levanté como pude al mismo tiempo que él repetía mis acciones. Empecé a andar por el arcén, sintiendo su sombra detrás de mí y su aliento golpear con poca fuerza en mi nuca.
Noté como mis piernas comenzaban a flaquear, aunque no puedo decir con seguridad si era por el miedo que había pasado segundos antes o por lo cerca que lo tenía. Colocó una de sus manos en mi cintura y me giré enarcando una ceja.
-Solo me aseguro de que andes en línea recta, no quiero que pase otra escena como la de la furgoneta. –Reí asintiendo y seguí andando hasta el semáforo que habíamos pasado antes de entrar en el bar. – ¿Podrás esperarme aquí diez segundos? Tengo que ir a coger las llaves de la moto.
-Puedo llamar a un taxi e irme sola, no tienes por qué acompañarme.
-Sí tengo por qué. –Desapareció en el local mientras yo me apoyaba en la pared y escondía la cabeza en mis manos. Si cerraba los ojos sentía como todo me daba vueltas.
“La resaca de mañana será monumental.”
-¿Vamos? –Salté en el sitio al escuchar su voz y lo miré entrecerrando los ojos.
-¿Y Lea y Harry?
-Tienen mi coche, yo cojo la moto de un amigo.
-Podemos quedarnos hasta que ellos quieran volver y no tenemos que dejarlos solos. –Me daba igual irme ahora que dentro de dos horas, únicamente buscaba una excusa para no tener que regresar sola a casa con Zayn.
-No estás en condiciones de seguir aquí y no creo que ellos quieran irse ya. Vámonos. –Sin darme tiempo a rechistar me cogió en brazos sentándome en la parte trasera de la moto. Él se acomodó en el asiento y aceleró sin darme tiempo a abrocharme el casco.

Me bajé cuando la moto derrapó a varios metros de mi casa, que hacía un año había sido nuestra casa. Me mordí el labio y sonreí tendiéndole el casco.
-Buenas noches, Jenn. –Me despedí con la mano y él aceleró, desapareciendo al final de la carretera.
“Podías haber dejado que me atropellaran, Malik, sería menos doloroso que ver cómo te marchas ahora con ella.”
Me quité los tacones para poder andar con más agilidad (o al menos intentarlo) y comencé a andar con la mirada fija en el suelo. Escuché gruñir una moto al lado mío y giré la cabeza para encontrarme a Zayn mirándome con una sonrisa.
-¿Se te ha olvidado algo, Malik?

-Varias cosas. –Apagó el motor de la moto y se bajó con rapidez para colocarse en frente de mí. –Tengo algo que proponerte.

jueves, 10 de abril de 2014

Capítulo 31.

Salí de la ducha tan rápido como pude cuando escuché el timbre del teléfono resonar en toda la casa. Até la toalla por encima de mi pecho y moví mi pelo con una mano mientras con la otra descolgaba el teléfono y lo pegaba a mi oído.
-¿Diga? ¿Hola?
-Eh, enana. –Sonreí en el instante que escuché su voz en el auricular.
-Hola Louis.
-¿Qué haces?
-Estaba duchándome, ahora helándome por tu culpa. –Ambos reímos al unísono. -¿Tú?
-Esperando a que empiece el fútbol.
-¿A estas horas?
-Es un partido de niños, se juegan a las 12. –Asentí para mí. -¿Estás bien, nena?
-¿Qué? Sí, perfectamente. Estaba pensando en tonterías mías.
-Bueno, sólo era para decirte que vuelvo mañana. La familia no se lleva tan bien como recordaba y la verdad es que me incomoda un poco estar aquí.
-¡Genial! –Sentí mis mejillas enrojecerse al mostrar mi entusiasmo y su risa rebotó con fuerza en mis tímpanos. –Quizá me pilles con resaca, pero no importa.
-¿Qué tienes pensado para esta noche?
-Iba a ser una simple fiesta, pero ahora que sé que será mi última noche de libertad… -Rio de nuevo acompañando mi risa. Escuché unos cuantos gritos de fondo y de repente mucha gente comenzó a aplaudir y gritar haciendo que me tuviera que separar el teléfono del oído.
-Me tengo que ir, empieza esto.
-¡Que ganen los tuyos!
-Siempre lo hacen, apuesto por los ganadores. –Rodé los ojos y colgué. Cogí un chándal y dejé airear mi pelo mientras recogía un poco la casa después de no haber pasado allí la noche. Al final, no sé cómo, acabé cambiando todo mi cuarto.
Aparté todos los libros de mi estantería y en ella coloqué fotos con Louis, la que me regalaron Lea y Harry en navidad y algunas más del instituto. Despejé otra estantería llena de muñecos y comencé a colocar en ella todos los libros que había sobre mi cama. Antes de colocarlos, ojeaba por encima las páginas y, en alguno, me paraba a leer un par de capítulos. Al cabo de dos horas había acabado de colocar todas las cosas en sus nuevos sitios.
“Perfecto.”
Dirigí la mirada al suelo, donde una esquina de una foto sobresalía por debajo de la cama. Me agaché para cogerla y sentí como una sonrisa crecía en mi cara.
Recogí mi pelo en una trenza mal hecha, me puse unos vaqueros, un jersey y, después de coger las cosas más indispensables, salí de mi casa con prisas. Arranqué el coche y aceleré por la calle principal del pueblo antes de entrar en la autovía. Las letras de algún cantante golpeaban los cristales de mi coche, pero cesaron rápidamente cuando apagué el motor y anduve con prisas, entrando en el gran recinto.
Abrí la cancela de hierro ya casi oxidada y, el olor a muerto, pútrido y flores resecas golpeó mi nariz. Tosí un par de veces y me acerqué a la tumba de Liam, limpiando un poco el polvo con la mano.
-Podrías venir de vez en cuando a verme. –Su voz sonaba en mi cabeza, pero podía imaginármelo ahí parado, fingiendo estar enfadado aunque con una sonrisa en su cara.
-Lo sé. Pero no sabía cómo hacerlo.
-Coges un coche, te presentas aquí y me cuentas tus mierdas. Tal y como hacías cuando estaba vivo. Sólo que ahora te escucha también mi abuelo, mi tío y demás. –Reprimí una risa y me senté en el suelo, pegando la cabeza en la lápida. -¿Y bien?
-¿Qué?
-Vamos, no has venido a hablar con un muerto para no contarle nada importante.
-El caso es que estoy hablando con un muerto.
-Cómo si eso fuera raro. –Lo sentí reír en mi cabeza y reí yo también. -¿Zayn, verdad?
-Me da asco que me conozcas tan bien. El caso es… lo quiero lejos.
-Y cerca también.
-Exacto.
-Mantenlo lejos, Jenn. Louis está bien para ti; estás feliz con él, no intentes joder eso por Zayn cuando no sabes si podrás estar con él más de un mes. –Refunfuñé cabreada y mi cerebro guardó silencio. Liam se había ido, o al menos el Liam que yo me había creado en mi mente. Necesitaba hacerlo, era como volver a tenerlo cerca.
Me levanté y sacudí la parte trasera de mi pantalón. Miré un último segundo la tumba y salí de allí no con demasiada prisa, dejando que el suave aire abanicara mi cara casi sin fuerza. Cuando llegué a mi casa ya habían pasado las cuatro de la tarde. Preparé un bocadillo, sin muchas ganas, y puse la televisión mientras me lo comía.
Empecé a vestirme pasadas las siete. Solté la trenza, dejando que las ondas de mi pelo cayeran a lo largo de toda mi espalda. Me enfundé una falda, no demasiado ajustada, pero me la quité en el acto, cambiándola por unos pitillos verde mar. Cogí una camiseta blanca con un par de letras escritas en ella y una chaqueta vaquera. Terminé de maquillarme con el tiempo justo de ponerme los tacones, recoger las cosas y salir a la calle, cuando escuché el pitido de un coche a las afueras.
Abracé con ímpetu a Lea y a Harry y saludé con un simple ‘hola’ a Zayn que me miraba con una sonrisa desde el asiento del conductor. Me acomodé en la parte trasera, junto a mi amiga y Zayn aceleró. Llegamos al pueblo de al lado, donde el ambiente era inmejorable. Salimos del coche en pocos segundos y, antes de darnos cuenta, ya teníamos la primera ronda de chupitos en el cuerpo y la segunda sobre la barra.
-¡Otra más! –A Lea se le notaban los tres cubatas que llevaba en la voz y supongo que a mí también, cuando reí con fuerza.

-¡Que sean dos! –El camarero se acercó y dejó dos cubatas más delante de nosotras. Bebí con lentitud, saboreando el alcohol. Abracé a mi amiga y ella a mí antes de romper a reír de nuevo como dos imbéciles. -¡Me voy a tomar el aire! –Grité en su oído, pero ella asintió como si hubiera escuchado un simple susurro. Me separé de Lea y avancé entre la multitud. Antes de salir a la calle, miré sobre mi hombro para ver a Zayn mirándome fijamente desde la barra, se levantó en el acto, y yo negué con la cabeza saliendo con prisa de aquel antro.

¡MIL PERDONES POR HABER TARDADO TANTÍSIMO EN SUBIR! PERO LOS EXÁMENES Y TODO ME TENÍAN ESTRESADA Y, DE VERDAD QUE LO SIENTO! 
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