viernes, 28 de febrero de 2014

Capítulo 24.

*Dos semanas después*
Abrí los ojos poco a poco, sintiendo un suave aire abanicar mi pelo. Elevé la mirada para encontrarme a Louis durmiendo medio apoyado en el cabecero de la cama y en la almohada. Sonreí al ver la extraña posición que tenía y me acomodé para tener una mejor visión, reí en voz baja cuando lo vi retorcerse en la cama buscando mi cuerpo.
-Estoy aquí. -Susurré agarrando su mano y una sonrisa cruzó su cara.
-Y espero que te quedes mucho tiempo. -Apretó mi mano con poca fuerza y abrió los ojos. -Buenos días. -Se estiró en la cama, haciendo crujir algunos huesos de su cuerpo. -Joder, deberías comprar un cabecero más cómodo. -Reí con ganas, tumbándome en la cama. -¿Qué hora es?
-Las diez y algo, supongo. -Me encogí de hombros mientras me sentaba de nuevo en el borde de la cama.
-¿Quieres ir a desayunar fuera? Esta casa me asfixia.
-No será porque es pequeña, porque es más grande que la tienda.
-Bobadas. Sé de sitios más grandes.
-No cuenta el Palacio de Buckinham. -Louis rio y negó con la cabeza.
-Harrods. -Ahora reía yo con fuerza. -No lo puedes negar. Ahí te puedes perder las veces que quieras.
-Nunca me he perdido en Harrods.
-No me lo creo. En la zona de navidad te has tenido que perder alguna vez. -Negué con la cabeza. -No jodas, ¿es que esos osos no te han puesto tan nerviosa que te has desorientado? -Reí con fuerza, estrellando mi espalda contra el colchón de la cama y Louis acompañó mi risa. Entonces, una duda atravesó mi mente.
-Espera... ¿qué día es hoy?
-19 de diciembre. -Louis me miró extrañado y yo salté de la cama, poniéndome de pie en medio segundo.
-¡Casi navidad!
-Si...
-¡Vamos!
-¿Dónde?
-Lo sabes...
-No...
-¡Compras navideñas! -Aplaudí emocionada saltando en el sitio mientras Louis negaba con la cabeza como un niño pequeño al mismo tiempo que se tapaba con la manta. -Venga. Hay que decorar esta casa. -Pero él seguía sin moverse, suspiré hasta que una idea cruzó mi mente. -Prometo comprarte algún buen regalo. -Sacó la cabeza de la manta y sonrió de medio lado. -¿Eso es un sí?
-Sí. -Sonreí y me tiré encima de él abrazándolo con fuerza.
-Eres el mejor.
-Lo sé.
-Y el más creído también. -Su risa se clavó en mi cuello provocando que se me erizara la piel. -Venga, vístete anda.
-Sí, señora.

-Teníamos que venir cuando estaba lloviendo a mares, ¿no? -Louis sacudió su pelo y volvió a ponerse el gorro antes de entrar a los grandes almacenes. Agarró mi mano y empezamos a andar entre todas las secciones.
-Esto te sentaría genial. -Sujeté una chaqueta con un estampado de leopardo, intentando aguantar como podía la risa y él enarcó una ceja. -Claro, que no podrían faltar los zapatos. -Señalé unos zapatos con el mismo estampado que la chaqueta y ambos rompimos a reír como locos, haciendo que un par de trabajadores nos llamaran la atención. Solté la chaqueta y volví a andar junto a Louis.
-¿Qué buscamos?
-Algo para decorar la casa, para Lea, Harry, tus padres y para ti.
-Y para ti. -Me encogí de hombros y seguí andando. -Espera, espera, no me dejes aquí solo.
-Que te comen los osos. -Reí en voz baja mientras recibía un leve empujón por su parte.

-¿Le gustará este libro a tu padre? Lo veo muy de su estilo. -Louis leyó la contraportada y asintió casi al segundo. -¡Genial! Solo falta el tuyo. ¿Quieres algo especial?
-La verdad es que no.
-Que difícil eres. -Louis rio y empezó a deambular por la sección de libros. -¿Quieres un libro? ¿Te estás volviendo intelectual?
-Imbécil. -Lo vi sonreír mientras hojeaba algún libro que había cogido al azar.
-¿Música? ¿Cine? ¿Deporte? -Pero él sólo se encogía de hombros.
"Va a flipar con su regalo."
"Y como no flipe lo mato."
Reí ante mis propios pensamientos y Louis enarcó una ceja.
-¿Qué es tan gracioso?
-Tu cara. -Le saqué la lengua y me alejé para pagar el libro que había cogido.

Coloqué el árbol en su sitio cuando acabé de ponerle las luces y las bolas blancas que habíamos comprado y sonreí al ver el resultado.
-Dale. -Louis enchufó las luces del árbol y mi sonrisa se hizo aun más grande. -Es precioso. -Las manos de Louis se enredaron en mi cintura y apoyó la cabeza en mi hombro.
-Como la diseñadora. -Reí y revolví su pelo.
-Anda vamos a cenar.

-¡Louis! -Grité en su oído, haciendo que saltara de la cama y acabara en el suelo. Reí con ganas y me asomé al borde de la cama para verlo con los ojos cerrados y rascándose la cabeza. -Hay un regalo debajo del árbol para alguien...
-¡No jodas! -Jamás había visto a alguien levantarse con tanta prisa y salir corriendo a esa velocidad. Me levanté de la cama y me asomé a la puerta de la habitación cuando lo escuché gritar más de cinco veces 'la hostia' y otras tantas 'me cago en la puta'. Me crucé de brazos y él sonrió centrando la mirada en mí.
-Feliz navidad, moreno. -Antes de darme cuenta me abrazaba con fuerza, levantándome del suelo. Su corta barba chocaba con mi cuello, haciéndome cosquillas.
-¿Te crees que tú no tienes regalo? -Me separé de él tocando de nuevo el suelo y lo miré divertida. -¿Has mirado bien debajo del árbol? -Sonreí y corrí hasta el salón. Un pequeño paquetito perfectamente envuelto estaba esperando bajo el árbol. Lo cogí y empecé a desenvolverlo con prisas para encontrarme con un estuche de swarovski.
-Louis...
-Ábrelo. -Hice lo que me dijo y sonreí al ver una pulsera con pequeños cristalitos en ella.
-Te habrá costado un ojo de la cara.
-Tanto como a ti los esquís. -Me encogí de hombros. -Feliz navidad, rubia. -Besó mi mejilla haciéndome sonreír. -Y ahora, vístete tenemos que repartir regalos. -Señaló los regalos de Harry y Lea y asentí mientras recorría con rapidez el pasillo. Me puse un jersey, unos leggings negros que había tirados por mi cuarto y unos botines negros con algo de tacón. Recogí mi pelo en una coleta alta y me puse lo justo de maquillaje.

Llegamos al restaurante pasada la una de la tarde y Harry y Lea ya nos esperaban mientras reían mirando el teléfono.
-Llegáis tarde. -Lea se levantó y me miró fingiendo estar cabreada. Yo sólo le enseñé mi dedo corazón antes de romper a reír y abrazarnos no con mucha fuerza. Repetí el abrazo con Harry, mientras Lea hacía lo mismo con Louis.
-¿Qué tal la universidad?
-Déjate de mierdas y dame mi regalo. -Enarqué una ceja mirando a Lea y sonreí de medio lado.
-Cuando tú me des el mío, no te jode. -Harry rio y me extendió una bolsa.
-Es de los dos. -Lea le extendió un pequeño paquete a Louis que sonrió como agradecimiento. Yo cogí sus dos paquetes y se los entregué.
-A la de tres. -Todos asentimos.
-Una...
-Dos... -En esos momentos las pocas familias que estaban con nosotros en el salón habían desviado la atención hacia nuestra mesa, no sé si curiosos por ver los regalos o sólo deseando que nos callaramos.
-Tres. -Y los cuatro desenvolvimos los regalos al mismo tiempo.
Louis tenía un reloj. Lea, un conjunto de pendientes y colgante que se puso nada más verlos; yo, un cuadro con fotos de distintos sitios del mundo; y Harry, una pulsera que tenía más importancia para nosotros que lo que Louis o Lea podían imaginar.
*Flashback*
-Algún día esa pulsera será mía.
-Sí, cuando tengas 275 libras para pagarla. -Reí y me enganché del brazo de Harry mientras seguía tomándome el granizado que había comprado segundos antes.
-Ya lo verás. -Harry lamió con prisas el helado que se derraba por el cono de galleta.
-Chicos, sabéis que aquí no se puede comer helado ¿verdad?
-Y usted sabe que ya no tenemos 5 años para que nos hable como a críos retrasados, ¿no? -Reí ante la contestación de Harry y salimos de la tienda antes de que el dependiente contestara alguna tontería más.
*Fin flashback*
-Todavía te acordabas.
-Cómo olvidar al rebelde Harry de 14 años. -Reímos al unísono mientras Lea y Louis nos miraban intrigados.

-Estoy reventada. -Me tiré en el sofá, dejando caer los botines al suelo. Louis imitó mis movimientos en el sofá y ahí acabamos pasando más de media hora. -Debería cambiarme.
-Deberías.
-Pero no quiero.
-Era de suponer.
-Llévame.
-Los cojones.
-Que asco das. -Reí y me levanté con desgana avanzando lentamente hasta el cuarto.
-Hola Jenn. -Cerré la puerta rápidamente cuando escuché su voz detrás de mí.

viernes, 21 de febrero de 2014

Capítulo 23.

Me removí en el banco, poniendo entre nosotros una distancia razonable y bajé la mirada hasta mis rodillas, que se movían nerviosas.
-¿Te pongo nerviosa, preciosa? –Reí irónicamente y le lancé una mirada cortante, haciendo que Zayn enarcara una ceja.
-¿Qué haces aquí, Zayn? –Lo escuché suspirar y miré de reojo como pasaba una mano por su pelo antes de contestar.
-Te vi fuera de la nave. –Gruñí, lo suficientemente alto como para que él me escuchara, pero aun así, continuó hablando. –Te habrás tintado de rubia, pero sigo reconociendo a mi chic… -Calló un segundo, antes de terminar la frase. –Te sigo reconociendo, Jenn. ¿Qué hacías allí? Porque no creo que fueras a invitarnos a un café.
-Me mandó Josh.
-Eso era algo que ya sabía. –Su cuerpo ocupó el lado vacío que había junto a mí en el banco y se cruzó de brazos esperando a que hablara.
-Pues ya sabes más de lo que debes saber. –Me levanté con prisas, intentando largarme de ahí lo antes posible. No quería seguir ahí, porque acabaríamos discutiendo y con él era con la última persona que quería discutir. El viento movía con lentitud mi pelo, haciendo que mi cara recibiera la fría brisa.
-Espera, Jenn. No te vayas. –Zayn aceleró el paso hasta ponerse a mi lado y empezó a andar junto a mí. Lo miré de reojo. Andaba con las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros negros y un cigarro recién encendido se paseaba con lentitud por sus labios. Respiré hondo e hice la pregunta que llevaba demasiados meses queriendo hacer.
-¿Por qué te largaste? –Me paré en seco al mismo tiempo que él y sus ojos marrones se clavaron en los míos. Ninguno de los dos apartó la mirada e, incluso pude ver ese brillo especial en los ojos de Zayn.
-No podía quedarme allí y menos contigo trabajando en la mafia con tu padre. ¡Joder, Jenn! Es Josh, no sé si se te ha olvidado quién es.
-¿Pero tenías que irte? ¿Así? ¿Sin dejar ni una puta nota? Ni si quiera te podía llamar porque cambiaste de teléfono. Te largaste sin más, sin decir una puta palabra. ¡Me habría bastado con un ‘adiós’! Pero no me ibas a dar la satisfacción. Te fuiste como un cobarde. –Si nos quedábamos en completo silencio incluso podía escuchar como rechinaban mis dientes de la rabia. Apreté con fuerza mi muñeca izquierda y suspiré soltándome del agarre antes de empezar a andar de nuevo.
-¡Jennifer! –Negué con la cabeza y seguí andando. Debería haberme ido en cuanto escuché su voz, nunca deberíamos haber hablado. -¡Jenn, preciosa, espera! –Su mano agarró mi brazo con poca fuerza, girándome para encontrarme de nuevo con sus ojos fijos en mí. -¿Quieres saber por qué me largué sin decir una palabra, sin dejar una nota? ¿Quieres saber por qué me cambié de móvil? –Asentí, casi con desgana, no estaba segura si quería escuchar su explicación. –Jenn, no eras tú. La mafia te había cambiado, eras otra, estabas distante, rara. Mi Jenn nunca habría sido capaz de pegar un tiro a bocajarro, pero tú lo hiciste. Pero a pesar de todo eso, estaba jodidamente enamorado de ti, hostia. Si hubiera habido una despedida y tú me hubieras dicho que me quedará, habría vuelto a meter toda mi ropa en el armario. He sido un puto cobarde por irme sin más, sin despedirme, pero todo ha sido porque no me veía capaz de despedirme de ti.
>> Jamás te habría querido ver llorar y sé que lloraste, si hubiera estado presente, me habría derrumbado y no me habría ido. Y el cambiar de móvil fue por la misma razón, ¿qué crees que habría hecho si llegas a llamarme? En diez minutos habría estado en la puerta de la casa. Pero necesitaba irme. No podía seguir contigo. Te quería, joder si te quería; pero no quería a lo que eras en ese momento y, ahora sigues siendo. Quería a mi Jenn de antes, a la de la risa incontrolable en una película de terror, no a la que vive su propia película de terror; a la se tapaba los ojos cuando en alguna serie disparaban a alguien, no a la de ahora, que es quien dispara. Quiero a la Jenn de hace un año, no a la de ahora.
-Sigo siendo la misma Jenn.
-Créeme que no eres la misma. Has cambiado, cualquiera que hubiera pasado contigo más de tres meses te lo puede decir. Liam te lo podría decir. Pero no puede, porque te recuerdo que, el que ahora es tu jefe, lo mató. Por si se te ha olvidado.
-No lo he olvidado, Zayn.
-Pues a veces lo parece. –Bajé la mirada hasta el suelo intentando, de alguna manera, que Zayn no se percatara de mis ojos ahora llenos de lágrimas. –Jenn, es mejor como estamos ahora. Tú viviendo tu vida en casa con Louis y…
-Y tú con la chica que conociste en el bar la última vez que nos vimos. –Sentí mis palabras entrecortarse y, supe que Zayn también lo había notado cuando lo escuché suspirar.
-Han pasado muchas cosas. Jenn, me dijiste que ya no me retenía nada allí, pasé página… tú deberías hacer lo mismo. –Sentí como si mil flechas ardiendo me atravesaran y mis rodillas temblaron como hacía mucho tiempo que no temblaban. ¿Había pasado página? ¿Ya… ya no me quería?
-Será… será mejor que vuelva. –Empecé a andar, hacia ninguna parte, sólo quería alejarme de allí lo antes posible, pero entonces, una parte de mi cerebro reaccionó y me giré para mirarlo una última vez. -¿Cómo sabes que vivo con Louis?
-Preciosa, sigo pasándome de vez en cuando a verte y, lo de dejar la ventana del baño abierta cuando te duchas, es lo mejor que puedes hacer, sigue así. –Me guiñó un ojo y sonrió levemente antes de que volviera a girarme. –Te echaré de menos, Jenn.
-No me gustan las mentiras, Malik. –Y avancé con rapidez, perdiéndome en el parque. Perdiéndole a él, quizá para siempre.

Cerré la puerta intentando no hacer mucho ruido, pero aun así el portazo resonó por toda la habitación. Suspiré, cansada. Dejé las llaves en la mesa y, lo único que se me ocurrió hacer fue correr hasta mi cama y tirarme en ella, estrellar mi cara contra la almohada y llorar. Llorar. Y seguir llorando. Llevaba ya bastante rato en esa postura, cuando sentí como alguien paseaba su mano por mi espalda.
-Tranquila, Jenn. Tranquila. Por favor, no llores. –Me incorporé, dejando de llorar, para mirar a Louis y rompí de nuevo sobre su regazo.
-Ha pasado página. –Sollocé con fuerza mientras él acariciaba con parsimonia mi pelo.
-¿Lo… lo sigues queriendo, verdad? –Volví a sentarme y lo miré todavía con los ojos llorosos.
-Nunca he dejado de hacerlo, Louis. –Por el gesto que hizo supe que le había dolido la respuesta, quizá tanto como me había dolido a mí decirla.

-Tranquila, pequeña. –Sus brazos volvieron a envolver mi cuerpo y sus labios se posaron en mi cabeza. –Voy a estar aquí siempre, Jenn. Para lo que sea. –Dejó un beso en mi pelo, antes de empezar a tararear alguna canción lenta que no logré reconocer y, a los pocos segundos, me dormí.

¡Espero los comentarios! <3333

lunes, 17 de febrero de 2014

Capítulo 22.

*Dos meses después*
Descolgué el teléfono, enroscando como podía la toalla alrededor de mi cuerpo.
-¿Diga?
-Rubia.
-Dime Louis. -Empecé a cepillar mi pelo al mismo tiempo que ponía el altavoz del teléfono.
-¿Te parece bien pizza y palomitas y película?
-Perfecto, ¿compro algo?
-No, lo llevo yo todo, no te preocupes. -Afirmé y colgué para terminar de arreglarme. Recogí mi pelo en un moño y me puse un pantalón de chándal y una de las sudaderas viejas que había por la casa.
Me tumbé en el sofá, buscando cualquier cosa que ver en la televisión, mientras esperaba a que Louis llegara.
Escuché como la puerta se abría y al segundo escuché las llaves golpeando sobre la mesa.
-¿Preparada? -Asentí sentándome como un indio en el sofá y golpeando el asiento que había a mi lado. -Tengo pizza margarita y cuatro quesos. Palomitas dulces y... ¡Saw!
-No me harás ver Saw.
-Vamos, no seas gallina. -Se sentó a mi lado y clavó la mirada en mí.
-¿Pasa algo?
-¿Sudadera nueva? -Negué con la cabeza.
-Es tuya, ¿no? -Él enarcó una ceja y negó con la cabeza. -¿Entonces?
-Mía no es, rubita. -Miré bien la sudadera y ahogué un quejido. No, no era de Louis. Era de Zayn. Estaría en la lavadora cuando él se marchó y no se la llegó a llevar.
-Es de Harry. ¿Te acuerdas de él?
-¿El ricitos con la novia buenorra? -Enarqué una ceja cruzándome de brazos.
-¿Louis? -Su risa llenó la habitación y sus brazos envolvieron mi cuerpo en un segundo, colocándome encima de él.
-¿Estás celosa, Jenn? -Me despeinó, haciendo que mi moño acabase en nada y yo bufé fingiendo estar cabreada.
-No.
-Di la verdad. -Entonces, comenzó la peor de las torturas, sus manos se posaron en mi cintura y empezó a hacerme cosquillas.
-Para -reí con fuerza -para, para. -Él se apartó unos cuantos centímetros y me miró enarcando una ceja.
-¿Vas a decir la verdad?
-¡Que no estoy celosa, Louis! Déjame. -Reí por última vez cuando por fin me soltó y me senté como pude en el sofá. -Vamos, pon la película y dame la pizza, tengo hambre.
-Jenn. -Escuché un susurro en la oscuridad de la habitación y me giré para ver a Louis mirándome con una sonrisa. -Estabas celosa. -Besó mi nariz y volvió a mirar la película.
-Eres imbécil, en serio. -Reí debilmente y cogí un puñado de palomitas, al mismo tiempo que yo también volvía la atención al televisor.

Escuché un ronquido en el sofá y sonreí al ver a Louis durmiendo en el sofa, con unos cuantos puñados de palomitas encima de su camiseta.
-Buenas noches, moreno. -Le puse una manta y me levanté para recoger las cosas. Apagué la televisión y me marché al cuarto.
El sonido de mi móvil me hizo saltar en mi cama y lo cogí con prisas para que Louis no se enterara.
-¿Diga?
-¿Estás lista para un trabajo?
-Para ser sincera, no.
-Una lástima. Necesito que vayas a ver una cosa.
-¿Qué es?
-Es Zayn, está metiendo las narices donde no debe. O lo alejas o lo mato. -Me quedé callada, mientras escuchaba la respiración tranquila de mi padre al otro lado de la línea.
-Dame la dirección, estaré ahí cuanto antes.
-Te la mando en un mensaje. -Colgué y, a los pocos segundos, mi móvil vibraba a causa de un mensaje.

Miré el fondo de la habitación, intentando ocultarme como podía detrás de unas mesas. Di gracias a que era de noche y la iluminación escasa, sino ya estaría muerta.
-Tengo que encontrar donde está Josh. Va a pagar por todo. -Escuché cómo golpeaba unas cuantas cajas y suspiré.
-Tranquilo hijo. Por lo que sé, está cerca de dónde estuvimos rondando la otra noche. Sólo tenemos que investigar algo más. -"O lo alejas o lo mato." Gruñí en voz baja y salí de la habitación, tan rápido como había entrado. Marqué el móvil de mi padre cuando por fin pisé la calle y empecé a alejarme de nave abandonada.
-Tienes que largarte de donde quiera que estés. -Me detuve en un árbol y apoyé todo mi peso en él antes de seguir hablando con mi padre. -Zayn y su padre están investigando cerca de tu escondite.
-La cuestión era alejarlo a él, no que nos fueramos nosotros.
-Te estoy informando, yo no puedo alejarlo de ningún modo. Si tú quieres seguir ahí, es tu decisión.
-Jenn, una última cosa. -Suspiré al auricular y esperé a que siguiera hablando. -Todo habrá acabado después de eso.
-¿Qué?
-Mata a Franklin. -Sentí todo mi cuerpo tensarse y negué con la cabeza tan rápido como pude, pensando que él estaba delante y podía verme.
-No pienso matar a nadie y menos a un Malik.
-No se te ocurra desobedecerme, Jennifer.
-Es justo lo que voy a hacer. -Colgué el teléfono y centré la mirada en la puerta de la nave, que se abrió para mostrarme a Zayn y su padre, hablando animadamente. Mis ojos se centraron en Zayn, y analizaron todo su cuerpo. Se había cortado el pelo y tenía su típica barba de tres días. Centré la mirada en sus ojos, centrados en los de su padre y, de repente, su mirada se estrelló con la mía. Llevábamos dos meses sin vernos, desde que me lo encontré con aquella chica.
"¿Seguirá con ella?"
"No es momento de pensar eso."
Moví la cabeza rápidamente, me puse la capucha de la sudadera y me alejé de ahí fingiendo que no había pasado nada.
No sabía si él me había visto, si no lo había hecho... pero lo que sí sabía es que no me iba a quedar allí para ver su reacción.
Me acercaba cada vez más al centro de Londres; la ciudad dormía plácidamente, mientras yo cada vez tenía menos sueño.
"Hyde Park"
Entré en el parque y empecé a deambular por los estrechos caminos de tierra. No sabía cuanto llevaba allí, pero el frío nocturno era cada vez mayor. Metí las manos en los bolsillos de la sudadera y me senté en un banco, cercano al lago. Centré la mirada en él y observé como la luna se reflejaba por momentos.
-¿Que haces aquí? -Como acto reflejo una sonrisa apareció en mi rostro cuando escuché el tono de su voz.
-Hyde Park siempre es un buen lugar para esconderse, ¿no? -Miré de reojo como apoyaba sus brazos en la parte de atrás del banco, centrando la mirada en el lago al igual que yo.
-Sí, siempre que nos escondamos juntos. -Reí irónicamente.
-Zayn...
-¿Qué pasa, preciosa? -Giré la cabeza para mirarlo y una sonrisa ocupó su cara, provocando otra sonrisa en mí. -Echaba de menos tu sonrisa. -Sentí como se acercaba a mi oído y me estremecí cuando sus labios rozaron mi oreja. -A ti también te he echado de menos.

¡comentad, bbys!♡

sábado, 15 de febrero de 2014

Capítulo 21.

Mi cuerpo rebotó con poca fuerza contra el sofá de cuero y suspiré cansada, encendiendo en el acto la televisión. Comencé a cambiar canales, buscando alguno que mantuviera mi cabeza ocupada unas cuantas horas. Al final, encontré una película que habia empezado hacía un par de minutos; pegué mis rodillas a mi pecho y centré la atención en la televisión.
Al cabo de una hora estaba gritándole a la protagonista de la película, porque todas sus decisiones me parecían estúpidas.
"No grites porque tú eres igual que ella."
"Voy a acabar por odiarte."
"Sólo digo la verdad."
"Pues no quiero oírla."
"Por mucho que no quieras oírla, está ahí, empieza a aceptarlo."
Un fuerte gruñido salió de mi garganta, callando todos mis pensamientos, mientras seguía viendo como la chica dejaba escapar la única oportunidad que tenía para hacer volver a su chico.

-¡Jenn, despierta! –Abrí los ojos con rapidez, encontrándome con los ojos azules de Louis a pocos centímetros de los míos.
-Joder, Louis. –Rio levemente y se sentó en el suelo, sin romper un milímetro la distancia que existía entre ambos. -¿Cuánto tiempo he dormido?
-Cuando he llegado ya estabas dormida, así que supongo que un par de horas. –Asentí, irguiéndome en el sofá y estirándome tanto como podía.
Louis se levantó del suelo y ocupó el sitio que había dejado libre en el sofá. Nos quedamos varios minutos en silencio, cada uno absorto en sus pensamientos. No sé qué rondaría su cabeza, pero la mía sólo estaba centrada en pensar en lo mucho que habían cambiado las cosas en casi un mes. Casi un año como novios, un casi viaje a España, pelea, ruptura, nuevo compañero de casa, un trabajo como una especie de espía, su nueva novia... demasiadas cosas para mí.
Mis manos cubrieron mi cara y un lento suspiro salió de mis labios. Sentí como Louis paseaba su mano por mi espalda, supongo que intentando confortarme o hacerme sentir mejor. Aparté las manos de mi cara y lo miré con media sonrisa acercándome a él para abrazarlo no con demasiada fuerza.
-Gracias. –Susurré en su cuello, procurando que él sólo sintiera un leve soplido. Sentí sus labios en mi frente y una sensación de seguridad recorrió mi cuerpo. Suspiré profundamente y me aparté de él apenas unos centímetros. –Hoy lo he visto. –Cogí aire y bajé la mirada. –Con una chica.
-¿Su novia?
-No lo sé, la ha abrazado, y se ha ido con ella agarrada de la mano. Es una tontería que piense que son novios por eso, pero tengo ese presentimiento. –Louis asintió pensativo y yo me crucé de piernas como un indio, esperando una contestación por su parte.
-¿Qué piensas hacer ahora? –Enarqué una ceja, interrogante. –Quiero decir, ¿tienes algún plan? ¿Llamarle, buscarle, pedirle una segunda oportunidad, pasar página? –Me encogí de hombros y me levanté de un salto del sofá.
-No lo sé.
-¿No lo sabes? –Él imitó mis movimientos y se acercó a mí con parsimonia.
-No, no lo sé. Supongo que haré lo que surja.
-¿Lo que surja?
-Sí, Louis, lo que surja, ¿nunca has escuchado eso de "no sé vivir, estoy improvisando"? Pues esa es mi filosofía de vida.
-Entonces, déjame improvisar contigo. –Dio un paso hasta a mí y pegó su frente a la mía, mostrando una sonrisa, que se encontraba a poca distancia de mis labios. –Jenn hace casi un mes que no veo una sonrisa sincera en tu cara. Y yo quiero que vuelvas a sonreír como la primera vez que te vi en la tienda de mi padre. Con esa coleta alta intentando disimular que no te habías peinado. –Reí con fuerza y sentí como sus manos acariciaban lentamente mi espalda hasta detenerse en mi cintura.
-Esos días eran distintos, Louis. –Fue entonces cuando me percaté de que estábamos hablando entre susurros, como intentando que la conversación se quedara entre ambos.
-¿Que tenían de distinto? –Louis se separó de mí y pasó una mano por su pelo, antes de soltar un bufido. -¿Que estabas con un imbécil que te ha cambiado en dos días? –Bajé la mirada, hasta centrarla en la punta de mis zapatos.
-V-voy a hacer algo de cenar.
-Jenn, lo siento. No, no quería decir eso.
-Sí, sí querías decirlo. Pero da igual, quizá tengas razón. –Besé su mejilla y me alejé con rapidez hasta la cocina. No quería que Louis viese la forma en la que me habían afectado sus palabras. Me apoyé sobre la puerta de la cocina y me dejé caer hasta el suelo, escondiendo mi cara en mis rodillas y dejando que mi pelo cayera con desorden por mis piernas.
Estaba harta de esto. Me podría jugar el cuello a que él no se habría pasado ni una mísera hora llorando por mí ni por nada de lo que tuvimos y yo, yo soy la puta débil, que aún no ha superado la ruptura.
"Pues ya es hora de cambiar."
Me levanté del suelo, me sequé las lágrimas y abrí la puerta para encontrarme a Louis parado delante de ella.
-Venía a por un vaso de...
-¿Nos vamos a cenar fuera? –Hablé antes de que él pudiera acabar su frase y vi media sonrisa en su cara.
-¿Y eso?
-Me da pereza cocinar. Vamos, ponte guapo que nos vamos a la playa a cenar. –Reí y avancé con prisa hasta mi cuarto.

-Estoy hasta arriba. –Me recosté en la silla del restaurante y suspiré cuando observé el plato vacío.
-No sé cómo has podido comerte todo ese marisco tú sola.
-Tenía hambre. –Los dos reímos al unísono. Pagamos la cuenta y salimos del restaurante. Hablábamos de todo y de nada, de cosas de la tienda, de cualquier idiotez que se nos pasaba por la cabeza, hasta de las comidas familiares de navidad.
Íbamos andando sin rumbo hasta que mis pies tocaron la fría arena de la playa y una sonrisa apareció en mi cara. Antes de darme cuenta estaba en brazos de Louis que corría en dirección al agua.
-Cómo me metas ahí, despídete de tener hijos. –Susurré contra su oído haciendo que parara en seco y reí, haciendo que mi risa retumbara en su cuello. Me bajó casi en el acto y observé como la luna se reflejaba casi sin fuerza en el agua.
-¿Volvemos?
-Vamos.

Sentí el timbre de la puerta resonando con fuerza y me levanté con demasiada prisa, intentando que el sonido no despertara a Louis. Cuando llegué a la puerta, el ruido del timbre destrozaba mis tímpanos. Abrí la puerta para encontrarme con mi padre.
-Vamos. –Susurró lo suficientemente alto como para que lo escuchara y yo sólo asentí, siguiéndolo a través de la carretera. Subimos una pequeña pendiente, perdiéndonos entre los árboles.
Miré detrás de mí, no segura de si sabría volver a mi casa. Entonces un grito, me hizo mirar delante de mí.
Dos hombres peleaban. Uno de ellos estrelló el cuerpo del otro contra el suelo, haciendo que un grito desgarrador saliera de su garganta. Mi vista se adaptó como pudo a la oscuridad del lugar y, pude distinguir quienes peleaban.
-Josh. –Me giré para verlo sonreír, disfrutando del espectáculo. –Para esto.
-Tranquila, disfruta. –Negué con la cabeza y volví la vista hasta Zayn y uno de los hombres de mi padre.
-Zayn, para, esto acabará mal. –Mi voz no eran más que susurros y, por mucho que quisiera, no podía subir más el volumen. –Zayn, por favor. –Avancé hasta ponerme a pocos centímetros de él, pero aun así no me escuchaba. Mis ojos se abrieron de par en par cuando vi a ambos sacar una pistola y mis piernas reaccionaron colocándose en medio de ambos.
-Ni se te ocurra disparar esa pistola. –Miré directamente a los ojos del hombre, intentando parecer lo más intimidadora posible. Me giré para mirar entonces a Zayn y, acto seguido, un disparo retumbó por el descampado. Cerré los ojos al escuchar el ruido y, cuando volví a abrirlos para verle, tenía media sonrisa en su rostro y se estaba encendiendo un cigarro. Mi mano se apoyó en mi vientre, intentando controlar la hemorragia que había causado la bala.
-Zayn...
-Estás con ellos, no iba a tener compasión contigo, no eres distinta a tu padre. –Sentí mis ojos cerrarse lentamente, mientras yo luchaba por tenerlos abiertos.
-Te qui...
-Ahórrate tus mierdas, Jennifer. –Volvió a elevar la pistola hasta a mí y cerré los ojos con fuerza cuando un nuevo disparo salió del cañón.

El despertador sonó con fuerza, haciendo que me levantara de la cama con la respiración agitada. Me senté en la cama, sintiendo como todo mi cuerpo temblaba por el sueño. Como acto reflejo mi mano se apoyó en mi vientre, buscando alguna hemorragia, pero no había nada.
-Sólo ha sido un sueño. –Murmuraba para mí misma, intentando convencerme, aunque no daba mucho resultado.
"Pero quizá él sí que me pegaría un tiro si se presentara la situación. Soy de los "malos", estoy contra él no con él."
Miré al techo, observando cómo aún quedaban restos de las fotos que había colgadas.
"Quizá no, quizá siga manteniendo lo de que arriesgaría su vida por ti."

Bufé riendo ante mis pensamientos, y me volví a tumbar en la cama.

¡Comentad, bbys! <3

sábado, 8 de febrero de 2014

Capítulo 20.

-Anda, vamos. Tenemos clientes que atender. –Louis me soltó, dejándome de nuevo en el suelo y yo entré en mi cuarto para cambiarme. Escuché como Louis se alejaba por el pasillo y, cuando terminé de arreglarme, observé como él ya me esperaba en el salón.
-Y bueno, ¿a qué ha venido el cambio de look? –Me encogí de hombros mientras recogía el bolso y las llaves que estaban en la mesa de la entrada.
-Supongo que necesitaba un “cambio radical”. –Remarqué las comillas y cerré la puerta de mi casa detrás de nosotros. De camino al pueblo no hablamos mucho, sólo lo suficiente, pero incluso así, en silencio, era agradable estar con Louis.
Terminé de cobrar un par de marcos de fotos cuando la melodía de mi móvil comenzó a retumbar por todo el establecimiento, haciendo que Louis y el cliente al que él estaba atendiendo desviaran su atención hasta mí. Miré como el número de mi padre parpadeaba en la pantalla y un leve quejido salió de mi boca.
-Lo siento, tengo que contestar. –Louis asintió y yo entré con prisas al almacén descolgando el teléfono y pegándolo a mi oreja. -¿Qué?
-Lo primero gracias por las últimas informaciones de Zayn y su padre. –Rodé los ojos, lo único que había tenido que hacer era pasearme un par de veces por el barrio de Zayn y decirle a mi padre que todo iba bien, aunque no tenía ni una maldita idea de qué estaba haciendo Zayn.
-Vale. ¿Y qué más?
-Me han informado de que hoy irá a comer con su padre en un restaurante del centro; he comprobado las reservas y es cierto. Tienes reserva a las una para comer allí, intenta que no te vea.
-¿No puedes mandar a alguno de tus hombres?
-No, vas tú y punto final. –Mi padre me dijo con detalle la dirección del restaurante. –No quiero ni un maldito fallo, que no te vean.
-No soy gilipollas… tú, por el contrario, sí. –Hablé lo suficientemente alto como para que mi padre viera que estaba en contra de esto. Me apoyé en la pared y apreté el puente de mi nariz, intentando pensar alguna forma de que no me vieran ni Franklin ni Zayn. Al cabo de cinco minutos, subí de nuevo a la tienda.
-Louis, lo siento, me tengo que ir, es muy urgente. Mi madre…
-Sí, tranquila. Nos vemos mañana. –Le sonreí en forma de agradecimiento, recogí mis cosas y salí con rapidez de la tienda. Arranqué el todoterreno y empecé a conducir en dirección a la capital.

Miré a través del cristal del restaurante y, entre todos los clientes distinguí su pelo negro, algo más largo que la última vez que lo vi. Parpadeé un par de veces, concentrándome en lo que tenía que hacer, y entonces vi mi reflejo en el cristal. Estaba sonriendo como una imbécil, como siempre sonreía cuando lo veía.
“Maldito efecto Malik. Borra esa sonrisa, pareces más tonta de lo normal.”
Reí ante la queja de mi conciencia. En un rápido movimiento me coloqué las gafas de sol y entré en el restaurante con gesto serio.
-Buenas tardes, tenía reserva para uno. Jennifer Green.
-Sí, sígame por favor. –La chica me sonrió y comenzamos a andar entre las mesas hasta llegar a la correspondiente. Estaba a un par de mesas de distancia de la de Zayn, pero podría escuchar con facilidad cualquier conversación gracias a los pocos clientes que había en el local.
Pedí una ensalada mientras esperaba a que Franklin llegara y, éste, no se hizo de esperar, ya que a los pocos minutos ocupaba la silla que había frente a Zayn. Hablaban de partidos de fútbol, del Chelsea y del City, de todo menos de lo que mi padre quería que hablasen. Al cabo de un par de minutos hablaron de un viaje a ver a la familia. Irían a Italia. De repente todas las imágenes de nuestro viaje a Italia se sucedieron una a una en mi cabeza. Sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas y, tuve que respirar hondo y contenerme, para no dar una escena en el restaurante. Pedí la cuenta y en un par de minutos ya había pagado y estaba lista para irme.
“Vamos lárgate, no están hablando de nada importante.”
“Pero a lo mejor ahora hablan algo de la mafia. Voy a esperar un par de minutos más.”
“Vete, corres el riesgo de que te descubra.”
Iba a levantarme, hacer caso a mi cerebro y lárgarme de allí cuando el móvil de Zayn sonó, haciendo que toda mi atención se centrase entonces en la conversación que iba a mantener. Duró dos escasos minutos, pero me pareció eterna. Él sólo decía que iría, y que en diez minutos estaría ahí. Parecía serio a la hora de hablar, así que supuse que sería algún asunto importante.
“¿Ahora tienes que seguirlo?”
“Eso parece.”
Suspiré para mí misma y observé como se levantaba, alejándose de la mesa con agilidad y se despedía de su padre con un rápido apretón de manos. Fingí buscar algo en mi bolso cuando pasó a mi lado y respiré hondo cuando salió del local.
“¡Mueve el culo, coño!”
Me levanté con demasiada prisa, recibiendo la mirada extraña de un par de camareros. Le sonreí y salí, acelerando mi paso, del restaurante. Observé como Zayn iba con tranquilidad, paseando por Londres y decidí seguirlo a una cierta distancia. Analicé cada movimiento que hacía e intentaba ocultarme entre la gente por si acaso sospechaba que alguien le seguía, pero en ningún momento pareció percatarse del detalle.
Entonces vi como levantaba la mano y saludaba a alguien. Enarqué una ceja e intenté acelerar el paso para averiguar a quién saludaba con tanta efusividad y, ojalá nunca lo hubiese hecho. Una chica morena, algo más bajita que él, se enganchó en su cuello y lo abrazó con fuerza mientras él la abrazaba con las mismas ganas.
“Necesito vomitar.”
Me apoyé en una pared observando con detenimiento la escena. Ella reía por algo que Zayn le había dicho al oído y él, mientras, la miraba con media sonrisa en su cara. Mis mejillas comenzaron a humedecerse.
“Vete.”
Pero no podía moverme, estaba congelada, y no podía dejar de mirar como la miraba, como le sonreía. La mano de Zayn agarró la de la chica y ambos se alejaron del lugar. Y yo, seguía mirando, como se marchaban hablando animadamente.
Suspiré y volví sobre mis pasos hasta mi coche. Había dolido más de lo que creía, muchísimo más. Verlo con otra, abrazándola, sonriéndole… Un largo suspiro salió de mis labios. Arranqué el coche y empecé a conducir por las calles de Londres intentando despejarme. Encendí la radio, buscando una forma de despejarme, pero simplemente hay días que todo va en contra de ti, incluso la música.
It's begun, the feeling that the end has come...
“¿Esto es una broma o qué?”
Aceleré el coche tanto como podía, mientras la canción seguía golpeando con fuerza los altavoces del coche e inundando al mismo tiempo mi cabeza.
And I, I can’t come alive, I want the room to take me under, ‘cause I can’t help but wonder: What if I had one more night for goodbye? If you’re not here to turn the lights off, I can’t sleep…
¿Nunca has sentido que una canción te describe tanto que piensas que la cantan sólo para ti? Pues ese era mi único pensamiento en ese momento, mientras la canción llegaba a su fin.
'Cause I can't help but wonder: What if I had one more night for goodbye?

Y, entonces, una duda surgió dentro de mí, ¿qué pasaría si tuviera una noche más para despedirme?

¡Comentad, bbys! <3

viernes, 7 de febrero de 2014

Capítulo 19.

¡HOLA AMORES! Sólo deciros dos cositas y os dejo leer el capítulo. Lo primero que ya he vuelto y vuelvo a subir los findes y puede que algún día haya algo especial (lo dejo ahí) y lo segundo deciros que comentéis si leeis, que me meto y veo que cada capítulo tiene +100 visitas y 3 comentarios como mucho y... en fin, pues sienta mal, así que eso, comentad que no muerdo a nadie e intento ser simpática y contestar siempre que puedo; es sólo un minutito. A las que ya me comentáis ¡millones de gracias! <3333 y a las que leéis y no comentáis pues millones de gracias también, pero comentad xd Dicho eso, os dejo que leáis, os quiero <3


*Narra Jenn*
Me apoyé en la pared que había frente a la puerta, esperando que alguien la abriera y, al cabo de unos pocos segundos, se abrió dejándome ver el pelo corto de mi madre. Había vuelto a su castaño original y la verdad es que le quedaba bastante bien.
-¡Jenn! –Antes de que pudiera reaccionar de algún modo, mi madre ya me estaba abrazando con tanta fuerza que pensaba que me dejaría sin oxígeno. Reí, devolviéndole el abrazo.
-Vale mamá, mamá, me asfixias. –Ella rio en mi oído y me soltó, dejándome ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. La entendía, demasiado tiempo sin vernos. Sonreí de medio lado y besé su mejilla. –No llores que acabaré yo igual.
-Vale, vale. –Rio débilmente. -¿Cómo está todo, estás trabajando? –Entramos en la casa y mi madre cerró la puerta detrás de mí.
-Sí, en una tienda de decoración, ¿no te lo ha dicho Josh? –Ella asintió y se sentó en el sofá, aun mirándome con una sonrisa.
-Jenn. –Gruñí al escuchar la voz de mi padre a mis espaldas y me giré para mirarlo de frente. El gesto serio se suavizó y pude ver un amago de sonrisa en su rostro; rodé los ojos antes de hablar.
-¿Que querías?
-Vamos dentro, tenemos que hablar. –Me encogí de hombros, despidiéndome de mi madre y siguiendo a mi padre por el pasillo.
-¿Y bien? –Me crucé de brazos cuando me senté frente a su mesa, él se puso a mirar la biblioteca, mirando lentamente sus libros, tosí, intentando hacerme notar pero él ni se inmutó y siguió dándome la espalda. –No tengo todo el día, ¿sabes? –Una risa salió de su garganta, estrellándose en las paredes y haciendo que retumbara por toda la habitación.
-El tema es bastante sencillo.
-Nunca es sencillo cuando dices eso. –Se giró, para mirarme con una cínica sonrisa dibujada en su cara y yo resoplé.
-Según sé, Zayn, se ha unido a su padre. –Tragué saliva al escuchar su nombre y suspiré disimuladamente.
-¿Y qué quieres que haga?
-Quiero que lo tengas controlado. Vas a ser su sombra, día y noche. –Empecé a jugar con mis dedos, nerviosa. -¿Estás escuchándome?
-Sí.
-Pues ya lo sabes, cualquier movimiento que haga, avísame. –Resoplé, y en mi mente empecé a barajar las opciones para mantener a Zayn controlado ahora que no tenía ni idea de dónde narices se encontraba. Estaba claro que sencillo no iba a ser. La voz de mi padre me sacó de mis pensamientos. –Puedes irte.
-Gracias a Dios. –Me levanté con agilidad y abrí la puerta dispuesta a salir de ahí lo más rápido posible, antes de que la voz de mi padre volviera a inundar la pequeña habitación.
-Jenn, una última cosa. –Lo miré por encima del hombro esperando que me contestara. –No hagas ninguna tontería, no estoy para gilipolleces. –Cerré la puerta como forma de contestación y avancé hasta el salón, dónde mi madre me recibió con un par de tazas de café y un plato de dulces.
-No puedo quedarme, mamá. Pero te debo un café, te lo prometo. –Ella asintió y yo besé su mejilla antes de salir de la casa.
Saqué el móvil que vibraba en mi bolsillo y lo saqué con demasiada lentitud para leer el mensaje que acababa de recibir
"¿Comemos?"
"Estoy en la capital."
"Y en 45 minutos estás en el pueblo. Te espero en una hora en la pizzería que hay enfrente de la tienda."
"Louis, no me apetece nada."
"Si no estás allí a la hora iré a tu casa y te sacaré aunque estés en pijama. Vamos. Me lo debes por la resaca de anoche."
Reí con su insistencia y miré la hora. Las una menos cinco.
"No llegues tarde o te mato."
"Tranquila fiera, seré puntual."
Guardé el móvil y avancé con prisas hasta el coche.

-¡Morena! –Lo miré, fingiendo estar cabreada, desde la puerta de la pizzería y su risa inundó el local, provocando también una sonrisa en mi cara. Me senté en la mesa que él ya estaba ocupando y cogí la carta.
-¿Has pedido ya? –Louis asintió y dejé a un lado la carta.
-¿Y... cómo estás?
-Igual que ayer. Hasta las narices de que me preguntes como estoy. –Ambos reímos con fuerza al mismo tiempo que una chica se acercaba a nuestra mesa con un par de platos.
-¿Macarrones carbonara y pizza margarita?
-Correcto. Macarrones para ella, pizza para mí. –La camarera nos dedicó una cálida sonrisa tras dejar los platos en la mesa y se marchó.
-Es guapa. –Pinché unos cuantos macarrones y levanté la mirada para encontrarme a Louis encogiéndose de hombros.
-Supongo. –Enarqué una ceja y él siguió comiendo. -¿Qué?
-¿Supongo?
-Sí, supongo, no la he mirado mucho. –Volví a pinchar y él siguió hablando. -¿Tú crees que con este pedazo de pizza voy a fijarme en la tía? Mira el queso, esto sí que está bueno. –Reí con fuerza al escuchar su contestación, convirtiéndome en el centro de atención de los pocos clientes que habían en el restaurante.

-¿Te vienes a ver una película? –Íbamos andando sin rumbo fijo, dejando que el tiempo pasase. –Vamos, tengo una de dibujos. –Reí en voz baja y asentí. -¡Esa es mi Jenn! –Enlazó su mano con la mía y comenzó a andar de nuevo. Suspiré, parando en seco y soltándome de su agarre; Louis me miró extrañado, parando en frente de mí, al mismo tiempo que yo bajaba la mirada hasta el suelo. -¿Estás bien?
-Es que creo que no significa lo mismo para ti o para mí. –Subí la mirada hasta sus ojos y una sonrisa apareció en su rostro.
-¡Eh! Tranquila. Vamos, nos espera una película que ver. –Besó mi mejilla y empezamos a andar de nuevo.
*Tres semanas después*
-¿Estás listo? –Louis me esperaba fuera de mi cuarto. Lo escuché reír para acto seguido escuchar su afirmación y algo más que no logré entender.
-Llevo listo más de media hora. ¡Vamos! –Me miré por última vez en el espejo, respiré hondo y abrí la puerta.
-Sorpresa.
-Estás... estás…–Louis se levantó, tocando con cuidado mi pelo recién tintado.
-¡Rubia!
-No. –Lo miré extrañada, torciendo la cabeza y enarcando una ceja al mismo tiempo.
-¿Diferente?

-No, guapísima. –Sus brazos rodearon mi cintura, levantándome del suelo y causando mi risa.