*Dos semanas después*
Abrí los ojos poco a poco, sintiendo un suave aire abanicar mi pelo. Elevé la mirada para encontrarme a Louis durmiendo medio apoyado en el cabecero de la cama y en la almohada. Sonreí al ver la extraña posición que tenía y me acomodé para tener una mejor visión, reí en voz baja cuando lo vi retorcerse en la cama buscando mi cuerpo.
-Estoy aquí. -Susurré agarrando su mano y una sonrisa cruzó su cara.
-Y espero que te quedes mucho tiempo. -Apretó mi mano con poca fuerza y abrió los ojos. -Buenos días. -Se estiró en la cama, haciendo crujir algunos huesos de su cuerpo. -Joder, deberías comprar un cabecero más cómodo. -Reí con ganas, tumbándome en la cama. -¿Qué hora es?
-Las diez y algo, supongo. -Me encogí de hombros mientras me sentaba de nuevo en el borde de la cama.
-¿Quieres ir a desayunar fuera? Esta casa me asfixia.
-No será porque es pequeña, porque es más grande que la tienda.
-Bobadas. Sé de sitios más grandes.
-No cuenta el Palacio de Buckinham. -Louis rio y negó con la cabeza.
-Harrods. -Ahora reía yo con fuerza. -No lo puedes negar. Ahí te puedes perder las veces que quieras.
-Nunca me he perdido en Harrods.
-No me lo creo. En la zona de navidad te has tenido que perder alguna vez. -Negué con la cabeza. -No jodas, ¿es que esos osos no te han puesto tan nerviosa que te has desorientado? -Reí con fuerza, estrellando mi espalda contra el colchón de la cama y Louis acompañó mi risa. Entonces, una duda atravesó mi mente.
-Espera... ¿qué día es hoy?
-19 de diciembre. -Louis me miró extrañado y yo salté de la cama, poniéndome de pie en medio segundo.
-¡Casi navidad!
-Si...
-¡Vamos!
-¿Dónde?
-Lo sabes...
-No...
-¡Compras navideñas! -Aplaudí emocionada saltando en el sitio mientras Louis negaba con la cabeza como un niño pequeño al mismo tiempo que se tapaba con la manta. -Venga. Hay que decorar esta casa. -Pero él seguía sin moverse, suspiré hasta que una idea cruzó mi mente. -Prometo comprarte algún buen regalo. -Sacó la cabeza de la manta y sonrió de medio lado. -¿Eso es un sí?
-Sí. -Sonreí y me tiré encima de él abrazándolo con fuerza.
-Eres el mejor.
-Lo sé.
-Y el más creído también. -Su risa se clavó en mi cuello provocando que se me erizara la piel. -Venga, vístete anda.
-Sí, señora.
-Teníamos que venir cuando estaba lloviendo a mares, ¿no? -Louis sacudió su pelo y volvió a ponerse el gorro antes de entrar a los grandes almacenes. Agarró mi mano y empezamos a andar entre todas las secciones.
-Esto te sentaría genial. -Sujeté una chaqueta con un estampado de leopardo, intentando aguantar como podía la risa y él enarcó una ceja. -Claro, que no podrían faltar los zapatos. -Señalé unos zapatos con el mismo estampado que la chaqueta y ambos rompimos a reír como locos, haciendo que un par de trabajadores nos llamaran la atención. Solté la chaqueta y volví a andar junto a Louis.
-¿Qué buscamos?
-Algo para decorar la casa, para Lea, Harry, tus padres y para ti.
-Y para ti. -Me encogí de hombros y seguí andando. -Espera, espera, no me dejes aquí solo.
-Que te comen los osos. -Reí en voz baja mientras recibía un leve empujón por su parte.
-¿Le gustará este libro a tu padre? Lo veo muy de su estilo. -Louis leyó la contraportada y asintió casi al segundo. -¡Genial! Solo falta el tuyo. ¿Quieres algo especial?
-La verdad es que no.
-Que difícil eres. -Louis rio y empezó a deambular por la sección de libros. -¿Quieres un libro? ¿Te estás volviendo intelectual?
-Imbécil. -Lo vi sonreír mientras hojeaba algún libro que había cogido al azar.
-¿Música? ¿Cine? ¿Deporte? -Pero él sólo se encogía de hombros.
"Va a flipar con su regalo."
"Y como no flipe lo mato."
Reí ante mis propios pensamientos y Louis enarcó una ceja.
-¿Qué es tan gracioso?
-Tu cara. -Le saqué la lengua y me alejé para pagar el libro que había cogido.
Coloqué el árbol en su sitio cuando acabé de ponerle las luces y las bolas blancas que habíamos comprado y sonreí al ver el resultado.
-Dale. -Louis enchufó las luces del árbol y mi sonrisa se hizo aun más grande. -Es precioso. -Las manos de Louis se enredaron en mi cintura y apoyó la cabeza en mi hombro.
-Como la diseñadora. -Reí y revolví su pelo.
-Anda vamos a cenar.
-¡Louis! -Grité en su oído, haciendo que saltara de la cama y acabara en el suelo. Reí con ganas y me asomé al borde de la cama para verlo con los ojos cerrados y rascándose la cabeza. -Hay un regalo debajo del árbol para alguien...
-¡No jodas! -Jamás había visto a alguien levantarse con tanta prisa y salir corriendo a esa velocidad. Me levanté de la cama y me asomé a la puerta de la habitación cuando lo escuché gritar más de cinco veces 'la hostia' y otras tantas 'me cago en la puta'. Me crucé de brazos y él sonrió centrando la mirada en mí.
-Feliz navidad, moreno. -Antes de darme cuenta me abrazaba con fuerza, levantándome del suelo. Su corta barba chocaba con mi cuello, haciéndome cosquillas.
-¿Te crees que tú no tienes regalo? -Me separé de él tocando de nuevo el suelo y lo miré divertida. -¿Has mirado bien debajo del árbol? -Sonreí y corrí hasta el salón. Un pequeño paquetito perfectamente envuelto estaba esperando bajo el árbol. Lo cogí y empecé a desenvolverlo con prisas para encontrarme con un estuche de swarovski.
-Louis...
-Ábrelo. -Hice lo que me dijo y sonreí al ver una pulsera con pequeños cristalitos en ella.
-Te habrá costado un ojo de la cara.
-Tanto como a ti los esquís. -Me encogí de hombros. -Feliz navidad, rubia. -Besó mi mejilla haciéndome sonreír. -Y ahora, vístete tenemos que repartir regalos. -Señaló los regalos de Harry y Lea y asentí mientras recorría con rapidez el pasillo. Me puse un jersey, unos leggings negros que había tirados por mi cuarto y unos botines negros con algo de tacón. Recogí mi pelo en una coleta alta y me puse lo justo de maquillaje.
Llegamos al restaurante pasada la una de la tarde y Harry y Lea ya nos esperaban mientras reían mirando el teléfono.
-Llegáis tarde. -Lea se levantó y me miró fingiendo estar cabreada. Yo sólo le enseñé mi dedo corazón antes de romper a reír y abrazarnos no con mucha fuerza. Repetí el abrazo con Harry, mientras Lea hacía lo mismo con Louis.
-¿Qué tal la universidad?
-Déjate de mierdas y dame mi regalo. -Enarqué una ceja mirando a Lea y sonreí de medio lado.
-Cuando tú me des el mío, no te jode. -Harry rio y me extendió una bolsa.
-Es de los dos. -Lea le extendió un pequeño paquete a Louis que sonrió como agradecimiento. Yo cogí sus dos paquetes y se los entregué.
-A la de tres. -Todos asentimos.
-Una...
-Dos... -En esos momentos las pocas familias que estaban con nosotros en el salón habían desviado la atención hacia nuestra mesa, no sé si curiosos por ver los regalos o sólo deseando que nos callaramos.
-Tres. -Y los cuatro desenvolvimos los regalos al mismo tiempo.
Louis tenía un reloj. Lea, un conjunto de pendientes y colgante que se puso nada más verlos; yo, un cuadro con fotos de distintos sitios del mundo; y Harry, una pulsera que tenía más importancia para nosotros que lo que Louis o Lea podían imaginar.
*Flashback*
-Algún día esa pulsera será mía.
-Sí, cuando tengas 275 libras para pagarla. -Reí y me enganché del brazo de Harry mientras seguía tomándome el granizado que había comprado segundos antes.
-Ya lo verás. -Harry lamió con prisas el helado que se derraba por el cono de galleta.
-Chicos, sabéis que aquí no se puede comer helado ¿verdad?
-Y usted sabe que ya no tenemos 5 años para que nos hable como a críos retrasados, ¿no? -Reí ante la contestación de Harry y salimos de la tienda antes de que el dependiente contestara alguna tontería más.
*Fin flashback*
-Todavía te acordabas.
-Cómo olvidar al rebelde Harry de 14 años. -Reímos al unísono mientras Lea y Louis nos miraban intrigados.
-Estoy reventada. -Me tiré en el sofá, dejando caer los botines al suelo. Louis imitó mis movimientos en el sofá y ahí acabamos pasando más de media hora. -Debería cambiarme.
-Deberías.
-Pero no quiero.
-Era de suponer.
-Llévame.
-Los cojones.
-Que asco das. -Reí y me levanté con desgana avanzando lentamente hasta el cuarto.
-Hola Jenn. -Cerré la puerta rápidamente cuando escuché su voz detrás de mí.