domingo, 29 de septiembre de 2013

Capítulo 65

-¿Por qué no te quedas? Mañana es domingo, no tenemos nada que hacer. Por favor. –Me sonrió y yo suspiré rodando los ojos.
-Cuando te duermas me voy, ¿vale?
-No voy a dormir, así que vale. –Rió en voz baja y entramos en silencio en su casa.
Me tumbé en su cama, poniendo ambas manos detrás de mí nuca, centrando la mirada en el techo blanco de su cuarto. Ella se sentó, cruzándose de piernas delante de mí y una sonrisa surgió en su rostro.
-¿Qué has hecho este mes? –Me encogí de hombros antes de contestarle. Me erguí en la cama y apoyé todo mi pecho en su cabecero de madera.
-Daba clases por las mañanas, y por las noches venía a verte.
-¿Dabas clases?
-Sí, mis padres contrataron un profesor particular. –Jenn asintió y frunció el ceño. -¿Qué pasa?
-¿Por qué no venías a clase?
-Te dije que iba a evitar que nos viéramos.
-Yo no quería eso.
-Sí lo querías. Liam me lo contó. –Bajó la mirada y suspiré, acercándome a ella y acariciando su mejilla para hacer que levantara la mirada hasta mí. –Da igual. Ya te he dicho que quiero olvidar este mes.
-¿Ha-Has estado con alguien?
-¿Con quién narices voy a estar? Ninguna chica me parecía tan buena como tú, por el simple hecho de que no eras tú. Jenn, quiero que entiendas de una maldita vez que eres la única a la que quiero conmigo. Y siempre va a ser así. –Ella se abalanzó sobre mí, besándome por toda la cara haciéndome reír.                                            
Estuvimos toda la noche hablando de cualquier cosa que se nos ocurriera. Me contó que tal se había pasado la navidad en casa de sus tíos, y empezamos a planear mi cumpleaños.
-Yo no quiero nada de fiesta, nena.
-Tú te callas y me haces caso.
-Señora, sí, señora. –Imité el saludo militar causando su risa y negué con la cabeza.
-Tu regalo de navidad, te lo daré por tu cumpleaños.
-No me parece bien.
-Te jodes. –Me sacó la lengua y rompí a reír al ver su cara de niña pequeña al hacer ese gesto. Seguimos hablando sobre los invitados, lo que haríamos y así hasta que estaba a punto de despuntar el alba; lo último que recuerdo, antes de dormirme a su lado, fue como sus labios se clavaban en los míos, dejando en ellos su dulce sabor al cacao de fresa que nunca faltaba en ella, y como susurraba un ‘te he echado de menos’ a pocos centímetros de mi oreja.

-¡Malik! ¡Malik! –Sentí como me sacudían con poca fuerza intentando sacarme de la cama y yo gruñí removiéndome hasta conseguir abrazarme a la cintura de Jenn. –Vamos Zayn, no estoy para tonterías. –Empecé a besar con parsimonia su espalda y ella rió en voz baja. –Mi padre. –Abrí los ojos y salté de la cama, buscando con la mirada un sitio donde poder esconderme. De repente su sonora carcajada retumbó por todo el cuarto, haciéndome girar la mirada hasta ella. -¡Eres gilipollas! –De nuevo volvió a reír. –Tendrías… Tendrías que haber visto tu cara. –Otra carcajada más.
-Estás muerta. –Reí y me tiré encima suya mientras le hacía cosquillas.
-No, no, Zayn… -Rió en mi cuello provocándome escalofríos y yo seguí con mi particular tortura.
-No, cariño, me la has jugado.
-Sólo era una broma, Malik. –La cogí en brazos, pegándola a mí y besé su cuello con parsimonia, dejando leves mordiscos en su mandíbula. A ella sólo la escuchaba suspirar de vez en cuando y sabía que mi plan estaba dando efecto. Rápidamente sus piernas se enredaron en mi cintura y yo sonreí, clavando mis labios en los suyos y paseando mis manos dentro de su camiseta acariciando con parsimonia su espalda.
Nuestros labios jugaban al compás y sus manos paseaban lentamente por mi despeinado pelo. Le quité la camiseta en medio segundo y paseé mis labios por su vientre, haciendo que su piel se erizara con el tacto. Los pantalones de su pijama también salieron de su cuerpo, quedando únicamente cubierta por unas braguitas negras que me hicieron arquear las cejas provocando una risa por parte de Jenn.
Relamí mis labios y besé de nuevo su boca con ansias. Ella me arrebató la camiseta y los pantalones antes de que pudiera oponerme, aunque claramente, no iba a hacerlo. Me levanté de la cama y rebusqué en mis pantalones buscando mi cartera.
-¿Buscas esto, Malik? –La miré y sostenía un preservativo entre sus dedos. Sonreí y me acerqué a ella, arrebatándoselo mientras besaba la parte baja de su oreja, haciéndola suspirar pesadamente contra mi piel.
Eliminé lo que nos quedaba de ropa a ambos y tras ponerme el condón, besé sus labios y entré en ella haciéndola gruñir en mis labios. Mis manos se posaron en su cintura, intentando mantener el ritmo de mis movimientos. Sus manos se clavaron en mis hombros y dejó caer la cabeza sobre la almohada mientras yo besaba su cuello y su pecho.
Antes de poder besar sus labios de nuevo, se giró quedando ella encima de mí. Sus labios se pasearon por mi torso y por mi mandíbula, al mismo tiempo que aumentaba el ritmo de los movimientos. Suspiré y mi mano se centró en su nuca, haciendo que su rostro se acercara al mío y disfruté con demasiadas ganas de sus labios.
Volví a girarla, dejando de nuevo su cuerpo bajo el mío y sonreí, besando su hombro, haciendo que su respiración descendiera de velocidad. Los besos también bajaron su intensidad y salí de ella, tumbándome a su lado en la cama, envolviendo su cuerpo con uno de mis brazos. Ella rápidamente apoyó la cabeza sobre mi pecho y, con sus dedos recorrió algunos de los tatuajes que decoraban mi cuerpo.
-Te quiero. –Susurré en su oído de tal manera que, si hubiéramos estado rodeados de personas, sólo ella habría oído mis palabras.
-¿Mucho?
-De aquí a más de tres metros sobre el cielo. –Vi una sonrisa en su rostro y supe que recordaba la semana en Italia tan bien como la recordaba yo. La apreté contra mi pecho y besé su pelo, mientras acariciaba con tranquilidad su desnuda espalda. 

sábado, 28 de septiembre de 2013

Capítulo 64

Primer mes sin Zayn. ¿Cómo había ido todo? Sinceramente, cuesta abajo. Lo único que había mejorado era mi relación con mi padre, que ahora estaba encantado de que no mantuviera trato alguno con Zayn.
Centré mi mirada en los apuntes de filosofía que estaban sobre mi mesa e intenté memorizar algunos puntos para el examen de la semana siguiente. Pero nada, completamente imposible. Tenía cosas mejores en las que pensar que en los pensamientos de Sócrates o las teorías de Aristóteles; desde que había acabado mi relación con Zayn, mi mente era un constante "qué estará haciendo y con quién". Cerré la libreta, cogí los auriculares y, tras despedirme de mi padre que miraba cosas de economía en internet salí a la calle a correr un rato.
Después de unos minutos corriendo llegué a la puerta de la casa de Liam. No, no fue casualidad, había cosas que tenía que arreglar y no iba a esperar otro mes para aclarar lo que haya pasado entre nosotros. Me paré frente a ella y tomé aire, desconectando la música; después de un par de segundo pensando que iba a decir, llamé a la puerta.
-Sé que estás ahí, Liam. –Murmuraba para mis adentros, mientras mi mirada se centraba en la punta de mis zapatillas. Volví a llamar, pero obtuve la misma contestación, ninguna. Me giré para irme, justo cuando la puerta se abrió a mis espaldas.
-¿Necesitas algo? –Era un chico rubio el que abrió la puerta. Miré bien la casa, era la de Liam, no me había equivocado.
-Eh… busco a Liam Payne.
-Ah sí, espera un segundo. –El chico desapareció y a los pocos segundos Liam apareció terminando de ponerse una camiseta.
-¿Qué pa…? ¡Jenn! –Me abrazó con efusividad levantando mis pies del suelo. Enrollé mis piernas en su cadera y él rió en mi cuello antes de volver a bajarme. -¿Cómo estás?
-Yo, bueno, he tenido épocas mejores. –Él suspiró rascando su nuca y volvió a clavar la mirada en mí.
-Él sólo adelantó lo que tú tenías pensado hacer. –Gruñó, cerrando la puerta detrás de él para después apoyarse en ella y cruzarse de brazos.
-Ya lo sé. –Suspiré. -¿Qué tal han ido las vacaciones?
-Genial, ayer se fue Valentina. –Asentí. –Y hoy estamos de reformas. –Levantó la mirada señalando la casa y sonrió
-¿Qué estáis haciendo?
-Cambiando el salón de arriba abajo. –Asentí y volví a mirar a través de las ventanas principales.
-¿Quién es el chico rubio?
 -Un amigo. –Asentí, dispuesta a empezar a soltar mi discurso cuando de nuevo me interrumpió. –Me tengo que ir, enana. ¿Nos vemos, vale? –Me abrazó de nuevo con fuerza y entró en casa y suspiré volviendo a mi casa a paso tranquilo.
“Nos vemos, seguro que sí.” Gruñí. “Los dos sabemos que no nos vamos a ver hasta dentro de cinco meses, como poco.”
*Narra Zayn*
Primer mes sin ella y ya estaba hecho un desastre. Me levanté de la cama y entré a ducharme; cuando acabé miré en el reflejo del espejo del baño como la herida de la bala cada vez era menos notable, lo que quería decir que se estaba curando bien.
Miré el reloj de mi móvil. Las once menos diez de la noche. Me dirigí a mi cuarto para cambiarme, mismo ritual de siempre desde hacía un mes. Camiseta negra, vaqueros y unas zapatillas de deporte. Cogí el paquete con el colgante que había sobre mi mesita de noche, las llaves de mi moto y el casco y salí de mi casa.
Como cada noche, aparqué lejos de la casa de Jenn y fui andando hasta su balcón aunque me detuve en el jardín cuando vi su cuerpo apoyarse en la pequeña barandilla que había; dejó escapar el humo del cigarro que estaba fumando y yo negué con la cabeza mientras sonreía cuando la escuché tararear una canción.
-¡Jenn acuéstate ya! –Escuché la voz de Charlie en el interior de la casa y ella resopló tirando el cigarro al jardín después de apagarlo. Esperé diez minutos apoyado ahí, haciendo tiempo a que se durmiera. Miré mi móvil para ver la hora, las once y media. Suspiré dando un salto y, después de un par de rasguños en las manos, alcancé el balcón. Me sacudí las manos y las observé con detenimiento, cada vez tenía más heridas, pero no me importaba.
Entré con cuidado en la habitación y me senté en su cama, acariciando con parsimonia su mejilla. Una sonrisa apareció en su cara y automáticamente, apareció también en la mía.
-Cada día estás más guapa que el anterior, Jenn. –Suspiré. –Te echo de menos, muchísimo. Mira, tengo un regalo para ti. Te lo iba a dar en Navidad, pero toda esta mierda nos pilló antes de tiempo. –Saqué el regalo del bolsillo de mi chaqueta y lo coloqué en su almohada para que lo viera al día siguiente. –Te quiero, preciosa. –Me acerqué a besarla, pero se movió en la cama y sus ojos se abrieron lentamente. Mierda. Corrí al balcón y me escondí como pude ahí.
-¿Zayn? –La escuché levantarse y acercarse a la ventana. –Otro puto sueño. ¡Sal de mi cabeza! ¿¡Quieres!?
-Sal tú de la mía, preciosa. –Murmuré para mí y suspiré. Se tumbó en la cama y la escuché sollozar. Momento perfecto para irse Zayn. Salté por el balcón y empecé a andar hasta la moto mientras me fumaba un cigarro. Avancé con lentitud por delante de la casa de Jenn y gruñí. Cada vez odiaba más la mierda en la que estaba metido. Había perdido a demasiada gente por este negocio y ahora la había perdido a ella.
-Zayn… -Escuché su adormilada voz detrás de mí y me giré con lentitud para verla. Ahí estaba, envuelta en una chaqueta demasiado conocida para mí, era la que le di en Roma. Ambos intentamos media sonrisa, pero a ninguno de los dos nos salió una sincera.
-Hola Jenn.
Se acercó a paso ligero y antes de darme cuenta sus brazos estaban enrollados en mi cuello. Sus movimientos me pillaron desprevenido, pero le devolví el abrazo con ganas, levantándola del suelo y pegándola aún más a mí. Aspiré con tranquilidad su olor y, en ese momento, pararía el tiempo por quedarme así con ella para siempre.
Me soltó, volviendo a hacer que sus pies tocaran el suelo y me miró a los ojos, esperando a que dijera algo, aunque en ese momento estaba sin palabras. Suspiré y la cogí de la cintura, haciendo que sus labios se pegaran a los míos. Echaba de menos el tacto de sus labios sobre los míos y, por lo que pude ver, ella también lo echaba de menos.
-Hola, Malik. –Reí separándome de sus labios.
-Hola, preciosa. –Nos quedamos callados los dos, simplemente observándonos en silencio. Silencio solo roto por los sonidos de los coches que recorrían algunas calles lejanas. –Debería irme.
-Zayn...
-Olvídalo Jenn, olvida este último mes. –Volví a acercarme a ella para besarla. –Aunque te diga mil veces que te vayas, que te alejes... te necesito a mi lado, joder. –Ella saltó y enroscó sus piernas en mi cadera, besándome con ansias.
-Te. He. Echado. De. Menos.
-Y. Yo. A. Ti.  –Hablábamos entre besos a la vez que intentábamos recuperar la respiración. –Para. Para. Para. Jenn. –Reí, separándola de mí y ella también rió.
-Gracias. –La miré alzando una ceja de forma interrogante y ella sonrió, elevando del cuello el colgante, provocando también mi sonrisa.
-Te lo pensaba dar en Navidad…
-Lo sé, lo he escuchado todo.
-¿No estabas dormida? –Negó inocentemente con la cabeza.
-Desde hace un mes no me duermo hasta que te vas. La segunda noche, te escondiste en el balcón igual que hoy y tu reflejo se veía en el espejo de mi cuarto. Así que, desde entonces siempre estoy despierta. –Reí y me apoyé en su puerta.
-Eres inteligente.
-O tú muy tonto.
-Quizá quería que me descubrieses. –Ella dio un paso hasta a mí, acortando la distancia entre nosotros.
-No mientas. He sido más inteligente que tú. La presa ha cazado al cazador.
-La presa cazó al cazador la primera vez que sonrió. –Y dicho eso, besé sus labios en medio de una fugaz sonrisa que apareció en su cara.

¡HOLA CHICAS! Bueno, este capítulo es bastante malo, lo siento, espero que el de mañana sea mejor. Bueno, ¿qué tal vuestro sábado de compra de entradas? ¡ESPERO QUE LAS HAYÁIS CONSEGUIDO TODAS! A las que no, deciros que no os rindáis por nada, en TMHT dos semanas antes volvieron a sacar entradas, así que insitir tanto como podáis. Espero conoceros a muchas en Madrid, sería genial *carita emocionada de WA*  Bueno, nada más, que si habéis conseguido entradas me digáis abajo donde vais de grada o pista, o lo que sea. Y si no vais, pues eso, no perdáis la confianza!

domingo, 22 de septiembre de 2013

Capítulo 63

Salí de la ducha y envolví mi pelo en una toalla, al igual que hice con mi cuerpo. Cuando entré en mi cuarto una brisa de aire helado golpeó mi piel aún húmeda haciéndome estremecer.
-¿Cuándo coño he abierto esta ventana? –Negué con la cabeza y la cerré antes de empezar a cambiarme.
Me miré en el espejo cuando acabé de pasarme la plancha y suspiré. Volvía a ser la niña de papá que era antes. Cogí un bolso de mano que estaba tirado por mi cuarto y me despedí de mi madre con un simple ‘a las tres estoy aquí, te quiero’, en el recibidor cogí un abrigo negro, una bufanda y salí a la calle donde me esperaban mis amigas.
Andamos sin ningún lugar fijo, simplemente andábamos por las heladas calles de Londres que por cierto, son un peligro para ir con tacones en pleno invierno. Era la novena vez que alguna de nosotras se resbalaba y estaba a punto de comerse el asfalto. Aunque siempre acabábamos riéndonos al vernos andar como patos mareados.
-¡Voto por irnos a un jodido bar antes de matarnos! –Lea rió y todas asentimos dirigiéndonos a un viejo pub al que solíamos ir con los chicos. Cuando llegamos todo el mundo se aglomeraba en la zona de los futbolines, y los que no estaban ahí, estaban en la barra riéndose con los amigos.
La música estaba al volumen perfecto para establecer conversación, pero al mismo tiempo animaba el ambiente. Nos sentamos en una de las mesas y Zoe fue a pedirnos las bebidas; al cabo de diez minutos volvió con cinco cubatas y diez chupitos y un limón. Lo único que sabíamos era que había uno de tequila.
-He pedido cada uno de un sabor, así que no hay dos iguales. ¡¿Preparadas?! –Todas cogimos un vaso y lo subimos para brindar. -¿¡Listas!? –Nos miramos unas a otras, intentando averiguar de qué era cada chupito hasta que el grito de Zoe nos hizo reaccionar. -¡Disfrutad! –Y bebimos todas del tirón. Mierda. El de tequila me había tocado a mí. Cogí el limón con prisas y me lo metí en la boca mientras mis amigas reían, supongo que por la cara de asco que tenía en ese momento. Las miré una a una y les saqué la lengua, provocando aún más sus risas.
-Bueno, no os quedéis mirando como idiotas, ¡vamos a por el siguiente! –Cogí otro vaso y mis amigas repitieron mi acción, levantándolo en alto y brindando. -¡Adentro! –De nuevo el alcohol bajó por mi garganta haciendo que ardiera; cerré los ojos intentando que pasara el dolor y reí en voz alta con todas mis amigas cuando vi a Lea maldiciéndonos en voz alta por pedir esa mierda de chupitos.
-¡Sois unas cabronas qué queréis matarme! –Lea bufó y Espe y Zoe la abrazaron con fuerza mientras Allie y yo le mandábamos besos desde la otra esquina de la mesa.
En un rápido movimiento Allie se levantó y se acercó al camarero y, después de un par de minutos hablando con él, el volumen de la música aumentó, haciendo que todas mis amigas saltaran a una improvisada pista de baile y dieran lo mejor bailando. Yo sólo reía desde la mesa y miraba como los chicos que se encontraban en los futbolines se acercaban a ellas y las acompañaban en sus bailes. Lea agarró mis manos, obligándome a dejar el vaso en la mesa y salir con ella a bailar.
-Lea, en serio, no. –Negué con la cabeza y ella me miró con media sonrisa asintiendo. –De verdad que no.
-¡Mira a los chicos! Se dan de hostias por bailar contigo, ¿te vas a quedar ahí sentada? No seas aguafiestas.
-Resulta que el chico con el que yo quiero bailar no es ninguno de ellos. –Ella guardó silencio un momento y reaccionó abrazándome con fuerza. Se separó a los pocos segundos y apartó un par de mechones de su cara, poniendo una mueca graciosa fingiendo estar pensando.
-Pues baila con una chica. –Reí ante su respuesta y ella puso una sonrisa. -¿Yo te valgo?
-Claro. –Agarró mi mano haciéndome girar y empezamos a movernos sin ritmo alguno por todo el bar. Creamos una conga, la deshicimos, volvimos a empezarla y así como cinco veces. Volvimos a pedir algo de beber y de nuevo unos cuantos chupitos, esta vez todos de tequila.
-¡Chicas! –Todas se juntaron a mí alrededor y levanté mi chupito. -¡Por vosotras! –Y bebí con rapidez antes de volver a coger el limón y morderlo intentando que se pasara todo el sabor. Mis amigas se miraron entre ellas y rieron.
-¡Por Jenn! –Y bebieron imitando mis acciones.
-¡Esto es mierda! –Zoe sacudió la cabeza y se metió el limón en la boca. -¡Que te den, Jennifer!
-¡A mí me encanta! –Lea besó mi mejilla y mordió el limón para después mostrarme una sonrisa que yo devolví encantada.

-¡Hasta el lunes, guapas! –Abracé a todas a mis amigas tambaleándome un poco antes de entrar en mi casa. Lección uno: ¿Solución para olvidar a alguien? Emborracharte con tus amigas.
Dejé los tacones en una esquina de mi habitación y me desnudé para meterme en la cama con bragas y sujetador, hacía frío, pero no me apetecía buscar el pijama, así que me tapé bien y cerré los ojos esperando caer en los brazos de Morfeo.
-No sabes cómo te echo de menos, preciosa. –Sentí un suave roce en mi mejilla y abrí los ojos con prisa al ser consciente de quien era esa voz. Encendí la luz con rapidez, pero cuando lo hice allí no había nadie. Miré en cada recoveco de mi cuarto, pero nada. Me asomé a la ventana, pero obtuve el mismo resultado. Nada. Pero yo sabía que había estado ahí, había sentido como respiraba a mi lado, como tocaba mi mejilla.
Bajé la cabeza dejando salir todo el aire que tenía acumulado y cerré de nuevo el ventanal, volviendo a la cama. “No, Jenn. Un sueño, ha sido un maldito sueño.” Pero es que había sido todo tan real. Aún sentía el calor de su aliento contra mi mejilla. Apoyé la cabeza sobre la almohada y cerré los ojos.
-Yo también te echo de menos, Malik.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Capítulo 62


*Narra Jenn*
Me levanté con desgana de la cama; ya iba tarde a clase, pero sinceramente no me importaba. Me vestí con lentitud, cogí la mochila y demás y salí de casa mientras terminaba de subir la cremallera de mi abrigo.
Entré a clase y me apoyé en la ventana mirando por ella, el cielo se estaba tiñendo de blanco, ¿nevaría? Me daba exactamente igual, la verdad. Zoe me abrazó por detrás y dejó un beso en mi mejilla. Estuvimos hablando unos minutos hasta que la puerta se abrió y Zayn entró en clase. La primera hora sería aburrida, hora de estudio y, si teníamos suerte no vendría ningún profesor, así que me cambiaría a su lado para pasar la hora hablando.
Crucé la mirada apenas un segundo con él, aunque Zayn la apartó con rapidez. Dejó la mochila en el suelo y se acercó a donde yo estaba. Zoe le dedicó una tímida sonrisa y se fue a su sitio junto a Drew.
-¿Vienes a hablar? –Me tendió la mano y salimos al pasillo en dirección al patio. El frío azotó mi cara y tirité un poco antes de adaptarme a la temperatura exterior. Metí las manos en los bolsillos del abrigo y seguimos andando hasta acercarnos a un pequeño árbol que nos protegería sin empezaba a nevar, cosa que era casi inminente.
-¿Cómo estás? –Mi voz tembló un poco, pero él pareció no notarlo, y si lo notó, ni se inmutó.
-Bien, Liam hizo un buen trabajo. –Asentí, dando el tema por concluido al notar la frialdad de su voz. –Jenn, después de todo lo que ha pasado este fin de semana y lo que pasó en Italia… -Me temblaban las manos, y no precisamente del frío. –Preciosa, sabes que te quiero ¿verdad? –Ya sabía lo que iba a pasar. Asentí, sin levantar la cabeza, intentando ocultar un par de lágrimas que ya bajaban por mis mejillas. –Eso es lo que te tiene que importar, Jenn. Ya te lo dije en Italia, sabíamos que esto iba a llegar, lo de allí fue un aviso. Lo del otro día fue el punto final. Intentaré que sólo nos veamos en clase y, si puedo evitarlo, tampoco te veré ahí. Lo siento, Jenn. Te quiero, por favor, no olvides eso nunca. –Cogió mi barbilla para hacer que lo mirara y besó mis labios, ambos sabíamos que ese beso sabía demasiado a despedida. Sentía como mis labios y los suyos se iban mojando a causa de mis lágrimas e intenté controlarlas tanto como pude. Después de eso se levantó y sacudió un poco sus vaqueros antes de empezar a andar, escuchaba sus lejanas pisadas andar por la vacía pista de baloncesto y lo último que oí fue la puerta del colegio cerrarse detrás de él. Levanté la mirada para encontrarme con la nada y empecé a llorar de nuevo como una niña chica. El frío arreciaba, al mismo tiempo que las horas pasaban y yo seguía ahí sentada, no había movido un músculo desde que él se había ido.
-¿Sabes que siempre tendrás a tu Styles para llorar, verdad? –Sentí sus brazos rodearme y me apoyé en su hombro, llorando; sollozaba con fuerza y él me abrazaba al mismo tiempo intentando que parara de lloriquear. –Tranquila Jenn. Respira, relájate y respira. –Pasó con lentitud su mano por la espalda, en un intento de consolarme. –Estás helada. Por favor, entra dentro antes de que te de algo, Jenn. –Mis labios temblaron y sollocé asintiendo. Me agarró de la cintura levantándome del suelo y entró conmigo hasta la cafetería.
-¿Cuánto he estado ahí fuera? –Harry volvió a la mesa con un par de cafés calientes y se sentó a mi lado.
-Sólo la primera hora. Tranquila. –Di un sorbo del café y arrugué mi nariz mientras pasaba la mano por ella intentando calentarla. Me daba miedo preguntar si él seguía en clase; aún más sabiendo que no sería lo suficiente fuerte para aguantar las lágrimas. Sorbí por la nariz y volví a dar un trago del café. –No está. Ha entrado, ha cogido sus cosas y se ha largado. –Parecía que me había leído la mente al decir eso. Asentí y me levanté al mismo tiempo que él.
-Vámonos a clase, anda. –Suspiramos ambos y empezamos a andar por los vacíos pasillos del colegio. Sentí como Harry me paraba antes de entrar en el aula y levantaba mi cabeza, secándome las lágrimas que quedaban en mis mejillas.
-Escúchame, morena. No te quiero ver nunca más como te he visto ahí fuera, se me cae el alma viéndote llorar, te quiero con esa sonrisa. La que tenías en tercer curso cuando nos conocimos. Te quiero vale, más que a nadie. –Besó mi frente y envolvió mi cuerpo en un dulce abrazo. –Te quiero.
-Y yo a ti Harry. –Abrimos la puerta y entramos, recibiendo la mirada de un par de personas de clase que empezaron a comentar. Genial, lo que me faltaba ahora. Espe me recibió con un tierno abrazo y Zoe y Allie con una sonrisa en la que se entendía un “estamos para apoyarte”. Les devolví la sonrisa y me centré en una libreta al azar que saqué de la mochila.

-Hasta mañana, Jenn. –Drew me abrazó en la puerta de mi casa, pasando su mano por mi espalda intentando animarme, y después Zoe hizo lo mismo. Entré en mi casa dándoles una excusa mala a mis padres para no comer y me encerré en mi cuarto. Tenía que hablar con alguien y ese era Liam. Cogí mi móvil y marqué el número de su casa con rapidez. No contestaba, así que supuse que habría salido con Valentina a dar una vuelta. No iba a molestarlos, se merecían pasar algún tiempo ellos solos.
Me pasé la tarde entre películas románticas, libros, música y, aunque parezca un cliché y estemos en pleno invierno, helado; que mejor antidepresivo que una buena tarrina de helado de chocolate. Las nueve y media de la noche y acababa de terminar la cuarta película. Cogí el móvil y volví a marcar el número fijo de Liam. De nuevo no había contestación. Necesitaba hablar con él. Maqué el número móvil de Valentina.
“El número marcado no se encuentra disponible en este momento”.
Miré extrañada la pantalla de mi móvil y colgué antes de que me saltara el buzón de voz. Marqué con rapidez el número de Liam.
“El número marcado no se encuentra disponible en este momento”.
-¿Pero qué mierda…? –Colgué el teléfono y decidí dejar las llamadas. Ya hablaría con él en otro momento. Miré el reloj del portátil y suspiré. Decidí darme una relajante ducha y acostarme, me esperaba una larga semana.

La voz de Jared Leto sonaba con fuerza en el pequeño habitáculo que era mi cuarto. Jamás me habría imaginado a mí escuchando un grupo como era 30 Seconds to Mars, pero aquí estaba. Viernes por la noche y en mis altavoces ahora sonaban los acordes de ‘From Yesterday’.
-Jennifer, ¡¿puedes bajar ese infernal sonido?! –Mi madre gritó desde la cocina y yo bajé el volumen de la música. Me tumbé en la cama y miré el techo de mi habitación.
Sólo había pasado una semana desde aquel día pero a mí me parecía que habían pasado años. Parecía tan lejano todas aquellas sonrisas, aquellos enfados estúpidos... a veces me preguntaba si todo había sido un bonito sueño del que me levantaron antes de tiempo, y es que todo era tan irreal. De repente una chica rica conoce a un chico callejero y todo cambia. ¿De verdad todo había cambiado? Me levanté de la cama y abrí mi armario; a un lado, mis vestidos de Gabanna, Armani, mis faldas de alta costura y mis camisetas de las tiendas londinenses más exclusivas, ya no usaba nada de eso; cerré ese armario para abrir otro y ver mi actual vestimenta, chaquetas de cuero, camisetas desteñidas, vaqueros medio rotos... miré mi música, habían desaparecido mis discos de Michael Bublé y habían sido sustituidos por Green Day o 30STM... sí, definitivamente, todo cambia. Zayn había puesto todo mi mundo patas arriba en poco más de dos meses, y ahora, se había ido.
Bufé, apartando de mi cabeza todos los pensamientos sobre él, saqué unos pantalones que me compró mi madre las navidades pasadas, una de esas caras camisetas, mis tacones y llamé a Zoe.
-¿Qué te parece ir a tomar algo?
-¿Estás segura?
-¡Por supuesto! Avisa a Espe y a Allie. Yo llamo a Lea. En una hora en mi casa. –Escuché su afirmación y colgué para acto seguido escribir un mensaje a Lea.
"Noche de chicas, ¿te apuntas?"
"¿Hacía falta preguntarlo?"
Reí con su contestación y entré en la ducha para empezar a arreglarme.
Llevaba una semana llorando sola en casa, sin dejar que nadie estuviera ahí apoyándome. Liam había desaparecido por completo, al igual que Valentina. No supe más de ellos desde que la relación con Zayn acabó. Aparté una lágrima que caía por mi mejilla y entré bajo el grifo de la ducha.
-Basta de auto compadecerse, Jennifer. –Hablaba en voz baja, sólo para mí. –Él se ha ido, y según dijo, no volvería.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Capítulo 61

*Narra Jenn*
¿Nunca has pensado que las cosas no pueden ir peor, pero llega el destino y te sorprende y van todavía peor de lo que imaginabas? Bien, pues a mí sí, todos y cada uno de los días de mis diecisiete años de vida.
Abrí la puerta de mi casa para encontrarme a mis padres mirándome esperando una explicación, supuestamente tendrían que haber estado ahí mis amigas durmiendo conmigo cuando ellos llegaran, y lo único que han encontrado ha sido la casa vacía. Respiré hondo y oculté como pude las lágrimas.
-Le... le dispararon. –Mi madre me abrazó con fuerza cuando escuchó la noticia, haciendo que rompiera a llorar de nuevo. Mi padre simplemente dio una calada de su cigarro.
-¿Cómo está? –Levanté la mirada hasta mi madre y me encogí de hombros.
-Estaban sacándole la bala cuando me he ido de ahí. –Mi padre se acercó a mí y puso una mano en mi hombro, apretándola, intentando ¿consolarme? Suspiré y volví a apoyar mi cabeza en el pecho de mi madre donde me desahogué con ganas.
-Charlie, ¿puedes dejarnos a solas un segundo? –Mi madre asintió y se marchó sin decir una palabra. Yo miré a mi padre esperando que hablara. Él simplemente sonrió y tomó asiento en su sillón. -¿Has visto lo que ha pasado? Así serán la mayoría de los días con él; no puedes tener una buena relación con alguien que va a recibir miles de balazos en un solo año. Esa es su vida, él es un asesino y se relaciona con asesinos. Es su vida, y tú no lo vas a cambiar por mucho que quieras. –Hablaba tranquilo, sin inmutarse ni una pizca. Me senté en el sofá, cansada. –Corres el riesgo de seguir con él y que un día te llamen para decirte que ha desaparecido o que está muerto. Te digo realidades, Jennifer, por mucho que te duelan. Si eres inteligente, después de esta conversación, sabrás que hacer. –Se levantó y se marchó a la cocina con mi madre. Yo me quedé mirando la pantalla negra de la televisión.
*Narra Valentina*
Me despedí de Jenn con un abrazo. Prometí llamarla si Zayn se ponía peor, pero estaba segura de que al día siguiente iría como nuevo a clase, así que le aseguré que no tenía por qué preocuparse. Liam salió del cuarto después de un par de minutos y me sonrió sentándose conmigo en el sofá. Estuvimos hablando un par de minutos sobre lo que haríamos en Navidad hasta que escuché la voz de mi primo al final del pasillo llamándome.
-¿Estás seguro de que quieres hacer eso? –No me creía que él me estuviera diciendo eso. Zayn se incorporó en la cama y suspiró, pasándose una mano por su despeinado pelo negro y acto seguido asintió. Tenía los ojos rojos, aunque no sabían si era del cansancio o de que había estado llorando antes de hablar conmigo.
-Sí. Va a ser lo mejor.
-¿Dices eso, porque lo crees o para convencerte a ti mismo? –Fruncí el ceño, sabiendo de sobra su contestación.
-Porque –dudo un segundo antes de contestar y yo suspiré –porque lo creo. Sí.
-Mientes, pero haz lo que quieras. ¿Cuando?
-Mañana en clase. –Asentí y me levanté de la cama.
-No lo hagas muy duro. Y me tienes para todo, ink-man. –Besé su mejilla y salí del cuarto dirigiéndome al salón. Sabía todo lo que su decisión iba a suponer, pero nadie podía hacer cambiar de opinión al terco de Zayn y menos en temas como este. Me senté en el sofá y dejé la mirada perdida en el reloj de cuco que había colgado en la pared de al lado de la televisión.
*Narra Liam*
Había pasado unos quince minutos desde que Valentina se había ido a hablar con Zayn y mi móvil empezó a sonar sobre la mesita del salón. Contesté para encontrarme con la débil voz de Jenn al otro lado de la línea.
-¿Podemos vernos?
-Claro, en cinco minutos estoy ahí. –Y así fue. Cinco minutos después ambos estábamos paseando por el centro de Londres, en dirección a alguna cafetería donde pudiéramos tomarnos algo para entrar en calor y poder hablar con tranquilidad. Por el corto camino me había contado lo que tenía pensado hacer, pero seguía sin creérmelo.
-Deja de vacilarme, Jenn.
-No te vacilo. Va en serio, Liam. –Sollozó a mi lado y me paré para abrazarla.
-Tranquila enana. Va a salir bien.
-Ambos sabemos que no, no nos engañemos. –Bajé la cabeza y me rasqué la nuca, buscando que decir en una situación como esta. -¿Entramos aquí?
-Vale. –Entramos en una vieja cafetería, solo ocupada por un par de hombres que hablaban en voz baja y un grupo de mujeres que reían sobre algo que leían en una revista. Cogimos asiento en una mesa algo apartada de las demás, pedimos un par de chocolates calientes y nos quedamos callados, ambos mirando al suelo.
-Será como un descanso, tómalo así. –Intentó una sonrisa pero le salió una mueca triste y suspiró.
-Ya, un descanso que puede que dure para siempre... no intentes consolarme cuando solo quieres auto compadecerte. –Gruñí apoyándome contra el respaldo del asiento. –Lo siento, no quería sonar tan duro.
-No importa, tienes razón. –Terminamos de tomarnos la bebida y salimos de allí, enfrentándonos de nuevo al frío que azotaba la ciudad de Londres. Caminamos en silencio de nuevo hasta su casa y, cuando llegamos, la abracé con fuerza.
-Te quiero, pequeña. Y pase lo que pase, aquí estaré ¿vale? –Asintió y volvió a abrazarme.
-Te quiero, Liam. –Y entró en casa sabiendo que, a lo mejor, era la última vez que nos veíamos.
*Narra Zayn*
Me pasé como media hora pensando en la conversación que había tenido con mi prima. ¿De verdad lo que iba a hacer era lo mejor? Gruñí, no. No lo era. Al menos no para mí, pero tenía que hacerlo.
Abrí el armario y rebusqué entre las camisetas de Liam buscando algo que ponerme. Me decanté por una camiseta blanca con la bandera de Inglaterra impresa en ella. Me puse mis vaqueros, que estaban algo manchados de sangre y salí de la casa para recuperar mi moto y volver a mi casa.
Después de unos minutos andando llegué al callejón donde había aparcado la moto y la arranqué, gruñendo un poco a causa del dolor de la herida. Miré un segundo a la casa de Jenn que estaba delante de mí y suspiré dándole más gas a la moto.

-Te quiero, preciosa. –Susurré para mí mismo y derrapé por la avenida perdiéndome entre las calles, hasta llegar a la puerta de mi casa.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Capítulo 60

Bueno que hoy empiezo eso de subir sólo los findes, como hoy es domingo pues ya no habrá capítulo hasta el sábado que viene. Que espero que os guste, que ahora se pone interesante la novela y que me comentéis que os ha parecido el capítulo, o la novela o lo que queráis, recibo cualquier crítica encantada. Bueno, no me enrollo más que soy muy pesada. Disfrutad del capítulo.

-¡Zayn! Zayn despierta, vamos. –Escuchaba la voz de mi prima a la distancia, y abrí los ojos con lentitud. Valentina se lanzó con prisa a mis brazos y sentí como sollozaba un par de veces en mi hombro. Acto seguido se separó de mí y golpeó con delicadeza mi brazo bueno. –Me has asustado, gilipollas.
-Claro prima, yo lo he planeado así para asustarte. –Bufé y ella sonrió abrazándome de nuevo. Mire la habitación de nuevo y me di cuenta de que estaba en casa de Liam. -¿Dónde está Liam?
-Se ha ido a comprar algo para sacarte la bala y curarte la herida. –Asentí.
-¿Y Jenn? –Mi prima señaló con la cabeza la puerta y yo la miré extrañado.
-Está durmiendo en el salón. Ayer cuando llegó Liam a por ti, Jenn salió de su casa porque vio el coche; cuando te vio tirado en el suelo echó a todas sus amigas de casa y se vino con nosotros. Ha estado toda la noche a tu lado, no ha dormido nada sólo por saber si estabas bien y, desde esta mañana que entré yo a cuidarte no se ha movido del salón esperando que te despertaras. –Asentí y me intenté levantar de la cama, poniendo un gesto de dolor cuando mi brazo se estiró. –Para, para. Ya te he dicho que aún no te hemos sacado la bala. Deja que te ayude.
-Tengo que ir a mear, Valen, no creo que quieras ayudarme en eso. –Ella negó con la cabeza poniendo cara de asco y me levanté con cuidado dirigiéndome al cuarto de baño. Cuando salí, estaba solo en la habitación. Me acosté en la cama de nuevo, escuchando de lejos la conversación que mantenían mi prima y Jenn.
-Entonces, ¿Lorenzo está muerto? –No escuché la contestación de Valentina, por lo que sobreentendí que había asentido cuando Jenn continuó. –Esto es tan raro.
-¿Porqué?
-Normalmente, una novia tiene que preocuparse por si su novio la engaña con otra, no por si le pegan un tiro. –Pasé una mano por mi pelo y me levanté, acercándome a la puerta para escuchar con más claridad.
-¿Qué quieres decir?
-No quiero decir nada. Sólo que es extraño. ¿Cuándo tú eras pequeña, te imaginabas saliendo con Liam, es decir, con un mafioso?
-No, claro que no.
-Pues yo igual. No es que me imaginara con un príncipe, pero sí que me imaginaba saliendo con un chico que los sábados te lleve al cine, no que tengas que estar un sábado por la noche cuidando de que no pierda sangre porque le han pegado un tiro. –Me apoyé en la pared y dejé escapar un suspiro. Escuché la puerta principal cerrarse y volví a la cama cuando escuché a Liam saludar a las dos chicas. Un minuto después, se abrió la puerta de la habitación y Liam entró en ella con un par de gasas y demás productos.
-Vamos a sacarte esa bala. –Miré a Liam cabreado y él sonrió. –Lo siento tío, pero esto dolerá un poco. –Roció de alcohol la zona de la herida y grité con fuerza.
-¡Me cago en tu madre, Liam! –Él simplemente rió y limpió con cuidado la herida. Miré a la puerta y vi cómo se abría para mostrarme a Jenn. Todas las facciones de mi cara se relajaron al verla ahí parada con media sonrisa en su rostro. –Hola preciosa.
-Hola, Malik. –Miró a Liam que también tenía la mirada puesta en ella. -¿Puedo quedarme? –Ambos asentimos y ella se sentó a mi lado en la cama, agarrando con fuerza mi mano. Liam volvió a vaciar medio bote de alcohol en la herida y de nuevo gruñí. –Tranquilo, tranquilo. –Pasó una mano por mi frente, apartando el pelo que tenía en la cara.
-Vale, voy a abrir. Muerde esto. –Me dio un paño de cocina y mordí con fuerza para así evitar cualquier grito. Sentí el cuchillo clavarse en mi brazo y cerré los ojos, intentando así evitar cualquier dolor. Cuando los abrí, me encontré con el rostro de Jenn lleno de lágrimas, pero aún seguía cogida de mi mano, acariciándola con delicadeza. –Jenn, ¿puedes pasarme algo para coger la bala? –Ella simplemente asintió y se levantó, dejándonos de nuevo solos en la habitación. Pasaron un par de minutos y, cuando por fin iba a hablar, ella volvió a entrar.
-Sólo he encontrado estas pinzas, ¿sirven? –Liam asintió. Vi como Liam se concentraba por sacar el proyectil del interior de mi brazo, mientras ella simplemente me miraba con los ojos llorosos.
-¡Ya está! Empiezo a coser. –Asentí y volví a cerrar los ojos cuando la aguja juntó las dos partes de la herida. Un par de minutos después, Liam estaba recogiendo los restos de gasas que quedaban sobre la cama. -¿Cómo estás?
-Como si me acabaran de pegar un tiro. –Liam rió y yo le devolví una amable sonrisa. -¿Podemos hablar, tío?
-¡Oh, sí! Perdón, ya me voy. –Jenn rió y salió del cuarto en medio segundo provocando también la risa de Liam.
-¿Qué pasa?
-¿Has escuchado antes de que estaban hablando? –Él simplemente negó con la cabeza.
-Ella estaba diciendo que no se imaginaba saliendo con un tío al que le pegan un tiro. Liam, por culpa de lo de ayer la voy a perder tío.
-¿En serio crees que la vas a perder? Si la fueras a perder no se habría pasado toda la noche aquí sentada, contándote lo que ha hecho con sus amigas mientras controlaba que no tuvieras fiebre y que no perdieras sangre. Cada vez que hacías un gesto extraño, venía a llamarnos para ver si nosotros sabíamos que te pasaba. Nadie hace eso si piensa abandonar al chico días después. –Rió. Mi cara se quedó seria, no escuchaba nada de lo que me decía Liam; en mi cabeza aún resonaban con demasiada fuerza las palabras de mi primo. Suspiré y lo miré de nuevo negando con la cabeza. Él sólo se levantó de la cama y apoyó su mano sobre mi pierna.
-Piensa las cosas antes de hacerlas, puedes acabar arrepintiéndote Zayn.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Capítulo 59

¡Hola, holita! Bueno antes de empezar el capítulo quiero deciros una cosa. Ahora con esto de que empiezan las clases y tal, voy a subir sólo los sábados y los domingos, que este año me toca 2º de BACH y tengo que estar pendiente de la selectividad y tal. Así que, eso, subiré sólo sábados y domingos, lo decía para que no pensarais  que he dejado de subir ni cosas así. Y ya esta, sólo era avisaros, ya os dejo con el capítulo, espero que os guste. Gracias de nuevo por leer la fic, en serio, gracias. ¡Os quiero!

*Narra Zayn*
Arranqué la moto y la dejé aparcada en un callejón cercano a su casa. No pensaba dejarla sola, ni un minuto, y mucho menos con Lorenzo en paradero desconocido.
Empecé a dar vueltas por los alrededores, observé como todas las chicas iban entrando en la casa y sonreía cada vez que Jenn salía a recibirlas.
Miré mi reloj. Unos minutos más de las seis, me recosté en la pared de una casa que estaba a una distancia razonable de la de Jenn y encendí un cigarro. Sabía que Lorenzo iba a ir a su casa, lo conocía demasiado bien. Terminé de fumarme el cigarro y decidí volver a recorrer las calles cercanas.
Iba paseando con tranquilidad por las calles medio vacías de Londres, revisando cada centímetro. El frío era fuerte y aún más cuando se acercaba la noche, razón por la que la gente no solía pisar la calle pasadas las cinco, por lo que la tarea de búsqueda sería fácil.
La melodía de mi móvil me alertó y contesté con prisa.
-¿Te crees que soy tonto?
-Hola Lorenzo. –Di la vuelta, para volver a la casa de Jenn. -¿Cómo cojones sigues vivo?
-Hay algo que se llama, chalecos antibalas.
-Ya, pero no te creía tan inteligente como para usarlos.
-Mira primito, estoy harto de tanto juego. Estoy hasta las narices de ti y de tu preciosa chica. ¿Qué me dirías si te digo que está irresistible con sus cuatro amigas?
-Que te vas a arrepentir de haber dicho eso.
-Tengo ganas de entrar en su casa y llevármela a su cuarto... –ambos guardamos silencio –y hacerla gritar como nunca lo harías tú. –Gruñí y apreté el teléfono hasta el punto que pensaba que se rompería.
-Quien juega con fuego se acaba quemando. –Me paré en la puerta de metal y levanté la mirada para encontrarme con la de Lorenzo en la acera de enfrente. –Estás muerto.
-Ya lo veremos. –Entró en el callejón en el que había aparcado la moto y yo lo seguí. Dos chicos salieron de entre las sombras mostrándome sus cínicas sonrisas. Apreté los puños dentro de los bolsillos de la chaqueta y bufé cabreado. Uno de ellos era Rodrigo y al otro no logré identificarlo, un nuevo reclutamiento seguramente.
-Esto es una cosa entre mi primo y yo. Vosotros dos sobráis. –Hablé con frialdad sin una pizca de sentimiento en esas palabras. Duro como una piedra.
-Largaos, me basta conmigo mismo para machacarlo. –Los dos chicos me rodearon y, por el rabillo del ojo, los vi montarse en un todo terreno que había aparcado frente a la calle. –Vaya, Zayn. Tú y yo, con lo bien que nos llevábamos y lo buenos que éramos en el negocio. Una lástima que prefirieras otras compañías antes que la nuestra.
-Nunca me gustó tu mundo, Lorenzo. Fuiste un mierda y lo sigues siendo. –Apreté la mandíbula y él sonrió negando con la cabeza, clavó su puño en mi mejilla y una chispa de rabia se encendió en mí.
-Cuida esas formas Zayn. -Fui a devolverle el golpe, pero él detuvo el movimiento. –Cuando te vi entrar con ella en el bar –silbó –en seguida pensé en todo lo que le haría cuando me la dejaras. Pero luego vi que la protegías y... me pareció tan estúpido. Tú no eres tío de una sola chica. Pero como veo que no das tu brazo a torcer, aquí me tienes. Nunca me había esforzado tanto por conseguir el polvo de alguna. –Agarré su cuello con fuerza estrellándolo contra la pared y pegué mi cara a la suya.
-Ella no es una cualquiera, Lorenzo, que se te grabe eso en la cabeza. –Rió como pudo a causa de la falta de aire por mi agarre.
-Vaya, Zayn está enamorado. Me haces las cosas tan fáciles primo. –Con su rodilla golpeó mis costillas y me separé de él cayendo al suelo, lanzando un alarido de dolor. -¿No has pensado que harás cuando te deje? Porque te va a dejar. –Golpeó mi vientre con una patada, provocando de nuevo que me retorciera del daño. –No va a estar contigo siempre, nadie quiere envejecer con un asesino. –Se acercó a mí con media sonrisa. –Zayn, Zayn, Zayn... ¿acaso crees que la tendrás mucho tiempo? –Se acercó a mí y yo levanté la mirada hasta sus ojos azules, que desprendían rabia, odio. –No, –bajé la mirada de nuevo centrándola en el suelo –en cuanto aparezca un chico que le dé más seguridad de la que tú le das, te dejará. –Agarró mi pelo, haciendo que levantara la cabeza y gruñí de dolor. –Nadie quiere a un mafioso que no será nada en la vida cuando puede tener a un buen estudiante que llegará a ser banquero o empresario. –Con un rápido impulso me tiró una vez más al suelo y dejó una nueva patada en mi estómago haciendo que me doblara de dolor. Aunque realmente no sabía que me dolía más, si el golpe o que tenía razón. –No eres nada, Zayn. Un asesino y nadie quiere a un asesino en su vida, ella tampoco. –Agarró el cuello de mi camiseta levantándome y estrelló mi cuerpo contra la pared, provocando un gesto de dolor en mi cara. –Un día llegarás a casa y tendrás un mensaje suyo diciendo que está harta de tu vida, harta de tus movidas. –Agarró mi cara, haciendo que lo mirara fijamente y sonrió al ver que estaba destrozándome por dentro. –Te dirá que está harta de ti. –Me soltó dejándome caer en el suelo. Su risa se escuchó por todo el callejón. – ¿Te crees que eres alguien? Lo siento primo pero solo eres un tío que se cree importante por llevar una pistola en el pantalón. Pero, ¿qué le puedes dar a una chica? –Volvió a centrar la mirada en mí. –Nada. –De nuevo una patada en mis costillas y otro grito de dolor salió de mi garganta. –Ahora estará ahí con sus amigas, contándoles que ayer fuisteis a una casa lejos del centro a pegarle un tiro a un tío... espera, eso no se lo puede contar. Entonces, ¿crees que hablará de ti con sus amigas? –Miré la casa de Jenn a lo lejos y suspiré.
-Ya me has cansado, Lorenzo. Para escuchar palabrería y mentiras baratas pongo la televisión. –Saqué fuerzas de dónde no las tenía y me levanté del suelo. Mi paso era lento, a causa de la paliza que había recibido minutos antes, pero aún podía mantenerme en pie y eso era de agradecer. –Te advertí que te alejaras. Dos veces. Eres tú el que ha tentado la suerte. –Saqué la pistola y él hizo lo mismo. Ambos nos apuntábamos en la frente del otro.
Éramos él o yo. Y no pensaba consentir que entre esas opciones entrara Jenn.
-Hasta nunca. –Y apreté el gatillo. Esperé el disparo de respuesta pero no llegó, Lorenzo estaba tirado en el suelo, con un charco de sangre rodeando su cabeza. Miré el todoterreno y vi como sus dos amigos salían de él con la intención de hacerme desaparecer del mapa. Estaba demasiado herido como para luchar cuerpo a cuerpo y, los golpes que me había dejado mi primo en la cara impedían mi visión de lejos.
Estaban a apenas un metro cuando disparé a Rodrigo haciéndolo caer redondo al suelo. Uno menos. El otro era más rápido de lo que creía. Estaba a medio metro cuando disparé contra su pecho, pero justo un segundo antes él disparó contra mí, dándome de lleno en el brazo. Lo vi caer a pocos centímetros del cuerpo de Lorenzo y, acto seguido, me desplomé sobre mis rodillas.
Saqué el móvil con el brazo bueno y marqué el número de Liam.
-¿Qué pasa, Zayn?
-¿Puedes venir a por mí? Estoy en frente de la casa de Jenn. Me han dado. –Escuché una afirmación y colgué el teléfono. Mi mirada se clavó entonces en la casa de Jenn, y mi mente automáticamente reprodujo todas las palabras de Lorenzo que se marcaron con fuerza en mi cerebro. Me acerqué a la pared, y apoyé allí la cabeza mientras esperaba a Liam. De un momento a otro, todo se volvió negro.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Capítulo 58

*Narra Jenn*

-¡Zayn! –Grité con todas mis fuerzas desde el jardín de atrás y en medio segundo él estaba en el balcón, medio desnudo y apuntando con la pistola en mi dirección. –Estás jodidamente sexy así, pero baja la pistola y ven aquí. –Él rió y dejó la pistola en su pantalón mientras se acercaba a mí con un paso lento.
-¿Qué pasa?
-Mira este gatito. –Levanté una cría de gato y sonreí. -¿Puedo llevármelo? Por favor. –Se encogió de hombros resoplando.
-Haz lo que te dé la gana.
-Vaya, ya veo que nos levantamos de buen humor. –Él bufó y se dio la vuelta en dirección a la casa.
-La próxima vez no me despiertes para enseñarme un jodido gato. Creía que te había pasado algo. –Entró dentro de la casa y yo rodé los ojos cabreada. Fue entonces cuando mi mirada se posó en donde debería estar el cuerpo de Lorenzo. Sí, debería, porqué ahí no había nada. ¿Quién coño se había llevado el cuerpo?
-¡Zayn!
-¡No quiero ver otro puto gato, Jenn! –Gritó desde dentro de la casa, me estremecí y cogí al gato en brazos.
-¡Zayn! –Volví a gritar aún con más fuerza, no contestaba. -¡Malik, joder! –Miré de nuevo al balcón y lo vi asomarse cabreado.
-¡Olvídame quieres! Coge todos los gatos que te apetezca pero déjame dormir tranquilo, hostia.
-¡El puto cuerpo de tu primo no está donde lo dejamos anoche! –Grité con rabia y su cara palideció. Cogió la pistola, comprobando que tenía balas suficientes y bajó de un salto del balcón, acercándose a la parte delantera de la casa. Lo vi volver negando con la cabeza y gruñí.
-Coge al gato, si quieres, nos largamos. –Me acerqué a él pegándome a su espalda, mirando a todos lados. Pasamos por el salón y, antes de salir de la casa, guardé la pistola, que estaba sobre la mesa, en mi bolso. Nos montamos en la moto y salimos de ahí lo antes que pudimos. Ahora ya sabíamos que Lorenzo no estaba solo y, ahora más que nunca, iba a por nosotros.

-¿¡Y cómo es que estás aquí?! –Abracé a Valentina con fuerza y ella me respondió el abrazo aún más fuerte.
-Voy a pasar las navidades con mi primo, que lo echaba de menos. –Reí asintiendo y dando un sorbo del café. Los chicos se habían ido a dar una vuelta mientras nosotras nos poníamos manos a la obra con las compras de Navidad. –Ya me ha contado Zayn lo de Lorenzo. ¿No sabéis dónde está? –Negué con la cabeza.
-Lo vi caer al suelo muerto, en serio. No respiraba y a la mañana siguiente, ya no estaba ahí.
-Por lo tanto sabemos que sus amigos no se han ido a Roma.
-Y que está herido. Bastante. –Ambas asentimos. –Tenemos que encontrarlo.
-Tenemos que encontrarlo. –Nuestras palabras salieron al unísono, provocando tímidas sonrisas en ambos rostros. -¡Bueno! Se acabó hablar de esto, parecemos Liam y Zayn; seguro que ellos no están hablando de lo bueno que está aquel tío de ahí. Lástima que tenga novia. –Me giré hasta donde ella señalaba y sonreí levantándome con prisas y corriendo hasta el chico que había señalado Valentina. -¡El plan tampoco es que le pongas los cuernos a Zayn! –Reí al escucharla a la distancia y abracé a Harry con todas mis fuerzas.
-Vale, vale, yo también me alegro de verte. –Me separé para abrazar a Lea de la misma forma que a su novio. Nos acercamos hasta la mesa que compartía con Valentina y ella se levantó con una sonrisa en el rostro.
-Soy Valen.
-Yo Harry, y esta preciosidad es Lea.
-¡Cállate Styles! –Lea le dio un suave puñetazo a Harry en el hombro provocando mi risa. –Encantada.
-Igualmente. –Los cuatro nos sentamos mientras terminaba de tomarme el café.
-¿Qué hacíais por aquí? –Levanté la mirada de mi vaso centrándola en Lea y ella sonrió.
-Sólo buscábamos regalos de navidad. –Asentí.
-¡Nosotras igual! Te puedes venir con nosotras si quieres. Tú, Harry no. Sólo chicas. –Valen lanzó una mirada asesina hacia Harry aunque rapidamente empezó a reír como una loca, causando nuestras risas también.
-¿Podemos hablar un segundo en privado, Jenn? –Asentí y me levanté de la mesa, alejándome con Harry, hasta pegarnos a la pared de una de las tiendas.
-¿Qué pasa, ricitos?
-No sé qué regalarle a Lea. –Resopló, pasándose una mano por sus rizos y le dediqué una tierna sonrisa. –Quiero impresionarla, tiene que ser algo especial; pero soy malísimo para el romanticismo.
-Vale, conozco poco a Lea, pero estoy segura de algo que le gustará sí o sí. –Miré encima del hombro de Harry y vi como Lea y Valen hablaban entre carcajadas en la mesa. Giré la mirada para ver a Zayn, que me dedicó una mirada cortante desde la barra a la que respondí con una sonrisa.
-¿Me lo vas a decir o tengo que pagarte? –Volví a mirar los ojos verdes de Harry y reí con fuerza.
-Sí, sí, perdona. ¿Qué te parece unas entradas para algún concierto de alguien que le encante?
-¡Es genial! ¡Eres genial! –Antes de darme cuenta estaba entre sus brazos siendo asfixiada por un abrazo.
-Harry, necesito respirar. –Él me soltó entre risas y yo me arreglé el pelo como pude. –Gracias.
-A ti. Seguro que le encanta. Tú también recibirás un buen regalo en navidad. –Besó mi mejilla y volvió a retomar el camino hasta la mesa, donde se sentó mientras pasaba un brazo por los hombros de Lea. Yo sólo rodé los ojos, mientras negaba con la cabeza y una sonrisa aparecía en mi cara. “Este chico estaba rematadamente loco”. Volví a la mesa para despedirme de Harry y empezar la sesión de compras con las chicas.
-Harry, si quieres puedes irte con mi primo y Liam. –Tosí forzosamente y miré de reojo a Zayn que tenía los puños apretados encima de la mesa sin quitarle el ojo de encima a Harry.
-No, yo mejor me voy a dar una vuelta y luego ya recojo a Lea. –Valen negó con la cabeza y se levantó llamando la atención de Zayn y Liam. Estos se acercaron con rapidez y se sentaron en un par de sillas que había libres.
-Chicos, vosotros os vais con Harry a dar una vuelta y nosotras a comprar. Aquí en dos horas. –Valentina besó con rapidez los labios de Liam y se levantó cogiendo sus cosas. Lea miró a Harry y repitió la acción de Valentina. Yo me acerqué al oído de Zayn, intentando que nuestra conversación se quedara en simples susurros.
-No la líes, Malik y te compraré algo bonito.
-Mejor cómprate algo de lencería negra. Eso sí que será un bonito regalo para mí. –Reí en su cuello y besé sus labios para después hacer compañía a las dos chicas. Valentina se giró antes de salir del bar y miró a los tres chicos con una sonrisa.
-¡Pagáis vosotros! –Y salimos de allí con rapidez, haciendo que nuestras carcajadas se escucharan por todo el centro comercial.
-Mirad, esto para Liam. -Valentina nos enseñó una camiseta blanca con un 'fuck you' estampado en negro. Asentí, le gustaría seguro. El regalo de Harry fue el primero que escogimos, un par de fundas para su iPhone y algo que Lea ya le había comprado aparte. Ahora tocaba el de Liam. Habíamos recogido como cinco tiendas, pero nada, Valen seguía indecisa.
-¿Seguro? –Resoplé, apartando de mi cara un par de mechones y sonreí.
-Segurísimo. –Ella asintió y se fue a la caja a pagar. Salimos de ahí, y empecé a pensar que regalarle a Zayn.
-¿Jenn? –Levanté la mirada hasta Lea y me sonrió. -¿Sabes que comprarle? –Negué con la cabeza.
-Tengo la sensación de que la voy a joder con el regalo.
-¡Le compres lo que le compres seguro que le encanta! –Valentina me agarró del brazo y empezó a pasear de nuevo por todo el centro comercial. Las tiendas ya me las conocía de memoria, así que no me paraba ni si quiera a mirarlas.
-Dejadlo. Me rindo.
-Nena, la semana que viene es 23. ¿Cuándo se lo piensas comprar? –Resoplé, ahogando un grito entre mis manos. Mis amigas rieron abrazándome con fuerza y yo bufé cabreada.
-Chicas, id donde los chicos, yo voy a dar una vuelta. A ver si veo alguna cosa. –Ambas asintieron al unísono. Y me dejaron sola en la puerta de una tienda.
"Piensa por una vez en tu vida, Jennifer. ¿Qué puedes comprarle?"
Empecé a andar, hasta que entré en una tienda que no había visto antes. Empecé a rebuscar entre las perchas, entre cada prenda, pero nada. No había ni una cosa que me gustase para él.
-¿Puedo ayudarte en algo? –Me giré y sonreí a Liam que rodeó mi cuerpo con sus brazos y apoyó su barbilla en mi hombro.
-No veo nada que le vaya a gustar realmente.
-¿Por qué no piensas un poco? Es un regalo tuyo, aunque le regales una piedra la va a guardar como un tesoro. –Reí ante su comentario y me acerqué a la última estantería de la tienda. –Mira esto. –Observé lo que me enseñaba y me dedicó una sonrisa.
-Tiene una igual, se la puso en Roma. –Liam bufó, dejando la chaqueta encima de un perchero y siguió dando vueltas por la tienda.
-¡Liam! –Busqué a Liam con la mirada, pero no había ni rastro de él en la tienda. Gruñí. –Este capullo se ha largado.
-Este capullo está justo detrás de ti.
-Te quiero. –Reímos y levanté la camisa que había escogido. Él asintió y yo aplaudí emocionada. Corrí a la caja para pagar y, cuando terminamos, volvimos con el resto que nos miraba esperando que dijéramos dónde habíamos estado. Nosotros simplemente sonreímos y nos sentamos mientras retomaban la conversación.
-¿Por qué no hacemos una comida el sábado, para celebrar las fiestas y eso? –Todas las miradas se posaron en Liam, y fueron aceptaron la propuesta uno por uno. No sé por qué tenía la sensación de que esa comida no iba a salir demasiado bien. Miré el reloj de mi móvil y me levanté de la mesa haciendo que todos me miraran.
-Lo siento, es que tengo que irme. Hablamos. –Me despedí de todos hasta llegar a Zayn que se puso de pie y, después de una rápida despedida, me hizo compañía.

-Gracias por traerme, Malik. –Él sonrió negando con la cabeza y se bajó de la moto al mismo tiempo que yo.
-Voy a quedarme por aquí cerca, no pienso dejar que ese malnacido de Lorenzo se acerque a ti. No te va a tocar un pelo, no otra vez. –Besó mis labios antes de que entrara en casa. –Te quiero, Jenn.
-Te quiero. –Volví a saborear sus labios y entré en casa para preparar todo lo necesario antes de que llegaran las chicas.

martes, 10 de septiembre de 2013

Capítulo 57

*Narra Valentina*
Las nueve y media de la noche y el avión acababa de pisar tierras británicas, nada más abrir las puertas, me bajé con demasiadas prisas y corrí a coger mis maletas. Eran tres maletas, más una de mano, pero seguro que me acabaría faltando ropa y tendría que ir de compras.
Empecé a andar por toda la terminal, recibiendo miradas de todo el mundo, entonces supe por qué. Estaba demasiado morena para ser una británica más, luego miré mi reflejo en un escaparate y supe que todos me miraban por el escote tan pronunciado que llevaba. Sonreí cuando vi el coche de Liam aparcado a pocos metros de mí. Atravesé el aparcamiento y me crucé de brazos buscándolo con la mirada.
-Te he echado de menos, nena. –Sus susurros hicieron que mis piernas flaquearan y sonreí cuando recibí un par de besos húmedos por mi cuello. Me giré para besar sus labios y él me devolvió el cálido beso, apartándose de mí dejándome con más ganas. –Vamos, guapa. –Golpeó mi trasero, y me guiñó un ojo. Idiota como él solo. Metió las maletas en el maletero y se montó en el coche en menos de un minuto.
-¡Liam! –Reí y me senté en el asiento del copiloto.
-¿A dónde te llevo, nena?
-A tu cama. –Solté una carcajada y a él le faltó tiempo para acelerar, provocándome una risa aún más escandalosa. Íbamos sorteando los coches y, cuando entramos en la ciudad, no respetábamos ningún semáforo. –Liam, no quiero morir.
-Vas a morir en unos minutos, nena. –Puso una mano en mi muslo y apretó con delicadeza, haciendo que me estremeciera por completo. Giré mi cara hasta él y pude ver su sonrisa. –Tranquila, será de placer. –Reí y me acerqué a él besando con parsimonia su cuello. –Valen, estoy conduciendo.
-¿Y esto te distrae? –Paseé mi lengua por su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja y él gruñó.
-Valen, para. –Reí en voz baja y puse una mano en sus vaqueros, paseándola con tranquilidad por su muslo. Volví a escucharlo gruñir cuando bajé la cremallera de su pantalón. –Joder. –El coche frenó con fuerza y me fijé en la casa, no había cambiado un ápice desde la última vez que la vi.
Me bajé del coche de un salto y, después de que Liam abriera la puerta, entré con prisas encendiendo la televisión y sentándome en el sofá.
-Si piensas que vas a salir impune después de lo del coche, vas lista, nena.
-¿El coche? ¿Qué ha pasado en el coche? –Sonreí cuando vi cómo se acercaba a mí, quitándose la camiseta gris que llevaba. –Eh, esa camiseta…
-Sí, es la que me regalaste en mi cumpleaños. –Asentí mordiéndome el labio, perdiendo mi mirada en su torso. ¿Desde hace cuánto va al gimnasio? En medio segundo estaba encima de mí, haciendo que nuestras narices se rozaran. – ¿No tienes calor? –Negué con la cabeza, provocando su risa.
-¿Y tú no tienes frío? Hace cinco grados en la calle.
-Podría derretir el polo con la temperatura de mi cuerpo, Valen. –Besé sus labios con ganas, todas las ganas acumuladas después de dos meses sin verlo. Él me devolvió el beso con la misma intensidad, agarrando con fuerza mi cuerpo, pegando mi cintura con la suya. Un pequeño gemido salió de mis labios cuando sentí un bulto pegado a mi estómago.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando sentí sus dedos acariciar mi brazo desnudo y, fue entonces cuando me percaté de que estaba sin camiseta. Los pantalones también desaparecieron de mi cuerpo en medio minuto y, los suyos, corrieron la misma suerte.
-Este sofá es demasiado incómodo. –Antes de que pudiera contestar, Liam ya me había cogido en brazos, haciendo que yo enroscara mis piernas en su cadera, pegando aún más su erección contra mi entrada. Gemí en su oído, mientras él mordisqueaba con delicadeza mi hombro, provocando que mi excitación fuera mayor.
Me tumbó sobre su cama y rebuscó en los cajones en busca de un preservativo y, cuando lo encontró, volvió a tumbarse encima de mí. Se podía decir que arrancó de un tirón mi sujetador, haciendo que el rubor de mis mejillas aumentara.
-Eres preciosa. –Capturó mis labios en un beso, mientras su mano subía, hasta masajear mi pecho. Los besos volvieron a aumentar el ritmo al igual que las caricias sobre mi cuerpo. En un rápido movimiento, me coloqué sobre su cadera, dejándolo a él debajo y tomando el control de la situación.
-Es hora de descansar, Liam. –Sonreí de medio lado y metí las manos en sus bóxers, masajeando con ganas su erección, provocando pequeños suspiros y haciendo que el bulto cada vez fuera mayor.
-Valen, voy a llegar ya como sigas así. –Reí y besé su pecho, quitándonos a ambos las últimas prendas de ropa que teníamos. Le coloqué el preservativo y me senté sobre él como pude y empecé con un ritmo lento, al igual que los besos mientras sentía como se tensaba todo mi cuerpo al sentirlo dentro. Me alejé de sus labios para colocar mis manos en su pecho y mantener el ritmo, el cual aumentó con el paso del tiempo. Sus manos se colocaron en mi cintura, ayudándome con los movimientos.
Minutos después, Liam volvió a ponerme debajo, formando movimientos rápidos con su cadera, haciendo que arqueara la espalda buscando más. Sus labios repasaron toda mi anatomía, dejando leves mordiscos en mis puntos más sensibles. Los míos, por el contrario, se centraron en su cuello, provocando que mi nombre saliera en pequeños susurros de su boca.
Ambos acabamos a los pocos minutos y él se dejó caer sobre mi pecho con sumo cuidado mientras yo pasaba mis dedos entre su pelo. Ambas respiraciones fueron disminuyendo de velocidad hasta que estaban completamente acompasadas.
Liam levantó la mirada, al mismo tiempo que hacía que se entrelazaran nuestros dedos y besó mi mejilla, para mostrarme después una preciosa sonrisa en su cara, sabía que otra sonrisa había aparecido en mi cara; ese era el efecto que tenía Liam en mí, siempre había sido así, desde que lo conocí.
Miré al techo recordando la primera vez que lo vi sentado en la mesa del comedor de mis abuelos, o como sonreía con las historias de mi primo, su sonrisa me capturó desde el primer momento; después mantuvimos el contacto, sesiones de Skype, llamadas hasta altas de la madrugada, mensajes de ánimo en los malos momentos o simplemente, llamadas para no hablar de nada y escuchar la voz del otro, detalles que poco a poco hicieron que me enamorara de él.
-Valen, ¿me escuchas? –Volví a centrar mi mirada en sus ojos y negué con una sonrisa. –Déjalo.
-No, dime que has dicho. –Besó mi mejilla y se movió a mi lado en la cama, rodeando mi cintura con un brazo.
-Era una tontería. –Me encogí de hombros y besé su hombro, cerrando los ojos intentando dormirme un poco. Pasaron unos minutos hasta que volví a escuchar su voz. -¿Estás dormida, nena? –No contesté, fingiendo estar en un profundo sueño. –Bueno, pues aprovecho y te digo lo de antes. –Sentí como apartaba un par de mechones de mi cara, colocándolos en mi oreja y sentí el leve movimiento de sus labios sobre ella. –Te quiero, Valentina. Te quiero. –Mis ojos se aguaron, era la primera vez que me lo decía. Besó mi mejilla y se acomodó en la cama. Después de esas palabras no podía dormir, no quería cerrar los ojos, abrirlos y que todo hubiera sido un jodido sueño.
Me giré en la cama mirando el reloj de mi móvil. Las doce menos veinte de la noche;  escribí un rápido mensaje a mi primo, diciéndole que estaba en Londres y volví a estirarme en la cama. Llevábamos como dos horas durmiendo, bueno, Liam llevaba dos horas durmiendo. Me giré mirándolo y sonreí.
-Yo también te quiero, Liam.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Capítulo 56

Suspiré apretándome a su cintura mientras él circulaba por las calles de Londres. Otra vez había tenido que venir a protegerme él.
Frenamos después de más de media hora en la moto. Me bajé y empecé a andar hasta la casa dejando a Zayn atrás, que estaba guardando la moto en un lugar dónde nadie pudiera verla. Escruté el lugar con la mirada y me di cuenta que me había traído a la casa que visitamos unos meses antes.
Golpeé la puerta para entrar y me acomodé en el viejo sofá que había, Zayn llegó un par de minutos después y cerró la puerta a sus espaldas, haciendo que el eco se escuchara en toda la estancia.
-¿Qué te pasa?
-Nada. –Subí los pies al sofá y los abracé, pegando los muslos al pecho.
-Vamos, dime.
-Estoy harta de que me tengas que proteger. Me siento inútil, como si no pudiera hacer nada, cada vez que hay algún problema tienes que venir tú a ayudarme. –Suspiré. –Déjalo, es una tontería. Voy a dormir un rato. –Me tumbé en el sofá, colocando mis manos como almohada.
- Preciosa, haces de todo con solo sonreír. Jenn, estoy encantado de ser quien te proteja, créeme que no querría que otra persona que no fuese yo te protegiese. –Se acercó a mí y se sentó cogiéndome en brazos. Dejó un beso en mi frente y me apretó contra su pecho. –Descansa anda, yo me quedo vigilando por si acaso. –Me senté a su lado para poder apoyar la cabeza en su hombro. Estuve repasando con la mirada la habitación hasta que escuché un gruñido a mi lado. Me giré y pude ver como Zayn roncaba a mi lado.
Ahogué una risa y me moví del sofá para asomarme al balcón a que me diera algo de aire. Se escuchaban los coches en la lejanía, y gracias a la luz de las farolas se podía ver algunos gatos moverse en los alrededores de la casa.
Un ruido en la parte delantera de la casa me alertó y volví a entrar en casa. Me asomé a través de la cristalera rota y pude distinguir a alguien golpear una piedra en frente de la puerta. Si mi vista no me fallaba, era Lorenzo. Nunca olvidaría ese pelo rubio.
Me giré y miré a Zayn, necesitaba dormir; había visto sus ojeras en el bar de esta tarde. Cogí la pistola que Zayn había dejado encima de la mesa y me acerqué a la puerta.
"Jenn, si sales por ahí le estás poniendo a huevo que te pegue un tiro. El balcón."
Asentí para mí misma y corrí al balcón. Di un pequeño salto y cuando mis pies tocaron el suelo, guardé la pistola en la parte de atrás de mi pantalón y avancé con cuidado hasta la puerta principal.
"¿Y ahora qué? ¿Piensas plantarte en frente de él con una sonrisa y decirle: "Hola vengo a pegarte un tiro"? Haz un plan antes, idiota."
Me apoyé en la pared y empecé a cavilar todas las opciones que podía hacer, hasta que escuché unos pasos a pocos metros de mí.
-Vaya, me lo has puesto muy fácil, morena. –Me erguí separándome de la pared y le dediqué una sonrisa al chico.
-Puedo decir lo mismo´, rubito. –Él rió dando un paso hacia a mí, mientras yo daba dos alejándome de él.
-¿Tienes miedo?
-No me hagas reír. –Detuve mis movimientos y escruté su posición. -¿Qué, no vienes con tus amigos?
-No me hace falta nadie para daros un buen escarmiento. Los he mandado de vuelta a Roma. –Reí irónicamente y él gruñó cabreado. –Bueno, ya me he hartado de hablar, ahora te quiero hacer gritar.
-Lo mismo digo. –Puse mi mano en la culata de la pistola y la saqué, apuntando directamente al pecho de Lorenzo.
-Vaya, que miedo, la niñita tiene una pistola. ¿Acaso sabes usarla? –Disparé a su brazo, haciendo que gritara de dolor mientras caía al suelo.
-Te dije que te haría gritar. –Lo vi retorcerse en el suelo mientras apretaba la herida intentando detener la hemorragia.
-Eres una maldita zorra. –Se levantó a regañadientes sacando una navaja de uno de los bolsillos de sus vaqueros. Gruñí y volví a levantar la pistola.
Una parte de mí no quería matarlo, no quería ser una asesina. Pero otra, ansiaba con ganas pegarle un tiro y darle su merecido.
-Nos vemos en el infierno, primo. –Y un tiro salió desde detrás de mi hombro clavándose en el pecho de Lorenzo, haciendo que su cuerpo inerte cayera al suelo.
Me giré y me encontré a Zayn con otra pistola algo más pequeña de la que yo tenía. Lo abracé con fuerza, sintiendo como su pecho se contraía a causa de la leve risa.
-¿Qué pasa?
-Dices que eres una inútil y apenas una hora después le pegas un tiro a mi primo dejándolo medio muerto. –Acompañé su risa y le devolví la pistola.
-¿Cómo sabías dónde estábamos?
-Oí como saltabas por el balcón y cuando escuché el disparo pensaba que él te había dado a ti, pero veo que sigues siendo buena tiradora. –Agarró mi cintura, levantándome escasos centímetros y así poder besarme con tranquilidad.
-Ya te lo dije Malik, tengo un buen maestro. –Entramos en casa y volvimos ocupar asiento en el sofá de antes. Sus brazos rodearon mi cintura, pegándome a él.
-¿Sabes, Jenn? Cuando he escuchado el disparo, me he bloqueado. –Levanté la mirada hasta él, esperando que continuara. –Pensaba que te habías ido, que todo se había acabado en ese momento. Que no volvería a verte, ni a escuchar tu risa. Creí que te perdía y, por primera vez en bastante tiempo, estaba acojonado, preciosa.
-Pues aquí estoy y aquí voy a seguir mucho tiempo. –Besé su mejilla y él acarició con delicadeza mi pelo. Sentí como los ojos se me iban cerrando poco a poco. Y caí en un leve sueño hasta que la melodía de su móvil me despertó. -¿Qué hora es, Malik?
-Las doce menos veinte. –Asentí. -¿Quién es?
-Alguien que tiene ganas de verte. –Me enseñó el móvil y yo reí levemente. Mañana sería un día divertido.