jueves, 29 de agosto de 2013

Capítulo 50

Salimos a la puerta principal mientras yo forcejeaba intentando zafarme de su apretado agarre, después de vivir una escena en el bar no quería saber de qué era capaz este tío. Apreté el tacón contra su pie provocando un gruñido de dolor por su parte.
Su mano se apartó de mi boca el tiempo justo para soltar un grito de ayuda, aunque fue sustituido por uno de dolor en cuanto la palma de su mano se estrelló en mi mejilla. Ahogué un sollozo, no le iba a dar la satisfacción de verme llorar. Me agarró con fuerza del brazo, retorciéndomelo y lo colocó en mi espalda evitando que hiciera movimiento alguno. Antes de acercarse al coche, estrelló mi cuerpo contra una farola, haciendo que me encorvara del dolor.
-Coopera, ¿quieres? No me gusta hacer daño a una señorita, pero si me lo pones difícil vas a sufrir las consecuencias. –Abrió la puerta de un maserati blanco empujándome con fuerza al asiento trasero. Mi cabeza se estrelló contra la ventanilla y grité de dolor, sintiendo como un pequeño hilo de sangre bajaba por mi mejilla. Sacando las fuerzas de donde pude clavé mi pie en su muslo y aproveché sus instantes de dolor para salir del coche y alejarme lo máximo posible de él, pero sus movimientos eran más rápidos y en pocos segundos me tenía cogida por el pelo, casi arrastrándome de nuevo al interior del coche, golpeando mis costillas con sus rodilla. Ya no reprimía los sollozos, estaba demasiado dolorida como para aguantar las lágrimas, que quemaban mis mejillas.
-Creo recordar que te dije que no la tocaras. –La figura de  Zayn apareció en el capó del coche y apretó los puños con fuerza cuando miró mi cara empapada en lágrimas. –Tienes dos segundos para soltarla y, a lo mejor, me pienso si matarte con mis propias manos o con un tiro limpio.
-Creo que me arriesgaré. –Una de las manos de Lorenzo se acercó a mi cara, acariciándola con delicadeza mientras sonreía con sorna.
-Uno. –Zayn dio un paso más hasta nosotros y Lorenzo apretó mi cara acercando mis labios a los suyos. –No te atrevas Lorenzo, no sabes de lo que soy capaz de hacer por ella. –Una risa gutural salió de la boca de su primo haciendo que todo mi cuerpo temblara del miedo.
-No es más que otra de tu lista, Zayn. Deja que yo también la disfrute. –Lo siguiente que vi fue como Zayn estaba encima de su primo, agarrándolo del cuello de la camisa.
-Has tentado mucho a la suerte primito. –Un derechazo limpio a la nariz hizo que un poco de sangre salpicara la camisa blanca de Zayn. Lorenzo lo empujó con fuerza, quitándoselo de encima y rápidamente estrelló un puñetazo en el mismo sitio que Zayn se lo había propinado segundos antes. Se palpó la nariz varias veces observando la hemorragia que acaba de producirle el golpe y levantó la mirada hasta su primo frunciendo el ceño. Sus ojos eran de un marrón casi negro y, apostaría mi paga diciendo que podía ver como había chispas de odio saltando en ellos.
El puño de Zayn se clavó en el vientre de Lorenzo aunque Lorenzo tampoco se detenía y sus golpes iban directos a la cara de Zayn y a su estómago. Zayn agarró a su primo por el cuello de la camisa, manchada enteramente por sangre y lo estrelló contra el capó de un todoterreno que había allí aparcado. A pesar de las lágrimas pude ver el gesto de dolor en la cara de Lorenzo y, una parte de mí, sintió pena por él. Yo no era del tipo de personas que disfrutaba  viendo sufrir a la gente y no iba a cambiar ahora. Zayn golpeó la cabeza de su primo contra el coche y lanzó un puñetazo hasta ella. Repitió la acción un par de veces, haciendo que el coche, su puño, la cara de su primo y todo en general se llenase de sangre. Corrí hasta ponerme detrás de él y acaricié su cuello.
-Zayn, Zayn para. Lo vas a matar. –Su puño bajó y dio un paso atrás alejándose del cuerpo de su primo que estaba tirado en mitad de la calle; por el movimiento de su pecho supe que le costaba respirar, miré a Zayn sin saber qué hacer, pero él ya estaba montándose en el jeep.
Corrí hasta el coche y me monté con prisas. Él aceleró y nos alejamos de la mansión. Zayn aceleraba en las calles medio vacías de Roma, saltándose semáforos y sin importarle mucho lo que le gritaran el resto de conductores. No hablamos nada, ni una palabra y, cuando llegamos al hotel igual. Él sólo entró en la habitación y comenzó a cambiarse sin articular una palabra.
Yo repetí sus acciones, me desnudé y miré mi reflejo en el espejo, el cual me permitió ver la sangre de mi labio y mi ojo medio morado. El hombro también lo tenía rojo y sabía que al día siguiente lo tendría morado. Me ahorré el mirarme las costillas ya que con el simpe roce de mis dedos me dolían. Mis ojos se fijaron entonces en los ojos marrones de Zayn que me miraban desde el borde de la cama. Tenía sangre seca en su ceja y algo hinchado el ojo izquierdo, me acerqué a él con el algodón que había usado para limpiar mi herida, pero él simplemente negó con la cabeza y desvió la mirada hasta el balcón. Volví a girarme y seguí mirando mi reflejo.
-Jenn, lo que has visto esta noche… –Tragó saliva. –Has visto la peor parte de mí. Y no quiero meterte en esto. Mañana volvemos a Londres, desapareceré de tu vida, no te meteré en mis mierdas. Se acabó Jenn, sabíamos que tendríamos que hacerlo y ya es el momento de acabar con esto. –Era la primera vez que hablaba desde la pelea y no era eso lo que quería oír.
-No. –Me giré y avancé hasta él, inclinándome hasta ponerme a su altura, haciendo así que su mirada y la mía se juntaran. –No me pienso ir a Londres. Y por supuesto no pienso dejar que desaparezcas de mi vida.
-Jennifer.
-¡No Zayn! –Mi voz se cortó por las lágrimas y más que gritar enfadada parecía que suplicaba. –Prometiste que no me ibas a dejar. ¡Joder Zayn, lo prometiste! –Enterré mi cabeza en mis rodillas y suspiré intentando relajarme. –He visto la peor parte de ti y no te he dejado. He vuelto contigo al hotel, sin importarme nada. Me da igual que seas un asesino, un traficante o un payaso de circo, Malik. Te quiero. –Sus ojos se levantaron hasta encontrar los míos y yo me sequé las lágrimas que quedaban en mis mejillas.
-Te quiero, preciosa. –Me levantó hasta ponerme en sus rodillas y besó mis labios con lentitud, procurando no hacerme daño. Me recostó en la cama, apretándome contra su cálido cuerpo y dejó que sus manos pasearan por mi espalda hasta situarse en mi cadera, dejando en ella suaves caricias. Cerré los ojos, cayendo poco a poco en los brazos de Morfeo. –No podría dejarte, preciosa. Por mucho que quisiera, me tienes atado. –Después de esas palabras, sentí un beso en mi frente y pocos segundos después, estaba completamente sumida en un sueño.

PD: Muchas gracias a Elena por hacerme la foto, te debo una cielo. Te quieeero <3

miércoles, 28 de agosto de 2013

Capítulo 49


Sonreí después del beso y entré en el jardín, convirtiéndonos a ambos en el centro de todas y cada una de las miradas. Mis tías sonreían y se acercaron con rapidez.
-Estas son Francesca, la madre de Valentina, y Mariana. –Jenn saludó con una sonrisa a ambas y se puso a hablar animadamente con ellas y Valentina que se unió en seguida a la conversación al igual que mi abuela Sofía. Yo la dejé sola para ir a hablar con mis tíos y mi abuelo que fumaban un puro mientras comentaban a plena voz un nuevo plan que ejecutar.
-Hola Zayn.
-Gregorio. –Estreché la mano de mi tío y él la apretó con fuerza. –Rafael. –Repetí la acción con mi otro tío y saludé con un abrazo a mi abuelo.
-Es guapa. –La voz de mi primo se clavó en mi espalda y me giré clavando mi mirada en la suya con furia.
-Aleja la mirada de ella. –Lorenzo rió con fuerza acariciándose el hombro. –Te duele ¿no? -Agarré a mi primo por el brazo y lo separé de todo el grupo para hablar con él en privado. –Si vuelves a tocarla, a mirarla o hasta respirar el mismo aire que ella te juro que el tiro va directo a tu cabeza. ¿A qué cojones venía que tú y tu amiguito nos siguierais esta mañana? ¿Y el festival del bar?
-Tranquilo, primito. Sólo he dicho que es guapa, y más a la luz de las antorchas. Lo de seguirte, ha sido divertido. Y lo del bar... –se tocó el labio aún dolorido por el mordisco de Jenn y sonrió –deberías compartirla. –Gruñí cerrando los puños hasta que unos brazos rodearon mi cintura besando mi hombro. No. Ella ahora no.
-¿Qué pasa Zayn? –Ella se colocó a mi lado y me dedicó una sonrisa. -¿No nos vas a present...? –Su boca se tensó en una línea recta y apretó mi hombro, intentando ocultarse detrás de mí; estaba asustada y lo notaba por el pequeño temblor que tenía en su labio.
-Tranquila guapa, no voy a hacerte nada… que tú no quieras. –Lorenzo rió con fuerza, provocando un escalofrío en Jenn y haciendo que mi rabia aumentara cada vez más. –Soy el primo de Zayn, Lorenzo, aunque ya nos conocemos. –Dio un paso para acercarse a ella pero yo me puse en medio deteniendo su avance.
-No te acerques a ella, no te lo repito más. –Lorenzo levantó las manos como un gesto inocente y se alejó de nosotros mientras enseñaba una sonrisa cínica.
-¿En serio el tío que estuvo a punto de violarme o lo que quisiera que fuera a hacer me el otro día, es tu primo? –Asentí con desgana y ella se separó de mí con parsimonia. -¿Por qué no me lo dijiste?
-No es la parte más agradable de mi familia. Simplemente, ni lo considero de mi familia.
-Tenías que habérmelo dicho igualmente. –Sus palabras salieron en un hilo de voz apenas audible para los demás. Suspiré y levanté su barbilla para hacer que me mirara.
-Perdóname, preciosa. No quería hablarte de él, no te preocupes, no te va a hacer nada.
-Da igual. –Se alejó un paso de mí y me mostró la sonrisa más falsa que había visto jamás. –Me vuelvo con tu prima. Cuando quieras irte me avisas. –Suspiré y di un largo trago a mi bebida mientras la veía alejarse entre la gente con la cabeza agachada.
Seguí hablando con mis tíos sobre la nueva información de Inglaterra, todo iba como debía ir, por lo que tendría unos días de tranquilidad cuando volviéramos.
Con la mirada buscaba a Lorenzo, pero no había ni rastro de él, supuse que se había largado y me relajé, escuchando con atención lo que explicaba Rafael.
-Entonces, cuando llegues a Londres, lo primero que tienes que hacer es hablar con Liam y tu padre, si ellos están de acuerdo todo saldrá bien.
-Creo que puedo avanzar que Liam estará de acuerdo, y convencer a mi padre será pan comido. –Mis tíos rieron y encendieron un puro más, al mismo tiempo que yo encendía un tercer cigarrillo. Me separé de ellos, en dirección al baño, sin perder de vista a Jenn, que parecía divertirse con mi prima. Sonreí negando con la cabeza antes de volver a perderla entre la gente bailando una mini conga con Valentina.
*Narra Jenn*
-Tenía que habérmelo dicho, joder. Valen, no intentes defenderlo. –Su prima se sentó delante de mí con su característica sonrisa.
-Es un cabrón.
-Perdona, ¿qué? –No quería que lo defendiera, pero tampoco me esperaba eso. Ella suspiró y rió en voz baja.
-Tenía que habértelo dicho, joder, Lorenzo estuvo a punto de yo que sé qué y él no dijo nada. –Se levantó de un salto y me tendió la mano para que me levantara. –Bueno, dejemos el tema. ¡Vamos a divertirnos!
Empezamos a movernos por todo el jardín al ritmo de la música. Íbamos algo contentas, vale no, íbamos borrachas y bastante.
-Creo que vas muy mal ¿no? –Esa voz. Me giré achinando los ojos, intentando mantenerme en pie. –Sí, vas mal. –Él rió con fuerza.
-Déjame tranquila ¿quieres?
-Ese es el caso que no quiero. –Agarró mi cintura, pegándome más a él. Mis manos se posaron en su pecho intentando alejarlo de mí. Iba muy borracha, pero sabía perfectamente que aquello no iba a acabar bien.
-Suéltame. Ahora. –Miré sus ojos azules y él sonrió aún más ampliamente. Mi mirada recorrió todo el lugar pero no había rastro de Zayn por ningún sitio. ¿Dónde coño estaba? Rápidamente las manos de Lorenzo se posaron en mi boca impidiéndome gritar. Miré a Valentina en busca de ayuda, pero estaba dormida en una hamaca y los demás invitados estaban absortos en sus conversaciones.
Necesitaba ayuda, pero nadie iba a dármela.

martes, 27 de agosto de 2013

Capítulo 48

*Narra Zayn*
Era la quinta tienda de ropa a la que entrabamos y Jenn aún no había comprado nada. Suspiré mientras la seguía por todas las estanterías y pasillos de la tienda. Cogió cinco o seis vestidos y rechazó otros tantos hasta que por fin corrió al probador mientras yo me apoyaba en la pared de enfrente dispuesto a darle mi opinión sobre todos ellos.
-¡Vale, salgo! –Abrió la puerta del probador y giró sobre sí misma hasta volver a quedar en frente mía y sonrió ajustándose el pelo en un hombro. Llevaba un vestido verde que se ajustaba a todas sus curvas, mierda, estaba genial. Me mordí el labio y ella sonrió. -¿Te gusta? ¡Sí, te gusta! Lo sé, lo veo en tu cara. –Empezó a aplaudir con demasiado entusiasmo causando mi risa y las miradas de las dependientas de la tienda.
-Jenn, Jenn, tranquila. –Me acerqué a ella y se calmó. -¿Te gusta a ti? –Se mordió el labio y asintió con media sonrisa en la cara.
-Pero bueno, aún hay más. Espera ahí. –Volvió a entrar en el probador dejándome en la puerta con una sonrisa.
A los pocos minutos salió con un vestido blanco de manga corta y volvió a girar esperando mi aceptación, asentí mirándola de arriba abajo. Repitió la acción con otro vestido azul, algo más corto que el anterior y volví a asentir. Y, de nuevo lo mismo con otro vestido blanco.
-¡No te pueden gustar todos, Zayn! –Su risa entrecortaba las palabras.                              
-Pues me gustan. –Me encogí de hombros, subiendo las mangas de mi chaqueta de cuero y ella se cruzó de brazos mirándome seria.
-¡Vamos, Zayn! No se puede ir de compras contigo. –Suspiró y volvió a cerrar el probador. Un par de minutos después la escuché hablar. –Este es el último. –Y acto seguido volvió abrir, mostrándome su figura a través de un vestido blanco que la hacía más sexy de lo que ya era. Sabía que mi boca se había abierto como una O, cuando vi a Jenn reírse. Tosí un par de veces intentando recuperar la compostura y ella giró para mostrarme la espalda y sonreí. El vestido dejaba su espalda al descubierto y la decoraba con un bonito lazo. Estaba preciosa, joder.
-Este.
-¿Este? No es muy... –Frunció el ceño mientras miraba sobre su hombro intentando mirarse en el espejo.
-Es perfecto. –Me acerqué a ella y agarré su cintura pegando sus labios a los míos. Escuché un par de susurros de las demás clientas de la tienda y Jenn rió aún con sus labios sobre los míos.
Terminamos en la tienda de vestidos y seguimos paseando por Roma.
-Tocan los zapatos, Malik.
-No, no, no creo que aguante más.
-Vamos, será divertido. –La miré irónico y ella me sonrió como solo ella sabe. Rodé los ojos y asentí.
Volvimos a recorrer varias tiendas hasta que por fin encontramos los perfectos para ella. Comimos y regresamos al hotel para empezar a arreglarnos. Bueno, más bien Jenn empezó a  arreglarse, yo mientras la esperaba viendo la televisión.
-¡Zayn! Vamos a llegar tarde así que arréglate ya. –Su voz resonó en la habitación y reí.
-Vale mamá.
-Malik, lo que yo te hago no te lo haría tu madre. –Escuché su risa en el baño y rompí a reír yo también.
-Eres una pequeña pervertida, Green. –Salió del baño, aún más guapa de lo que ya estaba en la tienda. –Creo que el vestido te va a durar puesto poco tiempo. –La agarré de la cintura, rozando con mis dedos su espalda desnuda, pegando su pecho al mío.
-Malik, tienes que vestirte.
-O tú que desnudarte. –Ella rió y, a regañadientes, me separé de su cuerpo y entré en el baño. Me duché y afeité y me puse el traje. Terminé de abrochar la corbata cuando ella entró en el cuarto.
-No, no. Sin corbata estás mejor. –Se acercó a mí quitando la corbata y sonrió. –Ahora soy yo la que quiere desnudarte. –Se mordió el labio de tal forma que tuve unas ganas casi ansiosas de agarrar su rostro y estampar mi boca sobre la suya, pero ella pareció leer mis intenciones y se separó alisando su vestido. Cogió un pequeño bolso y se acercó a la puerta.
De nuevo me habían cambiado el vehículo por el jeep negro. Jenn subió de un salto y yo arranqué dejando atrás el centro de la ciudad hasta la mansión de mis abuelos. Observé como jugaba con sus dedos y supe que estaba nerviosa.
-Tranquila, les caerás bien.
-¿Y si no les caigo bien? –Paseó su mano sobre su pelo y suspiró. Coloqué una mano en su rodilla y ella me miró mientras yo le enseñaba una sonrisa intentando calmarla.
-Pues que les den. Eres mi chica, no la suya. –Rió en voz baja y se relajó en el asiento mientras una canción en italiano sonaba de fondo.
Diez minutos después la estaba ayudando a bajar del jeep y entrábamos de la mano en la casa de mis abuelos. Valentina llegó con rapidez a nuestro lado abrazando con efusividad a Jenn, aunque ésta le devolvió el abrazo con las mismas ganas.
-Ink-man, la esperan en el jardín.
-¿No crees que deberías dejar ya lo de ink-man? Empezaste a llamarme así con 5 años, ya tienes 17, déjalo. –Agarré de la mano a Jenn y sonreí a mi prima.
-¿Por qué? A mí me gusta. Yo también empezaré a llamarte así. –Jenn rió y mi prima asintió convencida.
-Ni se te ocurra, preciosa. –Negué con la cabeza y empecé a andar hasta el jardín al lado de Jenn y seguido de cerca por Valentina. Respiré hondo antes de abrir la puerta y Jenn pareció notar mi nerviosismo ya que me apretó la mano con suavidad y, cuando desvié la mirada hasta ella, plantó un beso en mi mejilla.
-Vamos, no muerden. -Una sonrisa iluminó su cara y desvió la mirada hasta mi prima que la cogió del hombro sacudiéndola con gracia.
-Eso es lo que tú te crees. –Valentina hizo reír a Jenn aunque yo sabía perfectamente que no lo decía tan en broma como parecía.

lunes, 26 de agosto de 2013

Capítulo 47

Me giré, con una sonrisa de oreja a oreja y miré a Zayn, que me esperaba desde el otro lado de la moto. Me dio el casco justo después de que él se pusiera el suyo y se levantó la visera.
-¿Nos vamos? –Asentí subiéndome a la moto. Él hizo lo mismo, arrancó y volvimos de nuevo al hotel.

-Joder Zayn, esto está buenísimo. –Volví a pinchar la pasta de mi plato dirigiéndola a mi boca. Levanté la mirada hasta los ojos marrones de Zayn. -¿Cómo has dicho que se llama? –Hablé con la boca llena provocando su risa y, por consiguiente, también la mía.
-Tagliatelle con salmón. –Asentí, rebañando lo último que quedaba en el plato y le dediqué una sonrisa.
-Aún no te he dado las gracias por el viaje. –Zayn levantó la vista del plato dedicándome una de sus pícaras miradas. Reí. –No de esa forma, pervertido. En serio, Malik, nadie ha hecho algo así por mí, nunca.
-Sólo bromeaba, preciosa. –Besó mi mejilla y se apoyó en el sofá. -No me des las gracias. –Me levanté y me senté en sus rodillas. –Te merecías un descanso después de los estudios. Alejarte de todo.
-Con ‘de todo’ te refieres a ‘de mi padre’. –Él asintió con media sonrisa y besó mi frente. Yo busqué sus labios con los míos, haciendo que se juntaran en medio de una de sus sonrisas. Sus manos se deslizaron dentro de mi camiseta y un escalofrío atravesó mi espina dorsal. Enredé mis dedos en su pelo oscuro, mientras seguíamos besando.
Los besos subieron de temperatura todo mi cuerpo y, al parecer, también subió el calor corporal de Zayn que me cogió en brazos, haciendo que mis piernas se entrelazaran en su cintura y  se dirigió con prisas hasta la habitación. Me dejó en la cama mientras se quitaba la camiseta y la tiraba al suelo. Se tumbó encima de mí con media sonrisa en su cara y yo puse los ojos en blanco quitándome también la camiseta.
Rápidamente nuestros pantalones también estaban en el suelo, y sus manos se paseaban con delicadeza por mi cintura, provocando sonrisas idiotas en mi cara. Cambié de papeles y, con un ágil movimiento, me puse encima de él. Acaricié su pecho bajando la mano hasta el borde de sus bóxers y reí al ver la expresión de su cara cuando acaricié el bulto que destacaba en la tela negra. Gruñó, haciendo que todo su cuerpo temblase y yo sonreí, besando con delicadeza sus labios.
Zayn se irguió en la cama, rebuscando en la mesita de noche, hasta que por fin sacó un pequeño envoltorio color plata. Se lo arrebaté de las manos y, bajándole los bóxers, se lo coloqué, provocando aún más gruñidos por su parte.
-Esto ya es cosa mía preciosa. –Me agarró de las caderas, para volver a dejarme bajo su musculoso cuerpo. Mi risa se cortó por sus besos y, en pocos segundos, lo sentí dentro de mí, haciendo que arqueara la espalda, pidiendo más. Los movimientos eran lentos, acompasados, mezclados entre besos y caricias. Acabamos mientras clavaba mis uñas en su espalda y él susurraba mi nombre en mi oído, provocando aún más éxtasis dentro de mí.
Se tumbó a mi lado acercándome a él y yo besé su hombro. Sus dedos recorrían mi vientre, causándome cosquillas; hablamos del viaje a Roma, de lo que habíamos visto, de lo que nos quedaba por ver y de mil cosas más que no tenían sentido alguno.
-Mañana por la mañana vamos de compras. Tienes que ir arreglada por la noche.
-¿A dónde vamos?
-Cena familiar, ya sabes, en plan presentación oficial. –Me tensé en el acto. –Tranquila, sólo serán mis tíos. Ya sabes los padres de Valentina y algunos más. Pasado mañana iremos a Venecia y Verona si quieres.
-¿Verona? –Sentí como una sonrisa crecía en mi rostro.
-Sí, preciosa. Y el último día iremos a Florencia. –Asentí abrazando aún más a Zayn y él rió.
-Me parece un plan perfecto.
*Narra Zayn*
Quité un par de mechones de su cara mientras ella dormía tranquilamente a pocos centímetros de mí, una sonrisa creció en su angelical rostro y, cuando sonríe el mundo entero me da igual, es como si se parara y sólo existiéramos ella, yo y su sonrisa.
Me senté en el borde de la cama, pasando una mano por mi pelo y miré el reloj de la mesilla. Las dos y veinte de la madrugada y yo seguía sin sueño alguno. Busqué el paquete de tabaco de mi chaqueta y saqué un cigarro y el mechero y me salí al balcón a aclarar la mente, pero lo único que pude hacer fue pensar en Rodrigo y Lorenzo y el porqué de que nos siguieran esta mañana. El humo del cigarro ascendió hasta el cielo y volví a dejar la mente en blanco mirando dentro de la habitación viendo a Jenn dormir, quería quedarme así siempre. Sin preocupaciones, sin tener que preocuparme de si tengo que pegarle un tiro a alguien o lo que sea, simplemente, preocupándome de que ella no perdiera la sonrisa y de que nuestras peleas siempre tuviese buenas reconciliaciones. Suspiré, volviendo al mundo real y apagué el cigarro contra el suelo mirando de nuevo a las vacías calles de la capital.
-¿Zayn…? –Su dulce voz me hizo mirar de nuevo a la habitación. Jenn estaba sentada en la cama, tapada con una sábana y con los ojos aún cerrados del sueño.
-Vuelve a dormir, preciosa. –Ella negó como una niña pequeña y se levantó acercándose a mí con lentitud.
-No puedo dormir sola. Ven conmigo. –Asentí y me levanté siguiéndola de nuevo hasta la cama.
-Iría al fin del mundo si es contigo. –Susurré para mis adentros, pero supe que me había escuchado cuando se giró para dedicarme una tierna sonrisa. Me recosté a su lado y ella apoyó la cabeza en mi pecho mientras yo pasaba un brazo por su hombro atrayéndola más a mí. Besé su pelo y, en pocos minutos, ambos estábamos completamente dormidos.

domingo, 25 de agosto de 2013

Capítulo 46

-Liam... Liam está en otra habitación, llámalo al móvil si quieres hablar con él. –Me senté en la cama esperando su contestación, sentí la mano de Zayn en mi hombro y todos mis músculos se destensaron.
-¿En otra habitación? Qué raro, porque acabo de verlo salir de un bar. –Mis ojos se abrieron como platos y respiré hondo.
-Te habrás equivocado, papá. Podría ser un chico parecido. –Intenté una risa, pero acabé ahogando un sollozo. Zayn se levantó para ponerse delante de mí y yo asentí, como diciéndole que todo estaba bien.
-Sí, eso he pensado hasta que me he acercado y he visto que sí que era él. –Mierda. Mierda. Mierda. –Mañana te quiero de vuelta en Londres.
-No. Lo siento pero no me voy a ir. –Escuché una risa al otro lado del teléfono y me estremecí pensando en todo lo que podía hacernos.
-¿Sabes que no eres nada para él, verdad? Simplemente te utiliza para reírse de ti, en dos meses te habrá olvidado, ¿y sabes que hará entonces? Te pegará un tiro porque sabes a que mundo pertenece, y lo hará sin importarle. Te mirará a los ojos, sonreirá y entonces… –Miré a Zayn de reojo que me miraba esperando una explicación.
-Adiós papá. –Colgué y tiré el teléfono a la cama. Los brazos de Zayn rodearon mi cintura pegando mi espalda a su pecho que subía y bajaba con tranquilidad a causa de su respiración.
-¿Estás bien? –Asentí con lentitud mientras me separaba de él y me iba al salón; no quería, pero las palabras de mi padre se habían clavado con fuego en mi mente y lo escuchaba una y otra vez repetir esa frase en mi cabeza. Oí los pasos de Zayn detrás de mí y me detuve para mirarlo a los ojos. -¿Qué te ha dicho?
-Nada. Quiero ver la televisión.
-Jennifer. –Era la primera vez que pronunciaba mi nombre entero y asustaba tanto como mi padre. Me abracé a él con ímpetu mientras Zayn acariciaba mi pelo.
-Ha dicho que no soy nada para ti. Que en dos meses me olvidarás y que me pegarás un tiro. –Las palabras salieron a trompicones de mi boca y, cuando acabé de hablar él solo me besó con tranquilidad. Le devolví el beso, y él se sentó en el sofá, sentándome encima aún sin romper el beso.
-Escúchame, quiero que centres los cinco sentidos en lo que te voy a decir. –Asentí. –Te quiero y me da igual si le gusta a tu padre o no. No voy a dejarte, ¿lo entiendes? No lo voy a hacer. –Sonreí y él besó mi frente antes de apretarme contra su pecho. –Duerme anda.
-Te quiero. –Besé sus labios y, unos minutos después, me quedé completamente dormida en sus brazos.

Abrí los ojos para encontrarme con los ojos de otra chica mirándome fijamente. Grité más fuerte que nunca y salté en el sofá, intentando alejarme lo máximo posible de ella. La chica simplemente rompió a reír sobre la alfombra.
-¿¡Quién coño eres tú!?
-¿Ink-man te ha pegado esa forma de hablar? Una señorita no puede hablar así.
-Ink-man... creo que te has equivocado de sitio, espera... ¿¡Cómo has entrado a mi habitación?! –La miré de arriba abajo. Llevaba unos pitillos vaqueros y una sudadera azul, llevaba dos trenzas que acababan en unas puntas rosas.
-Soy Valentina. –Extendió su mano con la intención de saludarme y yo lo hice con cierto miedo. –La prima de Zayn. -¡La chica de Liam! Sonreí por primera vez en toda la mañana. Estuve un buen rato hablando con ella, sí, era tan agradable y tan guapa, como Liam me la había descrito. Ella también me habló de Liam y, por lo que me contaba, veía que a ella también le gustaba él.
-¿Que haces, Valen? ¿Ya estás acojonando a mi chica?
-¡No! Sólo le daba la bienvenida a la familia. –Se levantó hasta abrazar a su primo y él rió después de que Valentina susurrara algo en su oído. – ¿La vas a llevar esta noche?
-Ya la conocen.
-No todos. –Besó su mejilla y se despidió de mí con la mano antes de salir de la habitación cerrando la puerta demasiado fuerte para mi gusto. Zayn se acercó hasta el sofá y besó mi frente.
-¿Tengo que estar asustada de ella? –Él negó con la cabeza y se acercó al teléfono de la habitación para pedir algo de desayunar, cuando colgó, se volvió a acercar a mí y se sentó a mi lado.
-Le gustas. –Una gran sonrisa apareció en mi cara y él rió. Desayunamos y volvimos a arreglarnos para volver a recorrer Roma.
-¿Qué toca ver hoy? ¿Pisa, el Vaticano, Milán? Podríamos ir a Florencia y mañana a Venecia –Me puse el casco y levanté la visera para poder mirar a Zayn, que miraba intrigado un punto fijo del aparcamiento. –Malik, ¿me estás escuchando? –Golpeé su casco haciendo que centrara la mirada en mí a través del retrovisor.
-¿Qué quieres?
-Que me hagas caso. –Soplé y me bajé la visera dando por terminada la conversación. Él hizo lo mismo y arrancó la moto fuertemente, haciendo que me agarrara a su cintura si no quería caerme. –Zayn. –Golpeé su hombro para que me escuchara.
-¿Qué pasa? –Giré mi cabeza para observar el coche que había un par de vehículos detrás de nosotros; lo había visto en el aparcamiento, y siempre giraba cuando nosotros, pero sería una simple casualidad. Negué con la cabeza y volví a centrar mi mirada en Zayn.
-¿Tienes idea de a dónde vamos? –La moto frenó a un lado de la calle y se levantó la visera, permitiéndome ver un destello de sonrisa en su cara, lo que provocó una sonrisa en la mía también. Idiota, no tenía ni idea de a dónde ir.
-¿Quieres ver el Vaticano? –Asentí con ímpetu y él volvió a acelerar. Recorríamos con rapidez las calles que el día de antes habíamos visto con tanto detenimiento. Apoyé la cabeza en su hombro observando el espejo retrovisor y viendo como dejábamos atrás los coches.
-No soy muy creyente, pero esto es precioso. –Me adentré en la Plaza de San Pedro y empecé a fotografiar cada detalle que podía.
-Dame la cámara. –Le cedí la cámara en un rápido movimiento y él dirigió el objetivo hasta mí. –Sonríe. –Una sonrisa apareció en mi cara y segundos después escuché como capturaba el momento.
-Ahora tú. –Le arrebaté la cámara y lo fotografié un par de veces. Seguí haciendo fotos, la mayoría eran a Zayn sin que él se diera cuenta. Otras muchas nos las hacíamos a nosotros mismos y las demás a toda la plaza.
Comimos en un restaurante de los alrededores, impregnándonos del ambiente italiano y, de nuevo, volvimos a recorrer las calles cercanas al Vaticano. La mano de Zayn apretó la mía con fuerza, haciendo que desviara la mirada de un escaparate hasta él.
-¿Pasa algo? –Miré en la dirección en la que él miraba, pero no vi nada.
-¿Recuerdas a los tipos del bar, el de la navaja y al amigo? –Me estremecí al volver a acordarme. Como para olvidarlos. Suspiré y asentí. –Creo que están siguiéndonos. Los he visto en el hotel y ahora me ha parecido volver a verlos. –Bajé la mirada hasta mis pies, eran los que nos estaban siguiendo por la mañana. Volví a elevar la mirada y fingí una sonrisa intentando no preocuparlo.
-Será una casualidad, Zayn.
-Con ellos las casualidades no existen. Si están buscándonos es por algo. –Tragué saliva y volví a recorrer el lugar con la mirada.
-Tengo una idea. –Sus ojos se centraron en los míos y sonreí. –Tú vete por ahí –señalé el final de la calle –y yo doy la vuelta a este edificio. Nos vemos en la moto.
-No pienso dejarte sola. –Besé sus labios.
-Tengo protección. –Abrí mi chaqueta enseñando una pequeña navaja y él rió.
-Estás convirtiéndote en toda una mafiosa.
-Tengo el mejor maestro. –Ambos sonreímos y volvimos a besarnos.
-Vete tú por aquí –señaló una bocacalle que llevaba a la calle principal –yo doy la vuelta al edificio. –Asentí y empecé a bajar la calle con algo de prisa. En realidad, me acojonaba que esos dos nos estuvieran siguiendo aunque no creo que hicieran nada a plena luz del día; por otra parte no iba a dejar que me jodieran el viaje. Bastantes problemas tenía en Londres como para dejar que dos gilipollas me estropearan mi viaje.
Llegué a la moto en cinco minutos y me apoyé en ella a esperar a que Zayn llegara. Empecé a ver las fotos que habíamos sacado ese día. Sonreía cada vez que veía una nueva. También vi las del día anterior, en todas las que salía con Zayn estaba con una sonrisa de imbécil en la cara. La gente que pasaba por ahí me miraba tiernamente y supe que estaba sonriendo de nuevo como una tonta. Negué con la cabeza y apagué la cámara. Quince minutos. Sonreí cuando unas manos rodearon mi cintura desde el otro lado de la moto.
-¿Qué hace una chica como tú tan sola por aquí?

sábado, 24 de agosto de 2013

Capítulo 45


Me desperté al escuchar el ruido del agua caer en el baño y gruñí un poco cuando mi mejilla rozó la almohada, aún me dolía después de lo de ayer y, probablemente, hoy la tuviera algo peor que anoche. Empecé a vestirme antes de que Zayn saliera del baño. Unos vaqueros, una camiseta de manga corta y una chaqueta vaquera. Dejé que mi pelo cayera por mi espalda y me senté en el salón a esperarle. Él salió a los pocos minutos, vaqueros desgastados, camiseta blanca y una chupa de cuero negro. Me mordí el labio inferior cuando lo vi salir provocando su risa.
Desayunamos en la habitación, mientras veíamos un programa italiano sobre los famosos, aunque realmente no hicimos mucho caso a la televisión. Antes de salir, Zayn colgó sobre mi cuello la cámara y dejó un beso en mis labios, dejando también en ellos el sabor a la mermelada que acababa de untar en sus tostadas.
-¿Lista? –Asentí y agarré su mano sacándolo con prisas de la habitación. Una brisa fresca golpeó mi cara al salir del hotel causando una sonrisa. Me encantaba Roma, desde siempre. Zayn subió a la moto y me ayudó a subir con un leve movimiento.
Empezamos en la Fontana di Trevi, dónde seguimos el ritual de tirar una moneda para volver al año siguiente y, de nuevo, cogimos la moto para irnos a Piazza Di Spagna, dónde nos hicimos mil fotos. Y así, por mil sitios más hasta llegar al Coliseo, dónde de nuevo volvimos a hacer un reportaje fotográfico.
-Ven, te quiero llevar a un sitio. –Zayn sacó una servilleta del hotel y yo me reí.
-¿Y esto? –Se acercó a mí y tapó completamente mi visión con la servilleta.
-Es una sorpresa. –Besó mis labios antes de volver a subirme a la moto y arrancar, zigzagueando por las calles romanas. Paró la moto y sentí como se bajaba de la moto para luego ayudarme a bajar a mí. Quitó con cuidado el casco de mi cabeza y luego me llevó hasta algún lugar con demasiada prisa.
-Para, para, me voy a caer, ya sabes lo torpe que soy. –Escuché su risa en la distancia y, a los pocos segundos, mis pies no tocaron el suelo. Lo sentí correr y escuché un par de insultos en italiano que provocaron mi risa. Al cabo de  un minuto, me volvió a dejar en el suelo.
-¿Preparada? –Asentí y liberó mi visión. Parpadeé un par de veces antes de adaptarme a la luz, entonces volví a sentir su voz pegada en mi oído. –Lo más normal aquí, sería decirte que ‘tú y yo, a tres metros sobre el cielo’. –Levanté la mirada para encontrarme el puente de Corso di Francia. Había visto tantas veces la película que sabía perfectamente que sitio era. Me giré para encontrarme la sonrisa de Zayn a escasos metros de la mía.
-Eso es demasiado cursi para ti, Malik. –Él rió poniendo los ojos en blanco y se pegó de nuevo a mi oído.
-Lo sé, lo sé. Dejémoslo en un te quiero, de aquí, a más de tres metros sobre el cielo. –Reí con fuerza, centrando mi mirada en la suya.
-Con eso me vale. –Enganché mis dedos detrás de su cuello acercándolo a mí y besé con lentitud sus labios, dejando que la gente que pasar por allí observara la escena.
-Ven aún hay más. –Lo miré extrañada y me volvió a poner la servilleta en los ojos antes de levantarme del suelo. De nuevo más insultos en italiano. Me volvió a poner el casco y sentí como se encendía la moto para volver a recorrer las calles romanas. Unos cuantos minutos después volvió a repetir la misma acción que antes.
-La gente seguro que nos está mirando mal. –Zayn apretó mi mano en señal de afirmación y yo sonreí débilmente.
-Segunda sorpresa. –Volvió a destapar mis ojos, ahora dejándome ver una hilera de candados a lo largo de un puente. Ponte Milvio. Sonreí. –Sé que son tus libros favoritos y quería que vieras los dos sitios más importantes.
-¿Cómo lo sabes?
-Bueno, tus amigas me han ayudado. –Reí en voz baja y lo abracé con fuerza, él apretó sus brazos contra mi cintura pegándome aún más a él.
-Gracias. –Negó con la cabeza besando mi pelo y se separó, sacando algo de su bolsillo. Un candado. –No. Eso sí que no, me gusta el libro pero no hay cosa más cursi que jurar tu amor con un candadito en un puente. –Él me miró extrañado y yo le arrebaté el candado de las manos, acercándome al borde del puente. Miré abajo para comprobar que no había nadie y miré el candado.
“Z & J”. Sonreí apretándolo con fuerza.
-¿Qué vas a hacer?
-La gente pone aquí sus candados y tiran la llave al río diciendo que, cuando encuentren la llave, es cuando sabrán que todo el amor se ha acabado, pero realmente cuando se acaba, vienen y rompen el candado con cualquier cosa. –Señalé a una chica que golpeaba un candado con un martillo. Zayn rió disimuladamente y volvió a centrar su mirada en mí. –Yo lo voy a hacer más difícil. –Dejé caer el candado al agua. –Cuando lo encuentres, significará que todo habrá acabado.
-Te quiero. –Abrazó mi cintura besando mi mejilla con delicadeza.
-Yo también te quiero.
Recorrimos Via Flaminia en pocos minutos y volvimos a perdernos entre el tráfico. Comimos en el típico restaurante italiano y dimos un par de vueltas más antes de volver al hotel.
Mi móvil resonó en la mesita de la habitación y yo corrí a descolgarlo antes de que quién estuviera al otro lado colgara.
-¿Diga?
-Hola Jennifer. –Miré a Zayn asombrada y él se acercó a mí rápidamente. -¿Qué tal estás pasándolo?
-Hola papá. Bien… bien, estamos bien.
-¿Y Liam, está por ahí? –Zayn me miró sin saber qué hacer y yo lo único que quería era tirar el móvil por el balcón. O tirarme yo.

lunes, 19 de agosto de 2013

Capítulo 44

Mierda, voy tarde. Me levanté corriendo de la cama y me puse la ropa que había preparado la noche de antes. Recogí mi pelo en una trenza y me pinté un poco, lo básico, lápiz de ojos y algo de colorete. Cogí los billetes y la maleta y salí de mi casa con algo de prisas cuando escuché el sonido de un coche en la puerta de mi casa. Mi madre me despidió con un abrazo y mi padre con una sonrisa falsa en la cara.
Me monté en el todoterreno de Liam, el cual aceleró y, en menos de una hora, estábamos en el aeropuerto.
-Buen viaje, enana. –Liam me abrazó con fuerza después de ayudarme a descargar las maletas. Besó mi pelo antes de que me perdiera en la puerta de la terminal. Escuché como arrancaba el coche y suspiré buscando con la mirada a Zayn.
Sus brazos rodearon mi cintura y una sonrisa apareció en mi cara.
-Venga, perdemos el vuelo. –Y tras eso, entramos con prisas dentro del aeropuerto.

-¡Ciao Italia! –Zayn rió con fuerza y yo respiré hondo en la puerta del aeropuerto. –Busquemos un taxi. –Zayn enarcó una ceja mientras sonreía y yo lo miré extrañada. -¿Qué pasa?
-¿Un taxi? –Asentí. –Preciosa, tenemos un coche ya reservado. –Señaló un jeep negro aparcado a pocos metros de nosotros y sentí como mi boca se abría en forma de 'O'.
Zayn conducía por las calles como si siguiéramos en Londres, aceleró al final de una gran avenida y aparcó frente a una gran mansión.
-Joder. –Miré la casa y mis ojos se abrieron de par en par, escuchaba la risa de Zayn detrás de mí. Agarró mi mano y empezó a andar hasta dentro de la casa.
Una mujer de unos treinta y pocos nos dejó entrar con una sonrisa y, rápidamente, una pareja entró en la estancia abrazando con fuerza a Zayn.
-Sofía, Marcelo, esta es Jenn. –Sonreí y me acerqué a ellos saludándolos con un débil 'hola'.
Pasamos toda la mañana con la familia de Zayn hasta que por fin me sacó de allí con la excusa de visitar la ciudad.
-¿Que te han parecido?
-Tu abuelo da más miedo que tu padre. –Zayn soltó una carcajada y siguió conduciendo por las calles de Roma. –Pero parecen simpáticos. –Asintió y aparcó frente a un gran edificio antiguo. Miré la entrada del hotel y, solo con ver eso, sabía que era caro.
Subimos a la habitación y, por segunda vez en muy poco tiempo, mi boca se abrió a causa de la sorprendente habitación que teníamos. Sólo el recibidor de la habitación era como mi salón, corrí a tumbarme en la cama y me quedé mirando el techo de la habitación, presidido por una lámpara de pequeños cristales.
-¿Te gusta? –Me incorporé para mirar a Zayn y sonreí.
-Me encanta. –Él se acercó y se sentó a mi lado, quitando un par de mechones de mi cara y colocándolos tras mi oreja.
-Me tengo que ir a hacer unas cosas, pide la cena y descansa. Mañana te enseñaré Roma.
-No, ni de coña. Yo me voy contigo. No he venido para quedarme metida en el hotel.
-No Jenn. –Lo miré poniendo mi mejor cara de niña buena y él puso los ojos en blanco. –Bueno, pero no vayas muy... provocativa. –Rompí a reír abrazándolo y besé su mejilla con fuerza.

Salimos a la puerta del hotel a coger el jeep, sin embargo, este había sido cambiado por una moto negra. Miré a Zayn aunque a él parecía no importarle el cambio. Me subí de un salto detrás de él y ambos nos colocamos los cascos al mismo tiempo.
Llegamos a un pequeño bar, cuya puerta estaba hasta arriba de hombres fumando. Todos lanzaron una mirada hasta mi posición y yo me estremecí.
-No te alejes. -Asentí cuando escuché los susurros de Zayn y empecé a andar detrás de él. Entramos en el antro y el olor a alcohol, tabaco y sudor me golpeó con fuerza, haciendo que mis ganas de vomitar aumentaran. Los hombres estaban agolpados a una mesa de billar, o en la barra. O simplemente sentados en las mesas, charlando animadamente mientras las mujeres se acercaban a ellos ofreciéndose a compartir una cama.
-Hombre Zayn. Ya te echábamos de menos por aquí. –Un hombre se levantó seguido de un par de chicos que serían unos pocos años más mayores que yo. –Y traes buena compañía, ¿quién es ella?
-No es compañía para vosotros. –La voz ronca de Zayn hizo que me estremeciera.
-Zayn, ven, quiero enseñarte una cosa. Tienes que darle el visto bueno al trabajo. –Uno de los chicos sonrió acercándose a él, separándolo de mi lado.
-No te muevas de aquí. Vuelvo en un minuto. –Asentí y me apoyé en la pared, perdiendo completamente de vista a Zayn entre la gente.
-No te tenía que haber dejado sola. Y menos conmigo. –El otro chico se acercó a mí, cogiéndome del brazo y arrastrándome fuera del local.
-Ni me toques. –Estrellé mi pierna en su cadera y él rió al darse cuenta de que yo me había hecho más daño que él al chocarme con la culata de su pistola.
-No me gustan las difíciles. –Estrelló mi espalda contra la pared haciendo que gruñera del dolor. -Ahora vas a hacer lo que yo te diga. –Golpeé su cara con todas mis fuerzas, ganándome un puñetazo en el estómago. Mierda.
-Zayn te va a matar.
-Eso si no está muerto él ya. –Me congelé cuando vi al amigo salir del local. Solo. Y con una sonrisa de oreja a oreja.
-No darás problemas, ¿verdad? –Él chico se pegó a mí, echándome todo su aliento que apestaba a alcohol. Lo siguiente que sentí fueron sus labios sobre los míos. Mordí su labio inferior con todas las fuerzas posibles hasta que sentí la sangre en mi boca. Y lo solté. –Zorra. –Su mano se clavó en mi mejilla haciendo que cayera al suelo.
-Vuelve a tocarla si tienes cojones. –Esa voz. Miré a la puerta y sonreí al verlo ahí parado, sin moverse, intimidando sólo con una mirada. Zayn estrelló su puño en la cara del primer chico haciendo que se cayera al suelo. El otro sacó una navaja y miró a Zayn con una sonrisa.
-Vamos, valiente. –Zayn volvió a acercarse, pero el reflejo de la navaja lo hizo parar y miró a la cara del chico. Sabía lo que estaba pensando. Y en un segundo lo hizo. El tiro salió en un débil susurro haciendo que el chico cayera al suelo gruñendo.
-Larguémonos. –Zayn agarró mi mano ayudando a que me levantara del suelo, mientras que con la otra mano guardaba de nuevo la pistola en la parte trasera del pantalón, y me dirigió a la moto ayudando a subirme en ella.
Llegamos al hotel antes de que pudiera darme cuenta y subimos a la habitación, me dejó en la cama mientras él se iba hasta el “salón”, cerrando tras él la puerta corredera.
Miré mi reflejo en el espejo y ahogué un sollozo. Tenía la mejilla colorada, y el ojo algo hinchado. Me estremecí cuando escuché golpes en la sala de al lado. Abrí la puerta y vi como Zayn golpeaba con fuerza todos y cada uno de los muebles.
-Zayn...
-Jenn vete a la cama. –Me quedé mirándolo. Menuda forma de empezar el viaje.
-Zayn, ¿estás bien? Tranquilízate por favor. –Volvió a estrellar su puño contra el escritorio y yo salté en el sitio.
-No, esta noche se ha demostrado que yo sólo te pongo en peligro.
-Zayn esto me podía haber pasado contigo o sin ti. No te sientas culpable de nada.
-Jenn, olvídalo. –Me acerqué a él con parsimonia. Zayn tenía sus brazos apoyados en el escritorio. Lo abracé por detrás haciendo que todo su cuerpo se relajara y besé con tranquilidad su hombro. -¿Cómo lo haces?
-¿El qué?
-Alegrarme siempre, conseguir que me olvide de todo lo demás. –Sonreí para mis adentros y lo abracé aún con más fuerza.
-Anda, vente a la cama ya.

¡HOLA HOLA! Quería deciros una cosilla muuuy importante, creo que esta semana no voy a poder subir capítulos por que me voy de viaje con una amiga, voy a intentar dejar los capítulo en borradores y subirlos cuando tenga tiempo. Si no puedo no os preocupéis, el sábado y el domingo subiré capítulos para recuperar los días perdidos. Bueno, una vez más muchas gracias por leer la novela y espero los comentarios aquí o por twitter. ¡Os quiero!

jueves, 15 de agosto de 2013

Capítulo 43

-¡Buenos días Liam! –Salté a su espalda y él me agarró con fuerza para empezar a andar conmigo encima.
-Hola, Jenn. ¿A qué se debe tanta felicidad?
-Mañana me voy de viaje. –Reí abrazándolo aún con más fuerza y escuché su débil risa.
-Es verdad, ¿cómo pude olvidarlo? Te vienes conmigo de viaje a Roma, ¿no? –Bufé en su oído y él volvió a reír.
-Lo siento. Siempre estás metido en nuestros problemas. –Apoyé la cabeza en su hombro después de soltar un leve suspiro.
-Eh, no pasa nada. –Me dejó en el suelo antes de entrar a la cafetería y se giró para mirarme a los ojos. –Lo que sea por ver esa sonrisita de niña pequeña. –Besó mi frente y cogió mi mano empujándome a entrar después de él en el pequeño local.
Estuvimos más de una hora en el local, aunque realmente habíamos terminado de desayunar en diez minutos. Liam se dedicó a contarme el porqué de la llamada que me había hecho dos semanas antes y, afirmando mis sospechas, se había enamorado. Valentina. La prima de Zayn. Sonreí, según me la describía tendría que ser una chica preciosa, con el mismo carácter que su primo.
También me contó cosas sobre la familia de Zayn, en especial sobre la parte romana de la familia. Siempre me había imaginado al típico hombre de unos cincuenta y muchos, rodeado de hijos y sobrinos, todos metidos en el mundo de la mafia dispuestos a pegarte un tiro si les caías mal. En esos momentos me di cuenta de que había visto demasiadas veces ‘El Padrino’.
Las calles de Londres estaban hasta arriba de turistas y de personas mayores las cuales salían a desayunar con sus amigos y comentar la dura semana de trabajo y, entre toda esa gente, nosotros dos, hablando de cualquier tema que nos rondara la cabeza.
-Llama a tu padre y dile que te quedas a comer conmigo. Después de comer te llevo a donde quiera que hayas quedado con Zayn.
-Liam, en serio, eres demasiado bueno conmigo. –Me acerqué a su oído poniéndome de puntillas. -¿No querrás asesinarme, verdad? –Su escandalosa risa hizo que todas las personas de alrededor nos miraran dedicándonos tiernas sonrisas.
-No digas tonterías. Simplemente, eres como la hermana que nunca tuve y tengo que cuidar de ti.
-Eh, tranquilito, que soy mayor para cuidar de mí misma. –Él volvió a reír, cogiéndome en brazos y me colgó de su hombro provocando también mi risa. -¡Bájame! ¡Liam!
-¿No eres mayor? Baja tú como puedas.
-¡Liam! –Grité tanto como me permitía la risa. Su cuerpo se paró en el acto devolviéndome al suelo y pude ver una sonrisa atravesar su rostro.
-Entonces… ¿comemos juntos?
-Eres gilipollas. –Marqué en el móvil el número de mi padre y, tras unos cuantos minutos intentando convencerlo, Liam me quitó el móvil y, dos segundos después, me lo devolvió tras recibir la aceptación de mi padre. –No sé cómo lo haces.

Un mensaje me despertó del sueño en el que estaba sumida y busqué a tientas el móvil por toda la mesa, hasta que fui consciente de la hora que era.
-¡Llego tarde, llego tarde! –Le lancé un cojín a Liam que se levantó asustado mientras yo reprimía una risa. -¡Vamos, tienes que llevarme! –Me puse los zapatos al mismo tiempo que él salía a la puerta de la casa y yo leía el mensaje que acababa de recibir.
“Preciosa, ¿qué te parece una película de miedo en casa de Liam? Te veo allí en diez minutos.”
-¡Vamos! ¿No tenías tanta prisa? –Él rió desde la puerta y yo le lancé una mirada asesina.
-¡¿Lo sabías, capullo?!
-Desde esta mañana, si no, ¿por qué habría querido traerte aquí a que te comas mi comida, abusadora?
-Te odio. –Me crucé de brazos y me senté en el sofá volviendo a quitarme los zapatos. Lo vi enarcar una cerca y acercarse a mí con media sonrisa en su cara. –Borra esa sonrisa de la cara, Liam.
-Que te quedas sin viaje, enana. –Lo miré sorprendida y le saqué la lengua. –No te metas conmigo, siempre ganaré yo.
-Que te den. –El timbre de la puerta fue el que hizo que terminara nuestra absurda pelea. Liam abrió en un par de segundos, y Zayn apareció en el salón con una sonrisa en la cara.
Me levanté para abrazarle, pero lo sentí gruñir en el momento en el que mi cuerpo tocó el suyo y me separé de él con rapidez. Fue entonces cuando me percaté del pequeño corte que tenía en la ceja.
-¿Qué te ha pasado? –Liam hizo la pregunta por mí y yo esperé intrigada la respuesta.
-Me he caído de la moto, tranquilizaos. –Negué con la cabeza; algo me decía que no me creyera ni una de sus palabras. Palpé su estómago y él volvió a gruñir y lo mismo pasó cuando toqué sus costillas.
-¿Qué narices te ha pasado? –Liam me cogió de la cintura y me sacó del salón en un movimiento. -¡Liam! No, ni se te ocurra. ¡Liam!
-No salgas de aquí. ¿Me escuchas? No salgas de aquí. Hablo en serio, Jenn. –Cerró la puerta de su cuarto y, después, escuché como cerraba la del salón. Si se pensaba que me iba a quedar aquí dentro la llevaba clara. Abrí la puerta con cuidado y me acerqué a la del salón para escuchar todo lo que decían. Me senté en el suelo y pegué la cabeza a la puerta.
-Tío, que estoy bien, déjalo.
-¿Quién ha sido?
-Los de Josh. -¿Josh? ¿Mi padre? Respiré hondo y seguí escuchando. –Me pillaron a la salida de la casa, me llevaron al callejón de al lado y me dieron una paliza, fin.
-¿Por qué simplemente no sacaste la pistola y les pegaste un tiro? –No hubo más conversación, la puerta se abrió dejándome al descubierto. Miré a Zayn y sonreí de la forma más inocente que podía.
-¿Qué has oído?
-To-todo. –Él suspiró y me levantó del suelo, apretándome contra su pecho. -¿Mi padre te ha hecho todo eso?
-Unos tíos a los que contrató. –Asentí, dando el tema por finalizado. –Voy al baño, id eligiendo película. –Salió de la habitación y Liam se acercó al estante de las películas al mismo tiempo que yo.
-¿Ha sido por mi culpa?
-¿Qué? ¡No! –Me miró sorprendido y suspiró. –No tienes la culpa de nada, Jenn. La familia materna de Zayn y tu padre no se llevan bastante bien y puede haber sido por algo de eso.
-Pero no ha sido por eso. Ha sido por mi culpa. –Mis palabras se rompieron al terminar la frase y él me abrazó con fuerza.
-Deja de pensar en eso. Venga, elige película. –Cogí una al azar y él empezó a reír como un loco. –No creo que sea la más adecuada. –Miré la carcasa de la película y empecé a reír yo también.
‘El padrino 2.’
-Em... bonita película. –Liam rompió el silencio cuando los créditos finales aparecieron en la pantalla. Mi risa fue lo siguiente que se escuchó en toda la casa y, segundos después, la de ellos dos la acompañaron.
-Jenn, te llevo a casa. –Miré a Zayn extrañada y él sólo asintió con una sonrisa en la cara.
-Y yo paso a por ti a las siete. Ahora hablo con tu padre. –Rodé los ojos provocando una sonrisa en la cara de Liam y lo abracé con fuerza. –Hasta mañana.
-¡Adiós! –Zayn agarró mi mano con fuerza y me sacó de la casa y, en medio minuto, ambos estábamos dentro del coche en dirección a la mía.
-¿Estás bien? Es la primera vez que no hablas en todo el trayecto. –Lo miré cabreada y golpeé su hombro con poca fuerza, provocando una débil risa. –Venga, ¿qué te pasa, preciosa?
-Estoy bien, Malik. –Él me miró de reojo y yo fingí una sonrisa que no le convenció para nada. -¡Vale! Deja de poner esa cara de gilipollas. Me acojona lo de mi padre, es decir, hoy te han dado una paliza pero...
-¡No digas idioteces, preciosa! Olvídate del tema. –Paró a un par de calles de distancia de mi casa y salió del coche dirigiéndose al maletero. Yo seguí sus movimientos y me puse a su lado. –Mira lo que te he comprado para la semana que viene. –Sacó una cámara del maletero.
-No. Esta cámara es carísima. Ni de coña voy a aceptar eso.
-¿Por qué siempre eres tan quisquillosa? Me la llevo yo para que no la vea tu padre y ya te la doy en Roma. –Cerró la puerta del maletero y besó mis labios con rapidez. –Nos vemos mañana, preciosa.

-Hasta mañana, Malik.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Capítulo 42

Habían pasado ya las dos semanas de castigo y ahí estaba yo, arreglándome para salir de fiesta con mis amigas. Esa misma mañana habíamos hecho el último examen de filosofía del trimestre y ahora tocaba divertirse. Acabé de abrocharme la falda y ajustarme la camiseta cuando el tono de mi móvil me hizo desviar la mirada de mi reflejo en el enorme espejo de mi cuarto.
“Tengo una sorpresa para ti. Ábreme.”                                              
Corrí como pude a causa de los tacones hasta la puerta principal y la abrí con una enorme sonrisa en mi cara para, acto seguido, abrazar con fuerza a Zayn que rió en mi oído. Pasó al salón y se apoyó en una de las paredes mirándome fijamente.
-Bueno, ¿qué? ¿Cuál es la sorpresa? –Empecé a dar saltitos como una niña pequeña y él simplemente soltó una carcajada que resonó por toda la habitación. Sus manos se dirigieron al interior de su chaqueta y de ella sacó dos papeles y me los entregó.
-Esto…
-¿Quieres venirte a Roma conmigo pasado mañana? –Mis ojos se abrieron como platos y salté encima de él besando toda su cara.
-¡Sí! ¡Sí! –Él reía provocando mi risa también. Me solté separándome de él y suspiré. –Mi padre no me va a dejar.
-Dile que te vas con Liam.
-Liam va a acabar hasta los huevos de mí. –Él sonrió y yo rodé los ojos. –En serio, siempre está cubriéndome.
-¿Dónde vas tan arreglada? –Cambió de tema completamente, algo había planeado ya. Suspiré, miré mi falda y mi camiseta y sonreí.
-Me voy de fiesta con las chicas, ya sabes, ¡fin de exámenes! –Levanté los brazos haciendo como si estuviera en una discoteca y miré su ceño fruncido. -¿Qué te pasa, Malik? ¿Temes que encuentre alguien mejor? –Di un paso hasta él, enredando mis manos detrás de su cuello. -¿Celos?
-Estoy seguro de que yo te daría más celos a ti, que tú a mí. –Mi boca se abrió en forma de O y suspiré negando con la cabeza.
-¿Quieres apostar? –Sus ojos se clavaron en los míos y besó mi frente. –Más te vale no hacerlo.
-Esta noche te vas a enterar. –Se separó de mí dirigiéndose a la puerta. –No quiero luego escenitas, eh. –Reí asintiendo y se marchó. Así eran todas y cada una de nuestras “citas”, apuestas sin sentido o retos estúpidos que al final ninguno de los dos cumplía.
Volví a mi cuarto a repasar mi maquillaje y a terminar de arreglar mi pelo. Entonces mi mirada se centró en los dos billetes que ahora estaban en mi mesita. Sonreí y busqué con la mirada una pequeña maleta que siempre usaba para viajes cortos. La puse al lado de la cama para prepararla al día siguiente, guardé los billetes en un cajón del escritorio para que nadie los viera y busqué un pequeño bolso en el que guardar lo necesario para esta noche. Cogí dinero, las llaves y el móvil y salí de mi casa para reunirme con mis amigas.
Nada más llegar a la discoteca, perdí a mis amigas en la pista de baile, cada una con un chico. Zoe y Drew. Jordan con Allie. Y Espe con ese chico que nos presentó la semana pasada… ¿Cómo se llamaba? ¡Jerry! Eso. Miré al final de la discoteca y me encontré con sus ojos marrones, aunque él no me miraba, su mirada estaba fija en una morena que se contoneaba a pocos centímetros de él. Resoplé poniendo una mueca de asco y di un trago a mi mojito. Entonces respiré hondo y me acerqué a él con una sonrisa; Zayn elevó su mirada y me dedicó una sonrisa pícara. Puse los ojos en blanco y me acerqué aún más, apartando a la chica y besando con lentitud sus labios. Escuché a la chica gruñir y yo reí sobre los labios de Zayn.
-¿Se acabó la apuesta?
-Eres idiota. No había una chica más... ¿suelta? -Zayn rió dando un trago de su bebida.
-Reconoce que estás celosa. -Lo miré extrañada y sonreí negando con la cabeza. Ahora me tocaba a mí. -¿Qué piensas, Jenn? -Me alejé de él sin responder su pregunta, perdiéndome en la pista de baile. Empecé a bailar con un chico rubio que estaba parado sin hacer nada. Reí en voz baja cuando vi a Zayn acercarse al chico. Le dijo algo al oído y rápidamente él ocupó su lugar.
-¿Se acabó la apuesta? -Me giré para mirarlo a los ojos y sonreí. -Reconoce que estás celoso. -Imité su forma de hablar y él rió en mi oído.
-Vámonos, anda. -Agarró mi mano con fuerza y, tras despedirme de mis amigas, me sacó de la discoteca dejando que el frio calara mis huesos. Me monté en la moto y él hizo lo mismo, me tendió un casco y, después de que ambos nos los pusiéramos, aceleró por la avenida.
Paró a pocos metros de mi casa, y se bajó de la moto después de que yo lo hiciera. Dejé el casco en el asiento trasero y él colgó el suyo en el manillar de la moto.
-No volveré a hacer una apuesta contigo, preciosa.
-Te dije que no lo hicieras. -Me puse de puntillas para poder estar a su altura y sonreímos.
-Eres buena, Green. -Agarró mis mejillas con las manos y besó mis labios con fuerza. -¿Qué te parece una cita mañana?
-Prométeme que será una cita normal, nada fuera de lo común, ni apuestas ni nada de eso.
-Vale preciosa, ni si quiera te llamare al día siguiente.
-Idiota.
-Tonta.
-Te quiero.
-Yo también te quiero. -Reí y volví a juntar sus labios con los míos, juntando tanto como podía nuestros cuerpos. -Te veo mañana, Jenn.
-Eso es demasiado. -Él rió y yo me alejé entrando en casa; me quité los tacones y corrí a mi cuarto intentando que mis padres no se despertaran. Revisé mi móvil que estaba vibrando en el interior del bolso y abrí el mensaje que acababa de recibir.

“A las diez en el instituto y desayunamos juntos.”

martes, 13 de agosto de 2013

Capítulo 41

-Hemos llegado, señorita. –Bajé de la moto de un salto, dejé el casco en el manillar de la moto y me acerqué a la puerta de mi casa para coger la mochila. –Nos vemos mañana.
-Adiós, Malik.
-¿Ni un beso de despedida ni nada? –Enarqué una ceja y miré la puerta de mi casa. Él simplemente sonrió asintiendo y aceleró un poco la moto. –Entendido. Hasta mañana, preciosa.
-Hasta mañana. –Llamé al timbre un par de veces cuando vi a Zayn perderse en una curva al final de la calle. El sonido sordo me indicó que la puerta estaba abierta y entré con prisas, dejando la mochila en el recibidor. Mi madre me recibió con una sonrisa, a diferencia de la cara de mi padre, que podría asesinar a cualquiera con esa forma de mirar. Me estremecí cuando se levantó del sillón y se acercó a mí, pero pasó de largo entrando en la cocina. Solté todo el aire de golpe, me senté en el sofá y empecé a comer.
La tarde pasó aburrida, ninguno de los tres hablábamos. Yo llevaba media hora haciendo deberes, intentando disimular lo nerviosa que me ponía la mirada de mi padre sobre mí. Finalmente, apagó la televisión y se decidió a romper el hielo.
-Jennifer. He oído que Harry y tú ya no salís juntos. –Levanté mi mirada de la libreta y asentí. -¿Alguna razón en especial? –Mi mirada se posó ahora en los ojos azules de mi madre que me sonreía poco convencida. Yo me mordí el labio, pensando que decir y suspiré.
-No somos compatibles como pareja.
-No tendrá nada que ver Zayn. –Me había pillado, claro, después de todo lo que había pasado desde el sábado. Respiré hondo y clavé mi mirada en la suya.
-Sí, la verdad es que sí. Estoy más agusto con él que con Harry. –Las palabras salieron con rapidez de mi boca y, cuando las solté todas, bajé la mirada hasta mis manos.
-Es decir, ¿has dejado a Harry por irte con el malnacido de Zayn?
-No hables así de él. –Una chispa de rabia saltó en mi vientre y me levanté del sofá y recogí mis cosas con la intención de irme a mi cuarto y no salir de ahí. Sin embargo mi padre cogió mi brazo impidiendo cualquier movimiento.
-Se acabó tanta tontería, Jennifer. Estoy harto de tus chorradas.
-Suéltame.
-Estás castigada sin salir a la calle dos semanas. Y si vuelvo a enterarme de que sales con él, te arrepentirás de haberme desobedecido. –Gruñí, soltándome de su agarre y corrí a mi cuarto, cerrando la puerta de un golpe. Tiré los libros al suelo y me tumbé en la cama, escondiendo mi cabeza entre los pocos cojines que tenía sobre ella, al final, cerré los ojos y me quedé dormida.
La puerta de mi cuarto cerrándose fue la que me despertó y, según el reloj de mi cama, llevaba dos horas durmiendo. Mi madre se sentó en el borde de mi cama y acarició mi pelo con parsimonia.
-Cariño, ¿estás bien? ¿Quieres cenar?
-No, sólo quiero estar sola.
-Jenn, entiende a tu padre, él no quiere que estés con malas influencias para ti.
-Zayn no lo es. ¡Vamos mamá! No seas hipócrita, a ti también te gusta Zayn y lo sabes. Le das la razón a papá porque no quieres que haya problemas.
-Jennifer. Créeme que si tu padre lo hace no es por fastidiarte.
-Mamá, deja de decir tonterías. –Me senté en la cama resoplando con fuerza y miré a mi madre. –Es que no entiendo que más le da con quien salga o deje de salir.
-Yo he intentado hablar con él, pero sabes que es un cabezón. Así que…
-Así que estoy castigada. –Ella asintió y se levantó de la cama después de dejar un beso en mi frente. Cerró la puerta de mi cuarto y suspiré, volviendo a tumbarme en la cama. La melodía de Maroon 5 resonó entre los cojines y descolgué el teléfono.
-¿Cómo está mi niña favorita?
-Harta de mi casa. –Liam rió en el auricular y yo resoplé.
-¿Qué ha pasado?
-Estoy castigada dos semanas, todo porque estoy con Zayn.
-Madre mía con Josh.
-Lo sé. Ha hablado mi madre con él y no le ha hecho ni caso. Mi padre sigue obsesionado con que tengo que seguir todo lo que él me diga y a mí no me da la gana de que me diga con quién tengo que salir y con quién no.
-Tranquila, pequeña. Sabes que tu padre me tiene adoración, siempre que quieras salir, le digo que voy contigo y luego te dejo a solas con Zayn. –Una sonrisa creció en mi cara al escuchar las palabras de Liam.
-Eres el mejor del mundo.
-Ya, ya lo sé. –Puse los ojos en blanco y escuché una débil risa en el teléfono.
-Liam, ¿me has llamado para algo en especial?
-¿No puedo llamar porque sí a mi chica favorita?
-Vale Liam, ¿qué pasa? –Lo escuché suspirar al otro lado de la línea y me senté como un indio en la cama.
-¿Tú tendrías una relación a distancia? –Me tensé.
-¿Porqué?
-Sólo responde.
-No… no lo sé, ¿qué pasa Liam? Cuéntamelo.
-Da igual, enana. Ya te contaré más adelante.
-Vale, idiota. Hablamos. –Colgué el teléfono y lo dejé encima de la mesita de noche. Me tumbé en la cama, y fijé la mirada en el techo, pensando en todo lo que me había dicho Liam. ¿Una relación a distancia? ¿Qué se traería entre manos el loco ese? Observé los pósters de mi habitación, perdiéndome en ellos intentando sacar algo en claro de la conversación.
Una idea rozó mi cabeza y sonreí. Se había enamorado.

Bueno, cosas guapas, que ya sé que me estáis pidiendo acción en los capítulos. Tranquilos que la habrá, solo que hay que esperar, pero prometo darle más vidilla a la novela. Sólo eso, mil gracias por leer. Y recordad, si queréis que os avise cuando suba, decidmelo por twitter o por comentario aquí o como queráis. Os quiero monstruitos. <3

lunes, 12 de agosto de 2013

Capítulo 40

-Ven, te enseño el resto de la casa. –Asentí y me agarré de su mano mientras íbamos pasando por cada habitación. En cada una parábamos apenas unos segundos y me explicaba que habitación era. Que si el baño, la habitación de invitados, la de sus padres, más habitaciones que no tenían ningún uso y así hasta llegar de nuevo a la sala del piano.
-Esto… ¡es enorme! Si la reconstruyerais sería una casa perfecta. –Me acerqué a la ventana y perdí la mirada en el horizonte. Sentí los brazos de Zayn rodeando mi cintura y empezó a besar con tranquilidad mi cuello mientras yo entrelazaba sus manos con las mías.
-Será nuestra casa. –Reí en voz baja y me giré para ponerme frente a Zayn. – ¿Qué te parece? Imagínate a nuestros niños corriendo por ahí.
-Para el carro, Malik. ¿Niños? –Ambos reímos. –Ni si quiera he entrado en la universidad y ya quieres que tenga hijos. ¡Y contigo! –Volví a reír y él simplemente negó con la cabeza.
-Vale, vale, empecemos por practicar como tenerlos. –Zayn agarró mi cintura pegándome a él y solté una carcajada.
-¡Zayn! –Me miró con media sonrisa en la cara y besó mi mejilla. Sus labios bajaron hasta la comisura de mis labios y de ahí a mis labios. Nos separamos cuando necesitamos recuperar el aire y, Zayn en un simple movimiento me cogió en brazos llevándome hasta el sofá en el que había dormido horas antes.
Me apoyó con delicadeza y una fugaz sonrisa apareció en su cara cuando le quité la camiseta. Acto seguido él hizo lo mismo con la mía. Mis pantalones fueron los siguientes en salir de mi cuerpo y los suyos igual segundos después. Empezó a pasear sus labios por cada rincón de mi cuerpo, deteniéndose en el cuello, donde besó con tranquilidad los restos de las marcas que me había hecho días antes. Miré su cuerpo y el mío y entonces fui consciente de que nuestra ropa interior también había desaparecido.
Se levantó para coger un preservativo y se lo colocó con rapidez antes de besar mis labios. Entrelacé mis dedos en su pelo cuando lo sentí dentro de mí y él gruñó con fuerza. Sus manos se pasearon por mis pechos, masajeándolos, mientras las mías se clavaban en sus brazos en un intento de descargar ahí toda la adrenalina.
Las respiraciones de ambos eran acompasadas, al igual que nuestros movimientos. Se acercó a mi oído para pronunciar un débil ‘te quiero’ antes de llegar. Yo gemí su nombre en voz baja cuando llegué apenas un par de segundos después.
Se tumbó a mi lado y me giré para mirarlo. Las gotas de sudor caían por su cara y aún respiraba de forma entrecortada. Sonreí y pasé mi mano por su pelo, él la cogió y empezó a besarla causando mi risa.
-Tenemos que volver. –Su voz se clavó en mi oído y yo negué con la cabeza como una niña chica.
-No son ni las once. Vamos a quedarnos aquí, damos una vuelta o algo. –Enarcó una ceja y sonrió. -¡Por fa, Malik!
-Pareces una niña pequeña. Anda vístete, que vamos a hacer algo divertido. –Cogí mi ropa con rapidez y me vestí en un minuto. Zayn, ya vestido, me miraba divertido desde el sofá. Agarró mi mano y me sacó de la casa cogiéndome en brazos. Un par de minutos después estábamos delante de su moto.
-¿No será un truco para volver? –Me crucé de brazos mirándolo y él negó con la cabeza.
-Sólo sube. –Asentí y subí en la moto esperando a que él se sentara delante. –No. Sube delante, hoy conduces tú.
-¿Cómo? ¿Quieres que nos matemos?
-Vamos es sencillo. –Subí en la parte delantera y él se puso detrás. Mis manos se colocaron en el manillar y él colocó las suyas sobre las mías. –Relájate.
-¡No puedo relajarme cuando sé que puedo matarnos! –Él rió pegando aún más su cuerpo al mío.
-A ver, gira la llave y da un poco de gas. –Hice lo que él me pidió y la moto rugió bajo mi cuerpo. Seguí sus instrucciones y la moto se movió medio centímetro. –Vale, así, pero tiene que andar un poco más. –Aceleré y la moto empezó a correr.
-¡Mierda! Zayn como nos matemos, resucito para matarte otra vez. –Sus manos acariciaron las mías, haciendo que relajara el cuerpo y la velocidad de la moto empezó a descender.
-Sólo relájate. Estoy detrás de ti, no voy a dejar que te pase nada. –Asentí con tranquilidad y volví a acelerar la moto. Poco a poco, Zayn dejó de decirme que hacer y yo manejaba la moto de manera decente.
Frené delante de la casa y me bajé de un salto. Zayn colocó el caballete y se bajó detrás de mí. Me lancé a sus brazos y sonreí cuando sentí sus labios en mi hombro.
-¿Sabes qué? –Él gimió un qué en forma de contestación. –Ayer lo dejé con Harry. Se lo tomó bastante bien.
-¿Lo has dejado? –Él se separó de mí y yo asentí. -¿Tu padre lo sabe?
-No tengo que hacer todo con el consentimiento de mi padre.
-Esas cosas sí.
-No. Mi padre no controla con quien salgo o con quien dejo de salir. –Zayn apretó el puente de su nariz en un intento de controlarse y suspiré. –Creo que tienes razón, es mejor que volvamos ya.
-Jenn.
-Ni Jenn ni hostias. No hay manera de acertar contigo. –Me crucé de brazos y me giré en dirección contraria a la de Zayn.
-Preciosa –sus brazos rodearon mi cintura –sabes que me encanta que hayas dejado a Harry, pero me preocupo por lo que pueda decir tu padre o peor, lo que pueda hacerte. –Tragué saliva y me giré para clavar mi mirada en la suya.
-Sinceramente, es que me da igual lo que me diga mi padre. –Él sonrió y besó mi frente.
-Así que, ¿has dejado a Harry? ¿Y eso por qué? –Lo miré y él sonrió.
-Te diré un secreto. –Me puse de puntillas para acercarme a su oído. –Lo he dejado por Liam. –Me separé, mirándolo a los ojos. -¿Lo has visto? Oh, joder. Creo que estoy enamorada de él. –Sacudí mi mano como dándome aire y giré sobre mí misma para después clavar mi mirada en Zayn de nuevo, solo que ahora él estaba serio, no había ni un rastro de sonrisa en su cara. Estallé en una sonora carcajada y salté sobre él, enroscando mis piernas en su cintura y mis brazos en su cuello. -¿Eres tonto, Malik? ¡Te lo has creído!
-Eres idiota. –Reí en su cuello y él me apretó con fuerza.
-Sí, pero me quieres. –Sonreí acercándome a sus labios.
-No sabes cuánto. –Y, acto seguido, me besó provocando una sonrisa en mi cara.