*Narra Zayn*
Me retorcí en la cama, girándome
para poder observar como dormía. Su respiración era calmada y se clavaba con
suavidad en mi espina dorsal. Su brazo estaba delicadamente colocado sobre mi
cadera, pegándome por completo a ella. Resoplé. La conversación que habíamos
mantenido unas horas antes me había dejado jodido.
El móvil vibró en la mesita de
noche y yo me levanté con cuidado de no despertarla. Descolgué el teléfono y
salí de la habitación sin hacer ningún ruido, dirigiéndome al despacho de mi
padre.
-¿Qué quieres?
-Dime que Jenn está contigo. –Liam
parecía realmente preocupado al otro lado de la línea y yo suspiré sentándome
en la silla giratoria de mi padre.
-Está conmigo.
-Josh está como loco. Ha movilizado
a media mafia para buscarla. –Rápidamente su tono preocupado cambió por el tono
protector más propio de un padre. -¿Qué le has hecho?
-Nada, cálmate. Me llamó ella
anoche. –Mi tono de voz disminuyó. –No me puedo creer lo que quería hacerle
Josh.
-Me lo ha contado mi padre.
–Suspiró en el auricular. –Tenemos que protegerla; yo quiero tan poco como tú
que entre en esto. –Asentí en la habitación, creyendo que Liam podía verme.
–Eh, Zayn, ¿estás bien? Te noto ausente.
-Lo quiere, tío. Quiere a Harry.
–Escuché una risa en el teléfono. -¿Qué pasa?
-Aún no sabes que son sus padres la
que la obligaron a salir con el estúpido de Styles. Pareces nuevo en esta
mierda. Adivina de qué trabaja su padre. –Me quedé pensado medio segundo hasta
que una idea rozó mi cerebro. Will Styles. Alto cargo en el actual gobierno,
dinero y muchísima influencia en Inglaterra. Todo tenía sentido.
-Claro, hostia. –De nuevo escuché
la irritante risa de Liam, aunque esta vez una sonrisa apareció en mi rostro.
-¿Qué pasa, tío? Parece que te
jodió eso de que quiere a Harry –noté el sarcasmo en sus palabras -¿acaso te
has enamorado de ella? –Me acojonaba la respuesta, y me acojonaba aún más tener
que aceptarla. Miré al frente y vi a Jenn salir de mi cuarto con mi camiseta
puesta, en la puerta de la habitación se acomodó el pelo y miró a todos lados.
Cuando se encontró con mi mirada, me dedicó una sonrisa y se acercó al
despacho. Mis ojos se centraron en recorrer todo su cuerpo y, por primera vez,
miraba a una chica, queriendo que fuera mía, cada día, cada noche, cada segundo.
-Sí, Payne. Hasta las trancas.
-Lo sabía. –Ella se sentó en mi
regazo y me quitó el teléfono de mis manos. Vocalicé un ‘Liam’ y ella sonrió
asintiendo.
-¡Liam! –Se quedó callada,
escuchando la respuesta de Liam y, al segundo contestó. –Bien, ayer por la
tarde te llamé, pero tenías el teléfono desconectado. ¿Dónde estabas? –De nuevo
silencio, aunque por la cara que puso supe que le había dicho algo que no
entendía.
-Dame anda. –Cogí el móvil y lo
puse en manos libres permitiéndome escuchar la conversación. -¿Qué le has
dicho, Liam?
-Que ayer por la tarde estaba
cogiendo un avión.
-¿Dónde estás? –Jenn se quedó
callada escuchando nuestra conversación con atención.
-Roma. –Me tensé de inmediato, si
Liam había ido allí, yo también tendría que ir en pocos días.
-¡¿Por qué no me has llevado?!
Capullo. –La risa de Jenn rompió toda la tensión y yo la miré. Su sonrisa era
inocente, aunque ella sabía tan bien como yo que Liam no estaba allí para hacer
turismo.
-Roma es aburrida, cariño. –Ahora
fue la risa de Liam la que retumbó en toda la habitación. –Pero algún día
seguro que vienes –se quedó callado un segundo, analizando lo que acababa de
decir. –Sí, seguro que algún día vienes. Zayn, quita el altavoz un segundo.
–Hice lo que me pidió y coloqué el teléfono en mi oído. Jenn se levantó de mis
rodillas y encendió una vieja radio, dejando que una canción de algún grupo
actual sonara por la casa.
-¿Qué pasa?
-Deberías traerla. Cuando tu
familia se entere querrá conocerla. –La miré de soslayo, bailaba al compás de
la música y, cada vez que subía las manos, me permitía ver su ropa interior de
encaje negro. Me estaba volviendo loco.
-Déjate de gilipolleces, Liam. Nos
vemos en un par de días. –Colgué el teléfono y me acerqué a Jenn rodeando con
mis brazos su cuerpo y haciéndola girar hasta quedar frente a mí. Jenn rió con
fuerza y colocó sus brazos alrededor de mi cuello, se movía por toda la
habitación, llevándome a mí con ella. El espacio se redujo entre nosotros (aún
más si es que eso era posible) cuando una pared le impidió sus movimientos y la
dejó encerrada entre mi cuerpo y la pared.
-¿Por qué no me has dicho que tu
padre te ha obligado a estar con Styles? –Las palabras salieron con rapidez de
mi boca, pillándola con las defensas bajas. Sus ojos se abrieron como platos,
atónita ante mi pregunta.
-Yo… yo… Mi padre me dijo que
mantuviera ese detalle en secreto. –Tragó saliva y esquivó mi mirada. Suspiré.
-¿Hay algo más que tenga que saber?
–Negó con la cabeza, aún con la vista en el suelo. –Es hora de que vuelvas a
casa, Jenn. –Me separé de ella. Y empecé a andar hasta mi cuarto para coger las
llaves de la moto. No llevaba ni medio metro andado cuando me cogió de la
camiseta haciéndome girar y capturó mis labios en un beso.
-¿Me llevarás a Roma? –Ella sonrió,
apartándose de mí apenas un centímetro.
-¿Sólo me has besado para que te
lleve a Roma? –Me aparté de ella ofendido y Jenn explotó en una sonora
carcajada. La cogí de la cintura, volviendo a pegarla a mi cuerpo y aparté un
par de mechones de su cara antes de acercarme a su oído. –Te compraré una casa
en Roma si tanto te gusta la ciudad. –Mis susurros hicieron que se erizara su
piel. Sonreí y besé su cuello.
-Esto no es lo correcto.
-Lo correcto es aburrido, Jenn.
–Sonreí besándo sus labios por última vez y la observé entrar a mi cuarto para ponerse su sudadera y
sus vaqueros.
-Déjame aquí, si mis padres ven que
me has traído la hemos liado. –Asentí frenando la moto a un par de calles de la
suya y bajé después de ella colocando el caballete.
-Siempre podemos decir que te
encontré y te mantuve sana y salva. Seré como un héroe. –Levanté mis brazos al
cielo, imitando la postura de Superman y ella rió.
-Mejor no nos arriesgamos. Me debes
un viaje a Roma. –Me abrazó con fuerza.
-Y todo lo que tú quieras,
preciosa. –Besé su pelo y echó a andar hasta su casa. Me monté en la moto y
aceleré, alcanzándola rápidamente. –Si pasa algo, lo que sea, me llamas. Voy a
estar dando vueltas por aquí.
-Lárgate ya, Malik. –Reímos y
aceleré la moto dejándola atrás, aunque seguía viendo como avanzaba a través
del espejo retrovisor.
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