Salí del coche como pude, arrastrándome entre los restos de
cristal que había en el suelo. Sentía como la sangre bajaba por mi frente hasta
mis labios y como mi camiseta se empapaba de sangre que procedía de mi
estómago.
Miré a mí alrededor y observé que me había estrellado contra
una vieja tienda ya abandonada. Sobreentendí que los hombres que me seguían se
habrían largado al ver que me estrellaba. Tenía cristales por todo el cuerpo
pero, a pesar del dolor tenía que volver a casa como fuera.
Me levanté y empecé a andar hasta llegar a la puerta de la
tienda pero, a pesar de mis esfuerzos, no podía más. Saqué el móvil del
bolsillo y marqué su número. Escuché su adormilada voz que se alertó en un
segundo cuando escuchó uno de mis quejidos.
-Estoy en la vieja carretera de Howley... ven a por mí.
Rápido. –Y colgué, cerrando los ojos mientras mi cabeza golpeaba contra el frío
suelo de la tienda.
-¡Jenn! ¡Jenn! Despierta, Jenn. –Abrí los ojos lentamente
para encontrarme con los de Zayn mirándome fijamente. –Joder, pensaba que te
perdía. ¿Qué ha pasado? –Los flashes que me venían a la cabeza eran Des tirada
en el suelo de su casa desangrándose y como dos todoterrenos me seguían
intentando matarme. Respiré hondo y miré el suelo de la ahora destrozada
tienda.
-Iba muy rápido, y el suelo estaba mojado con algún líquido,
supongo que aceite. Derrapé y me estrellé. –Sentía mi voz romperse a medida que
iba hablando y cada vez tenía menos fuerzas.
-Vamos al hospital, hay que curarte esa herida. –Me cogió en
brazos, me subió a su coche y aceleró por la carretera, haciendo que en diez
minutos estuviéramos entrando por la puerta del hospital más cercano.
-Esto le va a doler, señorita. –Bufé y un segundo después
sentí un líquido recorrer todo mi abdomen y, a juzgar por el escozor que me
causaba, supe que era alcohol. El médico me miró y suspiró, intentando
desinfectar con rapidez la herida.
-Tranquila, preciosa. En nada estaremos en casa. –Asentí y
apreté con fuerza su mano cuando vi cómo el médico llamaba a una enfermera para
que trajera material quirúrgico.
-No se preocupe, sólo tenemos que darle unos cuantos puntos,
en diez minutos podrán marcharse. –Ahogué un grito mordiéndome el labio y sentí
las lágrimas caer por mis mejillas cuando la aguja atravesó mi piel juntando
las dos partes que se habían separado después del choque. Vi como la enfermera tiraba
un trozo de cristal medianamente grande a la basura, era poco más de media
ventanilla, y era lo que me había causado semejante herida. –Ya está. La
próxima vez conduzca con más cuidado.
-No se preocupe. –Afirmé con la cabeza y salí como pude de la
habitación, con Zayn agarrándome de la cintura ayudándome a andar con más
rapidez.
-Estaré hecha un desastre.
-No digas tonterías, estás tan guapa como siempre. –Me sentó
en el sofá, besando la herida que tenía en la frente y él se sentó a mi lado,
pasando un brazo por mis hombros mientras encendía la televisión, poniendo
algún canal que a ninguno de los dos interesaba. Tras varios minutos de
silencio, Zayn volvió a hablar. –Deberías dejar de buscar problemas.
-Soy un imán para los problemas. –Callé un segundo. –Siempre
lo he sido. –Me encogí de hombros y fijé la mirada en la televisión, aunque por
el rabillo del ojo veía a Zayn sonriendo.
-Siempre lo has sido.
-Si no fuera así, nunca te habría conocido. –De su boca
salió una pequeña risa y se acercó para besarme, pero antes de hacerlo se
separó de mí y me miró con una sonrisa.
-Adivina que he hecho esta noche mientras no estabas.
-¿Pajearte?
-Cerda. –Reí con desgana y me apoyé en su hombro esperando
que continuara. –He buscado todo lo del viaje para España. Ya tenemos hotel y
visitas organizadas. –Levanté la mirada hasta él y besé su mejilla.
-Así me gusta, que hagas cosas productivas en casa. –Reí y él
besó mi frente. –Voy a por algo de comer, ¿quieres?
-No, gracias. –Me levanté pero me tuve que apoyar en el sofá
al mismo con rapidez si no quería volver a sentir el frío suelo en mi cara.
-¿Estás bien?
-Sólo algo mareada. –Él asintió y se levantó, cogiéndome a
caballito.
-Deberías dormir.
-Lo sé, pero tengo hambre. –Bostecé y dejé caer mi cabeza en
su hombro, mientras sentía su espalda retumbar a causa de su risa.
-Vamos, te llevaré a la cama.
-No estoy para fiestas, Malik.
-No para eso, pequeña pervertida. –Reí en su cuello y cerré
los ojos cuando sentí el colchón doblarse bajo mi peso. –Descansa, preciosa. –Y
lo último que recuerdo fue como capturaba mis labios en un corto beso.
Entré con lentitud en la tienda, todavía cojeando un poco,
haciendo que Louis me mirara intrigado.
-¿Qué narices te ha pasado, morena?
-Tuve un accidente de coche anoche. –Intenté una risa, pero
tenía tanto dolor que se quedó en un mero quejido.
-La próxima vez que quieras llamar mi atención no lo hagas
medio matándote en un coche. –Observé como sonreía y yo negué con la cabeza
divertida.
-Tengo formas mejores para llamar la atención de los tíos.
-Y yo quiero verlas todas.
-En tus mejores sueños, campeón. –Ahora sí reí con ganas. Me
recogí el pelo en una coleta alta y me coloqué detrás del mostrador esperando a
los clientes.
-Jenn, ¿podrías ordenar esos papeles mientras yo reorganizo
un poco las estanterías?
-Sí, me pongo en diez segundos. –Saqué las carpetas
necesarias y empecé a archivar todas las facturas y papeles que había sobre el
mostrador.
-Así que aquí es donde trabajas, ¿no, cariño? –Levanté la
mirada cuando escuché la voz de mi padre y bufé cabreada cerrando de un golpe
la carpeta que estaba usando.
-¿Qué haces aquí?
-Sólo venía a hablar contigo. –Me crucé de brazos esperando
que siguiera. –Anoche perdí a dos de mis hombres.
-Yo tampoco estoy para tirar cohetes.
-Pero tú sigues viva.
-Por los pelos. –Resoplé, haciendo que unos cuantos mechones
se despegaran de mi cara.
-Realmente lo que quería saber es si están todos muertos en
la familia. –Un pequeño escalofrío me recorrió de arriba abajo al recordar la
noche anterior, haciendo que se me erizase todo el cuerpo.
-To-todos.
-Una lástima lo de la niña pequeña. –Josh sonrió de medio
lado. –Pero así son las cosas. –Una sonrisa completa apareció en su rostro y
por un segundo tuve la sensación de que había disfrutado la muerte de la
pequeña.
-Eres asqueroso, eres retorcido. Eres un cabrón sin
sentimientos. –Mi mejilla izquierda comenzó a arder cuando su mano impactó
contra ella.
-¡Eh! Ni se te ocurra volver a tocarla. –Louis se colocó
entre mi padre y yo, apretándome con fuerza contra su espalda. –No la toques,
¿lo has entendido?
-¿Este quién es cariño, tu nuevo novio?
-Sólo soy un amigo. Pero te juro que este amigo te las hará
pagar caro si le pones una mano encima de nuevo.
-Veo que tienes buenos guardaespaldas, aprendes bien de tu
padre. –Y sin decir una palabra más se marchó de la tienda. Louis se giró para
mirarme en cuanto mi padre había cruzado la puerta.
-¿Estás bien, Jenn? –Colocó su mano en mi barbilla, haciendo
inevitable el contacto visual.
-Sí, sí. Gracias.
-No tienes que darlas. –Besó mi frente con lentitud,
acercándose lo suficiente como para que el olor de su colonia se colara en mis
fosas nasales. Se separó con lentitud y sonreí de medio lado. –Vuelvo en diez
minutos, ¿podrás apañártelas sola?
-Seguro que sí. Vete tranquilo. –Louis asintió y salió de la
tienda en el acto. Seguí ordenado papeles y, cuando terminé, observé como la
gente paseaba por los alrededores.
La puerta de la tienda se abrió con un fuerte golpe,
haciéndome desviar hasta ahí la mirada y una sonrisa apareció en mi cara.
-¡Sorpresa! –Reí y ayudé a Louis con las bebidas y la comida
que traía. –Es como un desayuno en la cama pero en el trabajo.
-Gracias.
-He traído un par de batidos de chocolate porque no sabía
que era lo que querías.
-El batido de chocolate es perfecto. –Asentí y di un sorbo
al vaso. Miré toda la comida que había traído, palmeras de chocolate,
croissant, donuts, gofres y demás cosas con chocolate. -¿Qué quieres,
engordarme o volverme diabética? –Escuché una carcajada por parte de Louis y
reí yo también en voz baja.
-Sé que te encanta.
-Realmente no. No me gusta el chocolate... pero no quería
dejarte mal. –Suspiré centrando la mirada en el chocolate fundido que caía por
el gofre. Levanté la mirada hasta Louis y vi como la sonrisa había desaparecido
de su cara y se rascaba con lentitud la parte de atrás de su cuello. –Es broma,
Louis.
-Eres de lo peor. –Reí y di un mordisco de un donut mientras
miraba como Louis sonreía de medio lado.
-¿Qué? ¿Qué pasa?
-Nada, nada. –Me encogí de hombros
y seguí desayunando.