domingo, 29 de diciembre de 2013

Capítulo 12.

Salí del coche como pude, arrastrándome entre los restos de cristal que había en el suelo. Sentía como la sangre bajaba por mi frente hasta mis labios y como mi camiseta se empapaba de sangre que procedía de mi estómago.
Miré a mí alrededor y observé que me había estrellado contra una vieja tienda ya abandonada. Sobreentendí que los hombres que me seguían se habrían largado al ver que me estrellaba. Tenía cristales por todo el cuerpo pero, a pesar del dolor tenía que volver a casa como fuera.
Me levanté y empecé a andar hasta llegar a la puerta de la tienda pero, a pesar de mis esfuerzos, no podía más. Saqué el móvil del bolsillo y marqué su número. Escuché su adormilada voz que se alertó en un segundo cuando escuchó uno de mis quejidos.
-Estoy en la vieja carretera de Howley... ven a por mí. Rápido. –Y colgué, cerrando los ojos mientras mi cabeza golpeaba contra el frío suelo de la tienda.

-¡Jenn! ¡Jenn! Despierta, Jenn. –Abrí los ojos lentamente para encontrarme con los de Zayn mirándome fijamente. –Joder, pensaba que te perdía. ¿Qué ha pasado? –Los flashes que me venían a la cabeza eran Des tirada en el suelo de su casa desangrándose y como dos todoterrenos me seguían intentando matarme. Respiré hondo y miré el suelo de la ahora destrozada tienda.
-Iba muy rápido, y el suelo estaba mojado con algún líquido, supongo que aceite. Derrapé y me estrellé. –Sentía mi voz romperse a medida que iba hablando y cada vez tenía menos fuerzas.
-Vamos al hospital, hay que curarte esa herida. –Me cogió en brazos, me subió a su coche y aceleró por la carretera, haciendo que en diez minutos estuviéramos entrando por la puerta del hospital más cercano.
-Esto le va a doler, señorita. –Bufé y un segundo después sentí un líquido recorrer todo mi abdomen y, a juzgar por el escozor que me causaba, supe que era alcohol. El médico me miró y suspiró, intentando desinfectar con rapidez la herida.
-Tranquila, preciosa. En nada estaremos en casa. –Asentí y apreté con fuerza su mano cuando vi cómo el médico llamaba a una enfermera para que trajera material quirúrgico.
-No se preocupe, sólo tenemos que darle unos cuantos puntos, en diez minutos podrán marcharse. –Ahogué un grito mordiéndome el labio y sentí las lágrimas caer por mis mejillas cuando la aguja atravesó mi piel juntando las dos partes que se habían separado después del choque. Vi como la enfermera tiraba un trozo de cristal medianamente grande a la basura, era poco más de media ventanilla, y era lo que me había causado semejante herida. –Ya está. La próxima vez conduzca con más cuidado.
-No se preocupe. –Afirmé con la cabeza y salí como pude de la habitación, con Zayn agarrándome de la cintura ayudándome a andar con más rapidez.

-Estaré hecha un desastre.
-No digas tonterías, estás tan guapa como siempre. –Me sentó en el sofá, besando la herida que tenía en la frente y él se sentó a mi lado, pasando un brazo por mis hombros mientras encendía la televisión, poniendo algún canal que a ninguno de los dos interesaba. Tras varios minutos de silencio, Zayn volvió a hablar. –Deberías dejar de buscar problemas.
-Soy un imán para los problemas. –Callé un segundo. –Siempre lo he sido. –Me encogí de hombros y fijé la mirada en la televisión, aunque por el rabillo del ojo veía a Zayn sonriendo.
-Siempre lo has sido.
-Si no fuera así, nunca te habría conocido. –De su boca salió una pequeña risa y se acercó para besarme, pero antes de hacerlo se separó de mí y me miró con una sonrisa.
-Adivina que he hecho esta noche mientras no estabas.
-¿Pajearte?
-Cerda. –Reí con desgana y me apoyé en su hombro esperando que continuara. –He buscado todo lo del viaje para España. Ya tenemos hotel y visitas organizadas. –Levanté la mirada hasta él y besé su mejilla.
-Así me gusta, que hagas cosas productivas en casa. –Reí y él besó mi frente. –Voy a por algo de comer, ¿quieres?
-No, gracias. –Me levanté pero me tuve que apoyar en el sofá al mismo con rapidez si no quería volver a sentir el frío suelo en mi cara.
-¿Estás bien?
-Sólo algo mareada. –Él asintió y se levantó, cogiéndome a caballito.
-Deberías dormir.
-Lo sé, pero tengo hambre. –Bostecé y dejé caer mi cabeza en su hombro, mientras sentía su espalda retumbar a causa de su risa.
-Vamos, te llevaré a la cama.
-No estoy para fiestas, Malik.
-No para eso, pequeña pervertida. –Reí en su cuello y cerré los ojos cuando sentí el colchón doblarse bajo mi peso. –Descansa, preciosa. –Y lo último que recuerdo fue como capturaba mis labios en un corto beso.

Entré con lentitud en la tienda, todavía cojeando un poco, haciendo que Louis me mirara intrigado.
-¿Qué narices te ha pasado, morena?
-Tuve un accidente de coche anoche. –Intenté una risa, pero tenía tanto dolor que se quedó en un mero quejido.
-La próxima vez que quieras llamar mi atención no lo hagas medio matándote en un coche. –Observé como sonreía y yo negué con la cabeza divertida.
-Tengo formas mejores para llamar la atención de los tíos.
-Y yo quiero verlas todas.
-En tus mejores sueños, campeón. –Ahora sí reí con ganas. Me recogí el pelo en una coleta alta y me coloqué detrás del mostrador esperando a los clientes.

-Jenn, ¿podrías ordenar esos papeles mientras yo reorganizo un poco las estanterías?
-Sí, me pongo en diez segundos. –Saqué las carpetas necesarias y empecé a archivar todas las facturas y papeles que había sobre el mostrador.
-Así que aquí es donde trabajas, ¿no, cariño? –Levanté la mirada cuando escuché la voz de mi padre y bufé cabreada cerrando de un golpe la carpeta que estaba usando.
-¿Qué haces aquí?
-Sólo venía a hablar contigo. –Me crucé de brazos esperando que siguiera. –Anoche perdí a dos de mis hombres.
-Yo tampoco estoy para tirar cohetes.
-Pero tú sigues viva.
-Por los pelos. –Resoplé, haciendo que unos cuantos mechones se despegaran de mi cara.
-Realmente lo que quería saber es si están todos muertos en la familia. –Un pequeño escalofrío me recorrió de arriba abajo al recordar la noche anterior, haciendo que se me erizase todo el cuerpo.
-To-todos.
-Una lástima lo de la niña pequeña. –Josh sonrió de medio lado. –Pero así son las cosas. –Una sonrisa completa apareció en su rostro y por un segundo tuve la sensación de que había disfrutado la muerte de la pequeña.
-Eres asqueroso, eres retorcido. Eres un cabrón sin sentimientos. –Mi mejilla izquierda comenzó a arder cuando su mano impactó contra ella.
-¡Eh! Ni se te ocurra volver a tocarla. –Louis se colocó entre mi padre y yo, apretándome con fuerza contra su espalda. –No la toques, ¿lo has entendido?
-¿Este quién es cariño, tu nuevo novio?
-Sólo soy un amigo. Pero te juro que este amigo te las hará pagar caro si le pones una mano encima de nuevo.
-Veo que tienes buenos guardaespaldas, aprendes bien de tu padre. –Y sin decir una palabra más se marchó de la tienda. Louis se giró para mirarme en cuanto mi padre había cruzado la puerta.
-¿Estás bien, Jenn? –Colocó su mano en mi barbilla, haciendo inevitable el contacto visual.
-Sí, sí. Gracias.
-No tienes que darlas. –Besó mi frente con lentitud, acercándose lo suficiente como para que el olor de su colonia se colara en mis fosas nasales. Se separó con lentitud y sonreí de medio lado. –Vuelvo en diez minutos, ¿podrás apañártelas sola?
-Seguro que sí. Vete tranquilo. –Louis asintió y salió de la tienda en el acto. Seguí ordenado papeles y, cuando terminé, observé como la gente paseaba por los alrededores.
La puerta de la tienda se abrió con un fuerte golpe, haciéndome desviar hasta ahí la mirada y una sonrisa apareció en mi cara.
-¡Sorpresa! –Reí y ayudé a Louis con las bebidas y la comida que traía. –Es como un desayuno en la cama pero en el trabajo.
-Gracias.
-He traído un par de batidos de chocolate porque no sabía que era lo que querías.
-El batido de chocolate es perfecto. –Asentí y di un sorbo al vaso. Miré toda la comida que había traído, palmeras de chocolate, croissant, donuts, gofres y demás cosas con chocolate. -¿Qué quieres, engordarme o volverme diabética? –Escuché una carcajada por parte de Louis y reí yo también en voz baja.
-Sé que te encanta.
-Realmente no. No me gusta el chocolate... pero no quería dejarte mal. –Suspiré centrando la mirada en el chocolate fundido que caía por el gofre. Levanté la mirada hasta Louis y vi como la sonrisa había desaparecido de su cara y se rascaba con lentitud la parte de atrás de su cuello. –Es broma, Louis.
-Eres de lo peor. –Reí y di un mordisco de un donut mientras miraba como Louis sonreía de medio lado.
-¿Qué? ¿Qué pasa?

-Nada, nada. –Me encogí de hombros y seguí desayunando.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Capítulo 11.

-La ventana del salón tiene una pequeña rendija abierta, puedes forzar eso y entrar por ahí.
-¿Y vosotros?
-Sólo entraremos si vemos que tardas mucho en salir de ahí. –Asentí. –Esta es tu arma. Ya tiene el silenciador puesto. –Volví a asentir guardándola en la parte trasera de mi pantalón y avancé hasta la ventana del salón. –Eh guapita. -Me giré poniendo cara de asco. –Sal de ahí sin que te vea la pequeña.
-Lo haré. –Me acerqué con prisas a la ventana y de un salto conseguí llegar a la ventana.
"¿Una rejilla? Dime tu a mi dónde coño ves la rejilla que está abierta."
Suspiré y golpeé con la suela de la bota el cristal, haciendo que se rompiera en mil pedazos que cayeron sobre la alfombra del salón.
"Bien, acabas de despertar a toda la casa."
Entre en el salón, pisoteando todos los cristales y avancé con cuidado, con la mano pegada a mi pistola y mirando a todos los lados.
"Al dormitorio."
Asentí y empecé a andar, recordando todas las veces que había recorrido esa casa cuando venía de visita con mi padre.
"Cuarta puerta a la derecha."
Me moví con rapidez, intentando no hacer ruido; si no se despertaban, no tendría ningún problema.
Abrí la puerta con sigilo y miré la cama. Ahí sólo había una persona, y por la forma del cuerpo no era Michael. Mierda. Me congelé con la pistola levantada hacia el cuerpo de la persona, un suspiro salió de mi boca y guardé la pistola, cerrando la puerta y retrocediendo hasta el pasillo de nuevo.
"No puedo matarla. No me ha hecho nada, joder. No puedo disparar a sangre fría."
Resoplé de nuevo y me apoyé en la pared, mientras intentaba poner en orden todos mis pensamientos.
"Si no lo haces puede que el que acabe mal sea Zayn. Un disparo y te largas."
"No. No puedo."
-Que sorpresa, mira, ¿a quién tenemos aquí? La hija de Josh. Hacía tiempo que no te veía. –Me giré para encontrarme a Michael apuntándome directamente con una pistola. Tragué saliva y me despegué de la pared, retrocediendo un par de pasos alejándome tanto como podía de él y sacando de nuevo la pistola de mi pantalón. –No tengas miedo, guapa. No te voy a hacer nada. –Cargó la pistola y bufé.
-Los cojones. –Y sin pensarlo un segundo más, cargué la pistola y apreté el gatillo. Lo vi caer, mientras la sangre brotaba en su estómago y mis ganas de vomitar aumentaron por segundos.
-¿Michael? –Mierda. Me giré hasta la puerta del cuarto que se abrió de golpe al mismo tiempo que su esposa salía al pasillo y veía la escena.
-Lo siento. –Y tras pronunciar eso, volví a cargar y apreté el gatillo por segunda vez, haciendo que la mujer cayera sobre el cuerpo del hombre.
"Soy una mierda."
Suspiré y volví a cruzar el pasillo para salir de allí de una maldita vez. Tenía que vomitar, lo necesitaba. Me sentía como una jodida mierda.
-¿Jenn? –Me giré y sentí como todo mi cuerpo tembló al verla ahí parada. –Hola. –Sonrió, y se acercó a mí con prisas para abrazarme.
-¿Que narices haces despierta, enana? –Sorbí por la nariz intentando disimular que estaba llorando y me separé de su abrazo.
-Tenía que ir al baño. –Escuché una débil risa por su parte y sonreí amargamente.
-Anda vuelve a dormir pequeña. –Besé su frente y ella asintió.
-Adiós, Jenn. –Y empezó a alejarse dando saltitos mientras tarareaba una canción. Puse un pie en la ventana y el sonido de su voz se apagó, para escucharse acto seguido un golpe sordo contra el suelo.
No.
Me giré y la vi tirada en el suelo, mientras un charco de sangre empezaba a cubrir su cuerpo.
No.
Intenté correr hasta ella pero una mano me lo impidió.
-Nos vamos.
-¿La has matado?
-Te dije que no te podía ver. Nos vamos, los hombres de Michael vienen de camino. –Parpadeé un par de veces, intentando contener las lágrimas y salté por la ventana con un ágil movimiento.
-Lo siento pequeña. –Y salí corriendo de ahí. Cogí al hombre que había disparado a Des por el cuello y cargué la pistola contra su frente. -¡¿Quién mierda eres para matar a una cría!? –Grité con rabia, apretando con fuerza la pistola contra su sien. -¡Eres un mierda!
-No te creas mejor que yo. Tú también eres una asesina. –Una parte de mi cerebro se activó, dándose cuenta de que aquel hombre tenía razón. Era una asesina, como él, como mi padre. Aparté la pistola de su cabeza y suspiré, mientras escuchaba como se acercaban unos cuantos coches.
“Joder, los hombres de Michael.”
Un coche iluminó toda la casa y lo único que pude hacer fue esconderme detrás de una fuente que decoraba la entrada. Genial. Cuatro hombres se bajaron de los dos coches y apuntaron a los dos hombres de mi padre.
-Vaya. ¿Qué tenemos aquí? No esperábamos visita hoy. –Uno de los hombres rio con fuerza, haciendo que un escalofrío recorriera mi espina dorsal.
-Tendremos que darles el recibimiento que merecen, ¿no crees? –Otro hombre habló. Respiré hondo y me asomé detrás de la fuente como pude, intentando observar la escena.
Uno de ellos golpeó en la cara al que minutos antes había asesinado a Des y, acto seguido otro, disparó a su pierna haciendo que cayera al suelo. Mientras, otros dos, golpeaban al segundo hombre que me acompañaba hasta que no se pudo mantener en pie. Y, entre los cuatro, tiraron a ambos a la piscina.
Dos disparos. Uno para cada uno, haciendo que la cristalina agua de la piscina se tiñera de rojo.
"Sal de aquí ya si no quieres acabar tú también en el fondo de esa puta piscina."
Hice caso a mi cerebro y empecé a correr en dirección al coche. Arranqué con prisa viendo por el retrovisor como los cuatro hombres se giraban para mirarme y se dirigían también hacia sus coches.
"Ah genial. No vas a acabar en la piscina, vas a acabar asesinada en mitad de la carretera."
Apreté el acelerador y derrapé saliendo del cortijo con tanta prisa como pude. Aún sentía las lágrimas acumulándose en mis ojos por la muerte de Des. Tenía seis años. Y ahora... cerré los ojos un segundo, intentando aislarme de lo que acababa de pasar. Sentí como perdía el control del coche a causa de la velocidad que llevaba y frené apenas un segundo volviendo a recuperar el control.
Por el espejo retrovisor vi como los dos coches se acercaban y volvía a acelerar, intentando perderlos por cualquier medio. Con un rápido volantazo cambié de sentido y pasé a su lado intentando como podía dispararles a las ruedas pero sólo me gané un par de disparos en la puerta del coche y que ellos también giraran para seguir persiguiéndome.
Volví a cambiar de sentido y ellos lo hicieron al mismo tiempo que yo. Esto iba a costarme trabajo. Aceleré aún más.
120.
140.
150.
Un golpe en la parte de atrás del coche hizo que bajase la velocidad, pero volví a aumentarla. De nuevo otro golpe. Y otro. Y otro más. Hasta que perdí el control total del coche y empezó a girar a través de la carretera hasta que lo sentí estrellarse con una cristalera enorme.

Sentí como los cristales cortaban mi piel mientras yo gruñía de dolor. 

viernes, 27 de diciembre de 2013

Capítulo 10.

Resoplé sentándome en la cama y centré la mirada en el reloj de la mesita. Las dos menos veinte de la madrugada. Me puse la chaqueta y apreté mis botines antes de levantarme con un ágil movimiento de la cama.
Salí con prisas de la casa, pensando que cuanto antes saliera, antes volvería. Subí la colina que había frente mi casa hasta que llegué al punto de reunión dónde ya estaban aparcados los coches de mi padre y los demás de sus hombres.
-¿Podré dormir algún día en paz? –Una risa gutural salió de la boca de mi padre haciéndome farfullar.
-Tienes que hacernos un favor rápido, pequeña.
-¿A estas horas? –Vi como asintió a pesar de la poca luz que iluminaba el lugar y resoplé cabreada. –Espero que sea rápido.
-Lo será. –Chasqueó los dedos y dos de sus hombres sacaron a un hombre y un portátil del interior de un volvo negro. –Tienes que hacer la transferencia desde el número de cuenta que él te diga hasta la nuestra.
-¿No puedes hacer eso tú? Te creía más inteligente. –La palma de su mano se estrelló en mi mejilla, cortando la risa que estaba a punto de soltar. –No vuelvas a tocarme.
-No vuelvas a jugar conmigo. Vamos. –El hombre me dijo el número de cuenta y la contraseña y yo sólo asentí cuando ya estaba dentro.
-¿Y ahora? –El disparo fue rápido, directo al pecho del hombre que no tendría más de treinta y pocos; yo me tapé la boca con las manos cuando lo vi caer al suelo, sobre un charco de su propia sangre.
-Ahora pasas todo el dinero que tenga a mi cuenta. –Mi mirada seguía fija en el inerte cuerpo del hombre y, mi cuerpo se había congelado en apenas un segundo. -¡Vamos, hostia! –El grito de mi padre alertó todo mi cuerpo y yo empecé a hacer las transferencias con rapidez, intentando salir de ahí cuanto antes. Sentía como las lágrimas quemaban mis mejillas sabiendo que yo había sido cómplice de la muerte de ese pobre hombre.
-Hecho. –Me aparté del ordenador y me abracé a mí misma intentando aislarme de toda la mierda que tenía delante.
-Ya puedes largarte. Buenas noches, cariño. –Sorbí por la nariz y gruñí cabreada.
-Que te den. –Empecé a andar colina abajo.
-Cuida tus formas, o tú serás la siguiente, Jennifer. –Me estremecí cuando escuché las palabras de mi padre en la lejanía y aceleré el paso intentando llegar cuanto antes a mi casa.

-Buenos días, preciosa. –Sentí como Zayn besaba mi nariz, después mi mejilla, después mi mandíbula y después mi cuello para atacar mis labios como último paso. Reí contra sus labios, provocando una sonrisa en él.
-Buenos días, Malik. –Me estiré en la cama, abrazándole mientras él acariciaba mi hombro con tranquilidad. –Tengo que irme. –Lo escuché gruñir y lo miré para plantar un beso en su mejilla. -En unas horas estoy aquí, quejica.
-Hoy habrá algo especial de comer.
-¿Macarrones y carne? –Reímos al mismo tiempo mientras yo me levantaba buscando la ropa que me pondría.
-He dicho algo especial.
-Ah, entonces es espagueti con ensalada.
-Se ha levantado graciosa la nena.
-Será eso. –Me senté a su lado en la cama y él se incorporó para besar mi mejilla. –Me voy. Te quiero.
-Eh, eh, eh. –Agarró mi muñeca antes de que pudiera alejarme de la cama y me giró hasta él. -¿Qué narices te ha pasado en la mejilla? –Me miré en el lejano espejo y sentí como cada uno de los músculos de mi cuerpo se tensaban. Balbuceé en voz baja un par de palabras inentendibles y fingí una sonrisa antes de volver a mirar a Zayn.
-Pues no tengo ni idea. –Acaricié mi mejilla con cuidado. –Habré sido yo misma durmiendo o algo. –Reí y besé su frente. –Hasta luego, Zayn. –Por la mirada que me lanzó supe que no había creído ni una de mis palabras, así que lo único que pude hacer fue salir de la casa lo más rápido que pude antes de tener que enfrentarme a un interrogatorio por parte de Zayn.
"Te acabará descubriendo, tienes que hablar con él."
"Claro, hoy comiendo le digo: He tenido un día muy aburrido en la tienda, ah ¿y sabes qué? Me he unido a la mafia con mi padre."
"Quizá esa no sea la forma más razonable."
"No hay ninguna forma razonable."
"¿Qué pasará si te pilla?"
"Nada, porque no me va a pillar."
Abrí la puerta de la tienda de un golpe haciendo que la mirada del par de clientes que había ya dentro se centrara en mí que sonreí disculpando mi brusca forma de entrar.
-Buenos días, morena. –Gruñí cuando escuché el particular mote que ya tenía por parte de Louis y él sonrió. –Perdón. Buenos días, Jenn.
-Eso está mejor. –Sonreí, poniéndome tras el mostrador. -Buenos días.

"Tienes que hacer una nueva transición. Desde nuestra cuenta a la otra en Suiza. Pasa todo el dinero de anoche. Lo quiero hecho en diez minutos. J."
Miré a Louis que estaba atendiendo a unos clientes y levanté la mano, indicándole que iba a ausentarme unos minutos. Cuando lo vi asentir corrí al almacén y abrí el portátil que Louis tenía ahí.
"Hecho."
"Genial, cariño. ¿Qué te parece si mañana vas a una fiesta por la noche?"
"¿Qué tipo de fiesta?"
"Tú y un par de hombres más, tienes que entrar en casa de un viejo amigo mío y acabar con él y toda su familia."
"No es lo que yo entiendo por fiesta."
"Una lástima."

-Aquí tiene, pase una buena tarde. –Le sonreí a la mujer y esta se marchó, agradeciéndome por décimo quinta vez que la hubiera ayudado a elegir una nueva vajilla.
-Tienes buen manejo con los clientes, preciosa. –Sonreí cuando vi a Zayn mirando por encima un par de marcos de fotos y me acerqué a él.
-Soy toda una experta ya. –Él rio besando mi frente. –Zayn, ¿mañana puedo salir con Lea por la noche? Será una... noche de chicas. Las echo de menos y creo que la necesito.
-Por supuesto, preciosa. No tienes que pedirme permiso. –Me encogí de hombros.
-Era por si te molestaba.
-Tranquila. Puedes salir siempre que quieras. Sólo ve con cuidado. –Asentí con ganas y lo abracé.
-¡Louis! Me voy.
-Pasa un buen día, morena.
-Me aseguraré de ello, tranquilo. –Reí al escuchar el comentario de Zayn y salimos de la tienda.
-¿Que has hecho de comer?
-Sushi y rollitos de primavera. –Reí y golpeé su hombro no con demasiada fuerza.
-Eso es trampa, no lo has hecho tú.
-Pero yo lo he pedido y he ido a recogerlo, es el mismo esfuerzo.
-Tramposo. –Él sonrió de medio lado al mismo tiempo que colocaba en su boca un cigarro y lo encendía en medio segundo.
-Yo nunca dije que yo prepararía la comida. –Miré de reojo como el cigarrillo se movía al ritmo que las palabras salían de su boca y sonreí mordiéndome el labio. –Sigues haciendo eso, como cuando nos conocimos. –Sentí como mis mejillas se sonrojaban. –Y sigue teniendo el mismo efecto en mí. –Apartó el cigarrillo de su boca y en medio segundo sus labios encerraron los míos en un dulce beso.

Me miré en el espejo repasando mi ropa por quinta vez. Pantalones pitillos negros, camiseta básica blanca, chaqueta negra y unas botas militares también negras. Más que a una fiesta parecía que iba de entierro y entonces el recuerdo de Liam se me vino a la mente. ¿Qué pensaría él de todo esto?
"Te habría dicho que estás loca y jamás te lo habría permitido."
Suspiré alejando esos pensamientos y retoqué el poco maquillaje que llevaba. Sólo me había puesto algo de base, para que Zayn no sospechara nada. Solté mi pelo de la trenza que llevaba.
-¡Esta noche me llevo el todoterreno!
-Estaba claro que la moto no te la ibas a llevar, nena.
-Idiota. –Salí del baño colocando todo mi pelo en mi hombro izquierdo y sonreí cuando vi a Zayn parado frente a la puerta del baño.
-Así me gusta, que vayas tapadita a las fiestas. –Reí y besé su mejilla.
-No me esperes despierto.
-Pásalo bien. Y lleva cuidado.
-Sí, Malik. –Agarró mi muñeca, girándome y haciendo que sus labios se estrellasen con los míos y separándolos a los pocos segundos.
-Te quiero.
-Te quiero. –Cogí las llaves, el móvil, algo de dinero que sería innecesario y salí con prisas de la casa.

"Aquí tienes la dirección de la casa a la que tienes que ir. Allí te están esperando ya los dos que te van a ayudar. Hazlo tan rápido como puedas."
Guardé el móvil y aceleré hasta la dirección que me acababa de mandar mi padre.
Cuando llegué a la enorme mansión mi cuerpo se congeló, sabiendo perfectamente a quién pertenecía esa casa. Me bajé del coche con prisas y me acerqué a los dos hombres que ya me esperaban en la puerta.
-¡Eh! ¿A la niña también?
-Sólo si te ve la cara. –Asentí y entonces mi única preocupación fue que Des no me viera en ningún momento.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Capítulo 9.

Me tumbé en la cama y desbloqueé mi móvil para encontrarme con un mensaje que acababa de recibir. Lo abrí con prisas, resoplando al leer el contenido de este.
"Primer trabajo, primer fallo. ¿Quieres seguir manteniendo a Zayn fuera de esto? Pues empieza a trabajar como es debido. Mañana a las diez en el parque que hay frente a la tienda de decoración."
Bloqueé el móvil cuando sentí como las manos de Zayn apretaban mi estómago, pegando mi espalda a su pecho. Una débil sonrisa apareció en mi cara y dejé el teléfono sobre la mesita de noche al mismo tiempo que el besaba mi hombro con parsimonia.
-¿Estás bien, nena? –Me giré y asentí con una sonrisa. Besó mi frente y me pegó tanto como pudo a él, haciendo que su cálido aliento se estrellara contra mi cabeza. –Descansa anda.
-Sí, será lo mejor.

-Aquí tiene, señor. A su mujer le encantará el regalo. –Le tendí la bolsa al hombre y se marchó agradeciéndome la ayuda. Puse las manos en el mostrador, apoyando en ellas todo mi peso y suspiré bajando la mirada.
-Una noche larga, ¿no, morena? –Levanté la mirada con rapidez para encontrarme con la cara de Louis a pocos centímetros de la mía. Di un paso hacia atrás separándome de él y aparté un par de mechones de mi cara colocándolos detrás de mi oreja.
-Bastante larga. –Él rio con ganas y se apoyó en el mostrador, enseñándome una de sus particulares sonrisas.
-¿Quieres que vayamos a desayunar? Invito yo.
-No, muchas gracias. –Miré el reloj de mi muñeca y forcé una sonrisa. –He quedado ya para desayunar.
-¿Con tu novio? –Fruncí el ceño y asentí no muy convencida. Él asintió también y entró dentro del almacén sin decir una palabra más. Suspiré y salí con prisas de la tienda.
Entré en el pequeño parque, que ocupaba mayormente todo el centro del pueblo, y observé la figura de un hombre apoyado en un banco fumándose un cigarro. Gruñí y me acerqué a él con parsimonia, intentando retrasar lo inevitable. Tosí un par de veces cuando estuve delante de él y me crucé de brazos cuando vi una minúscula sonrisa aparecer en su rostro.
-¿Qué quieres, Josh? –Lanzó su cigarro a unos cuantos centímetros de nuestra posición y me escrutó con la mirada lentamente.
-Sólo te ordené un trabajo. Un solo trabajo. –Su voz aumentaba por segundos. –Y sencillo. Si no hay dinero, le pegas un tiro. ¿¡Y tú que cojones haces?! –Las palabras salían en forma de gritos, haciendo que retrocediera asustada por su reacción. –¡A ti sólo se te ocurre armar una pelea y huir del puto local!
-Lo primero es que no me grites. –Volví a recuperar mi posición original. –Lo segundo es que yo no tuve la culpa de la pelea. Se metieron en medio de la conversación  cuatro tíos que no pintaban nada y ellos lo empezaron todo. –Cerré mis manos en dos puños, demostrando el enfado que tenía en mi cuerpo.
-Veo que tengo que darte entonces cosas más sencillas que hacer. A no ser que quieras largarte y entonces llamaré de nuevo a…
-No. No me des cosas más fáciles ni llames de nuevo a nadie. Lo haré bien la próxima vez. –Bajé la mirada hasta las puntas de mis deportivas y un ligero suspiro salió de mi boca.
-Está bien, ya hablaremos para lo próximo que te mande. –Me giré con la intención de irme, hasta que sentí la mano de mi padre agarrarme el brazo. –No vayas tan deprisa, ¿desayunas con tu padre?
-Ni de coña. –Me solté de su agarre. –Tengo que volver al trabajo. –Y me giré para irme, mientras escuchaba a mi padre alejarse por el lado contrario.
Entré en la tienda con la misma desgana que con la que me fui, y encontrándola tan vacía como estaba minutos antes. Pase detrás del mostrador y me senté en la silla mientras esperaba que las horas pasaran rápido y pudiera salir de ahí.
-Hola de nuevo, morena.
-Tengo nombre, ¿sabes? –Rodé los ojos y miré por encima de mi hombro a Louis sonriendo desde la puerta del almacén.
-Que quedaría de puta madre con mi apellido al final.
-Déjame que lo dude. –Fingí una sonrisa y él negó con la cabeza. -¿Qué haces ahí metido todo el día? Podrías salir aquí y ayudar.
-Sí, como tenemos tantos clientes. –Reí ante su respuesta causando una sonrisa en su rostro. –Ven, te voy a enseñar lo que hago. –Lo miré por un segundo, dudando. –No te preocupes, prometo portarme bien.
-Vamos. –Entré en el almacén siguiéndolo de cerca. Aquello sólo era un largo pasillo, sin una pizca de luz en ningún sitio.
-Cuidado con la cabez…
-¡Auch! –Acaricié el sitio donde me había golpeado mientras escuchaba su risa acercándose cada vez más. -¡No te rías, gilipollas!
-¡Eh, tranquila, fiera! Yo te había avisado.
-Demasiado tarde, Louis. –Me recompuse del golpe y volví a seguirlo hasta llegar a una habitación. Tenía de todo, una televisión, un sillón incluso un maldito frigorífico.
-Bienvenida. –Reí y me senté en el sofá. –Te daré algo para ese golpe. –A los pocos segundos me dio una bolsa de hielo.
-Gracias. –Se encogió de hombros y se sentó conmigo en el sofá, al mismo tiempo que encendía la televisión. –Así que aquí te escondes cuando yo estoy trabajando.
-Más o menos.  –Reímos, sin prestarle nada de atención a lo que decían en el programa que Louis había puesto. –Pero desde hoy prometo ayudarte.
-Tengo la sensación de que eso no se cumplirá. –Reí, separando de mi frente el hielo ya casi derretido.
-Eh, te lo he prometido ¿no? –Lo miré asintiendo y media sonrisa apareció en su cara. –Pues entonces quédate tranquila, porque lo cumpliré.
-Me fiaré de ti. –Volvimos a reír, y así estuvimos durante horas, hablando, riendo, contándonos cualquier estupidez que se nos ocurriera.

-¿Te puedo preguntar una cosa, Jenn? –Levanté la mirada de la bolsa de patatas que tenía entre mis piernas hasta centrarla en él y asentí, esperando que él continuara. -¿Quién era el tío de anoche y porque estabas a punto de meterte en una pelea con sus matones? –Me congelé en el sofá, bajando de nuevo la mirada, buscando algo creíble que decirle.
-Eran amigos de mi padre. No iba a meterme en ninguna pelea, puede que pareciera eso, pero no era así. Sólo se acercaron a saludar. –Me tembló el labio al pronunciar la última frase y bufé intentando disimular la mentira.
-Claro, y yo en realidad soy pelirrojo. –Lo miré enarcando una ceja y sonreí.
-Te quedaría bien. –Él me miró sorprendido y yo reí, causando también su risa apenas unos segundos después.

-¡Zayn! –Lo abracé con fuerza cuando salí por la puerta del almacén y él me apretó con fuerza. -¿Llevas mucho tiempo aquí?
-Sólo un par de minutos. 
-Lo siento. Estaba abajo con Louis. –Me miró interrogante y yo sonreí. –El hijo del dueño. –Asintió poco convencido y agarró mi mano con fuerza.
-¿Vamos? –Asentí y salimos de la tienda con demasiada prisa para mi gusto. –Tengo que decirte una cosa.
-¿Qué pasa?
-He visto el coche de tu padre esta mañana. –Me tensé, parando en el acto y centrando mi mirada en él. –Aparcado junto al parque que hay en frente de la tienda.
“Mierda. Mierda. Mierda. Y mil veces mierda. Me ha pillado.”
-No sé qué cojones hacía ahí, pero quiero que vayas con mucho cuidado de ahora en adelante, por favor. –Una parte de mí se tranquilizó al ver que Zayn no había descubierto nada, pero otra se alertó. Si Zayn sabía que mi padre estaba en el pueblo iba a estar atento de sus movimientos,  lo que significa que podía descubrirme en cualquier segundo.
-S-Sí. –Balbuceé, intentando que las palabras que salieran de mi boca tuvieran algún sentido pero fue imposible, así que me mordí el labio y sollocé.
-Eh, preciosa. Yo voy a estar ahí para protegerte; no te va a hacer nada, confía en mí.

“Si tú supieras, Zayn…”

¡Holi, holi! Lo primero decir que perdón por no subir ayer, pero no tuve nada de tiempo ni para escribir ni para nada. Lo segundo decir que el capítulo es mierda, pero es que al final se me ha ido la inspiración y no sabía como acabarlo así que, también lo siento por eso. También deciros que paséis unas felices fiestas y que os regalen muchas cosas. Sólo eso, ¡comentad! un beso y feliz Navidad. <33

viernes, 20 de diciembre de 2013

Capítulo 8.

Lo miré fijamente mientras veía marcar con calma un número de teléfono. Golpeé un par de veces la mesa con los dedos, mientras mi pierna se movía nerviosa, esperando que llamara. En un simple gesto se llevó el teléfono a la oreja, haciéndome sonreír irónicamente.
-¿Te crees que soy tonta? En altavoz, por favor.
-Se enterará todo el restaurante, Jennifer.
-No lo repito, Josh. -Mi padre asintió y pulsó la tecla del altavoz dejándome escuchar los tonos de llamada.
"Vamos, Malik. Descuelga."
-¿Qué coño quieres, Josh? -Suspiré, apoyándome en el respaldo de la silla, preparada para escuchar la conversación.
-Tengo una buena noticia para ti, Zayn.
-Tus buenas noticias nunca son buenas. Habla. -Escuché a Zayn gruñir cabreado a través del auricular y yo volví a apoyar los codos sobre la mesa, adelantando mi cuerpo, para prestar atención a lo que diría mi padre a continuación.
-Verás, el caso es que estás fuera. No me haces más falta en el equipo.
-¿Así tan simple? -Enarqué una ceja después de la contestación de Zayn y mi padre rio débilmente, haciendo que me tensara. -¿Qué tienes entre manos, Josh?
-Nada, Zayn. Estoy siendo lo más legal que puedo. Estás fuera.
-Genial. -Lo escuché resoplar aliviado y sonreí ampliamente, removiéndome en mi asiento.
-Dale recuerdos a Jenn, Zayn. -Los ojos de mi padre se clavaron en los míos y fruncí el ceño, vocalizando miles de maldiciones hacia el hombre que tenía frente a mí.
-No te atrevas ni a pronunciar su nombre, Josh. No lo mereces.
-Tranquilo Malik, te recuerdo que aun sigue siendo mi hija. Puedo ir a por ella cuando quiera. -Abrí los ojos de par en par y mi mueca de asco aumentó, al mismo tiempo que mis manos se cerraban en dos puños.
-Acércate a menos de 200 metros de ella y eres hombre muerto. -Y se acabó la llamada. Mi padre guardó el móvil y me miró con una sonrisa mientras se encendía un cigarro.
-Ya está todo. Ahora me voy, preferiría estar en una jaula con tigres a seguir un minuto más cerca de alguien como tú. -Retiré mi silla de la mesa, haciendo que las patas rechinaran contra el suelo y mi padre rio, dándole una larga calada al cigarro que tenía en la boca.
-No tan rápido, Jennifer. Tú estás ahora en el negocio. Tengo que darte la instrucciones de lo que debes hacer. -Resoplé y me acomodé de nuevo en la silla esperando a que mi padre continuara. -Lo primero que tienes que hacer es ir esta noche a unbar de aquí, The Republic. Habrá un hombre de unos cincuenta y pocos sentado en la mesa de billar. Él espera a un Malik, así que tendrás que cambiarte mi apellido por una noche.
-Ojalá fuera para siempre. -Sonreí fingidamente y él me devolvió una mirada de desaprobación.
-Te tiene que dar unos cinco mil quinientos euros que nos debe. Si no te los da, tan simple como pegarle un tiro y ya nos encargamos nosotros de recuperar el dinero. -Asentí, fingiendo estar segura aunque realmente estaba acojonada y, me levanté, dejando a mi padre terminando de comer.

Me revolví en la cama y miré de reojo el reloj de mi móvil. Las doce menos veinticinco. Me giré para escuchar un suave ronquido por parte de Zayn que me hizo sonreír y me levanté de la cama con cuidado.
Cogí la ropa que había preparado unas horas antes y entré con prisas en el baño para cambiarme sin que Zayn se despertara.
Me embutí en mi falda de tubo azul y en mi camisa blanca y alisé con los dedos mi pelo. Me puse algo de rímel y sombra y suspiré mirándome al espejo.
"Sólo una cosa, vuelve antes de que él se despierte." Afirmé para mí misma y entré de nuevo en la habitación para ver como Zayn seguía durmiendo tranquilamente. Me acerqué a él y besé su frente plácidamente para después volver a salir con prisas del cuarto. Me monté en el todoterreno, derrapé y avancé con prisas en dirección a Londres.

-No tan rápido señorita. Si no está en la lista no puede entrar en el local. -Sonreí, colocando todo mi pelo en mi hombro izquierdo y me mojé los labios antes de hablar.
-Soy Malik. Jennifer Malik. -Una parte de mí sonrió al escuchar lo jodidamente bien que sonaba el.apellido de Zayn en mi nombre.
El guardia revisó la lista y sonrió, quitando el cordón de seguridad y me dejó pasar, haciendo un gesto con la mano.
-Disfrute de la noche, señorita Malik.-Asentí agradeciéndole el gesto y entré con prisas en el local, analizando como podía todas las mesas de billar hasta que encontré con el hombre que me había dicho mi padre. Llevaba un abrigo marron que lo hacía parecer mucho más gordo de lo que ya estaba. Una chica reía a su lado y lo único que pude hacer fue preguntarme cuanto habría tenido que pagar el pobre hombre por la compañía de la muchacha.
Respiré hondo y, arreglando mi pelo tanto como pude, avancé hasta donde se encontraba el hombre que rápidamente centró la mirada en mí dedicándome una amplia sonrisa. Mis naúseas, ya provocadas por la mezcla a sudor, tabaco y alcohol en el ambiente del local, aumentaron, pero seguí caminando firmemente hasta sentarme frente a él.
-Supongo que tú serás Malik. -Asentí, analizando al hombre con detalle. -Esperaba a un matón de Josh, no a una chica pija de ciudad.
-Las apariencias pueden engañar, no se confíe. -Sonreí con superioridad y el hombre asintió convencido, acariciando su barbilla con una mano.
-La verdad es que el asunto es sencillo. No tengo el dinero. -La sonrisa no se movía de su cara y su mirada tampoco se movía de mi escote, haciendo que mi enfado aumentara por segundos.
-El asunto es más que sencillo. No hay dinero, te pego un tiro. -La chica que estaba sentada junto al hombre dio un grito de desaprovación y yo reí profundamente.
El hombre chasqueó los dedos y rápidamente me vi rodeada por unos cinco tíos, que más que tíos parecían armarios y mi cuerpo tembló por completo.
"Primer día como mafiosa y están a punto de darte una paliza."
"Vuelve a casa de una pieza. Recuerda a Zayn."
-Señores, veo aquí mucha tensión, ¿no creen? -Un chico, acompañado por un par de chicos más, avanzó hasta donde nos encontrábamos y yo lo miré extrañada. Yo lo había visto antes, pero no sabía donde.
-Sí, recuerden que están acorralando a una señorita.
-Estos asuntos no os incumben, niñatos. -El hombre de cincuenta y pocos volvió a hablar y la sonrisa del rostro del primer chico apareció, haciendo que yo también sonriera.
-Son mis asuntos cuando -sus ojos azules de fijaron en los míos y asintió -ella es mi novia y, además, trabaja para mi padre. -Enarqué una ceja y entonces descubrí de que lo conocía.
Uno de los "armarios" avanzó hasta a mí, levantando mi cuerpo con un simple movimiento y lanzándome contra el chico.
-Tratala con más respeto, grandullón. -Otro chico habló, avanzando hasta ponerse frente al hombre y, antes de que me diera cuenta, estaba en medio de una pelea.
-¡Vámonos de aquí ya! -El chico agarró mi mano y tiró de mí haciendo que me moviera con prisas a través de la gente y sacándome de aquel apestoso local.
Cuando pisé la calle suspiré y apoyé mi cuerpo contra la pared del local, reposando la cabeza sobre esta.
-¿Estás bien? -Centré entonces la mirada en él y asentí.
-Gracias. Me has salvado y ni si quiera sé tu nombre.
-Soy Louis. Y tú eres Jenn, mi futura novia. -Reí con fuerza, mientras volvía a andar hasta el coche.
-¿Vas muy deprisa no, campeón?
-Sólo espera unos meses.
-Ya tengo novio, Louis. -Me despedí con la mano, sin volver la mirada, pero cuando me subí en el coche mis ojos volvieron a encontrar los suyos y pude ver como vocalizaba un "ya veremos que pasa, morena", sonreía y volvía dentro del local donde lo esperaban sus amigos. Negué con la cabeza y arranqué el coche, intentando volver a casa con prisas.

Dejé las llaves con cuidado sobre la mesa y me quité los zapatos en la entrada intentando no hacer ruido mientras avanzaba por la casa para no despertar a Zayn.
-¿Dónde narices estabas? -Salté en el sitio cuando escuché la voz de Zayn a mí espalda.
-Quería salir a despejarme un poco.
-¿Vestida de esa forma?
-He ido a un par de locales, necesitaba despejarme. Perdón por no avisarte. -Me acerqué a besar su mejilla.
-Me tenías preocupado.
-Lo sé, lo siento.
-No me vale un lo siento si te llega a pasar algo. -Vale, ya me estaba poniendo nerviosa. Resoplé y me giré cruzándome de brazos.
-No me ha pasado nada, ¿no? Estoy aquí de una pieza. Así que fin de la conversación.
-La próxima vez avisas.
-¡Zayn tengo dieciocho años! No te voy a estar avisando como si fueras mi maldito padre. Tranquilizate, hostias, que no me ha pasado nada. Joder. -Grité y cerré detrás de mí la puerta del baño con un fuerte portazo.
-¡Que te jodan!
-¡Gilipollas! -Grité con fuerza y suspiré, dejándome caer contra la puerta.

"Sal ahi y haz las paces con él, imbécil."
No sé cuanto tiempo llevaba sentada en el frío suelo del baño, pero me habían parecido horas. Me levanté y respiré hondo antes de abrir la puerta y encontrarme a Zayn sentado en frente de la puerta.
Se levantó al mismo tiempo que yo avanzaba hasta él y me abrazó con fuerza.
-Perdóname, Malik.
-No, perdóname tú. No tendría que haberme puesto así, pero no sabes la tortura que es levantarme y ver que no estás en la cama. Y lo primero que pienso es que te ha pasado algo y, joder, eso no lo permitiría nunca.
-Estoy bien, estoy aquí. Y no me pienso ir en mucho tiempo. -Sonrió a pocos centímetros de mi cara y besó con lentitud mis labios.

martes, 17 de diciembre de 2013

Capítulo 7.

Bueno, como el domingo no subí, por compensar, subo hoy el del domingo. Nada, que espero que os guste y que comentéis <3
Me removí en la cama cuando escuché la alarma de mi móvil sonar y abrí los ojos lentamente, centrando mi mirada en el póster de París que tenía sobre la cama. Apenas duré unos segundos en esa posición cuando recordé que o me movía y empezaba a arreglarme o llegaría tarde. Me escabullí como pude del agarre de Zayn y me senté en el borde de la cama buscando a tientas mis sandalias.
Las manos de Zayn me apretaron contra su pecho y dejó un par de besos en mi cuello.
-No te vayas. –Su tono de voz era como el de un niño pequeño cuando no quiere que su madre lo deje solo. Una leve sonrisa apareció en mi cara y me giré para besar su mejilla.
-No puedo faltar el primer día, Zayn. –Él suspiró, haciendo que su cálido aliento se estrellase con mi nuca, causándome escalofríos.
-Si no te voy a poder tener por las mañanas, no quiero que trabajes. –Reí levemente y me solté de su agarre levantándome de la cama y quitándome con prisas el pijama. –Aunque si voy a tener estas vistas todas las mañanas… -Me giré para ver como su cabeza se movía recorriendo todo mi cuerpo y yo respondí enseñándole mi dedo corazón.
-Eres un cerdo, Malik.
-Y a ti te encanta, preciosa. –Cogí una de sus camisetas y unos pantalones pitillos y me embutí en ellos como pude. -¿Va a estar otra vez el tío ese de ayer? –Elevó la voz para que pudiera escucharlo desde el baño.
-¿El hijo del dueño? –Lo vi asentir a través del espejo y me encogí de hombros terminando de hacerme la trenza. –Pues si es el hijo del dueño supongo que estará allí. ¿Por qué?
-Porque no quiero que se te acerque. –Reí y me acerqué a Zayn sentándome en sus rodillas.
-Que guapo estás cuando te pones celoso. –Besé su mejilla haciendo que una sonrisa decorara su rostro.
-Y tú qué guapa estás cuando estás en la cama y no en el trabajo. –Refunfuñó, enredando sus brazos en mi cintura y pegándome más a él.
-Vamos no seas cabezón, pásate a la hora del desayuno y desayunamos juntos. –Sentí sus músculos tensares y soltó mi cintura, para pasarse las manos por su oscuro pelo.
-No creo que pueda, nena; pero lo intento. –Asentí resignada y me levanté de su regazo, alisando la camiseta.
-Nos vemos a la hora de comer. –Besé su mejilla y salí del cuarto después de coger el móvil y las llaves.
-¡Eh, preciosa! –Me asomé a la puerta del salón y lo vi cruzado de brazos en el marco de la puerta de nuestro cuarto.
-¿Qué?
-Te quiero. –Sonreí negando con la cabeza y me despedí con la mano.
-¡Eh, Malik! –Me paré en la puerta de la casa para escuchar un lejano ‘¿Qué?’ y sonreí. -¡Te quiero!

Salí de la tienda cuando el reloj acababa de marcar las doce de la mañana.
"Vale, tienes tiempo para ducharte e irte a Londres."
Aceleré el paso y llegué a casa a las doce y diez.
Entré con prisas a la ducha y cuando salí me encontré con Zayn mirándome con cara de interrogación. Pasé a su lado dejando un beso en su mejilla y corrí hasta el cuarto buscando algo que ponerme.
-¿Dónde vas? –Salté en el sitio intentando meterme los vaqueros y refunfuñe cuando vi que no me subían.
-A comer con Lea, ¿te molesta? –Negó con la cabeza y sonrió mientras yo seguía saltando en el sitio sin resultado alguno. -¡Joder! –Zayn se acercó a mí con lentitud y puso una mano en la parte de atrás del pantalón, subiéndolo en un segundo. -¡Gracias! –Cogí la primera camiseta que vi y recogí todas mis cosas antes de dejar la casa. –Te cojo el coche.
-Pásalo bien. –Golpeó con delicadeza mi trasero haciéndome reír y salí, cerrando la puerta con  un suave golpe.
"Céntrate, Jennifer."
Suspiré. Y entré en el coche, arrancándolo y alejándome con rapidez de la casa.

Puse las gafas de sol sobre mi cabeza y entré en el restaurante, centrando la mirada en la última mesa colocada junto al gran ventanal. Avancé a paso firme, y me senté sin ni si quiera dedicarles una mirada a los dos hombres que acompañaban a mi padre. Cogí una carta que había en la mesa cercana y empecé a ojearla.
-Hola cariño.
-No me llames así, ni se te ocurra. –Levanté la mirada de la carta y él sólo sonrió.
-¿Que desea, señorita?
-Una coca cola y una ensalada, por favor. –Le sonreí al joven camarero entregándole la carta y, cuando estuvo a bastante distancia de la mesa, comencé a hablar. -¿Tienen que estar tus dos perritos aquí? Esto es una conversación privada.
-Jenn, ahora soy del gobierno, tengo que venir protegido.
-Ah sí, olvidaba que mataste a tu rival dos semanas antes de las elecciones. –Sonreí con suficiencia, mirando a la gente pasar a través de la ventana y de reojo pude ver como su boca se convertía en una línea recta.
-Jennifer. Te recuerdo que soy tu padre, controla tus formas de hablarme.
-Y yo te recuerdo que tengo dieciocho años y que hace unos meses quisiste secuestrarme, así que tú para mí no eres más que un asqueroso asesino. –Lo miré directamente a los ojos mientras hablaba, y gruñí entre dientes.
-Aquí tiene su comida, señorita. –Asentí asintiendo y el joven dejó el plato de la ensalada delante de mí.
-Mira Josh, dejémonos de tonterías y vamos a hablar seriamente. –Me crucé de brazos y me recosté sobre el asiento.
-Tú dirás, hija. –Un escalofrío atravesó mi espina dorsal cuando la palabra ‘hija’ salió de su boca. Fruncí el ceño y resoplé, apartando un par de mechones que se habían caído sobre mi cara.
-Quiero a Zayn fuera de esto. Ya. –Cogí un poco de ensalada y comí con prisas esperando su contestación.
-Lo siento pero es mi mejor hombre, no voy a dejar que salga de esto.
-Lo quiero fuera. Ya. O juro que no vivirás para contarlo. –Solté el tenedor de golpe y lo miré con rabia frunciendo el ceño. Vi una pequeña sonrisa aparecer en su rostro y refunfuñé cabreada.
-Jenn, no es no.
-¡Josh, sí o sí lo vas a sacar de ahí! –Levanté la voz convirtiéndome en el centro de atención de todo el restaurante. Me giré mirando a los demás clientes y grité cabreada. –Y vosotros meteros en vuestros putos asuntos. –Todo el mundo volvió a sus conversaciones y yo respiré hondo tratando de controlar mi enfado.
-Vale.
-¿Cómo?
-Que sí. Que lo saco fuera. –Sonreí de medio lado y me recosté en la silla, centrando la mirada en la ventana. –Con una condición, por supuesto. –Mierda. ¿Cómo no lo esperaba?
-Habla.
-Tú entras por él. –Me congelé mirando fijamente a mi padre y, por el gesto serio de su cara, sabía que estaba hablando muy en serio.
Me quedé callada unos cuantos minutos, analizando lo que acababa de escuchar por parte de mi padre.
"Yo por Zayn."
“Cómo se entere…”
“Pero no se va a enterar”. Un largo suspiro salió de mi boca, dispuesta a dar una contestación. Miré a mi plato y asentí, para después mirar a mi padre antes de hablar.
-Vale. –Sus ojos se abrieron de par en par, obviamente sorprendido ante mi respuesta. –Y ahora llama a Zayn delante de mí para decirle que esta fuera. Llama.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Capítulo 6.

Empecé a hacer la comida, intentando alejar de mi mente todos los pensamientos que rondaban mi cabeza y estaban relacionados con la mafia y Zayn. Escuché la melodía de mi móvil sonar en el salón y corrí a cogerlo; descolgué sin ni si quiera mirar el número que me llamaba y me coloqué el teléfono en la oreja.
-¿Si?
-¿Me has llamado, preciosa? –Una sonrisa de alivio apareció en mi cara.
-¡Sí! ¿Dónde estabas? –Lo escuché balbucear un par de palabras que no logré alcanzar a entender y luego se quedó callado unos cuantos segundos, demasiado largos para mi gusto.
-Estaba buscando cosas para el viaje, no te podía coger el teléfono porque estaba hablando con una chica de la agencia. ¿Y para qué me llamabas?
-Ah, sólo para decirte que tengo el trabajo, empiezo mañana por la mañana. –Escuché una pequeña risa por su parte que me hizo sonreír.
-Genial, nena. En diez minutos estoy ahí y me cuentas todo.
-Vale, hasta ahora.
-Adiós. –Colgamos al mismo tiempo y volví a la cocina a terminar la lasaña que estaba haciendo. Cuando terminé de poner la mesa en el salón y de sacar la lasaña del horno escuché como la puerta se abría con un golpe sordo y avancé hasta la entrada para encontrarme con Zayn.
-¿Cómo está mi trabajadora? –Reí cuando me cogió en brazos haciéndome girar en el aire. Besó mi frente cuando mis pies tocaron el suelo y avanzamos hasta el salón, donde nos sentamos para comer. -¿Y bien? Cuéntame que tal toda la entrevista.
-Pues genial, bueno, no me querían dar el trabajo, pero el hijo del dueño me ayudó un poco y al final tengo un mes de prueba. –Zayn enarcó una ceja y media sonrisa apareció en su rostro.
-¿Tengo que estar preocupado por el hijo del dueño? –Una estruendosa carcajada salió de mi garganta y negué con la cabeza.
-¡No! –Volví a reír.
-Más le vale; aún recuerdo como matar a alguien con mis propias manos.
-¿Quizá el señor mafioso está celoso?
-Si se trata de ti estoy celoso hasta cuando te toca un perro. –Sonreí, sintiendo como mis mejillas se tornaban de rojo. –Ya sabes, no me gusta compartir.
-Lo mismo te digo, Malik. –Le guiñé un ojo y me levanté de la mesa, recogiendo los platos que habíamos utilizado y llevándolos hasta el lavadero.
-Tranquila, preciosa. Yo solo tengo ojos para ti. –Rodé los ojos, haciéndolo sonreír. –Voy a darme una ducha, ¿vienes? –Reí y negué con la cabeza. –Al final acabarás viniendo.
-No te lo creas tanto, Zayn. –Lo miré de reojo y vi cómo se quitaba la camiseta con un ágil movimiento haciendo que me mordiera el labio inferior. Pero mi mirada se centró en la marca roja que tenía en el costado de su cuerpo. –Zayn –dudé un segundo antes de formular la pregunta, desviando la mirada desde su cuerpo hasta el suelo de la cocina -¿tienes algo que contarme? –Se quedó callado por un segundo, levanté la mirada y pude ver en sus ojos como dudaba. Un suave suspiro apenas perceptible salió de mi boca y seguí esperando la respuesta.
-No,  si tuviera que contarte algo ya lo habría hecho, Jenn. –Asentí poco convencida y lo vi dar media vuelta y marcharse al cuarto de baño.

Cogí la taza de chocolate entre mis frías manos y me senté en el pequeño alféizar del balcón, centrando la mirada en algún punto de la cercana playa. Escuchaba el romper de las olas en la lejanía, aunque eso no me impidió escuchar el particular motor de la moto de Zayn a poca distancia de la casa. Suspiré y le di un último sorbo a la taza antes de entrar dentro de casa.
La puerta de la casa se abrió haciéndome centrar en ella toda mi atención; podía notar las ojeras de Zayn desde veinte metros de distancia, llevaba dos semanas sin dormir, justo desde el día que fuimos a Londres y recibió esa llamada. Observé mejor el rostro de Zayn y pude ver como un pequeño moratón se formaba en su párpado izquierdo, resoplé y me acerqué a él con paso firme.
-Deja que te mire eso. –Me puse de puntillas para observar con más precisión su ojo, él se mantuvo quieto mientras yo tocaba la herida. -¿Qué te ha pasado ahí?
-Nada. –Lo miré enarcando una ceja y me crucé de brazos mientras volvía a apoyar las plantas de los pies en el suelo y recuperaba mi estatura normal.
-No puede no pasarte nada y que vengas con un ojo morado.
-Pues no ha pasado nada. –Asentí dando por finalizada la conversación. –Voy a ducharme. –Me recosté sobre la puerta cuando lo vi encerrarse en el cuarto de baño y agaché la cabeza, centrando la mirada en las puntas de mis pies. Algo le estaba pasando desde hacía semanas, no era el mismo, estaba frío, distante. Una vibración me alejó de mis pensamientos, sin embargo, no era mi móvil el que vibraba, sino el iPhone de Zayn el que se movía sobre la mesa principal del salón. Me acerqué y abrí el mensaje que acababa de recibir.
“Bien hecho, Zayn. Siento lo de tu ojo, a veces los clientes son algo violentos al principio. Te llamaré para la siguiente cita. Sigue así, recuerdos a mi hija. J.”
Me congelé al ver la inicial del nombre de mi padre firmando el mensaje. Zayn seguía trabajando para él, a pesar de todo lo que había pasado. Una punzada golpeó mi estómago. Bloqueé el móvil, lo dejé donde estaba y volví al balcón a pensar.
Zayn había seguido en contacto con mi padre, haciendo trabajos para él. Mis ojos empezaron a cristalizarse y lo único que pude hacer fue parpadear un par de veces intentando controlar las inevitables lágrimas. Antes de que rompiera a llorar definitivamente, sentí unas frías manos rodear mi cintura por debajo de mi camiseta y, Zayn apoyó su mejilla en mi hombro, haciendo que su pelo mojado se estrellase en mi mejilla.
-¿Estás bien, Jenn? –Asentí sin mirarlo y sentí como sus labios se posaban en mi cuello, besándolo lentamente haciéndome suspirar más fuerte de lo necesario. –Te he echado de menos.
-Sólo has estado fuera medio día, Malik. –Él rio contra mi mejilla y se separó medio centímetro de mí, haciéndome girar para mirarlo a los ojos. -¿Qué te parece si voy al pueblo, compro pizza y hacemos cena romántica en casa?
-Pizza de Domino’s y coca-colas, eres todo un romántico, Zayn. –Él negó con la cabeza y yo sonreí. –Me gusta el plan.
-En diez minutos estoy aquí, entonces. –Besó mi mejilla y acto seguido escuché como cerraba la puerta y arrancaba la moto,  me incliné sobre el balcón y lo pude ver alejarse por la calle. Miré mi móvil y lo desbloqueé, me quedé unos segundos mirando fijamente a la pared que tenía enfrente y asentí, convencida de lo que iba a hacer, marcando un número con rapidez.
-Hola, pequeña.
-Necesito hablar contigo, es sobre Zayn. –Escuché su hipócrita risa en el teléfono y me tensé en el acto.
-¿Puedes salir a hablar ahora? –Miré el reloj de mi muñeca y suspiré. –Tranquila, estoy en el pueblo, no hace falta que vayas a Londres.
-Zayn está ahora en el pueblo y no quiero que sepa que voy a hablar contigo.
-Entonces nos veremos mañana en la capital.
-En Marco’s a la una. No llegues tarde.
-Tranquila, sabes que odio la impuntualidad. –Gruñí antes de colgar el teléfono, lanzarlo al otro lado del sillón y analizar lo que acababa de suceder. No sabía qué pasaría mañana, no sabía en que desembocaría la conversación pero pasara lo que pasara, iba a tener consecuencias y, seguramente, no iban a ser nada buenas. 

Holi bichos, escribo esto para deciros que no sé si mañana voy a subir porque tengo examen de latín y no sé si me dará tiempo a escribir algo. Lo voy a intentar pero no aseguro nada. Sólo eso, espero que os haya gustado el capítulo y que comentéis. <3

viernes, 13 de diciembre de 2013

Capítulo 5.

Me senté en la mesa con la mirada fija al plato, sabía que si me atrevía a mirarlo a la cara acabaría haciéndole un maldito interrogatorio de sobre dónde había estado, y no quería peleas así que decidí dejar el tema y centrarme en otras cosas. Me metí un croissant en la boca y di un largo trago de mi zumo.
-Tranquila, que no es el fin del mundo. Te vas a ahogar. –Escuché una débil risa por parte de Zayn y sonreí yo también todavía con los mofletes llenos de comida, lo que causó una risa más fuerte por su parte. Terminé de tragar y apoyé la cabeza en el respaldo de la silla.
-¿Qué te parece si hoy voy a buscar algo de trabajo? Creo que en la tienda de decoración del centro buscan vendedores. –Él enarcó una ceja. –Tú también podrías buscar trabajo, y así no te quedarías solo por las mañanas.
-Sí, yo también buscaré algo. Pero me gusta tu idea, ve ahora y pregunta allí, así te despejaras un poco. –Sonreí asintiendo y terminé de desayunar con prisas, sintiendo su mirada fija en mí. –Me estás intimidando.
-Eso es lo que quiero. –Reí y me levanté besando su mejilla antes de internarme en el largo pasillo.
-Voy a ducharme y a prepararme para ir a preguntar. –Escuché un lejano ‘vale’ y encendí la ducha mientras me desnudaba. Sentí las gotas de agua caliente recorrer mi cuerpo hasta que unas manos se posaron en mi cintura haciéndome saltar en la ducha.
-No quería asustarte. –Reí contra los labios de Zayn y me pegué a él tanto como pude. –Es que no podía resistirme. –Apretó con fuerza mis caderas y en un segundo estaba sobre su cintura, pegada a la pared mientras él dejaba suaves besos por mi cuello. Suspiré sin querer y pude sentirlo sonreír contra mi piel, mientras con sus manos acariciaba la parte baja de mi espalda, provocando mi piel de gallina.
Apreté sus hombros mientras en un ligero gemido dije su nombre y él capturó mis labios en otro beso que sólo rompimos para recuperar el aire que nos faltaba, para después volver a besarnos con las mismas ganas que al principio.
-Vas a llegar algo tarde a la tienda.
-Que le den. –Reí mordiendo su labio inferior haciéndolo farfullar. Entonces recordé la herida y dejé de morderlo para besar su mejilla. –Perdón.
-Tranquila. –Me agarró con fuerza, permitiéndome esconder mi cabeza en su hombro mientras sentía como sus besos hacían un largo camino desde mi hombro hasta mis labios y de ahí hasta mi oreja. –Te quiero, Jenn. –Sus palabras salieron en un pequeño murmullo, pero sonaron con intensidad en mi cabeza, y un escalofrío involuntario atravesó mi espina dorsal.
-Te quiero, Zayn. –Besé su cuello y sentí como sus brazos me apretaban con fuerza contra él.

Me vestí tan rápido como pude, con la intención de que no me cerraran la tienda y poder pedir el trabajo, me puse la primera camiseta que había tirada por el cuarto y me hice una coleta alta antes de besar la mejilla de Zayn y salir con rapidez de la casa. Recorría con agilidad las calles del pueblo hasta que por fin al final de la calle principal (que no era más que una calle con un par de tiendas de ropa) pude distinguir la tienda de decoración, aceleré el paso, mirando de reojo como mi reloj acababa de marcar las una y media.
“Genial, me tiene que hacer la entrevista en media hora.” Suspiré y tiré de la puerta, convirtiéndome en el centro de atención de las únicas dos personas que había en la tienda, que ya estaban recogiendo los últimos papeles que quedaban sobre el mostrador.
-Buenos días señorita, ¿desea algo? –El hombre más mayor me sonrió acercándose a mí con rapidez, mientras que él más joven, que no pasaría de 21 años, se sentó de un salto en uno de los mostradores y me dedicó una simpática sonrisa.
-Verá, me llamo Jennifer Green. He visto que necesitan una ayudante, y he pensado que quizá yo pueda ocupar ese puesto. –Él hombre asintió. –Soy buena en idiomas, por si vienen turistas y las matemáticas se me dan bastante bien, así que podría llevar también algunos asuntos de contabilidad.
-¿Estás en la universidad? –Suspiré y sentí como mis mejillas se teñían de un rojo intenso.
-No, no voy a asistir a la universidad.
-Entonces creo que no le puedo…
-Vamos papá, se ve una chica aplicada, y además es guapa y parece divertida. Verás cómo atrae a más clientes, dale un mes de prueba. –El hombre mayor miró al chico del mostrador y rodó los ojos mientras asentía.
-Está bien, tienes un mes de prueba. –Sonreí emocionada y estreché la mano del hombre que ahora era mi jefe. –Soy Daniel. Bienvenida al equipo, Jennifer.
-Llámeme Jenn. –Sonreí y él asintió. Miré de reojo al que según acababa de oír era su hijo y le sonreí en forma de agradecimiento por haber convencido a su padre, él sólo asintió y se marchó de la tienda entrando a lo que supuse que era el almacén.
-Puedes empezar mañana a las ocho.
-Muchísimas gracias, de verdad, no se arrepentirá. –Salí de la tienda y sonreí emocionada mientras caminaba a casa.

-¡Zayn! –Cerré la puerta de un portazo y entré corriendo a la casa. -¡Zayn! –Miré por todos lados pero en la casa no había nadie. Enarqué una ceja y me asomé a la ventana para ver si estaba en la playa, pero tampoco estaba allí. Revisé mi móvil pero no había ninguna llamada ni ningún mensaje suyo.
 “Quizá esté de compras, como en Londres.”
“Por qué no dices lo que realmente estás pensando.”
“Porque sé que no es ahí dónde está.”
“Pues yo me jugaría el cuello a que está ahí.”
Resoplé haciendo callar a mi irritante conciencia y marqué su número de teléfono, aunque lo único que recibí como repuesta fue la voz del contestador. Volví a intentarlo un par de veces más, pero el resultado era el mismo. Me senté en el sofá, mientras jugaba con el móvil, a pensar dónde podría estar y, todas  las ideas que circulaban por mi cabeza me llevaban al mismo sitio. Mafia.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 4


*Narra Jenn*
“Lo ha visto, y sabe que tú lo has visto. Prepárate para la pelea del siglo cuando lleguéis a casa.” Me mordí el labio mientras estrujaba con fuerza mis manos. Suspiré y miré por la ventana, intentando desviar mi atención de Zayn.
Escuché como Zayn farfullaba un par de insultos en voz baja y me estremecí en el asiento, mirando de reojo a Zayn que apretaba con fuerza el volante y aceleraba un poco más el coche. Unos cuantos minutos después, aparcaba el coche en la puerta de la casa y se bajaba sin decir una sola palabra. Desde el coche escuché el portazo que daba en la puerta principal de la casa y me mordí el labio para evitar llorar. Me bajé del coche con la misma rapidez que Zayn y  entré en casa, dejando las llaves en un pequeño cuenco de la entrada. Avancé hasta el salón, pero Zayn no estaba ahí. Fui entonces a nuestra habitación y ahí estaba él, sentado en la cama, con la cabeza entre las manos y la mirada fija en el blanco suelo de mármol.
-¿Zayn? –Entré lentamente, cerrando la puerta detrás de mí y avancé con cautela hasta ponerme delante de él.
-Tenías que habérmelo dicho, Jenn.
-Lo sé. Pero no podía… te vi tan nervioso por la mañana cuando te dije lo del coche, no quería que estuvieras preocupado por eso.
-Me da exactamente igual preocuparme, me lo tenías que haber contado y fin. No hay más que hablar.
-Zayn, por favor, no montes un espectáculo por eso. –Levantó la mirada hasta mí y suspiró. Golpeó un par de veces la cama, para que me sentara a su lado y yo le hice caso y me senté en la cama. –Lo siento.
-Tranquila. –Pasó un brazo por mi cintura, pegándome a él y yo escondí mi cabeza en su cuello. –Pero tienes que entender que si  no me lo cuentas no te puedo proteger, y eso es lo único que quiero.  –Sonreí y levanté la cara hasta él para besar su mejilla.
-Relájate Malik, estar contigo me ha enseñado a defenderme solita. –Doblé mi brazo, intentando sacar algo de músculo y él rio abrazándome con fuerza.
-Esa es mi nena.
-Vamos a cenar, anda. –Me levanté de la cama y me dirigí hacia la cocina mientras escuchaba el tono de Zayn sonar en el cuarto y como él cerraba la puerta al mismo tiempo que descolgaba.
Metí la pizza en el horno y me acerqué al cuarto para avisarlo. Me paré en la puerta apoyando la cabeza para poder escuchar con más tranquilidad la conversación.
-No, ella que no se entere de nada. Más te vale. Bien. –Abrí la puerta de golpe y fingí una sonrisa, mientras él me miraba con el gesto sorprendido. Colgó el teléfono y salió de la habitación sin decirme nada. Lo seguí por el pasillo y me paré en la puerta del salón mientras lo veía sentarse y encender la televisión.
-Zayn, ¿quién era? –Crucé los brazos sobre mi pecho y esperé a que hablara; Zayn se recostó en el sofá y me miró con media sonrisa.
-Nadie… -Calló un segundo y desvió la mirada de nuevo hasta la televisión. –Mi prima, quería ver como estábamos. –Enarqué una ceja y suspiré volviendo a la cocina.
Cenamos en completo silencio, con Zayn evitando todas mis miradas; sabía que me ocultaba algo y que no iba a ser fácil que me lo dijera.

Sentí el colchón doblarse y abrí un ojo para ver como Zayn se levantaba de la cama y comenzaba a vestirse. Seguí sus movimientos por toda la habitación, hasta que salió de ella y, segundos después escuchaba la puerta principal cerrarse.
“Jenn, no te metas. Quizá solo vaya a comprar algo de desayuno, o a hacer temas para el viaje.” Lo único que quería era convencerme a mí misma de que no estaba pasando nada, pero algo me decía que no era así.
*Narra Zayn*
Salí de la casa con todo el sigilo posible, no podía permitir que Jenn se enterara de lo que iba a hacer; no la iba a poner en peligro, no otra vez. Cerré la cremallera de mi chaqueta y paré un segundo en la puerta de la casa, recapacitando lo que iba a hacer. Gruñí y asentí, convenciéndome a mí mismo de que tendría que hacerlo.
Crucé la calle y aceleré el paso internándome en el pequeño bosque que había frente a la casa. Después de unos minutos andando, por fin llegué a las puertas del cementerio, donde habíamos acordado el punto de reunión. Protesté en voz baja y me apoyé en la cancela esperando que Josh apareciera de una maldita vez.
-Hombre Zayn, que alegría verte después de tantos meses sin saber nada de ti. –Afiné mi vista para ver como Josh se aproximaba hasta a mí, avanzando ayudado por un bastón.
"Al menos el disparo lo dejó cojo, algo es algo."
-Josh, no estoy para tus juegos ni para tus mierdas. Simplemente, olvídate de nosotros.
-No va a ser tan fácil como piensas. ¿Quieres que desaparezca de vuestra vida? Hazme unos cuantos favores y me largaré para siempre. –Lo vi sonreír apenas unos segundos, pero de nuevo su rostro volvió a ser serio y frío.
-¿Qué clase de favores?
-Nada, un par de traslados de mercancía, eliminar competencia, manejar transacciones... como los viejos tiempos, Zayn. –Pasé una mano por mi pelo y farfullé un par de palabras por lo bajo. –Por lo pronto, tu primer trabajo sería hacer una transición a mi cuenta suiza desde la londinense. Acaba de llegarme el pago de una falsificación y es mucho dinero. -Levanté la mirada hasta él, clavando mis ojos en los suyos. –Ya sabes las claves, hazlo pronto.
-¿Y si me niego?
-Jenn sufrirá las consecuencias. –Una profunda risa salió de su garganta y volvió a andar en la dirección por la que había venido. Se acercó a uno de los hombres que le acompañaban en el coche y susurró algo en su oído antes de meterse en su coche de nuevo. Enarqué una ceja, observando los movimientos del tío. ¿Qué coño…? El hombre no tendría más de veinticinco años; se acercaba a mí con media sonrisa en su rostro.
-¿Qué pasa, quieres un cigarro o algo, tío? –Él sólo rio y golpeó mi labio con fuerza, haciendo que me tambaleara. Él se marchó y yo agarré mi mandíbula, mientras vi como el coche negro aceleró llevándose a Josh con él.
-Cabrón.
*Narra Jenn*
Un par de horas después volví a escuchar cómo se abría la puerta y se cerraba de un portazo; sentí como el colchón se doblaba y oí como Zayn suspiraba pesadamente. Me desperecé en la cama y me acerqué a él, pasando mis brazos por su cuello.
-¿Te he despertado? Lo siento.
-No, está bien. –Bostecé y besé su mejilla. -¿Dónde has ido? –Guardó silencio por un segundo y se levantó de la cama, haciendo que yo cayese hacia delante. Me giré sobre mí misma y apoyé mis manos en la nuca mientras lo miraba moverse por la habitación. –Zayn, no te estoy preguntando la raíz cuadrada de 4.589, sólo que dónde has ido.
-Estaba en el pueblo, dando una vuelta. –Enarqué una ceja y gruñí, levantándome de la cama con prisas y yéndome al baño. –Voy a preparar algo para desayunar.
-Como quieras. –Cerré la puerta de golpe y suspiré apoyando la frente en ella. Si de verdad se pensaba que me iba a creer eso de que había ido al pueblo a dar una vuelta, la llevaba clara. No vuelves de dar una vuelta con el labio hinchado y medio ensangrentado.