jueves, 30 de mayo de 2013

CAPÍTULO 75



Seguí saboreando sus labios durante unos segundos más hasta que tuvimos que separarnos para coger aire. Simplemente nos quedamos mirándonos mientras sonreíamos en la oscuridad de la habitación. Él acariciaba mi pelo con calma mientras yo hacía círculos con mi dedo en sus abdominales. En esos momentos me encantaría parar el tiempo y poder quedarnos así siempre.
-No te vuelvas a ir, Beca. –La voz ronca de Harry rompió la tranquilidad de la habitación. –Lo digo en serio. No sé qué haría sin ti otra vez. Así que prométeme que no te irás de nuevo.
-No me iré, lo prometo. –Pude distinguir su sonrisa en la oscuridad y sonreí yo también. Harry besó mi pelo y se acomodó en la cama, poniendo un brazo detrás de su nuca y dejando las sábanas a la altura de su cintura.
-Buenas noches, pequeña.
-Buenas noches. –Me acurruqué contra él y cerré los ojos. Un par de minutos después y, mientras la lluvia resonaba con fuerza estrellándose contra el cristal, me quedé dormida.
Abrí los ojos cundo el reloj aún marcaba las ocho de la mañana, hacía un sol radiante, y eso que la noche anterior había sentido los truenos. Me revolví en la cama buscando a Harry pero no estaba y, en su lugar, había una pequeña nota sobre la almohada.
                “He ido a correr. Desayuna y ponte guapa tengo una sorpresa para ti, aunque bueno, no creo que puedas ponerte aún más guapa de lo que eres.
                                                                                                                             Te quiero. Xx”
Sonreí y guardé la nota en un cajón de la mesita. Me levanté de la cama con tranquilidad y me dirigí a la cocina para buscar algo de comer. Rebusqué cada uno de los cajones y armarios pero nada, sólo café y galletitas integrales. ¿Este chico sólo se alimenta de eso? Suspiré. Entré en un pequeño cuarto donde estaba la lavadora y vi un armario más grande que los demás. “Espero encontrar algo decente aquí”. Y así fue, había encontrado el tesoro mejor guardado de Harry. Chocolate, Nutella, bollitos de nata. Mi estómago rugió solo al verlo y yo sonreí. Lo saqué todo para prepararme un suculento desayuno y, mientras me preparaba un chocolate caliente, puse un  par de tostadas en la tostadora y, cuando estuvieron listas las embadurné en Nutella. Además, cogí unos cuantos bollitos de nata y me lo llevé todo al salón. Iba a engordar con el maldito desayuno, pero luego perdería kilos con Harry. Me sonrojé ante mi propio pensamiento y sonreí.
Me senté en el sofá, dando un sorbo del chocolate y encendiendo la tele. Siendo la hora que era, no habría nada más que noticias en televisión, pero no me apetecía desayunar en silencio.  En media hora había acabado con todo y apagué la televisión para poner un CD de música que había traído de España a la vez que me iba a la cocina para limpiar lo que había usado para el desayuno. Miré el fregadero y resoplé, había usado demasiados platos. Cuando terminé de fregarlo todo y de guardarlo en su sitio, entré a ducharme y tras un buen rato lavándome el pelo e intentando desenredarlo, me dirigí al cuarto de Harry para elegir la ropa.
Decidí dejarme el pelo suelo, para que se aireara mientras elegía la ropa que ponerme y el maquillaje. La verdad es que no me apetecía nada pintarme, arreglarme y salir por ahí a donde quisiera que fuéramos, pero si Harry me lo había dicho por algo sería.
El móvil vibró sobre la mesita de noche justo cuando mi canción favorita empezaba a sonar en el reproductor del salón, así que corrí a apagar la radio y descolgué el teléfono, pensando que sería Harry quien estaba al otro lado de la línea.
-¡Buenos días!
-Buenos días. –Era una voz grave, demasiado grave para ser la de Harry, así que me puse seria al instante. – ¿Es usted la señorita López?
-Sí, soy yo. ¿Quién es?
-Llamo del hospital, soy el doctor Marshall. Su amiga Julie nos dio su teléfono para que la llamáramos para avisarla de cualquier urgencia o novedad.
-Sí, sí. Dígame. –Los nervios recorrían todo mi cuerpo mientras yo me movía por todo el salón sin parar quita apenas un instante.
-El señor Horan… -Me tensé, esperando la continuación de la frase, la cual parecía no llegar nunca. –Ha fallecido hace un par de minutos. Lo lamento mucho. Puede pasarse con la familia a recoger el cuerpo en cuanto desee. –Colgué el teléfono sin decir media palabra, no me salía la voz en esos momentos. Me senté en el suelo, dejando el móvil a pocos metros de mí y, cuando fui consciente de la noticia que acababa de recibir grité.
Grité con tanta fuerza que me levanté de la cama, haciendo que Harry se levantara conmigo. Las lágrimas caían con velocidad por mis mejillas y yo me agarré las rodillas, enterrando en ellas la cara. Queriendo olvidar todo lo que había soñado.
-¡Beca! Beca joder, ¿estás bien? –Me abracé a la cintura de Harry y miré el reloj digital que había sobre mi mesita. Las cuatro menos veinte. Suspiré. Una pesadilla. Sólo había sido una maldita pesadilla. Harry me abrazó con más fuerza aún y yo me acurruqué en su pecho, intentando dejar de llorar. 

martes, 28 de mayo de 2013

CAPÍTULO 74




Me senté en la cama como si fuera un indio, pero con cuidado de no moverlo mucho de la posición en la que estaba, y empecé a hablar de cosas sin sentido con Niall, como si él me escuchara; hasta que la puerta de la habitación se abrió desviando mi atención. Julie se acercó a la cama donde estaba sentada y me abrazó, dejando un par de suspiros en mi cuello.
-¿Qué ha dicho el médico?
-Traumatismo craneoencefálico. Se cayó por las escaleras. –Julie suspiró y se sentó a mi lado.
-Tan torpe como siempre, Niall.
-Ya se lo he dicho yo. –Sonreímos amargamente y ella agarró mi mano. –Julie, cambiemos de tema, cuéntanos a tu hermano y a mí que tal con mi primo.
-Qué vergüenza hablar de esto con mi hermano delante.
-Idiota. -Empezó a contarme como lo llevaba con mi primo y, por lo que decía, parecía que le iba todo bastante bien, vendría este fin de semana a Londres a vernos. Genial, había escogido una buena fecha para hacer una visita. A pesar de todo, estaba feliz por ella. De nuevo la puerta desvió mi atención de Julie y una chica rubia apareció en la habitación. La recordaba. Del día que rompí con Niall. Se me encogió el estómago al verla aparecer, pero la sensación despareció casi al instante. Ella se acercó a la cama, ignorando la presencia de Julie y mía y acarició con suavidad la cara de Niall.
-¿Sabéis algo nuevo? –Julie y yo negamos con rapidez al unísono y ella se apoyó en la pared. –Soy Cris. Cristine, pero me llaman Cris.
-Julie.
-Beca.
-Te recuerdo. Eres la que le tiró el chocolate caliente encima. –Me sonrojé asintiendo mientras Julie se controlaba la risa.
-Fue un ataque de rabia, perdón por la escena.
-Yo… No sabía que tenía novia. Lo siento mucho. –Negué con la cabeza y sonreí.
-No importa. –La miré a los ojos y los tenía hinchados y llorosos, a punto de estallar en lágrimas, mientras miraba con preocupación a Niall. Se le notaba que le gustaba bastante. Quizá ella sea la chica que él siempre ha buscado. –Cris, ¿qué pasó? Quiero decir… ¿cómo se cayó?
-Estábamos haciendo el tonto en el piso de arriba y él empezó a hacer el idiota en las escaleras, se resbaló y cayó. Cuando estaba en el suelo pensaba que estaba bromeando, pero cuando vi que no se movía. –Sollozó. –Llamé corriendo a una ambulancia y ya aquí el médico llamó a su hermana. Y hasta hoy. –Se sentó en el suelo, apoyando la cabeza en la pared y rompió a llorar.
-Tranquila, no le pasará nada. –Julie se acercó a ella y yo la seguí. Ambas nos sentamos a su lado y la consolamos como podíamos, aunque inconscientemente nos consolábamos a nosotras mismas.
-Beca. –Miré a la puerta y vi como Harry me miraba desde la puerta, intentando fingir una sonrisa. Me levanté del suelo y fui a abrazarlo. Yo lo estaba pasando mal, pero él también. Joder, su mejor amigo estaba en coma y yo aquí, llorando como una imbécil, haciendo como si sólo me importara a mí. Harry me estrechó en sus brazos y lo escuché sollozar a pocos centímetros de mi oído, haciendo que se me pusieran los pelos de punta. Nunca lo había visto tan mal y no quería verlo así mucho tiempo. Agarré su mano y lo saqué de la habitación, sentándome con él en el pasillo.
-¿Estás bien? –Apreté su mano y él sólo agachó la cabeza para volver a dejar caer un par de lágrimas por su rostro. Me destrozaba verlo llorar. Lo abracé, apretándolo con fuerza, y él hacía lo mismo conmigo. Poco a poco se fue tranquilizando, hasta que dejó de llorar y lo único que hacía era acunarme con parsimonia en sus brazos.
Después de más de media hora en un silencio solamente roto por los suspiros de unos o de otros o por los pasos de alguna enfermera que recorría el pasillo acelerada, Julie salió de la habitación con Cris de la mano. Una enfermera se acercó para decirnos que la hora de visitas había terminado, pero que uno podía quedarse a pasar la noche con él. Julie fue la primera en ofrecerse y todos accedimos.
La vuelta a casa fue larga, Harry apretaba mi mano mientras que con la otra conducía. Nos mirábamos de vez en cuando y, cada vez que parábamos por alguna razón, me acercaba a él para besarle. Cuando por fin llegamos al piso de Harry me fui directa a la cama, mientras Harry entraba a ducharse. Estaba destrozada y sólo quería dormir, así que me desnudé, me puse una de sus camisetas y me metí en la cama cerrando los ojos.
-Beca…
-Hmm... –Me giré hacía Harry y vi su sonrisa en mitad de la oscuridad. Me recosté en la cama, aún con los ojos cerrados por el sueño.
-Gracias.
-¿Por?
-Por cambiarme, por ser como eres, por apoyarme. –Abrí los ojos poco a poco, centrándolos en los suyos. –Por quererme.
-Gracias a ti por todo eso. –Él me acercó aún más a su cuerpo y me besó con dulzura mientras yo enredaba mis dedos en sus rizos y él apretaba con fuerza mi cintura, haciendo que los centímetros que nos separaban se convirtieran en milímetros.

lunes, 27 de mayo de 2013

CAPÍTULO 73


[Narra Beca]

Me revolví en las sábanas cuando escuché la voz de Harry llamarme para que me despertara. No tenía ganas de moverme, entonces fui consciente de lo que tenía que hacer por la mañana. Suspiré y me estiré en la cama, abriendo los ojos y encontrándome con la sonrisa de Harry. El sol iluminaba toda la habitación y hacía que los rizos castaños de Harry parecieran más claros de lo que realmente son. Él se acercó a mí y me besó la frente con un leve movimiento.
-Buenos días, dormilona.
-Buenos días. –Me levanté y empecé a cambiarme de ropa. Él ya llevaba puesta su sudadera, sus vaqueros y unas converse blancas. Yo me puse un jersey de lana, unos vaqueros y unas botas. Cogí un gorro de los muchos que él tenía, tirados por toda su habitación, y tapé como pude mi desastroso pelo.
Salimos de la casa con cierta prisa. Los veinte minutos que separaban Londres del hospital se me hicieron eternos, parecían no acabar nunca. Yo miraba nerviosa por la ventana mientras la dulce voz de Harry envolvía el ambiente del coche siguiendo alguna canción que ponían en la radio. Era tan tranquilizador escucharle cantar.
Cuando llegamos al hospital Julie nos esperaba en la puerta. Se le notaban demasiado las ojeras y los ojos hinchados de haber llorado. Ella era tan consciente como yo de que Niall podía no salir de esta. La abracé con fuerza y sentí como si todas mis fuerzas se hubiesen ido. Como si todo se hubiera esfumado en ese momento. Entré con ella de la mano, ambas escoltadas por Harry, y subimos a la planta en la que se encontraba Niall. Un médico acababa de salir de la que, según nos habían dicho, era su habitación. Así que aceleramos el paso para alcanzarle.
-Disculpe. Disculpe. ¿Qué se sabe del chico de esta habitación?
-Es un tema muy serio. –Nos miró a Julie y a mí fijamente a los ojos y entendí perfectamente lo que aquello significaba. –Si uno de ustedes me acompaña a mi despacho se lo explicaré con mucho gusto. –Julie retrocedió un paso, dejándome a mí sola. Harry me miró asintiendo y yo suspiré, siguiendo al médico por el largo y estrecho pasillo. Las paredes blancas, sólo decoradas por un par de carteles de silencio, me eran ya demasiado familiares y, estaba completamente segura de que habría visto alguna vez a este médico.
Entramos a una gran habitación y me senté en una de las sillas que rodeaban la gran mesa que presidía la estancia.
-Bien, señorita. La situación del señor Horan es bastante grave. Tiene un traumatismo craneoencefálico provocado por un fuerte golpe. Estos traumatismos provocan una hemorragia cerebral que, en algunas ocasiones, conduce al coma.
-¿Cómo ocurrió?
-Ayer por la mañana nos llamó la novia del paciente para decirnos que se había caído por las escaleras y que no contestaba. –La novia del paciente. Suspiré. Supongo que se referiría a la chica rubia que conocí. Bajé la mirada intentando ocultar un par de lágrimas mientras el doctor seguía hablando. -Cuando nuestra ambulancia llegó lo encontraron en el suelo del salón. Cogimos su móvil y llamamos al móvil que tenía para avisar.
-Sí, su hermana Julie. –El hombre asintió recostándose en el asiento. -¿Saldrá del coma?
-No es algo que podamos asegurarle. Puede que mañana se despierte o puede que no.
-Ese puede que no, significa que… -Tragué saliva. No era capaz de decir aquello.
-No hay nada seguro.
-¿Podemos verle? –El hombre asintió y se levantó del asiento invitándome a salir con un leve gesto de muñeca. Yo sonreí cortésmente y volví por el mismo pasillo por el que había llegado a aquel despacho.
 En frente de la habitación ahora también estaban Chris y Josh, que abrazaba a Julie, consolándola. Suspiré y me acerqué a la puerta de la habitación antes de que alguien me lo impidiera. Me detuve apenas un instante, vacilando entre abrir o no la puerta, pero finalmente lo hice. Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué con parsimonia a la camilla. No se escuchaba una mosca en la habitación, a excepción del monitor cardíaco, que ya era conocido para mí. Me senté en un pequeño hueco de la cama y aparté un par de mechones que caían en la cara de Niall. Suspiré. Parecía un niño pequeño durmiendo, tan inofensivo. Como si se fuera a despertar en cualquier momento.
-Te caíste por las escaleras. Que torpe puedes llegar a ser, Niall, en serio. Un pie y luego otro. No es tan difícil bajar una escalera. –Sonreí amargamente y acaricié su mano con delicadeza. ¿Cómo una caída por las escaleras puede ocasionar todo esto? Miré al suelo, pensando en nosotros. Y, mis ganas de llorar aumentaron. –Niall. Sé que no me estás escuchando, pero debo decírtelo. No te mueras. Por favor, no te mueras. No sé qué sería de todo esto sin ti. Apenas te conozco de dos meses y, joder Niall, he estado enamorada de ti. Hemos vivido muchas cosas juntos en tan poco tiempo, nos hemos peleado y nos hemos reconciliado. Me has apoyado. Pero tuviste que joderlo. Ojalá algún día me puedas decir porqué cojones lo hiciste. –Sequé un par de lágrimas y suspiré. –Pero supongo que si lo hiciste es porque ella tiene todo lo que yo no tengo, belleza, buen cuerpo, buen humor, gracia, inteligencia. –Me acerqué a él y besé su mejilla sin soltar en ningún momento su mano. –Sal pronto de esta Niall. Te necesitan. –Sonreí. –Te necesitamos.

martes, 21 de mayo de 2013

CAPÍTULO 72



La agarré de la cintura, pegándola lo máximo posible a mí y seguí besándola mientras le arrebataba la camiseta y los pantalones. Y, justo cuando ella estaba desnudándome a mí, el sonido de la puerta nos separó apenas un par de centímetros.
-¡Chicos! ¿Estáis visibles? –Julie abrió la puerta y entró en la habitación tapándose los ojos. Beca y yo estallamos en una carcajada.
-Puedes mirar, Julie. Pareces idiota. –Ella se quitó las manos de los ojos y suspiró, dándole el teléfono a Beca.
-Debes… deberías contestar es importante. –Yo miré a Julie a la cual le temblaban las manos y Beca cogió el teléfono, con cierta parsimonia. ¿Qué cojones estaba pasando?
-¿Diga? –Un terrible silencio se hizo en la habitación y de repente sólo se escucharon los sollozos de Beca en la habitación, que acto seguido fueron acompañados por los de Julie, que había estado todo este tiempo reprimiendo las lágrimas. –Gra- Gracias. Iremos lo antes posible. –Colgó el teléfono y se lanzó a los brazos de Julie que la esperaba para abrazarla. Yo miraba la escena, sin entender absolutamente nada, sentado en un pequeño hueco de la cama. Lo único que sabía en aquellos momentos es que los sollozos de Beca me estaban destrozando.
-¿Qué ha pasado?
-Está… está en coma. No saben si despertará.
-¿Pero quién?
-¡Niall! Maldita sea, Niall. –Beca se soltó del abrazo de Julie y se acercó a su armario, sacando de él una maleta morada. –Vámonos. –Julie y yo la mirábamos sin movernos del sitio y ella se secó las lágrimas y reaccionó. -¡Que nos largamos, joder! Que volvemos a Inglaterra, que mováis vuestro jodido culo y salgáis de aquí. –Julie asintió, sorbiendo por la nariz y salió de la habitación para avisar a los demás.
-Es decir… -Beca me miró esperando que hablara. –Te pido yo que vuelvas a Londres y no me haces ni puto caso y ahora, ¿quieres volver así de rápido?
-¿Lo estás diciendo en serio? Tu mejor amigo está en coma. No saben si despertará o si se va a morir y a ti te la sopla. Sólo te preocupa que haya decidido ahora volver a Londres, cuando ha ocurrido lo de Niall. Que te jodan, Harry. Sólo te preocupas por ti y sólo por ti. –Salió del cuarto, dejándome con la palabra en la boca. Resoplé y me miré en el espejo. Tenía los ojos rojos, maldita sea, iba a volver a derrumbarme por ella. Pero es que había calado demasiado fuerte. Me levanté buscando mi camiseta por el cuarto y el reflejo de mi espalda me hizo sonreír.
‘He is mine, bitch’. Suspiré y alcancé mi camiseta. Me la puse con rapidez y salí de la habitación al pasillo donde todos me esperaban para irnos. Pedimos un taxi que nos acercó en veinte minutos al aeropuerto. Nadie hablaba. Julie sollozaba de vez en cuando y Beca la abrazaba con fuerza, secándose un par de lágrimas que se derramaban de vez en cuando por sus mejillas.
Señores pasajeros, estamos llegando a Londres. Por favor, abróchense los cinturones y no se levanten de sus asientos. Apaguen teléfonos móviles o cualquier otro aparato electrónico”.
Llegamos a Gatwick a la hora de la cena; Beca salió disparada en busca de su maleta mientras los demás la seguíamos con parsimonia, observándola con detenimiento. Estaba completamente seguro que escuchaba mis dientes chirriar de la rabia.
-Beca, deberías dormir; mañana por la mañana vamos a verlo. No te preocupes. –Julie acarició su pelo con tranquilidad.
-Lo mismo digo, Julie. –Me acerqué a ambas y besé la frente de Julie con delicadeza. –Yo voy con Beca, mañana nos vemos. –Todos asintieron y se fueron hacia la salida donde, apenas unas horas antes, habíamos aparcado el coche de Louis. Beca y yo salimos por otra en busca de un taxi y, después de cinco minutos buscando y tras darle la dirección de mi casa, Beca apoyó la cabeza en mi hombro y, de nuevo, comenzó a sollozar. Yo acariciaba con tranquilidad su mano que apretaba con fuerza la mía.
-Tranquila, Beca.
-¿Y si se muere? –Fue un débil hilo de voz lo que salió de su boca y sentí como un escalofrío recorría su cuerpo. La apreté con fuerza contra mi pecho.
-Va a salir de esta, ya verás. Conozco muy bien a ese cabrón y no dejará de dar guerra tan pronto. –Creo que pude percibir el destello de una pequeña sonrisa en su cara y sequé sus lágrimas.
Pagué el taxi y subimos a mí casa, aún con el eco de los sollozos de Beca en mi cabeza. La acosté en mi cama y, tras besar sus labios, me fui al baño a ducharme y despejar un poco la cabeza. Al cabo de cinco minutos, cuando salí del baño y entré en mi cuarto, Beca estaba completamente dormida en mi cama, envuelta en mis sábanas.
Sonreí, apoyándome en el colchón intentando no moverme mucho para no despertarla. Respiraba con tranquilidad, como una niña pequeña. Y ahí estaba yo, como un completo gilipollas mirándola dormir.
“Sí, un gilipollas. Pero resulta que este gilipollas, parece ser que se ha enamorado”.
Ella se giró hacia mi posición y abrió los ojos con dificultad.
-Ven aquí, Harry. –Se hizo a un lado de la cama y yo me metí entre las sábanas, abrazándola por la cintura, mientras ella besaba mi pecho y se acurrucaba en él.
-Todo saldrá bien. –Aunque realmente no sé si lo estaba diciendo en serio o sólo quería convencerme a mí mismo.

lunes, 20 de mayo de 2013

CAPÍTULO 71



Beca se levantó del suelo de un salto, agarrando mi mano y levantándome a mí con ella. Se quitó mi camiseta, mostrándome una vez más su perfecta figura. Me mojé los labios, poniendo media sonrisa pensando en las ganas que tenía de hacerlo con ella una y otra vez.
-Harry, despierta. –Ella chasqueó los dedos en mi cara y yo empecé a reír, alejándome de mis fantasías.
-Perdón, ¿decías?
-Que si quieres ir a cenar esta noche.
-Claro. –Cogí mi ropa y empecé a vestirme bajo su atenta mirada. Cuando terminé de arreglarme Beca estaba retocando su pelo en el espejo, me acerqué por detrás y besé con delicadeza su cabeza. -¿A dónde vamos a ir?
-¿Esta noche o ahora?
-Ahora.
-A comer con los demás, los hemos echado de casa de mala manera.
-Ha sido por razones de necesidad. –Ella se sonrojó mordiéndose el labio inferior y yo sonreí. –Venga, avisemos a estos y vámonos a comer. –Agarré el teléfono y escribí con rapidez un mensaje para Louis, que me contestó que llevaban más de dos horas en la tienda que había bajo la casa de Beca. Reí, guardé el teléfono en mi bolsillo y le tendí una mano. -¿Nos vamos?
-Vámonos. –Ella aferró con fuerza mi mano, cogió algo de dinero y las llaves y, después de que saliéramos de casa, cerró la puerta con un portazo.
Los seis íbamos hablando por la calle, siendo el centro de todas las miradas. Beca, Julie y Kara hablaban entre risas un par de metros por delante de nosotros. Louis y Tom iban mirando a cada chica que pasaba y yo sólo miraba al frente, centrándome en el movimiento de caderas de Beca al andar.
-Tío, que se te van los ojos. –Louis me dio una colleja que hizo que Tom estallara en risas.
-Tu madre, cabrón. –Ambos reímos y las chicas nos miraron con cara extraña. -¿Ya podemos comer? Tengo hambre.
-Sí, pesado. –Beca entró en un restaurante y todos la seguimos con rapidez, las mesas las ocupaban directivos de alguna empresa de alrededor y, entre toda ese gente bien arreglada, nos sentamos nosotros, con vaqueros y deportivas. El camarero se acercó con una sonrisa hablando en español, así que Beca fue la encargada de organizarnos y pedir la comida para todos.
-Louis tú lasaña. Chicas, vosotras dos pasta. Tom, a ti te he pedido pizza. Yo me he pedido un calzone y a ti Harry, he dicho que envenenen tu comida.
-No podrías vivir sin mí.
-Eso es lo que tú te crees, idiota. –La miré poniendo cara de indignado y ella negó con la cabeza divertida.
-Ya no me quieres, Beca.
-¿Quién ha dicho que alguna vez lo haya hecho?
-Eso me ha dolido. –Toda la mesa estalló en una carcajada menos yo, que seguía mirando fijamente a Beca con semblante serio.
-Mira que eres tonto. –Me acercó a ella con un suave movimiento de brazos y depositó un beso en mis labios.
-Qué asco dais. –Tom puso cara de asco y Louis asintió con la cabeza dándole la razón. Yo volví a acercarme a Beca y besé una vez más sus labios. -¡Iros a un motel! –Y,  una vez más, toda la mesa estalló en risas.
La verdad es que acabamos de comer antes de lo que me esperaba, no tardamos ni dos horas en abandonar el restaurante y volver a casa de Beca. Tom y Louis se sentaron el sofá y empezaron a jugar con sus móviles, mientras Kara y Julie se sentaron en el suelo y pusieron una película romántica. Sí, de esas que son un peñazo.
-¿Te vienes a dormir conmigo? –Apoyé la cabeza en el hombro de Beca susurrándole al oído.
-Me quedo con ellas, que no tengo sueño. Descansa, luego te llamo para que te duches. –Asentí y besó mi mejilla. Me tumbé en su cama, intentando descansar del día que llevaba, me quité la camiseta y acabé durmiéndome.
Me desperté al escuchar la risa de Beca detrás de mí y, abrí los ojos y me desperecé en la cama, dándome la vuelta para mirarla. -¿Qué pasa? –Ella soltó una carcajada y me levantó de la cama para acercarme al espejo que presidía la habitación. -¿Pero qué cojones…?
Mi espalda estaba completamente escrita, de arriba abajo, y se entendía a la perfección un ‘He is mine, bitch’. La miré sonriendo y girando con gracia el rotulador entre sus dedos. Yo me puse la camiseta y me acerqué a ella mostrando una sonrisa que la dejó blanca.
-Harry, cariño. Era broma. –Sonrió débilmente pero yo me abalancé contra ella, tirándonos a los dos en la cama y arrebatándole el rotulador. –Vamos, para. Es broma. Se te va a ir en un par de horas, por favor, Harry. –Le quité la camiseta a regañadientes y abrí el rotulador acercando la punta a su barriga. Empecé a escribir con delicadeza sobre su estómago mientras sentía como débiles escalofríos recorrían su cuerpo.
-Terminado. –Sonreí con superioridad y besé sus labios. Ella se levantó de un salto y se acercó al espejo.
-‘She is mine’. –Sonrío y se dio la vuelta para mirarme.
-Siempre, pequeña. –Se abalanzó sobre mí y empezó a besarme mientras repetía el ‘siempre’ en mis labios.

sábado, 18 de mayo de 2013

CAPÍTULO 70





*Narra Harry* 
Miré fijamente los ojos de aquel chaval y apreté la mandíbula con fuerza. Las ganas que tenía de partirle la cara aumentaban por segundos, maldita sea. Pero me resistí cuando vi de reojo como Beca estaba parada a un par de metros de nosotros, mirándonos con la mirada llena de rabia, de odio. No sé si hacia mí, hacia él o hacia ambos en aquel momento, por no reaccioné ante las palabras de Lucas, y me separé un paso de él.
-Así me gusta, que sepas cuando retirarte. -La rabia recorrió cada una de mis venas y yo apreté los puños. Beca seguía ahí parada, ahora un paso más cerca de Lucas, ya que este había recortado la distancia entre ambos. Estaban demasiado cerca, él susurró algo en su oído y yo no aguanté más.
-Lucas. -Justo cuando estaba posando su mirada en mi, un derechazo se estrelló en su mejilla izquierda, provocando que se separara por completo de Beca y haciendo que su rabia aumentara aún más. -Ni la toques, ni la mires, ni respires su mismo aire. -Sentía como el enfado subía por mi garganta, quemando cada palabra que salía con asco de mi boca. Volví a golpear su cara, ahora en su mandíbula, él cayó directo al suelo y yo di un paso hacia él, no sin antes dar una patada en su estómago, con la mirada fija en su cara, que reflejaba todo el dolor que le había provocado. Dejé que toda mi rabia saliera en los golpes que le habia asestado y sonreí. -¿Lo has entendido?
-Ha-Ha- Harry -Miré a mi derecha y Beca estaba ahí parada, con lagrimas en los ojos y totalmente blanca. La sonrisa se borró de mi cara cuando la vi correr a su cuarto y cerrar la puerta de un portazo.
-Lárgate de aquí. Ya. -Lucas se levantó a regañadientes y salió de la casa al mismo tiempo que yo cerraba la puerta e iba a hablar con Beca. Llamé un par de veces a su puerta, pero no había contestación. Resoplé apoyando la frente en la puerta y volví a llamar.
-Lárgate. -Su voz se entrecortaba, así que supuse que estaría llorando, así que abrí la puerta y la vi sentada en el suelo, envuelta en mi camiseta. Sonreí disimuladamente, estaba preciosa con mis camisetas.
-Beca, ¿qué te pasa?
-¿Que qué me pasa? ¡Maldita sea! ¿Qué coño te pasa a ti? Por poco lo matas. -Se secó un par de lágrimas y yo me senté a su lado en el suelo, colocando mi brazo alrededor de su cintura.
-No aguanto ese tío, y me ha tocado los huevos ahí fuera, y se me ha ido la olla, perdoname pequeña. -Un pequeño suspiro salió de su boca y apoyó la cabeza en mi hombro, depositándo en el un beso. -¿Eso es que me perdonas? -Asintió.
-Llama a estos y comemos fuera.
-Prefiero quedarme en la cama y comerte a ti.
-Idiota.
-Como tú. -Besé la sonrisa que se había dibujado en su cara y ella agarró mi cuello con suavidad.

viernes, 17 de mayo de 2013

CAPÍTULO 69


*Narra Beca*


Nunca me había hecho tantísima ilusión que una persona viniera a visitarme, pero él, joder, con él era todo diferente. Cerré mis piernas alrededor de su cintura y acaricié sus rizos fijando mis ojos en los suyos.
-Gracias.
-¿Por qué pequeña?
-Por esto, por haber sido capaz de venir a verme en un día de clase.
-No podía aguantar más sin tu sonrisa, lo siento. –Reí en su cuello y él me acarició la espalda. Empecé a besar sus labios con agilidad, mientras él agarraba mi trasero con fuerza, apretándome contra su cintura. Lo había echado tanto de menos, tantísimo. Me separé de sus labios un segundo para dejarme caer en mi cama y rápidamente me acerqué a él para besarle de nuevo, con más intensidad que antes, él se colocó encima de mí, haciendo que la temperatura de mi cuerpo aumentara. Volví a mirar a sus ojos, perdiéndome en ellos. Le quité la camiseta mientras él hacía lo mismo con la mía y empezaba a besar mi pecho, acaricié su pelo mientras él se deshacía de mis shorts y de mis medias, volvió a besarme y le desabroché los pantalones. Harry se los quitó con un leve movimiento de piernas y los tiró al otro lado de la habitación. Bajé la mano a sus bóxers  y ahogué un grito. Mierda, ¿todo eso era de él? No recordaba todo eso de la primera vez que lo hicimos. Harry rió al ver mi cara y me besó con fuerza antes de levantarse de la cama.
-Espera un segundo. –Se acercó a sus pantalones y sacó un condón de la cartera. Volvió a echarse encima de mí con cuidado de no aplastarme y me besó de nuevo con la misma intensidad de antes. -¿Preparada? –Asentí, mordiéndome el labio y él sonrió. Me embistió con fuerza tras ponerse el condón y grité agarrándome a las sábanas. Él succionó mi cuello para después empezar a besarme mientras seguía con movimientos rápidos y fuertes y yo arañaba su espalda bajo los suaves gemidos que hacía a pocos centímetros de mi oreja, sonreí. Me levantó, sentándome en su cadera y volvió a moverse con velocidad, ahora era yo la que gemía en su oído mientras él mordisqueaba mi lóbulo, provocando aún más mis gemidos. Empecé a moverme haciendo círculos con las caderas y él respiraba de forma entrecortada. Grité su nombre cuando me cogió de la cadera para volver a penetrarme por última vez con más fuerza que las veces anteriores. Me tumbé en la cama y él se tumbó encima de mí besando mi pecho. Ambos estábamos sudando, exhaustos, pero más felices que nunca.
-Entonces, ¿vuelves a Inglaterra? –Lo miré mientras me besaba el cuello y suspiré. ¿Este chico no aceptaría nunca un no por respuesta?
-Harry…
-No hay ‘Harrys’ que valgan. Vuelve Beca. Tienes 18, podrás quedarte ahí aunque tu hermana y tu padre vuelvan a España. Te necesitan. –Él señaló hacia atrás, a lo que yo entendí que serían nuestros amigos y puse media sonrisa. –Te necesito. –Dijo en un suave susurro en mi oído que hizo que se me pusieran los pelos de punta. Se tumbó a mi lado, aferrando mi cintura con un suave abrazo y besó con tranquilidad mi hombro.
-No me vas a convencer. –Reí en voz baja y él suspiró, volviéndose a poner encima de mí.
-¿No? –Negué con la cabeza divertida y él se puso serio. –Tú lo has querido. –Y en medio segundo empezó a hacerme cosquillas, provocando que mi risa se escuchara en todo el piso. Pensé en lo que pensarían los vecinos, o mis amigos si aún seguían en la puerta de mi casa y, justo cuando estaba pensando en eso, el timbre de mi puerta resonó.
-Para, Harry, para. Están llamando. –Él besó mis labios y se quitó de encima. Me puse la ropa interior y su camiseta y salí a la entrada a abrir con una sonrisa en la cara. Podía pasarme la vida así, con sus camisetas puestas después de despertar con él al lado.
La sonrisa se esfumó de mi cara cuando vi quien estaba al otro lado de la puerta. Quise cerrar la puerta antes de que él entrara, pero, claramente, era más fuerte que yo y abrió la puerta de par en par, dando un paso en el recibidor y yo retrocedí un par de pasos hasta estrellarme con la pared. Me miró de arriba abajo, y sonrió. Miré a la puerta de mi cuarto y vi como la figura de Harry se acercaba a nosotros con cara de pocos amigos.
-¿Qué cojones estás haciendo tú aquí? –Harry dio un paso al frente y sus rizos se mezclaron con el pelo rubio de Lucas.
-¿Y tú, qué haces tú aquí? –Miraba la conversación como un partido de tenis, desviando la mirada de uno a otro, intentando controlar los movimientos de ambos.
-Visitar a mi novia, ¿algún problema? –Novia. Repetí la palabra como mil veces en mi cabeza desde que salió de los labios de Harry y sonreía cada vez que la escuchaba en mi cabeza. Su novia. Sonaba tan jodidamente bien. Parpadeé un par de veces, volviendo a la situación y me tensé cuando vi como los puños de Lucas se cerraban y subían a la altura de la mandíbula de Harry mientras este se quedaba impasible.
-Tenemos un asunto pendiente de Londres, ¿no, rizos?

miércoles, 15 de mayo de 2013

CAPÍTULO 68


Dejé de saborear sus carnosos labios y la miré. Tenía una sonrisa en sus labios y yo una en los míos. Los chicos sonreían como idiotas detrás de nosotros. Y yo rompí a reír cuando los vi mirándonos.
-Bueno, ¿que hacéis en España?
-Devolverte a Inglaterra. Haz las maletas, que nos vamos mañana. -Louis sonreía y Beca nos miró con cara rara y se cruzó de brazos apoyándose en la pared.
-Chicos.
-No hay excusas.
-No hay cambios de opinión, no. -Me senté en un sofá mirándola cabreado mientras Kara se acercaba a ella para hablar con más tranquilidad. Julie tomó la palabra de nuevo.
-Nosotros nos vamos, Harry, intentalo tú. -Asentí y me levanté del sofá acercándome a ella cuando escuché la puerta cerrarse.
Beca me miraba sonriendo, pero ambos sabíamos que la sonrisa no era sincera. Negué con la cabeza, apoyando mi frente en la suya y besé su nariz, ella seguía con la mirada perdida en mis ojos.
-Vamos Beca, hazlo por nosotros. -Resopló y se separó de mi agarre.
-No es no, Harry.
-Por tu hermana. -Ella volvió a negar con la cabeza. -Por mí. -Dudó apenas un instante, lo justo para mirarme a los ojos llenos de lágrimas.
-N-n-no. -Me acerqué a ella que me abrazó en el instante, dejando un par de lágrimas en mi camiseta. Yo acaricié su pelo y aspiré con tranquilidad el aroma a coco de su pelo. -Lo siento Harry, no puedo volver.
-¿Es por ese gilipollas?
-Es por muchas cosas, Harry, por muchas. -Volvió a apretarme con fuerza la cintura y yo la estreché con más fuerza.
-Tranquila, estoy aquí, pequeña. -Ella agarró mi cuello y me besó con fuerza, subiéndose a mis caderas de un salto.
-La segunda puerta a la izquierda. -Susurró a mi oído y un escalofrío recorrió mi espalda mientras volvía a besarla.

sábado, 11 de mayo de 2013

CAPÍTULO 67

Cené una ensalada que había preparado mi hermana y, tras ver unos veinte minutos la televisión, me fui a mi cuarto para acostarme. Me dormí más temprano que nunca, tras leer el mensaje de Julie que decía que ya había hablado con Vicky.
El avión salía a las nueve de la mañana, así que me levanté a las seis, me arreglé, cogí la mochila que había preparado la noche anterior y salí a mi portal a esperar a que pasaran los demás a por mí. Las calles de Londres estaban desiertas, así que no tardaríamos más de una hora en llegar a Gatwick. Me apoyé en mi portal, cerrando mi chaqueta ya que el frío de madrugada se estaba haciendo presente.
Cinco minutos después el coche de Louis paraba a pocos metros de mi casa y todos me saludaban con cara de sueño. Yo me subí detrás, haciendo compañía a Kara y Julie, que se apoyaron en mi hombro cerrando los ojos y durmiendo el corto trayecto que había hasta el aeropuerto. Tom y Louis ocupaban los asientos delanteros y los tres íbamos hablando de lo que haríamos allí esa tarde, ya que la mañana siguiente estaríamos de vuelta. Chris y Josh no podían venir por unas pruebas de fútbol o algo así, la verdad es que no me acuerdo de lo que nos dijeron, pero igualmente nos comentaron que saludáramos a Beca de su parte. De Niall no tenía noticias, creo que ni si quiera se enteró de que iríamos hoy a visitarla, y la verdad, mejor que no supiera nada. No creo que hubiera aguantado mucho tiempo con él.
Una hora más tarde estábamos en el aeropuerto, buscando donde teníamos que ir para embarcar. Louis se acercó a una chica que estaba apoyada en el mostrador y esta le sonrió diciéndole algo de una salida cuatro o algo así creo que escuché, cuando la chica terminó de darle las indicaciones empezamos a seguir a Louis por uno de los muchos pasillos del aeropuerto. Cuando por fin encontramos la puerta de embarque solo quedaba media hora para que el vuelo saliera. Subimos con prisas al avión y nos sentamos en nuestros respectivos sitios, esperando a que el avión despegara.
                “Señores pasajeros, abróchense los cinturones, el avión va a hacer su despegue.”
Julie y Kara miraron por la ventana divertidas, mientras que Louis se acomodaba en su asiento con la intención de dormir un rato. Tom leía un libro y yo, cogí una revista del avión y me dispuse a leer algo que realmente no me interesaba, pero tenía que pasar las dos horas como fuera. Una azafata se nos acercó, preguntando si podía hacer algo por nosotros y, por la forma en la que Tom la estaba mirando, sabía que había algo que podía hacer por él, pero tendría que ser en una cama o, en este caso, en el baño del avión. Reí para mis adentros mientras Tom le miraba el culo cuando siguió andando por el pasillo.
 Finalmente, los cinco nos acabamos durmiendo en los asientos.
                “Señores pasajeros, anunciamos que estamos aterrizando, por favor, abróchense los cinturones y no se levanten de sus asientos hasta que el avión no haya parado por completo, esperamos hayan disfrutado del viaje”.
La mecánica voz nos despertó del sueño y todos empezamos a reírnos cuando nos dimos cuenta de que nos habíamos dormido. Me desperecé en mi asiento y Julie se rió al escucharme bostezar.
-Pareces un oso. –La miré extrañado y rompí en una carcajada que me convirtió en el centro de atención de todos los pasajeros.
 Cuando el avión por fin hizo su aterrizaje y nos dejaron salir del avión corrimos en busca de un taxi que nos llevara a la dirección que nos había dado Vicky, se suponía que era la casa de Beca y que tenía que estar allí. Media hora más tarde, llegamos a una de las calles más concurridas de Granada y observamos el lujoso edificio que era la casa de Beca. La gente paseaba tranquila por las calles, entrando en las tiendas o saliendo de ellas cargada de bolsas. Dejamos las mochilas en el suelo y miramos a Kara.
-¿Qué piso era?
-Cuarto C. –Asentí y llamé un par de veces. Su voz soñolienta respondió y carraspeé poniendo mi mejor acento español.
-El cartero, ¿es usted Beca López?
-Sí.
-Tengo una carta para usted.
-Suba. –Un sonido sordo nos indicó que la puerta estaba abierta y entramos todos entre risas.
Llamamos un par de veces al timbre de su casa, intentando no hacer ruido para que no descubriera que éramos nosotros, y ella abrió en pijama. Sus ojos se abrieron como platos cuando vio a Kara y Julie que saltaron sobre ella tirándola al suelo y las tres empezaron a reírse. Louis, Tom y yo observábamos la escena desde el rellano, sonriendo. Cuando por fin se separaron Louis la cogió en brazos y la abrazó con fuerza mientras ella reía a carcajadas y nos invitaba a pasar dentro del piso. Ya en el salón Tom repitió la misma acción que había hecho Louis segundos antes, provocando la misma risa en ella. Sólo quedaba que me saludara a mí, tragué saliva y Beca me miró sin saber qué hacer, mientras los demás nos miraban expectantes esperando que hiciéramos algo o, al menos, que dijéramos algo que rompiera aquella tensión que invadía el ambiente. Finalmente, la agarré de la cintura, con un leve movimiento, pegándola a mí y ella sonrió.
-Te he echado de menos, españolita.
-Y yo a ti, ricitos. –Y, entre risas, capturé sus labios en un dulce beso.

CAPÍTULO 66



Llegué a mi casa después de un día duro de clase, y me acordé entonces de que aún no había cambiado el teléfono, así que decidí hacerlo mientras comía el bocadillo que me acababa de preparar.
Era un móvil exactamente igual que mi Samsung anterior. En resumen, mi hermana no se había roto la cabeza pensando qué modelo comprarme. Metí la tarjeta de memoria y la tarjeta sim y, tras ponerlo a cargar, el sonido del móvil me dio la bienvenida. Suspiré y dejé que se cargaran todas las configuraciones y se traspasaran todos los números de teléfono. 10 minutos después todo estaba hecho, vi el registro de llamadas y una sonrisa apareció en mi cara. Marqué su número con rapidez y suspiré en el teléfono.
-Harry, por fin das señales de vida.
-Lo siento, es que destrocé ayer el móvil.
-¿Cómo?
-Se suicidó. –Escuché su risa en el auricular acompañando la mía.
-Bueno, que te llamaba para decirte que si te querías venir el sábado al fútbol, me han dado dos entradas y no tengo con quién ir. –Me recosté en el sofá, valorando las opciones. A lo mejor hasta me venía bien la invitación de mi primo para poder convencer mejor a Beca de que volviera. Sonreí.
-Claro tío, pero… ¿podrías conseguir otra?
-Supongo que sí, ¿para Niall?
-No. –Bufé al teléfono y mi primo se echó a reír.
-No quiero decir que te lo dije pero…
-Cállate gilipollas.
-Cállate tú, cabrón. –Y así éramos. No había conversación en la que no nos insultáramos. –Bueno, entonces, ¿para quién es la tercera entrada?
-Una chica.
-¿Una chica Harry? Espera que lo entienda bien. ¿Mi primo, el señor ‘nunca me ataré a una chica’, puede que se haya enamorado?
-Es una chica. Fin. ¿Puedes conseguirla o no?
-No lo sé, tío.
-Bueno, cuando sepas algo me mandas un mensaje. Te veo el sábado. –Escuché su despedida y colgué el teléfono. El timbre alejó mis pensamientos centrados en la televisión y me levanté a abrir. Mi hermana venía hasta arriba de bolsas con comida y bebida y un par de productos de limpieza. La ayudé a colocar la compra mientras la música de ColdPlay invadía mi salón.
-¿Tienes la radio puesta, Harry?
-No. –Me quedé un segundo en silencio y entonces caí en la cuenta de que era mi móvil el que reproducía la música. –Joder. –Corrí al salón y descolgué el teléfono mientras intentaba recobrar el aliento. -¿Diga?
-Hola. –Me paralicé casi al instante al escuchar su voz en el teléfono. La sentía aquí al lado, abrazándome por detrás mientras se ponía de puntillas intentando apoyarse en mi hombro.
-Hola Beca. ¿Cómo estás?
-No preguntes imbecilidades, Harry. A veces pareces tonto. No creo que esté muy bien lejos de mi familia y amigos. –No era la misma, lo notaba en su voz, estaba apagada, distante, no era la Beca sonriente y radiante que yo había conocido
-Pues ya sabes que hacer. –Resopló en el auricular y yo me fui a mi cuarto para hablar con más tranquilidad.
-¿Y tú cómo estás?
-¿Quién es la que pregunta imbecilidades ahora, Beca? –Escuché su risa y provocó una leve sonrisa en mi rostro. – ¿Cómo quieres que esté cuando estás a miles de kilómetros de distancia?
-¿Eso es que estás bien?
-Eres idiota.
-Como tú. –Soltamos una pequeña carcajada. –Te echo de menos, Harry.
-Yo también Beca. Pero fue tu decisión.
-Lo sé.
-De todas formas sabes que siempre me vas a tener aquí.
-Harry, ya sabes que no vuelvo a Londres, ¿no? –Bufé cabreado. Sí, lo sé Beca, y no gracias a ti precisamente.
-Me lo dijo tu hermana. ¿Pensabas decírnoslo?
-Yo ni si quiera lo sabía, me enteré en el aeropuerto antes de irme. –Suspiré. –Harry, me tengo que ir ya, solo llamaba para ver como estabas. Te llamaré mañana.
-Si no me llamas tú, llamaré yo. Te quiero Beca. –Y colgamos al mismo tiempo. Dejé que el teléfono descansara sobre mi estómago y sonreí al pensar en la cara que pondría mañana cuando la viéramos. Me entró la risa al pensar que podría mandarnos a la mierda o algo parecido, por eso de que odia las sorpresas y mucho más si son en mitad de la calle y sabiendo cómo son Kara y Julie de escandalosas.
-Harry, ¿qué cojones te pasa? ¿Estás drogado?
-No arruines mi momento de felicidad. –Mi hermana sonrió y se sentó a mi lado en la cama. -¿Quieres algo? Venga Gemma, déjame.
-Cuéntamelo, va Harry. Joder, que soy tu hermana. –La miré y sonreía, como una niña chica a la que le han regalado una piruleta de su color favorito. Puse los ojos en blanco.
-Era una amiga, mañana vamos a ir a verla.
-¿De dónde? ¿La hija de los Robert? –La miré sorprendido y negué con la cabeza.
-España. Hija de los López.
-¿Qué? ¿A España? ¿Mañana? Ni de coña, ¿eres tonto, Harry?
-Ves Gemma, jodes cualquier momento. Vamos mañana y volvemos pasado, no hay más que hablar.
-Harry, tú no haces esas cosas por una chica. ¿Enamorado? -¿Porqué todo el mundo me decía lo mismo? Me estaban tocando los huevos de una manera impresionante. Sí, enamorado, hasta el último de mis rizos, pero dejadlo ya. Joder. –No, no… Muy enamorado. –Gemma sonrió y revolvió mis rizos.
-Estate quieta, anormal.
-¿Y lo sabe mamá? Habrá que contárselo, y tendremos que conocer a su familia, ¿tú conoces a sus padres? –“Bueno a su madre sí, aunque en realidad era una tumba, ¿eso cuenta?” Sonreí.
-Me estás agobiando, Gemma. No nos vamos a casar, sólo vamos a ir a verla unos amigos y yo.
-Seguro, bueno, sea lo que sea pásalo bien mañana, Harry. –Se levantó de la cama y alisó su camisa, pero se paró en la puerta para fijar la mirada seriamente en mí. –Pero no quiero sobrinos antes de tiempo. –Estallé en una carcajada y escuché su risa al final del pasillo antes de que cerrara la puerta de su habitación.

CAPÍTULO 65.


Bueno, después de una semana sin escribir absolutamente nada, aquí traigo nuevo capítulo, espero que os guste y, no os preocupéis si es corto, prometo hacer el siguiente algo más largo.



Mi casa era un verdadero caos, el salón estaba completamente patas arriba, con las latas de coca-cola y los platos de la comida sobre la mesa, bufé. Gemma no había tenido tiempo en toda la tarde para limpiarlo, claro, sería más importante tocarse las narices.
Mi hermana estaba encerrada en su cuarto, sin dirigirme la palabra, y, la verdad es que, después de ver como estaba la casa, no me apetecía mucho hablar, porque sabía que acabaríamos discutiendo de nuevo, y no tenía ganas de entrar en una pelea con alguien tan cabezota como ella.
En el suelo de mi cuarto seguía la carcasa de mi móvil, al igual que la pantalla. Suspiré, sabiendo que no tendría solución. Ya me compraría un móvil nuevo mañana. Me resigné y encendí el ordenador, esperando encontrar alguna buena noticia.
Twitter. Me recorrí las novedades, buscando algo que me alegrara el día, pero no vi nada. Suspiré y decidí dejarlo abierto mientras me iba a preparar la cena. Una pizza congelada, una cena saludable.
Volví a mi cuarto y centré la atención de nuevo en el ordenador.
“¿Cómo puedes echar de menos a una persona a la que has visto hace unas horas?”
Suspiré y decidí escribir un nuevo tweet. Necesitaba que supiera que tenerla tan lejos me mataba.
“Vuelve, sólo pido eso.”
Que simple Harry. Bufé, esperando una respuesta, un tweet que me dijera que lo había leído, algo, una simple gilipollez. Pero nada.
El reloj del horno me distrajo y me levanté a por mi cena. Encendí la televisión cuando acabé de cenar, me tumbé en la cama y alejé mis pensamientos de Beca, a sabiendas de que hoy volvería a ser la protagonista de mis sueños y que mañana sólo pensaría en ella. Como hoy. Después de unos veinte minutos mirando la televisión sin prestar atención, cerré los ojos y me dormí.
-Harry, despierta, llegas tarde a clase.
-Voy, Gemma.
-Tienes un móvil nuevo en el salón, la próxima vez no seas tan bestia. –Ella revolvió mi pelo y rió. –Nos  vemos luego. –Escuché como cerraba la puerta de mi cuarto y me estiré en mi cama, suspirando con fuerza. Alisé las sábanas con la mano y fui al baño a lavarme la cara. Otra noche sin dormir.
“Joder Harry, esto no puede seguir así, era una chica. Una chica. ¿Qué narices tenía de especial?”
La sonrisa que se dibujó en mi cara cuando pensé en ella me dio la respuesta. Resoplé, su hermana tenía razón, estaba jodidamente enamorado de ella.
Cogí el móvil nuevo, la tarjeta de memoria y lo metí todo en la mochila que me coloqué en el hombro y salí de mi casa con prisa, intentando no llegar tarde a clase.
Todos hablaban y reían alrededor de mi mesa, Louis fue el primero en notar mi presencia y me abrazó con fuerza. Julie hizo lo mismo y Kara besó mi mejilla con dulzura. Me sentía mal por ella, estaba saliendo con ella pero ni si quiera estaba enamorado de ella. Sonreí y me uní a la conversación.
-¿Qué os parece entonces si hacemos eso?
-¿Hacer el qué? –Todos me miraron y me sonrieron. Me explicaron con detalles el plan que traían entre manos y yo me quedé pensando ante la atenta mirada de todos. –Vale, hagámoslo. –Todos rieron con fuerza y Tom y Josh chocaron sus manos, mientras Julie y Kara se abrazaban efusivamente.
-Harry, ¿podemos hablar? –Kara me sonrió apartándome del grupo y se sentó en una mesa en la otra esquina. Yo la miraba intrigado mientras ella enrollaba un mechón de su pelo en su dedo, después de unos segundos en completo silencio, ella carraspeó y finalmente se decidió a hablar. –Harry… he, he conocido a otra persona.
-Yo también he conocido a muchas personas, no es una novedad, Kara. –Ella negó con la cabeza y me sonrió.
-No me refería a eso, Harry.
-¿Y a qué te referías entonces?
 -Pues… -Su silencio delató que la noticia que iba a soltar no era buena. Me senté en la mesa, aún con la mirada fija en ella mientras ella resoplaba y retomaba la conversación. -¿Te acuerdas del chico que vimos a la salida del cine que preguntó por Beca? –Asentí. –Pues me lo encontré un par de días después y me invitó a tomar una copa  y… -Tragué saliva. No sabía cómo sentirme, una parte de mí estaba aliviada, pensando que al menos la ruptura, si es que lo podía llamar así, iba a ser sencilla. Pero, otra parte de mí, estaba cabreada, joder, mi novia me acababa de decir que me estaba poniendo los cuernos, quisiera o no, eso me jodía. Sonreí y la miré a los ojos.
-No, no, no quiero detalles. Tranquila. –La abracé y ella me miró sorprendida.
-¿No te molestas?
-Eh, no pasa nada. ¿Amigos? –Ella asintió y saltó a mis brazos mientras reía con fuerza.  –Venga, anda, volvamos con los demás, hay muchas cosas que planear. –Ella asintió y volvimos con el grupo, que seguían retocando algunos detalles sueltos que quedaban por aclarar.

sábado, 4 de mayo de 2013

CAPÍTULO 64



Llegué a mi casa y escuché como la música de Adele sonaba al fondo del pasillo. Me acerqué al cuarto de mi hermana y la saludé con una sonrisa. Ella bajó la música y se sentó en la cama con intención de hablar conmigo.
-Deberías ir a ver a papá y mamá. Los chicos te echan de menos. –Me recosté en la puerta mientras la miraba sin prestar atención a lo que estaba diciendo.  –Harry, hazme caso.
-Gemma, paso. –Salí de su cuarto y me encerré en el mío, con el móvil pegado a mi estómago.
Las horas pasaban lentas, aburridas, y sin recibir señales de vida de Beca; me desesperaba, esperando una llamada que se estaba haciendo de rogar. Al final decidí marcar el móvil de Louis por si sabía algo de ella. Di un par de tonos y, cuando por fin lo cogió, la respuesta fue la que esperaba. No sabía nada de ella, estaba igual que yo. Resoplé, dándole las gracias, por nada, y llamé a Julie. La misma respuesta, a diferencia de que ella se pasó un buen rato diciéndome lo mal que había tratado a su hermano.
¿Qué querías Julie? ¿Qué le abrazara y le diera las gracias? Claro, “gracias Niall, has hecho que la única chica de la que me he enamorado esté a miles de kilómetros de mí y, probablemente, esté llorando por ti”. Maldito gilipollas. Y muy poco le he hecho para lo mucho que se merece. Colgué tras escuchar el sermón de Julie y probé esta vez con Kara, aunque esta ni si quiera me cogió el teléfono.
Mi último recurso era llamar a su casa y esperar a que Vicky me diera buenas noticias. Un toque, dos, tres, hasta que por fin me lo cogió una voz desconocida para mí.
-Hola, buenas noches, ¿está Vicky?
-Sí, ¿quién es?
-Un compañero de Beca.
-Claro, un segundo. –Escuché como la mujer llamaba a Vicky y esta contestaba a regañadientes.
-¿Harry?
-Hola Vicky. ¿Cómo estás?
-No demasiado bien, teniendo en cuenta que mi hermana se ha ido a España hace unas cuantas horas, no preguntes idioteces, Harry. –Sonreí, era tan borde como su hermana, y el acento español se le notaba a bastantes leguas.
-Ya, tienes razón. ¿Sabes algo de ella?
-¿Estás hasta las trancas no?
-¿Cómo?
-Perdón, una expresión española. Quiero decir que estás muy enamorado, ¿no?
-Bastante. –Me tumbé en la cama y la escuché suspirar en el auricular.
-Ella también te quería, pero tenía que irse. Si se quedaba aquí no iba a estar bien.
-Lo entiendo, lo que no entiendo es porque todo tan precipitado.
-Tendría que haberse ido antes o después, si no hubiera tomado esa decisión la habrías perdido a final de este mes.
-¿Cómo?
-A final de mes vuelvo a España con mi padre. No creo que volvamos a Londres y, por tanto, ella tampoco lo hará. –Todo a mí alrededor se volvió negro, se derrumbó el mundo a mis pies, no podía ser cierto lo que estaba diciendo.
No, me negaba a aceptarlo. Maldita sea, no. ¿Todo esto quería decir que no volvería a  ver sus ojos marrones, su arruga de la nariz a la hora de reírse? ¿No volvería a ver como se toca el pelo en clase porque no se entera de lo que explica el profesor, ni volvería a ver su forma de mover los brazos en la pista de baile para llamar la atención de sus amigas? Me despedí de Vicky y colgué el teléfono, estrellándolo contra la pared.
Salí de mi casa cerrando la puerta con un fuerte portazo y arranqué la moto perdiéndome por las calles de Londres, las lágrimas nublaban mi visión. Quién lo imaginaría, Harry Styles, llorando por una chica. Resoplé y le di más gas a la moto acelerándola al máximo. Veinte minutos después llegué al lugar de destino. Aparqué la moto y me bajé de un salto.
Andaba por el estrecho camino buscando por todos lados lo que me interesaba. Cuando por fin llegué, me senté en el suelo y miré al frente.
-Señora, sé que es una gilipollez estar aquí ahora mismo y, ni siquiera creo en Dios, pero quizá usted pueda ayudarme a recuperar a su hija. –Oh genial, parecía un gilipollas hablándole a la tumba de su madre. Miré al cielo y recordé la vez que la acompañé y me la presentó.
“Mira mamá este es Harry. No estoy loca.” En ese momento sí que lo pensé, pero era su madre y para ella era muy importante estar ahí y presentármela. Así que ¿qué podía hacer? Pues nada, sonreí y me presenté formalmente. Reí en voz baja ante aquel recuerdo.
O cuando me pidió que me fuera a esperarla en la moto para decirle a su madre que qué hacía con Niall y conmigo, que le gustamos los dos. ¿Y yo que hice? Me escondí detrás de un árbol para escucharlo todo. Esos pequeños detalles eran los que me volvían loco. A mi mente vino todo aquel día, como después del cementerio me pidió que no dijera nada de lo que acababa de ocurrir, que hiciéramos como si nada, que siguiéramos como simples amigos. Amigos que estaban locos el uno por el otro, muy normal la cosa. Miré el reloj de mi muñeca. Las ocho menos veinte. Me maldije una y mil veces por haber roto el móvil en mi habitación, ahora quería hablar con ella y no tenía como hacerlo.
Suspiré y me levanté del suelo, despidiéndome de la tumba con una leve sonrisa. Volví a montarme en la moto y volví a recorrerme la autovía de vuelta a mi casa. 

Primer día sin Beca y ya era todo una verdadera mierda.

viernes, 3 de mayo de 2013

CAPÍTULO 63


Acabaron las clases y me fui a casa con prisa, no tenía ganas de encontrarme con nadie, no me apetecía hablar. Llegué y de nuevo estaba solo en casa. Como siempre. Me preparé un bocadillo y me tumbé en el sofá intentando prestar atención al programa especial que estaban echando sobre el Chelsea, me maldije a mí mismo, era su equipo favorito. La imagen de nosotros dos frente al Big Ben hablando de fútbol se hizo presente en mi mente y los recuerdos volvían a quemar a fuego lento. Las horas pasaban rápido, permitiéndome pasar este horrible día rápido.
Cogí el teléfono y marqué el número de casa de Beca. Fue su hermana quien contestó, se le notaba en la voz que se había pasado el día llorando.
-Vicky, ¿está tu hermana?
-Se ha ido hace apenas media hora. –Suspiré y me dejé caer en el sofá.
-¿Gatwick?
-Correcto. –Me despedí de ella y colgué el móvil. Me puse mi cazadora, cogí las llaves de mi moto y, cuando estuve en la calle, aceleré por las calles de Londres. La autovía estaba más ocupada que de costumbre, pero yo zigzagueaba por los coches, saltándome salidas y más salidas, hasta que hora y cuarto después, llegué al aeropuerto. Beca me llevaba media hora de adelanto, pero si corría podría pillarla antes de facturar. Me recorrí la terminal de arriba abajo, buscando su pelo moreno por todos lados, quería verla por última vez, tocarla y besarla, decirle lo mucho que la quería.
-Disculpe señorito. –Una joven azafata me tocó el hombro desviando mis pensamientos. –Usted no puede estar aquí si no va a facturar algo de equipaje.
-Claro, perdone. –Me aparté de la cola y me senté en el suelo, pegando mi espalda al mostrador.
No la iba a encontrar, por supuesto que no, era una locura. Suspiré, poniéndome de pie de un salto y salí del aeropuerto mientras escuchaba de fondo que el vuelo con destino a España, iba a realizar su despegue. Arranqué la moto y salí del aparcamiento derrapando por el asfalto. Una hora y cuarto, más tarde aparqué frente a la casa de Niall. Escuchaba la voz de Julie dentro así que llamé un par de veces al timbre hasta que ella apareció con los ojos hinchados y rojos.
-Eh, ¿estás bien? –Ella asintió y se acurrucó en mi pecho mientras la abrazaba.
Vi entonces a Niall en el jardín con una preciosa chica rubia tumbada entre sus piernas. Maldito gilipollas. Acababa de irse Beca y este mamón ya tenía a la tía entre sus piernas. Me deshice del abrazo de Julie y me acerqué con paso decidido a él.
-Ey, Harry tío, ¿qué –Antes de que acabara la frase mi puño impactó contra su mandíbula provocando un grito de la chica rubia. -¿Qué cojones te pasa?
-¿Y a ti? –Le empujé con fuerza, desahogando toda mi rabia contra él. –No hace ni una hora que se ha ido y ¿ya estás follándote a otra? –Volví a empujarlo hasta acorralarlo contra la pared. –No merecías ni media lágrima suya.
-¿Y tú sí? Haberla cuidado cuando estaba contigo y no le hubieras puesto los cuernos. Si acabó conmigo sería por algo. –Sus palabras ardieron dentro de mí provocando que la furia saliera de golpe al exterior. Golpeé de nuevo su mandíbula, aunque esta vez el contestó el golpe con un derechazo directo a mi ojo. Yo lo miré sorprendido y lo agarré del cuello, levantándolo un par de centímetros del suelo, mientras él farfullaba rogando que lo soltara.
-Harry para, lo vas a matar. –Esa voz… Miré a mi izquierda y me encontré a Beca con un precioso vestido de flores y una cazadora vaquera.
Me sonreía melancólicamente mientras se agarraba la muñeca izquierda, su pequeña manía cuando estaba nerviosa. Sonreí al verla, pero rápidamente me recordé que era imposible que estuviera ahí, su avión había salido hacía más de una hora. Sacudí un par de veces mi cabeza, aún sosteniendo a Niall del cuello, y la imagen de Beca desapareció apareciendo en su lugar Julie. No había sido más que una ilusión. Bajé a Niall con un golpe sordo y salí de la casa, deseando escapar de aquella mierda. Necesitaba alejarme de todo y, con la única que quería hablar, estaba a varios miles de kilómetros de mis brazos.

miércoles, 1 de mayo de 2013

CAPÍTULO 62


Bueno, quiero avisar que desde este capítulo hasta dentro de unos cuantos más, la historia la narrará Harry. Sólo eso. Gracias por leer la novela. ¡Os quiero!


[Narra Harry]


Dejé de besarla para volver a abrazarla. No podía permitir que se alejara de mí, no quería dejarla ir, pero era su decisión. Se marchó después de unos treinta minutos en mi casa y yo me tumbé en mi cama. Todo lo que quería hacer era llorar. ¿Quién cojones había pasado conmigo? Resoplé y me tumbé en mi cama.
Las siete menos cuarto y aún seguía sin moverme de mi posición inicial. Las ocho menos cuarto. El móvil. Me levanté a cogerlo y vi el nombre de Niall parpadear en él.
-¿Qué quieres?
-Tío, ¿qué pasa hoy con todos? ¿Ha pasado algo? –Fue entonces cuando me di cuenta de que el gilipollas ni si quiera se había enterado de que Beca se volvía a España por su culpa. Apreté los puños y suspiré.
-Nada.
-Joder Harry, pasa algo, cuéntamelo.
-Mañana nos veremos Niall. –Colgué el teléfono lanzándolo sobre el colchón. No podía creerme lo que había hecho. Teniendo a Beca, se había llevado a otra a su casa y se había acostado con ella, ¿es gilipollas? Sí, definitivamente lo es.
Me preparé un bocadillo y, cuando terminé de cenar me acosté, deseando que no llegara el día siguiente. No quería verla por última vez, no aguantaría una despedida. Me tumbé en la cama y miré al techo. Entonces una lágrima recorrió mi mejilla.
Recordé la primera vez que la llevé a mi casa, cuando estaba llorando en el baño por Niall. Ese cabrón la había hecho llorar demasiadas veces. Recordé la cena con las vistas a la Torre Eiffel que diseñé solo para ella. Y de nuevo otra lágrima cayó por mi cara. Luego la pelea con Lucas, y el día del pub. Y el viernes que lo hicimos. Me retorcí en mi cama y comencé a llorar, dejando que todos los recuerdos volvieran a mi mente hasta que me quedé dormido.
Me desperté a las seis de la mañana. Y me miré en el espejo, no había dormido nada y tenía unas ojeras alucinantes. Se presentaba un día duro, durísimo. Me senté en la cama y resoplé. Había llegado el maldito día. Volví a tumbarme en la cama para maldecir una y mil veces su idea de largarse de Londres. “Te llamaré cada día”, ¿y de qué me servía a mí que me llamara? Yo quería verla cada día con esa sonrisa, con esa forma de arrugar la nariz, quería escuchar su risa a mi lado. Joder. Miré el reloj de nuevo. Las seis y media. Entré a ducharme y dejé que las gotas de agua incidieran en mi cuerpo, mientras yo me torturaba pensando ella.
Me arreglé con una camiseta y unos vaqueros anchos. Me arreglé los rizos, me coloqué la mochila al hombro y salí de mi casa dando un portazo. Llegué al instituto de los primeros, aunque rápidamente la clase se llenó de gente. Julie y Kara tenían las mismas ojeras que yo. Louis se acercó a mí y me estrechó la mano, tenía un semblante serio. El profesor entró seguido de Niall, que venía con una sonrisa en la cara. Me levanté de golpe y cerré mis manos en un puño, pero Julie me paró agarrándome del brazo. La miré y ella negaba con la cabeza.
Pasé la primera hora mirando el asiento vacío de Beca, que llegó a segunda hora sólo para recoger sus libros y despedirse de la clase. Todos se quedaron atónitos ante la noticia, nosotros solo la abrazamos y ella sonrió aunque tenía los ojos cristalizados, sabía que empezaría a llorar de un momento a otro.
-Beca, ¿te vas? –Niall se acercó a ella cuando Julie y yo estábamos despidiéndonos de nuevo.
-Sí.
-Yo… yo… te quiero, Beca. Te quiero de verdad. –Ella lo miró a los ojos aguantándose las ganas de llorar y yo apreté de nuevo los puños. Que ganas tenía de partirle la cara al rubio.
-No me creo ni media palabra Niall, lo siento –Y tras decir eso, salió de clase corriendo. La había perdido, definitivamente, la había perdido para siempre

CAPÍTULO 61


Mi padre tosió intentando no ahogarse después de lo que acababa de decir. Yo lo miraba recta, seria, sin mostrar rasgos de que echaría de menos aquella ciudad de mis sueños. Tras un par de minutos en silencio, él retomó la palabra.
-¿Cuándo… cuándo quieres irte?
-Mañana mismo, busca el billete para por la tarde, hoy me despediré de mis amigos y mañana hablaré con el director. Vicky se queda con los abuelos aquí, le vendrá genial desenvolverse ella sola. Yo me vuelvo a nuestro piso.
-Parece que ya lo tenías planeado. –Negué con la cabeza.
-Todo acaba de surgir. Voy a llamar a unos amigos para comer con ellos y darles la noticia. –Mi padre asintió y se marchó de la cocina para dejarme hablar con tranquilidad y empezar a buscar el avión que me llevaría de vuelta a España. A la primera que llamé fue a Julie que me respondió casi en el acto. -¿Comemos hoy?
-¡Claro! En media hora donde siempre. –Colgué y realicé la misma operación con Kara, con Louis y con Harry, que aceptaron con la misma facilidad que Julie.
Me costó más convencer a Chris, Josh y Tom, que tenían planeado ir a casa de Niall y no sabían qué hacer, pero finalmente accedieron. Me quedé un rato con el móvil en la mano, planteándome si llamar al rubio o no llamarlo. Acabé descartando la idea y no le avisé de nada.
-Papá, me voy. En un rato vuelvo. –Cogí dinero y el móvil y me marché al restaurante donde habíamos quedado. Fui la primera en llegar así que me senté en el suelo y respiré hondo. Les iba a echar de menos, sentía cómo mis ganas de llorar aumentaban, pero las contuve con un fuerte suspiro. Julie y Louis fueron los primeros en llegar y ambos se sentaron conmigo y empezaron a hablar de algún tema al que no prestaba atención. Luego Josh, Tom y Chris. Más tarde Kara y, el último en aparecer, fue Harry. Nos sentamos en una mesa alejada de la entrada, donde podíamos hablar con tranquilidad.
No sabía en qué momento soltar la bomba así que decidí hacerlo cuando acabáramos de comer. Nos pasamos la comida haciendo bromas, contándonos historias desconocidas de nuestra infancia y yo intentaba de todas las maneras, encontrar las palabras adecuadas. Acabamos de comer en una hora y media y, antes de que pidieran el postre, me levanté de mi asiento decidida a lanzar la bomba.
-Chicos, escuchadme un segundo. –Todas las miradas se posaron en mí y sonrieron. Respiré hondo y empecé a hablar. –Bien, han pasado una serie de cosas últimamente que me han hecho pensar mucho. Lo último que ha ocurrido ha sido encontrarme a una chica desnuda en casa de Niall. –Todos abrieron la boca y empezaron a hablar. –Callaos, no quería hablar de eso. Bueno, después de todo lo que me ha ocurrido he tomado una decisión. –Miré a cada uno a la cara, seguían con una sonrisa fija. Imborrable. Yo intenté sonreír también, pero me fue imposible, así que decidí soltarlo antes de empezar a llorar. –Chicos, me vuelvo a España. –Me senté en la silla de nuevo y las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. Miré la mesa y todos estaban callados, mirando sus platos vacios, todos menos Harry, que cuando di la noticia se había levantado y se había largado del restaurante.
Louis levantó la vista para encontrarse con la mía y se levantó de un salto para abrazarme. Yo le abracé con fuerza mientras me acariciaba el pelo. Las siguientes en acercarse fueron Kara y Julie, que dejaron escapar un par de lágrimas en mi hombro. Y después Josh, Tom y Chris, que me abrazaron entre los tres y me dijeron que me iban a echar de menos. Yo me sequé las lágrimas y, tras pagar y despedirme de mis amigos, empecé a andar hacia mi casa. Cuando apenas llevaba unos diez metros andados, levanté la mirada y me encontré con la silueta de Harry a pocos metros, así que empecé a correr y lo agarré del brazo, para encontrarme con sus verdes ojos llorosos.
Él centró su mirada en la mía también y secó un par de lágrimas fijas en mis mejillas, acaricié su mano y lo abracé con fuerza mientras el correspondía mi abrazo con la misma fuerza, apretándome contra su pecho.
-Te quiero, Beca. –Besó mis labios con suavidad. –No lo hagas, no me dejes aquí solo, no te vayas. –Volvió a dejar un beso en mis labios y se separó apenas unos centímetros.
-Harry, tengo que hacerlo, lo siento. Te llamaré para contarte todo, cada día.
-No me vale escuchar tu voz a través de un teléfono, ¿cuándo te vas? –Tragué saliva. Sabía que no le iba a gustar que le dijera que mañana, así que miré al suelo y respiré hondo.
-Mañana por la tarde. –Miró mis ojos y pude ver como los suyos se cristalizaron, tenía ganas de llorar, unas ganas enormes, así que me abracé a su cintura y me desahogué mientras él acariciaba mi pelo.
-Podemos… ¿podemos ir a un lugar privado? –Asentí y empezamos a andar hacia su casa. Llegamos media hora más tarde, después de haber pasado todo el camino llorando mientras él me consolaba abrazándome. -¿Quieres beber algo?
-No, no. Tranquilo. –Se sentó a mi lado en el sofá y me besó la frente. –Te voy… te voy a echar de menos.
-Yo mucho más, lo sabes. –Me acurruqué en sus piernas y volví a llorar. –No llores pequeña, no llores. Voy a estar aquí siempre para ti. –Me levanté y centré la mirada en los ojos de Harry, esforzándome por poner una sonrisa. Él acarició mi pelo y besó mis labios con dulzura.