Llegué
a mi casa después de un día duro de clase, y me acordé entonces de que aún no
había cambiado el teléfono, así que decidí hacerlo mientras comía el bocadillo
que me acababa de preparar.
Era
un móvil exactamente igual que mi Samsung anterior. En resumen, mi hermana no
se había roto la cabeza pensando qué modelo comprarme. Metí la tarjeta de
memoria y la tarjeta sim y, tras ponerlo a cargar, el sonido del móvil me dio
la bienvenida. Suspiré y dejé que se cargaran todas las configuraciones y se
traspasaran todos los números de teléfono. 10 minutos después todo estaba
hecho, vi el registro de llamadas y una sonrisa apareció en mi cara. Marqué su
número con rapidez y suspiré en el teléfono.
-Harry,
por fin das señales de vida.
-Lo
siento, es que destrocé ayer el móvil.
-¿Cómo?
-Se
suicidó. –Escuché su risa en el auricular acompañando la mía.
-Bueno,
que te llamaba para decirte que si te querías venir el sábado al fútbol, me han
dado dos entradas y no tengo con quién ir. –Me recosté en el sofá, valorando
las opciones. A lo mejor hasta me venía bien la invitación de mi primo para
poder convencer mejor a Beca de que volviera. Sonreí.
-Claro
tío, pero… ¿podrías conseguir otra?
-Supongo
que sí, ¿para Niall?
-No.
–Bufé al teléfono y mi primo se echó a reír.
-No
quiero decir que te lo dije pero…
-Cállate
gilipollas.
-Cállate
tú, cabrón. –Y así éramos. No había conversación en la que no nos insultáramos.
–Bueno, entonces, ¿para quién es la tercera entrada?
-Una
chica.
-¿Una
chica Harry? Espera que lo entienda bien. ¿Mi primo, el señor ‘nunca me ataré a
una chica’, puede que se haya enamorado?
-Es
una chica. Fin. ¿Puedes conseguirla o no?
-No
lo sé, tío.
-Bueno,
cuando sepas algo me mandas un mensaje. Te veo el sábado. –Escuché su despedida
y colgué el teléfono. El timbre alejó mis pensamientos centrados en la
televisión y me levanté a abrir. Mi hermana venía hasta arriba de bolsas con
comida y bebida y un par de productos de limpieza. La ayudé a colocar la compra
mientras la música de ColdPlay invadía mi salón.
-¿Tienes
la radio puesta, Harry?
-No.
–Me quedé un segundo en silencio y entonces caí en la cuenta de que era mi
móvil el que reproducía la música. –Joder. –Corrí al salón y descolgué el
teléfono mientras intentaba recobrar el aliento. -¿Diga?
-Hola.
–Me paralicé casi al instante al escuchar su voz en el teléfono. La sentía aquí
al lado, abrazándome por detrás mientras se ponía de puntillas intentando
apoyarse en mi hombro.
-Hola
Beca. ¿Cómo estás?
-No
preguntes imbecilidades, Harry. A veces pareces tonto. No creo que esté muy
bien lejos de mi familia y amigos. –No era la misma, lo notaba en su voz,
estaba apagada, distante, no era la Beca sonriente y radiante que yo había
conocido
-Pues
ya sabes que hacer. –Resopló en el auricular y yo me fui a mi cuarto para
hablar con más tranquilidad.
-¿Y
tú cómo estás?
-¿Quién
es la que pregunta imbecilidades ahora, Beca? –Escuché su risa y provocó una
leve sonrisa en mi rostro. – ¿Cómo quieres que esté cuando estás a miles de
kilómetros de distancia?
-¿Eso
es que estás bien?
-Eres
idiota.
-Como
tú. –Soltamos una pequeña carcajada. –Te echo de menos, Harry.
-Yo
también Beca. Pero fue tu decisión.
-Lo
sé.
-De
todas formas sabes que siempre me vas a tener aquí.
-Harry,
ya sabes que no vuelvo a Londres, ¿no? –Bufé cabreado. Sí, lo sé Beca, y no
gracias a ti precisamente.
-Me
lo dijo tu hermana. ¿Pensabas decírnoslo?
-Yo
ni si quiera lo sabía, me enteré en el aeropuerto antes de irme. –Suspiré. –Harry,
me tengo que ir ya, solo llamaba para ver como estabas. Te llamaré mañana.
-Si
no me llamas tú, llamaré yo. Te quiero Beca. –Y colgamos al mismo tiempo. Dejé
que el teléfono descansara sobre mi estómago y sonreí al pensar en la cara que
pondría mañana cuando la viéramos. Me entró la risa al pensar que podría
mandarnos a la mierda o algo parecido, por eso de que odia las sorpresas y
mucho más si son en mitad de la calle y sabiendo cómo son Kara y Julie de
escandalosas.
-Harry,
¿qué cojones te pasa? ¿Estás drogado?
-No
arruines mi momento de felicidad. –Mi hermana sonrió y se sentó a mi lado en la
cama. -¿Quieres algo? Venga Gemma, déjame.
-Cuéntamelo,
va Harry. Joder, que soy tu hermana. –La miré y sonreía, como una niña chica a
la que le han regalado una piruleta de su color favorito. Puse los ojos en
blanco.
-Era
una amiga, mañana vamos a ir a verla.
-¿De
dónde? ¿La hija de los Robert? –La miré sorprendido y negué con la cabeza.
-España.
Hija de los López.
-¿Qué?
¿A España? ¿Mañana? Ni de coña, ¿eres tonto, Harry?
-Ves
Gemma, jodes cualquier momento. Vamos mañana y volvemos pasado, no hay más que
hablar.
-Harry,
tú no haces esas cosas por una chica. ¿Enamorado? -¿Porqué todo el mundo me decía
lo mismo? Me estaban tocando los huevos de una manera impresionante. Sí,
enamorado, hasta el último de mis rizos, pero dejadlo ya. Joder. –No, no… Muy
enamorado. –Gemma sonrió y revolvió mis rizos.
-Estate
quieta, anormal.
-¿Y
lo sabe mamá? Habrá que contárselo, y tendremos que conocer a su familia, ¿tú
conoces a sus padres? –“Bueno a su madre sí, aunque en realidad era una tumba, ¿eso
cuenta?” Sonreí.
-Me
estás agobiando, Gemma. No nos vamos a casar, sólo vamos a ir a verla unos
amigos y yo.
-Seguro,
bueno, sea lo que sea pásalo bien mañana, Harry. –Se levantó de la cama y alisó
su camisa, pero se paró en la puerta para fijar la mirada seriamente en mí. –Pero
no quiero sobrinos antes de tiempo. –Estallé en una carcajada y escuché su risa
al final del pasillo antes de que cerrara la puerta de su habitación.
ME.PUTP.ENCANTA.
ResponderEliminarPUTO HARRY.
PUTA TÚ QUE ESCRIBES TAN PERFECTO ASDFGHJKLÑASDFGHJKLÑ
NO EH NO XQ?