El
avión salía a las nueve de la mañana, así que me levanté a las seis, me
arreglé, cogí la mochila que había preparado la noche anterior y salí a mi
portal a esperar a que pasaran los demás a por mí. Las calles de Londres
estaban desiertas, así que no tardaríamos más de una hora en llegar a Gatwick.
Me apoyé en mi portal, cerrando mi chaqueta ya que el frío de madrugada se
estaba haciendo presente.
Cinco
minutos después el coche de Louis paraba a pocos metros de mi casa y todos me
saludaban con cara de sueño. Yo me subí detrás, haciendo compañía a Kara y
Julie, que se apoyaron en mi hombro cerrando los ojos y durmiendo el corto
trayecto que había hasta el aeropuerto. Tom y Louis ocupaban los asientos
delanteros y los tres íbamos hablando de lo que haríamos allí esa tarde, ya que
la mañana siguiente estaríamos de vuelta. Chris y Josh no podían venir por unas
pruebas de fútbol o algo así, la verdad es que no me acuerdo de lo que nos
dijeron, pero igualmente nos comentaron que saludáramos a Beca de su parte. De
Niall no tenía noticias, creo que ni si quiera se enteró de que iríamos hoy a
visitarla, y la verdad, mejor que no supiera nada. No creo que hubiera
aguantado mucho tiempo con él.
Una
hora más tarde estábamos en el aeropuerto, buscando donde teníamos que ir para
embarcar. Louis se acercó a una chica que estaba apoyada en el mostrador y esta
le sonrió diciéndole algo de una salida cuatro o algo así creo que escuché,
cuando la chica terminó de darle las indicaciones empezamos a seguir a Louis
por uno de los muchos pasillos del aeropuerto. Cuando por fin encontramos la
puerta de embarque solo quedaba media hora para que el vuelo saliera. Subimos
con prisas al avión y nos sentamos en nuestros respectivos sitios, esperando a
que el avión despegara.
“Señores pasajeros, abróchense
los cinturones, el avión va a hacer su despegue.”
Julie
y Kara miraron por la ventana divertidas, mientras que Louis se acomodaba en su
asiento con la intención de dormir un rato. Tom leía un libro y yo, cogí una
revista del avión y me dispuse a leer algo que realmente no me interesaba, pero
tenía que pasar las dos horas como fuera. Una azafata se nos acercó,
preguntando si podía hacer algo por nosotros y, por la forma en la que Tom la
estaba mirando, sabía que había algo que podía hacer por él, pero tendría que
ser en una cama o, en este caso, en el baño del avión. Reí para mis adentros
mientras Tom le miraba el culo cuando siguió andando por el pasillo.
Finalmente, los cinco nos acabamos durmiendo
en los asientos.
“Señores pasajeros, anunciamos
que estamos aterrizando, por favor, abróchense los cinturones y no se levanten
de sus asientos hasta que el avión no haya parado por completo, esperamos hayan
disfrutado del viaje”.
La
mecánica voz nos despertó del sueño y todos empezamos a reírnos cuando nos
dimos cuenta de que nos habíamos dormido. Me desperecé en mi asiento y Julie se
rió al escucharme bostezar.
-Pareces un oso. –La miré
extrañado y rompí en una carcajada que me convirtió en el centro de atención de
todos los pasajeros.
Cuando el avión por fin hizo su aterrizaje y
nos dejaron salir del avión corrimos en busca de un taxi que nos llevara a la
dirección que nos había dado Vicky, se suponía que era la casa de Beca y que
tenía que estar allí. Media hora más tarde, llegamos a una de las calles más
concurridas de Granada y observamos el lujoso edificio que era la casa de Beca.
La gente paseaba tranquila por las calles, entrando en las tiendas o saliendo
de ellas cargada de bolsas. Dejamos las mochilas en el suelo y miramos a Kara.
-¿Qué
piso era?
-Cuarto
C. –Asentí y llamé un par de veces. Su voz soñolienta respondió y carraspeé
poniendo mi mejor acento español.
-El
cartero, ¿es usted Beca López?
-Sí.
-Tengo
una carta para usted.
-Suba.
–Un sonido sordo nos indicó que la puerta estaba abierta y entramos todos entre
risas.
Llamamos
un par de veces al timbre de su casa, intentando no hacer ruido para que no
descubriera que éramos nosotros, y ella abrió en pijama. Sus ojos se abrieron
como platos cuando vio a Kara y Julie que saltaron sobre ella tirándola al
suelo y las tres empezaron a reírse. Louis, Tom y yo observábamos la escena
desde el rellano, sonriendo. Cuando por fin se separaron Louis la cogió en
brazos y la abrazó con fuerza mientras ella reía a carcajadas y nos invitaba a
pasar dentro del piso. Ya en el salón Tom repitió la misma acción que había
hecho Louis segundos antes, provocando la misma risa en ella. Sólo quedaba que
me saludara a mí, tragué saliva y Beca me miró sin saber qué hacer, mientras
los demás nos miraban expectantes esperando que hiciéramos algo o, al menos,
que dijéramos algo que rompiera aquella tensión que invadía el ambiente.
Finalmente, la agarré de la cintura, con un leve movimiento, pegándola a mí y
ella sonrió.
-Te
he echado de menos, españolita.
-Y
yo a ti, ricitos. –Y, entre risas, capturé sus labios en un dulce beso.
slowly dying...
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