Seguí
saboreando sus labios durante unos segundos más hasta que tuvimos que
separarnos para coger aire. Simplemente nos quedamos mirándonos mientras
sonreíamos en la oscuridad de la habitación. Él acariciaba mi pelo con calma
mientras yo hacía círculos con mi dedo en sus abdominales. En esos momentos me
encantaría parar el tiempo y poder quedarnos así siempre.
-No
te vuelvas a ir, Beca. –La voz ronca de Harry rompió la tranquilidad de la
habitación. –Lo digo en serio. No sé qué haría sin ti otra vez. Así que prométeme
que no te irás de nuevo.
-No
me iré, lo prometo. –Pude distinguir su sonrisa en la oscuridad y sonreí yo
también. Harry besó mi pelo y se acomodó en la cama, poniendo un brazo detrás
de su nuca y dejando las sábanas a la altura de su cintura.
-Buenas noches,
pequeña.
-Buenas noches. –Me acurruqué
contra él y cerré los ojos. Un par de minutos después y, mientras la lluvia
resonaba con fuerza estrellándose contra el cristal, me quedé dormida.
Abrí los ojos cundo
el reloj aún marcaba las ocho de la mañana, hacía un sol radiante, y eso que la
noche anterior había sentido los truenos. Me revolví en la cama buscando a
Harry pero no estaba y, en su lugar, había una pequeña nota sobre la almohada.
“He ido a correr. Desayuna y ponte guapa tengo una sorpresa para ti,
aunque bueno, no creo que puedas ponerte aún más guapa de lo que eres.
Te
quiero. Xx”
Sonreí y guardé la
nota en un cajón de la mesita. Me levanté de la cama con tranquilidad y me
dirigí a la cocina para buscar algo de comer. Rebusqué cada uno de los cajones
y armarios pero nada, sólo café y galletitas integrales. ¿Este chico sólo se
alimenta de eso? Suspiré. Entré en un pequeño cuarto donde estaba la lavadora y
vi un armario más grande que los demás. “Espero encontrar algo decente aquí”. Y
así fue, había encontrado el tesoro mejor guardado de Harry. Chocolate, Nutella,
bollitos de nata. Mi estómago rugió solo al verlo y yo sonreí. Lo saqué todo
para prepararme un suculento desayuno y, mientras me preparaba un chocolate
caliente, puse un par de tostadas en la
tostadora y, cuando estuvieron listas las embadurné en Nutella. Además, cogí
unos cuantos bollitos de nata y me lo llevé todo al salón. Iba a engordar con
el maldito desayuno, pero luego perdería kilos con Harry. Me sonrojé ante mi
propio pensamiento y sonreí.
Me senté en el sofá,
dando un sorbo del chocolate y encendiendo la tele. Siendo la hora que era, no
habría nada más que noticias en televisión, pero no me apetecía desayunar en
silencio. En media hora había acabado
con todo y apagué la televisión para poner un CD de música que había traído de
España a la vez que me iba a la cocina para limpiar lo que había usado para el
desayuno. Miré el fregadero y resoplé, había usado demasiados platos. Cuando
terminé de fregarlo todo y de guardarlo en su sitio, entré a ducharme y tras un
buen rato lavándome el pelo e intentando desenredarlo, me dirigí al cuarto de
Harry para elegir la ropa.
Decidí dejarme el pelo
suelo, para que se aireara mientras elegía la ropa que ponerme y el maquillaje.
La verdad es que no me apetecía nada pintarme, arreglarme y salir por ahí a
donde quisiera que fuéramos, pero si Harry me lo había dicho por algo sería.
El móvil vibró sobre
la mesita de noche justo cuando mi canción favorita empezaba a sonar en el
reproductor del salón, así que corrí a apagar la radio y descolgué el teléfono,
pensando que sería Harry quien estaba al otro lado de la línea.
-¡Buenos días!
-Buenos días. –Era una
voz grave, demasiado grave para ser la de Harry, así que me puse seria al
instante. – ¿Es usted la señorita López?
-Sí, soy yo. ¿Quién
es?
-Llamo del hospital,
soy el doctor Marshall. Su amiga Julie nos dio su teléfono para que la llamáramos
para avisarla de cualquier urgencia o novedad.
-Sí, sí. Dígame. –Los
nervios recorrían todo mi cuerpo mientras yo me movía por todo el salón sin
parar quita apenas un instante.
-El señor Horan… -Me
tensé, esperando la continuación de la frase, la cual parecía no llegar nunca. –Ha
fallecido hace un par de minutos. Lo lamento mucho. Puede pasarse con la
familia a recoger el cuerpo en cuanto desee. –Colgué el teléfono sin decir
media palabra, no me salía la voz en esos momentos. Me senté en el suelo, dejando
el móvil a pocos metros de mí y, cuando fui consciente de la noticia que
acababa de recibir grité.
Grité con tanta
fuerza que me levanté de la cama, haciendo que Harry se levantara conmigo. Las
lágrimas caían con velocidad por mis mejillas y yo me agarré las rodillas, enterrando
en ellas la cara. Queriendo olvidar todo lo que había soñado.
-¡Beca! Beca joder,
¿estás bien? –Me abracé a la cintura de Harry y miré el reloj digital que había
sobre mi mesita. Las cuatro menos veinte. Suspiré. Una pesadilla. Sólo había
sido una maldita pesadilla. Harry me abrazó con más fuerza aún y yo me
acurruqué en su pecho, intentando dejar de llorar.
¿Pero estas loca? Mi madreeeeeeee, que casi me da un infarto cuando he leído que Niall moría. Ay Diossssssssssss!!!!! But... ME ENCANTAAAAAAA!!!!!
ResponderEliminarPOR-POCAS-ME-DA-UN-JODIDO-PUTO-INFARTO-COÑO.
ResponderEliminarTe quiere, la chica del bollo. XXX