sábado, 1 de junio de 2013

CAPÍTULO 76


Volví a acostarme, dandole la espalda a Harry. Intentando quitar de mi memoria todo lo que habia soñado hacia un par de minutos.
Aún seguía sintiendo las lágrimas derramarse por mis mejillas pero intentaba disimularlas, para no preocupar a Harry. Pero sin embargo, él me abrazó por detrás, besando mi hombro y acariciando mi vientre.
-Tranquila pequeña, estoy aquí, si las pesadillas vuelven yo lucharé contra ellas. -Me giré para mirarlo a los ojos y Harry sonrió, había dicho una frase de mi libro favorito, aguanté una pequeña risa y me acerqué a él para besar sus labios con ansia, beso que él me correspondió sin rechistar.
-Buenas noches, Harry. Grac... -Él me interrumpió dejando otro beso más en mis labios, mientras yo sonreía.
-No me las des, Beca. Descansa, mañana será un día duro. -Me recosté sobre su torso desnudo y cerré los ojos. Y así, abrazada a Harry, sintiendo su respiración a pocos metros de mí, conseguí dormirme.
-¡Tienes que despertarte ya, es de día, dormilona!
-Callate, imbécil. Déjame dormir. -Le lancé un cojín a Harry y escuché como se estrellaba contra el cristal del armario y caía al suelo. Él rió y volvió a echarse encima de mí para despertarme con cosquillas. -No, no, para Harry. Ya me despierto. -Me estiré en la cama y agarré a Harry por la cintura con mis piernas, besándole el cuello y enredando mis dedos entre sus rizos.
-Beca...
-¿Hmm...? -Seguí besándole, mientras jugaba con mis manos en su espalda y a él se le erizaba la piel.
-Pa-Para, que no controlo. -Reí y me separé de él a regañadientes.
-¿Y bien? ¿A que viene levantarme a las nueve y media de la mañana, Harold? -Me mordí el labio, y reí al ver la reacción de Harry cuando lo llamé 'Harold'. -Harold. Suena tan... elegante.
-No me llames así. Odio eso. -Reí con fuerza y volví a tumbarme en la cama. -Venga, tenemos que irnos ya. Vistete.
-¿A dónde vamos? -Me senté como un indio y lo miré sonriendo.
-Es sorpresa, cariño. -Asentí y empecé a vestirme sin protestar. Me puse unos pitillos y una camiseta de Harry, recogí mi pelo en una coleta alta y miré a Harry que me miraba asombrado por mi rapidez.
-¿Vamos?-Él asintió y agarró mi mano sacándome del piso con rapidez y bajándome a la calle, donde el BMW de Louis nos esperaba aparcado.
-Antes de nada, ponte esto. -Me tendió un pañuelo y me lo até al cuello con una sonrisa. -Eres imbécil Beca. -Él agarró el pañuelo y me lo puso en los ojos, cegándome por completo.
Me ayudó a subirme al coche y me puso el cinturón mientras dejaba un par de besos en mis labios mientras yo reía. Escuché cerrar la puerta y cómo se abría la suya y él se subía al coche y lo arrancaba. Tanteé el asiento, buscando su mano. Y él agarró mi mano con fuerza, dejándome saber que estaba ahí, junto a mí.
Empezó a conducir a la vez que yo tarareaba divertida las canciones que sonaban en la radio.
Después de un trayecto bastante largo, escuché como aparcaba el coche y salía de él con agilidad.
-¿Harry? ¿Harry, dónde estás? -Me estaba poniendo nerviosa y él seguía sin contestar. -Harry, me voy a quitar esta mierda.
-Estáte quieta. -Suspiré aliviada cuando sentí como me desabrochaba el cinturón y me sacaba con cuidado del asiento del coche.
Escuchaba gritos a mi alrededor y, la verdad, es que estaba bastante asustada. ¿Dónde cojones me había traído el loco este? Empezamos a subir unas escaleras y los gritos iban cada vez a más. Empezaba a chocarme con la gente y me estaba agobiando.
-¿Puedo quitarme esto ya, Harry?
-Espera un minuto más, Beca. -Me sentó en un pequeño asiento y sentí como me ponía una camiseta sobre la que ya llevaba puesta. - ¿Preparada? -Asentí nerviosa y me quitó el pañuelo. Mis ojos tardaron unos cuantos minutos en adaptarse a la luz del sol que incidía directamente sobre mí. Cuando por fin me adapté por completo a la luz del sol pude ver el estadio del Chelsea bajo mis pies. Me quedé boquiabierta, sin saber como reaccionar y miré a Harry que sonreía a mi lado, sin soltarme la mano.
-Te mereces un descanso, ha sido una semana dura, cariño.
-Harry... esto -lo miré de nuevo y le besé con dulzura. -Nunca nadie había hecho tanto por mí. Gracias.
-Sólo disfruta del partido, pequeña. -Él miró el terreno de juego, justo cuando los jugadores salían al campo y saludaban a las gradas. Yo me abracé a su cuello, besando su mejilla y comencé a aplaudir como una niña pequeña.
De vez en cuando lo miraba de reojo y lo veía disfrutar tanto como yo. Era afortunada de tenerle, y no pensaba dejarlo ir nunca.

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