Cuando me quise dar cuenta estaba paseando por esos barrios
a los que mi madre siempre me había dicho que no fuera de noche, y mucho menos
sin compañía. Las bombillas de las farolas empezaron a encenderse, haciendo el
paisaje mucho más aterrador de lo que realmente parecía. Resoplé apretando con
fuerza mi chaqueta, intentando protegerme del frío que calaba con fuerza mis
huesos. Las nubes que había visto tan lejanas por la mañana, ahora estaban a
pocos metros y se iba notando el frío anterior a una tormenta. Me pegué a los
edificios intentando no mojarme bajo los salientes de los techos. Cada vez iba
acelerando más mi paso intentando salir de ahí.
-¡Tienes que continuar con el negocio familiar! Te guste o
no. –Escuché un par de voces provenientes de un callejón y, aunque sabía que no
era de mi incumbencia, me acerqué al escuchar el golpe de una bofetada. Me
escondí entre las sombras y atendí a la conversación.
-Si no me da la gana no lo voy a hacer. Ya me he cansado de
tanta mierda. –El chico que había recibido la bofetada se levantó del suelo y
miró hacia dónde yo me encontraba. Sentí mi corazón palpitar con fuerza, pero
él rápidamente volvió a mirar al hombre que le acompañaba. Así que volví a
relajarme. No me había visto. –Mañana nos veremos. Ahora me tengo que ir.
-Aquí a la misma hora. –El chico asintió y empezó a andar
hacia a mí. Mierda, sí que me había visto. Me separé del callejón y empecé a
andar en dirección contraria intentando pasar de inadvertida, pero, teniendo en
cuenta de que sólo estaba yo en aquel barrio iba a costar trabajo. Miré hacia
atrás un segundo y no vi a nadie. Respiré aliviada y seguí caminando con más
tranquilidad.
El chirrido de una moto me hizo parar en seco y miré al
conductor que se quitó el casco mostrando una sonrisa. Zayn. Mi cuerpo se tensó
de repente y tosí un par de veces.
-¿Me estás siguiendo o algo por el estilo? –Él rió con
superioridad y se bajó de la moto.
-Te recuerdo que eras tú la que estaba espiando una
conversación privada en el callejón. – ¿Él era el chico al que le habían dado
una bofetada? Imposible. En todo caso, él será el que habrá pegado el guantazo.
-Me he perdido. Ni si quiera sé en qué parte de Londres
estoy.
-Sube, te llevo a tu casa. –Reí con ironía y me acerqué a
él.
-Antes duermo rodeada de perros que dejar que tú me lleves. –Él
se encogió de hombros y me sonrió.
-Tú lo has decidido. –Se subió en la moto y aceleró
desapareciendo al final de la calle. Imbécil. Seguí andando con tranquilidad
hasta que escuché como la puerta de una casa se abría. Escuché las risas de un
par de chicos y aceleré el paso farfullando un par de insultos. Las pisadas de
los chicos cada vez estaban más cerca y yo resoplé con desesperación.
-Eh, preciosa. No corras. Tranquila. –Uno de los chicos
corrió hasta ponerse a mi lado y yo sonreí asustada. Era un par de cabezas más
alto que yo, pelo corto y rubio. El amigo se puso a mi otro lado. Igual de alto
que él y con el mismo corte de pelo, solo que esta vez en moreno. Miré al suelo
intentando disimular mi miedo y ellos rieron.
-Bien cariño, ¿te vienes con nosotros un rato?
-Yo… debería estar en casa ya.
-Te acompañamos, preciosa.
-Eh, tú. Sólo yo la llamo preciosa. –Era la voz de Zayn la
que sonó detrás de los chicos y, por primera vez, me alivié al escucharlo.
-Hostia, Zayn. Perdona tío. –Los dos chavales bajaron la
cabeza avergonzados y volvieron por donde habían venido. Yo me acerqué a la
moto y subí de un salto.
-Llévame a casa. Rápido. –Él asintió y aceleró la moto. Yo
le iba dando indicaciones de cómo llegar y, en un par de minutos, estábamos en
la puerta de mi casa. –Eres alguien respetado en ese barrio ¿no?
-Lo es mi familia y, por consiguiente, lo soy yo.
-Bueno… Gracias Zayn, por traerme y por lo de los chicos.
-No ha sido nada. –Me di la vuelta para entrar en casa
cuando volvió a hablar. –Eh, preciosa. –Me giré poniendo los ojos en blanco y
resoplé. –Buenas noches.
-Deja de llamarme… –Pero él ya no estaba ahí, había acelerado la
moto y se había perdido en la noche. Bufé y cerré la puerta de casa con un
portazo. Las luces estaban apagadas, por lo que entendí que mi madre aún no
había llegado. Me fui a mi cuarto y me puse el pijama para meterme en la cama y
descansar después de un día bastante ajetreado. Me dormí pensando en la
conversación de Zayn con el otro chico en el callejón, ¿negocio familiar? ¿De
qué se trataría para tener que reunirse en un callejón en mitad de la noche en
uno de los barrios más solitarios de Londres?
No hay comentarios:
Publicar un comentario