*Narra Beca*
Me desperté envuelta
en los brazos de Harry y volví a cerrar los ojos, intentando volver a dormir,
pero fue imposible. Harry se movió en la cama, soltando mi cintura y dándome la
espalda, murmuró algo en sueños y un ronquido es escuchó en la habitación
haciendo que me riera en voz baja procurando no despertarle. Miré el reloj de
la mesita que marcaba las diez de la mañana y cerré los ojos. Necesitaba dormir
al menos media hora más para poder ser persona.
-¡Beca! ¡Beca!
¡Beca! –Los gritos de Harry y sus saltos en la cama hicieron que me revolviera
entre las sábanas y enterré mi cabeza en ellas, protegiéndome de la luz que
entraba por las ventanas. -¡Despierta dormilona! Tenemos que hablar con tus
abuelos, y tu hermana.
-Cinco minutitos
más, Harry… -Parecía una niña chica que no quería irse a clase un lunes. Harry
rió en voz baja y se acercó a mí, destapándome, para empezar a besar toda mi
cara. Yo reía, divertida, ante el intento de Harry de despertarme y él, parecía
divertirse también.
-Vamos, niña
pequeña. ¡Hoy te mudas a mi casa! –Abrí los ojos con lentitud para encontrarme
con los suyos a pocos centímetros. Mi mirada se paseó hasta su sonrisa y sonreí
yo también.
-¿No
tendrías que estar en clase? –Le saqué la lengua y él se recostó en la cama,
poniendo las manos en su nuca.
-Mañana iré
y, ya de paso vas tú, para que vuelvas a entrar. –Asentí, pensando cómo le
diría al director que vuelvo a clase. Resoplé. Seguramente me haría pagar una
“tarifa extra” por la readmisión, pero lo veía lógico. Me levanté de la cama y
me vestí, miré a Harry que llevaba una camiseta de manga corta blanca y unos
vaqueros desgastados y, cómo no, sus converse blancas.
-¿Vamos
ahora a hablar con mis abuelos? –Él
asintió y me agarró de la mano, saliendo del edificio con rapidez. -¿A qué
viene tanta prisa, ricitos?
-No quiero
que te arrepientas y cambies de opinión. –Me detuve en seco, haciendo que él
también parara mirándome y le dediqué una sonrisa.
-No voy a
cambiar de opinión. Tranquilízate. –Él
asintió y yo besé su mejilla con rapidez, volviendo a retomar el paso hasta
casa de mis abuelos.
Un par de
llamadas al portero automático y el ruido sordo nos indicó que podíamos entrar,
subimos las escaleras con demasiada lentitud y, cuando llegamos al piso, llamé
un par de veces al timbre central. La dulce voz de mi abuela envolvió el
rellano y yo sonreí abrazándola con fuerza. Harry hizo lo mismo antes de entrar
al salón y estrecharle la mano a mi abuelo para, acto seguido hacerle compañía
en el sillón. Yo me quedé en la cocina con mi abuela, preparando café, tostadas
y churros para todos.
-Abuela,
tengo que hablar contigo. –Levantó la vista de su cafetera y me sonrió
dedicándome una sonrisa maternal. –Verás, Harry me ha dicho que me vaya con él
y, bueno, yo ya tengo 18 años, entonces, libremente he decidido que sí. Sólo
quería decírtelo, porque a partir de ahora tendrás que cuidar a Vicky.
-¡Claro que
sí, cariño! –Mi abuela miró al salón desde la puerta de la cocina y asintió
para sí misma. –Harry me parece un chico perfecto para ti, te cuida, es atento.
Se ve que te quiere pequeña. No te preocupes por Vicky, la cuidaremos. –Yo
sonreí y aplaudí emocionada como si fuera una niña chica provocando así la risa
de mi abuela. El timbre nos desvió de la conversación y mi abuela fue a abrir.
Escuché su risa en la entrada y corrí para abrazarlo.
-¡Will!
Joder, desde que estás con Julie no te veo el pelo. –Él rió pasando una mano
por su nuca y volvió a abrazarme.
-Te he echado
de menos, enana. –Yo lo apreté con fuerza, dejando un beso en su mejilla. –
¡Hola Harry! –Ambos chocaron sus manos y empezaron a hablar con mi abuelo de
algún tema que sólo les interesaba a ellos.
Mi abuela y
yo terminamos de hacer el desayuno y dejamos todo en la mesa del comedor. Harry
y Will se puede decir que prácticamente se abalanzaron sobre la comida bajo la
mirada divertida de mis abuelos y mía. Parecía dos idiotas peleándose por la
misma tostada, cuando había veinte iguales en el plato. Al final, acabaron por
tomarse la mitad cada uno. Lo que yo diga, niños pequeños.
Will, Harry
y yo salimos de la casa después de haber pasado allí toda la mañana y parte del
mediodía, y comenzamos a andar hasta un parque cercano al colegio. Will quería
recoger a Julie y, ya que estábamos allí, saludaría a los chicos, que no los había visto desde hacía un par de días
en el hospital, y a mi hermana, además, así aprovecharía y le daría la noticia.
-Will,
¿cómo te va con Julie? –Se encogió de hombros, mi primo nunca había sido chico
de expresar sus sentimientos, pero por el brillo de sus ojos sabía que todo iba
como debía ir. Nunca había visto a dos personas que fueran tan perfectas el uno
para el otro.
-Sólo sé
una cosa. –Harry y yo lo miramos interesado y él sonrió. –Que la quiero.
–Sonreí, fingiendo limpiarme una lágrima de emoción y ambos rompieron en risas.
–Anda vamos, estos estarán al salir. –Asentimos y andamos hasta la puerta del
colegio. Efectivamente, los primeros en salir fueron los de cursos más bajos que
el mío, así que supuse que a la primera que vería sería a mi hermana. Y ahí
estaba.
-¡Vicky!
–La saludé con la mano y ella se acercó a mí sonriente. –Te tengo que dar una
noticia…
-¡No quiero
sobrinos tan pronto! –La ocurrencia de mi hermana sólo provocó la tos nerviosa
de Harry y una fuerte carcajada por parte de Will.
-Eres
imbécil. –Negué con la cabeza y suspiré. –Me voy a mudar. Voy a vivir con
Harry. –La mirada de mi hermana vagó de mí a Harry y de Harry a mí de vuelta
antes de romper en una sonora risa y empezar a aplaudir.
-¡Eso es
genial! ¡Me alegro! –Me abrazó con fuerza y yo reí ante su reacción.
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