*Narra Cris*
Martes. Por fin mi
ansiado martes.
Me levanté de un
salto de la cama y me fui corriendo al baño a asearme. Cuando terminé empecé a
elegir el modelito adecuado para la cena de esta noche, no podía ser ni muy
arreglado, pero tampoco un completo desastre. Me decanté por unos pitillos
negros, y una camiseta blanca básica. Me miré en el espejo y acomodé mi pelo
hacia el lado derecho. Asentí. Me gustaba como iba. El reloj acababa de marcar
las doce cuando empecé a comer mi ensalada. Ya había avisado a mis padres de
que ese día no dormiría en casa. Cogí mis llaves, las de la casa de Niall, mi
móvil y salí de mi edificio con una sonrisa en la cara.
Conecté mi
reproductor en cuanto pisé la boca de metro y me desconecté del mundo, la casa
de Niall y la mía no estaban muy lejos, pero coger el metro cada día era un
incordio. Necesitaba un coche ya. Las notas de una canción de Adele resonaron
en mi auricular justo cuando una voz femenina retumbó con más fuerza y, me di
cuenta de que, la próxima estación, era la mía. Hacía un día como otros tantos
en Londres, así que cerré mi chaqueta vaquera y empecé a andar hasta casa de
Niall.
Abrí la puerta de la
casa y dejé el bolso sobre el sofá. Me recogí el pelo en una coleta alta y
entré en la cocina poniéndome el delantal. Empecé a preparar una buena y
abundante cena para dos. Sólo para él y para mí. El móvil no dejaba de sonar a
causa de los mensajes que Niall me estaba enviando al WhatsApp y yo simplemente
reí cuando los leí.
"¡¡Hoy me dan
el alta!!" "Cris, ¿estás ahí?" "¿Vas a venir a
recogerme?" "¡Cristina contesta que estás en línea!"
Miré el reloj de la
cocina y sonreí. Las cuatro menos cuarto. Miré la pantalla de mi BlackBerry y
empecé a escribir.
"Cariño, lo
siento, estoy enferma, creo que es un resfriado. Hoy no nos veremos, te
quiero".
Enviar. Reí y removí
la pasta que ya estaba casi hecha. Puse la mesa en medio segundo y corrí a la
cocina para poner la pasta en un par de platos. Los empapé en salsa boloñesa y,
antes de llevarlos a la mesa, respondí el móvil que vibraba en mi bolsillo. El
nombre de Beca parpadeaba en la pantalla y contesté con una sonrisa.
-¡Hola Beca!
-¿Cris? ¿Estás bien?
Me ha llamado Niall preocupado diciendo que estabas enferma.
-Tranquila, es solo
una sorpresa que le quiero dar. No te preocupes. -La escuché reír al otro lado
de la línea y me hizo reír a mí también.
-Vale, vale. Le diré
que estás con fiebre.
-¡Gracias! -Colgué
el teléfono y corrí a poner los platos cuando escuché el coche aparcar frente a
la casa. -Mierda. Mierda. Mierda. -La puerta se abrió y yo sonreí, mirando a la
entrada. Niall entró, dejando las llaves en la mesita del salón y resopló. Se
le notaba molesto, supuse que sería por no haberle ido a recoger. Levantó la
mirada para fijarla en mis ojos. Y sonrió acercándose a mí.
-Bienvenido a casa.
-Sonreí tímidamente y él rió abrazándome y dejando un beso en mis labios.
-¿Cenamos? -Asentí y
me senté en la mesa, a su lado. Durante toda la cena me estuvo contando quienes
habían sido sus últimas visitas en el hospital, Josh, Chris y Beca con Julie.
Sonreí escuchándolo atentamente.
Tenía un brillo en
los ojos que hacía que su azul fuera aún más brillante. Empecé a recoger la
mesa mientras él se sentaba en el sofá y Niall agarró mi cintura, poniéndome
encima de él.
-Deja eso. Ya
recogeremos mañana. -Besó una y mil veces mi boca y yo sonreía entre beso y
beso. Metió su mano dentro de mi camiseta haciendo que mis músculos se
tensaran. Besaba mi cuello con tranquilidad, mientras yo pasaba mi mano por su
espalda. De un momento a otro, ambos estábamos sin camiseta y, al segundo
siguiente, los pantalones habían desaparecido en algún rincón de la habitación.
Rápidamente, Niall
me cogió en brazos y yo me agarré a él por la cintura con mis piernas sintiendo
el bulto de su entrepierna crecer en mi vientre. Ahogué una risa y volví a
besarlo, ahora ya tumbados en la cama. Resopló en mi pelo y acarició mis muslos
provocándome escalofríos, subió un poco más la mano, metiendo un par de dedos
dentro de mis bragas y cerré los ojos dejándome llevar. Niall besaba mis labios
con lentitud, dejándome con ganas de más. Entonces agarró mi cintura, y me
penetró con fuerza, haciéndome gritar con más fuerza aún. Miré su cara apenas
unos segundos y lo vi sonreír, disfrutando el momento, igual que estaba
haciendo yo. La intensidad de sus movimientos subió mientras mis gemidos
aumentaban. Me agarré a las sábanas y él empezó a gemir en mi oído.
Terminamos al mismo
tiempo y se tumbó a mi lado, acariciando mi pelo y besándolo mientras me hacía
sonreír.
-No sé cómo no te
encontré antes, pequeña. -Me abracé a su pecho y él revolvió mi pelo
apretándome contra él.
-Te quiero.
-Yo más, princesa.
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