miércoles, 19 de junio de 2013

Capítulo 3

-¡Despierta ya! –Era la irritante voz de Espe la que me perforó el tímpano de forma sorprendente.
-Cállate, niña. –La empujé sacándola de mi cama. Ella volvió a subirse y me destapó.
-¡Vamos joder!
-¿Quién coño te ha abierto?
-Tu madre. –Resoplé y me levanté de la cama. Saqué una camiseta básica y unos shorts. Busqué unas medias de color carne y me enfundé las vans. Alisé mi pelo con los dedos, cogí la mochila y salí de casa acompañada de Espe. Todos sabíamos cómo era la primera semana de clase, que si presentaciones, que si excursiones… típica semana del curso que no sirve para nada.
Entramos en clase y Drew nos saludó con la mano. A su lado, Jordan, hablaba entretenido con Allie y, en nuestros sitios de siempre, Zoe y Lindsay hablaban con Harry mientras reían a carcajadas.
-Chicos, a vuestros asientos. Ya. –Malcom entró en clase con la misma cara de amargado que el día de antes. Este hombre necesitaba una novia pronto. De nuevo la puerta se abrió de buenas a primeras y apareció Zayn. Bueno… ¿este chico es que no sabe llegar a la hora a los sitios?
-A su asiento Malik. –Él asintió dirigiéndose a su asiento con la mirada fija en mí. Me intimidaba, por lo que aparté con prisa mis ojos de los suyos y fijé la vista en la ventana.
-Bien, primera semana del curso. ¿Qué les parece si empiezo por asignar trabajos? –Resoplé. Pues nos parece mal, gilipollas. –Bien, comencemos. –Empezó a decir todos los nombres de la lista hasta que llegó el mío.- Jenn Green… irás con Harry Styles. –Miré a mi amigo sentado en la otra esquina de la clase y me guiñó un ojo provocando mi sonrojo. –Lindsay Geoffrey con Esperanza Reyes. –Ambas chocaron sus manos y rieron en voz baja. –Jordan Hawes… con el señorito Malik. –Aunque no podía ver la expresión de Zayn, supe perfectamente que estaba mirando con cara de asesino al profesor. Ahogué una risa y seguí escribiendo cosas sin sentido en mi cuaderno.
El timbre. Recreo. Por fin. Recogí la mesa y bajé al patio con las demás, nos pusimos a la cola para poder comprar algo para comer mientras hablábamos de los planes para el día siguiente. Harry se acercó por detrás, colocando su cabeza en mi hombro y susurró con tranquilidad en mi oído.
-Podríamos hacer el trabajo de anatomía. –Sonreí y me giré para fijar la mirada en sus ojos.
-Lo vamos a hacer de las enfermedades del corazón. –Él suspiró y asintió poco convencido. Nuestra relación era demasiado extraña. Nos gustábamos, mucho, puedo decir que demasiado. Pero no nos atrevíamos a salir como pareja, demasiados años siendo amigos como para desperdiciarlo todo.
-¿Qué tenéis pensado para mañana? –Todas las chicas desviaron la mirada hasta Harry y sonrieron.
-Fiesta. Como la de antes de ayer. –Recordé la fiesta del martes. ¿Cómo la llamaron mis amigos? Ah sí, fiesta comienzo del infierno.
-Los chicos y yo nos apuntamos. –Todas asentimos riéndonos.
-¿Alguna temática en especial? –Lindsay dejó la mirada perdida pensando en algo y sonrió.
-No, de lo que queráis.
-¿Podemos ir como gente normal por una vez? –Di un mordisco a mi palmera de chocolate y ellas asintieron decepcionadas.
-Con lo que mola ir disfrazada.
-Sí, en carnaval. –Harry rió con fuerza a mi lado y los demás le acompañamos su risa.
Volvimos a clase para dar biología de nuevo. En realidad nos tocaría una hora libre, pero conociendo al profesor, daríamos clase. Entró sonriendo y fijó la mirada en mí cuando ocupé mi asiento.
-Señorita Green.
-Dígame.
-Le he asignado una nueva pareja para el trabajo. El señor Styles irá con Hawes, usted con…
-Con Zayn. –Todos mis músculos se tensaron y miré fijamente a Zayn que me sonreía desde su asiento.
-Exacto. Dicho esto, empecemos el tema. –El profesor empezó a dar la clase mientras yo seguía con la mirada fija en algún punto de la habitación, intentando que mi cerebro reaccionara, fue el timbre que indicaba el cambio de clase el que me devolvió a la realidad. El profesor no habría cambiado los grupos así porque sí. Algo lo había influido. Me levanté de mi sitio como un rayo y golpeé la mesa de Zayn con la palma de mi mano.
-¿Qué coño has hecho para que nos pongan juntos? –Él me miraba sonriendo. Sin inmutarse apenas un centímetro.
-Yo no he hecho nada. –Me acerqué aún más a él, dejando ver la rabia en mis ojos.
-No soy gilipollas, Malik.
-Nadie ha dicho que lo seas. Toma mi número, llámame para quedar y hacerlo. –Me entregó un papel con una sonrisa y yo me separé de él, lanzando un suspiro.
-No pienso hacer el trabajo contigo.
-Suspenderás la asignatura.
-Eso es problema mío, no tuyo. –Volví a mi asiento cabreada. Maldito anormal. Pero tenía razón, suspendería la asignatura y no me lo podía permitir en último curso.
Me senté en mi asiento y al cabo de un par de segundos llegó la profesora de Química. Pasamos la hora contando que habíamos hecho en vacaciones y que haríamos en el primer trimestre. Última hora, filosofía. No me apetecía pasar una hora escuchando teorías sobre Aristóteles y Platón. Así que escribí en un folio sucio una autorización, falsifiqué la firma de mi madre y salí de clases fingiendo ir al médico.
Dejé la mochila en el salón y me senté a ver un rato la tele mientras esperaba a mi madre para comer. Cuando el reloj dio las tres menos cuarto, el teléfono sonó un par de veces y corrí a cogerlo.
-Cariño, hoy comeré en la oficina, mucho trabajo.
-Vale mamá, saluda a papá de mi parte.
-Lo haré. Llegaremos a las seis. –Colgué el teléfono y abrí la nevera buscando algo de comer. Macarrones en tupper del día anterior, mi comida favorita. Suspiré, poniendo los macarrones en un plato y los metí en el microondas para que se calentaran. Cinco minutos más tarde los saqué y los bañé en tomate.
Terminé de comer y dejé el plato en el fregadero, pensando que se lavaría solo o algo por el estilo, quizá. Me tumbé en el sofá, intentando dormir un poco. Abrí los ojos a las cinco y media de la tarde. Tendría que empezar a hacer los deberes. Rebusqué en el bolsillo de mis shorts y saqué el papel arrugado donde estaba escrito el móvil de Zayn.
Marqué los números con parsimonia, intentando que la solución a mis problemas llegara sola, pero no iba a ser posible. Un toque. Dos. Y descolgó.
-Malik.
-Preciosa, ¿necesitas algo?
-Que dejes de llamarme preciosa. –Él rió y yo puse los ojos en blanco. –Tenemos que hacer el trabajo. Es para el lunes y este fin de semana no pienso hacer nada.
-Está bien, voy a tu casa.
-¿A mí casa? –Reí. –Creo que no me has entendido. Tú en la tuya y yo en la mía. Haremos el trabajo por separado.
-Demasiado tarde para decidir eso. –Colgó y el timbre de mi casa resonó con fuerza. Imposible. Miré por la mirilla y ahí estaba él, parado en la moto. La llevaba clara si se pensaba que lo iba a dejar entrar. Podía esperar lo que quisiera, que no iba a pisar mi casa en la vida. –Preciosa, abre.
-¡Deja de llamarme preciosa! –Grité con todas mis fuerzas lanzando un suspiro al aire y alguien me tocó la espalda.
-No grites, estoy aquí.
-¿Cómo has entrado?
-Debes cerrar mejor las ventanas.
-Lárgate de mi casa, Malik. –Él se sentó en un sofá, haciendo caso omiso de mis palabras y sacó un bolígrafo de su bolsillo.
-¿Empezamos el trabajo? –Ahogué un grito de desesperación y cogí un par de folios para Zayn y otros dos para mí. Saqué mi portátil y el de mi madre y busqué alguna información sobre el corazón y sus enfermedades, claramente de Wikipedia.
Empecé a escribir con velocidad, intentando acabar el trabajo lo antes posible. De vez en cuando miraba de reojo a Zayn que escribía casi a la misma velocidad que yo. Acabé mi parte en una hora y él estaba por el final de la suya. Diez minutos después, el también dejaba de escribir. Lo miré y él sonrió. La intriga me recorría por dentro después de la noche anterior.
-Zayn… ¿puedo preguntarte una cosa?
-No preciosa, no tengo novia. –Puse los ojos en blanco y él rió con fuerza.
-No quería saber eso, ni si quiera me interesa.
-Está bien, dispara.
-¿De qué hablabas ayer con el otro chico en el callejón? –Su cuerpo se tensó en el acto, pero me sonrió y se relajó, poniendo las manos en su nuca y estirándose en el sofá.
-Asuntos personales. –Resoplé mirándolo cabreada.
-De eso sí me enteré. ¿De qué asuntos se tratan?
-¿Nunca te han dicho que no preguntes cuando no puedas soportar la respuesta?
-Eso es una gilipollez, Malik.
-Déjalo en que son cosas que no te conciernen. ¿Puedo preguntarte yo a ti algo? –Asentí con desgana.
-¿Tienes algo que hacer este sábado? –Tardé un par de segundos en reaccionar.
-Muchas cosas.
-¿Cómo qué?
-Lo que sea antes que salir contigo. –Reí y él se levantó acercándose a dónde yo estaba. Bajó su cara hasta ponerla a pocos centímetros de la mía y agarró mi barbilla haciendo que nuestras miradas se cruzaran.
-Paso a buscarte el sábado a las 4. –Besó mi frente y se esfumó del salón. Escuché cerrarse la puerta y como rugía el motor de la moto. Ordené los folios del trabajo guardándolos en una carpeta. La puerta principal volvió a sonar y escuché a mis padres hablando sobre algo de ropa, los saludé desde el salón y ambos sonrieron devolviéndome el saludo.
-Jenn, este sábado vendrán unos amigos a comer.
-Papá, este sábado, he quedado…
-Lo siento cariño, es importante. –Resoplé y cogí el móvil para mandarle un mensaje a Zayn, en realidad mi padre me había hecho un favor. No me apetecía nada pasar el sábado pegada al moreno, así que en el fondo se lo agradecí. Antes de que pudiera escribir el mensaje, el móvil vibró en mis manos y abrí el mensaje con rapidez.
                “Tendremos que suspender lo del sábado. Asuntos… personales. Zayn.”
                “Mejor.”
Dejé el teléfono en mi cuarto y salí al salón donde mis padres hablaban de la comida del sábado. Al parecer era un viejo amigo de la familia, pero no lograba recordar quién. Decidí intervenir en la conversación para avisarles a mis padres de que saldría de fiesta al día siguiente. Mi madre sonrió asintiendo, dándome su permiso. Mi padre por el contrario me miró de arriba abajo.
-No llegues borracha.
-Nunca lo he hecho. –Él asintió y yo aplaudí emocionada. Fiesta para coronar los primeros días del curso, ¿algo mejor que eso?
Cené con cierta rapidez y, cuando dieron las once me despedí de mis padres y me fui a mi cuarto a dormir. Ansiaba que llegara el día siguiente. Me puse mi pijama, deshice mi cama y, antes de dormir, revisé mi móvil. Un WhatsApp nuevo.
“Buenas noches, preciosa”.

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