-¡Despierta ya! –Era la irritante voz de Espe la que me
perforó el tímpano de forma sorprendente.
-Cállate, niña. –La empujé sacándola de mi cama. Ella volvió
a subirse y me destapó.
-¡Vamos joder!
-¿Quién coño te ha abierto?
-Tu madre. –Resoplé y me levanté de la cama. Saqué una
camiseta básica y unos shorts. Busqué unas medias de color carne y me enfundé
las vans. Alisé mi pelo con los dedos, cogí la mochila y salí de casa acompañada
de Espe. Todos sabíamos cómo era la primera semana de clase, que si presentaciones,
que si excursiones… típica semana del curso que no sirve para nada.
Entramos en clase y Drew nos saludó con la mano. A su lado,
Jordan, hablaba entretenido con Allie y, en nuestros sitios de siempre, Zoe y
Lindsay hablaban con Harry mientras reían a carcajadas.
-Chicos, a vuestros asientos. Ya. –Malcom entró en clase con
la misma cara de amargado que el día de antes. Este hombre necesitaba una novia
pronto. De nuevo la puerta se abrió de buenas a primeras y apareció Zayn.
Bueno… ¿este chico es que no sabe llegar a la hora a los sitios?
-A su asiento Malik. –Él asintió dirigiéndose a su asiento
con la mirada fija en mí. Me intimidaba, por lo que aparté con prisa mis ojos
de los suyos y fijé la vista en la ventana.
-Bien, primera semana del curso. ¿Qué les parece si empiezo
por asignar trabajos? –Resoplé. Pues nos parece mal, gilipollas. –Bien,
comencemos. –Empezó a decir todos los nombres de la lista hasta que llegó el
mío.- Jenn Green… irás con Harry Styles. –Miré a mi amigo sentado en la otra
esquina de la clase y me guiñó un ojo provocando mi sonrojo. –Lindsay Geoffrey
con Esperanza Reyes. –Ambas chocaron sus manos y rieron en voz baja. –Jordan Hawes…
con el señorito Malik. –Aunque no podía ver la expresión de Zayn, supe
perfectamente que estaba mirando con cara de asesino al profesor. Ahogué una
risa y seguí escribiendo cosas sin sentido en mi cuaderno.
El timbre. Recreo. Por fin. Recogí la mesa y bajé al patio
con las demás, nos pusimos a la cola para poder comprar algo para comer
mientras hablábamos de los planes para el día siguiente. Harry se acercó por
detrás, colocando su cabeza en mi hombro y susurró con tranquilidad en mi oído.
-Podríamos hacer el trabajo de anatomía. –Sonreí y me giré
para fijar la mirada en sus ojos.
-Lo vamos a hacer de las enfermedades del corazón. –Él
suspiró y asintió poco convencido. Nuestra relación era demasiado extraña. Nos
gustábamos, mucho, puedo decir que demasiado. Pero no nos atrevíamos a salir
como pareja, demasiados años siendo amigos como para desperdiciarlo todo.
-¿Qué tenéis pensado para mañana? –Todas las chicas
desviaron la mirada hasta Harry y sonrieron.
-Fiesta. Como la de antes de ayer. –Recordé la fiesta del
martes. ¿Cómo la llamaron mis amigos? Ah sí, fiesta comienzo del infierno.
-Los chicos y yo nos apuntamos. –Todas asentimos riéndonos.
-¿Alguna temática en especial? –Lindsay dejó la mirada
perdida pensando en algo y sonrió.
-No, de lo que queráis.
-¿Podemos ir como gente normal por una vez? –Di un mordisco
a mi palmera de chocolate y ellas asintieron decepcionadas.
-Con lo que mola ir disfrazada.
-Sí, en carnaval. –Harry rió con fuerza a mi lado y los
demás le acompañamos su risa.
Volvimos a clase para dar biología de nuevo. En realidad nos
tocaría una hora libre, pero conociendo al profesor, daríamos clase. Entró
sonriendo y fijó la mirada en mí cuando ocupé mi asiento.
-Señorita Green.
-Dígame.
-Le he asignado una nueva pareja para el trabajo. El señor Styles
irá con Hawes, usted con…
-Con Zayn. –Todos mis músculos se tensaron y miré fijamente
a Zayn que me sonreía desde su asiento.
-Exacto. Dicho esto, empecemos el tema. –El profesor empezó
a dar la clase mientras yo seguía con la mirada fija en algún punto de la
habitación, intentando que mi cerebro reaccionara, fue el timbre que indicaba
el cambio de clase el que me devolvió a la realidad. El profesor no habría
cambiado los grupos así porque sí. Algo lo había influido. Me levanté de mi
sitio como un rayo y golpeé la mesa de Zayn con la palma de mi mano.
-¿Qué coño has hecho para que nos pongan juntos? –Él me
miraba sonriendo. Sin inmutarse apenas un centímetro.
-Yo no he hecho nada. –Me acerqué aún más a él, dejando ver
la rabia en mis ojos.
-No soy gilipollas, Malik.
-Nadie ha dicho que lo seas. Toma mi número, llámame para
quedar y hacerlo. –Me entregó un papel con una sonrisa y yo me separé de él,
lanzando un suspiro.
-No pienso hacer el trabajo contigo.
-Suspenderás la asignatura.
-Eso es problema mío, no tuyo. –Volví a mi asiento cabreada.
Maldito anormal. Pero tenía razón, suspendería la asignatura y no me lo podía
permitir en último curso.
Me senté en mi asiento y al cabo de un par de segundos llegó
la profesora de Química. Pasamos la hora contando que habíamos hecho en
vacaciones y que haríamos en el primer trimestre. Última hora, filosofía. No me
apetecía pasar una hora escuchando teorías sobre Aristóteles y Platón. Así que
escribí en un folio sucio una autorización, falsifiqué la firma de mi madre y
salí de clases fingiendo ir al médico.
Dejé la mochila en el salón y me senté a ver un rato la tele
mientras esperaba a mi madre para comer. Cuando el reloj dio las tres menos cuarto, el teléfono sonó un par de veces y
corrí a cogerlo.
-Cariño, hoy comeré en la oficina, mucho trabajo.
-Vale mamá, saluda a papá de mi parte.
-Lo haré. Llegaremos a las seis. –Colgué el teléfono y abrí
la nevera buscando algo de comer. Macarrones en tupper del día anterior, mi
comida favorita. Suspiré, poniendo los macarrones en un plato y los metí en el
microondas para que se calentaran. Cinco minutos más tarde los saqué y los bañé
en tomate.
Terminé de comer y dejé el plato en el fregadero, pensando
que se lavaría solo o algo por el estilo, quizá. Me tumbé en el sofá,
intentando dormir un poco. Abrí los ojos a las cinco y media de la tarde.
Tendría que empezar a hacer los deberes. Rebusqué en el bolsillo de mis shorts y
saqué el papel arrugado donde estaba escrito el móvil de Zayn.
Marqué los números con parsimonia, intentando que la
solución a mis problemas llegara sola, pero no iba a ser posible. Un toque.
Dos. Y descolgó.
-Malik.
-Preciosa, ¿necesitas algo?
-Que dejes de llamarme preciosa. –Él rió y yo puse los ojos
en blanco. –Tenemos que hacer el trabajo. Es para el lunes y este fin de semana
no pienso hacer nada.
-Está bien, voy a tu casa.
-¿A mí casa? –Reí. –Creo que no me has entendido. Tú en la
tuya y yo en la mía. Haremos el trabajo por separado.
-Demasiado tarde para decidir eso. –Colgó y el timbre de mi
casa resonó con fuerza. Imposible. Miré por la mirilla y ahí estaba él, parado
en la moto. La llevaba clara si se pensaba que lo iba a dejar entrar. Podía
esperar lo que quisiera, que no iba a pisar mi casa en la vida. –Preciosa,
abre.
-¡Deja de llamarme preciosa! –Grité con todas mis fuerzas
lanzando un suspiro al aire y alguien me tocó la espalda.
-No grites, estoy aquí.
-¿Cómo has entrado?
-Debes cerrar mejor las ventanas.
-Lárgate de mi casa, Malik. –Él se sentó en un sofá,
haciendo caso omiso de mis palabras y sacó un bolígrafo de su bolsillo.
-¿Empezamos el trabajo? –Ahogué un grito de desesperación y
cogí un par de folios para Zayn y otros dos para mí. Saqué mi portátil y el de
mi madre y busqué alguna información sobre el corazón y sus enfermedades,
claramente de Wikipedia.
Empecé a escribir con velocidad, intentando acabar el
trabajo lo antes posible. De vez en cuando miraba de reojo a Zayn que escribía
casi a la misma velocidad que yo. Acabé mi parte en una hora y él estaba por el
final de la suya. Diez minutos después, el también dejaba de escribir. Lo miré
y él sonrió. La intriga me recorría por dentro después de la noche anterior.
-Zayn… ¿puedo preguntarte una cosa?
-No preciosa, no tengo novia. –Puse los ojos en blanco y él
rió con fuerza.
-No quería saber eso, ni si quiera me interesa.
-Está bien, dispara.
-¿De qué hablabas ayer con el otro chico en el callejón? –Su
cuerpo se tensó en el acto, pero me sonrió y se relajó, poniendo las manos en
su nuca y estirándose en el sofá.
-Asuntos personales. –Resoplé mirándolo cabreada.
-De eso sí me enteré. ¿De qué asuntos se tratan?
-¿Nunca te han dicho que no preguntes cuando no puedas soportar
la respuesta?
-Eso es una gilipollez, Malik.
-Déjalo en que son cosas que no te conciernen. ¿Puedo
preguntarte yo a ti algo? –Asentí con desgana.
-¿Tienes algo que hacer este sábado? –Tardé un par de
segundos en reaccionar.
-Muchas cosas.
-¿Cómo qué?
-Lo que sea antes que salir contigo. –Reí y él se levantó
acercándose a dónde yo estaba. Bajó su cara hasta ponerla a pocos centímetros
de la mía y agarró mi barbilla haciendo que nuestras miradas se cruzaran.
-Paso a buscarte el sábado a las 4. –Besó mi frente y se
esfumó del salón. Escuché cerrarse la puerta y como rugía el motor de la moto.
Ordené los folios del trabajo guardándolos en una carpeta. La puerta principal
volvió a sonar y escuché a mis padres hablando sobre algo de ropa, los saludé
desde el salón y ambos sonrieron devolviéndome el saludo.
-Jenn, este sábado vendrán unos amigos a comer.
-Papá, este sábado, he quedado…
-Lo siento cariño, es importante. –Resoplé y cogí el móvil
para mandarle un mensaje a Zayn, en realidad mi padre me había hecho un favor.
No me apetecía nada pasar el sábado pegada al moreno, así que en el fondo se lo
agradecí. Antes de que pudiera escribir el mensaje, el móvil vibró en mis manos
y abrí el mensaje con rapidez.
“Tendremos
que suspender lo del sábado. Asuntos… personales. Zayn.”
“Mejor.”
Dejé el teléfono en mi cuarto y salí al salón donde mis
padres hablaban de la comida del sábado. Al parecer era un viejo amigo de la
familia, pero no lograba recordar quién. Decidí intervenir en la conversación
para avisarles a mis padres de que saldría de fiesta al día siguiente. Mi madre
sonrió asintiendo, dándome su permiso. Mi padre por el contrario me miró de
arriba abajo.
-No llegues borracha.
-Nunca lo he hecho. –Él asintió y yo aplaudí emocionada.
Fiesta para coronar los primeros días del curso, ¿algo mejor que eso?
Cené con cierta rapidez y, cuando dieron las once me despedí
de mis padres y me fui a mi cuarto a dormir. Ansiaba que llegara el día
siguiente. Me puse mi pijama, deshice mi cama y, antes de dormir, revisé mi
móvil. Un WhatsApp nuevo.
“Buenas noches, preciosa”.
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