Desde que había
vuelto a Londres los días pasaban con demasiada rapidez. Ya era lunes de nuevo,
otro maldito lunes. Me estiré en la cama, revolviéndome entre las sábanas
azules de la cama de Harry, buscándolo por la habitación, pero no estaba ahí.
“Ah claro, coño, estará en clase.” Me incorporé en la cama y cogí
la camiseta de su pijama que estaba tirada a pocos metros de mí.
“Que lista, ¿has llegado a esa deducción tu sola o has necesitado un
croquis?”
“¿Por qué no vas a molestar a otra parte?” Me puse la camiseta y
agarré mi pelo en una coleta antes de salir de la habitación. Me levanté de la
cama y me dirigí a la cocina para desayunar algo, me preparé un vaso de zumo y
un par de tostadas, el aire fresco corría por toda la cocina causándome escalofríos
mientras esperaba a que se hicieran las tostadas.
“Joder, ¿de dónde sale todo este aire?”
“¿Quizá de la ventana abierta que tienes a tu espalda?” Me giré y
cerré de un golpe el cristal, volviendo a recuperar la temperatura habitual de
mi cuerpo.
“Te he dicho que te largues.” Cogí las tostadas recién hechas de la
tostadora y las empapé en mantequilla. Volví a revisar el armario secreto de
Harry en busca de algo dulce que acompañara a mis tostadas, pero lo había
cambiado de sitio y ahora sólo había patés y refrescos. Suspiré resignada y lo
cerré con la pierna mientras me iba al salón.
“Tienes que hacer algo con tu vida, no te vas
a pasar todo el día aquí.”
“¡Que me dejes!” Respiré profundo y di un sorbo de mi zumo. Odiaba
cuando mi conciencia se ponía pesada, que era la mayoría de los días, para que negarlo.
Empecé a registrar la casa de Harry, empezando por la habitación de libros y
películas que tenía; cogí un par de libros y observé las contraportadas, pero
no me llamaban realmente la atención, así que los dejé donde estaban y empecé
con las películas. Sólo un par me llamaban la atención y las dejé apartadas
para verlas por la noche con Harry.
El sonido de la
puerta me alarmó y salí de la habitación, dirigiéndome al salón para observar
quien acababa de entrar en la casa. Una chica morena dejó las llaves sobre la
mesa y dio un pequeño salto en el sitio cuando me vio ahí parada, con media sonrisa
en mi cara y la camiseta de Harry cubriendo la mayoría de mi cuerpo.
-Ho-hola.
-¿Quién eres? –La miré
y me acerqué a ella aún con la sonrisa presente en mi rostro. Por los rasgos de
su cara sabía perfectamente que era la hermana de Harry. Joder, eran idénticos.
-Soy Beca, la novia
de Harry. –La novia de Harry, que bien sonaba, maldita sea. -Y tú debes ser
Gemma, ¿no? –Ella asintió a la vez que una pequeña sonrisa se dibujaba en mitad
de su cara. –Encantada.
-Igualmente. –La
abracé efusivamente y ella rió en voz baja en mi oído provocando mi risa
también. – ¿Así que tú eres la chica que volvió loco a mi hermano? –Me encogí
de hombros y solté una carcajada. –Sí, definitivamente, Harry tiene muy buen
gusto para las chicas.
-Vaya, gracias.
-Nada, ahora, voy a
cambiarme, ahora hablamos. –Asentí y me senté en el sofá para terminar de
desayunar mientras Gemma se cambiaba. Era una chica agradable, con mucho
sentido del humor. Me caía bien. Gemma apareció por la puerta con una coleta, unos
shorts y una camiseta de manga francesa. Se sentó a mi lado en el sofá y
empezamos a hablar. Le conté que me había mudado desde España, todo lo que
había pasado con su hermano, con Niall, con mis padres y ella escuchaba
entretenida.
Al acabar, ella empezó
a contarme que sus padres se habían divorciado, pero que ahora su madre estaba
con un hombre que la hacía mucho más feliz. También me contó que, a pesar de
todo, Harry no se llevaba muy bien con
aquel hombre y que había peleas constantes. Yo escuchaba todo lo que decía y
las horas se me pasaron volando.
-Hay un tema muy
especial que deberías saber. –Sonreí asintiendo. Y ella empezó a contarme. –Es de
Harry con las chicas. Creo… no, no creo. Sé, que eres la primera de la que se enamora
tanto. Joder Beca, nunca había cogido un avión y recorrido miles de kilómetros
sólo para ver a una persona, y menos a una amiga. –Sentía como mis mejillas se
iban sonrojando por momentos. –Harry nunca ha sido chico de una sola chica, no
sé si me entiendes. –Asentí. –Pero, no sé Beca, lo veo centrado a tu lado.
Terminamos de hablar
y ella se levantó del sofá para empezar a preparar una lasaña, genial. Mi plato
favorito. La cara de Gemma apareció por la puerta del salón mientras yo
cambiaba entretenida de canal.
-Beca. –La miré y me
sonrió. –Bienvenida a la familia, cuñada. –Reí con fuerza y ella acompañó mi
risa desde la cocina.
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