jueves, 28 de febrero de 2013

MUY URGENTE.

Hola lectores!
Bueno, os cuento un poco de que va esta entrada; veréis, llevo ya 18 capítulos de la novela y, como ya habréis visto en lo que escribí aquí a la izquierda, estoy pensando en meter a los demás chicos, es decir, a Liam, Louis y Zayn. Pero no estoy segura de qué hacer y quiero que me aconsejéis sobre meterlos o dejar la novela como está hasta ahora.
Que sólo queréis que meta a uno de los chicos, por ejemplo, a Liam, pues me lo decís. 
Que queréis que meta a los tres (que sería lo mejor), pues me lo decís.
Estoy abierta a cualquier sugerencia.
Y, ¿cómo me lo decís? Pues bien, podéis hacerlo de tres maneras.
1. En mi twitter: @LittleNialler__
2. En mi ask: http://ask.fm/Lostmemories
3. En un comentario aquí debajo.
En serio, os agradecería muchísimo que me ayudarais.
MILES DE GRACIAS.
Besos. xx
PD: Si queréis decirme cualquier otra cosa sobre la novela también podéis hacerlo de esas tres maneras.

CAPÍTULO 17


Es cierto eso  que dicen de que las desgracias nunca vienen solas. A mí, me vienen a pares. Llamé un par de veces al timbre de mi casa y escuché el sonido sordo que me indicaba que la puerta estaba abierta. Cuando llegué a mi piso mi hermana ya había abierto la puerta. Así que entré, dejando a mi hermana mirándome en el salón y me fui directa a mi habitación. Me tiré sobre la cama y rompí a llorar como nunca lo había hecho.
-Beca. –Miré la puerta y mi hermana estaba ahí parada. –Mañana le digo a la abuela que no te moleste y no vas a clase. Lo mereces.
-Gracias Vicky. –Cerró la puerta con suavidad y yo desarmé la cama y me metí en ella. Harry era el único que aparecía en mi cabeza, el poco tiempo que habíamos pasado juntos había sido suficiente. Cerré los ojos dejando que mi mente diera vueltas ella sola y, un par de horas después, estaba inmersa en un profundo sueño.
La canción de Maroon 5 me despertó y tanteé mi mesita en busca de mi móvil. Ni si quiera había visto la hora que era, ni el número que llamaba, simplemente, cuando lo encontré descolgué y suspiré en el auricular.
-¿Quién es?
-Beca…
-Hola Kara. ¿Pasa algo?
-Sólo estábamos preocupadas por ti. Hoy Harry se ha sentado en la mesa de al lado de la tuya y nos ha preguntado por ti. Por cierto, traía una cara horrible, con unas ojeras increíbles.
-Tranquilas, estoy bien. Hoy no me encontraba bien.
-¿Beca? Soy Julie. ¿Está todo bien con el ricitos?
-Sí, supongo. Ayer nos dimos un tiempo, para aclarar ideas. –Escuché a Julie resoplar al otro lado de la línea y yo me incorporé en la cama. –Julie, no me apetece hablar del tema. ¿Vale?
-Está bien, lo entiendo. Si necesitas algo mándanos un mensaje.
-Gracias. Os quiero.
-Te queremos. –Colgué el teléfono, que acto seguido empezó a sonar de nuevo. Era un mensaje. De Harry. Sentí de nuevo las ganas de llorar que había sentido anoche pero lo abrí.
                “¿Estás bien? Siento lo de anoche, de verdad. Te quiero”
                “¿Ves por lo que dije que no me gustaban las promesas? Los que prometen nunca las cumplen y tú no ibas a ser una excepción.”
                “Que lo hayamos dejado no quiere decir que no te vaya a querer siempre.”
Me dejé caer en la cama y suspiré dejando el mensaje sin contestar. No quería hablar más del tema. Miré el reloj. Las doce y media. Al cabo de unos diez minutos decidí levantarme y empezar a preparar la comida. Haría algo sencillo, quizá algo de pasta. Macarrones, la comida preferida de mi hermana. Empecé a prepararlos y, cuando ya estaban casi listos, el timbre retumbó por todo el apartamento. Corrí a abrir y sonreí cuando vi a mi primo ahí parado.
-¡Will! Por fin. –Le abracé con fuerza. Disfrutando del olor de su perfume. Él me rodeo la cintura con suavidad y me besó la mejilla.
-Ya me ha contado todo Vicky esta mañana.
-Maldita cotilla. –Ambos reímos y Will entró en casa. –Espera, que quito los macarrones del fuego. –Corrí a la cocina, apagué el fuego y me reuní con mi primo de nuevo en el salón.
-¿Cómo estás, prima?
-No sé Will, ¿nunca has conocido a una persona y se ha convertido en alguien muy importante en poco tiempo? –Él asintió. –Bien, pues eso es lo que me ha pasado a mí. –Me estiré en el sofá y me tumbé sobre mi primo que acariciaba con delicadeza mi pelo.
-No te preocupes, Beca, todo se va a arreglar. Hoy voy a recoger a Vicky para poder ver al tal Harry.
-No la líes Will. –Él soltó una carcajada y se levantó del sofá.
-Y pon otro plato más, que como con vosotras. –Me besó la frente y se acercó a la puerta. –En un rato estamos aquí. –Asentí y escuché como se cerraba la puerta. Preparé la mesa y me senté a ver el telediario, ni si quiera prestaba atención a lo que decía la televisión, sólo mantenía la vista fija en ella. Mi mente hacía rato que se había ido lejos, muy lejos. 

miércoles, 27 de febrero de 2013

CAPÍTULO 16


Necesitaba correr detrás de él. Decirle que era mentira, que estaba loca por él desde que vi sus ojos azules, pero no podía. Ahora estaba con Harry, él me hacía feliz, me complementaba. No necesitaba a nadie más. Suspiré. Ya no podía seguir concentrándome en el estudio. Así que recogí mi cuarto y me salí al balcón a leer. En los bloques vecinos se iban encendiendo cada vez más luces y la temperatura iba bajando por momentos.
Sentí como alguien me ponía una manta por encima y, acto seguido, mi hermana se sentaba a mi lado en nuestro pequeño balancín. No dije palabra, pero ella lo entendía todo. Así que lo único que hizo fue abrazarme con fuerza. Eso era justo lo que necesitaba. Una canción de Maroon 5 me sobresaltó y saqué el móvil de mi sudadera.
-¿Estás ocupada, pequeña? –Escuché su dulce voz al otro lado del auricular e instantáneamente sonreí.
-No, estaba con mi hermana.  ¿Pasa algo?
-Sólo quería saber si podíamos hablar. En persona me refiero. –Esto me olía muy mal. Suspiré resignada y me levanté del balancín.
-¿Dónde quedamos?
-En la puerta del instituto. Yo ya estoy aquí. –Asentí y colgué el teléfono. Miré a mi hermana y negué con la cabeza. Me arreglé el pelo como pude y salí de mi casa con cierta rapidez.
En menos de cinco minutos estaba en la esquina de mi colegio. Su figura estaba débilmente iluminada por una farola, estaba apoyado sobre las rejas de la puerta y tenía la mirada fija en el suelo. Suspiré y aceleré el paso. Cuando escuchó mis pisadas levantó la vista y me sonrió.
-¿Qué tenías que decirme? –Estaba nerviosa, demasiado, y era perceptible por mi alterada respiración. No podía mantener la mirada fija en él. Esa llamada, esas ganas de hablar en persona en mitad de la noche. Mi sexto sentido decía que todo iba mal. Y yo lo único que quería hacer era llorar.
-Beca, yo… -Fue en ese momento en el que le vi dudar en el que supe que tenía que contarle todo lo que había pasado con Niall desde el principio.
-Espera Harry. Antes tengo que decirte yo una cosa. –Y las palabras empezaron a salir a trompicones de mi boca. Se mezclaban entre algunos suspiros, pero le conté todo. Desde la electricidad que me provocaba con un simple roce, hasta  la conversación que habíamos tenido hacía un par de horas. Cuando acabé me atreví a mirarle a la cara, mientras él me miraba serio. Su boca se cerraba en una perfecta línea recta. Bajé de nuevo la vista hasta mis converse y resoplé. Él me levantó la cara y suspiró.
-Beca, hoy ha venido una amiga de mi hermano. No sé cómo ha pasado, pero… hemos estado hablando, haciendo bromas y al final la he besado.  No sé porqué lo he hecho, pero tenía la necesidad de hacerlo. ¿Qué te parece si nos damos un tiempo para…?
-Para aclarar ideas. –Él asintió y yo respiré hondo, parpadeando un par de veces para evitar derramar lágrimas.
-Te quiero, Beca.
-Te quiero, Harry. –Besé su mejilla y me fui por el mismo camino que había recorrido hacía un par de minutos, dejando que todas las lágrimas acumuladas se derramaran por mis mejillas.

domingo, 24 de febrero de 2013

CAPÍTULO 15


Me levanté de la silla y me dirigí al salón dejando a mi hermana en mi cuarto. Suspiré cuando la escuché reír y cerró la puerta. Abrí la puerta del salón y lo vi sujetando una foto de mi hermana y mía de hacía un par de años.
-¿Qué haces aquí?
-Se saluda con un hola. –Le miré de arriba abajo y me crucé de brazos.
-Repito, ¿qué haces aquí, Niall? –Él dio un par de pasos hacia donde yo estaba y yo le lancé una mirada asesina que hizo que se parara en el acto.
-Vale, quería pedirte perdón. Y como en clase estás sobreprotegida por tu novio, pensé qué venir a tu casa era la mejor opción. –Se acercó un poco más y me acarició el brazo con delicadeza. Oh mierda, la electricidad había vuelto.
-Pues pensaste mal. –Suspiró bajando la mirada hasta sus supras. Aunque acto seguido volvió a fijar sus ojos azules en los míos. Sonrió y supe enseguida porque, el color de mis mejillas se estaba volviendo rojo. –Vale, Niall. Te perdono. Ahora déjame estudiar tranquila.
-Ni si quiera sabes porque he venido a pedirte perdón.
-Es verdad, ya la has cagado tantas veces que he perdido la cuenta.
-Tú también has metido la pata un par de veces. –Lo miré sorprendida y negué con la cabeza mientras me acercaba al sofá y me acomodaba en él. Niall me siguió y se sentó a pocos metros de mí. –Está bien Beca, yo quería disculparme por haberte llamado sosa, aburrida y empollona. No eres nada de eso. Siento haberte besado la otra noche, aunque no me arrepiento de haberlo hecho.
-Niall, no importa. Todo solucionado. –Extendí la mano en señal de tregua entre nosotros, pero él me estrechó entre sus brazos. Malditas mariposas y sus ganas de salir al exterior en los momentos más inoportunos. Al cabo de unos segundos me soltó y volvió a mirarme fijamente a los ojos. Su sonrisa se había borrado, y había sido sustituida por una mueca de tristeza. -¿Estás bien?
-No. Si hay algo que nunca me perdonaré es haberte hecho llorar, y no haber salido corriendo detrás de ti antes que Harry aquella mañana. –Me quedé pensando por un instante. ¿Qué habría pasado si hubiera sido él quien me hubiera encontrado en el baño? Resoplé.
-Eh, si hubieras hecho eso ahora Harry y yo no estaríamos juntos. –Él me miró cabreado y se recostó sobre el sofá. -¿He dicho algo malo?
-¿¡En serio te crees que quería que Harry y tú acabarais juntos?! Oh sí, que alegría.
-¡Oh claro! Y a mí me encanta ver cómo te comes la boca con la rubita esa. ¡Me encanta sabes, Niall! –Me levanté del sofá cabreada y me puse a mirar por la ventana.
-¿Por qué te jode tanto que esté con ella?
-Supongo que por la misma razón que a ti te jode que Harry esté conmigo.
-No, no creo que tú estés loca por mí tanto como yo por ti. –Me di la vuelta casi en el acto y él me miraba respirando con rapidez. Nos quedamos así durante un par de minutos. Mirándonos fijamente, sin saber qué hacer. Le odiaba. Le odiaba tanto por hacer que me enamorara de él desde nuestra primera pelea. Y le odiaba aún más por decirme tan tarde que él estaba loco por mí.
-No. No estoy loca por ti. –Mentirosa. Mentirosa y mentirosa. –Ahora… ¿te puedes ir? Tengo cosas importantes que hacer. –Él sólo me miró con tristeza y salió del edificio. 

CAPÍTULO 14


Salí del edificio de Harry con una sonrisa en la cara. Era increíble lo que había hecho por mí en tan poco tiempo. No había casi nadie en la calle, sólo un par de chicas que salían de alguna discoteca.
Cuando llegué a mi piso mi hermana estaba tumbada con el ordenador hablando con alguien por Skype. La saludé y ella me correspondió. Me fui a mi cuarto a cambiarme de ropa. Me puse un pijama de verano que tenía y encima una chaqueta deportiva.  Escuché las risas de mi hermana y de repente una voz que se me hizo demasiado conocida. Corrí al salón para asomarme a la ventana del Skype y vi la sonrisa de mi primo ahí delante. Reí y le saludé con la mano mientras me acomodaba al lado de mi hermana. Estuvimos hablando una hora de temas de la universidad de Will, hasta que él sacó el tema de Harry. Sonreí, mi hermana ya se había ido de la lengua.
-Ya me ha contado la enana que estás con un chico. Tendré que ir pronto a conocerle.
-Cuando quieras, sabes que la puerta siempre está abierta para ti. –Mi primo reía y mi hermana se tumbó en el sofá apoyando la cabeza en mis piernas mientras yo le acariciaba el pelo.
-¿Y con Niall al final… qué ha pasado? –Bajé la cabeza. No quería hablar más del tema de Niall. Era horrible tener que recordar sus malditas palabras. Miré la pantalla fingiendo una sonrisa y me encogí de hombros.
-No ha cambiado nada desde que te fuiste. –Él rebuscó los bolsillos de la chaqueta que tenía colgada en el respaldo de su silla y sacó su BlackBerry.
-Una pena. En la cafetería se notó mucha complicidad entre vosotros. Y no sé, esa manera en la que os mirabais…
- Ya, Will. Pero no ha cambiado nada. Él tiene novia. Y yo tengo novio.
-Vale prima, no te pongas agresiva. –Los dos reímos y mi hermana se revolvió en el sofá. Se había quedado dormida. Miré el reloj del portátil que marcaba las once de la noche. Yo también tendría que irme a dormir ya.
-Will, me tengo que ir. Ven pronto, ¿vale? –Él asintió y se despidió con un beso. Cerré el portátil y cargué con mi hermana hasta su habitación. La metí en la cama y le di un beso en la frente. Deshice mi cama y me metí en ella. Había sido un día duro, pero de los mejores. Me dormí pensando en Harry y en la recreación de París que había hecho. Pero, sin saber porqué, esa noche soñé con Niall.
Ese maldito despertador. Estrellé mi muñeca contra el reloj y farfullé de dolor. Me levanté apenas unos segundos después. Me lavé los dientes y me puse una camiseta con la bandera de USA, encima una chaqueta de cuero y unos pantalones largos con unas botas. Preparé la mochila con los libros de las asignaturas, metí mi móvil en el bolsillo de la cazadora y salí de casa mientras me bebía un zumo.
En la puerta del colegio me encontré con Kara y su madre. Me acerqué a ella que me recibió con un abrazo. Me recordaba tantísimo a Laura, era igual de cariñosa que ella. Le devolví el abrazo y entramos juntas en clase. Julie ya estaba sentada sobre el radiador y nos saludó con una sonrisa cuando nos vio entrar en clase. Los alumnos iban entrando mientras nosotras hablábamos de las clases de ayer.
Julie les había dicho a todos los profesores que me encontraba mal y me tuve que ir a casa. Y Kara ayer faltó por que tuvo que ir a su pueblo a visitar a su nueva prima. Julie y yo sonreímos cuando nos enseñó fotos en el móvil. Sentía cierta debilidad por los bebés, así que aquellas fotos me encantaron. Seguimos hablando de temas sin importancia hasta que el profesor entró en clase. Cada una ocupamos nuestros asientos y, mientras el profesor iba pasando lista, mi mirada se desvió hacia el sitio que debía ocupar Harry. No estaba ahí. Tampoco habían venido ni Josh, ni Tom. Pero sí tuve que aguantar los arrumacos de Niall y Rachel. Las primeras tres horas se me pasaron volando. La verdad es que eran asignaturas sencillas, después del recreo tendríamos las más fuertes.
Salimos al pabellón cubierto del patio ya que el cielo se había cubierto en apenas unos minutos y nos sentamos para tomar el desayuno.
-Así que la señorita está con Harry. –Kara sonreía mientras daba un mordisco a su bocadillo. Julie me miraba divertida y yo asentí partiendo un trozo de mi donuts.
-Te has llevado al chico malo de clase, en un par de días. Muchas te tendrán envidia. –Las tres reímos con fuerza ante el apunte de Julie.
-Tampoco es para tanto. Es un chico normal. –Me encogí de hombros ante la mirada de mis amigas que abrieron los ojos de par en par.
-¿Normal? Estás de broma ¿no? –Negué con la cabeza. –Todas y cada una de las chicas de este instituto están loquitas por él. Hasta Kara. –Kara le dio un puñetazo en el hombro a Julie y bajó la cabeza avergonzada.
-Bueno, ¿y quién no se enamoraría de esos rizos? –Abracé a Kara que sonreía. –Pero, tranqui Beca, me alegro mucho por vosotros.
El timbre nos avisó de que debíamos volver a clase y así lo hicimos, cuando llegamos vi el abrigo de Harry colocado en la mesa que había junto a la mía y sonreí cuando lo vi entrar en clase y sentarse a mi lado.
-¿Dónde te habías metido?
-Tenía que arreglar unos asuntos. –Asentí y le revolví el pelo mientras me reía. Me sentía observada por sus amigos. Era bastante incómodo que tres tíos hormonados mantuvieran la vista fija en ti.
-Tus amigos me intimidan. –Dije en un pequeño susurro al que él contestó con una escandalosa risa.
-Tranquila, no muerden. –Se acercó aún más a mi oído. –Pero puede que yo sí. –Entonces reímos los dos. Convirtiéndonos en el centro de atención.
Las tres siguientes horas fueron realmente mortales. Primero historia, dónde la profesora nos puso un examen para la semana siguiente. Genial, acabamos de empezar y ya nos ponen exámenes. Luego francés, que estuvimos haciendo audiciones, y por último lengua española, la única asignatura en la que seguro que sacaría un diez. Cuando sonó el timbre me alegré tanto de poder volver a casa.
-¿Esta tarde nos vemos?
-Tengo que estudiar Harry, y tú también. –Él me sacó la lengua y empezó a andar a mi lado hasta donde estaba mi hermana esperándome.
-Hola Beca, hola Harry.
-Hola Vicky. –Harry le sonrió y me abrazó. –Beca, me voy con estos ¿vale? Te llamo esta noche.
-Adiós feo. –Harry se fue con Tom y Niall que le esperaban en el otro lado de la acera y yo empecé a andar con mi hermana hacia nuestro bloque.
                “Pequeñas, os hemos dejado la comida en el horno, hemos ido a por Will a la estación, que se queda con nosotros un par de semanas”. La bonita letra de mi abuela ocupaba la mesita de la entrada y yo sonreí al pensar que mi primo estaría con nosotras para el cumpleaños de mamá.
Saqué dos bandejas de canelones y las puse sobre dos platos. Y me fui al salón a comer con mi hermana. Me quedé mirando la tele pensando en todo lo que debía hacer esa tarde. Y suspiré, tenía deberes atrasados de ayer y debería empezar a estudiar historia.
-¿Qué tal hoy en clase?
-Tengo ya un examen y acabamos de empezar. ¿Y tú? –Mi hermana se echó sobre el sofá y resopló.
-Poca cosa. Hemos estado hablando de tu clase. Es que en mi clase está la hermana de Josh, y me ha contado que ayer Niall y su novia operada pelearon. –Yo reí mientras recogía los platos y los llevaba a la cocina.
-No creas mucho los rumores hermanita. –Ella se encogió de hombros y se puso a ver MTV. –No lo pongas muy fuerte, tengo que estudiar. –Escuché una afirmación por su parte y me fui a mi cuarto. Abrí el libro de historia por el primer tema y suspiré. La primera revolución industrial. Recuerdo haber estudiado eso en España, y que el examen no me fue muy bien. Resoplé con fuerza y empecé a estudiar. Pasaron un par de horas cuando mi hermana llamó a mi puerta con una sonrisa.
-Tienes… tienes una sorpresa en el salón.

sábado, 23 de febrero de 2013

CAPÍTULO 13


Me di la vuelta y mi hermana estaba detrás de mí. Había leído los mensajes y sonreía. Yo me reí en voz baja y la abracé con fuerza. Podíamos pelear mil veces, pero ningunas hermanas se querrían tanto como nosotras.
-Cenarás sola, ¿te molesta?
-Para nada, vete y disfruta. –Sonreí y ella se tumbó en el sofá de un salto.
Empecé a arreglarme, me puse una camisa y me dejé el pelo suelto, un poco de rímel y algo de colonia y estaba lista. Le di un beso a mi hermana en la mejilla, cogí el móvil y me bajé a mi portal a esperarle. Lo vi aparecer por la esquina de mi calle y fui andando hacia él. Me abrazó con fuerza y yo sonreí.
-¿Y bien? –Él sonrió y puso su dedo índice sobre mis labios. Me callé y sonreí.
-Es una sorpresa, ¿recuerdas? –Asentí. Me agarró la mano y empezamos a andar hacia su bloque.
Íbamos en completo silencio, pero ambos llevábamos dibujada una inmensa sonrisa. Cuando llegamos a la puerta de su edificio se paró enfrente de mí. Lo miré interesada mientras sacaba un pañuelo de su bolsillo trasero.
-Tranquila, yo te ayudo a subir las escaleras. –Me colocó el pañuelo en los ojos y mi vista se volvió negra en un segundo. Escuchaba la respiración de Harry en mi cuello y le agarré la mano con fuerza. Un segundo después pude sentir los brazos de Harry rodeando mi cintura y como mis pies dejaron de tocar el suelo.
-¿Harry?
-Sh. Tranquila. –Besó suavemente mis labios y empezó a subir escaleras. Al cabo de unos diez minutos volví a tocar el suelo. Sabía que habíamos entrado en el edificio del piso de Harry, pero seguía escuchando el ruido de las motos y los coches.
-¿Harry? ¿Dónde estás?
-Estoy aquí, cállate ya. –Él rió y yo resoplé con fuerza. –Vale, ya está todo. –Fui a quitarme la venda pero él puso sus manos sobre las mías.
-¿Pero no está ya?
-Sí, tú, mucha paciencia no tienes ¿no? –Reí con fuerza y apreté la mano de Harry. –Vale, ya está. ¿Lista? –Asentí.
Harry retiró con cuidado la venda de mis ojos, dejándome ver la ciudad de París ante mis ojos, con el pequeño detalle que podía ver el maravilloso Big Ben detrás de la Torre Eiffel. Me giré hacia Harry y le abracé.
-No tengo dinero para llevarte a París, pero sí que podía traerte París. Sólo para nosotros. –Una lágrima se deslizó por mi mejilla y él me besó la frente. -¿Cenamos? –Nos sentamos en una pequeña mesa que había preparado, con vistas a nuestra Torre Eiffel. La comida estaba realmente buena.
-Harry, gracias por esto. Ha sido un detalle. –Él negaba divertido, se levantó, me agarró la mano y me levantó. Nos quedamos viendo la Torre Eiffel y el Big Ben de fondo. Mis dos ciudades favoritas juntas. Sonreí. Él me agarró de la cintura y se acercó a mi oído provocándome un escalofrío.
-Cuando te vi sentada en el parque supe que tenía que acercarme a ti. Y en clase esa misma mañana, hablando con Kara, tu sonrisa me provocó una sonrisa a mí. Es como que desde el primer momento supe que terminaríamos así. Cuando te vi llorar en el London Eye… -Me di la vuelta para mirarle a los ojos y sonreí. –Tuve la necesidad de abrazarte, como de protegerte. No podía estar más tiempo separado de ti. –No pude más. Coloqué mi mano en su nuca y le acerqué hasta que nuestros labios se rozaron. Sentía su aliento, y el roce de su nariz contra la mía.
-Te quiero, Harry.
-Te quiero, Beca. –Y juntó sus labios con los míos, mientras el sol se ponía en nuestra particular París.

viernes, 22 de febrero de 2013

CAPÍTULO 12.


Mi mirada se nublaba cada vez más a causa de las lágrimas acumuladas y mi mente se esfumó a la noche del 15 de enero de 2009.
“-¡Mamá, que me da exactamente igual lo que digas, que mañana me pienso ir de fiesta con Noe! –Mis gritos se escuchaban por todo el coche mientras mi madre suspiraba con fuerza en el asiento del conductor. -¡Llevamos meses planeando su cumpleaños, y no me pienso quedar sin ir!
-¡Quizá si hubieras aprobado el maldito examen de matemáticas mañana saldrías! ¡Pero no, todo el día pendiente del jodido niñato ese!
-¡Se llama Lucas! ¡Lucas! No es tan difícil de decir mamá. –Cada una subía más la voz que la otra. No hacíamos más que discutir. La lluvia se estrellaba con fuerza sobre el coche y el tráfico cada vez se hacía más denso.
-¡Como si se llama Pepito! ¡Ese niño no es buena influencia! ¿Te enteras? No quiero que lo veas más.
-¿Y tú me lo vas a prohibir? Ni en sueños.
-Sí, yo te lo pienso prohibir. ¡Estás castigada durante seis meses! A ver si así se te quita la tontería.
-¡Te odio, mamá!  ¡Ojalá no fueras mi madre!–Mi madre giró hacia la salida que conducía a nuestra urbanización.
Unas luces nos cegaron a las dos. Y, después de eso, lo que recuerdo es que mi cabeza tocaba el techo del coche. Sentía un líquido que caía sobre mis mejillas, pero sabía perfectamente que lágrimas no eran.
-¿Mamá? –Ella asintió con debilidad desde su asiento. -¿Mamá, que ha pasado?
-Cariño, tranquila… -Respiró hondo y siguió hablando. –Sólo ha sido un pequeño choque. En unos minutos estaremos en casa con Vicky y tu padre. –Agarró con fuerza mi mano y vi un pequeño destello de una sonrisa en su cara.
Las luces de una ambulancia me permitieron ver la posición del coche y como había unas pequeñas llamas sobre el capó. Habíamos dado una vuelta entera. Cerré los ojos con fuerza esperando que pasara aquella pesadilla. Quería estar en casa, abrazar a mi hermana y no en ese amasijo de hierros. Unas fuertes manos me agarraron y me sacaron del coche. Me sentaron en una camilla y empezaron a hacerme pruebas.
Pude comprobar que el líquido que bajaba sobre mis mejillas era sangre. Tenía una pequeña brecha en la frente y poco más. El enfermero intentaba tranquilizarme y lo estaba consiguiendo hasta que una fuerte explosión resonó a nuestras espaldas.
Me levanté corriendo de la camilla y me coloqué delante del coche, ahora en llamas, de mi madre. Mi madre. La buscaba con la mirada por todos lados, pero no estaba. No la habían podido sacar de ahí.
-Lo siento. Tu madre estaba completamente atrapada, y cuando hemos empezado a proceder para sacarla, el fuego ha entrado en el depósito de la gasolina y… Lo siento. –Ahora sí que pude sentir las lágrimas en mis mejillas. Mi madre había muerto. Y mis últimas palabras habían sido un maldito ‘te odio’ y un ‘ojalá no fueras mi madre’. Sollocé con más fuerza y me senté en el suelo a esperar a mi padre. “
Quizá Vicky si tuviera razón, quizá debería haber sido yo quien hubiera muerto quemada y no mi madre. Me sequé las lágrimas que se encontraban alojadas en mis mejillas y me levanté del sofá para ir a hablar con mi hermana.
Llamé un par de veces a su puerta, pero no contestó nadie. Así que abrí la puerta y la encontré llorando con una foto de mi madre.
-Vicky. Perdona por lo de antes, no eres una niñata, ni una sabelotodo.
-Y yo no quise decir eso. No quiero que te mueras. –Me hizo un hueco en su cama y me senté a su lado. –Cuéntame algo sobre ella.
-Ya lo sabes todo.
-Pues algo que ya sepa. –Me quedé mirando la foto y sonreí.
-Cuando era navidad, mamá siempre obligaba a papá a vestirse de Papá Noel, y una vez entraste al cuarto cuando papá todavía no se había vestido del todo y fuiste corriendo a mamá y le dijiste: “le voy a decir a papá que le engañas con Papá Noel”. Y ella empezó a reírse como una loca. –Mi hermana sonreía recordando aquella navidad. –Y el día de la cabalgata de Reyes, ella te ponía caramelos en la capucha y te decía: “¡Anda! Pero mira todo lo que tienes aquí”, y tú te los metías todos en el bolsillo.
-Más.
-Pues… El último verano que pasamos con ella fuimos a una playa de aquí de Inglaterra, y tú conociste a una chica muy antipática, que siempre te echaba agua y te destrozaba tus castillos. Y se lo dijiste a mamá, y ella de broma te dijo que le pusieras un cangrejo en el pelo. Y al día siguiente lo hiciste. –Mi hermana y yo estallamos en una carcajada.
-La echo de menos, Beca.
-Yo también Vicky, yo también. –Ambas volvimos a centrar la mirada en la foto de mi madre y sonreímos. Sabíamos que estuviera donde estuviera, estaría muy orgullosa de nosotras.
Escuché el tono de mensajes mi móvil en el salón y fui a por él. Era Harry. Sonreí.
                “Sabes, ya te lo he dicho antes, pero quería recordarte que por tu culpa sonrío como un imbécil, pero un imbécil enamorado. Tengo una sorpresa para ti. ¿En veinte minutos en tu portal? Te quiero.”
                “No llegues tarde. Te quiero”

CAPÍTULO 11.


Nos pasamos el resto de la mañana acomodados en el sofá contándonos cosas sin importancia, viendo un par de programas de cocina que echaban hasta que finalmente dejamos puesto un canal de documentales sobre diferentes países. Estaban echando un documental sobre Francia, y justamente estaba saliendo la ciudad de París. Fijé la mirada en la televisión mientras el narrador daba datos sobre la creación de la ciudad, su fundador, los distintos reyes del país…
-¿Sabes? Fui a París de pequeña y me enam… -El ronquido de Harry me hizo volver la mirada hacia él. Se había hecho un pequeño ovillo y se había quedado dormido en un pequeño hueco del sillón. Sonreí y bajé el volumen de la televisión para no molestarle. Parecía un niño pequeño cuando dormía. Volví a centrar toda mi atención en la pantalla. La ciudad de París siempre me había gustado y, cuando mis padres me dijeron que íbamos a ir me pasé casi dos horas dándoles las gracias. Me acuerdo que primero fuimos a Disneyland y recuerdo a mi padre disfrutando más que yo de las atracciones y de los personajes. Luego, cuando llegamos a París, mi madre nos contó todas las historias posibles sobre la ciudad, a ella se las había contado su padre, y a él mi bisabuelo. Vicky tenía apenas un año y no pudo venir con nosotros pero, cuando mi madre murió, le prometí llevarla en cuanto reuniera algo de dinero. Y le contaría todas, todas las historias que mi madre  nos contó sobre París. El documental duró apenas media hora más y empezó uno sobre España. La sonrisa se apoderó de mi cara cuando empezaron a sonar unas sevillanas de fondo.
Madrid, Barcelona y Valencia fueron las primeras ciudades en aparecer. Y luego Andalucía, mi tierra. Las lágrimas empezaron a brotar y yo parpadeé un par de veces intentando no llorar. Una a una fueron apareciendo las ocho provincias, Almería, Málaga, Sevilla, Jaén… Hasta llegar a Granada. La Alhambra fue lo primero en aparecer, y de fondo Sierra Nevada. Recordé los fines de semana esquiando con mis amigas, con mi padre, con mis tíos… con él. Sacudí la cabeza intentando que todos esos pensamientos salieran rápidamente de mi mente.
-España. –El español con acento británico de Harry me sorprendió y di un salto en el sofá. Reímos y me acomodé en el sofá, para que el pudiera ver también el programa.
-Mira, esa es mi ciudad. –Él asentía divertido.
-¿Muchos momentos vividos en esa sierra? –Señaló las nevadas montañas de Sierra Nevada y asentí con tristeza.
-Demasiados. Y no muy buenos.
-Eh, tranquila. Ahora eres mi niña. –Me sonrojé y me abrazó con fuerza. –Y para siempre pequeña, lo prometo.
-No prometas.
-¿Qué?
-Lo siento, es que… bueno, malas experiencias con promesas. Nunca cumplen lo que dicen.
-Pues eso conmigo se ha acabado. –Me besó con dulzura la mejilla y sonreí. –Por cierto, ¿qué pasó cuando fuiste a París de pequeña? –Lo miré asombrada y reí.
-¿Me has escuchado?
-Sí, estaba haciéndome el dormido. –Le pegué un suave puñetazo en el hombro y rió.
-Idiota.
-Sí, pero desde hace unas horas, tu idiota. –Lo miré y le abracé mientras juntaba sus labios con los míos.
Él me correspondió el beso, agarrándome por la cintura mientras me acercaba más a él. El sonido del reloj de la entrada me asustó y di un salto en el sofá. Harry simplemente rió y se levantó del sofá.
-Harry, me voy a ir ya. Que tengo que comer con mis abuelos y mi hermana.
-Te veo mañana. –Me besó de nuevo dulcemente en los labios y salí del apartamento. Había dejado de llover hacía un par de horas. Así que fui andando con tranquilidad hacia mi casa. Los estudiantes iban saliendo de sus clases. Escuché las risas de un par de chicas y los gritos de unos niños en la acera de enfrente. Sonreí, aquello sí que me recordaba a España.
Llegué a mi piso antes que mi hermana, así que empecé a poner la mesa con mis abuelos. Mi abuela hablaba de un programa poco interesante que había visto esa mañana y mi abuelo leía tranquilamente el periódico. Escuché la puerta del piso así que me acerqué para saludar a mi hermana. Ella dejó mi mochila junto a la suya en la puerta y me miró sonriendo. Las dos sabíamos que significaba esa sonrisa. Reí en voz baja y me acerqué a ella abrazándola.
Empezamos a comer en silencio. La verdad es que la relación con nuestros abuelos se había enfriado muchísimo desde que se murió mi madre, aunque las cosas se arreglaron con mi abuela, mi abuelo seguía estando bastante distante. Finalmente mi abuela rompió el hielo.
-Chicas, contadnos, ¿qué tal las clases? ¿Os gusta el colegio?
-Sí, es genial, y la gente es muy simpática.
-Y las clases pues bien, tranquilas. –Mi hermana me miró aguantando la risa y yo le di una patada por debajo de la mesa.
-Me alegro de que os guste. Por cierto, vuestro padre ha llamado esta mañana. –Levanté la vista del plato para centrarla en mi abuela. –Dice que estará aquí para el cumpleaños de vuestra madre. –Miré el calendario que había sobre la televisión. Sonreí, eso significaba que en una semana mi padre estaría con nosotras. Mi hermana empezó a aplaudir por la emoción y yo la acompañé. Mi abuela reía divertida mientras empezaba a recoger la mesa.
Cuando el reloj marcó las 3 menos cuarto habíamos terminado de recoger la cocina y de limpiar los platos. Nos despedimos de nuestros abuelos y nos sentamos en el salón para ver la tele. Mi hermana apoyó la cabeza en mis rodillas y me miró interrogante, esperando una explicación a lo que había pasado esa mañana. Yo negué divertida y respiré hondo. Le conté todo lo que había pasado con Niall y su novia, y como me había saltado las clases con Harry, ella sólo asentía.
-Entonces, ¿es Harry?
-Sí.
-¿Y Niall?
-Con Rachel. –Ella suspiró y se levantó, sentándose como un indio en el sofá.
-No quiero que Harry te haga daño.
-No me lo va a hacer. Él no es como tú te piensas. –Mi hermana empezaba a cabrearme. Suspiré cruzándome de brazos y la miré de reojo.
-Yo sólo te digo lo que dicen las de mi clase.
-¿Y te crees que les voy a hacer caso a tres niñatas? –El tono de mi voz ahora era más fuerte que cuando empezamos la conversación, mi hermana centró la mirada en mí, aguantando la respiración, ella estaba tan enfadada como yo.
-No soy una niñata, eso lo primero, y lo segundo lo digo por tu bien. –Ella también alzó su voz, pero no al mismo tono que yo.
-Claro que eres una niñata, cuando aprendas de la vida vienes a darme consejos, joder. Que te crees que lo sabes todo.
-¿Sabes que te digo? Qué ojalá esa noche te hubieras muerto tú y no mamá. –Sus gritos resonaron por la pequeña habitación y se clavaron con demasiada fuerza en mi pecho. Las lágrimas en los ojos de mi hermana se hicieron presentes y salió corriendo hacia su habitación. Mientras yo estaba ahí parada mirando el lugar que hacía apenas unos segundos había ocupado mi hermana. Y de repente el pequeño recuerdo de aquella noche me vino a la memoria, justo cuando una lágrima se deslizó con delicadeza por mi mejilla.

sábado, 16 de febrero de 2013

CAPÍTULO 10

Cerré con fuerza la puerta del baño y me miré en el espejo. Definitivamente ese chico había entrado en mi vida demasiado fuerte. Escuché a alguien acercarse y me metí en uno de los baños que había intentando evitar que me vieran. Escuché una respiración al otro lado de la puerta y a alguien toser con fuerza. Me habían pillado.
-Sé que estás ahí. –Su voz ronca me dejó en estado de shock. Abrí la puerta y vi sus ojos verdes fijos en mí. Me sequé como pude las lágrimas y me acerqué al lavabo para refrescarme un poco. Él seguía ahí parado analizando cada uno de los movimientos que hacía. –Larguémonos.
-¿Qué?
-Eso, vámonos, hoy no damos clases, nos vamos a desayunar y al cine, o a donde sea. Pero lejos del rubito imbécil y... –Antes de que acabara la frase le agarré de la mano y salí con él corriendo por los pasillos del instituto. Le mandé un mensaje a Julie, para que le diera mi mochila a mi hermana y salimos de aquel recinto.
Las calles estaban ocupadas por ejecutivos con prisas y abrigados hasta arriba, pero sólo a Harry se le ocurriría ir con una camiseta de manga corta. Entramos en la primera cafetería que vimos y empezamos a hablar. Harry consiguió hacerme olvidar la noche anterior con Niall. Después del desayuno empezamos a andar buscando un lugar cubierto. El cuerpo de Harry empezaba a temblar por el frío que hacía y yo cada vez estaba más preocupada.
-Sólo a ti se te ocurre ir en manga corta en plena tormenta.
-Tranquila. Estoy bien. Vamos a mi casa y vemos allí la película. –Asentí y echamos a correr cuando un trueno resonó en el horizonte.
En unos quince minutos estábamos los dos empapados sentándonos en su sofá. La casa de Harry era como tres pisos míos. Era realmente grande, y perfectamente decorado. Las fotos con sus hermanos y sus padres ocupaban cada mínimo espacio posible. Tenían una pequeña habitación llena de libros, CDs y películas. Yo me quedé ahí parada mirando cada título, cada artista… sonreí. Aquella habitación era un verdadero paraíso.
-¿Quieres comer algo? –Escuché la voz de Harry al otro lado del pasillo y negué en voz alta. Me fui al salón y me senté de un salto sobre las rodillas de Harry. Me sentía tan agusto a su lado, como no me había sentido en mucho tiempo.
-Tienes una casa preciosa. Y es enorme. –Él rió y pasó un brazo por su cintura acomodándome aún más en su regazo.
-Bueno, ¿qué quieres hacer? –centré mi vista en una consola que asomaba detrás del televisor y miré a Harry sonriendo. Me entendió casi en el acto y se levantó para conectarla. –Sólo tengo juegos de guerra.
Me acerqué a la estantería para ver qué juegos tenía, era cierto, no mentía; todos los juegos eran de guerra y de militares. Sonreí cogiendo uno al azar y se lo di mientras él me miraba divertido.
-Tranquilo, te puedo dar una paliza también en la guerra. –Reímos los dos y empezamos a jugar. Nos pasamos el rato haciéndonos trampas el uno al otro, riéndonos. Éramos dos mejores amigos jugando como niños.
-Beca, tengo que decirte algo. –Dejé de mirar la pantalla para perderme en sus ojos verdes y en su sonrisa. –Sabes que he estado con unas cuantas chicas más de lo normal, que he tenido varios royos de una noche y tal. –Asentí recordando la conversación del viernes. –Bueno, pues con ninguna de mis ex, ni con ninguna de esas chicas he sentido lo que tú me provocas. Eres diferente, especial.
-Oh venga Harry, ¿me vas a besar ya o te lo tengo que suplicar? –Él rió y se acercó a mí besándome con suavidad. Seguía estando presente la electricidad del primer día, la misma que había en el London Eye, y la misma que ha habido siempre entre él y yo.
-Beca, yo… no debería de haberte besado. Ha sido una gilipollez. –Resoplé con fuerza a medida que veía que cada vez había más distancia entre nosotros.
-Te he pedido yo que me beses. –Le acaricié el pelo y volví a acercarme a él para saborear de nuevo sus labios. –Ahora la culpa es mía. –Y volví a estampar un beso en sus labios.
-Y mía. –Y él me besó a mí.
-Mía. –Y le devolví el beso.
Nos pasamos así un buen rato. Definitivamente, no tenía que haber hecho caso a mi hermana, Harry era el perfecto para mí. Su personalidad era distinta a la de Lucas. Harry me entendía, me había apoyado en las dos veces que me había visto mal. Era él y lo sabía.
¿Enamorada? Demasiado pronto para decirlo, pero si puedo decir que, si en ese momento me dieran a elegir. Lo elegiría a él.

viernes, 15 de febrero de 2013

CAPÍTULO 9


Después de saborear un rato sus labios fui consciente de lo que estaba haciendo y me aparté de él.
-Niall… ya ha dejado de llover. Puedes irte. –Él fijó sus ojos en los míos y bajé la cabeza evitando su mirada.
-Beca…
-No, nada de explicaciones. Esto no ha pasado. Tu novia es la rubita operada y yo sólo soy una compañera de clase. –Él rió en voz baja se acercó a donde yo estaba. Pude percibir aún unas cuantas gotas de lluvia que se deslizaban por su pelo. Sentía su aliento pegado a mi cuello y resopló un par de veces antes de acercarse, aún más, a mi oído.
-Al parecer es verdad que los besos de las españolas son los mejores. –Me dio un suave beso en la mejilla y se alejó. –Mañana nos vemos.
-Adiós. –Salió del apartamento en medio minuto y yo me fui a mi cuarto. Me tumbé en mi cama a pensar y eso fue lo que hice toda la noche. Las horas pasaron más lentas que nunca, y yo seguía sin poder dormir, cada vez que cerraba los ojos volvía a revivir el beso con Niall y las mariposas de mi estómago parecían querer salir y revolotear por toda mi habitación.
“Déjalo ya, ¿quieres? Un beso, ha sido un maldito beso. Nada más. No pienses más en eso, él no va a dejar a la chica operada por ti, no lo va a hacer. Así que deja ya de pensar en él, cierra los ojos y duerme; mañana va a ser un día muy largo”.
Y, por primera vez en mis 17 años de vida, hice caso a lo que mi cerebro decía. Dejé de pensar en él y en el beso. Cerré los ojos y, cuando el reloj marcaba las cinco menos cuarto, me dormí.
Cuando abrí los ojos el reloj aún marcaba las seis de la mañana. Escuchaba tronar desde mi cuarto y suspiré levantándome de mi cama. Fui a la cocina a preparar algo de desayuno y acabé por prepararme  un tazón de cereales. Me senté en el sofá y fijé la mirada en el televisor apagado. Veía mi reflejo en él y suspiré. Tenía ojeras por no haber dormido y el pelo totalmente alborotado. Un relámpago iluminó toda mi casa y yo me agarré con fuerza a mis rodillas, enterrando la cabeza en el pequeño hueco que había.
Al cabo de una hora decidí arreglarme, me recogí el pelo en un moño  y me puse un pantalón largo y una sudadera. Cogí la mochila y el móvil y me fui andando con parsimonia hacia el instituto.
Las risas de Josh y Tom resonaban por todo el aula y estaban acompañadas por las agudas voces de un par de chicas; abrí la puerta y centré la vista en mi sitio y en Julie que estaba sentada sobre el radiador mientras miraba por la ventana. Me acerqué a ella con una sonrisa fingida y la abracé en forma de saludo.
-¿Estás bien? –Asentí aún pegada a su pecho y ella me abrazó con más fuerza. –No has dormido, se te nota bastante. Si quieres contarme algo aquí me tienes. –Me separé de ella y empecé a contarle lo que había pasado con Niall y el paseo con Harry del viernes. Cuando acabé ella lo único que hizo fue sonreír y abrazarme de nuevo, ella sabía perfectamente que era lo que necesitaba.
La puerta se abrió y apareció Harry. La sonrisa era presente en su rostro y a mí me salió una sonrisa espontánea nada más verle, sonrisa que se esfumó cuando vi asomar la figura de Niall agarrada de la mano de su preciosa novia rubia.
-No te preocupes, esos dos no duran ni dos minutos. Ella es muy “sociable”. –Reí ante su metáfora y centré la mirada en el grupo de chicos, que empezaron a alzar la voz más de lo normal.
-Niall, se comenta que la nueva besa bastante bien. –Una de las chicas que estaba riendo con Josh y Tom cuando entré a clase centró toda la atención del grupo, que segundos más tarde miró intrigado a Niall.
-¿Qué quieres decir con eso? –La rubita operada agarró el brazo de Niall con fuerza y él la miró sonriendo.
-Rachel, tranquila. No ha pasado nada. –Vi como Niall me buscaba con la mirada, y cuando lo hizo bajó la cabeza y pude ver como vocalizaba un ‘lo siento’. –Sabes que no es mi tipo, demasiado sosa, aburrida. Es una empollona. Me gustas más tú. –Y lo último que pude ver antes de salir corriendo de clase fue como estampaba sus labios en los labios de la chica.

domingo, 10 de febrero de 2013

CAPÍTULO 8.


¿Alguna vez habéis sentido como si os clavaran miles de puñales a la vez? Bien, pues así me sentía yo en ese instante. La distancia entre nosotros cada vez era más corta, pero yo estaba paralizada, analizando cada movimiento que hacía Niall hacia la rubia. Él le apartó un mechón de la cara mientras ella reía con fuerza por algo que le había dicho. Cuando apenas estaban a medio metro de mí hice reaccionar a mi cuerpo y entré en la tienda que tenía a mi derecha acompañada de mi primo y mi hermana.
-Puedo volver solo si quieres. –Escuché a mi primo hablar detrás de mí y me volví con una enorme sonrisa falsa.
-No, vuelve con Vicky. Yo iré a casa dentro de un rato. Buen viaje, Will. Espero verte más. –Y le abracé con más fuerza que nunca. Él sólo acarició mi pelo y me susurró un débil ‘te quiero’.
Salí de la tienda y empecé a andar sin rumbo fijo. Iba pasando las calles con rapidez, perdiéndome en los barrios de Londres; la gente pasaba a mi lado con prisa, sin percatarse de mis lágrimas. Paré en una calle que estaba desierta y me senté en la acera. Respiré hondo y fijé la vista en el cielo que llevaba un par de minutos descargando lluvia. Sentí las gotas estrellarse en mi cara pero no hice nada por evitarlo.
-Te vas a poner mala. –Me di la vuelta y vi su mojado flequillo negro que le tapaba los ojos.
-¿Kara? ¿Qué haces aquí?
-Vivo ahí arriba –Señaló uno de los bloques y me sonrió. – ¿Y tú qué haces aquí?
-Estaba dando una vuelta y he llegado hasta aquí, el destino quizá.
-No creo en el destino. –La miré intrigada y sonreí. –Bueno, quiero decir, todo ocurre por algo. –Asentí pensativa. Tenía razón.
-Kara, me tengo que ir, que mi hermana está sola en casa. Mañana nos vemos. –La abracé y me levanté de un salto. Empecé a andar hacia mi barrio mientras el cielo se hacía cada vez más negro y la lluvia era más intensa.
Llegué a mi casa en unos veinte minutos. Mi hermana estaba en el salón hablando con alguien por teléfono y yo fui a cambiarme a mi cuarto.
Me puse el pijama y un jersey ancho que me traje de mi mejor amigo. No tenía ganas de cenar, ni si quiera de ver la televisión,  así que me asomé a la puerta del salón y me despedí de mi hermana con la mano que me contestó con una sonrisa. Me fui a mi cuarto y me metí en la cama a pensar todo lo que pasaría mañana.
Fue entonces cuando recordé a la chica rubia. Era una de las chicas operadas que entraron detrás de ellos el primer día. Golpeé con rabia la almohada, farfullé un par de insultos hacia ella y me dormí.
En medio de la noche escuché el timbre del portal, me desperecé en mi cama y me levanté soñolienta. Miré el cuarto de mi hermana que dormía plácidamente y me acerqué extrañada hacia el telefonillo.
-¿Quién es? –Mi voz sonaba ronca a causa del sueño.
-¿Puedes abrir Beca? Me estoy empapando. –Me quedé paralizada en el telefonillo, sin saber qué hacer. ¿Qué hacía él ahí? Suspiré y pulsé el botón que abría la puerta de abajo. Me recogí el pelo en un moño y fui hacia la entrada para abrirle la puerta.
Su pelo rubio caía empapado sobre su cara y yo suspiré haciéndome a un lado para que pudiera entrar en el salón. Saqué una toalla del armario y un chándal de mi padre y se lo di sin llegar a mirarle a la cara.
-Gracias. Iba camino a mi casa y empezó a llover… -Levanté la mano indicándole que parara y me miró.
-No me interesa. Enciende la tele y cuando pare de llover te vas. Buenas noches. –Me quité el moño y me fui a mi cuarto, escuché como suspiraba y se sentaba en el sofá. Yo me eché en mi cama  y me quedé mirando el oscuro techo.
Al cabo de un par de minutos resoplé y me levanté a coger un par de mantas de mi cajón. Me dirigí al salón y lo vi tumbado en el sofá. Me acerqué a él y sonreí, estaba tan guapo dormido, bueno, y despierto. Bueno, él siempre estaba guapo. Suspiré y cogí la manta que había traído y se la eché por encima.
-Ahora mismo sólo te besaría y dormiría contigo, y sin embargo… -Me di la vuelta mientras lo dejaba dormir plácidamente.
-Y sin embargo, tuviste que fastidiarlo. –Estaba en la puerta del salón cuando lo escuché hablar, me giré hacia él.
-Lo siento. –Él sonrió y se incorporó en el sofá.
-Te vi esta mañana. –Lo miré asombrada y me senté en el sillón que había enfrente de él. Suspiré. –Bueno, después de que pasara eso anoche, la llamé y no sé cómo pero acabé invitándola a comer.
-No tienes que darme explicaciones. No somos nada. –Me levanté del sillón y me dirigí a mi cuarto hasta que él me agarró del brazo y me giró.
-Siempre tienes que fastidiar todos nuestros momentos.
-Tengo un máster en fastidiar momentos. –Hasta que no sonrió no me percaté de lo cerca que estaba su boca de la mía. Miré sus ojos y justo después pude sentir sus labios junto a los míos.

sábado, 9 de febrero de 2013

CAPÍTULO 7.


Colgué el teléfono y me puse la primera sudadera que encontré en el armario. Cogí mis llaves y bajé corriendo las escaleras hasta llegar a la calle. Resonaban unos truenos en el horizonte, por lo que la tormenta no llegaría en llegar. Niall estaba sentado en uno de los escalones y yo me senté a su lado.
-¿Qué querías decirme? –Levantó la vista del suelo y me miró sonriendo.
-En realidad sólo quería escuchar tu voz y que no fuera a través de un teléfono. –Pude notar mis mejillas ardiendo y agradecí que fuera de noche y él no pudiera verlo.
-Niall, tengo sueño.
-Te cargas cualquier momento, Beca. –Yo sólo reí irónicamente.
-¿Esto es un momento?
-He venido en mitad de la noche para verte, no sé que será para ti un momento, pero para mí sí lo es. Me voy, ¿vale? –Suspiré mientras vi como se levantaba y empezaba a andar calle abajo.
-¡Espera! Maldita sea, Niall. –Corrí detrás de él y lo agarré del brazo para que me mirara. –Sólo he dicho que tenía sueño. No que no me gustara el detalle.
-No hay quién te entienda.
-Me conoces desde ayer, no pretendas creerte mi mejor amigo ni nada de eso. Está claro que no me conoces.
-¿Sabes que te digo, Beca? Ojalá Harry se hubiera ahorrado el presentarnos. –Aquello me dolió más que cualquier otra cosa. –Hasta el lunes. –Y se marchó. Vi su figura perderse en la oscuridad de la noche mientras yo seguía  ahí parada. Sacudí la cabeza un par de veces intentando que mi cerebro reaccionara y esperando a que las piernas me respondieran pero nada. Acabé cediendo y me senté en la acera, dejando que las lágrimas que se iban almacenando descendieran por mis mejillas.
“Oh, genial Beca. Tu lado borde tenía que salir justamente ahora. Genial eh.”
Farfullé un par de insultos en voz baja mientras me levantaba del suelo y secaba mis lágrimas. Me fui andando con parsimonia hasta mi casa y lo único que hice cuando llegué fue meterme en mi cama y finalmente tras muchas lágrimas, conseguí quedarme dormida.
Los saltos de mi primo sobre mi cama me despertaron.  Abrí los ojos, aún rojos de haber llorado, y me encontré con la sonrisa de mi primo a pocos centímetros de mi cara, sonrisa que se borró en cuanto me vio. Suspiré y me tapé con la manta hasta la cabeza, no quería escuchar las preguntas con las que me iban a acosar y mucho menos que me dijeran cualquier tontería sobre mi carácter. Esperé a sentir como mi primo se levantaba de la cama pero no lo hizo. Poco a poco fui bajando la manta y me volví a encontrar con su mirada.
-¿Qué ha pasado?
-Soy… soy idiota. Eso es lo que ha pasado. –Le conté a mi primo todo lo que pasó la noche anterior mientras él sólo asentía y me miraba fijamente. –Y eso es todo lo que ha pasado. –Dije cuando terminé de contarle la pelea con Niall.
-Vale. Te diría que tu carácter es un asco, pero no voy a deprimirte más. –Resoplé y volví a taparme. –Escucha Beca, no pasa nada. El rubito sólo es un chico. No es el fin del mundo ¿vale?
-Sí.
-Bien, pues ahora vamos. Os invito a comer.
-¿A comer?
-Sí, son las una y media. –Miré alarmada el reloj de mi mesilla y me levanté casi en el acto. Me puse una coleta alta y un pantalón largo con una camiseta de manga francesa y salí al salón donde mi hermana nos esperaba con una sonrisa. Fuimos a un restaurante italiano del centro donde Will ya había reservado mesa. Nos sentamos y pedimos un plato de pasta para cada uno.
-Pues yo creo que sí te quiere. –La voz de mi hermana rompió el silencio. Mi primo y yo dejamos de comer para centrar la mirada en mi hermana que siguió comiendo como si no hubiese dicho nada.
-Perdona, ¿qué?
-Que te quiere, o por lo menos le gustas. Si no le gustaras, ¿crees que habría ido a casa en mitad de la noche a verte? –Mi primo asentía pensativo justo enfrente de mí y clavé mis ojos en él.
-Ni se te ocurra darle la razón.
-La tiene prima. Yo no voy a casa de una chica en mitad de la noche sólo por que sea una amiga normal. –Suspiré y pedí la cuenta a una camarera que pasaba por ahí.
-Pues yo no pienso eso.
-Beca, al menos reconoce las verdades. –Mi hermana volvió a retomar la palabra y a centrar la atención de la mesa.
-Deja de decir tonterías, ¿quieres? –La chica trajo la cuenta y se la llevó en cuanto puse un billete de 50 libras en ella. A los pocos segundos me trajo la cuenta y nos fuimos a la estación de trenes para despedir a Will.
Mientras caminábamos en silencio hacia allí un camiseta verde llamó mi atención, esa camiseta la había visto yo antes. Levanté un poco más la mirada y me encontré su sonrisa, pero no estaba dirigida a mí, sino a una preciosa chica rubia que caminaba agarrada de su mano. Yo observé la escena parada a unos metros de distancia. Mi hermana también lo vio y llamó la atención de mi primo para que también mirara.
-Sí, Vicky, me quiere muchísimo. –Dije con lágrimas en los ojos.

CAPÍTULO 6.


¿Había oído bien o mi subconsciente me había tomado el pelo? Sonreía como una idiota, y la gente que pasaba a mi lado me miraba extrañada, pero qué más daba. Me acababa de decir que le encantaba. Sonreí aún más. Hice reaccionar a mis piernas y subí a mi piso lo más rápido posible. Me puse la música lo más fuerte que el altavoz permitiera y empecé a dar saltos por todo el salón. En esos momentos agradecí vivir en un primero, porque no quería saber cómo estarían los vecinos de abajo después de mi recital de saltos. Estaba emocionada, como no había estado en mucho tiempo y, realmente, ni siquiera sabía por qué. Vale sí, uno de los chicos más guapos que había visto en mucho tiempo me acababa de decir que le encanto, pero ¿por qué me había hecho tanta ilusión?
“Quizá porque a ti también te encante” Una pequeña voz gritaba eso desde el interior de mi cabeza y, quizá, estuviera en lo cierto. Me tumbé en el sofá dejando que la música siguiera envolviendo el ambiente y me puse a pensar. En mi cabeza apareció la imagen de Harry ayer mirándome en el London Eye y, apenas un segundo después, apareció la imagen de mi abrazo con Niall, y volvieron escalofríos que provoca cuando está a unos cuantos centímetros de mí.
-Bien, querido cerebro, ¿y ahora qué hago? Y como me sueltes que siga a mi corazón te destrozo a base de golpes. Harry me recuerda tanto a Lucas y no puedo permitirme otro fallo como ese, pero aún así es muy dulce. Y Niall es tan… bueno, Niall. Podrías ayudar un poco, ¿no? –Miré a mí alrededor y empecé a reírme. Cualquiera que me viera pensaría que estaba loca, estaba hablando con mi cerebro como quién habla con un amigo o un familiar.
Me incorporé del sofá y apagué la música. El reloj del salón marcaba las doce y media así que me puse a preparar algo de comer. Acabé haciéndome un sándwich y me fui al salón a ver la tele mientras comía.
Me pasé la tarde haciendo el vago, viendo vídeos en Youtube y recogiendo un poco mi cuarto. Cuando dieron las nueve el timbre de mi casa resonó con fuerza y fui a abrir con rapidez. Mi hermana y Will venían cargados de bolsas y yo me sorprendí al verlos.
-Son sólo un par de tonterías. –Mi hermana soltó todo en el sofá y fue a la cocina a por algo de beber para ella y mi primo.
-¿Un par? Habéis arrasado con Londres entero. –Ambos rieron y yo los miraba desde la puerta del salón. –No tiene gracia, la estás malcriando Will.
-Vamos, también hay cosas para ti.
-Ah bueno,  entonces podéis seguir comprando así, siempre que queráis. –Los tres nos reímos y empecé a rebuscar en las bolsas para ver que habían comprado. Pude contar más de diez camisetas y unos cinco pantalones para mi hermana. Mi primo se había comprado una sudadera y un par de gorras, y a mí me habían comprado un par de vestidos y camisetas para salir de fiesta. Sonreí y fui a mi cuarto a guardarlas.
-Beca, me voy a casa de los abuelos, mañana por la mañana vengo a despedirme. –Escuché a mi primo gritar desde el salón, pero antes de que pudiera contestarle se escuchó cerrarse la puerta del  piso. Salí de mi cuarto hacia el cuarto de mi hermana donde estaba guardando su ropa y me senté en la cama. Necesitaba hablar con ella sobre lo que había estado pensando esta mañana.
-¿Vas a empezar a contar ya, o me vas a hacer suplicar?
-Me ha dicho que le encanta mi sonrisa y que el encanto yo. Vicky, no sé qué hacer; vale, algo hay ahí con Harry, pero lo que siento con Niall es distinto. –Suspiré.
-Entonces, ¿te gustan los dos chicos más guapos de todo el instituto?
-Creo que sí.
-¿Y tú le gustas a ellos?
-De eso no estoy tan segura. –Mi hermana estrelló un cojín contra mi cabeza y rió.
-Claro que les gustas. Está bien, según he leído en las novelas esas románticas que tienes en tu cuarto, tienes que irte con el que te haga sentir mariposas en el estómago. –Cuando terminó la frase puso cara de asco y me hizo reír. Mi hermana nunca había sido de esas chicas cursis, todo lo contrario a mí.
-Ese es el problema. Esas mariposas que tú dices, a mí me salen con los dos.
-Pero Niall es el que más te gusta. –La miré extrañada esperando una explicación y ella se sentó a mi lado mirándome fijamente. –Esta mañana, en la cafetería, no apartabas la mirada de él, y te pones roja cuando hablas de él. –Noté como subía la temperatura de mis mejillas y mi hermana empezó a reír. -¿Ves lo que te digo?
-Pero Harry…
-No me vengas con peros. –Me abrazó con fuerza y sonreí. Se parecía tanto a mi madre, sentí las lágrimas a punto de salir cuando la imagen de mi madre apareció en mi mente y luché por contenerlas.
-Venga a dormir ya, que mañana tenemos que levantarnos temprano para despedirnos de Will.
-No quiero que se vaya. –Sonreí y besé la mejilla de mi hermana.
-Podríamos adoptarle. –Ambas reímos y yo me fui a mi cuarto a intentar dormir. Pero justo cuando iba a meterme en la cama el tono de mi teléfono sonó. Y corrí a cogerlo.
-¿Diga?
-Hola pequeña.
-Hola Niall. ¿Qué tal el partido?
-Bien, he marcado un gol, y se lo he dedicado a la chica con la sonrisa más bonita.
-Tendrás que presentármela, yo también la quiero conocer. –Escuché una débil risa al otro lado del auricular y sonreí.
-¿Estás muy ocupada?
-No. ¿Por qué?
-Estoy en tu portal, ¿te importaría bajar? –Me asomé a la ventana y lo vi, pude distinguir su pelo rubio gracias a la luz de una pequeña farola. Venía vestido con la equipación del Chelsea y me hizo reír. Cuando se dio cuenta de que estaba mirándole en la ventana me saludó y sonrió. –Te espero aquí. Quiero contarte una cosa.
-Ahora bajo.

CAPÍTULO 5.


La sonrisa ocupó mi cara y me abalancé sobre él tirándole sobre el sofá.
-¡Will! ¿Qué haces aquí?
-Vaya, si quieres me voy. –Reí abrazándole de nuevo.
-No, no. Es una sorpresa agradable, ¿te quedas mucho? –Me miró y negó con la cabeza.
-Sólo el fin de semana, me tengo que ir a Manchester a seguir con la universidad. –Resoplé cruzándome de brazos ante la risa de mi primo y mi hermana. Yo negué con la cabeza intentando mantenerme enfadada, aunque fue casi imposible cuando mi primo y mi hermana empezaron a hacerme cosquillas.
-Vale, vale, parad. No seáis críos. –Las palabras salían a trompicones de mi boca entre la risa y el intento de respirar.
Estuvimos cenando los cinco entre las anécdotas que contaba Will, y las risas espontáneas de mi abuela y mi hermana. Mi abuelo y yo veíamos la segunda parte de un partido de la liga española. Acabamos más tarde de lo normal y, antes de irnos, quedamos con mi primo en desayunar los tres juntos al día siguiente.
-Beca, ¿qué tal la cita con Harry? –Se sentó en mi cama y me miró divertida esperando que le contara todo lo que había hecho esa tarde, yo sólo sonreí y me metí en mi cama tapándome hasta la cabeza. –Venga, no seas así. ¡Cuéntame!
-Mañana, que estoy cansada. Vete a la cama ya. –Resopló yéndose a su cuarto resignada y yo apagué la luz de mi cuarto, pensando en el buen día que había pasado.
La melodía de mi móvil me despertó y lo busqué a tientas por todo el escritorio. ¿Quién llamaría a esas horas? Cómo sea publicidad, la lío. Resoplé palpando de nuevo el escritorio. Cuando al fin logré encontrarlo lo descolgué antes de que despertara a mi hermana.
-¿Diga?
-Tú, yo, frappuccino, en una hora. ¿Te hace?
-¿Niall? –El rió con fuerza a través del auricular. -¿Cómo has conseguido mi teléfono?
-Digamos que Harry no tiene un buen bloqueo en su móvil. –Reí en voz baja y me tumbé cabeza arriba mientras escuchaba la tranquila respiración de Niall al otro lado de la línea. –Entonces qué, ¿te apuntas a desayunar conmigo?
-¿Podemos quedar dentro de dos horas y desayunamos con mi primo y mi hermana?
-Vaya, que rápido vas, ¿ya quieres que conozca a tu familia? –Solté sonora carcajada que fue acompañada en el acto por otra de parte de Niall. –Está bien, ¿en el Starbucks que hay en frente del instituto?
-Genial. Hasta luego, rubio. –Me levanté de la cama en cuanto colgué y corrí al baño a ducharme. Terminé de ducharme cuando escuché los gritos de mi hermana diciéndome que saliera del baño.
-¿Has visto la hora que es? Hemos quedado con Will en una hora y yo no me he arreglado todavía.
-Cállate ya, pesada. –Le revolví el pelo y me fui hacia mi cuarto. –Ah, por cierto, ¿te acuerdas del chico rubio de ayer? –Escuché su afirmación al otro lado de la puerta del baño. –Bien, pues viene hoy también a desayunar.
-¡Vale! ¿Me dejas ya ducharme?
-Que desagradable eres. –Cerré la puerta de mi cuarto y empecé a arreglarme. Acabé poniéndome un pantalón largo con unas vans y una camiseta de manga corta. Me recogí el pelo en una cola alta y me maquillé con un poco de rímel.
Escuché a mi hermana a quejarse sobre la ropa que iba a ponerse y salí para ver que había elegido. Iba con un pantalón corto y una sudadera de la universidad de Oxford. Había dejado que el pelo cayera por los hombros mientras se le secaba. Me quedé en la puerta mirando lo mucho que había cambiado en los meses que llevábamos en Londres. Ella me miró sonriendo y se sentó en la cama para ponerse unas converse. Me senté a su lado y respiré hondo.
-Fuimos a comer, y luego al London Eye. Y le conté lo de mamá. –Mi hermana me miró antes de terminar la frase. Y lo único que hizo fue abrazarme.
-Te debe gustar mucho.
-¿Cómo? –Ella se separó de mí y fijó sus ojos en mí.
-Ni si quiera Lucas lo sabía y a él se lo has contado un día después de conocerle.
-Quizá sólo necesitaba contarlo a alguien, ya sabes que Harry no es de mi estilo. –Ella se encogió de hombros y se levantó de la cama.
-Lo que tú digas, las dos sabemos como acaba esto. –Me tumbé en la cama con la mirada perdida en el techo forrado de fotos de mi hermana y me quedé pensando. ¿Gustarme? ¿El señorito de los rizos? Resoplé intentando quitarme un mechón que caía por mi cara. Claro que no me gusta. Tengo mejores cosas que hacer que fijarme en él.
El timbre de la casa me devolvió a la realidad. Me levanté de un salto, alisé mi camiseta y salí al salón donde ya estaban mi primo y mi hermana. A pesar de que Will se llevaba 7 años con mi hermana, parecía un crío cada vez que se juntaba con ella. Negué divertida y les obligué a salir de casa para que no rompieran nada. El camino al Starbucks fue corto, en cinco minutos estaban mi primo y mi hermana sentados en una mesa mientras yo me quedaba fuera esperando a Niall.
-Buenos días, Rebeca. –Su voz me sobresaltó por detrás y me di la vuelta asustada.
-¡Niall! Que susto. –Reímos y entramos a hacerle compañía a Will y Vicky. Los dos estaban mirando embobados unas muffins de chocolate que había en la barra.
Yo reí y llamé su atención con la mano. Ambos desviaron su vista hacía mí y pronto pasaron sus ojos hacia Niall. Yo sonreí avergonzada y Niall me cogió la mano para hacerme andar hacia ellos, haciendo que volviera a sentir los escalofríos del día anterior.
-¿Tienes frío? –Su cara estaba a pocos centímetros de la mía y yo sólo negué con la cabeza. Cuando llegamos a donde estaban Vicky y Will ya habían pedido cuatro frappuccinos y 4 muffins. Niall y Will se hicieron amigos casi en el acto y sus sonoras carcajadas sonaban cada dos por tres por todo el establecimiento. Mi hermana y yo los mirábamos divertidas y yo de vez en cuando desviaba mi mirada hasta los ojos de Niall; cruzamos las miradas un par de veces y me fue imposible no quedarme mirando como una idiota sus ojos celestes.  
-Beca, ¿te importa que Vicky y yo vayamos a dar una vuelta por Londres hoy?
-No, mejor, me quitas a la pesadilla por unas horas. –Mi hermana me dio un puñetazo en el hombro y yo puse una mueca de dolor mientras los tres reían. –No tiene gracia.
-Pues nos vamos ya. Hasta la noche, enana. –Mi primo me dio un beso en la mejilla y le estrechó la mano a Niall. Mi hermana por su parte se despidió de los dos con la mano y se fue corriendo detrás de Will. Estaba empezando a odiar la manía que tenía mi familia de dejarme a solas con los chicos. Suspiré y miré a Niall que me miraba con una sonrisa.
-¿Pasa algo? –Él sacudió la cabeza y un par de libras para pagar el desayuno. –Ah no, pago yo. Por la bofetada de ayer. –Ambos nos miramos y empezamos a reír.
-No digas tonterías. Pago yo.
-Tú mi parte y yo la tuya. –Él me miró divertido y asintió. Salimos de la cafetería y fuimos hacía mi edificio.
El corto trayecto lo pasamos hablando de cosas que normalmente no me habrían interesado, pero que, tal y como las contaba él, me parecían curiosas. Niall me tenía agarrada por el hombro, provocando que estuviera demasiado cerca de él y que el rubor de mis mejillas se hiciera cada vez más notable.
-Me tengo que ir, tengo partido. Luego te mando un mensaje y hablamos si quieres.
-Sí, claro que quiero. –Sonreí y me estrechó entre sus brazos.
-¿Sabes que me encanta tu sonrisa? Bueno en realidad, me encantas tú. –Susurró contra mi oído segundos antes de separarse de mí e irse hacia la boca de metro que había en la acera de enfrente. En medio segundo había perdido de vista su pelo rubio.