La sonrisa ocupó mi cara y me abalancé sobre él tirándole sobre
el sofá.
-¡Will! ¿Qué haces aquí?
-Vaya, si quieres me voy. –Reí abrazándole de nuevo.
-No, no. Es una sorpresa agradable, ¿te quedas mucho? –Me miró
y negó con la cabeza.
-Sólo el fin de semana, me tengo que ir a Manchester a
seguir con la universidad. –Resoplé cruzándome de brazos ante la risa de mi
primo y mi hermana. Yo negué con la cabeza intentando mantenerme enfadada,
aunque fue casi imposible cuando mi primo y mi hermana empezaron a hacerme
cosquillas.
-Vale, vale, parad. No seáis críos. –Las palabras salían a
trompicones de mi boca entre la risa y el intento de respirar.
Estuvimos cenando los cinco entre las anécdotas que contaba
Will, y las risas espontáneas de mi abuela y mi hermana. Mi abuelo y yo veíamos
la segunda parte de un partido de la liga española. Acabamos más tarde de lo
normal y, antes de irnos, quedamos con mi primo en desayunar los tres juntos al
día siguiente.
-Beca, ¿qué tal la cita con Harry? –Se sentó en mi cama y me
miró divertida esperando que le contara todo lo que había hecho esa tarde, yo
sólo sonreí y me metí en mi cama tapándome hasta la cabeza. –Venga, no seas
así. ¡Cuéntame!
-Mañana, que estoy cansada. Vete a la cama ya. –Resopló yéndose
a su cuarto resignada y yo apagué la luz de mi cuarto, pensando en el buen día
que había pasado.
La melodía de mi móvil me despertó y lo busqué a tientas por
todo el escritorio. ¿Quién llamaría a esas horas? Cómo sea publicidad, la lío.
Resoplé palpando de nuevo el escritorio. Cuando al fin logré encontrarlo lo
descolgué antes de que despertara a mi hermana.
-¿Diga?
-Tú, yo, frappuccino, en una hora. ¿Te hace?
-¿Niall? –El rió con fuerza a través del auricular. -¿Cómo
has conseguido mi teléfono?
-Digamos que Harry no tiene un buen bloqueo en su móvil. –Reí
en voz baja y me tumbé cabeza arriba mientras escuchaba la tranquila
respiración de Niall al otro lado de la línea. –Entonces qué, ¿te apuntas a
desayunar conmigo?
-¿Podemos quedar dentro de dos horas y desayunamos con mi
primo y mi hermana?
-Vaya, que rápido vas, ¿ya quieres que conozca a tu familia?
–Solté sonora carcajada que fue acompañada en el acto por otra de parte de
Niall. –Está bien, ¿en el Starbucks que hay en frente del instituto?
-Genial. Hasta luego, rubio. –Me levanté de la cama en
cuanto colgué y corrí al baño a ducharme. Terminé de ducharme cuando escuché
los gritos de mi hermana diciéndome que saliera del baño.
-¿Has visto la hora que es? Hemos quedado con Will en una
hora y yo no me he arreglado todavía.
-Cállate ya, pesada. –Le revolví el pelo y me fui hacia mi
cuarto. –Ah, por cierto, ¿te acuerdas del chico rubio de ayer? –Escuché su
afirmación al otro lado de la puerta del baño. –Bien, pues viene hoy también a
desayunar.
-¡Vale! ¿Me dejas ya ducharme?
-Que desagradable eres. –Cerré la puerta de mi cuarto y
empecé a arreglarme. Acabé poniéndome un pantalón largo con unas vans y una
camiseta de manga corta. Me recogí el pelo en una cola alta y me maquillé con
un poco de rímel.
Escuché a mi hermana a quejarse sobre la ropa que iba a
ponerse y salí para ver que había elegido. Iba con un pantalón corto y una
sudadera de la universidad de Oxford. Había dejado que el pelo cayera por los
hombros mientras se le secaba. Me quedé en la puerta mirando lo mucho que había
cambiado en los meses que llevábamos en Londres. Ella me miró sonriendo y se
sentó en la cama para ponerse unas converse. Me senté a su lado y respiré
hondo.
-Fuimos a comer, y luego al London Eye. Y le conté lo de
mamá. –Mi hermana me miró antes de terminar la frase. Y lo único que hizo fue
abrazarme.
-Te debe gustar mucho.
-¿Cómo? –Ella se separó de mí y fijó sus ojos en mí.
-Ni si quiera Lucas lo sabía y a él se lo has contado un día
después de conocerle.
-Quizá sólo necesitaba contarlo a alguien, ya sabes que Harry
no es de mi estilo. –Ella se encogió de hombros y se levantó de la cama.
-Lo que tú digas, las dos sabemos como acaba esto. –Me tumbé
en la cama con la mirada perdida en el techo forrado de fotos de mi hermana y
me quedé pensando. ¿Gustarme? ¿El señorito de los rizos? Resoplé intentando quitarme
un mechón que caía por mi cara. Claro que no me gusta. Tengo mejores cosas que
hacer que fijarme en él.
El timbre de la casa me devolvió a la realidad. Me levanté
de un salto, alisé mi camiseta y salí al salón donde ya estaban mi primo y mi
hermana. A pesar de que Will se llevaba 7 años con mi hermana, parecía un crío
cada vez que se juntaba con ella. Negué divertida y les obligué a salir de casa
para que no rompieran nada. El camino al Starbucks fue corto, en cinco minutos
estaban mi primo y mi hermana sentados en una mesa mientras yo me quedaba fuera
esperando a Niall.
-Buenos días, Rebeca. –Su voz me sobresaltó por detrás y me
di la vuelta asustada.
-¡Niall! Que susto. –Reímos y entramos a hacerle compañía a
Will y Vicky. Los dos estaban mirando embobados unas muffins de chocolate que
había en la barra.
Yo reí y llamé su atención con la mano. Ambos desviaron su
vista hacía mí y pronto pasaron sus ojos hacia Niall. Yo sonreí avergonzada y Niall
me cogió la mano para hacerme andar hacia ellos, haciendo que volviera a sentir
los escalofríos del día anterior.
-¿Tienes frío? –Su cara estaba a pocos centímetros de la mía
y yo sólo negué con la cabeza. Cuando llegamos a donde estaban Vicky y Will ya
habían pedido cuatro frappuccinos y 4 muffins. Niall y Will se hicieron amigos
casi en el acto y sus sonoras carcajadas sonaban cada dos por tres por todo el
establecimiento. Mi hermana y yo los mirábamos divertidas y yo de vez en cuando
desviaba mi mirada hasta los ojos de Niall; cruzamos las miradas un par de
veces y me fue imposible no quedarme mirando como una idiota sus ojos celestes.
-Beca, ¿te importa que Vicky y yo vayamos a dar una vuelta
por Londres hoy?
-No, mejor, me quitas a la pesadilla por unas horas. –Mi hermana
me dio un puñetazo en el hombro y yo puse una mueca de dolor mientras los tres
reían. –No tiene gracia.
-Pues nos vamos ya. Hasta la noche, enana. –Mi primo me dio
un beso en la mejilla y le estrechó la mano a Niall. Mi hermana por su parte se
despidió de los dos con la mano y se fue corriendo detrás de Will. Estaba
empezando a odiar la manía que tenía mi familia de dejarme a solas con los
chicos. Suspiré y miré a Niall que me miraba con una sonrisa.
-¿Pasa algo? –Él sacudió la cabeza y un par de libras para
pagar el desayuno. –Ah no, pago yo. Por la bofetada de ayer. –Ambos nos miramos
y empezamos a reír.
-No digas tonterías. Pago yo.
-Tú mi parte y yo la tuya. –Él me miró divertido y asintió.
Salimos de la cafetería y fuimos hacía mi edificio.
El corto trayecto lo pasamos hablando de cosas que
normalmente no me habrían interesado, pero que, tal y como las contaba él, me
parecían curiosas. Niall me tenía agarrada por el hombro, provocando que
estuviera demasiado cerca de él y que el rubor de mis mejillas se hiciera cada
vez más notable.
-Me tengo que ir, tengo partido. Luego te mando un mensaje y
hablamos si quieres.
-Sí, claro que quiero. –Sonreí y me estrechó entre sus
brazos.
-¿Sabes que me encanta tu sonrisa? Bueno en realidad, me
encantas tú. –Susurró contra mi oído segundos antes de separarse de mí e irse
hacia la boca de metro que había en la acera de enfrente. En medio segundo
había perdido de vista su pelo rubio.