sábado, 9 de febrero de 2013

CAPÍTULO 5.


La sonrisa ocupó mi cara y me abalancé sobre él tirándole sobre el sofá.
-¡Will! ¿Qué haces aquí?
-Vaya, si quieres me voy. –Reí abrazándole de nuevo.
-No, no. Es una sorpresa agradable, ¿te quedas mucho? –Me miró y negó con la cabeza.
-Sólo el fin de semana, me tengo que ir a Manchester a seguir con la universidad. –Resoplé cruzándome de brazos ante la risa de mi primo y mi hermana. Yo negué con la cabeza intentando mantenerme enfadada, aunque fue casi imposible cuando mi primo y mi hermana empezaron a hacerme cosquillas.
-Vale, vale, parad. No seáis críos. –Las palabras salían a trompicones de mi boca entre la risa y el intento de respirar.
Estuvimos cenando los cinco entre las anécdotas que contaba Will, y las risas espontáneas de mi abuela y mi hermana. Mi abuelo y yo veíamos la segunda parte de un partido de la liga española. Acabamos más tarde de lo normal y, antes de irnos, quedamos con mi primo en desayunar los tres juntos al día siguiente.
-Beca, ¿qué tal la cita con Harry? –Se sentó en mi cama y me miró divertida esperando que le contara todo lo que había hecho esa tarde, yo sólo sonreí y me metí en mi cama tapándome hasta la cabeza. –Venga, no seas así. ¡Cuéntame!
-Mañana, que estoy cansada. Vete a la cama ya. –Resopló yéndose a su cuarto resignada y yo apagué la luz de mi cuarto, pensando en el buen día que había pasado.
La melodía de mi móvil me despertó y lo busqué a tientas por todo el escritorio. ¿Quién llamaría a esas horas? Cómo sea publicidad, la lío. Resoplé palpando de nuevo el escritorio. Cuando al fin logré encontrarlo lo descolgué antes de que despertara a mi hermana.
-¿Diga?
-Tú, yo, frappuccino, en una hora. ¿Te hace?
-¿Niall? –El rió con fuerza a través del auricular. -¿Cómo has conseguido mi teléfono?
-Digamos que Harry no tiene un buen bloqueo en su móvil. –Reí en voz baja y me tumbé cabeza arriba mientras escuchaba la tranquila respiración de Niall al otro lado de la línea. –Entonces qué, ¿te apuntas a desayunar conmigo?
-¿Podemos quedar dentro de dos horas y desayunamos con mi primo y mi hermana?
-Vaya, que rápido vas, ¿ya quieres que conozca a tu familia? –Solté sonora carcajada que fue acompañada en el acto por otra de parte de Niall. –Está bien, ¿en el Starbucks que hay en frente del instituto?
-Genial. Hasta luego, rubio. –Me levanté de la cama en cuanto colgué y corrí al baño a ducharme. Terminé de ducharme cuando escuché los gritos de mi hermana diciéndome que saliera del baño.
-¿Has visto la hora que es? Hemos quedado con Will en una hora y yo no me he arreglado todavía.
-Cállate ya, pesada. –Le revolví el pelo y me fui hacia mi cuarto. –Ah, por cierto, ¿te acuerdas del chico rubio de ayer? –Escuché su afirmación al otro lado de la puerta del baño. –Bien, pues viene hoy también a desayunar.
-¡Vale! ¿Me dejas ya ducharme?
-Que desagradable eres. –Cerré la puerta de mi cuarto y empecé a arreglarme. Acabé poniéndome un pantalón largo con unas vans y una camiseta de manga corta. Me recogí el pelo en una cola alta y me maquillé con un poco de rímel.
Escuché a mi hermana a quejarse sobre la ropa que iba a ponerse y salí para ver que había elegido. Iba con un pantalón corto y una sudadera de la universidad de Oxford. Había dejado que el pelo cayera por los hombros mientras se le secaba. Me quedé en la puerta mirando lo mucho que había cambiado en los meses que llevábamos en Londres. Ella me miró sonriendo y se sentó en la cama para ponerse unas converse. Me senté a su lado y respiré hondo.
-Fuimos a comer, y luego al London Eye. Y le conté lo de mamá. –Mi hermana me miró antes de terminar la frase. Y lo único que hizo fue abrazarme.
-Te debe gustar mucho.
-¿Cómo? –Ella se separó de mí y fijó sus ojos en mí.
-Ni si quiera Lucas lo sabía y a él se lo has contado un día después de conocerle.
-Quizá sólo necesitaba contarlo a alguien, ya sabes que Harry no es de mi estilo. –Ella se encogió de hombros y se levantó de la cama.
-Lo que tú digas, las dos sabemos como acaba esto. –Me tumbé en la cama con la mirada perdida en el techo forrado de fotos de mi hermana y me quedé pensando. ¿Gustarme? ¿El señorito de los rizos? Resoplé intentando quitarme un mechón que caía por mi cara. Claro que no me gusta. Tengo mejores cosas que hacer que fijarme en él.
El timbre de la casa me devolvió a la realidad. Me levanté de un salto, alisé mi camiseta y salí al salón donde ya estaban mi primo y mi hermana. A pesar de que Will se llevaba 7 años con mi hermana, parecía un crío cada vez que se juntaba con ella. Negué divertida y les obligué a salir de casa para que no rompieran nada. El camino al Starbucks fue corto, en cinco minutos estaban mi primo y mi hermana sentados en una mesa mientras yo me quedaba fuera esperando a Niall.
-Buenos días, Rebeca. –Su voz me sobresaltó por detrás y me di la vuelta asustada.
-¡Niall! Que susto. –Reímos y entramos a hacerle compañía a Will y Vicky. Los dos estaban mirando embobados unas muffins de chocolate que había en la barra.
Yo reí y llamé su atención con la mano. Ambos desviaron su vista hacía mí y pronto pasaron sus ojos hacia Niall. Yo sonreí avergonzada y Niall me cogió la mano para hacerme andar hacia ellos, haciendo que volviera a sentir los escalofríos del día anterior.
-¿Tienes frío? –Su cara estaba a pocos centímetros de la mía y yo sólo negué con la cabeza. Cuando llegamos a donde estaban Vicky y Will ya habían pedido cuatro frappuccinos y 4 muffins. Niall y Will se hicieron amigos casi en el acto y sus sonoras carcajadas sonaban cada dos por tres por todo el establecimiento. Mi hermana y yo los mirábamos divertidas y yo de vez en cuando desviaba mi mirada hasta los ojos de Niall; cruzamos las miradas un par de veces y me fue imposible no quedarme mirando como una idiota sus ojos celestes.  
-Beca, ¿te importa que Vicky y yo vayamos a dar una vuelta por Londres hoy?
-No, mejor, me quitas a la pesadilla por unas horas. –Mi hermana me dio un puñetazo en el hombro y yo puse una mueca de dolor mientras los tres reían. –No tiene gracia.
-Pues nos vamos ya. Hasta la noche, enana. –Mi primo me dio un beso en la mejilla y le estrechó la mano a Niall. Mi hermana por su parte se despidió de los dos con la mano y se fue corriendo detrás de Will. Estaba empezando a odiar la manía que tenía mi familia de dejarme a solas con los chicos. Suspiré y miré a Niall que me miraba con una sonrisa.
-¿Pasa algo? –Él sacudió la cabeza y un par de libras para pagar el desayuno. –Ah no, pago yo. Por la bofetada de ayer. –Ambos nos miramos y empezamos a reír.
-No digas tonterías. Pago yo.
-Tú mi parte y yo la tuya. –Él me miró divertido y asintió. Salimos de la cafetería y fuimos hacía mi edificio.
El corto trayecto lo pasamos hablando de cosas que normalmente no me habrían interesado, pero que, tal y como las contaba él, me parecían curiosas. Niall me tenía agarrada por el hombro, provocando que estuviera demasiado cerca de él y que el rubor de mis mejillas se hiciera cada vez más notable.
-Me tengo que ir, tengo partido. Luego te mando un mensaje y hablamos si quieres.
-Sí, claro que quiero. –Sonreí y me estrechó entre sus brazos.
-¿Sabes que me encanta tu sonrisa? Bueno en realidad, me encantas tú. –Susurró contra mi oído segundos antes de separarse de mí e irse hacia la boca de metro que había en la acera de enfrente. En medio segundo había perdido de vista su pelo rubio.

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