domingo, 3 de febrero de 2013

CAPÍTULO 1



Primer día de instituto. Colegio nuevo, amigos nuevos, profesores nuevos… vida nueva. Suspiré desperezándome en mi cama y miré por la ventana que mostraba el nublado cielo londinense. Escuché correr a mi hermana a lo largo del pasillo y cómo, en cuestión de segundos, se abalanzaba sobre mí.
-Buenos días, Beca.
-Hola enana. –La despeiné un poco y me levanté de la cama dirigiéndose al vestidor, escoltada por ella. -¿Quieres algo?
-Ver que ropa te pones para tu primer día. –Miré a mi hermana de arriba abajo. Llevaba una camiseta de tirantes con un dibujo de un elefante y unos pantalones negros altos. Iba guapísima, todo sea dicho. Negué divertida y saqué un pantalón negro y una camisa blanca. Ella asintió mientras se lo enseñaba dándome su aprobación.
-Está bien. Venga, vete a desayunar que no llegamos. –Salimos las dos de mi cuarto, ella dirigiéndose a la cocina y yo al cuarto de baño para asearme.
Diez minutos después escuché a mi abuelo decirle a Vicky lo guapa que iba, piropo que repitió segundos más tarde cuando salí de mi cuarto.
-Beca, ¿no desayunas?
-No abuelo. En dos horas estamos de vuelta. Hasta luego. –Le di un fuerte beso a mi abuelo y nos bajamos corriendo a la calle.
El colegio no estaba lejos, pero si no nos dábamos prisa no íbamos a llegar. El gran reloj de la entrada del colegio marcaba las ocho menos diez, y mi hermana y yo nos separamos para dirigirnos cada una a nuestras respectivas clases no sin antes darnos un abrazo y desearnos suerte.
“12 B, 12 B… Ajá, ahí está.” Moví el picaporte de la puerta y la abrí convirtiéndome en el centro de las miradas. El profesor aún no había llegado así que me  desplacé hasta uno de los sitios libres del fondo de clase; la gente ya no me miraba así que suspiré con resignación y apoyé mi cabeza sobre mis brazos mientras esperaba que las dos horas de presentaciones pasaran los más rápido posible. Escuché a alguien mover la silla de la mesa contigua y levanté la mirada para encontrarme con un grupo de chicas mucho más arregladas y maquilladas que yo. Me limité a sonreírles y volví mi cara hacia la ventana esperando a que las cinco chicas se fueran, pero no lo hicieron, escuché sus risas a mi espalda y un par de cuchicheos en inglés que no llegué a entender y de nuevo más risas; hasta que no aguanté más. La palma de mi mano se estrelló con fuerza sobre la mesa provocando que todas las miradas se volvieran a centrar en mí.
-¿Queríais algo? –Dije intentando mantener un tono de voz bajo, aunque no dio resultado. Las cinco chicas negaron al unísono.  –Pues largaos. –Se levantaron con agilidad yéndose a la otra esquina de la clase, mientras yo volví a apoyar la cabeza sobre la mesa.
Unos segundos más tarde escuché una respiración calmada sobre mi nuca y levanté la cara para estrellarme con un flequillo negro, unos profundos ojos marrones y una gran sonrisa.
-Ha sido genial como les has plantado cara a esas. Soy Kara. Y esta es Julie.  –Otra chica morena centró mi atención y sonreí. Parecían simpáticas, por lo menos más que las otras idiotas.
-Soy Rebeca, encantada. –Al escuchar mi acento español sonrieron y se sentaron sobre mi mesa para comenzar una conversación justo en el momento de que la puerta se abrió y un chico moreno entró seguido de varios chicos igual de hormonados que él y un par de chicas que a simple vista parecían estar operadas. Todas las chicas miraron a los cinco chicos y los chicos centraron sus miradas en las dos chicas que los seguían. Suspiré quitándome el mechón que caía sobre mi cara y justo cuando iba a retomar la conversación con Kara y Julie el profesor entró con una sonrisa.
-Buenos días alumnos, bienvenidos al nuevo curso. Veo que tengo caras conocidas –la sonrisa del profesor se esfumó cuando posó su vista sobre los cinco chicos hormonados, aunque volvió a aparecer cuando se fijó en mí- y caras nuevas. Señorita, ¿podría presentarse al resto de la clase? –Sonreí levantándome de mi sitio y situándome en el centro de la clase. Tosí un par de veces para disimular mi nerviosismo y suspiré antes de empezar a presentarme.
-Bueno, soy Rebeca López. Vengo de España –se escucharon unas cuantas risas cuando pronuncié mi país que hicieron que me relajara –y bueno, llevo aquí tres meses y no sé cuando me iré.
-¿Ha sido difícil dejar a tus amigos de allí? –Sonreí intentando disimular lo mucho que echaba de menos a la gente de España.
-Bueno un poco, pero iré siempre que pueda.
-Genial señorita, puede sentarse. –Me senté en mi asiento y empecé a hablar con Kara y Julie, eran dos chicas muy simpáticas y tan distintas entre ellas. Me caían bien. Las dos horas se pasaron más rápido de lo que pensaba y el timbre sonó anunciando que podíamos volver a casa. Salí al patio donde me esperaba mi hermana apoyada en la puerta de metal que presidía el patio. Me despedí de mis dos nuevas amigas y me fui hacia donde ella estaba.
-¿Qué tal tu día?
-Bastante bien, la gente es muy maja. ¿Y el tuyo, Beca?
-Genial, mi clase es igual que la de España, las pijas, los idiotas y los normales. –Reímos mientras empezamos a andar dirección al piso.
Llegamos a casa en un par de minutos y el olor a paella envolvía el ambiente. Mi abuelo estaba sentado en el salón viendo un resumen del partido del Chelsea y mi abuela cantaba una canción de ‘The Beatles’. Realmente el piso era de mi hermana y mío, pero mi padre había hablado con mis abuelos para que ellos nos hicieran la comida y los domingos los pasaríamos con ellos. Comimos en silencio y nos despedimos de mis abuelos para recoger nosotros un poco la casa.
La irritante melodía de móvil de mi hermana resonó más de diez veces hasta que por fin se decidió a cogerlo. Escuché un par de risas tímidas y como decía que saldría encantada en media hora. La puerta de su cuarto se abrió y me llamó gritando.
-¿Qué pasa, Vicky? –Me asomé a la puerta de su cuarto mientras ella sacaba toda su ropa del armario.
-He quedado en media hora y no sé que ponerme. Ayúdame. –Reí divertida y empecé a elegir conjuntos que mi hermana rechazaba sin llegar si quiera a mirarlos. Finalmente eligió unos vaqueros cortos y una camiseta roja. Se alisó el pelo con los dedos y salió corriendo hacia la puerta de la casa.
-A las seis te quiero aquí. No te metas en follones. Diviértete. –Asintió y se fue corriendo por las escaleras mientras yo cerraba la puerta. Miré el reloj y suspiré, eran las cuatro y media. No tenía nada que hacer así que decidí irme al centro de compras.
                “Enana, estoy de compras. Dúchate. A las ocho estoy aquí.”
Dejé la nota encima de la mesita de la entrada, cogí las llaves y el móvil y me fui. Estuve más de dos horas y media de compras para acabar comprándome cuatro camisetas, un par de vaqueros y dos vestidos. Suspiré, me apetecía algo dulce, así que empecé a buscar una cafetería donde poder comprar algo.
“Vamos, joder, Beca, llevas tres meses en Londres y no sabes donde hay una puta cafetería.” Al final me resigné a irme a Hide Park y aprovechar los pocos rayos de sol que había. Dejé que los rayos de sol incidieran en mis brazos y en mi cara durante un largo rato, hasta que algo me tapó el sol y me hizo despertar de mis pensamientos. Abrí los ojos y me encontré con unos ojos verdes y una bonita sonrisa. Tardé un par de segundos en darme cuenta de que era uno de los chicos hormonados de mi clase.
-¿Hay algún problema?
-No, ninguno, soy Harry. –Se sentó a mi lado casi en el acto y me giré hacia él perdiéndome en sus ojos.
-Beca, bueno Rebeca, pero me llaman Beca. –Sonrió acomodándose en el césped. Ahí fue donde me di cuenta de que tenía una sonrisa realmente bonita.
-Así que española. ¿Cómo es España?
-¿Nunca has estado? –Negó bajando la cabeza, avergonzado. – Bueno, pues es… increíble, el tiempo es genial y no sé como explicártelo, tienes que estar allí para entenderlo. –Reí ante mi concisa explicación y él me acompañó con una sonora carcajada. Estuvimos charlando largo tiempo, gastándonos bromas y demás. Miré el reloj de mi móvil que acababa de marcar las ocho y media.
-¡Mierda! –Me levanté corriendo bajo la mirada de Harry. –Me tengo que ir, lo siento. Mañana nos vemos.
-Bueno Beca, déjame acompañarte a casa. –Se levantó y se puso a mi lado cuando empezamos a andar hablando como si nos conociéramos de siempre. Seguíamos gastándonos bromas y riendo hasta que llegamos a la puerta de mi bloque.
-Gracias Harry, hasta mañana.
-Adiós Beca. –Cerré la puerta del bloque y subí las escaleras hasta llegar a la puerta de mi piso dónde esperaba mi hermana.
-Vaya horas de llegar ¿no? –Le di un empujón y empezamos a reír mientras imitaba a mi padre regañándome.
Me estuvo contando todo lo que había hecho con sus amigos, a dónde habían ido y hasta me contó quién era el chico por el que tanto se había arreglado y yo le conté las compras que había hecho, la de vueltas que había dado buscando una cafetería y las risas que me había echado con Harry. Cenamos cuando el reloj marcaba las once menos cinco de la noche; las luces de Londres estaban casi extintas, así que en cuanto terminamos de cenar nos acostamos para esperar como sería el día siguiente.
Cuando ya estaba inmersa en un profundo sueño el tono de mensaje de mi móvil me sobresaltó y abrí los ojos de par en par. Cogí mi móvil y lo desbloquee.
                “Te llevo mañana a clase, a las ocho menos cuarto en la pizzería de la esquina. Xx Harry.”
Mis ojos aún se estaban adaptando a la luz de la pantalla cuando terminé de leer el mensaje y comencé a escribirle la respuesta.
                “No llegues tarde. Xx”
Sonreí, poniendo el móvil a cargar y volví a mi cama con una sonrisa deseando que llegara el día siguiente. 

1 comentario:

  1. AQUI HAY TEMAAA PERO VAMOOOSSSS JAJAJA OCYA VOY A SEGUIR LEYENDO. Tecu <3

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