Colgué el teléfono y me puse la primera sudadera que
encontré en el armario. Cogí mis llaves y bajé corriendo las escaleras hasta
llegar a la calle. Resonaban unos truenos en el horizonte, por lo que la
tormenta no llegaría en llegar. Niall estaba sentado en uno de los escalones y
yo me senté a su lado.
-¿Qué querías decirme? –Levantó la vista del suelo y me miró
sonriendo.
-En realidad sólo quería escuchar tu voz y que no fuera a
través de un teléfono. –Pude notar mis mejillas ardiendo y agradecí que fuera
de noche y él no pudiera verlo.
-Niall, tengo sueño.
-Te cargas cualquier momento, Beca. –Yo sólo reí
irónicamente.
-¿Esto es un momento?
-He venido en mitad de la noche para verte, no sé que será
para ti un momento, pero para mí sí lo es. Me voy, ¿vale? –Suspiré mientras vi
como se levantaba y empezaba a andar calle abajo.
-¡Espera! Maldita sea, Niall. –Corrí detrás de él y lo
agarré del brazo para que me mirara. –Sólo he dicho que tenía sueño. No que no
me gustara el detalle.
-No hay quién te entienda.
-Me conoces desde ayer, no pretendas creerte mi mejor amigo
ni nada de eso. Está claro que no me conoces.
-¿Sabes que te digo, Beca? Ojalá Harry se hubiera ahorrado
el presentarnos. –Aquello me dolió más que cualquier otra cosa. –Hasta el
lunes. –Y se marchó. Vi su figura perderse en la oscuridad de la noche mientras
yo seguía ahí parada. Sacudí la cabeza
un par de veces intentando que mi cerebro reaccionara y esperando a que las
piernas me respondieran pero nada. Acabé cediendo y me senté en la acera,
dejando que las lágrimas que se iban almacenando descendieran por mis mejillas.
“Oh, genial Beca. Tu lado borde tenía que salir
justamente ahora. Genial eh.”
Farfullé un par de insultos en voz baja mientras me
levantaba del suelo y secaba mis lágrimas. Me fui andando con parsimonia hasta
mi casa y lo único que hice cuando llegué fue meterme en mi cama y finalmente
tras muchas lágrimas, conseguí quedarme dormida.
Los saltos de mi primo sobre mi cama me despertaron. Abrí los ojos, aún rojos de haber llorado, y
me encontré con la sonrisa de mi primo a pocos centímetros de mi cara, sonrisa
que se borró en cuanto me vio. Suspiré y me tapé con la manta hasta la cabeza,
no quería escuchar las preguntas con las que me iban a acosar y mucho menos que
me dijeran cualquier tontería sobre mi carácter. Esperé a sentir como mi primo
se levantaba de la cama pero no lo hizo. Poco a poco fui bajando la manta y me
volví a encontrar con su mirada.
-¿Qué ha pasado?
-Soy… soy idiota. Eso es lo que ha pasado. –Le conté a mi
primo todo lo que pasó la noche anterior mientras él sólo asentía y me miraba
fijamente. –Y eso es todo lo que ha pasado. –Dije cuando terminé de contarle la
pelea con Niall.
-Vale. Te diría que tu carácter es un asco, pero no voy a
deprimirte más. –Resoplé y volví a taparme. –Escucha Beca, no pasa nada. El
rubito sólo es un chico. No es el fin del mundo ¿vale?
-Sí.
-Bien, pues ahora vamos. Os invito a comer.
-¿A comer?
-Sí, son las una y media. –Miré alarmada el reloj de mi
mesilla y me levanté casi en el acto. Me puse una coleta alta y un pantalón
largo con una camiseta de manga francesa y salí al salón donde mi hermana nos
esperaba con una sonrisa. Fuimos a un restaurante italiano del centro donde
Will ya había reservado mesa. Nos sentamos y pedimos un plato de pasta para
cada uno.
-Pues yo creo que sí te quiere. –La voz de mi hermana rompió
el silencio. Mi primo y yo dejamos de comer para centrar la mirada en mi
hermana que siguió comiendo como si no hubiese dicho nada.
-Perdona, ¿qué?
-Que te quiere, o por lo menos le gustas. Si no le gustaras,
¿crees que habría ido a casa en mitad de la noche a verte? –Mi primo asentía
pensativo justo enfrente de mí y clavé mis ojos en él.
-Ni se te ocurra darle la razón.
-La tiene prima. Yo no voy a casa de una chica en mitad de
la noche sólo por que sea una amiga normal. –Suspiré y pedí la cuenta a una
camarera que pasaba por ahí.
-Pues yo no pienso eso.
-Beca, al menos reconoce las verdades. –Mi hermana volvió a
retomar la palabra y a centrar la atención de la mesa.
-Deja de decir tonterías, ¿quieres? –La chica trajo la
cuenta y se la llevó en cuanto puse un billete de 50 libras en ella. A los
pocos segundos me trajo la cuenta y nos fuimos a la estación de trenes para
despedir a Will.
Mientras caminábamos en silencio hacia allí un camiseta
verde llamó mi atención, esa camiseta la había visto yo antes. Levanté un poco
más la mirada y me encontré su sonrisa, pero no estaba dirigida a mí, sino a
una preciosa chica rubia que caminaba agarrada de su mano. Yo observé la escena
parada a unos metros de distancia. Mi hermana también lo vio y llamó la
atención de mi primo para que también mirara.
-Sí, Vicky, me quiere muchísimo. –Dije con lágrimas en los
ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario