viernes, 15 de febrero de 2013

CAPÍTULO 9


Después de saborear un rato sus labios fui consciente de lo que estaba haciendo y me aparté de él.
-Niall… ya ha dejado de llover. Puedes irte. –Él fijó sus ojos en los míos y bajé la cabeza evitando su mirada.
-Beca…
-No, nada de explicaciones. Esto no ha pasado. Tu novia es la rubita operada y yo sólo soy una compañera de clase. –Él rió en voz baja se acercó a donde yo estaba. Pude percibir aún unas cuantas gotas de lluvia que se deslizaban por su pelo. Sentía su aliento pegado a mi cuello y resopló un par de veces antes de acercarse, aún más, a mi oído.
-Al parecer es verdad que los besos de las españolas son los mejores. –Me dio un suave beso en la mejilla y se alejó. –Mañana nos vemos.
-Adiós. –Salió del apartamento en medio minuto y yo me fui a mi cuarto. Me tumbé en mi cama a pensar y eso fue lo que hice toda la noche. Las horas pasaron más lentas que nunca, y yo seguía sin poder dormir, cada vez que cerraba los ojos volvía a revivir el beso con Niall y las mariposas de mi estómago parecían querer salir y revolotear por toda mi habitación.
“Déjalo ya, ¿quieres? Un beso, ha sido un maldito beso. Nada más. No pienses más en eso, él no va a dejar a la chica operada por ti, no lo va a hacer. Así que deja ya de pensar en él, cierra los ojos y duerme; mañana va a ser un día muy largo”.
Y, por primera vez en mis 17 años de vida, hice caso a lo que mi cerebro decía. Dejé de pensar en él y en el beso. Cerré los ojos y, cuando el reloj marcaba las cinco menos cuarto, me dormí.
Cuando abrí los ojos el reloj aún marcaba las seis de la mañana. Escuchaba tronar desde mi cuarto y suspiré levantándome de mi cama. Fui a la cocina a preparar algo de desayuno y acabé por prepararme  un tazón de cereales. Me senté en el sofá y fijé la mirada en el televisor apagado. Veía mi reflejo en él y suspiré. Tenía ojeras por no haber dormido y el pelo totalmente alborotado. Un relámpago iluminó toda mi casa y yo me agarré con fuerza a mis rodillas, enterrando la cabeza en el pequeño hueco que había.
Al cabo de una hora decidí arreglarme, me recogí el pelo en un moño  y me puse un pantalón largo y una sudadera. Cogí la mochila y el móvil y me fui andando con parsimonia hacia el instituto.
Las risas de Josh y Tom resonaban por todo el aula y estaban acompañadas por las agudas voces de un par de chicas; abrí la puerta y centré la vista en mi sitio y en Julie que estaba sentada sobre el radiador mientras miraba por la ventana. Me acerqué a ella con una sonrisa fingida y la abracé en forma de saludo.
-¿Estás bien? –Asentí aún pegada a su pecho y ella me abrazó con más fuerza. –No has dormido, se te nota bastante. Si quieres contarme algo aquí me tienes. –Me separé de ella y empecé a contarle lo que había pasado con Niall y el paseo con Harry del viernes. Cuando acabé ella lo único que hizo fue sonreír y abrazarme de nuevo, ella sabía perfectamente que era lo que necesitaba.
La puerta se abrió y apareció Harry. La sonrisa era presente en su rostro y a mí me salió una sonrisa espontánea nada más verle, sonrisa que se esfumó cuando vi asomar la figura de Niall agarrada de la mano de su preciosa novia rubia.
-No te preocupes, esos dos no duran ni dos minutos. Ella es muy “sociable”. –Reí ante su metáfora y centré la mirada en el grupo de chicos, que empezaron a alzar la voz más de lo normal.
-Niall, se comenta que la nueva besa bastante bien. –Una de las chicas que estaba riendo con Josh y Tom cuando entré a clase centró toda la atención del grupo, que segundos más tarde miró intrigado a Niall.
-¿Qué quieres decir con eso? –La rubita operada agarró el brazo de Niall con fuerza y él la miró sonriendo.
-Rachel, tranquila. No ha pasado nada. –Vi como Niall me buscaba con la mirada, y cuando lo hizo bajó la cabeza y pude ver como vocalizaba un ‘lo siento’. –Sabes que no es mi tipo, demasiado sosa, aburrida. Es una empollona. Me gustas más tú. –Y lo último que pude ver antes de salir corriendo de clase fue como estampaba sus labios en los labios de la chica.

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