domingo, 10 de febrero de 2013

CAPÍTULO 8.


¿Alguna vez habéis sentido como si os clavaran miles de puñales a la vez? Bien, pues así me sentía yo en ese instante. La distancia entre nosotros cada vez era más corta, pero yo estaba paralizada, analizando cada movimiento que hacía Niall hacia la rubia. Él le apartó un mechón de la cara mientras ella reía con fuerza por algo que le había dicho. Cuando apenas estaban a medio metro de mí hice reaccionar a mi cuerpo y entré en la tienda que tenía a mi derecha acompañada de mi primo y mi hermana.
-Puedo volver solo si quieres. –Escuché a mi primo hablar detrás de mí y me volví con una enorme sonrisa falsa.
-No, vuelve con Vicky. Yo iré a casa dentro de un rato. Buen viaje, Will. Espero verte más. –Y le abracé con más fuerza que nunca. Él sólo acarició mi pelo y me susurró un débil ‘te quiero’.
Salí de la tienda y empecé a andar sin rumbo fijo. Iba pasando las calles con rapidez, perdiéndome en los barrios de Londres; la gente pasaba a mi lado con prisa, sin percatarse de mis lágrimas. Paré en una calle que estaba desierta y me senté en la acera. Respiré hondo y fijé la vista en el cielo que llevaba un par de minutos descargando lluvia. Sentí las gotas estrellarse en mi cara pero no hice nada por evitarlo.
-Te vas a poner mala. –Me di la vuelta y vi su mojado flequillo negro que le tapaba los ojos.
-¿Kara? ¿Qué haces aquí?
-Vivo ahí arriba –Señaló uno de los bloques y me sonrió. – ¿Y tú qué haces aquí?
-Estaba dando una vuelta y he llegado hasta aquí, el destino quizá.
-No creo en el destino. –La miré intrigada y sonreí. –Bueno, quiero decir, todo ocurre por algo. –Asentí pensativa. Tenía razón.
-Kara, me tengo que ir, que mi hermana está sola en casa. Mañana nos vemos. –La abracé y me levanté de un salto. Empecé a andar hacia mi barrio mientras el cielo se hacía cada vez más negro y la lluvia era más intensa.
Llegué a mi casa en unos veinte minutos. Mi hermana estaba en el salón hablando con alguien por teléfono y yo fui a cambiarme a mi cuarto.
Me puse el pijama y un jersey ancho que me traje de mi mejor amigo. No tenía ganas de cenar, ni si quiera de ver la televisión,  así que me asomé a la puerta del salón y me despedí de mi hermana con la mano que me contestó con una sonrisa. Me fui a mi cuarto y me metí en la cama a pensar todo lo que pasaría mañana.
Fue entonces cuando recordé a la chica rubia. Era una de las chicas operadas que entraron detrás de ellos el primer día. Golpeé con rabia la almohada, farfullé un par de insultos hacia ella y me dormí.
En medio de la noche escuché el timbre del portal, me desperecé en mi cama y me levanté soñolienta. Miré el cuarto de mi hermana que dormía plácidamente y me acerqué extrañada hacia el telefonillo.
-¿Quién es? –Mi voz sonaba ronca a causa del sueño.
-¿Puedes abrir Beca? Me estoy empapando. –Me quedé paralizada en el telefonillo, sin saber qué hacer. ¿Qué hacía él ahí? Suspiré y pulsé el botón que abría la puerta de abajo. Me recogí el pelo en un moño y fui hacia la entrada para abrirle la puerta.
Su pelo rubio caía empapado sobre su cara y yo suspiré haciéndome a un lado para que pudiera entrar en el salón. Saqué una toalla del armario y un chándal de mi padre y se lo di sin llegar a mirarle a la cara.
-Gracias. Iba camino a mi casa y empezó a llover… -Levanté la mano indicándole que parara y me miró.
-No me interesa. Enciende la tele y cuando pare de llover te vas. Buenas noches. –Me quité el moño y me fui a mi cuarto, escuché como suspiraba y se sentaba en el sofá. Yo me eché en mi cama  y me quedé mirando el oscuro techo.
Al cabo de un par de minutos resoplé y me levanté a coger un par de mantas de mi cajón. Me dirigí al salón y lo vi tumbado en el sofá. Me acerqué a él y sonreí, estaba tan guapo dormido, bueno, y despierto. Bueno, él siempre estaba guapo. Suspiré y cogí la manta que había traído y se la eché por encima.
-Ahora mismo sólo te besaría y dormiría contigo, y sin embargo… -Me di la vuelta mientras lo dejaba dormir plácidamente.
-Y sin embargo, tuviste que fastidiarlo. –Estaba en la puerta del salón cuando lo escuché hablar, me giré hacia él.
-Lo siento. –Él sonrió y se incorporó en el sofá.
-Te vi esta mañana. –Lo miré asombrada y me senté en el sillón que había enfrente de él. Suspiré. –Bueno, después de que pasara eso anoche, la llamé y no sé cómo pero acabé invitándola a comer.
-No tienes que darme explicaciones. No somos nada. –Me levanté del sillón y me dirigí a mi cuarto hasta que él me agarró del brazo y me giró.
-Siempre tienes que fastidiar todos nuestros momentos.
-Tengo un máster en fastidiar momentos. –Hasta que no sonrió no me percaté de lo cerca que estaba su boca de la mía. Miré sus ojos y justo después pude sentir sus labios junto a los míos.

1 comentario:

  1. *.* se para y aplaude enserio!!! como haces novelas tan tan tan perfectas? eres genial escribiendo y en todo aish <3

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