¿Alguna vez habéis sentido como si os clavaran miles de
puñales a la vez? Bien, pues así me sentía yo en ese instante. La distancia
entre nosotros cada vez era más corta, pero yo estaba paralizada, analizando
cada movimiento que hacía Niall hacia la rubia. Él le apartó un mechón de la
cara mientras ella reía con fuerza por algo que le había dicho. Cuando apenas estaban a medio metro de mí
hice reaccionar a mi cuerpo y entré en la tienda que tenía a mi derecha
acompañada de mi primo y mi hermana.
-Puedo volver solo si quieres. –Escuché a mi primo hablar
detrás de mí y me volví con una enorme sonrisa falsa.
-No, vuelve con Vicky. Yo iré a casa dentro de un rato. Buen
viaje, Will. Espero verte más. –Y le abracé con más fuerza que nunca. Él sólo
acarició mi pelo y me susurró un débil ‘te quiero’.
Salí de la tienda y empecé a andar sin rumbo fijo. Iba
pasando las calles con rapidez, perdiéndome en los barrios de Londres; la gente
pasaba a mi lado con prisa, sin percatarse de mis lágrimas. Paré en una calle
que estaba desierta y me senté en la acera. Respiré hondo y fijé la vista en el
cielo que llevaba un par de minutos descargando lluvia. Sentí las gotas
estrellarse en mi cara pero no hice nada por evitarlo.
-Te vas a poner mala. –Me di la vuelta y vi su mojado
flequillo negro que le tapaba los ojos.
-¿Kara? ¿Qué haces aquí?
-Vivo ahí arriba –Señaló uno de los bloques y me sonrió. – ¿Y
tú qué haces aquí?
-Estaba dando una vuelta y he llegado hasta aquí, el destino
quizá.
-No creo en el destino. –La miré intrigada y sonreí. –Bueno,
quiero decir, todo ocurre por algo. –Asentí pensativa. Tenía razón.
-Kara, me tengo que ir, que mi hermana está sola en casa.
Mañana nos vemos. –La abracé y me levanté de un salto. Empecé a andar hacia mi
barrio mientras el cielo se hacía cada vez más negro y la lluvia era más
intensa.
Llegué a mi casa en unos veinte minutos. Mi hermana estaba
en el salón hablando con alguien por teléfono y yo fui a cambiarme a mi cuarto.
Me puse el pijama y un jersey ancho que me traje de mi mejor
amigo. No tenía ganas de cenar, ni si quiera de ver la televisión, así que me asomé a la puerta del salón y me
despedí de mi hermana con la mano que me contestó con una sonrisa. Me fui a mi
cuarto y me metí en la cama a pensar todo lo que pasaría mañana.
Fue entonces cuando recordé a la chica rubia. Era una de las
chicas operadas que entraron detrás de ellos el primer día. Golpeé con rabia la
almohada, farfullé un par de insultos hacia ella y me dormí.
En medio de la noche escuché el timbre del portal, me
desperecé en mi cama y me levanté soñolienta. Miré el cuarto de mi hermana que
dormía plácidamente y me acerqué extrañada hacia el telefonillo.
-¿Quién es? –Mi voz sonaba ronca a causa del sueño.
-¿Puedes abrir Beca? Me estoy empapando. –Me quedé
paralizada en el telefonillo, sin saber qué hacer. ¿Qué hacía él ahí? Suspiré y
pulsé el botón que abría la puerta de abajo. Me recogí el pelo en un moño y fui
hacia la entrada para abrirle la puerta.
Su pelo rubio caía empapado sobre su cara y yo suspiré haciéndome
a un lado para que pudiera entrar en el salón. Saqué una toalla del armario y
un chándal de mi padre y se lo di sin llegar a mirarle a la cara.
-Gracias. Iba camino a mi casa y empezó a llover… -Levanté
la mano indicándole que parara y me miró.
-No me interesa. Enciende la tele y cuando pare de llover te
vas. Buenas noches. –Me quité el moño y me fui a mi cuarto, escuché como
suspiraba y se sentaba en el sofá. Yo me eché en mi cama y me quedé mirando el oscuro techo.
Al cabo de un par de minutos resoplé y me levanté a coger un
par de mantas de mi cajón. Me dirigí al salón y lo vi tumbado en el sofá. Me
acerqué a él y sonreí, estaba tan guapo dormido, bueno, y despierto. Bueno, él
siempre estaba guapo. Suspiré y cogí la manta que había traído y se la eché por
encima.
-Ahora mismo sólo te besaría y dormiría contigo, y sin
embargo… -Me di la vuelta mientras lo dejaba dormir plácidamente.
-Y sin embargo, tuviste que fastidiarlo. –Estaba en la
puerta del salón cuando lo escuché hablar, me giré hacia él.
-Lo siento. –Él sonrió y se incorporó en el sofá.
-Te vi esta mañana. –Lo miré asombrada y me senté en el
sillón que había enfrente de él. Suspiré. –Bueno, después de que pasara eso
anoche, la llamé y no sé cómo pero acabé invitándola a comer.
-No tienes que darme explicaciones. No somos nada. –Me levanté
del sillón y me dirigí a mi cuarto hasta que él me agarró del brazo y me giró.
-Siempre tienes que fastidiar todos nuestros momentos.
-Tengo un máster en fastidiar momentos. –Hasta que no sonrió
no me percaté de lo cerca que estaba su boca de la mía. Miré sus ojos y justo
después pude sentir sus labios junto a los míos.
*.* se para y aplaude enserio!!! como haces novelas tan tan tan perfectas? eres genial escribiendo y en todo aish <3
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