¿Había oído bien o mi subconsciente me había tomado el pelo?
Sonreía como una idiota, y la gente que pasaba a mi lado me miraba extrañada,
pero qué más daba. Me acababa de decir que le encantaba. Sonreí aún más. Hice
reaccionar a mis piernas y subí a mi piso lo más rápido posible. Me puse la
música lo más fuerte que el altavoz permitiera y empecé a dar saltos por todo
el salón. En esos momentos agradecí vivir en un primero, porque no quería saber
cómo estarían los vecinos de abajo después de mi recital de saltos. Estaba
emocionada, como no había estado en mucho tiempo y, realmente, ni siquiera sabía
por qué. Vale sí, uno de los chicos más guapos que había visto en mucho tiempo
me acababa de decir que le encanto, pero ¿por qué me había hecho tanta ilusión?
“Quizá porque a ti también te encante” Una pequeña voz gritaba
eso desde el interior de mi cabeza y, quizá, estuviera en lo cierto. Me tumbé
en el sofá dejando que la música siguiera envolviendo el ambiente y me puse a
pensar. En mi cabeza apareció la imagen de Harry ayer mirándome en el London
Eye y, apenas un segundo después, apareció la imagen de mi abrazo con Niall, y
volvieron escalofríos que provoca cuando está a unos cuantos centímetros de mí.
-Bien, querido cerebro, ¿y ahora qué hago? Y como me sueltes
que siga a mi corazón te destrozo a base de golpes. Harry me recuerda tanto a
Lucas y no puedo permitirme otro fallo como ese, pero aún así es muy dulce. Y
Niall es tan… bueno, Niall. Podrías ayudar un poco, ¿no? –Miré a mí alrededor y
empecé a reírme. Cualquiera que me viera pensaría que estaba loca, estaba
hablando con mi cerebro como quién habla con un amigo o un familiar.
Me incorporé del sofá y apagué la música. El reloj del salón
marcaba las doce y media así que me puse a preparar algo de comer. Acabé haciéndome
un sándwich y me fui al salón a ver la tele mientras comía.
Me pasé la tarde haciendo el vago, viendo vídeos en Youtube
y recogiendo un poco mi cuarto. Cuando dieron las nueve el timbre de mi casa
resonó con fuerza y fui a abrir con rapidez. Mi hermana y Will venían cargados
de bolsas y yo me sorprendí al verlos.
-Son sólo un par de tonterías. –Mi hermana soltó todo en el
sofá y fue a la cocina a por algo de beber para ella y mi primo.
-¿Un par? Habéis arrasado con Londres entero. –Ambos rieron
y yo los miraba desde la puerta del salón. –No tiene gracia, la estás
malcriando Will.
-Vamos, también hay cosas para ti.
-Ah bueno, entonces
podéis seguir comprando así, siempre que queráis. –Los tres nos reímos y empecé
a rebuscar en las bolsas para ver que habían comprado. Pude contar más de diez
camisetas y unos cinco pantalones para mi hermana. Mi primo se había comprado
una sudadera y un par de gorras, y a mí me habían comprado un par de vestidos y
camisetas para salir de fiesta. Sonreí y fui a mi cuarto a guardarlas.
-Beca, me voy a casa de los abuelos, mañana por la mañana
vengo a despedirme. –Escuché a mi primo gritar desde el salón, pero antes de
que pudiera contestarle se escuchó cerrarse la puerta del piso. Salí de mi cuarto hacia el cuarto de mi
hermana donde estaba guardando su ropa y me senté en la cama. Necesitaba hablar
con ella sobre lo que había estado pensando esta mañana.
-¿Vas a empezar a contar ya, o me vas a hacer suplicar?
-Me ha dicho que le encanta mi sonrisa y que el encanto yo.
Vicky, no sé qué hacer; vale, algo hay ahí con Harry, pero lo que siento con
Niall es distinto. –Suspiré.
-Entonces, ¿te gustan los dos chicos más guapos de todo el
instituto?
-Creo que sí.
-¿Y tú le gustas a ellos?
-De eso no estoy tan segura. –Mi hermana estrelló un cojín
contra mi cabeza y rió.
-Claro que les gustas. Está bien, según he leído en las
novelas esas románticas que tienes en tu cuarto, tienes que irte con el que te
haga sentir mariposas en el estómago. –Cuando terminó la frase puso cara de
asco y me hizo reír. Mi hermana nunca había sido de esas chicas cursis, todo lo
contrario a mí.
-Ese es el problema. Esas mariposas que tú dices, a mí me
salen con los dos.
-Pero Niall es el que más te gusta. –La miré extrañada
esperando una explicación y ella se sentó a mi lado mirándome fijamente. –Esta mañana,
en la cafetería, no apartabas la mirada de él, y te pones roja cuando hablas de
él. –Noté como subía la temperatura de mis mejillas y mi hermana empezó a reír.
-¿Ves lo que te digo?
-Pero Harry…
-No me vengas con peros. –Me abrazó con fuerza y sonreí. Se
parecía tanto a mi madre, sentí las lágrimas a punto de salir cuando la imagen
de mi madre apareció en mi mente y luché por contenerlas.
-Venga a dormir ya, que mañana tenemos que levantarnos
temprano para despedirnos de Will.
-No quiero que se vaya. –Sonreí y besé la mejilla de mi
hermana.
-Podríamos adoptarle. –Ambas reímos y yo me fui a mi cuarto
a intentar dormir. Pero justo cuando iba a meterme en la cama el tono de mi
teléfono sonó. Y corrí a cogerlo.
-¿Diga?
-Hola pequeña.
-Hola Niall. ¿Qué tal el partido?
-Bien, he marcado un gol, y se lo he dedicado a la chica con
la sonrisa más bonita.
-Tendrás que presentármela, yo también la quiero conocer. –Escuché
una débil risa al otro lado del auricular y sonreí.
-¿Estás muy ocupada?
-No. ¿Por qué?
-Estoy en tu portal, ¿te importaría bajar? –Me asomé a la
ventana y lo vi, pude distinguir su pelo rubio gracias a la luz de una pequeña
farola. Venía vestido con la equipación del Chelsea y me hizo reír. Cuando se
dio cuenta de que estaba mirándole en la ventana me saludó y sonrió. –Te espero
aquí. Quiero contarte una cosa.
-Ahora bajo.
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