domingo, 28 de abril de 2013

CAPÍTULO 59



Me tensé en la cama, apoyándome en el cabecero. Tosí un par de veces para aclararme la voz.
-Perdón cariño, pensaba que eras él.
-¿Te ibas a ir de fiesta con él o algo por el estilo?
-Me ha invitado hace unos minutos y… -Suspiré, no tenía excusa. Si me hubiera ido de fiesta con Louis no habría llamado a Niall, pero no iba a pasar nada con él. Es como mi mejor amigo desde el día de mi cumpleaños, nada más que eso. Niall bufó al otro lado de la línea.
-Da igual.
-¿Querías algo?
-No, nada. Hasta mañana. –Colgó sin darme tiempo a despedirme y yo me quedé mirando la pantalla del móvil. Se había enfadado, por semejante idiotez. Ni que él no se fuera de fiesta con sus amigos sin avisar, imbécil. Resoplé cabreada y marqué el número de Kara.
Un toque. “A lo mejor está dormida…” Dos toques. “O con Harry…”. La idea apareció en mi cabeza de la nada revolviéndome el estómago y haciendo que mis tentativas de colgar se hicieran aún más intensas. Tres toques. Y ella por fin descolgó el teléfono
-¡Hola Beca!
-¿Molesto?
-¡Para nada! ¿Qué pasa? ¿Estás bien? –Me miré en el espejo que presidía mi cuarto y podía ver el cansancio plasmado en mi cara.
-Sí, estoy bien. Sólo quería hablar un rato con alguien, nada importante. ¿Cómo estás?
-Muy bien, acabo de llegar a mi casa.
-¿Una noche divertida con Harry? –Intenté fingir una risa pero escuché su suspiro al otro lado del auricular.
-No, justamente con Harry no. –Abrí mis ojos de par en par y mi boca se abrió por la sorpresa.
-¿Co- cómo?
-El chico del cine. –Ella rió mientras yo seguía perpleja en mi habitación. –Me lo he vuelto a encontrar esta noche, me invitó a unas copas, una cosa llevó a la otra, fuimos a su casa a tomar la última y acabamos haciéndolo en el sofá.
-No quiero detalles. –Ella volvió a reír.
-Es que… necesitaba cambiar de aires una noche. No quería la monotonía de la cama de Harry.
-Kara, ¿en serio?
-Sí, mañana hablaremos, ni una palabra a Harry, ¿prometido?
-Vale. –Colgué el teléfono y me tumbé en la cama. No me lo podía creer, la que tan enamorada estaba de él, lo estaba engañando.
“No puedes hablar cuando tú has hecho lo mismo”
“Ya… pero no es lo mismo.”
“¿Ah no? ¿No estás enamorada de Niall y te acostaste con Harry? Es exactamente lo mismo, querida Beca.”
Aplasté mi cabeza contra la almohada intentando no pensar en eso y conseguí dormirme.
Las cinco y media de la mañana. Y yo con los ojos como platos. Podría llamar a alguien, pero me mandarían a la mierda. Resoplé y me conecté en Twitter. El último tweet de mis amigas había sido hacia más de 4 horas.
“Noche de insomnio, ¿alguien más?” Enviar tweet.
Actualicé un par de veces más el Twitter pero nada. Todos durmiendo. La vibración del móvil removió las sábanas y lo descolgué intentando no hacer mucho ruido.
-Yo también.
-Harry…
-Quizá no eras el que esperabas que estuviera despierto.
-No esperaba que nadie estuviese despierto a estas horas. –Escuché su débil risa y reí yo también. – ¿Cómo estás?
-Supongo que bien. ¿Tú?
-Igual. –Nos quedamos en silencio. Escuchaba su respiración tranquila al otro lado de la línea y me hacía estar tranquila a mí, era como si escucharle me relajara. Tosió un par de veces y lo escuché suspirar antes de volver a retomar la palabra.
-Yo… No sé qué decirte Beca. Dijiste que hiciéramos como si nada hubiera pasado.
-Lo sé Harry, no te preocupes.
-Pensé que volver con ella me ayudaría a no tenerte cada minuto en mente, pero es imposible. Pero te veo con Niall y estás tan feliz, me encanta verte así, aunque sea con él.
-Hiciste lo mejor… -Sólo que ahora tu novia te está poniendo los cuernos. Me mordí la lengua y respiré profundamente, tenía la urgente necesidad de decírselo, pero al mismo tiempo no podía hacerlo, no sólo por la promesa que le había hecho a Kara, sino porque no me iba a creer, ¿qué motivos tiene para creerme?
-Lo mejor sería que fueras tú la que ocupara cada noche el lado izquierdo de mi cama. –Sentí como mi pecho se encogía y me esforcé por no llorar.
-Yo soy más del lado derecho, Harry.
-Cambiaría mi lado de la cama por ti. –Podía verlo sonreír ahora mismo, tumbado en su cama, con la mano detrás de sus rizos mientras miraba al techo repleto de pósters. Yo sonreí inconscientemente, acurrucándome en la cama y aferrando el teléfono con fuerza a mi oído mientras escuchaba la respiración lenta y calmada de Harry en el otro lado. 

sábado, 27 de abril de 2013

CAPÍTULO 58




-Debería volver a casa. –Me levanté de un salto y alisé su sudadera y me fui a su cuarto para coger mis pantalones. Escuchaba sus pisadas detrás de mí y me paré en la puerta de su cuarta para mirarlo sonriendo. -¿Qué quieres?
-A ti. No te vayas, quédate a cenar, y a dormir. –Negué con la cabeza y me embutí en mis vaqueros. –Vamos… sólo una noche. –Besé sus labios y me aparté con una sonrisa.
-No. Mañana damos una vuelta ¿vale? –Él resopló y yo revolví su pelo divertida. –Hasta mañana. –Salí a la calle y me alisé el pelo como pude. Metí las manos en los bolsillos de la sudadera y sonreí. Di un par de vueltas por los alrededores de mi casa hasta que finalmente entré al edificio. Decidí subir a la azotea, y ver el atardecer de Londres. Cuando llegué sonreí al ver el pelo castaño de mi hermana en la barandilla mirando el Big Ben.
Me acerqué y me puse a su lado, abrazándola con fuerza. Envolviéndola con el olor de Niall. Ella me abrazó también. No necesitábamos hablar para entendernos a la perfección. Su mirada me decía claramente que pasaba algo. Algo importante.
-Cuéntame.
-No puedo, Beca. Se lo he prometido a papá. –Resoplé y aparté un par de mechones que se habían quedado en su cara. Ella suspiró y se sentó en el suelo, yo repetí su acción. –No quiero ir a clase el lunes.
-Vicky, aún es sábado. –Ella se encogió de hombros y rió, contagiándome la risa. Pasamos un par de horas más en la azotea, hasta que empezó a hacer frío. Bajamos y el olor a pizza casera recién hecha impregnaba todo el rellano. Mi hermana entró en casa corriendo y se sentó en el sofá sirviéndose un par de trozos. Yo negué divertida y me senté a su lado cogiendo otro trozo. Mi padre nos miraba sonriendo desde la puerta del salón, yo lo miré fingiendo una sonrisa y él se marchó a su cuarto.
“Lo siento papá, pero a mí no me vas a ganar con un par de trozos de pizza requemada.” Resoplé acomodándome en el sillón, mientras mi hermana ponía una serie y se tumbaba en el sofá. Al cabo de un par de minutos escuché los ronquidos de mi padre. Y una hora más tarde, mi hermana era la que roncaba en el sofá. Quité la serie poniendo una película de acción que acababa de empezar.
Las horas pasaron con rapidez mientras la película cada vez se ponía más interesante. De repente la vibración de mi móvil me alejó de la trama de la película y yo dejé que vibrara mientras intentaba centrarme en lo que pasaba. Un minuto después, volvió a vibrar. Y, después de un par de minutos más, de nuevo vibró. Bufé y saqué el teléfono de mi bolsillo. El nombre de Louis parpadeaba en la pantalla. Miré sorprendida la pantalla y sonreí descolgando.
-¿Qué quieres?
-¡Fiesta! –Gritó con tanta fuerza que tuve que apartar el auricular de mi oreja para no quedarme sorda. Reí. –Vamos. Estamos en la Fabric. Vente.
-No, paso. Hoy no me apetece salir.
-No me hagas ir a por ti.
-El viernes que viene. –Podía verle negar la cabeza y sonreír.
-Tú lo has querido. –Escuché un pitido de un coche y corrí a la ventana para verlo apoyado en un Toyota algo antiguo. Reí y lo saludé mientras él me hacía gestos para que bajara.
-No puedo, de verdad. –Lo escuché reírse en la oscura noche y me miró desde abajo.
-Me debes una noche de fiesta.
-Todas las que quieras.
-Te tomo la palabra. Hasta el lunes, enana.
-Adiós Louis. –Colgué y me quedé en la ventana viendo como su coche derrapaba en la calle y se perdía después de saltarse un par de semáforos. –Creo que me voy a la cama… -Suspiré, tapando a mi hermana con una manta y apagué la televisión.  Me fui a mi cuarto y me metí en la cama, aún sin quitarme la sudadera de Niall. Yo suspiré, alargando la mano para coger mi móvil que volvió a vibrar en la mesita de noche.
-Deja de llamarme Louis, no voy a ir de fiesta hoy. –Reí en voz baja.
-No soy Louis. 

lunes, 22 de abril de 2013

CAPÍTULO 57




Niall me besaba con dulzura mientras me dejaba en la cama. Yo abracé su cuello y rodeé su cadera con mis piernas acercándolo aún más a mí. Él empezó a besarme el cuello, deslizando sus manos con suavidad por mi espalda, deteniéndose en el borde de mi sujetador. Lo desabrochó en medio segundo mientras besaba mis pechos y yo me sonrojé.
Capturó mis labios en un dulce beso y se deshizo de sus pantalones ágilmente. Me mordí el labio mientras me apretaba contra él y sentí perfectamente la emoción de Niall. Reí en voz baja. Él alargó el brazo y rebuscó algo en el cajón. Sacó un condón y me sonrió, mientras yo negaba divertida. Se lo colocó y sentí como entró en mí. Arqueé la espalda dejando escapar un leve grito mientras él se movía dentro de mí.
Sentía el sudor cayendo por mi frente, mientras él me besaba y se movía con rapidez. Niall se acercó a mi oído mientras respiraba agitado, pude escuchar un leve susurro pero no logré entender lo que decía, acto seguido él gimió con delicadeza en mi oído y me estremeció. Yo le acaricié la espalda, descargando todo el placer en esas caricias. Volvió a moverse con rapidez y yo grité con fuerza. Miré su cara y estaba empapada en sudor, al igual que estaba la mía, sonreí. Lo agarré del cuello, mientras lo besaba con fuerza y dejaba que nuestras lenguas jugaran a su antojo. Gemí cuando lo sentí salir y él besó mi frente antes de tumbarse a mi lado y me rodeó con sus brazos, abrazándome con tranquilidad.
Me acurruqué en su pecho y el acarició mi pelo, escuchaba su respiración tranquila en mi pecho y yo sonreía escuchando los latidos de su corazón, iba lento, con parsimonia. Un par de minutos después lo miré y se había quedado completamente dormido. Me levanté con cuidado de la cama para no despertarle, me puse una sudadera de Niall, mis bragas y salí al jardín. Dejé que las gotas de lluvia impactaran en mi cara mientras yo sonreía. El sonido del teléfono me alejó de la tranquilidad del momento y entré dentro de la casa corriendo para cogerlo.
-¿Diga?
-¿Quién eres? –Era la voz de una mujer la que sonaba al otro lado del teléfono, ¿una mujer llamando a mi casa? Golpeé mi frente recordando que era la casa de Niall y sonreí.
-Soy Beca, ¿tú?
-¡Oh, Beca! He oído hablar mucho de ti. Perdona, soy Maura, la madre de Niall. ¿Está por ahí? –Reí avergonzada.
-Está durmiendo, ¿quiere que le deje algún recado?
-Sólo dile que el sábado iré a comer con él. Me encantaría que tú también estuvieras, cariño.
-Será un placer. –Sonreí. Parecía una mujer muy simpática.
-Bueno cariño, me tengo que ir. Hasta el sábado.
-Hasta el sábado. –Colgué el teléfono y me quedé en silencio en el salón. ¿Qué podía hacer? Empecé a pasear por toda la casa. Era enorme. Cuando terminé de recorrer todas las habitaciones volví al cuarto de Niall. Seguía durmiendo como un angelito. Reí y me senté sobre su cintura mientras repartía besos por toda su cara.
-Despierta dormilón. –Él se retorció en la cama pero acabó abriendo los ojos. Sonrió agarrándome las muñecas y poniéndome bajo él. –No creo que aguante de nuevo. –Él rió con fuerza. Y me besó con fuerza. –Ha llamado tu madre. –Se quedó callado un par de segundos hasta que reaccionó.
-¿Qué quería?
-Vendrá a comer el sábado, me ha invitado también a mí. –Sonreí. –Así que conoceré a tu madre el sábado.
-No. –Niall se levantó de la cama y se vistió con rapidez.
-¿Cómo que no?
-Que no conocerás a mi madre, ni vendrá a comer. –Agarró el teléfono y empezó a marcar números con rapidez. Yo cogí el teléfono y colgué mirándolo a los ojos.
-Niall, para. Comeremos el sábado. Quizá tu madre quiera arreglar todo contigo. –Él resopló y se sentó en el sofá. Yo me senté en sus piernas besando su mejilla. –Saldrá bien. Lo prometo. –Él sonrió y besó mis dedos, mientras me hacía cosquillas.
-Te quiero españolita. -Reí, juntando mi nariz con la suya y él besó mis labios, saboreándolos con ganas y cada vez con más intensidad.

sábado, 20 de abril de 2013

CAPÍTULO 56



Llamé al timbre un par de veces y, después de escuchar el sonido que me indicaba que acababan de abrir, entré corriendo para resguardarme de la lluvia que estaba calmándose. Sus fuertes brazos agarraron mi cintura y me hicieron entrar dentro del salón mientras yo reía a carcajadas.
-Menuda sorpresa.
-¿No te gusta? –Puse cara triste y el besó mi frente.
-Me encanta. –Sonreí saltando encima de él besándole.
-Había pensado comer contigo, y jugar a la play. ¿Qué te parece?
-Genial. –Nos sentamos en el sofá y empezamos a ver un programa de risa mientras Niall jugaba con mis manos y yo me recostaba en sus piernas. Él acarició con parsimonia mi espalda hasta detenerse en el borde de mi pantalón, y volvió a subir recorriendo mi columna vertebral. Mis ojos se cerraban pero me obligaba a mi misma a mantenerme despierta. No sé bien cuándo pasó, pero acabé durmiéndome y, cuando me desperté, estaba envuelta en las sábanas de Niall.
Apreté la almohada contra mi nariz y aspiré. Olía a él. Sonreí y me revolví en la cama, impregnándome de su olor. Me quedé en silencio inspeccionando su cuarto. Encima de la mesilla tenía una foto con gente de clase, la cogí para observarla con más tranquilidad y sonreí.
Niall salía en el centro de todos, rodeado por Josh y Tom. Encima de Niall estaba Julie subida a caballito y, al lado de ella, Kara. Louis estaba al lado de Rachel y ésta miraba a la cámara, con una de sus poses perfectas. Negué con la cabeza y dejé la foto en su sitio.
Sobre la cama había un corcho con miles de fotos más. Con Julie, con Josh, con Chris y un jugador del Manchester. Con Tom. De todo el grupo juntos. Una con Harry brindando un par de copas. Y, en el centro, una foto conmigo. Ninguno de los dos mirábamos a la cámara, es más, ambos estábamos perdidos en la mirada del otro, sonriendo como auténticos gilipollas. Cogí la foto y descubrí que nos la hicieron el día de mi cumpleaños, justo después de que me apartara de mi conversación con Louis. Apostaría lo que fuera a que fue él quién nos la hizo. Subnormal. Reí, dejando la foto en su sitio y me recosté en la cama.
 Escuché como se abría la puerta y vi su sonrisa aparecer. Traía una bandeja con un plato de pasta y yo me incorporé en la cama sonriendo.
-No te tenías que haber molestado. Es más, tenías que haberme despertado.
-Estabas preciosa dormida. Además, haces buena pareja con mi cama. –Beca, soy tu cerebro y te recuerdo que tienes que respirar. Le hice caso a mi cerebro y solté el aire aceleradamente.
-Creo que la hago mejor contigo. –Él acarició su barbilla y, al cabo de un par de segundos, asintió convencido.
-Definitivamente haces mejor pareja conmigo. –Reí.
Cuando acabamos de comer nos fuimos al salón para jugar la partida que le había prometido.  Me senté en un sillón y él en otro y nos miramos sonriendo sabiendo que, en realidad, íbamos a acabar en una batalla campal. Y nunca mejor dicho.
“Call of Duty”. Genial, me va a dar una paliza. Reí en mi mente y vi como Niall se concentraba en su asiento. Tosí un par de veces para captar su atención y él me miró asintiendo.
-Cuando quieras, rubito.
-Hagamos esto más interesante. –Lo miré y él me sonrió de forma pícara. –Cada vez que mueras tú, te quitas algo de ropa. Cada vez que muera yo, me quito algo de ropa.
-¿Qué? ¡No! Sabes que soy malísima, acabaré desnuda en un minuto.
-Eso quiero, pequeña. –Estampé un cojín contra su cabeza y él rió. -¡Vamos, cobarde!
-Vale. Vale. Acepto.
-Que comience el juego. –Niall pulsó start y, antes de darme cuenta, estaba dirigiendo a un muñeco en mitad de un terreno lleno de bombas. Empecé a disparar a todos lados mientras Niall reía. De pronto, mi mitad de la pantalla se volvió negra.
-No puede ser. ¿Ya? Bah, eso era el entrenamiento, no cuenta.
-Oh, sí. Sí que cuenta. –Bufé quitándome los zapatos.
-¿Qué? Los zapatos es una prenda. –Él suspiró sonriendo y volvió al juego. Yo hice lo mismo. Un par de minutos después, alcancé a Niall con una bala y se quitó los zapatos mientras me miraba encogiéndose de hombros. Reí con fuerza y volví al juego mientras negaba con la cabeza. Cinco minutos después, a Niall y a mí nos faltaban la camiseta y los zapatos.
-Si te mato, te quitas los pantalones. –Bufé sin apartar la mirada de la televisión y asentí resignada.
-Lo mismo dig… -De nuevo la pantalla en negro. Miré a Niall con asombro y él sonreía. -¡No puede ser! ¿Cómo lo has hecho?
-Es una buena táctica. –Rió y yo me recosté en el sofá suspirando. –Pantalones fuera, cariño.
-Te odio. –Reímos y me deshice de mis pantalones en medio segundo. Sentía la mirada de Niall recorriendo mis piernas y la temperatura en mi cuerpo cada vez subía más.
-Creo que sé un juego mejor. –Puso la partida en pausa y se levantó hasta donde yo estaba mientras lo miraba intrigada. Antes de poder reaccionar, estaba riéndome en los brazos de Niall en dirección a su cuarto. 

CAPÍTULO 55


-No parece que te haya sentado muy bien que Kara y Harry hayan vuelto. –Miré a Niall que estaba sentado un escalón por encima de mí.
-Sencillamente no me gusta ver sufrir a mis amigas. Lo que haga o deje de hacer el ricitos, me da igual. –Él sonrió y me abrazó besando mi pelo con tranquilidad. La brisa de Londres erizaba mi piel. Aunque el tacto de Niall también provocaba algunos de los escalofríos que atravesaban mi cuerpo.
-Me subo ya, rubito. –Me levanté y él lo hizo conmigo. Sonreí rodeando su cuello con mis brazos en impactando un beso en sus labios, que él correspondió con millones más. Reímos.
-Buenas noches, morena.
-Hasta el lunes. –Sacudí un poco su flequillo despeinándoselo y entré en mi edificio.
Subí las escaleras con agilidad y abrí la puerta de mi casa observando como el salón se iluminaba por la tenue luz de la televisión. Mi padre me miraba con una sonrisa y yo lo saludé con la mano antes de marcharme a mi cuarto. Paré en medio del pasillo y volví sobre mis pasos para hablar seriamente con él.
-¿Qué haces otra vez en Londres?
-Estoy cerrando un par de negocios.
-¿Cuánto tiempo?
-Dos días. El lunes me voy. –Sonreí. –Pero puede que haya noticias nuevas a final de mes. –Me centré por recordar que fecha era. 20 de octubre.
-¿A final de este mes o del que viene?
-A finales de noviembre. –Asentí y volví a andar hacia mi cuarto. Noticias nuevas. Si eso venía de la boca de mi padre, nunca eran buenas noticias. Me puse el pijama, que realmente se basaba en una camiseta ancha y un pantalón corto, y me metí en la cama. Había sido un día demasiado largo.
Maroon 5 me alejó de mi profundo sueño. Descolgué carraspeando un par de veces para volver a mi voz normal.
-¿Desayunamos?
-Julie, tía, estaba dormida.
-Pues ya te he despertado, vamos. En diez minutos estoy allí. –Colgó antes de darme tiempo a rechistar y me levanté de la cama.
Abrí la ventana de mi cuarto y la lluvia y el frío viento me espabiló por completo. Me puse un jersey, unos vaqueros y unas zapatillas de deporte. Recogí mi pelo en una coleta mal hecha, cogí algo de dinero y, tras avisar a mi padre que estaba en el salón haciendo un par de cuentas, salí de mi piso y me quedé esperando a Julie en mi portal, resguardándome de la lluvia. A los pocos minutos llegó ella. Me abrazó y empezamos a andar hasta una cafetería que había a pocos metros de mi casa.
Las mesas estaban vacías, y sólo había un par de ancianos sentados en la barra tomándose un café y comentando el partido de la tarde anterior. Nos sentamos en una de las mesas lejos de la puerta y nos quitamos la capucha. A Julie se le marcaban las ojeras a pesar de que había intentado disimularlas con un poco de maquillaje. Y a mí, supongo que también se me notaban demasiado. Pero ninguna dijo nada, simplemente nos sonreímos y empezamos a mirar la carta.
 -¿Qué os pongo chicas?
-Dos capuchinos. Y una napolitana de chocolate. –Julie me sonrió encogiéndose de hombros y yo reí en voz baja.
-Que sean dos. –La camarera nos sonrió y se fue a preparar nuestro desayuno. Julie dejó la carta sobre la mesa y se apoyó en su mano izquierda. –Cuéntame.
-Acabé llamándole yo. –Puse los ojos en blanco y resoplé. La camarera se acercó a nuestra mesa dejando los desayunos y le respondimos con una sonrisa. –Me mataba no hablar con él.
-¿Y bien? –Sonrió y dio un sorbo de su capuchino.
-Me dio su Skype, estuvimos hablando hasta las cinco. –Señaló sus ojeras y ahogué una risa.
-¿Está todo bien?
-Mejor que eso. –Sonreí bebiendo de mi taza. Me encantaba verla así y no como estaba la noche anterior.
-¿Qué hicisteis cuando nos fuimos Niall y yo? –Ella me miró sorprendida y mordió su napolitana.
-Harry se cabreó, así, de repente. Nos quedamos alucinando. Ni si quiera hablaba con Kara, iba detrás de nosotros todo el tiempo, farfullando insultos. –Me encogí de hombros poniendo los ojos en blanco.
-Necesita un buen psicólogo.
-Adivina a quién nos encontramos. –La miré intrigada y sonrió. –Al chico del cine. Preguntó por ti, bueno sus palabras exactas fueron: “¿Y vuestra sexy amiga?” –Julie imitó la voz del chico de tal manera que me hizo estallar en una carcajada.
-¿Dijo sexy?
-Bueno, no. Pero quería darle intensidad a la historia. –Rió y yo la miré negando con la cabeza. –Bueno, nos preguntó por ti y por poco le parte la cara Harry. Chris lo tuvo que alejar del grupo. Se le fueron los cables.
-Lo que yo te diga, necesita un psicólogo. –Ella asentía sonriente. Terminamos de desayunar y salimos de la cafetería. Reíamos sin tener un porqué, mientras intentábamos no empaparnos. Nos metimos en mi portal y nos sentamos en las escaleras de mi edificio mientras hablábamos de las clases, los exámenes y los trabajos. Recordé mi grupo para el trabajo, Josh, Julie, April y Rachel. La verdad es que la profesora se había quedado agusto poniendo esos grupos.
-Ven, Beca. Sonríe. –Julie sacó su móvil del bolsillo y enfocó la cámara hacia nosotras. Saqué mi mejor sonrisa y escuché el sonido de la captura. –La subo a Twitter, ¿vale?
-Vale. –A los pocos segundos tenía una mención nueva. Claramente, de ella.
-Oh… mira los enamorados. –Julie sonrió, enseñándome un tweet de Kara que traía una foto adjunta.
“Después de una buena noche, un buen desayuno con mi ricitos.” Y a continuación una foto de Harry comiéndosela a besos.
Yo miré a Julie sonriendo, aunque no sentía de verdad esa sonrisa.
-Me voy a ir a casa de tu hermano, ¿estará ocupado? –Ella me miró sorprendida. Acababa de llamar a Niall su hermano. Sonreí asintiendo y ella rió.
-Para ti nunca. –Acompañé su risa y subí a mi casa para avisar a mi padre que me contestó con una sonrisa, a la que yo le puse una mueca de asco. Vamos Beca, mañana se va de nuevo.
Volví a bajar las escaleras, me despedí de Julie que se fue corriendo en dirección a su edificio y yo empecé a correr hacia casa de Niall.

viernes, 19 de abril de 2013

CAPÍTULO 54.


‘Gilipollas. Él y yo. Él por mentirme y yo por creérmelo. Un puto polvo. Eso es todo lo que he sido para él.’


Empecé a andar hacia las taquillas y pedimos las entradas correspondientes. Julie, Josh, Kara y yo nos quedamos comprando las palomitas mientras los demás iban dentro de la sala. Suspiré mirando a Kara de reojo.  Estaba feliz, muchísimo. Puedo asegurar que se veía un halo de felicidad alrededor de su figura. Julie nos abrazaba mientras decía algo entre risas. No prestaba atención a la conversación, sólo miraba la punta de mis sabrinas e intentaba reprimir las lágrimas.
-Beca, te toca. –Miré a Kara confundida y luego al chico de la barra que sonreía. Lo miré y sonreí yo también.
-Ah sí, perdona. Palomitas y bebida grande. –Asintió mirándome a los ojos.
-Así que, ¿venís solas, señoritas?
-No, venimos con nuestros novios. –Kara se apoyó en el mostrador y ella nos guiñó un ojo.
-Vaya, una lástima. Igualmente –el chico volvió a mirar fijamente mis ojos. Yo miraba los suyos, eran unos preciosos ojos marrones. –podríamos quedar para tomar algo.
-No creo que a mi novio le guste el plan.
-No estoy invitando a tu novio, te estoy invitando a ti. –Sonrió de medio lado y dejó las palomitas y la bebida en frente de mí. Yo resoplé cogiendo el pedido y entrando en la sala de cine. Los chicos estaban armando follón mientras se lanzaban algunas palomitas y reían demasiado fuerte. Nos sentamos unos minutos antes de que empezara la película. Julie a mi lado, haciendo una barrera entre Kara y Harry. Niall al otro lado apretaba con cariño mi mano. Suspiré.
Salimos del cine cuando aún eran las nueve y empezamos a burguer donde poder cenar todos juntos. Encontramos uno a pocos metros de la casa de Julie. Entramos convirtiéndonos en el centro de atención del local, tengo que reconocer que llegó un momento que realmente pensaba que nos echarían de allí.
-¿Qué quieres pedir? –Josh se sentó conmigo en la mesa que estaba guardando y yo lo miré distraída. Se me había quitado el hambre desde el principio de la tarde, así que negué sonriendo y él  se encogió de hombros volviendo con los demás a la cola. Escuchaba las voces de mis amigos resonar por todo el local y me provocaban un par de sonrisas que se esfumaban rápidamente.
Un mensaje. Saqué mi móvil y vi el número de mi padre reflejado en la pantalla. Gruñí.
“Cariño, ¿dónde estás?”
“No me llames cariño. Ceno con mis amigos. A las once estoy allí.” 
Escribí con rapidez y guardé el móvil sin esperar respuesta, aún con la duda de que haría mi padre en Londres de nuevo. Josh y Chris fueron los primeros en llegar a la mesa con su cena. Les siguieron Niall y Kara. Y, por últimos, Julie y Harry. Comimos con cierta tranquilidad, tenía la sensación de que ninguno quería volver a casa, a excepción de Julie, que miraba cada cinco minutos el móvil y me miraba sonriendo con cierta pena. Sabía perfectamente de quién era la llamada que esperaba, y también sabía perfectamente que esta noche no la iba a llamar. Ella pareció leerme la mente cuando, a la decimo cuarta vez que me miró después de mirar el móvil, yo agaché la mirada. Escuché como se movía su silla y sin mediar media palabra se fue corriendo del local.
-Perdón, chicos. –Me levanté con la misma velocidad que ella y la seguí a la calle, donde estaba apoyada en un escaparate dejando caer un par de lágrimas por sus rosadas mejillas. Lo único que hice fue abrazarla con fuerza y ella sollozó en mi hombro. Nos sentamos en la acera, y ella siguió llorando mientras yo acariciaba con parsimonia los mechones de su pelo. No merecía estar así.
-Todo era demasiado bonito para ser cierto.
-No digas eso, Julie. –Ella se secó las lágrimas y me miró intentando poner su mejor sonrisa, intento fallido.
-Bien, él está en Manchester, quizá se esté tirando a alguna compañera de clase y aquí estoy yo, siendo la imbécil, que se creyó cada palabra bonita que salió de su boca. –Volví a escucharla sollozar pero cuando la miré, volvió a fingir una sonrisa. Me levanté de un salto, levantándola a ella también y le sequé las últimas lágrimas rezagadas que se habían quedado en las mejillas.
-Tú no eres la imbécil. El imbécil lo es él, por dejarte ir. Por no ver lo mucho que vales, joder Julie, si yo fuera un tío tú no salías de mi vida… ni de mi cama. –Ella estalló en una carcajada que acompañé en el acto. –Así te quiero ver siempre. –Ella se lanzó a mis brazos y de nuevo ahogamos una risa cuando mi trasero impactó contra el suelo y ella cayó encima de mí.
-Perdón. Perdón.
-Te perdono, pero quita de encima, me ahogas. –Ella rió y se levantó ayudándome a mí también a levantarme. La abracé y volvimos al burguer donde todos esperaban en la puerta mirándonos con intriga. La miró y me hizo un gesto para que mantuviera todo en secreto, asentí y nos acercamos a ellos.
-¿Ya nos podemos ir? –Harry habló por encima de todos y yo lo miré sonriendo.
-Tú te puedes ir cuando quieras si no estás cómodo.
-A tu lado nunca estaré cómodo, créeme. –Me mordí el labio con tanta fuerza que hasta sentí un poco de sangre. Una parte de mí quería gritar delante de todos que eso no decía anoche, que es un maldito gilipollas. Otra parte quería reventarle la mejilla de un guantazo y salir corriendo de ahí. Pero la mayor parte de mí quería oírle decir que era mentira, que sólo conmigo era feliz, y salir de allí con él de la mano. Sentí a alguien agarrando mi mano con fuerza y me centré en los ojos azules de Niall. Asentí con una sonrisa y, mientras mostraba mi dedo corazón ante los ojos verdes de Harry, me di la vuelta y empecé a andar con Niall a mi lado.

lunes, 15 de abril de 2013

CAPÍTULO 53




Subí las escaleras como si llevara quince kilos de más encima. Abrí la puerta que dio un leve crujido y escuché un par de pisadas acercarse a la entrada. Me sorprendí al ver a Niall con mi padre y resoplé.
-¿Alguno me puede explicar esto?
-Me gusta este chico, Beca. Es inteligente, divertido y sabe de fútbol. Se parece a mí cuando era joven.
-Entonces ya no sé si me gusta tanto. –Puse cara de asco y me senté en el sofá seguida por ellos dos. -¿Y bien?
-Vine a verte y estaba tu padre con tu hermana. Dije que vendría más tarde pero tu padre insistió en que me quedara y, aquí estoy. –Genial. Mi madre había “conocido” a Harry y mi padre a Niall. Resoplé y me recosté en el sofá.
-También se va a quedar a comer, que, por la hora que es, será pronto. –Miré a mi padre, asombrada y luego a Niall que sonreía encogiéndose de hombros. Maldito karma, maldito destino y malditos todos.
-Haré la comida. –Me levanté del sofá y me dirigí al cuarto de mi hermana. Escuchaba música en su cama mientras hablaba con alguien por móvil. Me senté en su cama y ella se acercó a abrazarme. Me quedé un rato hablando en el cuarto con mi hermana hasta que Niall apareció por la puerta sonriendo.
-Beca, ¿te importaría venir? Quiero hablar contigo. –Asentí y seguí a Niall por mi pasillo. –Señor, ahora venimos, vamos a dar una vuelta y hablar.
-Claro muchacho. –Niall se despidió con la mano y salió de mi casa, yo lo seguía de cerca, esperando que abriera la boca y dijera algo. Hasta que no estuvo a un par de metros de mi bloque no dijo nada.
-¿Dónde estuviste anoche? –Lo miré y vi su boca cerrarse en una delgada línea, el pelo caía por su cara despeinado y me miraba fijamente a la cara. Estaba muy enfadado. –Beca…
-Salí a buscar a Harry porque Chris me mandó un mensaje, estaba muy cansada y paré en un parque y… bueno, me quedé dormida. –Intenté sonreír haciéndole creer que estaba avergonzada, pero no dio resultado. Sus ojos delataron que lo sabía todo. Me congelé casi en el acto.
-Rachel te vio con él en el pub de Tommy. Y no parecías cansada por la forma en la que le besabas. –Sacó su móvil y me enseñó un par de fotos. Claramente éramos Harry y yo. Resoplé, pero supe donde atacar, así que me puse firme y levanté la mirada hasta enfrentarme a la suya.
-Tú también besaste a Rachel hace dos noches.
-Ella me besó a mí.
-¿Y quién te ha dicho que Harry no me besara a mí? Estaba borracho. En cuanto me besó lo separé de mí y me fui de allí. –Las facciones de Niall se habían relajado. Pude ver un destello de una fugaz sonrisa en su cara y me acerqué un paso más a él.
-Sólo te digo que si te vuelve a tocar un pelo, se queda sin brazos. –Un escalofrío atravesó mi espalda y negué con rapidez.
-No volverá a pasar. –Niall besó mis labios y yo me quedé un rato saboreándolos, jugando con su lengua.
-No hagas eso Beca, maldita sea. Que no me controlo. –Estallé en risas y le agarré la mano.
-Vamos, tienes que comer con mi padre. –Me miró divertido y empezó a andar a mi lado, agarrando mi mano con fuerza.
-Me cae bien. –Respiré hondo.
-Que no lo haga. –Sonreí y le guiñé un ojo entrando en el portal. Él me agarró de la muñeca poniendo mi espalda contra la pared del ascensor. –Vamos Niall, no hagas el idiota. –Él solo rió con sus labios pegados a mi cuello y me hizo tiritar.
-¿Si subimos por ascensor cuanto tiempo tardamos en llegar a tu casa? –Ahogué una risa mientras Niall besaba mis labios.
-Apenas diez segundos.
-Muy poco tiempo. –Me crucé de brazos intentando poner distancia entre nosotros pero él seguía besándome. Y a mí me era imposible resistirme. Me estrechó aún más contra la pared y resoplé separando, a regañadientes, mi boca de la suya.
-Para. Mi padre nos espera. –Subimos en silencio y entré en mi casa seguida por Niall. La comida estaba puesta en el centro de la mesa y mi padre sonreía mientras ponía los cubiertos que faltaban.
Pasé el almuerzo hablando con mi hermana mientras miraba de reojo a Niall entablar demasiada amistad con mi padre. Terminamos de comer y me marché a la cocina para limpiar los platos, acompañada de mi hermana.
-Niall y papá se llevan muy bien, ¿no? –Bufé. No quería que eso fuera así, pero sí, tenía razón, se habían hecho muy “amigos”.
-¿Qué hace papá aquí?
-No lo sé, llegó esta mañana, sin maleta ni nada. –Cerré el grifó y puse los platos en su sitio dándome toda la prisa posible para no dejar a Niall solo con mi padre mucho tiempo.
Recordé que habíamos quedado esta tarde para ir al cine así que corrí a mi cuarto para cambiarme. Medias, vaqueros cortos, vans y un jersey. Me recogí el pelo en una trenza, cogí algo de dinero y el móvil y salí al salón con una sonrisa.
-Niall, ¿nos vamos a dar una vuelta antes de ir al cine? –Él asintió sonriente, se despidió de mi padre con un apretón de manos y salimos de la casa. Empezamos a pasear sin rumbo fijo, parando en alguna que otra tienda y hablando de cualquier tema poco interesante.
Nuestras manos se rozaban pero, por alguna razón, nos negábamos a cogernos de ellas. Llegamos al Big Ben y nos sentamos en un parque que había cerca. Niall acariciaba con suavidad mi cuello y yo me estremecía al sentir de nuevo su tacto sobre mi piel.
-Perdóname, Beca. –Lo miré intrigada y él acarició mi mejilla.
-¿Por qué?
-Por no haber estado ahí en la pelea con Rachel, ni cuando te atacó Lucas.
-No vas a poder protegerme siempre, tonto.
-Pero al menos puedo intentarlo. -Sonreí y él capturó mis labios en un beso. Yo le devolví el beso mientras él aferraba con fuerza mi cadera.
-Vamos Niall, hemos quedado en diez minutos. –Me levanté del césped sacudiendo mi trasero y él empezó a andar a mi lado. Llegamos a la puerta del cine antes que ninguno de nuestros amigos.
Los primeros en llegar fueron Chris y Julie, apenas diez minutos más tarde Josh y Tom. La última en llegar fue Kara que venía con una sonrisa increíble en la cara. Julie y yo la abrazamos y la alejamos de los chicos intentando que nos contara por qué tanta felicidad, pero fue imposible hacerla hablar. Reímos.
-Bueno, entramos ya ¿no?
-No, no. –Kara se puso delante de todos. –Aún falta alguien por llegar. –Todos la miramos intrigados y ella miró a nuestras espaldas mientras su sonrisa se hacía aún más grande. –Ahí está.
-¿Qué coño hace él aquí? –Niall dio un paso adelante y yo lo agarré del brazo.
-Tranquilo.
-Que no se te acerque. –Me besó la frente y yo le acaricié la espalda. Harry se acercó a paso decidido y abrazó a Kara con fuerza.
-Hemos vuelto. –Las palabras de Kara provocaron un nudo en mi estómago y mi mirada se centró en la de Harry. Él me miraba también, lo que nos diferenciaba era que, mientras mis ojos se cristalizaban por las lágrimas, él sonreía mientras besaba a Kara.

domingo, 14 de abril de 2013

CAPÍTULO 52


[Narra Beca]

Me estiré en la cama y sonreí girándome para chocarme con la cara de Harry. Volví a cerrar los ojos, hasta que me di cuenta de dónde estaba. Me caí de la cama por las prisas y Harry se desperezó mirándome con cara extraña.
-¿Estás bien? –Negué con la cabeza buscando entre las sábanas mi ropa interior. Cuando por fin la encontré me la puse con rapidez ante la nerviosa mirada de Harry. –Beca. –Lo ignoré y empecé a buscar mi camiseta. –Beca. ¡Beca! –Gritó tan fuerte que hizo que me cayera de culo sobre el frío mármol. Él rió y se levantó de la cama poniéndose los bóxers. –Tranquilízate, ¿quieres? –Me levanté acercándome a él con gesto enfadado.
-¿Qué me tranquilice? ¡Maldita sea, Harry! Lo hemos hecho.
-Buena deducción.
-Imbécil.
-Echaba de menos que me llamaras así. –Suspiré y me senté en la cama apoyando mi cabeza en su hombro. Yo le echaba de menos a él. Harry me abrazó y yo sonreí. -¿Estás mejor?
-Sí, supongo.
-Voy a preparar el desayuno, ahora vengo. –Me besó la frente y se marchó a la cocina. Escuché la vibración de mi móvil en el bolsillo de la chaqueta que colgaba en un borde de la cama. Era Vicky. Respiré hondo y descolgué el teléfono.
-¿Si?
-¡Beca! ¿Dónde estás?
-Tranquila, estoy desayunando. Me quedé dormida en un parque. –Miré la cama y suspiré. Sí, un parque.
-¿¡En un parque?! –La escuché reír. –Vale, le diré a la abuela que estás con Julie, pero ven pronto.
-Sí, tranquila. –Colgué y me puse una camiseta de Harry. Me acerqué a la cocina y vi a Harry preparar un par de cafés. Me apoyé en el marco de la puerta y tosí. –Harry… -Él me miró sonriendo pero, al ver mi semblante serio, la sonrisa se esfumó al instante. –No me gusta el café. –Rompí a reír y él negó con la cabeza, divertido.
-¿Leche sola? –Me encogí de hombros y me acerqué a él cogiendo una magdalena. Nos fuimos al salón y desayunamos en silencio.
Nuestras miradas se cruzaban de vez en cuando, y sentía mis mejillas cada vez más rosadas. Él simplemente sonreía.
-Te queda bastante bien mi camiseta.
-Yo… no encuentro mi ropa. –Él empezó a reír y se levantó del sofá. Yo lo miraba intrigada hasta que desapareció por el final del pasillo. Di un sorbo del vaso y él apareció casi al instante con mi ropa. -¡Gracias, ricitos!
-No me llames así, idiota. –Le saqué la lengua y él sonrió. Me cambié de ropa bajo su atenta mirada.
-Me voy ya, nos vemos el lunes. –Él sonrió y me acompañó hasta la puerta. Antes de salir del apartamento me paré en seco y me di la vuelta para clavar mi mirada en la suya. Él fingía una sonrisa, al igual que hacía yo. Resoplé y le abracé con fuerza. Él envolvió mi cintura con sus brazos y respiró con tranquilidad en mi oído.
-Todo está bien, ¿vale? Tranquila.
-Harry, parecerá una locura, pero ¿me acompañarías al cementerio? –Vi el asombro en su cara pero aceptó sin rechistar.  Le mandé un mensaje a mi hermana diciéndole a donde iba y bajé al garaje de Harry para coger la moto.
Empezamos a surcar las calles, zigzagueando entre los coches. Agarraba con fuerza la cintura de Harry y él acariciaba con suavidad mis manos con la mano libre. Tras 20 minutos de trayecto aparcó la moto en un pequeño espacio y bajé de un salto. Harry puso el seguro y me siguió por las calles del cementerio.
Paré delante de una pequeña lápida que tenía una foto de mi madre en ella. Nunca sabré porque mi padre decidió poner una foto de ella, a mí me parecía una horterada. Me acerqué a la lápida e hice el ritual de siempre. Me senté como un indio y sonreí.
-Mira mamá, este es Harry. –Me giré mirándole y me encogí de hombros. –No estoy loca.
-No creo que lo estés. –Él se sentó a mi lado y me agarró la mano. –Hola señora, encantado. –Dejé escapar un par de lágrimas. –Eh, tranquila. Ella no querría verte así. –Me abrazó y yo me refugié en su pecho, encontrando la tranquilidad en el sonido de su corazón. -¿Quieres que te espere fuera? –Asentí limpiándome las lágrimas. Él se levantó, le sonrió a la tumba de mi madre como una cordial despedida y se marchó por donde habíamos llegado minutos antes.
-¿Qué narices hago? ¡Maldita sea! ¿Por qué no me puede gustar uno solo? No los dos. Mamá, ¿qué hago? –Resoplé.
“Oh sí genial, Rebeca. Que normal. Hablas con una tumba esperando que te de la solución a tus malditos problemas amorosos. Claro, que esperas ¿qué salga tu madre y te diga que con Harry estás mejor que con Niall, o que Niall te ha hecho sentir como hace mucho no te sentías? Claro, espera, ahora te manda Dios también a Cupido y le preguntas a él.”
“Te quieres callar, imbécil. Quizá hablando con mi madre encuentre una jodida solución.”
“Ah, ¿quieres una solución? ¿La quieres? Corre a la maldita puerta del cementerio y besa con todas tus fuerzas a Harry.”
“Claro. Todo muy lógico. ¿Y qué coño hago con Niall?”
“Ah, ¿hablas del que te dejó llorar sola en un baño, del que te echó en cara que no le contaras que mamá está muerta y del que te dejó tirada en un bar para bailar con Rachel? ¿Hablas de él?”
“No, hablo del que vino a mi casa en mitad de la noche sólo para verme, del que me ha hecho reír tantas veces, del que me organizó una fiesta de cumpleaños y del que, después de una discusión, me dijo que quería besarme.”
“Si al final vas a hacer lo que te da la gana, ¿por qué narices me preguntas que hacer? Eres insufrible.”
Resoplé levantándome del suelo, me despedí de mi madre y empecé a andar en dirección a la puerta principal del cementerio donde me esperaba Harry apoyado en la moto. Sonrió cuando me vio llegar y se subió a su moto. Acto seguido yo repetí la acción.
Tras veinte minutos de carretera y cinco minutos más entre las calles de Londres, Harry paró la moto frente a mi casa. Me bajé de un salto, dejando el casco en el manillar de la moto. Suspiré y miré a los ojos verdes de Harry, sabía que estaba sonriendo porque se le marcaban los hoyuelos a pesar del casco. Intenté sonreír y lo único que me salió fue un sollozo imperceptible.
-Harry, nada de lo de anoche ocurrió, ¿vale? Sólo somos amigos. –Pude ver como la sonrisa de su cara desaparecía y yo seguí hablando sin mirarle a los ojos. Sabía que si lo hacía rompería a llorar y no podía permitírmelo. –Un desliz, un error, llámalo como quieras, pero no debimos hacerlo. Intenta olvidarlo, como voy a hacer yo. Recordándolo solo nos haremos daño mutuamente. Yo… Anoche no existió, ¿vale? –Resoplé y subí las escaleras de mi casa mientras escuchaba chirriar los neumáticos de la moto contra el asfalto. Cerré la puerta y me apoyé contra ella respirando profundamente. 
Sabía que acababa de cambiar todo entre nosotros.

martes, 9 de abril de 2013

CAPÍTULO 51


[Narra Harry]



‘Malditas sean mis ganas de tenerla’. Eso llevo pensando desde que la dejé sola el lunes por la noche. Llevo ya cinco días metido en la cama sin ir a clase, ni salir para nada. ¿Ir a clase? ¿Para ver como el gilipollas de Niall se la come a besos? Tendría que ser yo el que la besara cada hora. Resoplé escondiendo mi cabeza en la almohada cuando el móvil volvió a sonar.
Era la novena vez que sonaba la melodía de Coldplay en mi habitación y ninguna de las nueve había sido ella. Todas de parte de Gemma, y esta vez no iba a ser una excepción. Colgué el teléfono y seguí dando vueltas en mi cama. El reloj de la cocina me avisó de que eran las tres y media de la tarde, así que me levanté, cogí una cerveza, me preparé un sándwich y comí mientras veía la televisión. El pitido de mi móvil avisándome de que tenía un mensaje apartó mi concentración del programa de deportes que estaban emitiendo.
Otra vez el maldito móvil. No quería saber nada del mundo si no era ella. Y no, no lo era. Era Tommy, invitándome a su pub esta noche. Acepté la invitación y guardé el móvil. A las seis empecé a arreglarme y a las siete menos cuarto estaba entrando en el pub. Tommy me saludó desde la otra punta del local, vi como estaba sentado al lado de un par de chicas bastante guapas, pero nada comparado con la belleza de Beca. Suspiré y me acerqué sacando mi mejor sonrisa.
-Harry, estas son Alice y Renee. –La primera era rubia platino, llevaba una camiseta un tanto escotada y una falda demasiado corta. Renee era igual que su amiga, pero en moreno. Ambas me sonrieron. –Bueno, yo me voy con Renee, hasta luego chicos.
-Harry, ¿quieres bailar? –La miré con la cara seria y suspiré. No era Beca, no era su sonrisa, ni su forma de arrugar la nariz, no tenía el brillo en sus ojos ni tenía ese acento tan perfecto. Negué sonriendo.
-Me quedaré aquí sentado.
-Ah bien. –Ella se sentó a mi lado, demasiado cerca quizá. –Yo me quedo contigo. –Resoplé aceptando y ella comenzó a hablar, ni si quiera estaba escuchando lo que me decía, estaba más pendiente de acabarme la copa y largarme a mi casa. No había sido buena idea aceptar la invitación de Tommy.
Pasaron treinta minutos y la chavala seguía hablando, ¿no tenía otra persona a la que calentarle la cabeza? La miré sonriendo mientras ella gesticulaba y, cómo no, seguía hablando. Di un sorbo a mi copa, intentando que el alcohol hiciera rápido su efecto y me fuera más sencillo aguantarla.
Fue entonces cuando miré la puerta y ella apareció. Empezó a buscar a alguien por todo el local y, finalmente acabó apoyándose en una pared. Parecía cansada. Me levanté pidiendo disculpas a Alice y me acerqué a ella intentando que no me viera.
 -¿Cuántas veces te tengo que decir que no vengas a estos sitios sola? –Ella me miró sorprendida y sonrió y, por acto reflejo, sonreí también.
-Estaba buscándote. Tu hermana está preocupada y los chicos también.
-¿Y tú? –Se mojó los labios para contestar y me puse delante de ella, encerrándola entre mis brazos, intentando que el espacio que nos separaba se redujera al mínimo.
-Yo… yo también. –Se agarró a mí, abrazándome y yo le devolví el abrazo con fuerza, aspirando el olor de su pelo. Coco. Su voz volvió a colarse en mis pensamientos.- ¿Dónde has estado?
-Necesitaba alejarme de todo. Ha sido una semana de vacaciones. –Reí pero ella seguía con la mueca seria. Parecía realmente preocupada. –Vamos, sonríe. Estoy bien. –Sí, vamos Beca, ilumina este tugurio con tu sonrisa.
-¿Y si te llega a pasar algo, qué? ¿Creía que te había atropellado un autobús, o cualquier tontería? –La escuché suspirar y vi como se cristalizaba su mirada por las lágrimas. No podía verla así, así que la pegué mas a mí mientras me acercaba a su oído.
-Estoy aquí, tranquila. –Ella me apretó con más fuerza y yo me separé apenas medio centímetro para coger su cara entre mis manos y besarla como llevaba deseando hacer toda la noche. La sentí luchar contra mi agarre, pero acabó cediendo y me correspondió el beso. La echaba de menos, maldita sea, echaba de menos su forma de actuar, sus sonrisas en mitad de la clase y su forma de tocarse el pelo cuando está nerviosa y hasta su forma de taparse la nariz cuando está aguantando la risa. La besé aún con más fuerza y me separé para sonreír mientras la miraba a los ojos. Ella también sonreía.
-Te invito a un chupito. –Aceptó y nos acercamos para pedir las bebidas. Dos chupitos, que se transformaron en cuatro gracias a mi amigo Tommy. Levantamos las copas brindándolas y sonreí para mis adentros.
“Por las segundas oportunidades”.
Entonces se puso de puntillas para susurrarme algo al oído.
-Salgamos de este antro, Harry.
-Estaba deseando que me lo pidieras. –La agarré de la mano y la saqué de aquel lugar. Empezamos a andar mientras reíamos por cualquier tontería que decíamos. La gente que pasaba nos miraba sonriendo. Yo sonreía. Después de una semana, sonreía de nuevo y todo gracias a ella. Llegamos a mi portal y se paró a pocos metros de mí.
-¿Quieres subir? –Las palabras salieron con demasiada brusquedad y me mordí el labio después de decirlo, parecía gilipollas. Ella me miró sonriendo.
-No, me voy a casa, nos vemos el lunes. –Eres un imbécil Harry. Sonreí falsamente y la vi empezar a andar.
“¿Qué cojones crees que estás haciendo, tío? Cógela, bésala y súbela a casa.” Hice caso a mi cerebro y corrí a por ella cogiéndola en brazos haciendo que me mirara.
-No te voy a dejar ir otra vez. Yo lo hice una vez y fue la peor decisión de mi vida. –La acerqué más a mí y la besé en la nariz mientras ella reía. Subí las escaleras con ella de la mano y entré en mi casa cerrando la puerta de un portazo.
-Ponte cómoda. –Entré en la cocina y empecé a rebuscar en todos los cajones en busca de algo decente que darle de comer. Miré a la encimera y la vi sentada encima de ella. Sonreía. Me quedé parado sonriendo como un imbécil. ¡Maldita sea, me vuelve loco!
-Es que… verás, resulta que sólo estoy cómoda a tu lado. –Me acerqué a la encimera y ella enrolló sus piernas en mi cadera. Rocé  sus labios con los míos y sentí su piel erizarse. Tenía la necesidad de hacerla mía. Hacerla mía a todas horas, que se quedara la marca de mis besos en su cuerpo y la de los suyos en el mío.
La cogí en brazos mientras ella se agarraba a mi cuello y la seguía besando mientras íbamos a mi habitación. La dejé en mi cama y ella agarró mi camiseta haciendo que cayera sobre ella. Sonrió y volví en busca de sus labios y empecé a bajar por su cuello mientras ella se dejaba hacer. No sé cuando pasó pero cuando bajé al filo de su pantalón ya estábamos los dos sin camiseta. Entonces ella cogió mi brazo observando con atención uno de mis tatuajes mientras reía.
-¿Porqué una percha? –La miré divertido y me encogí de hombros. –Qué raro eres. –Me sacó la lengua y besó con dulzura el tatuaje provocando que me estremeciera. Rió y volvió a mis labios, saboreándolos con dulzura. La seguí desvistiendo mientras ella hacía lo mismo conmigo y, cuando estábamos completamente desnudos, entré en ella.
Ahogó un grito pegando su boca a mi hombro y yo la besé el cuello mientras me movía lentamente. Notaba como su respiración se encajaba a la perfección a la mía. Sus ojos se ponían en blanco mientras clavaba sus uñas en mi espalda. La pegué aún más a mí mientras ella sonreía besándome con rapidez. Quería sentirla mucho más. Bajé mis manos a su cintura, acariciando toda su espalda, mientras me daba besos por todo mi dorso. Me agarré a su trasero y algo se desprendió de mí. Ella volvió a clavar sus uñas en mí, mientras echaba su cuello hacia atrás. Soltó un leve grito antes de volver  a abrir los ojos.
Me tumbé a su lado en la cama mientras la tapaba con la sábana. Ella me miraba con los ojos entrecerrados, seguía sonriendo y yo lo hacía con ella. La abracé y le acaricié el pelo mientras su respiración se iba haciendo cada vez más lenta. Al cabo de un par de minutos estaba completamente dormida. Yo me recosté a su lado y acabé durmiéndome mientras olía el coco de su pelo. 

domingo, 7 de abril de 2013

CAPÍTULO 50


Pasé de largo el edificio de la casa de Harry y seguí andando con cierta rapidez hasta el parque en el que habíamos estado en nuestra primera cita. Me recorrí el parque entero pero no estaba allí. Suspiré y decidí tumbarme en el césped.
-¿Dónde narices estás, Harry? –Grité mirando al cielo; una joven pareja que pasaba a mi alrededor me miraron extrañados y siguieron andando acelerando algo más el paso. Yo sonreí. Tenía que parecer una loca ahora mismo.
Me incorporé en la hierba y vi su camisa blanca a lo lejos. Allí estaba, apoyado en una valla, mirando las puntas de sus zapatos. Sonreí y me levanté de un salto acercándome a él. Cuando estaba a pocos metros de distancia, levantó la cabeza y me detuve en seco. No era Harry. Simplemente, era un chico que se le parecía.
Torcí la boca en una mueca y empecé a andar en dirección a mi casa. Entonces pensé en el pub dónde la pelea. Dijo que el dueño era su amigo y, quizá estuviera ahí. Empecé a recorrer de nuevo las calles londinenses hasta llegar al pequeño local. Agradecí llevar algo de dinero encima para poder pagar al portero y que me dejara entrar, cuando conseguí colarme entre la gente que abarrotaba el local me apoyé en una pared e inspeccioné el lugar buscándole.
-¿Cuántas veces te tengo que decir que no vengas a estos sitios sola? –Respiré hondo y miré a mi derecha para encontrarme con él.
-Estaba buscándote. Tu hermana está preocupada y los chicos también.
-¿Y tú? –Tragué saliva al ver que se ponía delante de mí y colocaba las manos a ambos lados de mi cabeza. Se acercó más a mí.
“Beca, maldita sea, respira.”
-Yo… yo también. –Me agarré a su cuello y lo abracé con fuerza. Claro que estaba preocupada. Cómo no iba a estarlo. Llevaba sin verlo más de cuatro días. Él correspondió mi abrazo aún con más fuerza. -¿Dónde has estado?
-Necesitaba alejarme de todo. Ha sido una semana de vacaciones. –Él rió y yo mostré una mueca seria. No me hacía ninguna gracia. –Vamos, sonríe. Estoy bien.
-¿Y si te llega a pasar algo, qué? ¿Creía que te había atropellado un autobús, o cualquier tontería? –Respiré profundamente y parpadeé un par de veces intentando reprimir las lágrimas. Él volvió a reducir el espacio entre nosotros, cogiéndome por la cintura.
-Estoy aquí, tranquila. –Le apreté con más fuerza intentando que no hubiera ninguna distancia entre nuestros cuerpos. Sentí una mano en mi cintura y la otra puesta en mi barbilla levantando mi cabeza. Capturó mis labios en un beso antes de que pudiera darme cuenta.
Hice fuerza para separarme de él pero acabé cediendo y me agarré a su cuello, siguiendo el beso. Echaba de menos la calidez de sus besos, el tacto de sus manos en mi cadera, echaba de menos que me acariciara el pelo en mitad de un beso y, ¿qué coño? Lo echaba de menos a él. Sentía su sonrisa en mis labios y me provocó una sonrisa a mí también. Y ahí estábamos los dos, en mitad de tanta gente, besándonos a base de sonrisas.
Recordé la electricidad que me provocaba Harry al principio, recordé como había pensado que se había ido, pero no, siempre había estado ahí aunque por un tiempo el dolor la había ocultado.
-Te invito a un chupito. –Asentí sonriendo y nos acercamos a la barra pedir dos chupitos y nos trajeron otros dos como invitación de la casa. Chocamos los vasos de los chupitos y tragamos con velocidad, dejando que ardieran en nuestras gargantas.
-Salgamos de este antro, Harry.
-Estaba deseando que me lo pidieras. –Agarró mi mano con rapidez y nos escabullimos entre la gente hasta que por fin pudimos respirar aire fresco.
Andábamos por las calles de Londres de la mano, mientras reíamos haciéndonos bromas. Era como si nada hubiera cambiado entre nosotros y, creo que una parte de mí, me decía que todo era como antes. 


CAPÍTULO 49



Cinco minutos más. Me revolví en la cama ante el irritante pitido del despertador y tapé mi cabeza con las sábanas.
-Beca, tenemos que ir a clase. Despierta. –Era su voz ronca la que perforaba mi tímpano. Me incorporé y lo vi sonriendo a pocos metros de mí. –Buenos días.
-¿No podemos saltarnos las clases y quedarnos aquí, en la camita? –Puse carita de cachorrito y él sonrió.
-No hay nada que me apetezca más que eso. –Le cogí de la camiseta acercándolo a mí y, cuando estaba a pocos centímetros, un nuevo pitido hizo que Harry se desvaneciera.
Abrí los ojos de golpe y miré el despertador. Todo había sido un sueño. Salí de mi cama con las mismas ganas que siempre y, repetí, el mismo proceso de siempre. Llevaba una sonrisa dibujada en la cara, pero no sabía por qué. Salí del edificio y anduve los pocos metros que había hasta llegar a nuestro punto de encuentro. Me senté en el bordillo esperando a Julie, que apareció con Josh, Tom y Chris al final de la calle. Me levanté y los saludé uno a uno. Julie se había enterado de lo de Will por la noche, cuando le mandé un mensaje diciéndoselo y se le notaba que estaba seria, pero aún así, seguía con ese punto humorístico que siempre tenía
-¿Te duele mucho el labio? –Julie rozó la herida y yo gruñí. –Sí, sí que te duele. Lo siento.
-No importa, venga, que vamos tarde. –Llegamos a clase cuando el profesor ya estaba pasando lista. Niall me sonrió y yo le correspondí con otra sonrisa. Pero mi mirada se desvió al sitio que había junto a Kara. Era el segundo día que faltaba Harry.
Resoplé intentando prestar algo de atención en clase, pero me fue casi imposible. Me pasé las seis horas haciendo garabatos en un trozo de libreta y recibiendo miradas de odio por parte de Rachel, a segunda hora decidí ignorarla, pero entonces ella atacó haciendo que todas sus amigas me miraran con demasiada rabia contenida. ¿Yo? Bueno, yo seguía dibujando cosas sin sentido en mi papel de libreta. Ni si quiera había sido consciente de lo rápido que habían ido transcurriendo las horas. Cuando por fin sonó el timbre, me levanté de mi sitio y salí al patio acompañada de Tom y Julie. Mi hermana reía en la puerta con una amiga y un par de chicos. Sonreí. Estaba ligando con ellos, sí. La llamé con el brazo y ella se despidió de sus amigos mientras yo hacía lo mismo con los míos.
-¿Quiénes eran esos dos chicos? –Golpeé mi brazo con el suyo y el rubor subió a sus mejillas.
-El rubio se llama Adam, el moreno, David.
-¿Cuál de los dos es?
-David. –Se ruborizó aún más y yo sonreí. Era bastante guapo.  Mi abuela nos recibió con una sonrisa enorme en la puerta de la casa, a la cual, correspondimos con otra más. Comimos escuchando a mis abuelos contarnos como habían pasado la mañana y, cuando acabamos, Vicky empezó a fregar los platos mientras yo me tumbaba en el sofá y cerraba los ojos para descansar. Cuando terminé de dormir, encendí la televisión para ponerme a ver algo interesante, pero no había nada así que me decanté por ver vídeos en Youtube durante toda la tarde hasta la hora de la cena, cuando mi hermana puso una película poco interesante. Fui la primera en irse a la cama, y, de nuevo, soñé con Harry.
El resto de la semana fue una maldita repetición del resto de los días hasta que llegó el viernes. Harry había faltado a clase toda la semana y, empezaba a preocuparme, a diferencia de mis amigos. Cuando salimos al recreo escuché los planes de Julie de ir al cine el sábado y me apunté en el momento. Kara aceptó también y, aunque nos costó más convencerlos, los chicos también. Acabamos decidiéndonos por una película de acción que acababan de estrenar y que las críticas decían que era bastante buena.
-Bien, chicos. ¿Qué os parece si hago los grupos para los trabajos hoy? –La profesora de filosofía dejó sus libros en la mesa y se cruzó de brazos sonriendo.
-¿No los podemos hacer nosotros? –La voz salió de una de las chicas que ocupaban las mesas del centro de la clase y la profesora lanzó una mirada cortante en su dirección.
-No. –Sacó una lista de su bolso y miró a la clase.  –Empiezo. La señorita Kara Doyle irá junto a Louis Tomlinson, Nicole Clapton y Ellen Britt. Rebeca López estará en un grupo integrado por Julie Wells, Josh Devine, April Tyler y Rachel Jones. –Mi mirada se abrió de par en par y Rachel me miró con cara de asco.
-¿Hay alguna posibilidad de cambiar de grupo? –La profesora miró a Rachel con una sonrisa irónica.
-Ninguna. –Ella se cruzó de brazos resoplando mientras la profesora seguía diciendo los grupos de clase.
Sonó el timbre y todos salimos al patio con una sonrisa en la cara, por fin viernes. Comimos con cierta rapidez ya que mi hermana había quedado y me obligaba a ayudarla con la ropa. Al final, acabó poniéndose una camisa blanca, unos vaqueros y unos botines marrones que había heredado de mí.
Me dio un beso en la mejilla y salió de mi casa a las cinco y media de la tarde. Sonreí placenteramente mientras me tumbaba en el sofá viendo la tele. Al final, acabé durmiéndome mientras veía un programa de cocina.
Abrí los ojos a las siete y media de la tarde, justo cuando mi móvil resonaba a causa de un mensaje que acababa de recibir.
          “Beca, ¿sabes dónde está Harry? Estamos llamándole pero no lo coge y, su hermana, está preocupada. Chris.”
          “¿No está en su casa? No sé nada de él, pero si me entero de algo os llamo.”
          “No, no está allí. Gracias. Es urgente.”
Me quedé parada mirando a la ventana del salón, Harry tampoco había ido a clase hoy, ni ayer, ni antes de ayer... Y así toda la semana. Decidí llamarlo para ver si a mí me contestaba. Una vez. Dos veces. Tres veces.
          “El móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura, por favor, inténtelo de nuevo más tarde.”
Resoplé, ¿dónde narices se habría metido? De repente una fugaz idea recorrió mi cabeza. Escribí una nota a Vicky diciéndole que volvería tarde, cogí el móvil y las llaves y salí de mi casa en dirección a casa de Harry esperando que mi idea fuera cierta.

CAPÍTULO 48



Me separé de ella dejando que sus amigas le arreglaran el maquillaje y yo me fui al baño a mirarme la cara.
-Zorra. –Me había arañado con las uñas de gel y me quemaba el labio. Me eché agua pero la herida seguía molestándome.
-¡Beca! –Julie y Kara entraron por la puerta gritando y me abrazaron. -¡Esta es nuestra chica! –Rieron y tocaron mi labio.
-Parad, coño. Duele.
-Mira lo que le has arrancado. –Julie saco una extensión de su bolsillo y yo empecé a reír. –La voy a guardar como recuerdo. “La extensión de Rachel arrancada por mi españolita” –Y la levantó en señal de victoria. Sonreí mientras negaba con la cabeza y volví a clase con ellas.
Si las miradas matasen, yo no habría salido viva del colegio, Rachel y sus amiguitas se habían pasado el día entero mirando a mi sitio y lanzando maldiciones contra mi persona. ¿Mi respuesta? Reírme de ellas cada vez que me miraban. El timbre. Gracias a Dios. Recogí las cosas con rapidez y me reuní con los demás en la puerta del colegio. Mi hermana dirigió la mirada directamente hasta mi labio y me miró extrañada, Julie se acercó por detrás y sonrió al ver la expresión de mi hermana.
-Beca es una matona.
-Cállate, ¿quieres? –Reí y me despedí de todos mientras empezaba a andar en dirección a mi casa. La comida estaba en la mesa, pero no estaban ni mis abuelos ni Will. Supuse que lo habían llevado a la estación para que volviera a Manchester. Suspiré, sabiendo que no lo vería hasta dentro de unas tres semanas, cuando acabara los finales.
Acabamos de comer y mi hermana se tumbó en el sofá para leer. Yo decidí irme a mi cuarto y dar un repaso por las redes sociales, no sin antes pararme en el baño para mirarme el labio.
-Zorra. Me ha destrozado el labio. –Rocé con la punta del dedo la herida y rechiné los dientes del dolor.
Me tumbé en la cama y miré al techo. Necesitaba hablar con alguien, no sólo de la pelea sino de todo en general. Alargué mi mano en busca de mi móvil y busqué el número de Cris. Al segundo toque ya estaba contestando.
-¡Beca! Dos llamadas en un mismo mes, que milagro. –La escuché reír. –Cuéntame, ¿qué te pasa?
-Estoy hecha un maldito lío. –Resoplé y me incorporé pegando mi espalda en el cabecero. Empecé a contarle todo lo que había pasado, desde el principio, sin omitir ningún detalle. Ella escuchaba tranquilamente al otro lado de la línea y, cuando terminé, la escuché suspirar.
-Entonces, peque, me estás diciendo que los dos tíos más buenos de todo el instituto están detrás de tu precioso culo y tú, estás con uno de ellos, pero el otro te llama la atención ¿no? –Parece que la estaba viendo sonreír en su habitación repleta de posters. Yo negué con la cabeza.
-Más o menos es eso, sí.
-Maldita sea, ¿crees que aceptarían hacer un trío? Él que mejor funcione en la cama es con el que te quedas. –Ambas empezamos a reír como locas.
-¡Cris! –Ella seguía riendo.
-Vale, vale, ya pasó. No sé, Beca, si quieres mi humilde opinión.
-La quiero, la quiero.
-Pues es, que yo tampoco sé que hacer. –Ahogué una risa.
-Muy buen consejo.
-Joder, no te voy a decir las mierdas esas de “sigue a tu corazón” bla, bla, no. Tú… déjate llevar.
-Gracias Cris, te volveré a llamar.
-Hazlo. Te quiero.
-Yo no. –Reímos y colgué. La hora del móvil marcaba las seis menos cuarto de la tarde. Me estiré en la cama y fijé la mirada en el techo. Tendría que hacer deberes de matemáticas, pero no estaba muy por la labor. Cogí el portátil de debajo de mi cama y lo encendí metiéndome en Twitter y Tuenti. No había muchas novedades. Un par de mensajes privados y poco más. Los contesté y abrí el chat para ver si había alguien interesante conectado.
Noe. Cris. Raúl. Y pocos más. Resoplé desconectándome y cogí un libro de la estantería dejando el ordenador a un lado.
“Tengo ganas de ti”. Decimo novena vez que me leo esta novela, pero no tenía otra cosa que hacer así que abrí el libro y me introduje en las calles de Roma. Leía con rapidez, dejándome envolver por la historia.
-Beca, vamos a cenar ya. –Miré a mi puerta y me encontré a mi hermana cruzada de brazos.
-¿Qué hora es?
-Las diez menos veinte. –Me levanté y dejé caer el libro en la cama. Cenamos mientras mirábamos con poco interés la televisión. –Mañana tengo examen. No quiero ir a clase.
-¿Te lo sabes?
-Sí, pero me pondré nerviosa y se me olvidará todo.
-Que no idiota. Vete a la cama y descansa, verás cómo mañana sale genial. –Ella asintió, llevó los platos a la cocina y se despidió de mí yéndose a su cuarto.
Yo también debería acostarme, hoy ha sido un día duro. Fregué los platos con rapidez y me metí en la cama. Una noche más, Harry, se coló en mis sueños.