sábado, 6 de abril de 2013

CAPÍTULO 47



Antes de darme cuenta, alguien tiró de mí, poniéndome entre su cuerpo y la pared de algún edificio. Levanté la mirada, aún llorosa, y me perdí en sus ojos verdes. Notaba su respiración estrellarse en mis labios y como su nariz chocaba con la mía. Cerré los ojos y él colocó una mano dentro de mi chaqueta rozando con suavidad mi espalda desnuda provocándome escalofríos. Me acercó más a él y abrí los ojos para ver su sonrisa a pocos centímetros de mis labios. Abrazó más fuerte mi cadera y le escuché resoplar. Abrió los ojos de golpe para encontrarse con los míos y yo tragué saliva. Él levantó su mano y limpió una lágrima valiente que se había atrevido a salir.
-¿Qué ha pasado? –Susurraba a pocos metros de mis labios y yo me estremecía cada vez que lo hacía.
-No he sido nada más que un polvo para él. Se ha besado con Rachel delante de mis narices. –Harry relajó su agarre a mi cintura y puso una mano apoyada en la pared a pocos metros de mi cara. Entonces la melodía de mi móvil se escuchó en el callejón. Respondí con la voz entrecortada por las lágrimas que caían como suicidas por mi rostro.
-¿Beca? –Era la voz de Niall la que estaba al otro lado de la línea. -¡Beca! ¿Dónde estás? Rachel me cogió y no podía deshacerme de ella. ¡Me besó! Maldita sea.
-Lo sé, lo vi todo. –Levanté la vista a Harry que besó mi frente con delicadeza.
-Beca, no significó nada para mí.
-Mañana hablaremos. –Colgué el teléfono y lo guardé en el bolsillo delantero de mis pantalones.
-Nunca debí dejarte ir.
-Dijiste que nos precipitamos. –Nuestra conversación se reducía a susurros que cada vez bajaban más de volumen.
-Nos precipitamos dejándolo. Éramos fuertes. Podíamos haberlo superado. –Bajé la mirada pero él colocó su mano en mi barbilla levantando mi cabeza. –Te quería Beca. Y, que narices, te quiero.
-No puede ser, Harry.
-No me pienso rendir.
-Tendrás que hacerlo. –Fijé mis ojos en los suyos y me perdí en ellos de nuevo.
-Espera. –Volvió a acercarse hasta el punto de rozar su nariz con la mía. –Pídeme lo que quieras, pero no me pidas que me rinda a la hora de conseguir recuperarte. No puedo hacerlo. –Se separó de mí y se marchó en dirección al bar de dónde había salido hace media hora. Me senté en el suelo y miré al cielo que dejaba ver una preciosa luna llena y sollocé.
Me levanté tambaleándome a causa de los tacones y empecé a andar mientras el móvil vibraba en mi bolsillo. No tenía ganas de hablar con nadie. Llegué a mi casa diez minutos más tarde, dejé los tacones tirados en algún lugar de mi habitación, me deshice de mi ropa y me metí en la cama. Cada diez minutos miraba el reloj de mi habitación, deseando que por fin marcara las siete de la mañana y que acabara el día de mierda que había tenido.
Cuando al fin fue la hora, me levanté y me puse unos vaqueros, unas zapatillas de deportes y la primera camiseta que cogí. Ni si quiera me paré para peinarme. Cogí la mochila y las llaves y salí de allí. Me encontré a Julie comiéndose una manzana donde siempre quedábamos. La miré y ella tiró lo que quedaba de manzana para andar hacia mí.
-¿Qué coño te pasa?
-¿Perdona?
-Te largaste dejando que la guarra esa se besara con tu novio. –Resoplé.
-Él no opuso resistencia alguna.
-Le gritó que se fuera a la mierda y empezó a buscarte por todo el bar. Tu primo le dijo que te habías ido y no se movió de la barra el resto de la noche. –Sentí como mi estómago se retorcía. Yo me había pasado la noche dudando de él. Sollocé. –Tranquila. Él no está molesto, es más, está deseando besarte. Palabras textuales. –Sacó su BlackBerry para enseñarme un mensaje de Niall de esa misma mañana.
-¡Hola chicas! –Josh y Tom nos saludaron en la puerta del colegio y yo centré mi mirada en las escaleras principales. Allí estaba él sentado, con la cabeza entre las manos.
-¿Mucha resaca, rubito? –Levantó la vista hasta a mí y sonrió.
-Bastante.
-Eso te pasa por beber más de la cuenta.
-No, esto me pasa por no acabar la noche contigo en mi cama. –Reí y le abracé.
-Vamos a clase. –Empecé a andar y sentí como clavaba su mirada en mi trasero. Me volví mirándole a los ojos. –Deja de mirarme el culo, imbécil.
-Es que él me llama. –Lo miré extrañada y ahogué una risa. Me agarró de la mano y entramos a clase. Rachel y sus amigas estaban sentadas en sus mesas de siempre y, cuando nos vio aparecer, mostró una sonrisa y se acercó.
-Vaya Niall, parece que tu novia te ha perdonado después de pasar la noche en mi cama. –Él fue a contestar pero yo me adelanté.
-No cariño, no creo que mi novio haya pasado la noche en tu pocilga.
-Repite eso.
-¿No lo has entendido bien? Parece que las rubias sí que son tontas. –Sonreí. –Que eres una cerda. –La sonrisa desapareció de mi cara cuando su mano se estrelló en mi mejilla. La miré asombrada y ella rió volviendo con sus amigas. Niall me agarró del brazo cuando empecé a andar pero yo me deshice del agarre rápidamente acercándome a ella y devolviéndole la bofetada. Y antes de reaccionar, toda la clase gritaba ‘pelea, pelea’.

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