Antes de darme cuenta, alguien
tiró de mí, poniéndome entre su cuerpo y la pared de algún edificio. Levanté la
mirada, aún llorosa, y me perdí en sus ojos verdes. Notaba su respiración estrellarse
en mis labios y como su nariz chocaba con la mía. Cerré los ojos y él colocó
una mano dentro de mi chaqueta rozando con suavidad mi espalda desnuda provocándome
escalofríos. Me acercó más a él y abrí los ojos para ver su sonrisa a pocos centímetros
de mis labios. Abrazó más fuerte mi cadera y le escuché resoplar. Abrió los
ojos de golpe para encontrarse con los míos y yo tragué saliva. Él levantó su
mano y limpió una lágrima valiente que se había atrevido a salir.
-¿Qué ha pasado? –Susurraba a
pocos metros de mis labios y yo me estremecía cada vez que lo hacía.
-No he sido nada más que un polvo
para él. Se ha besado con Rachel delante de mis narices. –Harry relajó su
agarre a mi cintura y puso una mano apoyada en la pared a pocos metros de mi
cara. Entonces la melodía de mi móvil se escuchó en el callejón. Respondí con
la voz entrecortada por las lágrimas que caían como suicidas por mi rostro.
-¿Beca? –Era la voz de Niall la
que estaba al otro lado de la línea. -¡Beca! ¿Dónde estás? Rachel me cogió y no
podía deshacerme de ella. ¡Me besó! Maldita sea.
-Lo sé, lo vi todo. –Levanté la
vista a Harry que besó mi frente con delicadeza.
-Beca, no significó nada para mí.
-Mañana hablaremos. –Colgué el
teléfono y lo guardé en el bolsillo delantero de mis pantalones.
-Nunca debí dejarte ir.
-Dijiste que nos precipitamos. –Nuestra
conversación se reducía a susurros que cada vez bajaban más de volumen.
-Nos precipitamos dejándolo. Éramos
fuertes. Podíamos haberlo superado. –Bajé la mirada pero él colocó su mano en
mi barbilla levantando mi cabeza. –Te quería Beca. Y, que narices, te quiero.
-No puede ser, Harry.
-No me pienso rendir.
-Tendrás que hacerlo. –Fijé mis
ojos en los suyos y me perdí en ellos de nuevo.
-Espera. –Volvió a acercarse
hasta el punto de rozar su nariz con la mía. –Pídeme lo que quieras, pero no me
pidas que me rinda a la hora de conseguir recuperarte. No puedo hacerlo. –Se separó
de mí y se marchó en dirección al bar de dónde había salido hace media hora. Me
senté en el suelo y miré al cielo que dejaba ver una preciosa luna llena y
sollocé.
Me levanté tambaleándome a causa
de los tacones y empecé a andar mientras el móvil vibraba en mi bolsillo. No
tenía ganas de hablar con nadie. Llegué a mi casa diez minutos más tarde, dejé
los tacones tirados en algún lugar de mi habitación, me deshice de mi ropa y me
metí en la cama. Cada diez minutos miraba el reloj de mi habitación, deseando
que por fin marcara las siete de la mañana y que acabara el día de mierda que
había tenido.
Cuando al fin fue la hora, me
levanté y me puse unos vaqueros, unas zapatillas de deportes y la primera
camiseta que cogí. Ni si quiera me paré para peinarme. Cogí la mochila y las
llaves y salí de allí. Me encontré a Julie comiéndose una manzana donde siempre
quedábamos. La miré y ella tiró lo que quedaba de manzana para andar hacia mí.
-¿Qué coño te pasa?
-¿Perdona?
-Te largaste dejando que la
guarra esa se besara con tu novio. –Resoplé.
-Él no opuso resistencia alguna.
-Le gritó que se fuera a la
mierda y empezó a buscarte por todo el bar. Tu primo le dijo que te habías ido
y no se movió de la barra el resto de la noche. –Sentí como mi estómago se
retorcía. Yo me había pasado la noche dudando de él. Sollocé. –Tranquila. Él no
está molesto, es más, está deseando besarte. Palabras textuales. –Sacó su
BlackBerry para enseñarme un mensaje de Niall de esa misma mañana.
-¡Hola chicas! –Josh y Tom nos
saludaron en la puerta del colegio y yo centré mi mirada en las escaleras
principales. Allí estaba él sentado, con la cabeza entre las manos.
-¿Mucha resaca, rubito? –Levantó la
vista hasta a mí y sonrió.
-Bastante.
-Eso te pasa por beber más de la
cuenta.
-No, esto me pasa por no acabar
la noche contigo en mi cama. –Reí y le abracé.
-Vamos a clase. –Empecé a andar y
sentí como clavaba su mirada en mi trasero. Me volví mirándole a los ojos. –Deja
de mirarme el culo, imbécil.
-Es que él me llama. –Lo miré
extrañada y ahogué una risa. Me agarró de la mano y entramos a clase. Rachel y
sus amigas estaban sentadas en sus mesas de siempre y, cuando nos vio aparecer,
mostró una sonrisa y se acercó.
-Vaya Niall, parece que tu novia
te ha perdonado después de pasar la noche en mi cama. –Él fue a contestar pero
yo me adelanté.
-No cariño, no creo que mi novio
haya pasado la noche en tu pocilga.
-Repite eso.
-¿No lo has entendido bien?
Parece que las rubias sí que son tontas. –Sonreí. –Que eres una cerda. –La sonrisa
desapareció de mi cara cuando su mano se estrelló en mi mejilla. La miré
asombrada y ella rió volviendo con sus amigas. Niall me agarró del brazo cuando
empecé a andar pero yo me deshice del agarre rápidamente acercándome a ella y devolviéndole
la bofetada. Y antes de reaccionar, toda la clase gritaba ‘pelea, pelea’.
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