‘Gilipollas. Él y yo. Él por
mentirme y yo por creérmelo. Un puto polvo. Eso es todo lo que he sido para él.’
Empecé a andar hacia las taquillas y pedimos las entradas correspondientes.
Julie, Josh, Kara y yo nos quedamos comprando las palomitas mientras los demás
iban dentro de la sala. Suspiré mirando a Kara de reojo. Estaba feliz, muchísimo. Puedo asegurar que se
veía un halo de felicidad alrededor de su figura. Julie nos abrazaba mientras
decía algo entre risas. No prestaba atención a la conversación, sólo miraba la
punta de mis sabrinas e intentaba reprimir las lágrimas.
-Beca, te toca. –Miré a Kara
confundida y luego al chico de la barra que sonreía. Lo miré y sonreí yo
también.
-Ah sí, perdona. Palomitas y
bebida grande. –Asintió mirándome a los ojos.
-Así que, ¿venís solas,
señoritas?
-No, venimos con nuestros novios.
–Kara se apoyó en el mostrador y ella nos guiñó un ojo.
-Vaya, una lástima. Igualmente –el
chico volvió a mirar fijamente mis ojos. Yo miraba los suyos, eran unos
preciosos ojos marrones. –podríamos quedar para tomar algo.
-No creo que a mi novio le guste
el plan.
-No estoy invitando a tu novio, te
estoy invitando a ti. –Sonrió de medio lado y dejó las palomitas y la bebida en
frente de mí. Yo resoplé cogiendo el pedido y entrando en la sala de cine. Los
chicos estaban armando follón mientras se lanzaban algunas palomitas y reían
demasiado fuerte. Nos sentamos unos minutos antes de que empezara la película.
Julie a mi lado, haciendo una barrera entre Kara y Harry. Niall al otro lado
apretaba con cariño mi mano. Suspiré.
Salimos del cine cuando aún eran
las nueve y empezamos a burguer donde poder cenar todos juntos. Encontramos uno
a pocos metros de la casa de Julie. Entramos convirtiéndonos en el centro de atención
del local, tengo que reconocer que llegó un momento que realmente pensaba que
nos echarían de allí.
-¿Qué quieres pedir? –Josh se
sentó conmigo en la mesa que estaba guardando y yo lo miré distraída. Se me
había quitado el hambre desde el principio de la tarde, así que negué sonriendo
y él se encogió de hombros volviendo con
los demás a la cola. Escuchaba las voces de mis amigos resonar por todo el
local y me provocaban un par de sonrisas que se esfumaban rápidamente.
Un mensaje. Saqué mi móvil y vi
el número de mi padre reflejado en la pantalla. Gruñí.
“Cariño, ¿dónde estás?”
“No me llames cariño. Ceno con
mis amigos. A las once estoy allí.”
Escribí con rapidez y guardé el móvil sin
esperar respuesta, aún con la duda de que haría mi padre en Londres de nuevo. Josh y Chris fueron los primeros
en llegar a la mesa con su cena. Les siguieron Niall y Kara. Y, por últimos,
Julie y Harry. Comimos con cierta tranquilidad, tenía la sensación de que ninguno
quería volver a casa, a excepción de Julie, que miraba cada cinco minutos el
móvil y me miraba sonriendo con cierta pena. Sabía perfectamente de quién era
la llamada que esperaba, y también sabía perfectamente que esta noche no la iba
a llamar. Ella pareció leerme la mente cuando, a la decimo cuarta vez que me
miró después de mirar el móvil, yo agaché la mirada. Escuché como se movía su
silla y sin mediar media palabra se fue corriendo del local.
-Perdón, chicos. –Me levanté con
la misma velocidad que ella y la seguí a la calle, donde estaba apoyada en un
escaparate dejando caer un par de lágrimas por sus rosadas mejillas. Lo único que
hice fue abrazarla con fuerza y ella sollozó en mi hombro. Nos sentamos en la
acera, y ella siguió llorando mientras yo acariciaba con parsimonia los
mechones de su pelo. No merecía estar así.
-Todo era demasiado bonito para
ser cierto.
-No digas eso, Julie. –Ella se
secó las lágrimas y me miró intentando poner su mejor sonrisa, intento fallido.
-Bien, él está en Manchester,
quizá se esté tirando a alguna compañera de clase y aquí estoy yo, siendo la
imbécil, que se creyó cada palabra bonita que salió de su boca. –Volví a
escucharla sollozar pero cuando la miré, volvió a fingir una sonrisa. Me
levanté de un salto, levantándola a ella también y le sequé las últimas
lágrimas rezagadas que se habían quedado en las mejillas.
-Tú no eres la imbécil. El
imbécil lo es él, por dejarte ir. Por no ver lo mucho que vales, joder Julie,
si yo fuera un tío tú no salías de mi vida… ni de mi cama. –Ella estalló en una
carcajada que acompañé en el acto. –Así te quiero ver siempre. –Ella se lanzó a
mis brazos y de nuevo ahogamos una risa cuando mi trasero impactó contra el
suelo y ella cayó encima de mí.
-Perdón. Perdón.
-Te perdono, pero quita de
encima, me ahogas. –Ella rió y se levantó ayudándome a mí también a levantarme.
La abracé y volvimos al burguer donde todos esperaban en la puerta mirándonos con
intriga. La miró y me hizo un gesto para que mantuviera todo en secreto, asentí
y nos acercamos a ellos.
-¿Ya nos podemos ir? –Harry habló
por encima de todos y yo lo miré sonriendo.
-Tú te puedes ir cuando quieras
si no estás cómodo.
-A tu lado nunca estaré cómodo,
créeme. –Me mordí el labio con tanta fuerza que hasta sentí un poco de sangre.
Una parte de mí quería gritar delante de todos que eso no decía anoche, que es
un maldito gilipollas. Otra parte quería reventarle la mejilla de un guantazo y
salir corriendo de ahí. Pero la mayor parte de mí quería oírle decir que era
mentira, que sólo conmigo era feliz, y salir de allí con él de la mano. Sentí a
alguien agarrando mi mano con fuerza y me centré en los ojos azules de Niall.
Asentí con una sonrisa y, mientras mostraba mi dedo corazón ante los ojos verdes
de Harry, me di la vuelta y empecé a andar con Niall a mi lado.
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