domingo, 7 de abril de 2013

CAPÍTULO 50


Pasé de largo el edificio de la casa de Harry y seguí andando con cierta rapidez hasta el parque en el que habíamos estado en nuestra primera cita. Me recorrí el parque entero pero no estaba allí. Suspiré y decidí tumbarme en el césped.
-¿Dónde narices estás, Harry? –Grité mirando al cielo; una joven pareja que pasaba a mi alrededor me miraron extrañados y siguieron andando acelerando algo más el paso. Yo sonreí. Tenía que parecer una loca ahora mismo.
Me incorporé en la hierba y vi su camisa blanca a lo lejos. Allí estaba, apoyado en una valla, mirando las puntas de sus zapatos. Sonreí y me levanté de un salto acercándome a él. Cuando estaba a pocos metros de distancia, levantó la cabeza y me detuve en seco. No era Harry. Simplemente, era un chico que se le parecía.
Torcí la boca en una mueca y empecé a andar en dirección a mi casa. Entonces pensé en el pub dónde la pelea. Dijo que el dueño era su amigo y, quizá estuviera ahí. Empecé a recorrer de nuevo las calles londinenses hasta llegar al pequeño local. Agradecí llevar algo de dinero encima para poder pagar al portero y que me dejara entrar, cuando conseguí colarme entre la gente que abarrotaba el local me apoyé en una pared e inspeccioné el lugar buscándole.
-¿Cuántas veces te tengo que decir que no vengas a estos sitios sola? –Respiré hondo y miré a mi derecha para encontrarme con él.
-Estaba buscándote. Tu hermana está preocupada y los chicos también.
-¿Y tú? –Tragué saliva al ver que se ponía delante de mí y colocaba las manos a ambos lados de mi cabeza. Se acercó más a mí.
“Beca, maldita sea, respira.”
-Yo… yo también. –Me agarré a su cuello y lo abracé con fuerza. Claro que estaba preocupada. Cómo no iba a estarlo. Llevaba sin verlo más de cuatro días. Él correspondió mi abrazo aún con más fuerza. -¿Dónde has estado?
-Necesitaba alejarme de todo. Ha sido una semana de vacaciones. –Él rió y yo mostré una mueca seria. No me hacía ninguna gracia. –Vamos, sonríe. Estoy bien.
-¿Y si te llega a pasar algo, qué? ¿Creía que te había atropellado un autobús, o cualquier tontería? –Respiré profundamente y parpadeé un par de veces intentando reprimir las lágrimas. Él volvió a reducir el espacio entre nosotros, cogiéndome por la cintura.
-Estoy aquí, tranquila. –Le apreté con más fuerza intentando que no hubiera ninguna distancia entre nuestros cuerpos. Sentí una mano en mi cintura y la otra puesta en mi barbilla levantando mi cabeza. Capturó mis labios en un beso antes de que pudiera darme cuenta.
Hice fuerza para separarme de él pero acabé cediendo y me agarré a su cuello, siguiendo el beso. Echaba de menos la calidez de sus besos, el tacto de sus manos en mi cadera, echaba de menos que me acariciara el pelo en mitad de un beso y, ¿qué coño? Lo echaba de menos a él. Sentía su sonrisa en mis labios y me provocó una sonrisa a mí también. Y ahí estábamos los dos, en mitad de tanta gente, besándonos a base de sonrisas.
Recordé la electricidad que me provocaba Harry al principio, recordé como había pensado que se había ido, pero no, siempre había estado ahí aunque por un tiempo el dolor la había ocultado.
-Te invito a un chupito. –Asentí sonriendo y nos acercamos a la barra pedir dos chupitos y nos trajeron otros dos como invitación de la casa. Chocamos los vasos de los chupitos y tragamos con velocidad, dejando que ardieran en nuestras gargantas.
-Salgamos de este antro, Harry.
-Estaba deseando que me lo pidieras. –Agarró mi mano con rapidez y nos escabullimos entre la gente hasta que por fin pudimos respirar aire fresco.
Andábamos por las calles de Londres de la mano, mientras reíamos haciéndonos bromas. Era como si nada hubiera cambiado entre nosotros y, creo que una parte de mí, me decía que todo era como antes. 


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