Las horas pasaban mientras yo decidía que ponerme para el día siguiente. Cuando acabé de comer volví a mi cuarto a seguir decidiendo, me decanté por unos shorts negros y una camiseta de tirantes con una chaqueta vaquera, según había dicho el tiempo mañana haría calor, y como íbamos a estar en mitad del campo, sabía que sudaría si me ponía algo más abrigado. De zapatos, unas vans. Sonreí satisfecha y salí de mi cuarto mientras escuchaba los diálogos de Batman en la televisión del salón. Mi hermana estaba comiendo palomitas mientras miraba sin perder un detalle el plasma.
Preparé la cena para las dos y me
senté a ver el final de la película con ella. Cuando acabó decidimos ponernos
alguna película de Disney, terminamos eligiendo ‘Los Aristogatos’ y disfrutamos
como niñas pequeñas riendo como nunca. Ya podíamos tener treinta años, que seguiríamos
viendo ese tipo de películas.
-Vicky, mañana no estoy, lo
sabes. A las siete me voy. –Ella sonrió y nos marchamos a nuestra habitación
intentando dormir. Me encerré en las sábanas y cerré los ojos haciendo una
recopilación de todo lo sucedido el día de hoy.
¡Mierda! ¡Mierda! Salté de la
cama a las siete menos diez de la mañana. Me había dormido. Salté de la cama y
me puse los shorts y la camiseta. Alisé mi pelo con los dedos y me puse un poco
de rímel. Me puse mis vans, recogí el móvil, las llaves, los tickets y bajé
corriendo a la calle. Un BMV plateado paró frente a mi portal y corrí a subirme
cuando vi a Niall a través de la ventanilla.
El viaje fue largo, pero lo
pasamos escuchando música y cantando a plena voz. A las nueve de la mañana estábamos llegando a Manchester. Sólo
teníamos que buscar el hotel donde se impartía el curso y podíamos empezar a
montar.
-Hemos llegado. –Niall salió del
coche y yo le acompañé. En la recepción había una preciosa chica rubia que nos mostró
su perfecta y blanqueada sonrisa cuando nos vio entrar por la puerta.
-Hola, buenos días, ¿en qué podemos
ayudarles?
-Hola, tengo estos tickets,
querría saber donde son los cursos. –Le entregué a la chica los dos tickets y
ella nos miró manteniendo la sonrisa.
-Sí, saliendo a la derecha
encontraréis a George. Él os informa. –Nos despedimos de ella y salimos a la
calle. Nos acercamos a un hombre de unos treinta y pocos.
-Hola ¿George? –El hombre nos
miró asintiendo y yo sonreí. –Venimos por los cursos para montar a caballo.
-Ah sí, ¿sólo vosotros dos? –Niall
y yo asentimos y George empezó a andar hacia los establos. Al cabo de un par de
minutos sacó dos preciosos caballos y una pequeña mochila. –Tú debes ser Beca. –Sonreí
asintiendo. –Tu primo me dijo que os prepara esto también. Bien chicos, los
caballos los podéis traer aquí, como muy tarde, mañana por la mañana.
Disfrutad. –Le dio a Niall las riendas y se marchó a seguir trabajando en
pintar una pequeña valla.
Me acerqué al caballo negro que
me había llamado la atención desde que salió del establo y me monté de un
salto, llevando la mochila en la espalda. Niall me copió la acción y empezó a cabalgar
dejándome atrás. Yo arreé al caballo y empecé a cabalgar detrás de él.
Después de un par de horas
riendo, haciendo carreras y jugando con los caballos paramos en un pequeño
estanque que había. Atamos las riendas de los caballos en un árbol y nos
sentamos cerca de ellos. Abrí la mochila y descubrí un par de tuppers con
comida.
“Un picnic romántico, genial Will”.
Reí por lo bajo y saqué la comida. Tortilla de patatas y arroz tres delicias.
Perfecto. Niall me miraba extrañado, pero empezó a reír cuando saqué los platos
y los cubiertos.
-Tu primo ha pensado en todo, ¿no?
–Asentí con una sonrisa dibujada en mi cara y Niall cogió un trozo de tortilla,
yo hice lo mismo con el arroz. En quince minutos habíamos terminado con todo.
Nos tumbamos en la hierba para
disfrutar de la pequeña brisa que había y, mientras Niall me acariciaba el pelo,
yo dejé la vista fija en el cielo, viendo las nubes pasar.
-Niall. –Miré sus ojos y él me
miró intrigado. -¿Por qué no me habías dicho antes lo de Julie?
-No es un tema que me guste
hablar. No es divertido ir contando que tu madre se largó de tu casa en tu
decimo octavo cumpleaños. –Se me agarró un nudo en el estómago.
-Podrías haberlo hablado conmigo.
No sé, si te importo, sabrás que puedes confiar en mí y que te voy a apoyar
siempre. –Mi voz había subido unos pocos decibelios y me había sentado frente a
Niall para mirarle directamente a los ojos.
-Beca déjalo. –Me crucé de
brazos. –No hables de confianza cuando tú también me ocultas cosas. Tú también
me podías haber contado lo de tu madre pero sólo se lo dijiste a Harry. –Lo miré
asombrada por las palabras que habían salido de su boca. -¿Qué pasa, no te gusta que te paguen con la misma
moneda? –Él había subido el volumen de su voz también, provocando que mi enfado
aumentara. –Quizá deberías haber venido aquí con él y no conmigo. –Las palabras
salieron con rabia de su boca y yo me levanté enfadada manteniendo la mirada
fija en él.
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