miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 32

-Ya sabes dónde está todo, voy a darme una ducha, en cinco minutos bajo. –Asentí y miré como se quitaba la camiseta antes de subir las escaleras. Me mordí un labio y empecé a andar hasta la cocina. –Si quieres, -retrocedí cuando escuché de nuevo su voz en las escaleras –puedes ducharte conmigo, ya sabes, para ahorrar agua.
-No creo que al mundo le pase nada si no ahorramos agua. –Lo escuché reír y, cuando oí como cerraba la puerta de la habitación, entré en la cocina y, tras beber algo de agua, subí las escaleras hasta su cuarto. Como siempre la pistola sobre el escritorio. Sonreí rozándola con la yema de los dedos.
Volví a mirar a mí alrededor, observando el cuarto,  no había cambiado nada desde la última vez que estuve ahí; ni un póster en sus inmaculadas paredes, todos los libros perfectamente ordenados en las estanterías… Me acerqué al marco de la puerta y rocé el agujero que yo había hecho hace algo más de un mes con aquel disparo. Sonreí. Salí de su cuarto dirigiéndome al baño, pasando por la habitación de sus padres, cualquiera que la viera diría que viven personas normales, si supieran la verdad se acojonarían y no volverían aquí. Me quedé mirando la puerta del baño y me senté en la cama.
“Entra vamos, quieres entrar.” Sonreí, levantándome de la cama. Pero una nueva voz sonó en mi cabeza. “No, ¿eres idiota? Recuerda a esa pelirroja y a todas las tías con las que se habrá acostado desde entonces.” Una punzada en el estómago. “Seguro que se las tiraba en el baño, en esa ducha”. Otra punzada. “Y en la cama en la que vas a dormir hoy”.
Suspiré levantándome de allí y volví a su cuarto. Me tumbé en la cama enterrando mi cabeza en su almohada y dejé escapar un par de gritos. ¿Por qué la que siempre acaba sufriendo soy yo? ¿Tan mala he sido en la otra vida? Sentí como una mano se paseaba con parsimonia por mi espalda causándome escalofríos.
-¿Tienes hambre? –Gruñí una afirmación y escuché una pequeña risa. –Ven, te voy a preparar algo. –Me cogió en brazos bajándome a la cocina y me sentó en la encimera.
-Sabes, puedo andar sola. -Abrió la nevera sacando millones de frutas ignorándome por completo y empezó a buscar algo dentro del frigorífico.
-¿Dónde cojones habrá puesto mi madre las manzanas? –Miré a mi derecha y me reí cogiendo un par de manzanas.
-Zayn… -Se dio la vuelta y sonreí enseñándole la manzana. -¿Buscas esto?
-¿Quieres jugar, preciosa? –Reí y él se acercó a donde yo estaba, rodeándome con sus brazos.
-Suéltame, Malik. –Seguí riendo mientras esquivaba sus brazos impidiéndole alcanzar la fruta.
-Dámela. –Negué con la cabeza haciendo que nuestras narices se rozaran y dejó de moverse para clavar sus ojos en los míos. Un pequeño suspiro salió de su boca, acto seguido dio un paso atrás separándose de mí.
-¿Qué pasa?
-Nada. –Me arrebató la manzana de las manos y la cortó en trozos para después meterla en la batidora con el resto de las frutas. Añadió un poco de leche y la encendió, haciendo que la cocina entera se inundara por ese irritante sonido. Me quedé mirándolo desde la encimera, analizando cada uno de sus movimientos.
En un segundo parecía que todo había cambiado, no articulábamos ni una palabra, ni si quiera nos esforzábamos por empezar a hablar de algo. Volvíamos a “Zayn Malik y sus jodidos cambios de humor”. Cuando el irritante ruido de la batidora cesó, Zayn cogió un par de vasos y sirvió en ellos la mezcla que había hecho con la fruta. Me acercó una y volvió a dónde había estado minutos antes. Miré el “batido”, por llamarlo de alguna forma, y puse cara de asco.
-No creo que deba tomar esto.
-Bebe.
-Zayn, yo…
-Bebe. –Farfullé un par de insultos y empecé a beber con desgana. Estaba asqueroso; se mezclaban los sabores de las fresas con las manzanas y de la naranja. Era lo más repugnante que había probado nunca. Volví a poner cara de asco mientras veía como él se llenaba un segundo vaso y se lo bebía en medio segundo. ¿Cómo lo aguantaba?
Negué con la cabeza cuando vi como él levantó un vaso, ofreciéndome más. Se encogió de hombros, dejó los vasos en el fregadero y salió de la cocina. Escuché como encendía la televisión y ponía un programa de economía, que rápidamente fue cambiado a uno de deportes. Me quedé mirando la nevera, analizando cada detalle de la situación.
¿Qué narices había pasado para que de un momento a otro Zayn hubiera empezado a actuar como un completo gilipollas? “Ten en cuenta que él siempre es gilipollas.” Gracias cerebro, ese tipo de información no era necesaria. Me bajé de la encimera y eché a andar en dirección a Zayn. Me puse delante de la pantalla, impidiéndole la visión y me crucé de brazos, esperando una explicación por su comportamiento pero, ¿de verdad esperaba obtener algo? Se quedó impasible, mirándome, sin mover un músculo de su cuerpo. Aunque yo tampoco iba a ceder, no pensaba apartarme de mi sitio hasta que él no me dijera nada.
Se levantó, cuando se dio cuenta de que no me iba a mover, y se acercó a mí con paso decidido; cada paso que él daba provocaba sacudidas en mi cuerpo. Aún tenía la mirada fija en él cuando, justo antes de estar completamente frente a mí, su cuerpo giró y se fue por el pasillo dándome la espalda. Subió las escaleras, sin dedicarme ni si quiera una mirada. ¿Qué cojones había pasado aquí? Me eché en el sofá, dejando caer todo mi peso sobre él. Subí las piernas pegándolas a mi pecho y escondí mi cabeza entre las rodillas. No sé cuándo había empezado a llorar, pero estaba segura de que ya llevaba un par de horas en ese sofá. Fue entonces cuando sentí unos brazos rodeando mi cintura y levantándome del sofá.
-Es hora de que vengas a la cama, preciosa. –Besó mi frente y yo apoyé la cabeza en su pecho, sus músculos se contraían a medida que íbamos subiendo las escaleras y él cada vez me achuchaba con más fuerza. Me dejó en la cama y yo le hice un pequeño a mi lado que él ocupó con una sonrisa. Zayn rodeó mi cintura con sus brazos atrayéndome a él.
-¿Qué ha pasado en la cocina? Quiero decir… ¿a qué ha venido que te hayas puesto así de repente? –Me giré para estar completamente en frente suya. Y él suspiró.
- Intento ver el lado positivo a esto de que no estés en mi vida pero, joder... no estás, eso no tiene nada de positivo. Entonces, cuando veo que te quiero tener y no te tengo… –Me estremecí cuando la yema de sus dedos recorrió con suavidad mis brazos desnudos. –Me cabrea que estés con Harry.
-Zayn. –Me moría de ganas de decirle que si estaba con él era más por obligación que porque de verdad nos queríamos, pero sus palabras me cortaron.
-No, espera. Quiero decir que me cabrea que estés con él cuando yo te haría mil veces más feliz; pero, igualmente, quiero que estés con él. Él te protege, te da la seguridad que a mi lado no podría asegurarte.
-Yo…
-¿Quieres callarte? Déjame terminar. –Ahogué una risa y él sonrió. –Aquella noche, mi padre me obligó a hacer lo mismo que tu padre quería hoy hacer contigo. Esa chica era la hija de una persona bastante influyente en el gobierno y, mi padre, quería a su familia dentro de esto para poder conseguir más ayudantes. –Tragué saliva.
-¿Era?
-Murió. Se fue de la lengua con sus amigas y la asesinó Michael, el padre de Des. –Ahogué un grito, enterrando mi cabeza en su pecho. –Por eso no quiero que pase lo mismo contigo, no me perdonaría que te pasara algo.
-Cállate Zayn. –Le apreté con fuerza y él besó mi pelo, mientras su mano acariciaba mi espalda con delicadeza.
-¿Lo quieres? –Su pregunta me pilló desprevenida y, cuando centré mi mirada en su rostro, vi como la sonrisa se había disipado convirtiendo su boca en una línea recta.
-¿Qué?
-Que si quieres a Harry. –Dudé un segundo antes de contestar a su pregunta y, cuando lo hice, ni si quiera tuve el valor de mirarlo a los ojos.
-Sí… -Colocó una mano en mi barbilla, levantando mi cabeza y frunció el ceño.
-¿Más que a mí?
-Nunca he dicho que te quiera. –Pude ver un destello de algo en sus ojos, pero no pude definir si era rabia, tristeza, decepción o una mezcla de todo junto. Sonreí y su rostro se relajó. Me estiré hasta llegar a su oído y dejé que las palabras salieran en un breve susurro de mi boca. –Que no lo diga no significa que no lo sienta. –Él rió en mi mejilla provocando mi risa también.
-¿Entonces? –Me quedé callada, tenía que decírselo, sí, tenía que hacerlo, pero antes de que pudiera contestar, él volvió a romper el silencio de la habitación. –Con eso lo has dicho todo; sí, lo quieres más que a mí.
No, no lo quiero más que a ti. No querría a nadie más que lo que te quiero a ti.
Su cuerpo giró, dándome la espalda y yo me resigné a seguir el contorno de su espalda con la yema de mis dedos, provocando que los suspiros salieran de forma entrecortada de su boca. Los minutos pasaban y yo cada vez tenía menos sueño aunque por lo que comprobé, Zayn había caído en los brazos de Morfeo hacía varios minutos.

martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 31

Respiré hondo y hasta me planteé colgar la llamada pero su voz volvió a sonar en el auricular y me armé de valor para hablar, intentando que no se notara mucho que estaba llorando.
-Malik. –Mi plan de intentar aparentar normalidad se fue al traste cuando mi voz se rompió en cuanto abrí la boca. Estúpido cerebro, hazme caso cuando te hablo. Sorbí y volví a hablar. –Por favor, ven a por mí. –Volví a sollozar. –Por favor. 
-En cinco minutos estoy ahí, no te preocupes preciosa. –Colgué el teléfono y me volví a apoyar en la puerta  de mi casa mientras escuchaba a mi padre gritar dentro de esta. Oía a mi madre gritar también pero, como suponía, no estaba apoyándome. Le daba la razón a mi padre. Gruñí secándome las lágrimas.
“¿Qué clase de familia tenía? Eran capaces de hacerle eso a su hija sólo por conseguir llegar a ser primer ministro.”
-¡Estáis completamente locos! –Grité con rabia dando un golpe en la puerta y enterré mi cabeza entre mis rodillas, deseando que Zayn llegara lo antes posible.
A los pocos minutos su moto derrapó delante de mí, me extendió un casco y me subí a la moto colocándomelo. Me agarré a su cintura, Zayn arrancó y aceleró alejándome de mi casa. La moto paró en un semáforo y yo me levanté la visera para encontrarme con su mirada clavada en mí a través del retrovisor.
-¿Estás bien, preciosa? –Me escondí en su espalda evitando contestar su pregunta y el acarició con dulzura mi mano, dándome una tranquilidad que tanto necesitaba. Volvió a acelerar la moto, haciendo que me agarrara de nuevo con fuerza a su cintura.
Veinte minutos después paró la moto en mitad de un campo y, se bajó de ella con cuidado para luego ayudarme a bajar. Nos sentamos en el césped y respiré hondo. La hierba estaba aún húmeda por la pequeña llovizna que hubo la noche anterior, lo que le daba al ambiente un olor a tierra mojada que me encantaba. Su brazo rodeó mis hombros, acercándome más a él, dejando que me desahogara en su pecho. No sé cuánto tiempo pasó desde que estábamos ahí, pero la brisa que acariciaba mi cara empezaba a ser fría. Zayn se levantó del suelo con un ágil movimiento, yo repetí la acción y, por fin, se decidió a hablar.
-¿Qué ha pasado? –Sollocé y él me apretó de nuevo contra su pecho. –Tranquila, tranquila. Cuéntamelo. –Suspiré y le conté todo lo que había pasado, cuando acabé lo miré y pude ver una chispa de rabia surgir en sus ojos que se tiñeron de un marrón mucho más oscuro, casi negro.
-Hijo de puta. –Vi como tensaba la mandíbula al mismo tiempo que su cuerpo se tensó bajo el mío pero rápidamente volvió a relajarse dándome un abrazo. –Estoy aquí, ¿vale? No va a pasarte nada, Jenn, escúchame. –Levantó mi barbilla y fijó sus ojos marrones, que volvían a tener el color de siempre, en los míos. –Voy a cuidar de ti. –Rozó sus labios con los míos y los besó con delicadeza. Puse una mano en su abdomen intentando separarlo y él rió en mis labios, separándose medio milímetro. Colocó sus manos en mis caderas, impidiendo que me separara aún más de él. Lo que él no sabía es que yo no tenía intención de poner más separación entre nuestros cuerpos. -¿Sigues con ese estirado de Styles? –Cada palabra que decía hacía que nuestros labios se rozaran y yo me estremeciera. Asentí y él me soltó alejándose un poco.
-Sí, sigo con él.
-¿Quieres volver a casa? –Colocó de nuevo una mano en mi mentón, haciendo imposible apartar mi mirada de la suya e hice una pequeña mueca de desagrado.
-No, no me lleves allí. –Saqué mi móvil y marqué un número con rapidez.
-¿A quién…? –Levanté un dedo cortando su pregunta y él asintió.
-Hola cariño. –Suspiré poniendo los ojos en blanco y callé un segundo. –No, no estoy en casa, Harry. ¿Puedo pedirte un favor?  -Escuché una afirmación al otro lado de la línea pero antes de que pudiera seguir hablando, Zayn me arrebató el teléfono y colgó. –Eh, ¿qué haces? Estaba hablando con –dudé un segundo –con Harry.
-No te voy a llevar a casa de Styles a que pases allí la noche.
-No pienso dormir en el campo y Liam no me coge el teléfono y, si voy a casa de alguna de mis amigas sus padres llamarán a los míos. –Su mirada recorrió mi cuerpo provocándome escalofríos.
-Vienes a mi casa, preciosa. –Lo miré cabreada y él sonrió. –Mañana es sábado, no hay clase y mis padres no vuelven hasta mañana por la tarde.  Vamos.
-No, no puedo. Mañana es la fiesta…
-La fiesta del cumpleaños de Will Styles, lo sé. Su simpático hijo me ha invitado; aunque igualmente habría tenido que ir obligado por mi padre. –Lo miré extrañada.
-Son amigos desde la universidad. Aunque nunca se han llevado bien, en realidad, mi padre va más por compromiso. Y a mí me toca aguantar los chistes malos de Harry toda la noche. –Asentí, ocultando una pequeña risa. –Bueno, vamos. Prometo llevarte a casa mañana antes de la fiesta. –Me subió a la moto con un leve movimiento.
-Una cosa Zayn –me miró antes de ponerse el casco y sonreí. –Sigo cabreada contigo. –Él simplemente rió, se subió a la moto y aceleró, recorriendo el mismo camino que habíamos hecho unas horas antes.
Con una mano manejaba la moto con facilidad, mientras que con la otra acariciaba con delicadeza los nudillos de mi mano situada en su cadera. Podía sentir su mirada clavada en mí gracias al espejo retrovisor y, entonces, me di cuenta de que yo tampoco dejaba de mirarlo. 

¡BICHOS! Hola! Solo quería deciros que si os ha gustado el capítulo que comentéis, que no muerdo, que suelo contestar a todos los comentarios y si no contesto a alguno, es porque no me habrá dado tiempo o algo. Pero en serio, comentad porque me meto y veo que el capítulo ha tenido x visitas y no hay ni un comentario y me deprimo. Bueno, sólo eso cosas apas. Os quiero <3

lunes, 29 de julio de 2013

Capítulo 30

No. Miré a Liam en busca de ayuda y él lo único que hizo fue tirarle las llaves a Zayn para que él condujera. Malditos sean los dos. Volví a clavar la mirada en Liam que sonreía de lado mientras se apoyaba en la puerta del coche con los brazos cruzados.
-Esto se puede considerar secuestro. –Liam rió intentando abrazarme, pero yo me escapé antes de que me atrapara. Miré detrás de mí y vi a Harry observando la escena con los puños cerrados y la cara roja de furia.
-Si te beso, ¿crees que me pegará? –Me volví poniendo cara de asco hacia Zayn y abofeteé su mejilla.
-No sé si él lo hará, pero yo seguro que sí. –Me subí al coche mirando como de reojo Zayn se masajeaba la mejilla que ahora estaba teñida de un color rojo.
-Te has pasado. –Lancé una mirada asesina a Liam que se apoyó en el asiento y cerró la boca encendiendo la radio. Me puse el cinturón y esperé a que Zayn arrancara el coche y, cuando lo hizo, recé porque la tarde pasara rápido.
-Entonces me giro y veo que la tía está encima de la encimera... –Dejé de comer la hamburguesa y me levanté de la mesa dejando a Zayn con la frase a medio terminar. Lo único que pude hacer fue salir corriendo al baño. Cerré la puerta a mis espaldas y me apoyé en el lavabo dejando las lágrimas caer por mis mejillas. Escuché un par de gritos fuera pero no hice caso y me dejé caer en el suelo.
“Gilipollas.”
“¿Él o tú?”
“…”
La puerta se abrió de golpe  y Zayn entró en el baño, nuestras miradas se cruzaron y ninguno de los dos la apartó. Lo siguiente que sentí fueron sus brazos alrededor de mi cintura sentándome sobre el lavabo.
-¿Qué quieres? ¿Hacérmelo como a una de esas zorras? –Él lanzó un suspiro y negó con la cabeza secándome las lágrimas que quedaban en mis mejillas.
-Tú no eres como ellas. Yo… -Tragó saliva. –Yo no quiero hacerte daño, preciosa.
-Eso deberías haberlo pensado cuando tenías a esa pelirroja en tu cama. –Bajó la mirada, aunque rápidamente volvió a centrarla en mí. Colocó su mano en mi mejilla y, la verdad, no hice nada por apartarla de ahí. Por mucho que hubiera pasado, echaba de menos lo que me provocaba cada vez que me tocaba. Respiré hondo y él me abrazó con fuerza. Su olor me impregnó y cerré los ojos escondiendo mi cabeza en su cuello, respirando con tranquilidad.
-Lo siento. –Un débil susurro se clavó en mi tímpano y yo sollocé en su oído.
-Da igual. ¿Me llevas a casa, por favor? –Él asintió y se separó de mi cuerpo para dejarme bajar de ahí y salir del baño. Liam estaba esperando en la mesa, con la mirada fija en el baño y, cuando me vio, salió corriendo a abrazarme.
-¿Estás bien? Quise entrar yo, pero no me dejó. –Sonreí y asentí, apoyándome de nuevo en su pecho.
-Estoy bien, tranquilízate. Nos vamos ya. –Él afirmó con la cabeza y los tres salimos del local. Esta vez, Liam conducía y Zayn ocupó el asiento de atrás conmigo. Iba mirando por la ventana, perdiéndome en las calles llenas de gente, sentí como Zayn rodeó mi cintura y me estremecí.
-Jenn. –Me giré para mirarlo y suspiró, acercándose a mi oído. –En serio, no quería que las cosas fueran así… yo, lo siento, de verdad. No sé como demostrártelo.
-¡Hemos llegado! –Liam apagó la radio y frenó el coche. Me aparté con lentitud de Zayn y le mostré una sonrisa, para después plantar un sonoro beso en su mejilla y bajarme del coche. -¿Y al chófer nada? –Reí, poniendo los ojos en blanco y me acerqué para besar también su mejilla.
-¡Adiós! –Me despedí de ellos con la mano y entré en mi casa. Las cosas habían, ¿mejorado? Con Zayn.  No lo sé, realmente no sabía que acababa de pasar en el coche. Mi madre me saludó desde la cocina y yo pasé al salón donde mi padre estaba leyendo un periódico en el sofá. Entré a mi cuarto y dejé la mochila, para después tumbarme en la cama y mirar el móvil y los mensajes nuevos que tenía. Sólo un par de conversaciones con Espe y con Allie y poco más. Estuve como una hora hablando con ambas y decidí salir al salón para despejarme.
Me senté al lado de mi padre y me miró, apagando la televisión en el acto y transformando su semblante serio en una amplia sonrisa. Algo se traía entre manos y, por la sonrisa que había aparecido en su rostro, no me iba a gustar nada.
-Debemos hablar Jenn.
-¿Qué pasa?
-Verás, ¿te acuerdas de lo que dijo Geoff en la playa? –Asentí poco convencida y él sonrió. -¿Qué te parecería cenar hoy con un amigo mío, para hablar sobre el negocio y… tratar de convencerlo? –Tragué saliva, fijando mis ojos en los suyos oscuros.
-¿Convencerlo?
-Podrías acompañarlo a su casa... Convencerlo…
-No. –Corté a mi padre con un grito antes de que siguiera hablando.
-No me levantes la voz, Jenn.
-¿Estás escuchando lo que me has pedido?
-¿No querías entrar en el negocio? Pues hazlo. –Me agarró del brazo con fuerza y me acercó a él.
-¡Tú no me obligas a nada! Estoy harta de que me mandes hacer mierdas para que tú hagas feliz al padre de Zayn. –Me deshice de su agarre y salí de mi casa dando un portazo. Marqué el número de Liam con rapidez. Un toque, dos, tres.
-El teléfono al que llama no se encuentra disponible, inténtelo de nuevo más tarde. –Colgué, y volví a intentarlo. Nada. Vamos, por favor. Me apoyé en la puerta pensando a quién llamar, ahogué un sollozo y recurrí a mi última opción. Cogió el teléfono al tercer toque.
-¿Jenn? –Se le notaba sorprendido por mi llamada y, hasta yo estaba sorprendida por llamarle a él, pero Liam tenía el móvil desconectado y no tenía otra opción.

jueves, 25 de julio de 2013

Capítulo 29

Las calles de Londres estaban ocupadas por gente que desayunaba en las cafeterías de los alrededores. Llegamos a mi casa en unos diez minutos y, tras despedirme de Liam, llamé un par de veces al timbre. Mi madre abrió con una sonrisa en la cara, y saludó a Liam que le correspondió el saludo antes de subir la ventanilla del coche y acelerar perdiéndose al final de la calle.
Llegué cuando mi madre estaba poniendo la mesa para comer, el olor a sopa invadió al ambiente y yo resoplé poniendo cara de asco. No había cosa que menos me gustara que la sopa.
-¡Mamá! Voy a cambiarme.
-No, Jenn. Que se te enfría esto, primero come y ahora te cambias. –Asentí y me senté en el sofá mirando como mi madre llenaba hasta arriba el plato hondo que tenía delante. Empecé a comer escuchando a mis padres hablando sobre la fiesta del día anterior yo solo asentía y sonreía. Treinta minutos después acabé de comer, recogí la mesa y corrí a mi cuarto para cambiarme. Me puse unos vaqueros que tenía del año pasado y una sudadera y volví al salón en el que solo estaba mi padre, leyendo un periódico con una taza de café en su mano. Mi madre estaba ordenando algo en el armario de su cuarto. Mi padre echó una mirada furtiva a su móvil que acababa de vibrar y, acto seguido, comenzó a escribir con rapidez.
-Charlie, ¿puedes venir? –Escuché un lejano ‘voy’ por parte de mi madre y a los pocos segundos atravesó la puerta del salón dedicándole una sonrisa a mi padre.
-¿Qué pasa?
-Este viernes es el cumpleaños de Will, debemos comprar algo. Nos ha invitado a su fiesta. –Escuchaba atenta la conversación y tosí un par de veces convirtiéndome en el centro de atención.
-¿Yo tengo que ir?
-Por supuesto, y espero que esta vez no te salgas de la fiesta como si nada. –Ya empezaba el sermón. –Me pareció una falta de educación y de respeto por tu parte irte de la fiesta como te fuiste. No te hemos educado así.
-Papá, ya. Me fui a otra fiesta con Harry. –Sus palabras cesaron y me dedicó una sonrisa.
-En ese caso… -Rodé los ojos y me recosté en el sofá. Encendí la televisión y puse una película mientras mi padre volvía a su periódico y mi madre regresaba a su cuarto. Las horas pasaron lentas, más lentas que nunca. Fue entonces cuando fui consciente de lo que me tocaría aguantar al día siguiente. Después de pasarme toda la tarde perdida entre películas y libros, decidí acostarme después de tomarme una ensalada. Antes de meterme en la cama oí a mi padre decirle a mi madre algo sobre mí, pero el sueño me ganó y no escuché la conversación.
El timbre que nos señalaba la penúltima hora de clase resonó con fuerza y la profesora de filosofía entró en clase. Dejó los libros sobre la mesa y, tras hacer un pequeño repaso de la lección anterior, empezó con un nuevo tema. Platón.
-Platón, estableció que… -Bajé mi mirada al móvil situado entre mis piernas y escribí con rapidez un mensaje contestando a Liam.
“Sácame de aquí ahora. Por fa”
“Atiende, Jenn. En una hora paso a recogerte”
“¿Me vas a llevar a comer? No creo que a Harry le siente bien.”
-Señorita Green. –Levanté la mirada y sonreí guardando el móvil como pude. -¿Podría continuar?
-Pues Platón, fue un filósofo griego, que…
-Que estaba aburrido –toda la clase rió –y decidió crear un mundo sensible y un mundo de las Ideas. El mundo sensible es el imperfecto y el mundo de las Ideas lo perfecto. –Escuché la voz de Zayn y la profesora lo miró asintiendo.
-Parece ser que hay alguien atendiendo. ¿Sería mucho pedir un ejemplo, señorito Malik? –Negó con la cabeza y fijó la mirada en el techo de la clase.
-Imaginemos dos personas que se llevan mal, pero aún así se atraen. –Escuché unos silbidos al final de la clase y rodé los ojos atenta a lo que decía. –En el mundo de las Ideas, que sería el mundo perfecto, se llevarían bien y estarían juntos. –Tomó aire y se giró en su asiento fijando los ojos en mí. La clase dejó de existir y sólo me concentré en él. –Sin embargo en el mundo terrenal esa relación es lo contrario. Nosotros sólo percibimos esa mala relación del mundo sensible, pero esa relación perfecta existe, sólo que la vemos inalcanzable.
-¿Quizá se pueda hacer algo para que sea alcanzable? –Las palabras salieron inconscientemente de mi boca y él me miró sonriendo. –Quiero decir, ¿no se puede hacer que el mundo de las Ideas sea el terrenal? ¿Qué lo perfecto sea lo que percibimos?
-Buena reflexión, Jennifer. –El timbre sonó y la profesora recogió sus cosas. -¡Pensad lo que ha dicho vuestra compañera! –Y dicho eso se fue, dejando la clase sin vigilancia. Suspiré y bajé la mirada a mi móvil, leyendo los mensajes que me habían llegado mientras Zayn hablaba.
“Me ha pedido tu padre que te recoja y comas conmigo.”
“Ah, genial”
Guardé el móvil cuando vi a Harry acercarse. Besó mi mejilla y se sentó en la mesa, con media sonrisa. Algo traía entre manos.
-Mañana es el cumpleaños de mi padre. –Rodé los ojos y suspiré. –Vas a ser mi pareja en la fiesta. –No lo preguntaba, era una afirmación.
-Es que no sé si iré, últimamente me encuentro algo mal. Tengo dolores de cabeza.
-No es excusa. –Abrí los ojos como platos y gruñí. –A las siete te recojo.
-¿Vas a salir de tu casa para recogerme y volver?
-La fiesta no es en mi casa. –Asentí y el profesor entró por la puerta poniendo algo de orden. Espe ocupó su asiento a mi lado y empezamos a hablar por WhatsApp, haciendo que la clase se pasara con rapidez.
Salí de la clase entre risas con mis amigas. Harry rápidamente agarró mi cintura pegándome a él. Drew besó a Zoe y Allie se subió a la espalda de Jordan provocando la risa de todos. Vi su todoterreno a lo lejos y empecé a buscar a Liam con la mirada hasta que lo encontré a pocos metros del coche.
-Chicas, me voy. Me esperan. –Abracé a cada una y a los chicos y besé a Harry con rapidez, escabulléndome de su agarre. Corrí hasta Liam y lo abracé con más fuerza que nunca.
-¿Un mal día? –Él acomodó el pelo detrás de mi oreja y yo negué sonriendo.
-Sólo te echaba de menos. –Él rió y me apretó con fuerza.

-Pues creo que ahora me vas a odiar. –Lo miré extrañada y él hizo un gesto con la cabeza para que mirara detrás de mí.

miércoles, 24 de julio de 2013

Capítulo 28


-Jenn, ¿estás bien o te ha tragado el váter? –Escuché la risa de Liam en la puerta y me alegré como nunca.
-¡Liam! –Me deshice del agarre de Zayn y corrí a la puerta, quitándole el pestillo y salí de allí. –El gilipollas no me dejaba salir.
-Déjala tranquila, ¿quieres?
-¿Y tú quien eres para decir eso? –Zayn dio un paso, recortando la distancia entre Liam y él y yo me puse en medio.
-El que no me ha defraudado, como han hecho otros. –Agarré a Liam de la mano y cruzamos el salón ante la mirada de un par de invitados. Me giré en la puerta, cruzándome con la mirada de Zayn, sonreí, le enseñé mi dedo corazón y salí de la casa dando un portazo.
Bajé la ventanilla del coche y dejé que la brisa de invierno nos calara los huesos. Le iba dando indicaciones mientras, de nuevo, se internaba aún más en las calles londinenses, repletas de niños disfrazados pidiendo caramelos.
-Así eras tú hace unos años, enana.
-Yo nunca he salido a pedir caramelos. No me gustaba. –Liam me miró divertido y resoplé. –Vale, sí, me daba miedo. ¡Estaban vestidos de monstruos! –Liam estalló en una profunda carcajada y yo le di un puñetazo en el hombro haciendo que se quejara. –Aparca por ahí, la fiesta es ahí enfrente. –Asintió y aparcó en un sitio que acababa de quedar libre. Me bajé de un salto, alisándome el vestido y rápidamente me agarré de su brazo y empezamos a andar hasta la casa de Jordan que nos abrió con una sonrisa.
Mis amigos habían visto a Liam un par de veces y ahora se habían convertido en compañeros de borracheras. Fiesta que había, fiesta que estaban los cuatro. Harry y Drew chocaron las palmas con Liam y éste, acto seguido, se fue a la barra en busca de bebida. Drew me abrazó, diciéndome algo al oído que no alcancé a escuchar, y Harry me besó con demasiada fuerza para mi gusto, me separé de él y empecé a moverme por toda la casa, buscando a mis amigas; algunos chicos que llevaban un par de copas de más me saludaban con una efusiva sonrisa, otros directamente optaban por acercarse a mí e intentar conseguir mi número pero Harry actuaba con rapidez dedicándoles miradas que provocaban que rodara los ojos poniéndolos en blanco.
-¡¿Dónde estabas!? –Liam gritó en mi oído haciendo que me separara de él.
-Tío, que no estoy sorda. –Liam rió. –Busco a mis amigas, ¿las has visto?
-Espe está en el jardín con Allie. Lindsay no sé donde está y Zoe no ha venido. –Asentí y volví a andar hasta el jardín, hasta que Harry me agarró la mano y paró en seco, dándome la vuelta con una sonrisa en la cara; no me gustaba nada esa cara.
-Deja que tus amigas se diviertan y vamos a divertirnos nosotros. –Reí falsamente y me acerqué a él.
-No sé si me gustarán tus formas de divertirme. –Empecé a alejarme cuando él de nuevo me agarró del brazo con fuerza, hasta el punto que me hacía daño.
-Créeme te gustarán. –Me cogió en brazos y empezó a perderse entre la multitud. Abrió una puerta con la pierna y la cerró de la misma manera ya con nosotros dentro de la habitación. –Vaya, hemos entrado justo en la habitación donde hay una cama.
-Que mala suerte, busquemos otra. –Me retorcí de su agarre intentando salir de la habitación. Era la segunda vez en una noche que me retenían en una habitación contra mi voluntad. Ahogó una risa cuando vio mis movimientos y se acercó a mí entrelazando nuestros dedos, impidiendo cualquier escapatoria. Besó mis labios con fuerza, recostándome sobre la cama y poniéndose encima de mí. Apoyó todo el peso en sus brazos mientras yo me resistía a sus besos, girando la cabeza.
-¿Qué te pasa? –Me crucé con sus ojos verdes esmeraldas y suspiré; hasta hace un mes éramos mejores amigos y, hoy…  Un recuerdo cruzó mi cabeza.
*Tres semanas antes*
-No quiero salir más con Harry, papá. En serio, deja de organizarme citas con él por que no. No lo soporto.
-¿Es por Zayn? –Una risa salió de su boca cuando vio que bajaba la cabeza, centrando la mirada en el suelo. –Déjame decirte que Zayn cada día está con una chica distinta. Cariño, ya te dije que no era bueno que te acercaras a él.
-Yo…
-Harry te hará feliz y tú tienes que hacerlo feliz a él. Olvida ya a Zayn. –Abrió la puerta de mi cuarto y paró en el marco antes de salir por completo de mi habitación. Se giró y me dedicó una sonrisa. –Él ya te ha olvidado a ti. –Y se largó, cerrando la puerta con fuerza.

Parpadeé un par de veces, intentando contener las lágrimas y con una sonrisa fingida en mi rostro, capturé sus labios en un forzoso beso. En medio segundo ambos estábamos sólo con la ropa interior. Harry besó mi pecho con ganas antes de ponerme en su cintura y penetrarme con fuerza. Los gritos no salían de mi boca gracias a que él besaba con rapidez mis labios. Perdí mis manos en sus rizos, haciendo que los besos fueran con más fuerza que los anteriores. Volvió a embestirme una última vez antes de que él llegara al orgasmo. Harry se tumbó a mi lado y nos tapó a ambos con una pequeña manta.
-Te quiero, Jenn. –Suspiré. Tanto él como yo sabíamos que no decía eso sintiéndolo de verdad, finalmente, me quedé dormida en al lado Harry.
-¡Jenn! Jenn despierta. –Alguien zarandeó mis hombros y yo abrí los ojos con cuidado. No sabía cuánto había dormido, pero aún no amanecía en Londres.
-¿Liam?
-Sí, Liam.  ¿Sabes qué hora es? –Negué con la cabeza mientras me sentaba en la cama. –Las cuatro y veinte de la mañana. Vístete y larguémonos. –Busqué mi ropa a tientas y me la puse con rapidez. Me recogí el pelo en un moño y me acerqué a Harry. Escribí una pequeña nota y la dejé junto a él en la almohada antes de salir de la habitación. La casa estaba hecha un completo desastre. Las bebidas estaban en el suelo, al igual que varios trozos de cristal.
-La próxima vez que hagas una fiesta, que no sea en tu casa. –Liam chocó los cinco con Jordan y yo lo abracé despidiéndome así de él.  Agradecí que el día anterior le dijera a mi padre que me iba a quedar a dormir en casa de Liam, si no, ahora mismo, podría darme por muerta. Me subí en la parte de atrás del coche y me tumbé quitándome los tacones. Un par de minutos después había vuelto a dormirme.
Cuando me desperté estaba en la cama de Liam. Me estiré en ella y miré el reloj despertador que había encima de la mesita. Las diez menos cuarto. Me levanté de la cama y me alisé el vestido de la noche anterior que aún llevaba puesto. Miré por la ventana para encontrarme con un sol radiante brillando en lo alto del cielo. Sonreí. Iba a ser un buen día.
-¡Buenos días, enana! –Liam entró en el cuarto con una sonrisa y me abrazó con fuerza, él también llevaba la ropa del día anterior.
-Deja de llamarme enana, Liam.
-Te saco tres años, eres una enana. –Puse los ojos en blanco y besé su mejilla. -¿Desayunas y te llevo? –Asentí y salí del cuarto dirigiéndome a la cocina. El olor a café me hizo inspirar profundamente y me apoyé en el marco de la puerta cogiendo una tostada bañada en tomate y le di un mordisco a esta antes de que Liam volviera a hablar colocándose delante de mí. -¿Café?
-No, qué asco. Sólo me gusta como huele el café recién hecho. –Él sonrió negando con la cabeza. -¿Pasa algo?
-Nada, nada. –Dejó un vaso de leche junto al plato de tostadas y seguimos desayunando con tranquilidad. Después de un par de tostadas más y terminarme el vaso de leche, miré a Liam con una sonrisa.
-Voy al baño y nos vamos. –Él asintió. Corrí al baño y me retoqué el peinado, me aflojé el moño, convirtiéndolo en una coleta que acababa en la mitad de mi espalda. Remojé un poco mi cara y mostré una sonrisa ante el espejo. Abrí la puerta y me acerqué a la cocina, dónde me esperaba Liam.
-¿Vamos?

-Vamos. –Liam me agarró de la mano, salimos del piso para montarnos en su coche y volver a mi casa.

martes, 23 de julio de 2013

Capítulo 27


31 de octubre.
Había pasado más de un mes desde la última vez que vi a Zayn. Quiero decir desde que vi a Zayn fuera de clase. En clase tenía que seguir soportándolo, y cada vez era más difícil hacerlo. Odiaba verle en clase, lo odiaba a él, aunque… ¿a quién pretendía engañar? No le odiaba, no podía hacerlo; simplemente, fingía hacerlo. Después de aquella noche empecé a salir “oficialmente” con Harry, más obligada por mis padres que por mi propia voluntad y, a medida que pasaban los meses, lo aguantaba menos, ni si quiera sé como pudo ser mi mejor amigo.
Las cosas han cambiado bastante en un mes. Zoe perdió al bebé por una caída tonta en las escaleras de su piso y las últimas semanas las ha pasado fatal, aunque ahora parece que las cosas le van mejor. Allie y Jordan están felices, muchísimo. Y Liam, bueno, Liam y yo nos hemos convertido en mejores amigos, que digo mejores amigos, somos como hermanos, pasamos el día hablando.
Aquella misma noche Liam me llamó para ver como estaba porque Zayn lo había llamado a él y, a las doce de la noche se presentó en mi casa con helado. Al día siguiente no fui a clase y él se quedó conmigo viendo películas. Desde entonces, inseparables.
-¡Jenn, vamos llegaremos tarde!
-¡Que te esperes, Liam! –Reí en mi habitación intentando cerrarme el vestido negro pero era imposible. –Entra. –Liam abrió la puerta y sonrió. –Sube la puta cremallera. ¡No lo rompas! –Él soltó una carcajada y con un movimiento subió la cremallera del vestido hasta el final. Me coloqué bien el pelo y sonreí enganchándome de su brazo.
-¿Segura que quieres ir? Va a estar…
-Ni me lo nombres. No, no quiero ir, pero mi padre me obliga. Hasta las una. A las una nos largamos, por favor, tengo una fiesta que sé que te gustará.
-No sé, Jenn. Seguro que hablaremos de temas importantes. –Puse pucheritos y él rió. –Bueno, vale. A las una nos vamos.
-Gracias. –Salimos de la casa y nos subimos en su despampanante todoterreno negro. Encendí la radio y la música empezó a salir a un volumen alto. La fiesta era a las afueras de la ciudad por lo que sería un viaje largo. –Liam, ¿puedo pedirte una cosa?
-Las que quieras.
-Si lo ves en la fiesta, avísame. No quiero verlo, en serio. No creo que pueda controlar mis ganas de partirle alguna copa en la gana.
-Vaya, la nena tiene garras. –Reí recordando que eso fue lo primero que me dijo nada más conocerme y que yo lo mandé a la mierda, él acompañó mi risa. Los minutos pasaban tan rápido como las canciones y, en 45 minutos, Liam estaba aparcando frente a una lujosa casa. Había coches carísimos por todos lados y, entre tanto Ferrari, Porsche y Jaguar reconocí su Honda aparcada algo alejada de los demás vehículos.
Entramos a la casa de la mano y saludé en la lejanía al padre de Liam que hablaba animado con un hombre que no conocía de nada. Geoff me devolvió el saludo y Liam y yo empezamos a movernos por toda la sala buscando las bebidas.
-A menos de veinte metros de ti. A tu derecha. Viene hacia aquí. –Miré a Liam dedicándole una sonrisa y me alejé de él, alejándome así de la trayectoria de Zayn. Liam rió en voz baja y se acercó a donde yo estaba. –Ha sido algo descarado.
-A ver si así se entera de que no quiero verlo. –Liam asintió y me entregó un vaso con Coca-Cola.
-Vamos a bailar, hagamos algo divertido. –Reí y él se acercó al DJ que ponía la música y acto seguido comenzó a sonar música más propia de discoteca que de una reunión de alto standing. Solté una carcajada y él se acercó a mí haciéndome girar sobre mí misma. Antes de darme cuenta todo el mundo estaba bailando a nuestro alrededor.  Liam reía en mi oído mientras seguíamos moviéndonos al compás de la música.
-¿De qué te ríes, Liam?
-Tengo vistas privilegiadas de la cara de Zayn en estos instantes. Está para hacerle una foto. Espera que saque el móvil y lo intente. –Liam sacó su iPhone del bolsillo y siguió bailando como si nada. Escuché el capturador de la cámara y acercó el móvil a mí. –Míralo que guapo sale. –Ahora la que reía era yo. Me separé de él y suspiré recuperando el aliento después de la risa.
-Voy al baño, me retoco el maquillaje y nos largamos, ¿vale?
-Te espero en la puerta. –Asentí y besé su mejilla. Era increíble lo bueno que era, y como en apenas un mes se había convertido en mi mejor amigo, en un hermano. Negué divertida con la cabeza y entré en el baño cerrando la puerta. Me miré en el espejo y saqué de mi bolso el rímel y el lápiz de ojos. Unos golpecitos me distrajeron y dejé de mirarme en el espejo.
-Está ocupado. –Volví a mirarme en el espejo y alguien abrió la puerta. –No he dicho que estaba ocu… -Miré a la puerta y me encontré con la mirada de Zayn. Él cerró la puerta con pestillo  y se acercó a mí. -¿Qué coño haces? ¡Fuera!
-No.
-Zayn, que te largues. –Negó con la cabeza. –Gritaré. –Él rió irónicamente.
-¿Quién te va a escuchar? Está la música a toda caña.
-¡Que te largues, hostia! –Grité con todas mis fuerzas, golpeando con mis puños su pecho. -¡Liam! –Volví a gritar acercándome a la puerta, pero sus brazos me agarraron de la cintura colocándome entre la pared y su cuerpo. -¡Que me dejes! Joder, ¡déjame salir! –Me estaba quedando sin fuerzas y, al final, las palabras salieron en un débil susurro. –Zayn, déjame salir, por favor. –Suspiré, poniendo una mano en su abdomen intentando separarlo, pero el esfuerzo fue en vano.
-Quiero hablar contigo.
-Resulta que yo no quiero hablar contigo.

-No tienes que hablar, sólo escúchame. –Colocó su mano en mi barbilla haciéndome levantar la cabeza y me miró directamente a los ojos. –Por favor.

lunes, 22 de julio de 2013

Capítulo 26

Llevaba como quince minutos esperando en la puerta del colegio a que a mis amigas se les ocurriera aparecer. Cuando estaban a punto de dar las ocho Allie apareció al final de la calle corriendo con la mochila a cuestas.
-¡Perdón, perdón!
-No importa, ¿las demás?
-Ni idea. –Me encogí de hombros y entramos al colegio. Allie me contaba lo bien que lo llevaba con Jordan y, me alegraba por ella. Después de sus últimos novios no la había visto tan feliz como con él. Llegamos a clase y los asientos de Zoe, Drew y Espe estaban vacíos. Los dos primeros supuse que estarían en el médico, por la ecografía de Zoe. Espe entró justo al mismo tiempo que sonaba la campana y corría a sentarse a su asiento como si nada hubiese pasado mientras la profesora de Filosofía la miraba con una sonrisa en la cara.
-Vale, entonces, dormimos todas en mi casa. –Espe nos miró a Allie y a mí y ambas asentimos. – ¿Películas y cotilleos? ¿Cena en plan tranqui y luego fiesta?
-Yo quiero cotilleos, que desde que estoy con Jordan no me contáis una mierda. –Las tres reímos en voz alta mientras recogíamos las cosas para volver a casa. Era miércoles, por consiguiente, día para hacer planes para el fin de semana. Noche de chicas, ¿algo mejor para un viernes noche? Sonreí y volví la vista a mis amigas que seguían hablando de todos los preparativos.
-¿Y si hacemos una fiesta del bebé para Zoe? –Allie y yo miramos a Espe y ella sonrió asintiendo. –Ya sabéis, le regalamos cosas para el bebé. Biberones, chupetes, peluches, cosas así.
-Nunca he escuchado eso de ‘fiesta del bebé’.
-Yo tampoco, lo he visto en MTV y, no sé, estaría bien. –Espe se encogió de hombros y yo estallé en una carcajada mientras paraba al lado de la puerta de mi casa.
-Quedamos el viernes por la tarde y le compramos cosas, ¿vale? –Las dos asintieron y yo me despedí de ellas abrazándolas con fuerza.
Entré en casa y me senté en el sillón junto a mi padre que miraba con interés las noticias de economía que estaban saliendo en la televisión; mi madre dejó los platos sobre la mesa y los tres comimos en silencio; silencio roto únicamente por los comentarios de la televisión y los que, de vez en cuando, soltaba mi padre en respuesta.
-Esta tarde no voy a estar, voy a comprar unas cosas con Sophie. –Mi padre y yo miramos a mi madre y asentimos.
-Cómprame algo, mami.
-Y a mí, Charlie. –Mi padre puso cara de cachorrito y sonreí cuando mi madre se levantó y dejó un suave beso en sus labios. Ojalá yo tuviera una relación como la que tienen mis padres después de veinte años juntos.
A las cuatro de la tarde mi madre dejó la casa tras despedirse de nosotros y yo seguí haciendo deberes con la música resonando con fuerza en las paredes de mi habitación. Empecé a estudiar a las seis y media y, cuando empezó a anochecer, mi padre entró en mi habitación.
-Jenn, salgo un momento.
-Espera, espera. Voy contigo. No aguanto más aquí encerrada con historia. –Él rió y salimos los dos a coger el coche. El trayecto era corto y me resultaba demasiado familiar hasta que reconocí la puerta en la que nos paramos.
-Voy a darle estos papeles a Franklin. Ahora vuelvo.
-Voy yo si quieres.
-No, quédate aquí. –Cogió un par de carpetas de la parte trasera del coche y se desabrochó el cinturón.
-Ya voy yo, papá. –Le arrebaté las carpetas de las manos y salí con prisas del coche. Me planté frente a la puerta de la casa y llamé un par de veces al timbre. Sí, realmente lo que quería hacer era tentar a la suerte y ver si podía ver a Zayn pero, por una vez debería haber hecho caso a mi padre y haberme quedado en el coche.
Una despampanante pelirroja abrió la puerta tapándose el cuerpo únicamente con un albornoz. Tosí un par de veces intentando que salieran las palabras de mi boca de alguna forma pero, hasta las carpetas se resbalaron de mis manos al verla ahí. Me agaché a recogerlas y escuché su voz al fondo del pasillo.
-¿Quién es, Avril? –Vi como se acercaba a ella, rodeaba su cintura con sus manos y le besaba con parsimonia el cuello.
-Una chica, no sé qué quiere. –Me levanté en el acto, clavando mis ojos en los de Zayn y él se quedó blanco. Rápidamente quitó las manos del cuerpo de la chica y se alejó de ella dando un paso hacia a mí.
-Sólo quería darle estos papeles a tu padre. –Se los lancé a la cara. –Eres un hijo de puta, Malik. –Me di la vuelta, pero cuando iba a mitad de camino me paré en seco y miré hacia atrás, volviendo a clavar mi mirada en la suya. -¿Recuerdas lo que te dije anoche? Pues olvídalo. Ni una más. –Volví al coche corriendo y, entre lágrimas, le pedí a mi padre que acelerara. Nos alejamos de su calle mientras yo mantenía la vista en el espejo retrovisor.

A pesar de la distancia que había entre nosotros seguía pudiendo distinguir la figura de Zayn en la oscuridad. Lancé un último suspiro al aire y cerré la ventana; escuché a mi padre suspirar, pero, al mirarlo de reojo, pude ver una fugaz sonrisa asomando por la comisura de sus labios. Gruñí. Subí las piernas en el asiento y enterré mi cabeza entre mis rodillas volviendo a llorar de nuevo.

sábado, 20 de julio de 2013

Capítulo 25

La primera hora pasó entretenida ya que la profesora se decantó por ponernos un documental para que “aprendiéramos más” y, teniendo en cuenta que la mayoría de la clase se había quedad dormida, entendí que su método no era apropiado.
A segunda hora, su pelo negro apareció por la puerta antes de que el profesor entrara. Aparté mi mirada de la suya y la centré en el cuaderno que tenía encima de la mesa. Un par de minutos después el profesor comenzó la clase, hablándonos de lo que él llamaba ‘el tema más importante del curso’, a ninguno se nos ocurrió pensar que hablaba del reciclaje. Escuchaba atenta las explicaciones del profesor, sin dejarme llevar por los ojos marrones de Zayn que me miraban de vez en cuando, aunque la tentación era más fuerte y acababa por perderme en ellos. El resto de horas pasaron exactamente igual, como un tira y afloja de miradas entre él y yo, que casi siempre acababa ganando él.
-Chicas, mañana es mi primera ecografía, ¿vendréis?
-¿Y por qué no va Drew?
-¿Querrá? –Espe y yo asentimos y ella corrió a por Drew a preguntárselo. Observamos la escena desde la distancia y, supimos la respuesta, cuando ella saltó encima de él y comenzaron a besarse.
-No sé cómo puede estar tan feliz. –Miré a Espe y me encogí de hombros. –Joder, no se da cuenta de que toda su adolescencia se va a ir a la mierda.
-No es de nuestra incumbencia, si ella ha querido tenerlo, que lo tenga. –Espe asintió y empezamos a andar camino a mi casa. Íbamos distraídas, hablando de temas distintos, pero ambas atentas a lo que decía la otra. Cuando llegamos a mi puerta la abracé con fuerza y ella besó mi mejilla.
-¡Hasta mañana! Y alegra esa cara, idiota. –Vi como empezaba a bajar la calle y yo entré en mi casa. Comí con rapidez y entré en mi cuarto a estudiar. Cuando acabé el cielo estaba teñido de negro y yo seguía sola en mi casa. Hoy era uno de esos días en los que mis padres tendrían alguna reunión, pero no sabía decir si era de trabajo o de sus otros negocios. Cerré el libro de historia y me fui a la salita para despejarme.
Los dedos se movían con rapidez a través de las teclas del piano, dejando que el ambiente se impregnara con la melodía. La canción de ‘Lego House’ de Ed Sheeran era lo mejor para un día duro como el de hoy.  Unas palmas me interrumpieron al final de la canción haciendo que mirara al marco de la puerta y encontrara a Zayn apoyado en él con una sonrisa.
-Te voy a poner un cascabel como a los gatos. ¿Qué haces aquí?
-Tocas muy bien. –Se acercó al piano y rozó con la yema de sus dedos las teclas del piano.
-No me cambies de tema. ¿Qué cojones haces aquí?
-Jenn.
-No habrás venido a pedir perdón, ¿no? –Reí irónicamente. –Lárgate de mi casa, Malik. –Me quedé medio segundo mirándole. –Además,  ¿cómo narices has entrado?
-Tengo mis trucos. –Resoplé.
-Bueno, me da igual. Vete de aquí.
-No sabes una mierda de lo que pasa.
-¡Pues cuéntame que pasa contigo y con tu bipolaridad! –Me levanté de la banqueta intentando ponerme a su altura, pero fue en vano, ya que él me sacaba unos cuantos centímetros.
-No puedo.
-¡Ah! No puedes. Claro, cómo no. ¿Qué pasa? ¿Hoy no tienes ninguna puta con la que acostarte? –Sentía como mis ojos se cristalizaban, pero no iba a darle el placer de verme llorar, no otra vez.
-Jenn, joder. –Escuché como se abría la puerta de mi casa y clavé la mirada en Zayn. –Mierda, no debería estar aquí. –Resoplé.
-Ven. –Salimos de la salita con rapidez y entramos en mi cuarto. –Quédate debajo de mi cama. Vas a tener que esperar a que mis padres se acuesten. –Él asintió y se metió debajo del colchón. Reí en voz baja al ver la escena y salí de mi cuarto para saludar a mis padres.
-Jenn, me han dicho que estás saliendo con Harry. ¿Vais en serio?
-Vaya mamá, las noticias vuelan. ¿Quién te lo ha dicho?
-Me encontré a Anne esta mañana. –Asentí.
-No estamos saliendo. Seguimos como amigos.
-Una lástima, es un buen chico.
-Y con dinero. –Suspiré al escuchar las palabras de mi padre y puse los platos para la cena. Cuando acabamos, mis padres se quedaron en el salón y yo me fui a la cocina a prepararle un bocadillo a Zayn; ni si quiera sé porqué cojones lo trataba bien, después de todo. Bueno, sí lo sabía. Suspiré y corrí a mi cuarto con la comida, intentando que mis padres no me vieran.
-Puedes salir, Malik. –No contestaba. -¿Malik? –Me agaché para mirar debajo de la cama, pero no estaba ahí.
-Bonita posición. –Me levanté al instante al escuchar su voz detrás de mí y su risa salió en un susurro.
-Te he traído algo de cenar. –Dejé el bocadillo en la cama al mismo tiempo que me senté sobre ella. Él me acompañó y se comió el bocadillo en medio segundo. –Ya veo que tenías hambre.
-Un poco sí. –Reí en voz baja.
-¡Jenn! –Me tensé y Zayn corrió detrás de la puerta, antes de que yo la abriera para contestar a mi madre.
-¿Qué pasa mamá?
-Vamos a acostarnos, no te duermas muy tarde.
-No, buenas noches. –Cerré la puerta de nuevo y le sonreí. Me miraba fijamente mientras apartaba un par de mechones de mi cara y los colocaba tras mi oreja y se acercaba a ella, haciendo que la electricidad recorriera cada recoveco de mi cuerpo.
-Perdóname. Nunca quise decir todo aquello. –Me abrazó con fuerza y yo le correspondí el abrazo. Lo había echado de menos. –Jenn, las cosas no han salido como queríamos.
-Malik, cuéntame todo lo que pasó en la playa. –Zayn me cogió de la mano y se sentó en la cama, sentándome a mí sobre sus rodillas.
-Jenn, no puedo, lo siento. –Me crucé de brazos. –Pero, seguiré aquí, pase lo que pase, aunque tendrá que ser en la distancia.
-Ya, claro.
-Te lo prometo, preciosa. Pase lo que pase voy a estar ahí. –Pegó su frente a la mía y me dedicó una pequeña sonrisa. –Siempre. –Antes de que pudiera contestarle escuché como se abría la puerta del cuarto de mis padres y suspiré levantándome.
-Vete, Malik. No quiero que estés en problemas.
-Hasta mañana, Jenn. –Besó mi frente y se acercó a la puerta antes de abrirla con cuidado.
-Vete ya. –Rió en voz baja y desapareció en la oscuridad. Yo negué con la cabeza divertida y me tumbé en la cama, aún olía a él. Mi móvil vibró entre las sábanas avisándome de un nuevo mensaje.
“Sólo… dame una oportunidad intentar que las cosas salgan bien.”
“A ti te daría unas 100.000 oportunidades si hiciera falta, ese es el problema”
Pude imaginarlo, parado donde quisiera que estuviera, con una sonrisa en su cara, puse los ojos en blanco y leí el mensaje que acababa de recibir.
“Con una más será suficiente. Hasta mañana”.

-Más te vale, Malik. –Dejé el móvil en la mesita y me acurruqué entre las sábanas. Mañana sería un día duro. No sabía hasta que punto.

jueves, 18 de julio de 2013

Capítulo 24

Miré a mí alrededor y me di cuenta de dónde estábamos. Era el parque al que me había traído Zayn cuando me contó lo de la mafia. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y sentí una vibración en mi pantalón. Era un WhatsApp.
“Lárgate de aquí. Ahora”
Miré al frente y lo vi con la mirada fija al otro punto del parque, cogiendo algo de la parte trasera del pantalón. Otra figura lo acompañaba y, por la altura, podría decir que era el padre de Des o el padre de Liam.
“No me da la gana.”
Volví a mirarlo y empezó a escribir con rapidez, entonces fui consciente de lo que había sacado del pantalón. Su pistola. Otro escalofrío me atravesó el cuerpo.
“Vete.” Iba a contestar cuando un nuevo mensaje llegó a mi móvil. “Por favor, Jenn.”
Suspiré y apreté la mano de Harry para llamar su atención. Él me miró con una sonrisa y acercó su cara a la mía para dejar un dulce beso en mis labios que me pilló completamente desprevenida. Escuché un sonido sordo y supe que había sido un disparo, Harry ni se inmutó y siguió besándome.
-Volvamos, hace frío. –Él asintió y se levantó ofreciéndome su mano. Me levanté y lo agarré con una sonrisa al mismo tiempo que vibraba de nuevo mi móvil.
“Él próximo disparo irá en su culo”
“Que te den, Malik.”
Y, volví a besar a Harry, en la puerta del parque, sabiendo que él nos estaba viendo. Me cabreaba que, después de todo lo que me había dicho, no pudiera salir con Harry o con cualquier otro chico. Gilipollas. Empezamos a andar de camino a mi casa hasta que Harry paró en seco en mitad de la calle.
-¿Qué pasa, Harry?
-Eh, nada, nada. Sólo me he quedado pensando una cosa.
-¿Y no puedes pensar y andar a la vez? –Me acerqué a él y lo despeiné entre risas. –Ah claro, que eres un tío.
-No sabes dónde te has metido. –Me cogió en brazos colocándome en su hombro y empezó a andar mientras yo reía.
-Bájame Harry. Venga. –Golpeaba su espalda y reía al mismo tiempo. Él sólo reía y de vez en cuando hacía el amago de bajarme, para luego subirme y hacerme rabiar aún más. Miré al frente, dejándome llevar. Entonces mis ojos se centraron en una Honda negra que nos seguía a pocos metros, la conocía muy bien. –Bájame Harry. –Estaba cortante, y él lo notó en el acto ya que me bajó en cuanto se lo pedí. –Ahora vengo.
-Jenn, ¿dónde vas? ¿Qué haces?
-Espera. –Empecé a andar hasta la moto y el conductor paró en seco en cuanto me tuvo a apenas 2 metros. Me acerqué a él y levanté la visera de su casco para encontrarme con sus ojos. -¿Qué cojones haces siguiéndome?
-¿Y tú, qué cojones haces con ese?
-¿Celoso, Malik? –Rió de forma escandalosa y yo me puse seria.
-¿De Styles? Más quisiera.
-Pues seguro que con él, al menos, no fingiré los orgasmos. Y él no es un niño malo que necesita llamar la atención de la gente. Madura, Malik. –Sonreí, dejando que las palabras salieran con odio de mi boca, necesitaba devolvérsela. Aunque nada de lo que dijera era verdad, pero tenía que hacerlo. Pude percibir como fruncía el ceño y volví hacia donde estaba Harry. Escuché como la moto derrapaba y nos adelantó en medio segundo, solté una carcajada demasiado fingida para mi gusto.
-¿Qué traes con Zayn?
-¿Con ese? –Miré al final de la calle y vi como la moto daba una curva para perderse por completo de mi punto de visión. –Sólo odio. –Sonreí y paré delante del edificio de Harry.
-Te acompaño.
-No, no. Estoy a un par de calles de mi casa, no te preocupes. –Besé su mejilla y me despedí de él. Empecé a andar con rapidez y, en cinco minutos, estaba entrando por la puerta de mi casa. Mi padre leía el periódico mientras mi madre hablaba con alguien por teléfono. Los saludé a ambos con una sonrisa y les dije que me iba a dormir. No quería que me molestaran, no después de la tarde que había pasado.
Me desnudé y me puse el pijama. Dejé el móvil cargando en la mesita, agarré mi pelo en un par de trenzas y me metí en la cama. Me quedé mirando el techo mientras las horas pasaban y, a pesar de que me había despertado temprano, no conciliaba el sueño. Cerré los ojos intentando no pensar en nada pero la imagen de Zayn era lo único que me venía a la cabeza y, finalmente, me dormí pensando en él.
Apagué el despertador y me levanté de la cama. Me deshice las trenzas y observé el resultado en el gran espejo de mi armario, tenía el pelo ondulado, tal y como lo quería. Me puse una camiseta que dejaba mi hombro al aire, unos vaqueros y unos botines. Cogí la mochila y salí de mi casa despidiéndome de mi padre que se estaba terminando el desayuno en el salón. A pocos metros de mi casa Zoe me esperaba con una sonrisa y, justo detrás de mí, llegó Espe con la respiración alterada. Llegamos al instituto de las primeras, la ventaja de vivir al lado de éste, y saludamos a los que ya había en clase. Drew, Allie y Jordan. Los de siempre. Los saludé con un abrazo a cada uno y dejé las cosas en mi asiento mientras me iba a la ventana en busca del calor del radiador y, para que engañarnos, buscando su moto entre los coches del aparcamiento.
-Deja de buscarlo con la mirada, ¿quieres? No haces otra cosa que martirizarte a ti misma.
-No sé de que hablas.
-Y yo no sé qué narices le has visto y porqué sigues así de pillada por él. Te trató como una mierda en la playa y ahora estás aquí esperando que aparezca por esa puerta o que llegue con la moto. Olvídalo. –Resoplé y me aparté de la ventana abrazando con fuerza a Espe. –Te has enamorado, pequeña.
-Y es lo peor que podría haber hecho.

miércoles, 17 de julio de 2013

Capítulo 23

*Narra Jenn*
Las diez de la mañana. Me desperté demasiado temprano para mi gusto, pero tenía que arreglarme ya que había quedado para ir a comer con Harry a las doce. Me desperecé en la cama y busqué a tientas el móvil sobre la mesita que había justo al lado de mi cama. ¿Esperaba encontrar alguna llamada suya o algún mensaje pidiendo perdón? Sólo había un par de mensajes de Espe y de Zoe. Cuando llegué anoche las llamé a las dos y le conté todo lo que había pasado. En los mensajes sólo me decían que alegrara la cara, que Zayn no merecía la pena. Suspiré, si fuera tan fácil. Me levanté de la cama y entré en el baño, me miré un segundo en el espejo antes de empezar a desvestirme. Tenía los ojos rojos e hinchados y unas ojeras que no se las desearía a nadie. Había sido una de las peores noches que he vivido. No había podido dormir casi nada por llorar y, cuando conseguí conciliar el sueño, las pesadillas se apoderaron de mí  haciendo que volviera a despertarme.
Maldije a Zayn en voz baja. Un polvo, un puto polvo y nada más. Lo peor es que lo sabía, sabía que aquello iba a pasar pero, como siempre, me ilusioné. Entré en la ducha y dejé que las gotas de agua cayeran por mi piel y, entonces, de nuevo el recuerdo de la noche del sábado con Zayn hizo que me temblaran las piernas, me tuve que agarrar al grifo para no caerme y suspiré. Cerré el agua y salí de la ducha tapándome con una toalla. Me solté el pelo, me lo alisé con los dedos y me fui a mi habitación para elegir que ponerme. Al final me puse un jersey de lana, unos pitillos negros y las botas. Eran las once y media cuando empecé a maquillarme, rímel y un poco de sombra. Me miré al espejo por última vez y me tapé la boca, ocultando mi gesto de sorpresa, la marca que me había hecho Zayn aún seguía en mi cuello haciendo que me estremeciera. Cogí un poco de maquillaje intentando tapar el círculo morado que había en mi cuello, pero era prácticamente imposible, así que lo dejé como un caso perdido. Cuando terminé, cogí dinero, el móvil, me despedí de mis padres y el timbre de mi casa resonó.
-¡Pásalo bien!
-Gracias papá. –Estaba encantadísimo de que saliera con Harry, se le notaba hasta en la forma de hablar y esa sonrisa… gilipollas. Abrí la puerta con una sonrisa y Harry me abrazó con fuerza. Empezamos a andar hacia el centro de la ciudad y llegamos a uno de los restaurantes más lujosos de Londres.
-Te dije que para nuestra segunda cita te traería a algo mejor. –Reí en voz baja y él agarró mi mano para entrar dentro del local. Habló con un camarero que nos guió hasta una mesa algo apartada del resto y nos dejó las cartas para que eligiéramos que comer. -¿Cómo te lo has pasado en la playa? –Lo miré por encima de la carta y fruncí el ceño, no me apetecía sacar el tema.
-¿Podemos no hablar de eso? –Harry asintió poco convencido y yo volví a clavar la vista en la carta. No había nada que me llamara realmente la atención, aunque bueno, tampoco es que tuviera mucha hambre. -¿Qué quieres?
-Creo que pediré un entrecot. –Se me revolvió el estómago y sentí ganas de vomitar. -¿Tú?
-Una ensalada. –Harry me miró raro y yo sonreí intentando disimular. El camarero apuntó nuestros pedidos y volvió a dejarnos solos. –Sabes Harry, he estado pensando, sí, un milagro que yo piense. –Harry rió y yo acompañé su risa.
-¿En qué has pensado?
-En miles de cosas. Es increíble lo mucho que puede hacer un cerebro.
-Jenn… -Volvimos a reír.
-Está bien, voy al grano. He estado pensando en nosotros, en todo lo que ya hemos hablado.
-¿Me vas a dar una oportunidad? –Los ojos de Harry se iluminaron y yo di un par de pinchazos en la ensalada que acababan de traer. Seguí comiendo ignorando la pregunta, mientras él me miraba curioso.
-¿No comes? Se te va a enfriar.
-Mierda Jenn, dilo ya. –Reí en voz baja intentando no llamar la atención de los demás clientes del restaurante y fijé su mirada en la mía. No era Zayn el que estaba ahí conmigo, no eran sus ojos marrones, no era su sonrisa descarada, y quizá eso fuera lo que más me dolía, que no era él quien estaba al otro lado de la mesa. Pero tenía que hacerlo, había estado con Harry desde que éramos pequeños, y quizá no me gustara como pareja pero con el paso del tiempo quizá conseguiría enamorarme de él.
-No saldremos como pareja. No seremos  “novios” oficialmente. Es como un…
-Es un periodo de prácticas. –Sonreímos al mismo tiempo y asentí. Supuse que él tampoco quería arriesgarse a que todo saliese mal. Terminamos de comer y salimos a la calle aún gastándonos bromas y riéndonos. Nos pasamos andando por Londres toda la tarde hasta que, cuando iba a empezar atardecer decidimos tumbarnos en un pequeño parque.
Harry se tumbó en mis rodillas y yo acaricié con parsimonia su pelo. Empezó a contarme algo, creo que de sus padres y, digo creo porque dejé de prestarle atención, lo escuchaba hablar y mi cerebro retenía alguna que otra palabra suelta, pero la gran parte de mi mente estaba centrada en otra cosa.

martes, 16 de julio de 2013

Capítulo 22

*Narra Zayn*

La vi alejarse con la niña en brazos y suspiré, tirando el cigarro a un lado y entrando en la casa. Me subí a mi cuarto y me asomé al balcón teniendo unas vistas privilegiadas de la playa, sin embargo, mí mirada únicamente se centraba en Jenn. Vi como Liam se acercaba para hablar con ella y, al rato, se levantaba dejando a Liam y a Des jugando solos en la arena.  El sonido de mi puerta me hizo reaccionar y me aparté del balcón pronunciando un ‘adelante’ mientras me acomodaba en la pared encendiendo un segundo cigarro.
-Zayn, hijo, ¿podemos hablar? –Josh se sentó en el escritorio que presidía el cuarto y yo seguía cada uno de sus movimientos con la mirada. Él me mostró una sonrisa y yo mostré otra fingida.
-Dime.
-Verás, el tema es sencillo. –Se abrió la chaqueta, dejándome ver la culata de su pistola. –No te acerques a Jenn, no hables con ella, ni salgas con ella. Procura incluso que no se crucen ni un segundo vuestras miradas. Porque ella sufrirá las consecuencias pero tú… –Tragué saliva cuando acarició la pistola. –Si te acercas a ella seré yo el que se encargue de que llegues al infierno pronto, ¿lo has entendido, muchacho? –Asentí. –Bien, yo sabía que no eras un chico tonto. –Salió de la habitación y me dejó de nuevo sólo con mis pensamientos y, lo primero que hice, como acto reflejo, fue clavar mi puño en la pared con fuerza, desahogando en ese golpe toda mi rabia.
Las horas del día pasaron lentas, aburridas, mientras ella sólo se dedicaba a dar vueltas por mi cabeza y yo deseaba que estuviera dando vueltas en mi cama. No salí de mi cuarto intentando no verla pero, cuando escuchaba su risa en el jardín, me asomaba para perderme mirándola como un auténtico imbécil. Joder, ¿qué coño te está pasando Zayn?
-¡Jennifer! Nos vamos. –Esa voz era la de Josh, un impulso me hizo avanzar hasta la puerta para despedirme pero frené en seco y volví a encender otro cigarro. Era el quinto de la tarde.
-¡Voy papá! Id saliendo. –Su dulce voz se clavó en mis tímpanos y suspiré al mismo tiempo que el humo ascendía al techo. Escuché crujir la puerta de mi habitación y me giré para contemplarla. Estaba preciosa, llevaba un vestido que se ajustaba a su cadera resaltando aún más sus curvas y se había dejado el pelo mojado cayendo por sus hombros. Sonreí, aunque rápidamente recuperé la compostura.   –Zayn…
-¿Qué quieres?
-No nos hemos visto desde esta mañana.
-¿Y? ¿No pensarías que iba a ir detrás de ti como tu perrito faldero? –Me levanté de la cama acercándome a ella y agarré su barbilla para hacer que nuestras miradas se cruzaran. –Estabas muy equivocada, muñeca. –Vi como una lágrima asomaba y sentí como si me hubieran pegado un puñetazo en el estómago, la estaba haciendo sufrir… pero debía hacerlo.
-Yo… sólo venía a despedirme, Malik. –Se soltó de mi agarre y me miró a los ojos sin ocultar las ganas de llorar que tenía. –Pensaba que…
-¿Qué? ¿Qué ibas a ser distinta? Lo siento, preciosa, un polvo y no más. No soy de los que repiten. –Empezó a llorar y yo lo único que quería en ese momento era abrazarla, decirle que todo lo que había dicho era mentira pero no podía.
-Eres… Eres un verdadero cabrón. Un hijo de puta. Un mal nacido.
-Sigue preciosa, lo único que haces es aumentar mi ego.
-Ojalá no te hubiera conocido nunca. –Su voz se quebró en el último momento y salió de la habitación dando un portazo que me hizo temblar. Abrí la puerta y me apoyé en el marco de esta, la escuché bajar las escaleras sollozando y, cuando me asomé a la barandilla la vi abrazando a Liam.
-Lo odio, Liam. Lo odio con todas mis fuerzas. –Fue lo último que pude escuchar antes de que su madre la llamara de nuevo y ella corriera hasta la calle, no sin antes besar la mejilla de Liam como despedida. Suspiré, volviendo a mi cuarto, y empecé a golpear con toda mi fuerza el colchón de mi cama; necesitaba desahogarme, necesitaba liberar todo el odio que tenía dentro de mí.
Las horas pasaron lentas y mi móvil encima de la mesita de noche era una horrible tentación. Habían sido incontables las veces que lo había cogido y le había escrito un mensaje de disculpa a Jenn, pero ninguna había tenido los cojones suficientes de mandarlo. Las risas de mi madre y la madre de Liam se escucharon por toda la casa. Éramos los últimos en irnos, los Green habían tenido el maravilloso detalle de dejarnos la casa un día más, aunque yo no aguantaría aquí una noche más. Llamaron a la puerta y Liam apareció con una pizza y un par de cervezas.
-Vamos Zayn, cena y nos vamos al pueblo de fiesta. Para despedirnos de todo esto. –Le lancé una mirada cortante y él rió con fuerza, dejando la pizza sobre la cama y las cervezas en la mesa. –Te has portado como un cabrón, es normal que haya acabado odiándote.
-Cierra la boca, Payne. No sabes nada de lo que ha pasado entre nosotros. –Di un sorbo a la cerveza y resoplé.
-Ha pasado que has jugado con ella sabiendo que lo único que querías era un puto polvo y ella se ha ilusionado.
-Yo no le di esperanzas en ningún momento. –Liam se levantó de la cama y se acercó a la puerta pero, antes de irse me miró y me dedicó una sonrisa.
-No le diste esperanzas pero ayer casi me matas cuando pensaste que yo le habría hecho algo. –Abrió la puerta y, ya con un pie en el pasillo volvió a girarse. –Lucha por lo que quieres, Malik. –Y, por fin, cerró la puerta dejándome solo con mis pensamientos.

lunes, 15 de julio de 2013

Capítulo 21

-¡Jennifer Green! –El grito de mi madre resonó por toda la casa. Estoy completamente segura de que había despertado a los demás alojados allí. Resoplé, poniéndome unos shorts y una camiseta de manga corta y bajé a la cocina donde me esperaba con su típica postura de “te has metido en un buen lío, señorita”.
-¿Qué pasa, mamá?
-¿Qué pasa? Eso quiero saber yo. ¿Por qué coño te tuvo que traer ayer Zayn en brazos? ¿Qué hacías con él anoche? –Tragué saliva y me giré para encontrarme con Zayn apoyado en el marco de la puerta, intentando que mi madre no lo viera.
-No pasó nada, simplemente fui a dar un paseo cuando llegamos y me tumbé en la arena para descansar, al final me quedé dormida y, supongo que Zayn me traería a casa. –Sonreí y, al parecer, lo que había contado la había convencido. Abrí la nevera para coger un zumo. –Me voy al jardín, que es el último día que paso aquí.
-Está bien. –Salí de la cocina y me fui al jardín a tumbarme en el balancín cuando mi móvil vibró en el bolsillo trasero de mi pantalón.
 “No quería meterte en problemas”.
Levanté la mirada y me encontré a Zayn con la mirada fija en su móvil, haciendo como si estuviera mirando algo pero, en el reflejo de sus Rayban veía nuestra conversación abierta.
“Está todo bien. Las gafas, Malik”.
Se quitó las gafas y volvió a escribir con rapidez haciendo que mi móvil vibrara de nuevo entre mis manos.
“Creo que desde ahora nos veremos sólo en clase”.
“¿Qué? No, no. Ni de coña”.
Mi cuerpo se tensó y me incorporé en el balancín, manteniendo la mirada fija en él.
“Tranquila”.
“No me jodas con ‘tranquila’, Malik. Ya veo que a ti te la sopla que no nos veamos más que en clase”.
Me levanté del balancín y empecé a andar hasta la casa pero, antes de entrar, Zayn me agarró del brazo haciéndome parar en seco.
-No te vayas, siéntate, ¿quieres? –Resoplé y volví sobre mis pasos hasta volver a tumbarme en el balancín y coger el móvil que de nuevo vibraba, esta vez, por una llamada.
-¡Harold!
-No sabes lo mucho que me gusta que me llames Harold. –Reí en voz baja. -¿Dónde estás?
-En la playa.
-¿Seguirás mañana ahí?
-No, nos volvemos esta noche. ¿Por qué?
-¿Comemos juntos? –Me quedé callada un momento y mi mirada se centró en Zayn que escuchaba atento la conversación. Sonreí.
-Comemos juntos. A las 12 en mi casa. Hasta mañana. –Colgué el teléfono y me tumbé fijando la mirada en el cielo. De nuevo la vibración me alertó de un nuevo mensaje de WhatsApp.
“¿Vas mañana a comer con Harry?”
“¿Te importa mucho?”
“Jenn, joder, no seas inmadura. Y sí, sí que me importa eso y que no nos veamos más que en clase, pero no podemos hacer nada”.
“Si tú piensas quedarte con los brazos cruzados es tu decisión”.
“Acabaríamos los dos en problemas y no podría soportar que te pasara algo malo”.
“Malik”.
“Green”. No lo miré, pero sabía que estaba sonriendo y, por acto reflejo, sonreí yo también.
-Jenn. –Levanté la mirada para encontrarme a mi padre sonriendo. -¿Con quién hablas?
-Con Zoe. –Puse una sonrisa que complació a mi padre y escuché como Zayn se tiraba a la piscina. –Papá, ¿podemos hablar en privado? –Asintió y empezó a andar sabiendo que yo lo seguía de cerca. Entramos a una gran habitación repleta de libros que había en la planta baja. Me senté en una silla y mi padre en el sillón que había enfrente.
-¿Qué pasa, pequeña?
-¿Porqué Franklin no deja que me acerque a Zayn? –Escupí las palabras con rabia, haciendo que el cuerpo de mi padre se tensara. Se echó hacia delante apoyando los brazos en la mesa.
-Son cosas familiares.
-Papá…
-Jenn, su familia y la nuestra son distintas. Es más, yo tampoco quiero que te acerques al hijo de los Malik. No te hace bien. –Miré a mi padre y ahogué una risa irónica. ‘Familias distintas’, ¿en qué nos diferenciábamos, en que ellos tenían un hijo y vosotros una hija?
-No podéis decirme con quien juntarme y con quién no.
-Jenn, no, es no. ¿Porqué no te olvidas de Zayn y te juntas más con el chico ese de tu clase?
-¿Harry?
-Ese. Es perfecto para ti. –Bufé, pero antes de contestar la puerta del despacho se abrió y apareció el padre de Liam con una sonrisa en la cara. Se sentó en la silla que había junto a la mía y me miró de arriba abajo.
-¿Qué pasa señorita, le estás pidiendo a tu padre entrar en el negocio? –Miré a mi padre y le dediqué una sonrisa.
-No me va mucho el marketing. –Sonreí irónicamente, salí de la habitación y cerré la puerta, sin embargo, en lugar de volver al jardín me quedé en el pasillo escuchando que hablaban.
-¿Cómo se te ocurre, Geoff?
-¿Por qué no? Tiene carácter y, ya lo hemos hablado, necesitamos gente nueva. –Me apoyé en la pared intentando escuchar algo más cuando una voz me sobresaltó.
-¿Sabes que no está bien escuchar conversaciones ajenas?
-¡Liam, mierda, me has asustado! –Reí y me aparté de la puerta. -¿Qué haces aquí?
-Reunión. –Señaló la puerta con la cabeza y entró en el despacho. Un par de minutos después todos los hombres de la casa habían cruzado esa puerta. Volví a pegar  mi cabeza a la puerta para poder escuchar la conversación, sabiendo que yo era el tema principal.
-La hija de Josh… sí, podría ser buen reclutamiento.
-Sería la primera chica metida en esto. –La voz de Liam se elevó por encima de las demás. -¿Lo haría bien?
-Le enseñaríamos a no cometer errores.
-Podría servirnos a la hora de convencer a más socios. –Me alejé de la puerta cuando escuché a mi padre pronunciar esas palabras y un escalofrío atravesó mi espina dorsal sabiendo qué sentido tenía para él la palabra convencer.
-¿¡Estáis locos?! –La voz de Zayn hizo que callaran todas las demás. Incluso a mí me acojonó. -¡Jenn no entrará en esta mierda! Joder Josh, es tu propia hija y mira como la quieres usar. Si ella entra en este mundo será por encima de mi cadáver. –Escuché como alguien se acercaba a la puerta, así que empecé a andar por el pasillo con rapidez y salí a la calle, sentándome en las escaleras del porche.
Me abracé a mí misma y fijé la mirada en el horizonte intentando aclarar mi mente. Ahora que me había dado cuenta de todo lo que era la mafia no quería saber nada de lo que se traía mi padre entre manos. Mi padre. Bufé cabreada. Capaz de vender a su propia hija sólo por conseguir un puesto de prestigio.
-¿Qué haces aquí fuera?
-Necesitaba pensar. –Se sentó a mi lado y me tendió un cigarrillo que acepté encantada.
-Lo arreglaremos, te lo prometo.
-Zayn, no lo entiendo. ¿Qué más le da a tu padre que pase tiempo contigo?
-Es el negocio, preciosa. –Asentí, dejando el tema aún lado. Sabía que no quería hablar de eso y yo no lo presionaría. No volvimos a abrir la boca. Simplemente dábamos caladas lentas y echábamos el humo casi al unísono.
-Jenn. –Una voz desconocida me llamó y yo me giré para encontrarme con los ojos de la madre de Des. -¿Te importaría cuidarla?
-No, claro que no. ¿Vamos a la playa, renacuaja? –La niña sonrió encantada y la cogí en brazos. -¿Vienes, Malik? –Vi como miraba detrás de la mujer y suspiraba. Conocía la respuesta incluso antes de preguntar.
-Será mejor que me quede. –Asentí y empecé a caminar hasta la playa. Dejé a la niña en la arena y me quedé mirándola viéndola jugar.
-¿Te gusta? –Esa pregunta no había salido de la boca de la niña, pero no había nadie más con nosotras.
-¿Qué? –Miré a Des sorprendida y ella rió señalando detrás de mí.
-Te gusta Zayn. –Reí cogiendo a Des en brazos y Liam ocupó su lugar.
-¿Te gusta el tito Zayn?
-Eres muy pequeña para saber estas cosas. –Sonreí, ella simplemente me sacó la lengua.
-No soy pequeña.
-Ya veo. ¿Por qué dices eso, Liam?
-Anoche, cuando lo de ese chico, cuando él abrió la puerta, sonreíste y diste un paso hacia él, pero cuando viste el pintalabios en su cuello retrocediste y me abrazaste. –Suspiré y él siguió hablando. –Y ahora, cuando estabas con él en la puerta, no le quitabas el ojo de encima.
-El tito Zayn es guapo y siempre sonríe cuando te ve. –Des interrumpió a Liam y ambos centraron la mirada en mí esperando que hablara. Liam asentía ante las palabras de la pequeña y yo puse los ojos en blanco.
-Tonterías. –Me levanté y dejé a la niña en brazos de Liam. –Voy a dar una vuelta. –Él asintió y empezó a jugar con Des mientras yo comenzaba a caminar por la arena en dirección opuesta a la casa.