Me miré en el espejo del baño y
resoplé, estaba completamente perdida y sin saber qué hacer y, entonces, su
nombre vino a mi mente. Zayn. Él mismo había dicho que pertenecíamos a mundos
distintos, pero era yo la que siempre ha dicho que los polos opuestos se
atraen. Tenía que reconocer que con él me sentía mejor que con nadie, pero sus
repentinos cambios de humor me ponían de los nervios. Me miré en el espejo y
suspiré. Aunque claro, mis momentos de bipolaridad absoluta también tendrían
que ponerlo a él de los nervios.
“Puede que no seamos tan distintos
como él cree.”
Sonreí fugazmente al reflejo del espejo y,
tras arreglarme un poco el pelo, salí del baño hasta la mesa dónde la cena ya
estaba servida. Harry ya tenía media lasaña terminada cuando me senté y empecé
a comer yo. Joder, o yo había pasado mucho tiempo en el baño o este chaval
comía a una velocidad impresionante.
Me reí mirando su plato y él
acompañó mi risa. Terminamos de comer y Harry pagó la cuenta, que era más
barata de lo que esperaba. Fuimos dando un paseo hasta mi casa, ambos en
completo silencio, pero de la mano. Como si no hubiera nada que hablar, como si
mi silencio hubiera significado aceptar ser su novia. Suspiré, puede que no
quisiera a Harry de la forma que yo creía que lo quería. Puede que sólo fuera
cariño de amigos como le había dicho a mis amigas días antes. Puede que sí que
lo quiera, más que a nadie, pero que no sepa verlo en este momento. Pueden ser
tantas cosas… Miré a mi derecha y vi como él me sonreía y sonreí yo también.
Echó su brazo sobre mi hombro y yo agarré su mano mientras escuchaba lo que me
iba contando, que la verdad no era un tema muy interesante.
Me apoyé en el muro que rodeaba mi
casa y Harry paró a apenas unos metros de mí, sin soltar mi mano ni un
instante. Me acarició la mejilla, dejando que se escapara un suspiro de mi
boca, aunque sonreí rápidamente para disimular.
-¿Estás bien, Jenn?
-Harry, creo que necesito pensarlo.
Has dado por hecho que he aceptado ser tu novia y, ahora mismo creo que no
estoy para nadie. –Se acercó para besar mi mejilla y asintió con una sonrisa.
Yo le abracé y le devolví el beso.
-No te preocupes, enana, nos vemos
mañana. –Asentí y entré en mi casa. Mis padres hablaban entretenidos sobre
algún plan para navidades. Y yo, la verdad, no hice mucho caso al viaje que
querían planear. Los saludé con una sonrisa y me fui a mi cuarto a cambiarme y
acostarme.
-¡Jennifer Green! ¡Despierta! –Los
gritos de mi madre me asustaron, haciendo que me levantara en el acto y suspiré
sentándome en mi cama mientras me ponía los vaqueros. Cogí una sudadera de mi
armario, las botas y lista. Me recogí el pelo en un moño mal hecho, cogí la
mochila y salí a mi puerta donde Zoe y Espe me esperaban.
-No me llamaste.
-Llegué tarde, ¿qué pasa? Tanto
interés por hablar conmigo.
-Tengo un problema. Grave. –Miré a
Espe que no levantaba la vista del suelo y observé como Zoe empezaba a
sollozar.
-¿Qué coño pasa? Tía, me asustas.
-Creo… -Tragó aire y respiró hondo.
–Creo que estoy embarazada.
-¿¡Que estás qué?!
-Em-Em-Embarazada. –Hasta la
palabra me daba miedo. Joder, me acerqué a Zoe y la abracé con fuerza.
-Voy a estar aquí, para todo. ¿Qué
quieres hacer?
-Aún no sé si lo estoy. Simplemente
tengo una falta. Pero si lo estoy, quiero tenerlo. –Asentí mirándola a los ojos
y le sequé las lágrimas que se habían quedado en sus mejillas.
-¿Sabes…?
-Sí. Drew. –La miré asombrada y se
sonrojó. –Fue un momento de demasiada pasión.
-Sí, demasiada. –Espe, Zoe y yo
rompimos a reír justo cuando estábamos entrando en clase y todo el mundo nos
miró esperando que compartiéramos el chiste con ellos. Nosotras seguimos
andando hasta sentarnos en nuestros respectivos sitios y seguimos comentando.
-Hola preciosa. –Me tensé al
escuchar ese ‘preciosa’ y más aún al notar que no era Zayn quien me lo decía.
Me había acostumbrado a sólo él me llamara así, y no iba a adaptarme a que Harry
cogiera ese estúpido ‘preciosa’ como un nuevo mote para mí.
-Hola Harry.
-¿Quedamos pasado mañana? –Asentí
sonriendo y miré a la puerta cuando el profesor nos mandó callar a todos.
-Bien, veo que el señorito Malik no
ha tenido el placer de aparecer hoy en clase. –Puse mis ojos en blanco y me
apoyé en mi mano, mirando a la pizarra. –Señorita Green, ¿podría venir un
segundo? –Me levanté de la mesa y me acerqué a la mesa del profesor que me
miraba con semblante serio.
-Ambos tienen un suspenso en el
trabajo.
-¿¡Cómo?!
-Especifiqué que no quería que
copiaran directamente de internet y es lo que ha hecho su compañero, así que el
suspenso es para ambos.
-No, no. Póngaselo a él. –Negó con
la cabeza y yo me alegraba de que Zayn no estuviera ahí en esos momentos porque
le habría arrancado la cabeza.
-Deberán hacerme un trabajo del
mismo tema, diez páginas, cada uno, a mano. –Asentí. –Para mañana.
-Pero…
-No rechiste, es una
segunda oportunidad, ¿la acepta? –Asentí cabreada y me volví a mi asiento. Las
demás horas las pasé rápido y cabreada. Y Zayn no apareció en todo el día, para
mi beneficio o para el suyo. Cuando por fin sonó el timbre y pudimos volver a
casa, salí como un rayo, despidiéndome de mis amigas, hasta mi casa.
-Papá, ¿tú sabes dónde
viven los Malik?
-Claro cariño.
-Apúntame la dirección,
que esta tarde tengo que hacer un trabajo con Zayn. –Él asintió y escribió con
rapidez en un papel que segundos más tarde me dio con una sonrisa. –Volveré a
las ocho.
-Que te acerque Zayn, por
favor. –Suspiré y asentí resignada. Me fui a la cocina y me preparé una
ensalada que me comí en medio segundo. Me arreglé un poco el pelo, cogí un
bolígrafo, folios, una carpeta y, después de despedirme de mi padre, salí hacia
casa de los Malik.
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