Me giré para encontrarme con unos
ojos marrones mirándome fijamente. Me asusté y me senté en la toalla.
-Pues lo que se hace en una playa,
lumbreras.
-Vaya, la nena tiene garras.
-Uno, no soy “nena” de nadie. Y
dos, no molestes ¿quieres? –Me volví a tumbar en la toalla y él se sentó
delante de mí. –Sigues molestando.
-Soy Liam.
-Pues enhorabuena. –Levanté la
cabeza para mirarle a los ojos y vi como sonreía. –Borra esa estúpida sonrisa
de la cara.
-Parece ser que aquí uno no puede
ni hablar con una chica guapa.
-Payne. –Su voz me alarmó, haciendo
que todos mis músculos se contrajeran. Ni si quiera me atreví a levantar la
mirada. –Lárgate.
-Hola Zayn, cuánto tiempo.
-¿Has oído lo que te he dicho?
Largo.
-Estoy hablando con la señorita.
–Yo seguía mirando mi toalla, escuchando con atención la conversación. Algo
debió de hacer Zayn porque cuando levanté, apenas un centímetro la vista, Liam
se había ido de allí y sólo estaba él.
-Te vas a quemar. –Levanté la
mirada y lo vi tumbado con su mirada fija en mí. Sonreía y yo, por acto reflejo,
sonreí. -¿Vienes al agua?
-Acabo de salir. Ve tú. –Él asintió
y se quitó la ropa en medio segundo quedándose sólo con los bóxers. Me mordí el
labio cuando él ya estaba en el agua y suspiré. Cogí mi móvil y abrí el WhatsApp.
“Mierda Zoe, ¿adivina quién está en
la playa?” En realidad ya sabía que él también vendría, pero tenía que
disimular con mi amiga.
“¡No!”
“Sí.”–Levanté mi móvil
disimuladamente y capturé a Zayn saliendo del agua. Enviar.
“Jenn, si no lo metes en tu cama
esta misma noche, eres imbécil.”
“Zoe, que bestia eres.”
“Y tú quieres hacerlo. ¡Me voy!
Drew me espera.”
“Adiós.” Guardé el móvil y Zayn se
sacudió el pelo a pocos metros de mí.
-Para, Malik, me estás empapando.
–Él rió y se sentó en mi toalla, dándome un empujón y sacándome de esta.
-¿Qué es lo de ahí dentro?
-Una reunión de trabajo. –Miré a
Zayn que se encogió de hombros sonriendo risueño. Yo lo miré cabreada y él
suspiró. –Vale, sí. Son los amigos de mi padre y del tuyo, ya entiendes. –Un
escalofrío me recorrió toda mi columna vertebral.
-Creo que me voy ya. Tengo sueño y
quiero dormir algo antes de comer. –Que excusa más buena, Jenn. Un aplauso. Me
levanté y cogí mis cosas ante su mirada. –La toalla la dejas a secar en la
terraza. –Asintió y empecé a andar con cierta parsimonia camino a la casa. Iba
a ser un fin de semana raro.
Entré en casa y me detuve al ver a
tanta gente mirándome. ¿Quién cojones eran todos aquellos? Antes de que pudiera
saludar, una niña pequeña salió corriendo en mi dirección y se abrazó a mi
pierna con fuerza.
-Hola renacuaja. –Me agaché hasta
ponerme a su altura y ella me sonrió. -¿Cómo te llamas pequeña?
-Destiny, pero me llaman Des.
-Encantada Des. –Ella sonrió
besando mi mejilla, yo la cogí en brazos y me acerqué a mis padres con la niña
encima. –Mamá, papá…
-Vaya Jenn, ya has conocido a la
hija de los Smith. –Asentí. –Estos son sus padres. –Miré a un hombre de pelo
oscuro y ojos aún más oscuros. Me acojonaba. Bastante. Su mujer era todo lo
contrario, rubia, piel pálida y ojos azules, lo que suele ser una inglesa de
pura cepa. La hija era igual que la madre, pero con los ojos oscuros de su
padre. Sonreí cortésmente y bajé a la niña al suelo, aunque no se separó de mí.
–Estos son los Payne. –Por el apellido supuse que eran los padres del chico que
estaba antes en la playa. Miré a un hombre corpulento, bueno, corpulento,
parecía un maldito armario. Sonreía cínicamente agarrado de la mano de su
mujer, alta, morena, ojos azules. También les sonreí. –Los Malik, que ya los
conoces.
-Hola Jenn.
-Clare. –Sonreí y volví a mirar a
mis padres.
-Y por último, los Beckett y el
señor Turner. –El último me llamó la atención, no tendría más de treinta y
pocos, era el más joven de los ahí presentes eliminando a Zayn y Liam, por
supuesto, y no tenía para nada pinta de ser un mafioso.
-Encantada. Voy a cambiarme para
comer. –Sonreí y empecé a subir las escaleras cuando sentí que algo tiraba de
mí. –Des, ahora bajo. Espera cinco minutos y nos vamos al jardín a jugar,
¿quieres? –Ella asintió con una sonrisa y se bajó con sus padres que me miraban
expectantes. La verdad es que el 90% de las personas que estaban abajo me daban
miedo. Los únicos que me tenían más tranquilos, eran los Malik, pero en el
fondo, Franklin me acojonaba también.
Me puse un pantalón corto y una
camiseta ancha de tirantes y bajé de nuevo al salón para irme a jugar con la
pequeña. Nos fuimos al jardín y nos sentamos en el césped para empezar a jugar
con un par de muñecas que tenía en la mano.
Me recordaba muchísimo a mí cuando era pequeña, sonreí.
-¿Quieres que te haga trenzas?
-Sí, por fi.
-Ven, siéntate aquí delante. –Ella
se sentó delante de mí y yo solté su pelo desenredándolo con los dedos. Empecé
haciéndole la trenza de raíz, pero cuando iba por la mitad no me gustaba como
me quedaba, así que decidí empezarle a hacer dos trenzas. Quince minutos
después, Des se levantó del césped con una sonrisa y me dio las gracias por las
trenzas entrando corriendo al salón.
-Mami, mami. Mira lo que me ha
hecho Jenn. –La niña giró sobre sí misma y la madre la sonrió mirándome, aún
con la sonrisa en su rostro.
-Se te dan bien los niños, así que
podremos tener unos cuantos. –Me giré para ver los ojos de Liam detrás de mí.
-No entiendes lo que significa ‘no
molestes’, ¿verdad? –Él se apoyó en el marco de la puerta cruzando los brazos
sobre su pecho.
-Jenn, ¿podrías llamar a Zayn?
Vamos a comer ya. –Escuché la voz de Clare en el salón y yo asentí desde el
jardín, asomándome desde la barandilla.
-¡Malik! –Él miró hacia la casa y
sonrió. -¡Vamos a engordar, mueve tu culo y ven aquí! –Podía escuchar su risa,
rompiendo junto a las olas. Reí yo también y entré dentro de casa, ayudando a
poner la mesa.
Comimos todos con rapidez, vaciando
todas las bandejas de comida que había sobre la mesa. Nunca había visto a unos
hombres comer con tanta agilidad y con tanta prisa. Tenían todo un fin de
semana por delante no tenían que ir con aquella velocidad. Cuando terminamos,
todos los hombres a la vez sacaron un puro y lo fumaron a la vez. Zayn, sacó un
pitillo y se lo fumó mientras miraba poco interesado la conversación que
mantenían los demás. Yo me levanté cuando todos estaban distraídos y subí con
parsimonia a mi habitación, cerré la puerta para que, apenas unos segundos
después, mi madre la abriera con una sonrisa.
-Esta noche hay algo así como una
cena de gala. Arréglate. A las siete abajo. –Asentí y cerró la puerta con
cuidado. La verdad es que estaba cansada, así que me metí en la cama y cerré
los ojos para descansar un poco.
La alarma de mi móvil sonó a las
cinco y media; me levanté para empezar a arreglarme. Una cena de gala. ¿Con los mafiosos? Resoplé, que
felicidad, pensé irónicamente. Me metí en la ducha y, cuando salí de ésta,
empecé a secarme el pelo. Entre unas cosas y otras, eran las seis y media cuando
terminé de arreglarme el pelo.
Bien, toca elegir vestido. Saqué
los vestidos que había traído. Uno negro, demasiado ajustado para el día de
hoy, así que lo descarté. Uno blanco, recto, que dejaba toda mi espalda al
aire. Y uno azul que tenía la parte trasera más larga que la delantera. Miré
mis tacones y vi que mi madre me había echado los azules, así que sonreí decantándome
por el azul. Me enfundé en el vestido casi en un segundo y me puse los tacones.
Me puse sombra, colorete y rímel y estaba lista. Miré el reloj. Las siete y
diez. Escuchaba las risas de mi padre y sus amigos en el jardín. Suspiré y abrí
la puerta para encontrarme con Zayn parado en la pared, frente a mi cuarto.
-¿Qué haces ahí?
-Esperaba a una chica guapa, pero
ha salido una preciosa. –Negué divertida con la cabeza y él sonrió. -¿Vamos?
–Asentí y me agarré a su brazo para bajar las escaleras. La madre de Des, que
aún no había conseguido averiguar cómo se llamaba, me dedicó una sonrisa y
entró a la gran sala.
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