-Jenn, ¿estás bien o te ha tragado
el váter? –Escuché la risa de Liam en la puerta y me alegré como nunca.
-¡Liam! –Me deshice del agarre de
Zayn y corrí a la puerta, quitándole el pestillo y salí de allí. –El gilipollas
no me dejaba salir.
-Déjala tranquila, ¿quieres?
-¿Y tú quien eres para decir eso?
–Zayn dio un paso, recortando la distancia entre Liam y él y yo me puse en
medio.
-El que no me ha defraudado, como
han hecho otros. –Agarré a Liam de la mano y cruzamos el salón ante la mirada
de un par de invitados. Me giré en la puerta, cruzándome con la mirada de Zayn,
sonreí, le enseñé mi dedo corazón y salí de la casa dando un portazo.
Bajé la ventanilla del coche y dejé
que la brisa de invierno nos calara los huesos. Le iba dando indicaciones
mientras, de nuevo, se internaba aún más en las calles londinenses, repletas de
niños disfrazados pidiendo caramelos.
-Así eras tú hace unos años, enana.
-Yo nunca he salido a pedir
caramelos. No me gustaba. –Liam me miró divertido y resoplé. –Vale, sí, me daba
miedo. ¡Estaban vestidos de monstruos! –Liam estalló en una profunda carcajada
y yo le di un puñetazo en el hombro haciendo que se quejara. –Aparca por ahí,
la fiesta es ahí enfrente. –Asintió y aparcó en un sitio que acababa de quedar
libre. Me bajé de un salto, alisándome el vestido y rápidamente me agarré de su
brazo y empezamos a andar hasta la casa de Jordan que nos abrió con una
sonrisa.
Mis amigos habían visto a Liam un
par de veces y ahora se habían convertido en compañeros de borracheras. Fiesta
que había, fiesta que estaban los cuatro. Harry y Drew chocaron las palmas con
Liam y éste, acto seguido, se fue a la barra en busca de bebida. Drew me
abrazó, diciéndome algo al oído que no alcancé a escuchar, y Harry me besó con
demasiada fuerza para mi gusto, me separé de él y empecé a moverme por toda la
casa, buscando a mis amigas; algunos chicos que llevaban un par de copas de más
me saludaban con una efusiva sonrisa, otros directamente optaban por acercarse
a mí e intentar conseguir mi número pero Harry actuaba con rapidez dedicándoles
miradas que provocaban que rodara los ojos poniéndolos en blanco.
-¡¿Dónde estabas!? –Liam gritó en
mi oído haciendo que me separara de él.
-Tío, que no estoy sorda. –Liam
rió. –Busco a mis amigas, ¿las has visto?
-Espe está en el jardín con Allie.
Lindsay no sé donde está y Zoe no ha venido. –Asentí y volví a andar hasta el
jardín, hasta que Harry me agarró la mano y paró en seco, dándome la vuelta con
una sonrisa en la cara; no me gustaba nada esa cara.
-Deja que tus amigas se diviertan y
vamos a divertirnos nosotros. –Reí falsamente y me acerqué a él.
-No sé si me gustarán tus formas de
divertirme. –Empecé a alejarme cuando él de nuevo me agarró del brazo con
fuerza, hasta el punto que me hacía daño.
-Créeme te gustarán. –Me cogió en
brazos y empezó a perderse entre la multitud. Abrió una puerta con la pierna y la
cerró de la misma manera ya con nosotros dentro de la habitación. –Vaya, hemos
entrado justo en la habitación donde hay una cama.
-Que mala suerte, busquemos otra.
–Me retorcí de su agarre intentando salir de la habitación. Era la segunda vez
en una noche que me retenían en una habitación contra mi voluntad. Ahogó una
risa cuando vio mis movimientos y se acercó a mí entrelazando nuestros dedos,
impidiendo cualquier escapatoria. Besó mis labios con fuerza, recostándome
sobre la cama y poniéndose encima de mí. Apoyó todo el peso en sus brazos
mientras yo me resistía a sus besos, girando la cabeza.
-¿Qué te pasa? –Me crucé con sus
ojos verdes esmeraldas y suspiré; hasta hace un mes éramos mejores amigos y,
hoy… Un recuerdo cruzó mi cabeza.
*Tres semanas antes*
-No quiero salir más con Harry,
papá. En serio, deja de organizarme citas con él por que no. No lo soporto.
-¿Es por Zayn? –Una risa salió de
su boca cuando vio que bajaba la cabeza, centrando la mirada en el suelo.
–Déjame decirte que Zayn cada día está con una chica distinta. Cariño, ya te
dije que no era bueno que te acercaras a él.
-Yo…
-Harry te hará feliz y tú tienes
que hacerlo feliz a él. Olvida ya a Zayn. –Abrió la puerta de mi cuarto y paró
en el marco antes de salir por completo de mi habitación. Se giró y me dedicó
una sonrisa. –Él ya te ha olvidado a ti. –Y se largó, cerrando la puerta con
fuerza.
Parpadeé un par de veces,
intentando contener las lágrimas y con una sonrisa fingida en mi rostro,
capturé sus labios en un forzoso beso. En medio segundo ambos estábamos sólo
con la ropa interior. Harry besó mi pecho con ganas antes de ponerme en su
cintura y penetrarme con fuerza. Los gritos no salían de mi boca gracias a que
él besaba con rapidez mis labios. Perdí mis manos en sus rizos, haciendo que
los besos fueran con más fuerza que los anteriores. Volvió a embestirme una
última vez antes de que él llegara al orgasmo. Harry se tumbó a mi lado y nos
tapó a ambos con una pequeña manta.
-Te quiero, Jenn. –Suspiré. Tanto
él como yo sabíamos que no decía eso sintiéndolo de verdad, finalmente, me
quedé dormida en al lado Harry.
-¡Jenn! Jenn despierta. –Alguien
zarandeó mis hombros y yo abrí los ojos con cuidado. No sabía cuánto había
dormido, pero aún no amanecía en Londres.
-¿Liam?
-Sí, Liam. ¿Sabes qué hora es? –Negué con la cabeza
mientras me sentaba en la cama. –Las cuatro y veinte de la mañana. Vístete y
larguémonos. –Busqué mi ropa a tientas y me la puse con rapidez. Me recogí el
pelo en un moño y me acerqué a Harry. Escribí una pequeña nota y la dejé junto
a él en la almohada antes de salir de la habitación. La casa estaba hecha un
completo desastre. Las bebidas estaban en el suelo, al igual que varios trozos
de cristal.
-La próxima vez que hagas una
fiesta, que no sea en tu casa. –Liam chocó los cinco con Jordan y yo lo abracé
despidiéndome así de él. Agradecí que el
día anterior le dijera a mi padre que me iba a quedar a dormir en casa de Liam,
si no, ahora mismo, podría darme por muerta. Me subí en la parte de atrás del
coche y me tumbé quitándome los tacones. Un par de minutos después había vuelto
a dormirme.
Cuando me desperté estaba en la
cama de Liam. Me estiré en ella y miré el reloj despertador que había encima de
la mesita. Las diez menos cuarto. Me levanté de la cama y me alisé el vestido
de la noche anterior que aún llevaba puesto. Miré por la ventana para
encontrarme con un sol radiante brillando en lo alto del cielo. Sonreí. Iba a
ser un buen día.
-¡Buenos días, enana! –Liam entró
en el cuarto con una sonrisa y me abrazó con fuerza, él también llevaba la ropa
del día anterior.
-Deja de llamarme enana, Liam.
-Te saco tres años, eres una enana.
–Puse los ojos en blanco y besé su mejilla. -¿Desayunas y te llevo? –Asentí y
salí del cuarto dirigiéndome a la cocina. El olor a café me hizo inspirar
profundamente y me apoyé en el marco de la puerta cogiendo una tostada bañada
en tomate y le di un mordisco a esta antes de que Liam volviera a hablar
colocándose delante de mí. -¿Café?
-No, qué asco. Sólo me gusta como
huele el café recién hecho. –Él sonrió negando con la cabeza. -¿Pasa algo?
-Nada, nada. –Dejó un vaso de leche
junto al plato de tostadas y seguimos desayunando con tranquilidad. Después de
un par de tostadas más y terminarme el vaso de leche, miré a Liam con una
sonrisa.
-Voy al baño y nos vamos. –Él
asintió. Corrí al baño y me retoqué el peinado, me aflojé el moño,
convirtiéndolo en una coleta que acababa en la mitad de mi espalda. Remojé un
poco mi cara y mostré una sonrisa ante el espejo. Abrí la puerta y me acerqué a
la cocina, dónde me esperaba Liam.
-¿Vamos?
-Vamos. –Liam me agarró de la mano,
salimos del piso para montarnos en su coche y volver a mi casa.
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