Como supuse la casa de Zayn estaba
en el barrio en el que me perdí hacía ya varias noches. El numero 20. 20. 20.
Aquí está. Respiré hondo y llamé un par de veces a la puerta. Me temblaban las
piernas, ¿a quién esperaba encontrar? ¿A un mafioso dispuesto a matarme sólo
por llamar al timbre? Sonreí ante mi ocurrencia y la puerta se abrió ante mis
ojos. Clare llevaba su oscuro pelo recogido en un moño, vestía ropa demasiado
formal para estar en casa y, encima de ella, un delantal blanco. Supe que
estaba cocinando cuando vi como se limpiaba las manos en el delantal y me
abrazaba para separarse apenas unos segundos después.
-¡Jenn! Cariño, que sorpresa.
-Hola Clare, ¿está Zayn? Tenemos
que hacer un trabajo. –Sonreí y ella asintió, invitándome a pasar y cerrando la
puerta cuando ya estaba dentro de la casa.
-Está duchándose, pero puedes
esperarle en su cuarto. Arriba, segunda puerta a la izquierda. –Asentí y subí
las escaleras mientras escuchaba como ella se encerraba en la cocina. Abrí la
puerta de la habitación de Zayn que estaba completamente ordenada. Nada fuera
de su sitio, ni un póster en su pared y, sobre su escritorio, la pistola que me
enseñó en el parque, con un silenciador puesto. La tentación me pudo y la
sujeté entre mis manos, apuntando al frente, a un par de libros antiguos que
estaban sobre la estantería.
-¿Qué narices estás haciendo? –Me
giré en el acto hacia la puerta apretando el gatillo como un acto reflejo y
escuché como, en un leve susurro, la pistola se había disparado en dirección a
Zayn. – ¡Mierda, Jenn! Suelta eso. –Dejé la pistola en el escritorio y me
acerqué corriendo a él.
-¿Estás bien? ¿Te he dado? Dime que
no. –Tenía los ojos llorosos por el miedo. Él me apretó contra su torso desnudo
y acarició mi pelo con tranquilidad.
-Estoy bien. –Sus palabras salieron
en un leve susurro, provocando que se me erizara la piel. -¿Qué haces en mi
casa? –Fue entonces cuando fui consciente de porqué estaba allí, así que me
separé de golpe de su agarre y lo miré a los ojos cabreada.
-¡Nos han suspendido el trabajo
porque copiaste de internet! Y ahora tenemos que hacer uno de diez páginas a
mano, cada uno, sin copiar. –Él se puso una camiseta y acto seguido se sentó en
la cama, mirándome mientras hablaba y asintió, como si lo hubiera entendido
todo.
-¿Te das cuenta de que si hablo con
el profesor no tendríamos que hacer nada?
-No vamos a manipular al profesor.
–Me apoyé en el escritorio fijando los ojos en los de Zayn y sonreí.
-¿A qué viene tanta felicidad,
Jenn?
-Harry... –Cuando el nombre de Harry
salió de mi boca, Zayn se levantó de un salto y se acercó a donde yo estaba,
pegando su frente con la mía, sin dejarme acabar. Daba miedo. Muchísimo miedo.
–M-me pidió salir, ya sabes, en plan pareja.
-¿Estás de broma? –Negué con la
cabeza, haciendo que nuestras narices se rozaran a causa de la poca distancia
que nos separaba. Dio un paso atrás y bajó la cabeza. –Hagamos el trabajo y te
largas.
-Tranquilo, no es de mi agrado
quedarme mucho tiempo contigo. –Él me alargó una silla y me senté en el
escritorio, abriendo mi libro de ciencias y el portátil de Zayn. Empecé a
buscar información por todos lados; él parecía hacer lo mismo, así que seguí escribiendo.
Dos horas después, mis diez hojas estaban completamente terminadas, incluso con
dibujos. A Zayn aún parecía quedarle algunas. Me acerqué a dónde él estaba y
apoyé mi peso en su espalda. Él miró hacia mí y sonrió.
-Ya termino. Es que no me sale el
dibujo como quiero.
-No importa. ¿Puedo pasearme por tu
casa un rato? –Él se giró completamente y centró sus ojos en los míos para
asentir acto seguido. Sonreí y salí de su cuarto dirigiéndome a una pequeña
salita que había al final del pasillo. Aunque de pequeña tenía poco. Tenía un
precioso balcón con vistas al río Támesis y un gran piano presidia la estancia.
Me acerqué a él, levantando la tapa que protegía las teclas y me senté en el
taburete, disfrutando del tacto de un piano casi sin estrenar. Toqué un par de
notas y, al ver que todo estaba perfecto, comencé a tocar la única melodía de
la que me acordaba en esos momentos. Mis dedos recorrían con rapidez el teclado
mientras la música invadía el ambiente. Justo antes de terminar, alguien se
sentó a mi lado, acompañando el final de la canción.
-No sabía que tocaras.
-Yo tampoco sabía que tú lo
hicieras. –Miré los ojos de Zayn y él sonrió.
-Quizá no seamos tan distintos.
–Volví a bajar la mirada a mis manos, demasiado cerca de las suyas, y suspiré.
–Ya he terminado, Jenn.
-Está bien, entonces, me voy. No
faltes mañana, que tendremos que entregarlo. –Asintió y volví a su cuarto para
recoger mi carpeta. Bajé las escaleras, escoltada por él y, cuando llegué a la
puerta me volví para despedirme con una sonrisa a la que él me correspondió con
otra.
-Hasta mañana, pre… -Me miró a los
ojos un segundo. –Jenn.
-Adiós Malik. –Salí de su casa,
cuando los últimos rayos de sol empezaban a teñir el cielo londinense y aceleré
el paso, queriendo salir del barrio lo antes posible. No se escuchaba ni un
ruido en el barrio, lo que lo hacía más escalofriante aún de lo que ya era.
-¡Hombre Jenn! –Me giré al escuchar
mi nombre y vi como Franklin bajaba la ventanilla de su todoterreno para
saludarme.
-Buenas tardes.
-¿Qué haces por aquí?
-Acabo de terminar un trabajo con
Zayn y vuelvo a casa.
-De eso nada, preciosa. – ¿Pero qué
jodida manía tenía todos los hombres Malik de llamarme preciosa? –Cena con
nosotros y luego te llevará Zayn en la moto. –Negué con la cabeza, manteniendo
una sonrisa falsa en mi rostro.
-No he hablado con mis padres ni
nada.
-No te preocupes por eso, vamos
monta. -¿Me daba miedo decirle que no? Sí, mucho. Suspiré resignada y me subí
en el todoterreno. Apenas recorrimos 10 metros cuando de nuevo estaba en casa
de Zayn. Clare me recibió de nuevo con una sonrisa mientras que Zayn me miraba
divertido en el sofá.
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