-Esa mujer me intimida.
-Pues no has conocido al marido.
–Rió en mi oído, haciendo que una corriente eléctrica recorriera todo mi cuerpo.
–Venga, nos esperan. –Seguimos andando por el amplio salón, ante la mirada de
todos. Reí en voz baja, centrando ahora la atención de Zayn. -¿Pasa algo?
-Nada, nada. –Vi como mi padre
hacía gestos desde el jardín y yo tiré de la manga de Zayn. –Te reclaman,
Malik. Te espero aquí. –Él asintió resignado y avanzó con rapidez hasta el
jardín. Escuché las risas de las mujeres en la sala y yo me senté en uno de los
sofás intentando que pasara el tiempo lo más rápido posible. Los minutos
pasaban, demasiado lentos. Las nueve y media.
-Jenn, podrías acercarte a hablar
con Liam. –Miré a mi madre que me sonreía y yo puse de cara de asco. –Haz lo
que quieras, cariño.
-¿Puedo ir con papá? –Su cuerpo se
tensó.
-Lo que quieras menos eso, están
hablando temas de trabajo. –Puse los ojos en blanco y vi como Des se sentaba en
el suelo cansada y su madre la regañaba. Escuché algo de un vestido carísimo y
que se iba a manchar, venga hombre, es una niña de cinco años, déjala que se
manche.
-Des, vente. Vamos a jugar. –La
niña se levantó con una sonrisa en la cara y se sentó en mis rodillas mientras
empezamos a jugar con las manos. La risa de Des era lo único que se escuchaba
en la casa y lo único que me mantenía entretenida.
Las diez y cuarto. Y por fin mi
padre abrió la puerta del salón dejando pasar a los demás. Venían enfadados, se
les notaba en la cara. La risa de Des se cortó en cuanto vio a su padre cruzar
la puerta y se abrazó a mí con fuerza.
-Tranquila, pequeña. –Zayn venía
con el rostro serio y yo abracé a la niña con fuerza y ella parecía calmarse
por momentos.
-Te debo una. ¿Salimos a dar una
vuelta? –Asentí, levantando a Des de mis rodillas y la dejé en el sofá. Se
había quedado completamente dormida. Salimos de la casa y nos paramos en el
pequeño paseo que había pocos metros antes de la playa. No manteníamos
conversación alguna, pero era relajante estar con él. Después de un par de
minutos decidiendo que decir, decidí romper el hielo.
-¿Qué ha pasado ahí dentro?
-No quieren saber nada de la idea
de que me salga de todo esto además, quieren meter a gente nueva.
-¿Gente nueva? –Él asintió.
-Gente que sustituya a los que ya
están mayores para el negocio, como por ejemplo el padre de Liam o el señor Beckett.
Ya es difícil encontrar a dos personas que quieran entrar en algo como es la
mafia, por eso no quieren que yo me salga, es casi imposible que encuentren a
una tercera persona. –Asentí interesada y me senté en una pequeña barandilla
que había.
-¿Y por qué quieres salirte de
esto?
-Te dije que ya te lo contaría
algún día, no seas impaciente. –Reí en la oscuridad de la noche y él acompañó
mi risa. –Estás preciosa esta noche. –Se acercó a mí, colocándose entre mis
piernas y pude ver el brillo de su sonrisa iluminado por una pequeña farola.
Acercó su frente a la mía y sonreímos. –Bueno, estás preciosa siempre. Hasta
con tu cara de niña cabreada que pusiste cuando me conociste. –Puso cara rara y
yo golpeé con delicadeza su hombro y escuché un débil ‘auch’ que provocó que me
mordiera el labio aguantando la risa. Zayn pegó su cuerpo más al mío e hizo lo
mismo con su cara. –El labio, Jenn. –Separó su cuerpo del mío con un leve
movimiento.
-¿Qué te pasa? –Lo agarré del
cuello de su camisa y lo volví a poner a escasos centímetros de mí.
-Jenn, si te beso ahora, no podría
parar nunca de hacerlo. –Lo miré a sus ojos marrones y suspiré soltando su
camisa y dejándole que se alejara. –A la mierda, si no tengo bastante con un
beso pues me paso el día besándote. –Y, sin darme tiempo a reaccionar, clavó
sus labios en los míos, saboreándolos con ganas. Nuestras lenguas peleaban
entre ellas y yo agarré su cuello, pegándolo más a mí. No quería que hubiese ni
un milímetro de separación entre ambos. Nos separamos para respirar y él hizo
que nuestras narices se rozaran.
Mierda, no podía estar así. Conocía
lo suficiente a los chicos como Zayn, como para saber que todo era palabrería que
usaba simplemente para conseguir llevar a alguna chica a la cama. Y yo, como
una gilipollas, me estaba enamorando de él y mientras que para él simplemente
sería una chica de un par de días, agaché la cabeza ante mi pensamiento y
suspiré disimuladamente. Sentí como colocaba una mano bajo mi barbilla y levantaba
mi cabeza, haciendo que el contacto visual fuera imposible de evitar.
-¿Estás bien?
-Sí. –Besé su mejilla y me bajé de
la barandilla retomando el camino a casa. –Será mejor que volvamos, es tarde.
–Sabía que no me seguía, que estaba parado donde lo había dejado, así que dejé
escapar un par de lágrimas por mis mejillas. Por eso mismo no quería
enamorarme, no hay cosa más estúpida que eso.
Cuando llegué a la casa la fiesta o
lo que fuera aquello parecía estar más animado, los hombres reían mientras las mujeres
cotilleaban en la otra punta de la sala. Negué con la cabeza y empecé a subir
las escaleras.
-¿Ya te acuestas?
-Sí, Liam. Buenas noches.
-Que duermas bien. –Me sonrió antes
de desaparecer en la cocina y yo seguí subiendo las escaleras con rapidez. Cuando
llegué a mi cuarto me quité el vestido y lo dejé sobre la mesa, tiré los
tacones a la otra punta de la habitación y me metí en la cama con la ropa
interior. Necesitaba dormir. Necesitaba descansar. Necesitaba aclarar mil cosas
en mi cabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario