domingo, 31 de marzo de 2013

CAPÍTULO 40



Los rayos de sol me despertaron y, después de un rato dando vueltas en el estrecho saco, decidí levantarme. Sábado a las… un momento ¿qué hora es? Miré mi móvil que estaba sobre la mesilla y el reloj daba las diez y media. Me dirigí al cuarto de baño más cercano y me miré en el espejo. Resoplé mirando mis ojeras y me eché un poco de agua para conseguir despejarme del todo.
Me puse la ropa de repuesto y guardé el pijama en la mochila junto con la ropa de fiesta del día anterior. Y me senté en el sofá pensando que hacer mientras repasaba Twitter en mi móvil. Podía quedarme viendo un rato la televisión hasta que alguien se levantara o podría irme a mi casa y desayunar. Escuché a alguien bajar las escaleras y sonreí cuando vi a Tom mirarme sorprendido en la puerta del salón. Llevaba sólo la parte de abajo del pijama a pesar de estar a una temperatura de unos 10 grados. Me hice a un lado dejándole que se sentara y me hizo compañía, no sin antes encender la televisión.
-¿Qué tal tu primer día con 18 años? –Sonreí y me encogí de hombros.
-Como todos los días de mi vida. Por ahora, aburrido. –Bostecé y Tom soltó una carcajada.
-Pues eso no puede ser. –Reímos intentando no hacer mucho ruido para no despertar a los demás.
Estuvimos hablando de temas sin importancia mientras la gente se iba levantando y despidiéndose de nosotros para volver a sus casas. Al final, del grupo, sólo estábamos despiertos Tom y yo.
-Creo que va siendo hora de que se despierten.
-Y si es con cubos de agua mejor. –Lo miré sorprendida y negué con la cabeza.
-Dejémoslo en pistolas de agua. –Él asintió. Salió al jardín y regresó con dos pistolas de agua totalmente cargadas.
-A por ellos. –Guiñé un ojo y subimos las escaleras dispuestos a realizar con éxito nuestra misión.
Abrí la puerta del cuarto de los chicos y aguanté la risa acercándome a las camas donde dormían tranquilamente Will, Niall y Harry. En la habitación de al lado escuché a Josh quejarse y a Chris insultar a Tom después de haberlos empapado. Mi turno. Cargué la pistola y apunté a la cama de Niall primero
-¡Arriba bastardos! –Empecé a dispararles mientras reía y ellos se despertaban empapados mirándome asombrados. -¡Es hora de levantarse, chicos! –Seguí disparando mojando aún más a Will y Niall que seguían metidos en la cama. -¡Hasta luego! –Cuando por fin se levantaron corrí escaleras abajo encontrándome con los demás en el salón y estallando en risas.
Los tres bajaron al salón con los pijamas totalmente empapados y no pudimos aguantar más la risa. Ellos simplemente me miraban enfadados y yo los saludé con una sonrisa. Me quedé en el salón hablando con las chicas mientras los chicos iban a la cocina a preparar algo para desayunar. Y, en mitad de la conversación, sentí como alguien me cogía de la cintura levantando mis pies del suelo. Me giré para encontrarme a Niall sonriendo pícaramente.
-Te toca mojarte, cariño.
-No. No. No. Por favor, fue idea de Tom, tírale a él. –Niall negó con la cabeza. –Por favor, yo… yo te quiero. –Niall frenó en seco a pocos metros de la piscina y besó mis labios. Yo sonreí victoriosa, pero no conseguí deshacer el agarre de Niall. –Niall, ya puedes soltarme.
-Yo también te quiero, preciosa. –Y cuando quise contestar, ambos estábamos sumergidos en el fondo de la piscina. Salimos a la superficie y empezamos a reírnos mientras yo trataba de hundir a Niall de nuevo. Pero, al final, acabábamos los dos en el fondo y volvíamos a salir a la superficie a reír y, alguna vez que otra, a besarnos.
-El desayuno. –Harry apareció en la puerta del patio y nos miró con gesto serio para entrar en el salón casi al instante. Niall y yo nos miramos y me encogí de hombros saliendo de la piscina seguida de Niall.
Acabamos de desayunar y cada uno nos fuimos a nuestras respectivas casas. Will y yo andábamos cargados hasta a arriba por los regalos que había recibido la noche anterior. Cuando llegamos a mi casa Will dejó todo en mi cuarto y se marchó a su casa a ducharse, yo hice lo mismo y, cuando salí, mi hermana ya estaba en el salón esperando que le contara todo. Así que me senté a su lado y empecé a contarle con detalle todo lo que había pasado la noche anterior, incluyendo la pequeña pelea con Lucas.
-Bueno, él se irá pronto, no se va a quedar aquí toda la vida. –Yo asentí y miré a la puerta viendo a mi primo entrar con una enorme sonrisa.
-Prima, aún no te di mi regalo. Pero ya era hora. –Sacó un par de tickets y yo lo miré extrañada. –Mañana harás una ruta a caballo por Manchester. Con quien tú quieras ir. Tranquila, ya sé que no estás pensando exactamente en mí. Ve a decírselo a Niall. –Reí en voz alta y abracé a mi primo con fuerza.
-Gracias. –Cogí la chaqueta y salí corriendo de mi edificio en dirección a casa de Niall. Cuando llegué allí la puerta estaba abierta así que entré cerrándola a mis espaldas. Llegué al jardín y vi a Julie tumbada en una de las hamacas mirando a Niall mientras sonreía. Juraría que se había ido al mismo tiempo que nosotros. Resoplé inclinándome un poco más en la pared intentando escuchar algo de la conversación que mantenían.

CAPÍTULO 39



Agarré a Harry de la camiseta separándole de Lucas, el cual se tocaba la mejilla y miraba con rabia a Harry.
-¿Estás loco? –Grité lo más alto que pude señalando a Harry. -¿Eso a qué ha venido? Maldita sea. –Lucas se erguió y se acercó a donde estábamos Harry yo. Cerró sus manos en dos puños y vi sus intenciones. Así que me puse en medio de ambos. –Ni se te ocurra, Lucas.
-Quítate de en medio, Beca. –Lucas dio un paso más al frente y yo me mantuve totalmente quieta fijando mis ojos en los suyos. Al final el resopló y relajó los puños. –Ya nos veremos, ricitos.
-Por tu bien, espero que no. –Resoplé cuando vi a Lucas andar calle abajo y yo entré en la casa de Niall dejando a Harry en la calle.
Me senté en una de las sillas de mimbre del jardín y dejé la mirada perdida en el fondo de la piscina. Vi una pequeña luz en la habitación que compartíamos Julie y yo y, después de esto se asomó a la ventana, centrando la mirada en mí. La saludé y ella sonrió volviendo a entrar dentro.
-Yo… no quería que nada de eso pasara. –La voz de Harry resonó en mi oído y yo volví a fijar la mirada en la piscina. –Sólo… no quería que te pasara nada.
-Sé arreglármelas sola.
-Sí, igual que en el pub, ¿verdad? –Resoplé sabiendo que tenía razón y me crucé de brazos. Pude escuchar una pequeña risa procedente de él y sonreí furtivamente. -¿Qué hacías allí?
-¿Y tú? –Harry se sentó en el césped en frente de mí y sonrió, fijando su mirada en mis ojos.
-Soy amigo del dueño, pero no pensaba que inaugurarían el bar con una pelea. –Ambos sonreímos.
-Julie me despertó diciendo que la habían invitado y que no quería ir sola. Así que, ahí me tienes, en un pub lleno de universitarios borrachos.
-Y yo.
-Y tú. –Reí en voz baja. –Supongo que gracias, por sacarme de ahí.
-¿Y por lo de antes no?
-No. Me has enfadado. No soy tu chica.
-Lo sé, eres la de Niall. Pero lo eras. –Harry me interrumpió y enseñó una preciosa media sonrisa a la que yo contesté con una mirada cortante.
-Lo que decía, no soy tu chica. Y no tenías que haberle pegado. –Bufé y él bajó la cabeza, arrepentido. Nos quedamos en silencio unos instantes hasta que una voz procedente del marco de la puerta interrumpió el silencio.
-¿A quién has pegado, bestia? –Niall sonrió acercándose a nosotros y me abrazó por detrás mientras besaba mi pelo.
-A Lucas.
-¿Dónde estaba?
-En la puerta de tu casa, trajo a Julie de un bar. –Harry levantó su vista sonriéndole a Niall. –Beca y ella se escaparon esta noche para ir al pub de Tommy.
-¿Cómo se os ocurre ir a ese antro? –Yo me encogí de hombros y me levanté de la silla.
-Yo sólo seguí a Julie. Me voy a ir a la cama, hasta mañana chicos. –Los abracé a los dos y entré en el salón.
-Harry, si en el fondo Beca te hacía feliz, ¿por qué la dejaste ir? –Paré en seco al escuchar la pregunta que le había hecho Niall a Harry y me escondí tras la puerta esperando una respuesta.
-Porqué conmigo ella no sería feliz, sin embargo contigo sí. Joder tío, sólo tienes que ver la forma en la que te mira. Te quiere. –Pude notar el rubor de mis mejillas y sonreí.
-Y yo a ella. Muchísimo.
-Lo sé Niall. –Vi una fugaz sonrisa en el rostro de Harry que se levantó del césped sacudiendo su pantalón. –Hasta mañana. –Niall levantó la mano para despedirse de Harry, y éste entró en casa. Yo me escondí detrás de una pequeña cortina y rezaba porque mi respiración no se escuchara demasiado.
-Pero, lo siento amigo, creo que yo también la quiero. –Las palabras de Harry salieron en un pequeño susurro intentando que Niall no las escuchara, supuse. Cuando empezó a subir las escaleras para ir a su habitación, yo salí de detrás de la cortina limpiando un par de lágrimas que caían por mis mejillas. Subí las escaleras dejando a Niall en el jardín, me metí en mi saco intentando no hacer mucho ruido para no despertar a Julie y conseguí dormirme a los pocos minutos.

sábado, 30 de marzo de 2013

CAPÍTULO 38


Cuando conseguí dejar de saborear los labios de Niall le miré sonriendo. Estaba celoso, se le notaba.
-¿Y esto?
-¿No puedo besarte?
-¿Celoso, por casualidad? –Ahogué una risa intentando parecer seria y él bajó la cabeza.
-Para nada. –Reímos y volví a besar sus labios.
-Tranquilo, sólo es un amigo, de verdad. –Él asintió y me besó la mejilla volviendo con sus amigos. Yo volví con Louis que miraba la escena riendo. –Parece que él tampoco será mi amigo gay. –Me encogí de hombros fingiendo estar triste. Pero al segundo estallé en una risa.
La fiesta siguió hasta las una y media más o menos cuando todos decidimos acostarnos. Me fui a la habitación con Julie y abrí mi saco de dormir a su lado. Cuando estaba casi completamente dormida un codazo me devolvió a la realidad.
-Beca… ¿Estás dormida?
-No, ya no. ¿Qué quieres, Julie?
-Me acaban de invitar a un pub, vístete y nos vamos. Prometo que estaremos aquí antes de que los demás se despierten. –Negué con la cabeza y volví a meterme en el saco. –Por favor, no quiero ir sola.
-Maldita sea. Me debes una, muy gorda. –Resoplé y salí del saco recogiendo mi ropa y poniéndomela de nuevo. Agradecí haber llevado algo de dinero encima. Salimos de la casa sin hacer apenas ruido y nos montamos en un taxi que Julie había llamado minutos antes.
El pub estaba bastante alejado del centro, en uno de los callejones más oscuros de todo Londres. Julie saludó a un par de personas que estaban en la puerta y entramos con ellos. El olor a tabaco y a alcohol se mezclaba en el ambiente. Julie y yo nos acercamos a la barra y pedimos dos Martinis con Coca-Cola para cada una. Empezamos a movernos en dirección a la pista donde estaba el grupo de amigos de Julie. Podía ver perfectamente cómo eran varios años más mayores que nosotras. Dejé que el Martini recorriera mi garganta y que la música me envolviera.
Cuando llevaba un par de bailes con Julie escuchamos unos gritos en la barra que se extendieron por todo el local y, antes de darnos cuenta, estábamos en medio de una gran pelea. Los gritos impregnaron el ambiente y los puñetazos volaban. Me agaché y al darme la vuelta Julie ya no estaba. Mierda. Empecé a andar a gatas por el suelo hasta que alguien tiró de mí y me sacó del local. Vi sus rizos delante de mí y le abracé con fuerza.
-Sube. –Me dio un casco y él subió de un salto en una moto. Yo subí detrás de él abrochándome el casco y me agarré a su cintura.
-¿Desde hace cuando tienes moto?
-Desde hace un par de días. –Respiré profundamente. –Tranquila pero tengo carnet desde hace un par de meses.
-Sí, eso me tranquiliza, Harry. –Escuché perfectamente como reía y yo reí también. Me agarré a su cintura aún más. Cuando llegamos a la casa de Niall, Julie estaba en la puerta con el teléfono en la mano.
-Gracias a Dios. Iba a llamar a la policía. Alguien me sacó del local, pero a ti no te vi. –La abracé con fuerza.
-Tranquila, ¿quién te sacó de allí?
-Aquel chaval. –Ella señaló al otro lado de la acera y pude ver su figura mientras ascendía el humo de su cigarro. Me tensé casi en el instante.
-Ahora entro yo. –Crucé la calle cuando Harry y Julie ya estaban dentro de la casa y me acerqué a él. -¿Qué quieres, Lucas?
-No contestaste mi mensaje. –Cogió un mechón de mi pelo y lo puso detrás de mi oreja mientras daba otra calada al cigarro.
-¿Qué pasa, ahora eres un superhéroe que va salvando a chicas en los bares? Apuesto lo que sea a que esa pelea la empezaste tú. –Me atreví a mirarle a la cara y vi su sonrisa.
-No, no la empecé yo. Estaba allí de casualidad, te vi unos segundos antes de que todo empezara y estaba preocupado por ti, pero a la única que pude sacar fue a tu amiga. Aunque veo que tú has vuelto en buena compañía. –Miró detrás de mí señalando con la barbilla la moto de Harry.
-Al menos es mejor que volver contigo. Agradezco que encontraras a Julie y no a mí.
-Vamos, sabes que sigues loca por mí.
-Permite que me ría. –De repente él dio un paso al frente, acercándose demasiado a mí. –Ni un paso más Lucas.
-Vamos Beca. –Puso una mano alrededor de mi cintura mientras yo intentaba separarme como podía.
-¿No has escuchado que ha dicho que no? –El agarré de Lucas cesó cuando la voz ronca de Harry resonó en la oscuridad de la noche. Yo respiré aliviada y me acerqué a Harry.
-¿Y a ti no te han dicho nunca que escuchar conversaciones ajenas es de maleducado?
-Las conversaciones de mi chica nunca son ajenas. –Espera un momento, ¿su… su chica? Miré a Harry cabreada y él apartó su mirada de la mía para volver a centrarla en Lucas –Y, ahora, largo.
-¿Me vas a echar tú? –Ambos dieron un paso al frente y yo ahogué un grito cuando vi el puño de Harry estrellarse en la mejilla de Lucas.

CAPÍTULO 37



-Feliz cumpleaños, preciosa. –Niall me abrazó, besando mi mejilla y un temblor recorrió mi espina dorsal. Se hizo a un lado para dejarme pasar y saludó a mi primo con un apretón de manos. Yo entré en la casa y saludé a Josh que estaba sirviéndose algo de beber.
-Hola Josh.
-Felicidades, Beca. ¿Quieres algo?
-Ron con Coca-Cola, por favor. –Él asintió y me sirvió un vaso con lo que le había pedido.
-A ver lo que bebes. –Will pasó a mi lado sonriéndome y yo le hice burla dando un sorbo a mi vaso.
-¡Beca! ¡Felicidades! –Kara se abalanzó sobre mí y yo la abracé con la misma fuerza. –Ahora viene Harry, es que está con tu regalo. –La miré sorprendida y reímos.
-Felicidades, enana. –Chris me abrazó y yo le correspondí el abrazo con una sonrisa.
-Eh, que soy la más mayor de por aquí.
-Sin contarnos a Niall y a mí ¿no? –Ambos soltamos una carcajada. De pronto alguien me tapó los ojos y yo sonreí palpando la pulsera de su muñeca derecha.
-Hola Julie.
-¡Feliz cumpleaños! Otra vez. –Rió. Me despedí de Chris y empezamos a pasearnos por la casa para ver a los invitados.
Había gente de clase que no conocía de mucho, sólo de haber mantenido un par de palabras con ellos y, entre toda la gente, pude ver al chico que me había invitado a jugar al fútbol el día de antes. Me sonrojé cuando vi como su mirada se posaba en mí y me dedicaba una sonrisa.
-Bueno, y ahora la cumpleañera, va a abrir los regalos, ¿no? –Resoplé cuando me di cuenta de que me había convertido en el centro de atención y me senté en la mesa donde todos estaban sentados. A mi lado estaba Will dándome la mano bajo la mesa. Sólo él sabía lo mucho que odiaba ser el centro de atención.
Abrí uno por uno todos los regalos. El de Julie fue una pulsera compañera a la que ella llevaba; Josh y Tom me habían comprado una camiseta del Chelsea, Chris una colonia que parecía bastante cara. Niall me regaló un precioso colgante de plata. Hubo varios CDs y un par de DVDs. El último regalo fue uno que llevaba el nombre de Harry y Kara en la tarjeta. Sonreí centrando la mirada en ellos.
Cuando lo desenvolví, descubrí un precioso cuadro de la torre Eiffel. Fijé la mirada en Harry que sonreía y yo sabía perfectamente que había sido él quien había elegido el poster. Susurré un ‘gracias’ y el asintió.
-Bueno, y ahora… ¡que empiece la fiesta! –Dejé el cuadro apoyado en la pared y me levanté de la silla para encender el aparato de música que había en el suelo del jardín. Todos empezaron a bailar como locos y yo reía al ver a Julie intentando pasar entre la gente sin derramar su bebida.
-¿Bailamos? –Me di la vuelta para encontrarme con los ojos azules de Louis y reí.
-Soy mejor jugando al fútbol, créeme. –Louis acompañó mi risa.
-Entonces me lo tienes que demostrar.
-¿Me estás proponiendo una cita? –Reí.
-Sí, con 20 personas más. Una cita íntima. –Puse los ojos en blanco y él soltó una carcajada. Estuvimos hablando durante un rato más. Nos llevábamos bastante bien, teníamos gustos muy parecidos. Sabía que acabaríamos siendo grandes amigos. –Creo que nos vigilan.
-¿Cómo?
-Niall. No te quita la vista de encima y, bueno, a mí tampoco.
-Será que le gustas, Louis. –Reímos con fuerza. – ¡Sí! Siempre me ha hecho ilusión tener un amigo gay con el que ir de compras y, ahora voy a tener dos. Hacéis buena pareja. –Aplaudí emocionada y él negaba con la cabeza, divertido.
-No seas tontaina. –Le saqué la lengua y él se acercó a mi oído haciéndome cosquillas. –A mí me gusta más una tía, que a un tonto un lápiz. –Puse mi mano en la boca sorprendida y empecé a reír.
-Disculpa. –Niall se metió en la conversación para dejar un dulce beso en mis labios, apartándome por completo de la conversación con Louis.

CAPÍTULO 36


-¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos, cumpleaños feliz! –Los gritos de mi primo me despertaron entre risas y sus saltos encima de la cama hicieron que saliera de ella casi en el acto. -¡Felicidades, fea!
-Gracias. –Me vestí con rapidez y salí al salón. Aún eran las 7 y media, así que decidí quedarme un rato más en casa. Abrí mi móvil, descubriendo de nuevo el mensaje de la noche anterior. Resoplé con fuerza y lo eliminé de la bandeja de entrada. Mi primo se acercó a mí con una bandeja llena de pasteles y un vaso de leche.
-Este es tu primer regalo. –Aplaudí emocionada y le besé la mejilla. –El otro te lo daré esta noche en la fiesta. –Asentí mientras me metía un pastel de chocolate en la boca y mi primo estallaba en risas.
-Ven a las 1 y media al instituto, que hoy tampoco tenemos clase a última. –Él asintió despeinándome y se levantó del sofá al mismo tiempo que yo. Bajamos las escaleras y nos despedimos cuando ya estábamos en la calle.
Empecé a andar con parsimonia hasta la puerta del colegio. Iba bastante pronto, por lo que me quedé en la verja esperando a Julie y a los demás. Un coche rojo paró a pocos metros de mí y de él salió Harry, que andaba con muletas; me acerqué a ayudarlo mientras saludaba fugazmente a su madre, que me miró con una sonrisa. Ya sabía de dónde había sacado los preciosos ojos verdes.
-Felicidades, Rebeca. –Besó mi mejilla y yo sonreí sonrojada. Unos segundos después alguien se echó encima de mí mientras cantaba el cumpleaños feliz a voces.
-Felicidades, Beca. –Chris, Josh y Tom me saludaron a la vez y yo bajé a Julie de mi espalda. Ella rió y me abrazó con fuerza. Entramos en clase unos minutos antes de que el profesor entrara, y centré mí vista por unos instantes en el sitio vacío de Niall.
-Está preparando la fiesta, tranquila. –Miré a Josh y le saqué la lengua mientras él reía divertido.
Nunca un día de clase se había pasado tan deprisa. Salí de clase y me dirigí a las escaleras donde me esperaba mi primo con Vicky. Los miré sorprendida y Will se encogió de hombros mientras saludaba a mis amigos.
-¿Te has salido una hora antes?                              
-Sí, así nos vamos a comer todos juntos. –Asentí y me fui a despedir de todos.
-Hasta las ocho. No lleguéis tarde. –Levanté la mano para despedirme y empezamos a andar hacia el apartamento. Mis abuelos nos esperaban para irnos a comer, así que Vicky y yo dejamos las mochilas y bajamos a la cochera a por el coche de mi abuelo.
Recorrimos un par de kilómetros hasta llegar a un bonito restaurante situado a las afueras de la ciudad; cuando todos estábamos sentados y habíamos pedido ya la comida mi abuela sonrió sacando de su bolso un pequeño estuche y me lo dio.
-Toma pequeña, no es mucho, pero era de tu madre. –Abrí en estuche y vi un pequeño colgante de un delfín bañado en oro. Sonreí, dejando escapar un par de lágrimas.
-Gracias abuela, es precioso. –Volví a guardar el colgante sabiendo que lo estrenaría esta noche en la fiesta.
-Y esto es de mi parte, cariño. –Mi abuelo sacó un par de papeles de su cartera y me los entregó. –Es la inscripción de la autoescuela, empiezas el mes que viene.
-¿En serio? Gracias abuelo. Ya podré conducir tu coche. –Toda la mesa rompió a reír.
-Me toca. –Vicky sacó un pequeño paquete perfectamente envuelto. Yo alargué mi mano para cogerlo. Cuando conseguí desenvolverlo pude ver un precioso marco de fotos con una foto de mi hermana y mía de hacía unos años. Ella tendría un par de años y yo la tenía en brazos. Mientras observábamos una jirafa. Nos echamos esa foto en el zoo de Madrid en una de las excursiones que hacíamos con nuestros padres. Sonreí.
-Va directa a mi mesita de noche. –Ella rió

Volvimos a casa y yo me metí en la ducha para prepararme, quedaban todavía unas horas para la fiesta pero, conociéndome, sabía perfectamente que si no empezaba ya no llegaría a tiempo. Cuando terminé de ducharme, secarme el pelo y pintarme las uñas el reloj marcaba las seis y media. Resoplé. Todavía tenía que elegir la ropa que me pondría, así que recurrí a la experta.
-¿Vicky? –Llamé un par de veces y asomé mi cabeza por un pequeño hueco de la puerta, ella levantó la vista de su portátil y me sonrió.
-La ropa. –Asentí sonrojándome y ella soltó una pequeña carcajada. Entramos en mi habitación y me senté en la cama mientras ella sacaba todos mis conjuntos más arreglados.
Acabamos decidiéndonos por una falda con un estampado de flores y una camiseta blanca de manga corta. Encima llevaría una chaqueta negra. Y de zapatos, unos tacones negros que me compré a principios de septiembre.
Di una vuelta sobre mí misma dejando a mi hermana ver el resultado y ella aplaudió. Me puse un poco de rímel y brillo de labios, colonia. Y el colgante de mi madre. Cogí un bolso negro compañero a los zapatos y en él metí el móvil, las llaves de casa y un poco de dinero. Por último cogí una mochila donde metí un pijama para dormir en casa de Niall.
Las ocho menos cuarto y mi primo acababa de tocar el timbre, así que me despedí de mi hermana, que se fue a casa de mis abuelos, y me fui con Will a casa de Niall.
-Estás preciosa prima. –Me ruboricé agarrando su mano con fuerza.
-Tú también Will. Me sé de alguien que se va a volver loca al verte. –Reímos. –Estoy nerviosa, ¿te lo puedes creer?
-Tranquila, voy a estar aquí. –Suspiré tranquilamente.
-Gracias. –Paramos frente a la puerta de Niall y llamé un par de veces al timbre. Golpeé el suelo con la punta del tacón un par de veces hasta que por fin abrió la puerta y yo abrí la boca sorprendida.

viernes, 29 de marzo de 2013

CAPÍTULO 35


Empezamos a andar hacia dónde, según Will, ponían los mejores pasteles de todo Londres. Will y Julie iban delante, gastándose bromas y hablando de sus gustos. Mientras, Niall y yo íbamos hablando de la fiesta de mi cumpleaños y, bueno, yo iba intentando que me dijera que me había comprado de regalo, pero no había manera de que dijera nada.
Acabé rindiéndome cuando entramos en una vieja cafetería escondida en un callejón de la ciudad. Nos sentamos en una mesa al lado de una pequeña chimenea y revisamos la carta antes de que una joven camarera se acercara para apuntar lo que pedíamos.
-Yo quiero un batido de chocolate.
-Yo un cappuccino.
-Una Coca-Cola.
-Yo quiero otra Coca-Cola. –La camarera nos sonrió y se fue a la barra para coger todo nuestro pedido.
-Bueno Will, ¿cuándo has descubierto esta cafetería? ¿Cuándo te escapas de la universidad? –Solté una risa divertida y mi primo me sonrió sarcásticamente.
-Hace unos años, me trajo mi padre. –Asentí sonriente e inspeccioné el ambiente. Las mesas estaban ocupadas por estudiantes de nuestra edad o de unos pocos años más que nosotros, algunos estaban con unos libros sobre la mesa, otros con los portátiles y otros simplemente, compartiendo un trozo de tarta con los amigos.
-Aquí tenéis chicos, vuestras bebidas. ¿Queréis algo de comer? –Todas las miradas se posaron en Will que sonrió a la camarera y pidió un par de pasteles de chocolate. Ella asintió y volvió a la barra.
Al cabo de unos minutos la camarera dejó sobre la mesa los pasteles y los cuatro sonreímos al ver la pinta de los pasteles. Con uno solo habríamos comido los cuatro. Resoplé cuando me había comido dos cucharadas del mío y le dejé lo que quedaba a Niall que me miraba divertido mientras se comía el pastel en dos bocados.
Los chicos pagaron cuando acabamos de comer y Julie y yo nos salimos fuera a esperarles. La temperatura había subido varios grados desde que habíamos salido a las cinco y las calles de Londres empezaban a llenarse de niños con bicicletas y skates que aprovechaban los pocos días que había de sol en la ciudad. Nosotros íbamos andando hacía ningún sitio en especial, nos paramos en un par de tiendas pero nada me llamaba realmente la atención. Julie se probó un par de camisetas que le quedaban realmente bien y los chicos aplaudían el pase de modelos que daba cada vez que se probaba un conjunto nuevo. Yo reía mientras veía la escena al otro lado del probador.
Una pequeña vibración en el bolsillo de mi pantalón me alarmó y salí de la tienda para poder hablar con más tranquilidad, mientras Will y Niall hacían compañía a Julie mientras esta pagaba algunas cosas que se había probado.
-¿Diga?
-Hola Beca. –Pude escucharle sonreír al otro lado de la línea y sonreí.
-¿Cómo estás, Harry?
-Bien, por eso te llamaba. Ya me voy a casa. Por si ibais a venir a verme al hospital.
-Genial, me alegro de que vuelvas a casa. Mañana nos vemos entonces ¿no?
-En el colegio no lo sé, en tu fiesta sí. Tengo un regalito para la españolita. –Reí.
-¿Por qué todos me llamáis españolita? Tengo un nombre.
-Un nombre precioso.
-Cállate ya y descansa. Esta noche te mando un mensaje para ver cómo estás.
-Vale mami. –Ambos reímos y colgué el teléfono guardándolo de nuevo en el bolsillo. Me quedé en la puerta esperando a que los demás salieran. Un par de minutos después Julie apareció con un par de bolsas, seguida por los chicos.
-Me ha llamado Harry, dice que ya está en casa, que mañana irá a la fiesta, pero no sabe si irá al instituto. –Cogí una de las bolsas de Julie para ayudarla y ella me sonrió agradecida.
-Es un fresco. –Reímos y seguimos caminando hasta el piso de Julie; estaba sólo a un par de calles de distancia de mi edificio. Era un bloque moderno, con vistas directas al Támesis. Se despidió de todos y cerró la puerta del edificio.
Comenzamos a andar, mientras mi primo y Niall comenzaban a hablar de los próximos partidos de liga, cuando llegamos a mi edificio, Will se despidió de Niall con un apretón de manos prometiendo que mañana le daría una paliza en la Play y, acto seguido, subió a mi piso a hacer compañía a mi hermana.
-Nos vemos mañana, Beca.
-Adiós rubito. –Le abracé con fuerza y me quedé en las escaleras hasta que perdí totalmente de vista su figura entre la gente. Subí a mi piso, con la mente fija en el día de mañana. Dieciocho. Resoplé pensando en lo rápido que pasaba el tiempo.
Me tiré en el sofá buscando un poco de tranquilidad, mientras cerraba los ojos para descansar un poco. Las sábanas en las que había dormido Niall la noche anterior seguían extendidas en él y yo me acurruqué en ellas, impregnándome de su olor.
-¡Beca! –Mi hermana se echó encima de mí despertándome de golpe. -¡Son las doce!
-¿Y qué haces aún despierta? –Mierda, ¿las doce? Busqué con la mirada el reloj del salón y confirmé lo que había dicho mi hermana. Había estado durmiendo más de cinco horas. Joder.
-¡Felicitarte! ¡Felices dieciocho! –Me abrazó con fuerza y yo la abracé con la misma fuerza. –Ahora sí que eres más mayor que yo. Por mucho.
-Eh, en dos meses cumples tú los trece y volveré a llevarte cinco años. –Ella rió satisfecha y la volví a abrazar. –Venga, ahora a la cama. Mañana será un día duro. –Nos levantamos del sofá y cada una se fue a su respectivo cuarto; pero antes de acostarme, revisé el móvil ya que acababa de recibir un mensaje.
                          “Felices dieciocho, princesa. Sabes que aquí siempre tendrás a tu príncipe.”
Pero, para mi sorpresa, no fue Niall el que me lo mandó.

CAPITULO 34


-Bien chicos, como ya sabéis la profesora está embarazada y no vendrá en los próximos meses, así que estas semanas os podéis ir antes, sólo hasta que encontremos un sustituto. –El director salió de clase y todos recogimos los libros con agilidad y salimos al patio. Me senté en un escalón de las escaleras de la entrada y Julie me acompañó.
-¿Nerviosa por mañana? –Asentí y ella sonrió. –Sólo te diré que mi regalo será el mejor de todos.
-No te creas, el nuestro es perfecto. –Josh se sentó al lado de Julie y señaló a Tom que estaba a pocos metros de nosotros.
-Hola Beca. –Levanté la mirada hasta posarla en los ojos de Will y sonreí mientras me levantaba para abrazarle. –Hola Julie. –Ella repitió mi acción y mi primo la envolvió en un dulce abrazo.
-¿A qué has venido?
-¿Recuerdas el trato de ayer? –Golpeé mi frente y me eché a reír. –Julie, ¿quieres venir esta tarde a merendar?
-¿Yo? ¡Claro!
-Te toca, prima. –Will me guiñó un ojo y yo busqué con la mirada a Niall que estaba al otro lado del patio jugando con algunos más de clase al fútbol.
-Vale, vale, ya voy Will. –Me levanté y empecé a andar hacia donde ellos estaban. Rachel y sus amigas se encontraban en una de las porterías viendo el partido y aplaudían con cada cosa que hacía uno de los chicos más deportistas que había visto. Niall desvió la vista hacia dónde yo estaba y, con un gesto a sus amigos, salió un momento del partido.
-¿Pasa algo?
-No, no. ¿Quieres venir esta tarde a merendar con Will y Julie? –Él sonrió y asintió. –Vale, a las cinco en mi portal.
-Allí estaré. –Me besó la frente y volvió al partido. Mientras yo volvía con mis amigos.
-¡Eh Beca! ¿Quieres jugar? –Un chico del equipo contrario al de Niall me lanzó el balón que yo paré tranquilamente con la puntera de mis zapatillas.
-¡Otro día que vaya mejor vestida! –Le devolví el balón y él rió despidiéndose con la mano. Había visto a ese chico en clase, en las primeras filas, siempre hablando con Rachel y su séquito, pero parecía simpático. Creo recordar que se llamaba Louis o algo así, la próxima vez me enteraré mejor. Reí en voz baja y me acerqué a mi primo, que le hacía cosquillas a Julie en el brazo, y a los demás que hablaban sobre temas poco interesantes.
-¿Y bien?
-A las cinco en el portal. –Julie y Will sonrieron y yo me apoyé en las escaleras, intentando que los pocos rayos de sol que había hoy por Londres incidieran sobre mi blanca piel. El timbre nos indicó que ya era la hora de salida oficial y nos levantamos de las escaleras antes de que nos aplastaran.
Cuando por fin salió mi hermana nos fuimos los tres hacia mi piso para comer. Un dulce olor a lasaña envolvía el salón y yo me senté corriendo a la mesa esperando mi comida favorita.
-Cariño, ¿qué tal tu examen de Historia?
-Genial, abuelo. –Sonreí metiéndome un trozo de lasaña en la boca e intentando que no se me callera. Toda la mesa reía al ver mi cara. Yo les acompañé la risa procurando no ahogarme. Cuando todos habían terminado de comer yo me serví un plato más de lasaña.
-Rebeca, te vas a poner mala. Ya llevas tres platos.
-Abuela, es que está muy rica. –Ella sonrió y retiró los otros platos de la mesa dejando sólo el mío.
-Bueno, nosotros nos vamos ya, hasta mañana cielos.
-Abuela, espera. ¿Podéis vigilar a Vicky esta tarde? Es que Will y yo salimos a merendar. –Mi abuelo sonrió a la espalda de mi abuela y asintió.
-Claro que sí cariño. –Los abracé a los dos y volví a la mesa a terminar mi tercer plato de lasaña. Cuando por fin terminé limpié los platos y me senté en el sofá a descansar con Will y Vicky. Aunque descansar poco con ellos dos; cuando no se estaban gastando bromas, se estaban peleando. Bufé y me acabé decidiendo por ir a prepararme para salir.
Vale, piensa Beca, no puedes ir muy arreglada, pero tampoco puedes ir echa un asco. Saqué los botines que me había dicho Vicky que me pusiera por la mañana. Y una camisa veraniega que tenía guardada. Mi chaqueta de cuero y lista.
“Bien, ropa lista, ahora, ¿qué narices hago con mi pelo?” Me puse una coleta alta frente al espejo, pero no me gustaba nada como quedaba. “¿Una trenza al lado?” Resoplé, desechando la idea cuando lo probé mirando mi reflejo.
-Sólo vas a merendar. Y el pelo lo tienes precioso suelo. –La voz suave de mi hermana envolvió mi habitación. Sonreí, soltando la trenza y dejando caer mi pelo por la espalda. –Venga se te va a hacer tarde. Will ya está listo. –Asentí y besé la frente de mi hermana antes de reunirme con mi primo en el salón.
-Porque eres mi prima, eh Beca.
-Vámonos ya, pedazo de subnormal. –Salí de mi casa escoltada por Will y bajé las escaleras en apenas unos segundos. Hacía una temperatura perfecta en la ciudad, ni frío, ni calor. Vi aparecer a Julie por el principio de mi calle y sonreí. Iba preciosa. Había cambiado sus gafas de pasta por lentillas, llevaba unos pantalones largos y una camiseta con un par de frases escritas en inglés. Se había recogido el pelo en un par de trenzas que caían por sus hombros. Cuando llegó a mi altura sonrió y me abrazó con fuerza para después dar un par de besos a Will. Alguien me tapó los ojos antes de que pudiera girarme y sonreí.
-Nunca te han dicho que las princesas no pueden llegar antes que el príncipe. –Me giré abrazando a Niall.
-Siento decirte que no creo en príncipes. –Él me miró con incredulidad y yo negué con la cabeza. –Pero bueno, por ti, haré una excepción. –Niall rió satisfecho y me agarró la mano esperando que mi primo decidiera un sitio dónde ir.

CAPÍTULO 33



Me separé lo suficiente como para mirarle a los ojos y crucé mis manos alrededor de su cuello mientras él me cogía por la cintura. Él sonreía y yo le correspondí con otra sonrisa. Podía estar así horas siempre que fuera él a quién  estuviera abrazando.
-A dormir, Niall. –Fue un susurro imperceptible, pero él negó con la cabeza.
-El sofá es muy incómodo.
-Haberte acordado de traer las llaves. -Él me acercó aún más hasta el punto que nuestras narices se rozaron. –Vamos, es tarde.
-Idiota.
-Sí, pero te encanto. –Le saqué la lengua separándome de él y abrí el armario para coger un par de mantas que darle.
-Más de lo que crees. –Los dos sonreímos. Niall se acercó a mí, me besó la frente con ternura y, acto seguido, cogió las mantas y se fue al salón.
Yo me eché en mi cama y escondí la cabeza entre las sábanas. ¿Qué narices se supone que me pasa? Las palabras de mi primo volvieron a resonar en mi cabeza. “Nunca es tarde para enamorarse”. Pero… ¿de verdad estaba enamorada de Niall? Es cierto que teníamos una conexión, que lo que él me provocaba no lo había sentido en mi vida. Es verdad que cuando él está cerca me tiemblan las piernas. Resoplé con fuerza y saqué la cabeza de las sábanas encontrándome con los ojos de Niall. Ahogué un grito y él rió en voz baja.
-¿Qué quieres ahora, idiota? –Él se tumbó a mi lado fijando la mirada en el techo. –No, ni de coña. Fuera. Al sofá.
-Parezco un perro que se ha portado mal.
-Es que eres un perro que se ha portado mal. –Él se incorporó poniendo una sonrisa pícara y se tiró encima de mí, agarrándome las manos por encima de la cabeza.
-No quieras que me porte mal contigo. –Él besó mi nariz y se levantó de la cama cogiendo una de mis almohadas. Me incorporé y él volvió al salón con la almohada a la espalda. Volví a taparme y cerré los ojos intentando dormir un poco.
-¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta! –La voz irritante de Vicky me sacó de mi profundo sueño.
-¿Qué hora es?
-Las 7 y media. Pero la pregunta es, ¿qué hace Niall en el sofá desayunando? –Me desperecé y me levanté de mi cama.
-Ayer no tenía llaves y tuvo que dormir aquí. No hay más. –Entré en el cuarto de baño para lavarme los dientes y arreglarme la cara y, cuando salí, Vicky ya me había sacado el conjunto para clase. Pantalones cortos, medias, botines, y una camisa. La miré disgustada. –Voy a clase, no a un pase de modelos.
-Póntelo. –Negué con la cabeza y cambié la camisa por una camiseta ancha que tenía y los botines por unas converse. –Haya tú.
-Hasta luego, Vicky. –Cogí mis cosas y salí al salón donde Niall ya me estaba esperando. Sonreí y le seguí hasta la puerta del piso. Empezamos a andar hacia el instituto sin mediar palabra. Suspiré un par de veces hasta que vi el pelo negro de Julie en el sitio de siempre. La saludé con la mano, pero ella estaba demasiado ocupada mirando como mi mano derecha estaba agarrada a la izquierda de Niall. Yo ni si quiera me había dado cuenta del detalle, reí en voz baja y Julie empezó a aplaudir emocionada.
-¡Ya sabía yo que vosotros dos acababais juntos!
-Julie. –Niall la miró como diciéndole que se callara y yo los miré a los dos divertida.
-¿Qué sabes tú que yo no sepa, Julie?
-Nada, no sabe nada. –Los tres empezamos a reír a carcajadas antes de entrar en clase. Kara estaba sentada en su sitio habitual, pero Harry no ocupaba el asiento contiguo, por lo que deduje que aún seguiría en el hospital. Yo me senté al lado de Josh y Julie y Niall delante de nosotros. Tom llegó un par de minutos después y se sentó en la banca de detrás de Josh.
-Bien chicos. Que empiece el examen. –El profesor empezó a repartir los folios de examen y yo sacudía el bolígrafo, nerviosa. Respiré profundamente antes de empezar a escribir y miré las preguntas del examen. Me las sabía a la perfección, así que sólo tenía que plasmarlas en el papel.
El timbre nos avisó de que el examen había terminado. Entregué los folios al profesor y volví a mi sitio al mismo tiempo que Kara. Ella sonreía, pero podía ver perfectamente que estaba preocupada. Yo me senté donde tendría que ir Harry y la abracé.
-Eh, tranquila. Harry está bien. –Ella me miró sorprendida y me devolvió el abrazo.
-Cuando ayer lo vi, lleno de tubos. Nunca lo he pasado tan mal. –Está claro que nunca has visto como muere una persona a la que quieres. Forcé una sonrisa.
-Tranquila, él está bien.
-Beca. Sé que él aún te quiere… -Su voz se quebró antes de terminar la frase.
-Eh, a ti te quiere mucho más. Me lo dijo ayer. –Sequé un par de lágrimas que se habían escapado de sus ojos y ella me sonrió amargamente.
Está bien. Era mentira, él nunca me había dicho eso, pero supongo que él pensaba así y una mentira piadosa para alegrar a tu amiga no tiene ninguna importancia, ¿no?

miércoles, 27 de marzo de 2013

CAPÍTULO 32



Sonreí de la forma más forzada que podía y salí de la habitación dejándome caer en una de las sillas que había en el pasillo. Josh se sentó a mi lado y me dio un pequeño vaso de café. Sonreí en señal de agradecimiento y di un sorbo.
-¿Te vas a quedar a dormir? –Niall se agachó hasta ponerse a mi altura y poder mirarme directamente a los ojos. Me encogí de hombros.
-¿Qué han dicho los médicos?
-Qué está bien, por eso se ha ido la familia, él mismo nos ha dicho que no hace falta que estemos aquí. –Asentí y me levanté de la silla dejando el café en una papelera cercana. Cuando salimos a la calle se empezaba a notar aún más el frío de la noche. Metí las manos dentro de los bolsillos de la sudadera mientras Niall iba a pedir un taxi.
-Creo que sería mejor llamar y que nos mandaran uno. –Escuchaba el traqueteo de mis dientes a causa del frío.
-Entra en el hospital, no quiero que mueras de hipotermia, yo voy a llamar un taxi. –Entré en el hospital de nuevo y me quedé tras las puertas observando como Niall se movía de un lado a otro mientras hablaba por teléfono.
Al cabo de unos cinco minutos me avisó con la mano y salí corriendo a la vez que un taxi paraba a pocos metros de la entrada del hospital. Niall dio la dirección de mi casa y nos sentamos en la parte de atrás. Suspiré apoyando la cabeza en su hombro mientras él me agarraba la mano. No estaba pendiente de nada, ni si quiera me di cuenta de que estábamos en mi casa hasta que Niall no se movió para pagar al taxista.
-¿Quieres subir? –Niall sonrió asintiendo y yo abrí la puerta del edificio dejando que él pasara primero, repitiendo la acción con la puerta de mi piso. –Siéntate, ¿quieres algo para entrar en calor?
-Sí, pero para eso tienes que estar tú aquí cerca. –Aguanté la risa y le saqué la lengua mientras me iba a la cocina a por un vaso de leche.
-Imbécil.
-Sí, pero te encanto. –La figura de Niall apareció en el marco de la puerta asustándome.
-No te lo creas tanto, rubito. –Él puso los ojos en blanco y se acercó a donde yo estaba. -¿Quieres?
-No, de verdad. –Sonreí llevando el vaso de leche al salón mientras era escoltada por Niall.
-Me intimidas, ¿sabes? –Él rió con fuerza y yo le di un puñetazo en el hombro. –Cállate, mi hermana está durmiendo.
-Perdón, perdón. –Di un trago del vaso y miré a Niall que había cerrado la boca en una línea recta. –Beca, tenemos que hablar.
-Nunca viene nada bueno después de esa frase. ¿Qué pasa?
-Es que… -de repente una sonrisa fugaz apareció en su rostro. –No tengo llaves de mi casa. Iba a quedarme a dormir en casa de Josh, pero como vine contigo… ¿puedo dormir contigo? –Me tapé la boca para ahogar una sonora carcajada.
-Sí, puedes. –Él sonrió agradecido y yo me levanté para irme a mi habitación. Cuando llegué sentí el aliento de Niall en la nuca. Sonreí. –Puedes dormir en el sofá.
-Eso no tiene gracia. -¿Cuándo habíamos acortado tanto la distancia entre nosotros? Él sonreía y yo podía escuchar perfectamente mi respiración nerviosa.
-Niall. Al sofá.
-Un beso de buenas noches al menos ¿no? –Negué con la cabeza manteniendo la mirada fija en la suya. Pero él colocó una mano en mi cintura acercándome aún más a él. –Buenas noches, princesa. –Y posó sus labios en los míos antes de que pudiera rechazarlo de nuevo. 

CAPÍTULO 31.


Niall estaba parado delante de mí intentando retomar el aliento. Me hice a un lado para dejarle pasar y él se sentó en el suelo de la entrada apoyándose en la pared.
-Existen sofás, ¿sabes? -Reí con suavidad, pero el me miró fijamente negando con la cabeza.
-Tengo prisa.
-¿Qué ha pasado?
-Harry. –Ahora fui yo la que clavó mis ojos en los suyos y pude ver un destello de tristeza. –Está en el hospital, llevo mandándote mensajes y llamándote más de 2 horas. –Golpeé mi frente con fuerza, se me había olvidado cargar el móvil.
-¿Qué le ha pasado?
-Esta tarde le ha atropellado un coche. –Me llevé la mano a la boca y sentí una punzada en el estómago.
-Vámonos. –Cogí una sudadera y agradecí no haberme quitado los vaqueros del colegio. Escribí una nota a mi hermana diciéndole lo que había pasado, cogí las llaves de mi casa y salí del apartamento con Niall.
Las calles estaban desiertas, no había nadie por Londres, excepto nosotros, que buscábamos desesperadamente un taxi. Por fin vimos uno al final de mi calle y corrimos a cogerlo. Niall le dio la dirección del hospital y el taxi arrancó casi en el acto. Media hora después ambos entramos por las puertas del hospital.
Sentía las lágrimas a punto de salir y ni si quiera sabía por qué, Niall me abrazó con dulzura mientras subíamos en el ascensor. La planta de Harry estaba desierta; miré mi reloj y marcaba algo más de las 1 y media de la mañana.
-Aquí es. Según me ha dicho Tom, la madre se fue hace un rato, Josh está dentro. –Asentí y llamé un par de veces a la puerta. Abrí y pude ver a Josh sentado en frente de Harry con la mirada centrada en un videojuego, negué divertida y le saludé con la mano. Mi mirada se centró ahora en Harry que estaba completamente dormido, suspiré y me acerqué a él.
-Nosotros esperamos fuera ¿vale Beca? –Sonreí a Josh y a Niall que cerraron la puerta con delicadeza, intentando no hacer mucho ruido. Me senté en la cama con cuidado y suspiré.
-Maldita sea, Harry. Primero me salvas de morir atropellada y dos semanas más tarde te atropellan a ti. ¿Sabes que hay formas menos dolorosas de suicidarse? –Sonreí recordando a Harry diciéndome esas palabras el día que me invitó a comer.
-No me copies las frases, Beca. –Levanté la vista hasta sus ojos y lo vi sonreír. Agarré su mano y empecé a jugar con sus dedos. Él me apretó la mano con fuerza.
–Ahora de verdad, Harry, ¿no hay formas menos dolorosas de morir? –Ambos soltamos una pequeña risa y él miró el techo de la habitación. -¿Estás bien? ¿Cómo ha sido?
-No sé, todo demasiado rápido. Estaba cruzando la calle y lo siguiente que recuerdo es que estaba en la ambulancia. –Resoplé dejando caer un par de lágrimas que Harry atrapó en mi mejilla. –No llores, tonta. Estoy bien.
-Me has asustado. –Las palabras salieron de mi boca en un pequeño susurro.
-Estoy aquí, no te vas a librar de mí tan pronto. –Sonreí y le abracé dejando que él acariciara mi pelo.
-Me voy fuera, ¿vale? Si necesitas algo, avisa. –Me levanté de la cama pero antes de que pudiera recorrer unos pocos metros él me agarró del brazo, haciendo que me diera la vuelta hasta mirarle de nuevo.
-Ver como la chica que quieres se va con otro. –Lo miré extrañada sin saber a qué se refería. –No es una forma menos dolorosa, pero sí que es una buena forma de morir.

CAPÍTULO 30


Agité mi cabeza un par de veces intentando que todos los recuerdos se fueran de ahí y centré la atención en mi libro de historia. Repasé hasta que la alarma del móvil me avisó de que eran las nueve. Cerré todo y supliqué que el examen me saliera bien. Me fui a la cocina para preparar un par de hamburguesas mientras mi hermana leía un libro en el salón. Escuché como la puerta del piso se abría y saludé a mi primo desde la cocina.
-¿Qué pasa? ¿Qué te vas a acoplar en mi casa todos los días?
-Tendría que ser un honor para ti que cenara aquí. –Reí con fuerza y puse otra hamburguesa en la sartén. Cuando acabé lleve los tres platos al salón y me senté en un sillón dejando a mi hermana y a Will el sofá para ellos solos. Encendí la televisión para despejarme un poco. Había sido un día terriblemente horrible. Y, si Lucas estaba en Londres, probablemente lo que quedaba de semana también lo sería. Miré de reojo a mi hermana que había dejado de leer para centrar su atención en mí.
-¿Qué te pasa? –Mi primo también desvió la mirada hasta mi posición y dejó de comer esperando mi respuesta.
-¿A mí?
-Llevas moviendo el pie desde que te has sentado, te pasa algo. –Se sentó como un indio en el sofá y me sonrió. Pude ver un reflejo de sonrisa en el rostro de Will.
-Vas para psicóloga. –Sonreí, intentando cambiar de tema, pero ella negó con la cabeza. Resoplé. –Vale. Lucas, está en Londres. –Vicky empezó a toser cuando escuchó la noticia, yo la miraba divertida en el sofá.
-¿Qué se supone que hace aquí?
-Según él, celebrar mi decimo octavo cumpleaños. –Ella suspiró y se encogió de hombros.
-¿No te llevas bien con él? –Mi primo había dejado su plato en la mesa y ahora estaba totalmente interesado en la conversación.
-Es su ex, ¿cómo se va a llevar bien con él? –Mi hermana negó con la cabeza y volvió a mirarme. -¿Cuándo lo has visto?
-Esta mañana ha venido al colegio.
-¿Cómo sabe dónde estabas? –Me encogí de hombros.
-En eso… -Mi primo retomó la palabra. –Creo que ahí tengo yo la culpa. Me lo encontré esta mañana y, como lo había visto un par de veces contigo en España, empecé a hablar con él. Me preguntó que donde estabas y le dije cual era tu colegio. –Will bajó la mirada arrepentido y yo le lancé un cojín.
-Will. No importa, tú no conocías la historia. Sólo le conocías a él. No te preocupes.
-Bueno, Beca. Seguro que no molesta más. El viernes volverá a ir, seguro. Pero no le hagas ni caso. –Hice caso a mi hermana y me tumbé aún más en el sillón. Mi hermana se levantó sobre las diez y media y se despidió de Will y de mí antes de irse a su cuarto a escuchar algo de música. Mi primo se acercó a mí para abrazarme. Estaba arrepentido, bastante. Yo sólo sonreí y le devolví el abrazo.
-Tranquilo, Will. No pasa nada. Eso sí, me debes una. Más te vale que tu regalo de cumpleaños sea bonito… y caro. –Los dos reímos y yo volví a abrazarle.
-Beca, una pregunta. –Sabía con seguridad lo que me iba a decir porque había bajado la mirada hasta sus pies y se había sonrojado. Julie. -¿Has hablado con Julie?
-Claro que he hablado imbécil, está en mi clase.
-Quiero decir… ya sabes, sobre…
-Sobre ti. –Él asintió, contento de que hubiera terminado la frase por él. Reí. –Sí, me ha preguntado que si tú preguntaste ayer por ella.
-Le intereso. Bueno, le gusto.
-Y a ti ella. Oh vamos, no seas idiota y llámala mañana para merendar juntos.
-Con una condición. –Asentí indicándole que continuara y él fijó sus ojos en mí, poniéndose serio por un segundo. –Tú vienes con Niall. –Resoplé aceptando y él levantó las manos en señal de victoria. Idiota. –Bueno enana, me voy. –Me besó la frente y salió del apartamento mientras yo recogía un poco el salón.
Cuando estaba a punto de irme a la cama el timbre de la puerta me asustó. Maldije a quién llamara a esas horas, miré por el video portero y abrí al segundo toque, después de ver su figura. Supuse que mi hermana estaría ya durmiendo y no quería despertarla, así que corrí a la puerta  para abrirla.
-¿Qué demonios…?

martes, 26 de marzo de 2013

CAPÍTULO 29


España. 4 meses y medio antes.


Sonreí saliendo de clase con Cris y Noe a cada lado. Íbamos hablando de lo que haríamos ese fin de semana. Cris prefería plan tranquilo con los chicos. Noche de parejas. Noe, se decantaba más por una noche de chicas en su casa. Música, fotos y alcohol. A mí, realmente me daba igual.
-Entonces esta noche cine, y mañana cena con los chicos, ¿no? –Cris y yo asentimos sonrientes, estábamos a dos semanas de las vacaciones de verano. Por fin. Escuché una moto derrapar en el asfalto y mis ojos se perdieron en los preciosos ojos azules de Lucas. Sonreí.
-Me voy chicas. Esta noche nos vemos. –Las abracé a las dos con fuerza y corrí hacía la Honda negra que estaba parada a pocos metros de nosotras. Me abracé a Lucas y él me besó con dulzura.
-¿Qué tal el examen?
-Genial. Por fin he acabado. –Él me chocó la mano y me levantó de un salto sentándome en la moto. –Sé hacerlo yo sola, eh. –Rió. Y envolví mis brazos alrededor de su cuello. -¿Mañana vienes a la cena?
-Claro que sí, princesa. –Sonreí y volví a besarlo. –Venga, vámonos ya. –Él se subió a la moto poniéndose el casco y arrancó en un segundo. Me alargó otro casco negro que colgaba de su manillar y me lo puse con agilidad antes de entrar en la autovía. Llegamos a mi casa en un par de minutos.
-Esta tarde voy al cine con las chicas. Te llamo cuando acabe y hablamos ¿vale? –Él asintió, depositó otro beso en mis labios y salió derrapando de mi calle.
Cuando el reloj dio las seis y media empecé a arreglarme. Nada especial, unos pitillos blancos, una camisa vaquera y unas cuñas negras que llevaba varios meses sin ponerme. Me puse un poco de base, rímel y listo. Recogí mi pelo con una cinta y salí despidiéndome de mi hermana y mi padre.
El cine no estaba muy lejos de mi calle así que, llegaría a tiempo a pesar de que salí de mi casa diez minutos antes de la hora a la que habíamos quedado. Y así fue. Cuando mi reloj de pulsera dio las siete y cuarto yo ya estaba en la puerta del cine. Vi aparecer a Cris y Noe al final de la calle y las saludé con la mano. Elegimos una película al azar, ya que las críticas decían que todas eran buenas. Nos decidimos por una que tenía acción y romance.
-¿Y cuando el chico le dice a la chica que estará con ella siempre? Que mentira más grande. –Noe gesticulaba de forma dramática y Cris y yo reíamos.
-Pues yo creo que sí es verdad.
-Tú eres muy pastelosa, Beca. –Le saqué la lengua a Cris y sonreí. –Eh, ¿esa no es la Honda de Lucas? –Cris apuntó una Honda negra aparcada enfrente del cine.
-Claro, no habrá motos en toda la ciudad como esa.
-Ninguna que lleve una ‘L’ en la parte trasera de color dorado. –Miré con atención y vi la marca de Lucas. Sonreí. –Habrá venido a buscar a su princesa. –Me ruboricé y empecé a buscar su pelo rubio por toda la calle. Y lo vi. Claro que lo vi.
Me acerqué a él junto a Noe y, justo cuando iba a saludarle, una preciosa morena se tiró encima de él para besarle con fuerza. Sentí como se me revolvía el estómago. Pero las ganas de vomitar llegaron cuando él la abrazó con fuerza y volvió a besarla con la misma intensidad.
-Maldita sea su raza. –Noe se acercó a él pero yo la agarré del hombro haciéndola parar en seco.
-Es cosa mía. –Me adelanté a ella y me coloqué a espaldas de Lucas. Tosí un par de veces y tiré de su chaqueta para convertirme en el centro de atención. Él se dio la vuelta sonriente, sin soltar de la mano a la chica, pero su sonrisa se esfumó en medio segundo, justo cuando vio la chispa de rabia que saltaba en mis ojos.
-Beca. –Pero antes de que dijera nada la palma de mi mano impactó en su mejilla. Sabía que le había dolido por el gesto que hizo.
-Y tú –ahora miraba a la chica, que observaba asombrada la escena –espero que hayas disfrutado con mi novio. Ahora ex novio. –Una segunda bofetada se escuchó en la calle. Pero ahora provenía de la chica morena que miraba con odio a Lucas.
-¿Tenías novia, maldito gilipollas? –Ahora era yo la que miraba con incredulidad a la chica. –Lo siento, ni si quiera me dijo que tenía novia, si lo llego a saber –su voz se quebró –lo siento.
-En fin. –Resoplé y me di la vuelta volviendo con Noe que me miraba sonriente y me abrazó en cuanto llegué a su lado. Aguanté las lágrimas hasta que cruzamos la acera y Cris me abrazó.  Entonces no me pude aguantar más y me derrumbé.

CAPÍTULO 28


Una débil risa salió de su boca y yo me acerqué aún más a él.
-No quiero escuchar ni una risa. ¿Qué coño haces tú aquí? –La risa cesó en el acto y él sacudió su pelo rubio.
No había cambiado nada desde la última vez que le vi. Bueno, quizá hubiera ido un poco más al gimnasio, pero en lo demás, seguía igual. Esa sonrisa perfectamente blanqueada y esos ojos tan azules que te harían dudar de si brillan en la oscuridad. Se había cortado un poco el pelo pero, aún así, seguía teniéndolo al estilo surfero. Llevaba la cazadora de cuero de su padre y unos vaqueros desgastados. Las vans no podían faltar en su estilo y, a pesar de ser un día nublado, llevaba unas rayban negras colgadas en el cuello de su camiseta. Resoplé. Esa camiseta había sido mi regalo por el tercer mes que llevábamos juntos. Aunque ahora le quedaba mucho más ajustada debido a los bíceps que había estado esculpiendo en el gimnasio.
Desvié la mirada hacia el colegio, buscando una mirada amiga que me salvara de aquello, pero nadie sabía mi historia con aquel chico y no sabían la necesidad que tenía de que alguien interviniera en ese mismo instante.
-Dentro de un par de días es tu cumpleaños, he venido a celebrarlo contigo. –Acercó su mano a mi mejilla pero me alejé un par de pasos. Miré a mi alrededor y vi como toda mi clase estaba mirándome. Respiré hondo y me acerqué de nuevo para mantener una conversación normal.
-Lucas, nadie te ha pedido que vengas. Así que lárgate. –Él me apartó un mechón que se había desprendido de mi coleta y sonrió cogiéndome de la barbilla y elevando mi cara de tal forma que el contacto visual fuera imposible de evitar.
-Vamos, sólo se cumplen dieciocho una vez. –Me deshice de su agarre y le miré con rabia. Sentía las lágrimas a punto de salir, al igual que los recuerdos, pero no lo iba a permitir. Entonces sentí como alguien me agarraba por la cintura y una descarga me hizo sonreír. Niall.
-¿Estás bien? –No me había dado cuenta hasta ese momento que Niall era más alto que yo por unos cuantos centímetros. Me agarré a su mano y él me la apretó con fuerza, dándome la seguridad que tanto necesitaba.
-Sí, tranquilo. Sólo es un conocido.
-Sí, bueno, soy su ex. –Niall sonrió y miró a Lucas directamente a los ojos.
-¿Nunca te han dicho que los ex son parte del pasado? –Creo que se escuchaba perfectamente como mi corazón estaba a punto de salirse del pecho. Respiré hondo y alejé a Niall de Lucas que, de repente, estaba a tan sólo unos pocos metros de distancia de su cara. Lucas tenía los puños cerrados con fuerza y lo conocía demasiado como para no saber qué significaba aquello. –Tranquila, no va a pasar nada. –Las palabras salieron de la boca de Niall en un pequeño susurro y yo me relajé.
-¿Sabes que pasa, rubito? –Lucas volvió a entrar en escena y yo bufé dirigiéndole una mirada asesina. -Qué yo estoy en el presente de Beca y, a diferencia de ti, voy a estar en su futuro. –Me permití soltar una carcajada y miré a Lucas sonriendo.
-¿En serio crees que estás en mi presente? Llevas en el pasado mucho tiempo. –Mentira. Mentira y mentira. Lucas apartó su mirada de la mía y la fijó en el asfalto, estaba ¿dolido? Por lo que le había dicho. Una parte de mí sonreía de satisfacción. –Vámonos Niall.
-Beca. –Miré de reojo a Lucas que volvía a sonreír con desdén. –Nos vemos el viernes. –Se despidió con la mano y se dio la vuelta caminando en la dirección contraria a nosotros. Farfullé un par de insultos en español que Niall no pudo entender y él sólo me miró divertido.
-Me encanta que hables español. Te hace… -miró al cielo buscando la palabra adecuada y sonrió mirándome a los ojos. –Te hace sexy. –Reí con fuerza y le abracé. Él me devolvió el abrazo y depositó un suave beso en mi pelo. Escuché el timbre de la escuela en la distancia y me separé del agarre de Niall.
-Me voy ya.
-Hasta mañana. –Besé con suavidad su mejilla y me acerqué a la valla en la que esperaba a mi hermana. La vi aparecer con un par de libros en las manos y hablando con un par de chicas. Sonrió cuando me vio y se despidió de ellas con la mano.
Andamos con tranquilidad a casa, ella no había presenciado la visita de Lucas y mejor que no lo hubiera hecho. Suspiré tirando la mochila en la entrada y saludé a mis abuelos y a mi primo que empezaron a comer con nosotras. Recogimos la mesa en un abrir y cerrar de ojos y mi hermana se encargó de limpiar todo mientras yo me iba a mi habitación para estudiar un poco. Me senté en el pequeño escritorio y, antes de abrir mi libro de historia, los recuerdos invadieron mi mente.

CAPÍTULO 27



Las horas después del recreo fueron lo más parecido a una sala de tortura, y el tiempo no estaba a mi favor. Nunca tres horas se habían parecido tanto a tres años. Gracias al cielo, el profesor de matemáticas no había venido y nos dejaron salir una hora antes. Recogí mi mesa en un abrir y cerrar de ojos y salí al patio junto a Julie.
No habíamos hablado en todo el día de lo que había pasado la tarde anterior y sabía perfectamente que ella se moría por hablar de eso, así que me apoyé en la verja y le sonreí esperando que iniciara la conversación que había esperado toda la mañana.
-Beca, quizá te parezca extraño esto pero… ¿te dijo algo de mí tu primo cuando me fui? –Yo la miré confundida, haciendo como si no supiera de que hablaba. –Ya sabes…
-Déjame que piense, Juls –me acaricié la barbilla, como si realmente estuviera recordando algo de la tarde anterior. –No recuerdo nada.
-Bueno, lo suponía.
-Ah, sí, espera. –La sonrisa se hizo presente en su rostro y sonreí yo también. –Me preguntó si tenías novio. Pero es un detalle sin importancia.
-¿Sin importancia? Maldita seas españolita. –Julie me apretó contra la verja y yo me quejé de dolor. A lo lejos pude ver como Harry y Tom se acercaban sonriendo hasta nuestro lado.
-Las violaciones las hacéis fuera del colegio. –Harry se cruzó de brazos a pocos metros de nosotras sonriendo mientras observaba la escena.
-Vamos ricitos, todos sabemos que te gustaría ser yo en estos momentos. –Julie sonrió mientras se alejaba de mí y me permitía volver a respirar. Casi en el acto yo le lanzaba una mirada cortante a Julie que entendió a la perfección. -¿Queríais algo?
-Nada, nada. ¿Nerviosa para tu fiesta de cumpleaños, Beca? Sólo quedan un par de días.
-Me pone más nerviosa el examen de mañana. –Resoplé mirando hacia la puerta del colegio. ¿Cuánto quedaba para que saliera Vicky? Harry me miró esperando otra contestación. -¿Qué esperas que te diga? ¿Qué me pones nerviosa tú? No, Harry, yo no soy de decir mentiras. –Julie y Tom rieron mientras Harry se sacudía los rizos y volvía a posar sus ojos en los míos.
-Lo que tú digas. –Pude ver perfectamente el reflejo de una sonrisa en la cara de Harry.
-Ricitos, no te pases, que tienes a Kara suspirando por tus huesos. –Julie agitó uno de los rizos de Harry y éste le lanzó una mirada asesina.
-Cuidado Julie, no vayas a tocar los rizos del señorito, que se despeina.
-Sabes que a ti te dejo tocarlos, Beca. Siempre que estés en mi cama y con menos ropa. –Levanté mi mano para estrellarla en su cara pero él interceptó mi movimiento y agarró mi muñeca con delicadeza.
-Gilipollas. –Levanté mi dedo corazón y él me guiñó un ojo.
-Hasta mañana, Julie, a ti Beca, te veré en mis sueños.
-Pues mantén la mano alejada de tu entrepierna después de esos sueños. –Julie y yo estallamos en una sonora risa cuando acabé la frase y las dos chocamos las palmas de nuestras manos en señal de victoria.
-No entiendo como hace dos semanas podías estar saliendo con ese completo imbécil.
-Era joven y alocada. No sabía lo que hacía. –Subí mis brazos señalando al cielo y suspiré. -¿Porqué me pusiste a tal idiota en mi camino, señor?  –Julie reía divertida ante mi dramatización, aunque su risa se cortó apenas un segundo después.
-Oh, santo cielo. –Yo seguí con la mirada su punto de vista y me sorprendí aún más que ella. ¿Qué coño…? –Dime que ese es un chico nuevo en el colegio, y que viene a nuestra clase y que, oh madre mía.
-No. No viene a nuestra clase. Y no, no es nuevo en la escuela. –Julie me miraba esperando una explicación pero lo único que hice fue avanzar hasta él. Cuando apenas estábamos a dos metros me detuve delante de él y fijó su mirada en mis ojos. Una sonrisa salió de su cara.
-¿Qué crees que estás haciendo aquí?

lunes, 25 de marzo de 2013

CAPÍTULO 26


Después de estar unas horas hablando sobre la fiesta del viernes, Julie miró su reloj y se levantó del sofá de un salto.
-Me tengo que ir, hasta mañana Beca. –Me abrazó con fuerza. –Esto… hasta el viernes, Will. –Sonrió y se despidió con la mano. Yo reí en voz baja y la acompañé hasta la puerta.
-Mañana hablaremos, Julie. –Escuché su afirmación al final de las escaleras y cerré la puerta, corrí al salón y me abalancé sobre mi primo que me recibió con los brazos abiertos y una sonrisa. Fijó su vista en el televisor, creyendo que yo no iba a interrogarle. Yo reí escandalosamente y apagué el televisor.
-¿Qué quieres?
-Oh vamos, no te hagas el imbécil conmigo. –Él evitaba mirarme a los ojos y yo me decidí por impactar un cojín contra su cara.
-Vale, está bien. Cuéntame algo sobre ella. –Aplaudí emocionada y me acomodé en el sofá.
-Bien, pues Julie es lo mejor que puedes tener como compañía, siempre está ahí para hacerte reír y para darte buenos consejos. Fue la única que estuvo ahí para apoyarme con lo de Harry. –Hice una breve pausa. – Y no, no tiene novio.
-Realmente sólo quería saber eso último. Pero lo demás me confirma lo genial que es.
-¿Enamorado por casualidad?
-¿Qué dices prima? Baja a la tierra. –Reímos. –Sólo la conozco de una hora.
-Una hora es suficiente para enamorarte.
-¿Lo dices por experiencia? –Recordé las horas que había pasado en el parque la primera vez que vi a Harry y cuando me subió a su azotea queriendo imitar París. Luego recordé el resto de horas que había pasado con Niall, y resoplé con fuerza tumbándome en el sofá.
-No.
-¿Eso quiere decir que no estás enamorada? –Abrí los ojos asombrada. Ni si quiera yo sabía la respuesta. La última vez que estuve enamorada fue hace cuatro meses, y nunca me arrepentiré lo suficiente por haberlo estado.
-No. ¿Te acuerdas de Lucas? Fue hace 4 meses. No estoy preparada para hacerlo, no después de eso. –Él se levantó, cogió su cazadora y se acercó a la puerta del apartamento, pero antes de irse, giró sobre sí mismo y me lanzó media sonrisa.
-Recuerda prima, que nunca es tarde para enamorarse. –Y acto seguido escuché la puerta cerrarse con un suave crujido.
Nunca es tarde para enamorarse. Las palabras de Will resonaron en mi cabeza y yo me  limité a farfullar un par de insultos. Me acerqué a mi mochila y saqué el libro de historia. Tenía que estudiar para el examen del jueves. Y en tres días mi cumpleaños. Dieciocho. Sonreí instintivamente pensando en la fiesta, pero me obligué a mi misma a concentrarme en el estudio. Las horas pasaron demasiado rápido, y cuando terminé de estudiarme todo el tema el reloj estaba a punto de dar las once y media.
“Oh mierda”. Ni si quiera había cenado y, la verdad, es que tampoco me apetecía. Entré en el cuarto de mi hermana pero la encontré metida en la cama y sumida en un profundo sueño. El plato de su cena seguía sobre su escritorio y yo reí en voz baja. Lo recogí todo y me fui a mi cuarto. Me metí en la cama y a los pocos segundos estaba profundamente dormida.
Me revolví en la cama y miré los números rojos del reloj. Las diez menos cuarto. Cerré los ojos de nuevo hasta que fui consciente de que no estaba en clase.
-¡Llego tarde! Mierda. –Me levanté de la cama de un salto y cogí los primeros pantalones que había en el armario, una sudadera que estaba en el montón para planchar, la mochila y me salí corriendo del edificio.
En la calle me hice una coleta como pude y me paré a unos metros del colegio para ver mi reflejo en un escaparate. Mi vista se centró en la sudadera. No era mía, ni de mi primo. ¿De quién narices era? Empecé a reír a carcajadas cuando recordé donde la había visto. Era la que llevaba Niall el día que subió a mi casa en mitad de la noche por culpa de la lluvia. La eché a lavar a la mañana siguiente y se me había olvidado devolvérsela. Todo el mundo me miraba extrañado, pero yo seguía riendo.
Miré mi reloj de pulsera que daba las diez en punto y resoplé empezando a correr de nuevo para llegar al menos a tercera hora. Entré en el colegio saludando con la mano al portero y aporreé un par de veces la puerta del aula. La profesora de lengua dejó de hablar para abrirme la puerta y yo sonreí avergonzada entrando en clase. Me senté al lado de Josh, justamente un asiento detrás de Julie y Niall que se giraron para saludarme casi en el acto.
-Bonita sudadera, Beca. –La voz de Niall me hizo levantar la vista del cuaderno y me sonrojé. Se había dado cuenta, como no iba a hacerlo.
-Se me olvidó devolvértela. Mañana te la traigo limpia.
-Tranquila, te queda mejor que a mí, puedes quedártela. –Sonreí como agradecimiento y volví a centrar la mirada en el libro justo cuando el timbre sonó. Todos los alumnos se levantaron y, cuando yo fui a hacerlo, Josh me cogió del hombro sentándome de nuevo en mi sitio.
-Debes de gustarle mucho al rubio. –Josh sonreía fijando la mirada en mí. Me intimidaba.
-¿Por qué?
-Es su sudadera favorita. Ni si quiera se la deja a su hermana. Y a ti, te la ha regalado. –Sonreí, buscando con la mirada a Niall y, cuando le encontré, él me miró a mí provocando que me sonrojara.