
-Me tengo que ir, hasta
mañana Beca. –Me abrazó con fuerza. –Esto… hasta el viernes, Will. –Sonrió y se
despidió con la mano. Yo reí en voz baja y la acompañé hasta la puerta.
-Mañana hablaremos, Julie.
–Escuché su afirmación al final de las escaleras y cerré la puerta, corrí al
salón y me abalancé sobre mi primo que me recibió con los brazos abiertos y una
sonrisa. Fijó su vista en el televisor, creyendo que yo no iba a interrogarle.
Yo reí escandalosamente y apagué el televisor.
-¿Qué quieres?
-Oh vamos, no te hagas el
imbécil conmigo. –Él evitaba mirarme a los ojos y yo me decidí por impactar un
cojín contra su cara.
-Vale, está bien. Cuéntame
algo sobre ella. –Aplaudí emocionada y me acomodé en el sofá.
-Bien, pues Julie es lo
mejor que puedes tener como compañía, siempre está ahí para hacerte reír y para
darte buenos consejos. Fue la única que estuvo ahí para apoyarme con lo de
Harry. –Hice una breve pausa. – Y no, no tiene novio.
-Realmente sólo quería
saber eso último. Pero lo demás me confirma lo genial que es.
-¿Enamorado por casualidad?
-¿Qué dices prima? Baja a
la tierra. –Reímos. –Sólo la conozco de una hora.
-Una hora es suficiente
para enamorarte.
-¿Lo dices por experiencia?
–Recordé las horas que había pasado en el parque la primera vez que vi a Harry
y cuando me subió a su azotea queriendo imitar París. Luego recordé el resto de
horas que había pasado con Niall, y resoplé con fuerza tumbándome en el sofá.
-No.
-¿Eso quiere decir que no
estás enamorada? –Abrí los ojos asombrada. Ni si quiera yo sabía la respuesta.
La última vez que estuve enamorada fue hace cuatro meses, y nunca me
arrepentiré lo suficiente por haberlo estado.
-No. ¿Te acuerdas de Lucas?
Fue hace 4 meses. No estoy preparada para hacerlo, no después de eso. –Él se
levantó, cogió su cazadora y se acercó a la puerta del apartamento, pero antes
de irse, giró sobre sí mismo y me lanzó media sonrisa.
-Recuerda prima, que nunca
es tarde para enamorarse. –Y acto seguido escuché la puerta cerrarse con un
suave crujido.
Nunca es tarde para
enamorarse. Las palabras de Will resonaron en mi cabeza y yo me limité a farfullar un par de insultos. Me
acerqué a mi mochila y saqué el libro de historia. Tenía que estudiar para el
examen del jueves. Y en tres días mi cumpleaños. Dieciocho. Sonreí
instintivamente pensando en la fiesta, pero me obligué a mi misma a
concentrarme en el estudio. Las horas pasaron demasiado rápido, y cuando
terminé de estudiarme todo el tema el reloj estaba a punto de dar las once y
media.
“Oh mierda”. Ni si quiera
había cenado y, la verdad, es que tampoco me apetecía. Entré en el cuarto de mi
hermana pero la encontré metida en la cama y sumida en un profundo sueño. El
plato de su cena seguía sobre su escritorio y yo reí en voz baja. Lo recogí
todo y me fui a mi cuarto. Me metí en la cama y a los pocos segundos estaba
profundamente dormida.
Me revolví en la cama y
miré los números rojos del reloj. Las diez menos cuarto. Cerré los ojos de
nuevo hasta que fui consciente de que no estaba en clase.
-¡Llego tarde! Mierda. –Me levanté
de la cama de un salto y cogí los primeros pantalones que había en el armario,
una sudadera que estaba en el montón para planchar, la mochila y me salí
corriendo del edificio.
En la calle me hice una
coleta como pude y me paré a unos metros del colegio para ver mi reflejo en un
escaparate. Mi vista se centró en la sudadera. No era mía, ni de mi primo. ¿De
quién narices era? Empecé a reír a carcajadas cuando recordé donde la había
visto. Era la que llevaba Niall el día que subió a mi casa en mitad de la noche
por culpa de la lluvia. La eché a lavar a la mañana siguiente y se me había
olvidado devolvérsela. Todo el mundo me miraba extrañado, pero yo seguía
riendo.
Miré mi reloj de pulsera
que daba las diez en punto y resoplé empezando a correr de nuevo para llegar al
menos a tercera hora. Entré en el colegio saludando con la mano al portero y aporreé
un par de veces la puerta del aula. La profesora de lengua dejó de hablar para
abrirme la puerta y yo sonreí avergonzada entrando en clase. Me senté al lado
de Josh, justamente un asiento detrás de Julie y Niall que se giraron para saludarme
casi en el acto.
-Bonita sudadera, Beca. –La
voz de Niall me hizo levantar la vista del cuaderno y me sonrojé. Se había dado
cuenta, como no iba a hacerlo.
-Se me olvidó devolvértela.
Mañana te la traigo limpia.
-Tranquila, te queda mejor
que a mí, puedes quedártela. –Sonreí como agradecimiento y volví a centrar la
mirada en el libro justo cuando el timbre sonó. Todos los alumnos se levantaron
y, cuando yo fui a hacerlo, Josh me cogió del hombro sentándome de nuevo en mi
sitio.
-Debes de gustarle mucho al
rubio. –Josh sonreía fijando la mirada en mí. Me intimidaba.
-¿Por qué?
-Es su sudadera favorita.
Ni si quiera se la deja a su hermana. Y a ti, te la ha regalado. –Sonreí,
buscando con la mirada a Niall y, cuando le encontré, él me miró a mí
provocando que me sonrojara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario