-¡Cumpleaños
feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos, cumpleaños feliz! –Los gritos de mi
primo me despertaron entre risas y sus saltos encima de la cama hicieron que
saliera de ella casi en el acto. -¡Felicidades, fea!

-Este es tu
primer regalo. –Aplaudí emocionada y le besé la mejilla. –El otro te lo daré
esta noche en la fiesta. –Asentí mientras me metía un pastel de chocolate en la
boca y mi primo estallaba en risas.
-Ven a las 1 y
media al instituto, que hoy tampoco tenemos clase a última. –Él asintió
despeinándome y se levantó del sofá al mismo tiempo que yo. Bajamos las
escaleras y nos despedimos cuando ya estábamos en la calle.
Empecé a andar
con parsimonia hasta la puerta del colegio. Iba bastante pronto, por lo que me
quedé en la verja esperando a Julie y a los demás. Un coche rojo paró a pocos
metros de mí y de él salió Harry, que andaba con muletas; me acerqué a ayudarlo
mientras saludaba fugazmente a su madre, que me miró con una sonrisa. Ya sabía
de dónde había sacado los preciosos ojos verdes.
-Felicidades,
Rebeca. –Besó mi mejilla y yo sonreí sonrojada. Unos segundos después alguien
se echó encima de mí mientras cantaba el cumpleaños feliz a voces.
-Felicidades,
Beca. –Chris, Josh y Tom me saludaron a la vez y yo bajé a Julie de mi espalda.
Ella rió y me abrazó con fuerza. Entramos en clase unos minutos antes de que el
profesor entrara, y centré mí vista por unos instantes en el sitio vacío de
Niall.
-Está
preparando la fiesta, tranquila. –Miré a Josh y le saqué la lengua mientras él
reía divertido.
Nunca un día
de clase se había pasado tan deprisa. Salí de clase y me dirigí a las escaleras
donde me esperaba mi primo con Vicky. Los miré sorprendida y Will se encogió de
hombros mientras saludaba a mis amigos.
-¿Te has salido una hora
antes?
-Sí, así nos
vamos a comer todos juntos. –Asentí y me fui a despedir de todos.
-Hasta las
ocho. No lleguéis tarde. –Levanté la mano para despedirme y empezamos a andar
hacia el apartamento. Mis abuelos nos esperaban para irnos a comer, así que
Vicky y yo dejamos las mochilas y bajamos a la cochera a por el coche de mi
abuelo.
Recorrimos un
par de kilómetros hasta llegar a un bonito restaurante situado a las afueras de
la ciudad; cuando todos estábamos sentados y habíamos pedido ya la comida mi
abuela sonrió sacando de su bolso un pequeño estuche y me lo dio.
-Toma pequeña,
no es mucho, pero era de tu madre. –Abrí en estuche y vi un pequeño colgante de
un delfín bañado en oro. Sonreí, dejando escapar un par de lágrimas.
-Gracias
abuela, es precioso. –Volví a guardar el colgante sabiendo que lo estrenaría
esta noche en la fiesta.
-Y esto es de
mi parte, cariño. –Mi abuelo sacó un par de papeles de su cartera y me los
entregó. –Es la inscripción de la autoescuela, empiezas el mes que viene.
-¿En serio?
Gracias abuelo. Ya podré conducir tu coche. –Toda la mesa rompió a reír.
-Me toca. –Vicky
sacó un pequeño paquete perfectamente envuelto. Yo alargué mi mano para
cogerlo. Cuando conseguí desenvolverlo pude ver un precioso marco de fotos con
una foto de mi hermana y mía de hacía unos años. Ella tendría un par de años y
yo la tenía en brazos. Mientras observábamos una jirafa. Nos echamos esa foto
en el zoo de Madrid en una de las excursiones que hacíamos con nuestros padres.
Sonreí.
-Va directa a
mi mesita de noche. –Ella rió
Volvimos a
casa y yo me metí en la ducha para prepararme, quedaban todavía unas horas para
la fiesta pero, conociéndome, sabía perfectamente que si no empezaba ya no
llegaría a tiempo. Cuando terminé de ducharme, secarme el pelo y pintarme las
uñas el reloj marcaba las seis y media. Resoplé. Todavía tenía que elegir la
ropa que me pondría, así que recurrí a la experta.
-¿Vicky? –Llamé
un par de veces y asomé mi cabeza por un pequeño hueco de la puerta, ella
levantó la vista de su portátil y me sonrió.
-La ropa. –Asentí
sonrojándome y ella soltó una pequeña carcajada. Entramos en mi habitación y me
senté en la cama mientras ella sacaba todos mis conjuntos más arreglados.
Acabamos
decidiéndonos por una falda con un estampado de flores y una camiseta blanca de
manga corta. Encima llevaría una chaqueta negra. Y de zapatos, unos tacones
negros que me compré a principios de septiembre.
Di
una vuelta sobre mí misma dejando a mi hermana ver el resultado y ella
aplaudió. Me puse un poco de rímel y brillo de labios, colonia. Y el colgante
de mi madre. Cogí un bolso negro compañero a los zapatos y en él metí el móvil,
las llaves de casa y un poco de dinero. Por último cogí una mochila donde metí
un pijama para dormir en casa de Niall.
Las
ocho menos cuarto y mi primo acababa de tocar el timbre, así que me despedí de
mi hermana, que se fue a casa de mis abuelos, y me fui con Will a casa de
Niall.
-Estás
preciosa prima. –Me ruboricé agarrando su mano con fuerza.
-Tú
también Will. Me sé de alguien que se va a volver loca al verte. –Reímos. –Estoy
nerviosa, ¿te lo puedes creer?
-Tranquila,
voy a estar aquí. –Suspiré tranquilamente.
-Gracias.
–Paramos frente a la puerta de Niall y llamé un par de veces al timbre. Golpeé
el suelo con la punta del tacón un par de veces hasta que por fin abrió la
puerta y yo abrí la boca sorprendida.
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