viernes, 8 de marzo de 2013

CAPÍTULO 21.


Bueno, antes de empezar, decir que lo siento por no haber podido escribir antes porque he estado estudiando. Intentaré subir hoy otro capítulo y ya no subiré hasta el sábado que viene.
Lo segundo es decir que dos personas me han dicho que quieren que meta al resto de los chicos, pero estaría bien que me dijerais más opiniones sobre eso.
Y por último decir que me gustaría que me comentarais la novela, para ver que os parece, si queréis que os avise cuando suba, lo que sea, pero comentadla, ¿si? Bueno, y ahora: 


No sé cómo, pero me desperté en mi cama. Estoy completamente segura de que me quedé dormida en el sofá. Entonces caí en la cuenta de que me habría traído Will cuando acabó la película. Mi despertador marcaba las diez de la mañana. Farfullé un par de palabrotas y salté de mi cama. Me lavé la cara y los dientes y me asomé al balcón a ver como se planteaba el día.
-¿Chocolate con churros para la señorita? –Me di la vuelta alarmada por haber escuchado su voz y lo vi parado a pocos metros de mí. ¿Seguía soñando?
-¿Cómo has entrado, Harry?
-Por la ventana, soy como Spiderman. –Solté una pequeña risa, pero me repuse rápidamente volviendo a ponerme seria. –Es broma. Me ha abierto tu hermana. –Miré detrás de Harry y pude ver a mi hermana correr por el pasillo hasta meterse en su cuarto.
-Ya te pillaré. –Alcé la voz lo suficiente como para que ella lo escuchara y me senté en el sofá mientras Harry se sentaba en frente de mí. - ¿Y para qué has venido? ¿Sólo para desayunar?
-No. Ya me dijo ayer Kara que te había contado lo nuestro. –Asentí esquivando su mirada. –Bien, pues quería venir a hablar contigo. A arreglar las cosas. No quiero que acabemos mal.
-Nunca quise acabar mal contigo, Harry. –Levanté la vista y lo vi sonreír. Yo también sonreí.
-Entonces, ¿amigos?
-Amigos. –Cogí un trozo de los churros recién hechos que había traído Harry y lo mojé en el chocolate aún caliente. Él hizo lo mismo. Estábamos en completo silencio, pero no era un silencio incómodo. Estaba realmente agusto estando así con él. Al cabo de un par de minutos él decidió retomar la conversación.
-Nos precipitamos, ¿no crees? –Asentí mientras bebía un sorbo del chocolate. –Sólo quiero decir que no cambio ninguna de las palabras que te dije, Beca. Ninguna.
-Yo tampoco, Harry. Estuve siendo sincera todo el tiempo. –Él se levantó y me abrazó con fuerza. Pero ya no sentía los escalofríos del primer día. ¿Dónde estaba toda aquella electricidad que me hacía sentir? Inspiré en su cuello, empapándome de todo su perfume y le abracé con fuerza.
-Me voy ya, pequeña. Mañana nos vemos.
-Adiós Harry, hasta mañana. –Le acompañé hasta la puerta y me despedí de él con la mano. Me quité un par de mechones de la cara, cerré la puerta y volví al salón para asomarme al balcón. El día se planteaba realmente raro. Escuché los pasos de mi hermana detrás de mí y me giré con cara seria.
-Necesitabais hablar. Lo siento. –Yo negué divertida con la cabeza y me puse a su lado.
-No pasa nada cielo. Pero, no hemos arreglado nada.
-Bueno, ahora sois amigos.
-¿Y te crees que todo va a seguir igual que antes? –Ella bajó la cabeza, dándose cuenta de la verdad. Yo también lo hice. Era cierto. Nada iba a ser igual.
Pasamos la mañana en casa de mis abuelos, como todos los domingos. Después de comer, mi hermana y mi primo se pusieron a ver una película, mientras mi abuela y yo hablábamos tranquilamente en la cocina. Me contó que mi padre vendría en dos días, el día del cumpleaños de mi madre. Y que podríamos irnos a comer a algún restaurante. Yo acepté encantada. Estaba deseando ver a mi padre.
-Y, ¿qué quieres para tu decimoctavo cumpleaños?
-Nada abuela, no hace falta que me compres nada. –Ella sonreía mientras negaba con la cabeza.
-Algo bonito tendrás. –Yo la abracé y me fui al salón a ver la película que tanto interesaba a Vicky y Will.
Volvimos a mi casa cuando la película acabó y decidimos hacer un par de pizzas. Las puse en el horno mientras mi hermana se duchaba. Cuando por fin salió de la ducha, yo llevaba unos diez minutos comiendo. Ella se sentó en el suelo, cogió un trozo de pizza y centró los ojos en la pantalla.
-Enana, en cuanto salga de la ducha a la cama. Que mañana hay clase. –La escuché farfullar y entré en el baño. Encendí la radio y dejé que la música de algún grupo inglés impregnara el ambiente. Me metí bajo la ducha y me puse a pensar que haría al día siguiente.
“Pues vas a hacer como si no pasara nada. Porque eres así de tonta. Irás con tu sonrisa falsa como si no te importara nada mientras el dolor te mata por dentro”.
Bufé mientras me aclaraba el cuerpo. Apagué el agua y me envolví en una toalla. Avisé a mi hermana de que se fuera a la cama y yo me fui a mi cuarto a vestirme. Me puse el pijama, me quité la coleta que me había hecho para que no se me mojara el pelo y me metí en la cama pidiendo que el día siguiente no fuera muy duro. 

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