Bueno, antes de empezar, decir que lo siento por no haber podido escribir antes porque he estado estudiando. Intentaré subir hoy otro capítulo y ya no subiré hasta el sábado que viene.
Lo segundo es decir que dos personas me han dicho que quieren que meta al resto de los chicos, pero estaría bien que me dijerais más opiniones sobre eso.
Y por último decir que me gustaría que me comentarais la novela, para ver que os parece, si queréis que os avise cuando suba, lo que sea, pero comentadla, ¿si? Bueno, y ahora:

-¿Chocolate con churros para la señorita? –Me di la vuelta
alarmada por haber escuchado su voz y lo vi parado a pocos metros de mí.
¿Seguía soñando?
-¿Cómo has entrado, Harry?
-Por la ventana, soy como Spiderman. –Solté una pequeña
risa, pero me repuse rápidamente volviendo a ponerme seria. –Es broma. Me ha
abierto tu hermana. –Miré detrás de Harry y pude ver a mi hermana correr por el
pasillo hasta meterse en su cuarto.
-Ya te pillaré. –Alcé la voz lo suficiente como para que
ella lo escuchara y me senté en el sofá mientras Harry se sentaba en frente de
mí. - ¿Y para qué has venido? ¿Sólo para desayunar?
-No. Ya me dijo ayer Kara que te había contado lo nuestro.
–Asentí esquivando su mirada. –Bien, pues quería venir a hablar contigo. A
arreglar las cosas. No quiero que acabemos mal.
-Nunca quise acabar mal contigo, Harry. –Levanté la vista y
lo vi sonreír. Yo también sonreí.
-Entonces, ¿amigos?
-Amigos. –Cogí un trozo de los churros recién hechos que
había traído Harry y lo mojé en el chocolate aún caliente. Él hizo lo mismo.
Estábamos en completo silencio, pero no era un silencio incómodo. Estaba
realmente agusto estando así con él. Al cabo de un par de minutos él decidió
retomar la conversación.
-Nos precipitamos, ¿no crees? –Asentí mientras bebía un
sorbo del chocolate. –Sólo quiero decir que no cambio ninguna de las palabras
que te dije, Beca. Ninguna.
-Yo tampoco, Harry. Estuve siendo sincera todo el tiempo.
–Él se levantó y me abrazó con fuerza. Pero ya no sentía los escalofríos del
primer día. ¿Dónde estaba toda aquella electricidad que me hacía sentir?
Inspiré en su cuello, empapándome de todo su perfume y le abracé con fuerza.
-Me voy ya, pequeña. Mañana nos vemos.
-Adiós Harry, hasta mañana. –Le acompañé hasta la puerta y
me despedí de él con la mano. Me quité un par de mechones de la cara, cerré la
puerta y volví al salón para asomarme al balcón. El día se planteaba realmente
raro. Escuché los pasos de mi hermana detrás de mí y me giré con cara seria.
-Necesitabais hablar. Lo siento. –Yo negué divertida con la
cabeza y me puse a su lado.
-No pasa nada cielo. Pero, no hemos arreglado nada.
-Bueno, ahora sois amigos.
-¿Y te crees que todo va a seguir igual que antes? –Ella bajó
la cabeza, dándose cuenta de la verdad. Yo también lo hice. Era cierto. Nada
iba a ser igual.
Pasamos la mañana en casa de mis abuelos, como todos los
domingos. Después de comer, mi hermana y mi primo se pusieron a ver una
película, mientras mi abuela y yo hablábamos tranquilamente en la cocina. Me
contó que mi padre vendría en dos días, el día del cumpleaños de mi madre. Y
que podríamos irnos a comer a algún restaurante. Yo acepté encantada. Estaba
deseando ver a mi padre.
-Y, ¿qué quieres para tu decimoctavo cumpleaños?
-Nada abuela, no hace falta que me compres nada. –Ella sonreía
mientras negaba con la cabeza.
-Algo bonito tendrás. –Yo la abracé y me fui al salón a ver
la película que tanto interesaba a Vicky y Will.
Volvimos a mi casa cuando la película acabó y decidimos hacer
un par de pizzas. Las puse en el horno mientras mi hermana se duchaba. Cuando
por fin salió de la ducha, yo llevaba unos diez minutos comiendo. Ella se sentó
en el suelo, cogió un trozo de pizza y centró los ojos en la pantalla.
-Enana, en cuanto salga de la ducha a la cama. Que mañana
hay clase. –La escuché farfullar y entré en el baño. Encendí la radio y dejé
que la música de algún grupo inglés impregnara el ambiente. Me metí bajo la
ducha y me puse a pensar que haría al día siguiente.
“Pues vas a hacer como si no pasara nada. Porque eres así de
tonta. Irás con tu sonrisa falsa como si no te importara nada mientras el dolor
te mata por dentro”.
Bufé mientras me aclaraba el cuerpo. Apagué el agua y me
envolví en una toalla. Avisé a mi hermana de que se fuera a la cama y yo me fui
a mi cuarto a vestirme. Me puse el pijama, me quité la coleta que me había
hecho para que no se me mojara el pelo y me metí en la cama pidiendo que el día
siguiente no fuera muy duro.
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