
-Harry y yo estamos juntos. –Estoy totalmente segura de que
escuché el crujido de mi corazón en aquel instante. Escuchaba su respiración
inquieta.
-Me… me alegro muchísimo, de verdad. –Ella rió débilmente y
yo le acompañé la risa.
-Muchas gracias. Yo… bueno, cuando tú faltaste el viernes me
acerqué a hablar con él y…
-Tranquila, está bien, no importa. Nos vemos el lunes. –Colgué
el móvil y lo estrellé contra los cojines de mi cama. Maldita sea, joder, ¿no
me puede ir nada bien? Me miré en el espejo, me sequé las lágrimas, sonreí
falsamente y salí de mi cuarto.
Mi hermana estaba comiéndose un bocadillo en el salón y yo
me senté a su lado. Empezamos a jugar como cuando éramos niñas, necesitaba
alejar la mente de aquella situación y eso fue lo mejor que se me ocurrió.
Jugar a hacerle cosquillas a mi hermana, estuvimos así unos veinte minutos
hasta que se ella se repuso de la risa y consiguió recuperar el aliento. Se
sentó delante de mí y me alcanzó un coletero.
-¿Me haces trenzas como me hacía mamá? –Asentí y empecé a
alisarle el pelo con los dedos. Mientras la peinaba ella me contaba cosas de su
clase, de los chicos y de sus nuevas amigas. De lo mucho que echaba de menos
España y de las ganas que tenía de ver a mi padre.
Yo también tenía ganas. Iba a venir en unos días, para
celebrar el cumpleaños de mi madre, pero no estaría para el mío. Empecé a
hacerle una trenza de raíz a mi hermana, como las que le hacía de pequeña para
ir a clase, o para las bodas. Siempre le había gustado llevar trenzas y siempre
me pedía que se las hiciera. Esos eran nuestros momentos de tranquilidad.
-¿Qué vas a hacer para tu cumpleaños? Ya son 18. –Me encogí
de hombros y acabé de recogerle el pelo.
-No creo que haga nada, pasaré la mañana en clase y por la
tarde con vosotros. Será un día más.
-No puede ser un día más, serás mayor de edad. No digas
idioteces. –El timbre de la puerta me sacó de aquella incómoda situación y fui
a abrir con agilidad.
-Buenas tardes prima, hoy toca sesión de fútbol.
Chelsea-Liverpool. Tu equipo contra el mío.
-Vais a perder, como siempre. –Él sólo rió y se acomodó en
el sofá poniendo el partido que acababa de empezar. No había cosa que más me
gustara que eso, una buena tarde con la familia viendo el fútbol mientras mi
primo y yo nos hacíamos rabiar. Al descanso el partido iba 1-0 a favor del
Chelsea, y yo no hacía otra cosa que reírme de Will que estaba enfadado en una
esquina del sofá.
Preparé algo para picar ya que pronto sería la hora de cenar.
Escuché la voz de mi primo llamarme porque la segunda parte acababa de empezar,
así que saqué una cerveza y unas coca-colas, con un plato de palomitas y me
volví a sentar en el sofá con Vicky y Will.
-¡Goooooool! En tu cara primita. Golazo de Luis Suárez. –Will
empezó a saltar delante de la televisión mientras yo lo miraba riéndome.
-Tranquilo, acaba de empezar la segunda parte. –Él se sentó
en el sofá dando un largo trago a su cerveza y mi hermana se acomodó encima de
él. La segunda parte del partido fue tranquila,
sólo un par de faltas, un par de disparos a portería pero ningún gol.
Cuando el reloj dio las nueve de la noche el árbitro pitó el
final del encuentro que acabó con un 1-1. Mi primo se estiró en el sofá y
levantó a mi hermana de su regazo que se sentó en el sofá de enfrente
farfullando un par de insultos. Yo sonreía viendo la escena, definitivamente,
eran como dos niños pequeños.
-¿Hoy salimos otra vez?
-¿Estás loco? No creo que pueda aguantar otra noche como la
de ayer. –Will soltó una carcajada y yo le saqué la lengua.
-Bueno, el viernes que viene si saldrás para celebrar los
dieciocho.
-No, no quiere salir, no quiere celebrar nada. –Mi hermana
se tumbó en el sofá mientras cambiaba de canal poniendo un reality.
-¿Irá de coña, no Beca? –Negué con la cabeza seriamente.
-No, va a ser un día normal. Primero a clase y luego a casa.
Fin.
-Está bien, si es lo que tú quieres. –Asentí con decisión y
me fui a mi cuarto a ponerme el pijama. –Cuando volví al salón, Vicky y Will
estaban absortos viendo el programa. Negué divertida y me senté con ellos a ver
una versión inglesa del Gran Hermano español. Bufé, nunca me había gustado esa
porquería, ni en España ni en Inglaterra, ni en el fin del mundo, pero me
resigné a verlo. Ellos lo comentaban entretenidos, y yo estaba metida en
Twitter, hacía más de dos semanas que no me conectaba y tenía varias menciones
de mis amigos, preguntándome como estaba, como me iba por tierras inglesas y
cómo me trataba la gente.
Pero hubo un mensaje directo que realmente me sorprendió.
Era de Noe, llevábamos sin hablarnos más de seis meses, cuando ella decidió que
la chica que se preocupaba más por sacarse la ESO no era buena compañía.
“Hola
Beca; sólo quería decirte que te echo de menos, que no hay día que no me
acuerde de tus bromas y de tu risa. Espero verte pronto por aquí. Te quiero.”
Me quedé un rato leyendo y releyendo sus palabras, sin saber
que contestarle. Respiré hondo y empecé a escribir.
“Noe.
Me sorprende que me escribas. ¿Tus amigas pijas te han dejado de lado? Te
recuerdo que no soy segundo plato de nadie.”
Enviar. Ahora seguro que recibiría alguna excusa tonta, de
las que ella solía dar para todo, la conocía demasiado bien. Dejé el móvil
sobre la mesa y me estiré en el sofá, colocando las piernas sobre el regazo de
mi primo. Vicky había cambiado de canal a otro donde acababa de empezar una
película, nos quedamos viéndola en silencio. Mi primo me hacía cosquillas en
las piernas mientras yo cada vez tenía más sueño. Me había pasado la tarde
alejada de cualquier pensamiento relacionado con Harry pero, a la hora de
dormir, la conversación con Kara volvió a mi cabeza provocándome pesadillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario