Una débil risa salió de su
boca y yo me acerqué aún más a él.
-No quiero escuchar ni una
risa. ¿Qué coño haces tú aquí? –La risa cesó en el acto y él sacudió su pelo
rubio.
No había cambiado nada
desde la última vez que le vi. Bueno, quizá hubiera ido un poco más al
gimnasio, pero en lo demás, seguía igual. Esa sonrisa perfectamente blanqueada
y esos ojos tan azules que te harían dudar de si brillan en la oscuridad. Se
había cortado un poco el pelo pero, aún así, seguía teniéndolo al estilo
surfero. Llevaba la cazadora de cuero de su padre y unos vaqueros desgastados.
Las vans no podían faltar en su estilo y, a pesar de ser un día nublado,
llevaba unas rayban negras colgadas en el cuello de su camiseta. Resoplé. Esa
camiseta había sido mi regalo por el tercer mes que llevábamos juntos. Aunque
ahora le quedaba mucho más ajustada debido a los bíceps que había estado
esculpiendo en el gimnasio.
Desvié la mirada hacia el
colegio, buscando una mirada amiga que me salvara de aquello, pero nadie sabía
mi historia con aquel chico y no sabían la necesidad que tenía de que alguien
interviniera en ese mismo instante.
-Dentro de un par de días
es tu cumpleaños, he venido a celebrarlo contigo. –Acercó su mano a mi mejilla
pero me alejé un par de pasos. Miré a mi alrededor y vi como toda mi clase
estaba mirándome. Respiré hondo y me acerqué de nuevo para mantener una
conversación normal.
-Lucas, nadie te ha pedido
que vengas. Así que lárgate. –Él me apartó un mechón que se había desprendido
de mi coleta y sonrió cogiéndome de la barbilla y elevando mi cara de tal forma
que el contacto visual fuera imposible de evitar.
-Vamos, sólo se cumplen
dieciocho una vez. –Me deshice de su agarre y le miré con rabia. Sentía las
lágrimas a punto de salir, al igual que los recuerdos, pero no lo iba a
permitir. Entonces sentí como alguien me agarraba por la cintura y una descarga
me hizo sonreír. Niall.
-¿Estás bien? –No me había
dado cuenta hasta ese momento que Niall era más alto que yo por unos cuantos
centímetros. Me agarré a su mano y él me la apretó con fuerza, dándome la
seguridad que tanto necesitaba.
-Sí, tranquilo. Sólo es un
conocido.
-Sí, bueno, soy su ex.
–Niall sonrió y miró a Lucas directamente a los ojos.
-¿Nunca te han dicho que los
ex son parte del pasado? –Creo que se escuchaba perfectamente como mi corazón
estaba a punto de salirse del pecho. Respiré hondo y alejé a Niall de Lucas
que, de repente, estaba a tan sólo unos pocos metros de distancia de su cara.
Lucas tenía los puños cerrados con fuerza y lo conocía demasiado como para no
saber qué significaba aquello. –Tranquila, no va a pasar nada. –Las palabras
salieron de la boca de Niall en un pequeño susurro y yo me relajé.
-¿Sabes que pasa, rubito?
–Lucas volvió a entrar en escena y yo bufé dirigiéndole una mirada asesina.
-Qué yo estoy en el presente de Beca y, a diferencia de ti, voy a estar en su
futuro. –Me permití soltar una carcajada y miré a Lucas sonriendo.
-¿En serio crees que estás
en mi presente? Llevas en el pasado mucho tiempo. –Mentira. Mentira y mentira.
Lucas apartó su mirada de la mía y la fijó en el asfalto, estaba ¿dolido? Por
lo que le había dicho. Una parte de mí sonreía de satisfacción. –Vámonos Niall.
-Beca. –Miré de reojo a
Lucas que volvía a sonreír con desdén. –Nos vemos el viernes. –Se despidió con
la mano y se dio la vuelta caminando en la dirección contraria a nosotros.
Farfullé un par de insultos en español que Niall no pudo entender y él sólo me
miró divertido.
-Me encanta que hables
español. Te hace… -miró al cielo buscando la palabra adecuada y sonrió
mirándome a los ojos. –Te hace sexy. –Reí con fuerza y le abracé. Él me
devolvió el abrazo y depositó un suave beso en mi pelo. Escuché el timbre de la
escuela en la distancia y me separé del agarre de Niall.
-Me voy ya.
-Hasta mañana. –Besé con suavidad
su mejilla y me acerqué a la valla en la que esperaba a mi hermana. La vi
aparecer con un par de libros en las manos y hablando con un par de chicas.
Sonrió cuando me vio y se despidió de ellas con la mano.
Andamos con tranquilidad a
casa, ella no había presenciado la visita de Lucas y mejor que no lo hubiera
hecho. Suspiré tirando la mochila en la entrada y saludé a mis abuelos y a mi
primo que empezaron a comer con nosotras. Recogimos la mesa en un abrir y
cerrar de ojos y mi hermana se encargó de limpiar todo mientras yo me iba a mi
habitación para estudiar un poco. Me senté en el pequeño escritorio y, antes de
abrir mi libro de historia, los recuerdos invadieron mi mente.
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