viernes, 28 de junio de 2013

Capítulo 10

¡Sorpresa! Sí, sé que es viernes y que dije que no subiría capítulos pero voy a hacer una excepción por hoy y he decidido subir uno. No os acostumbréis mucho. Ale, disfrutad del capítulo.

El olor de su colonia envolvió mi habitación y el colchón de mi cama se hundió por su peso cuando se sentó en él. Sentí como apartaba los mechones de mi cara y me estremecí con su tacto frío sobre mi piel.
-Jenn, ¿estás despierta? –Menudas preguntas hace este también, ¿es tonto o algo? A lo mejor piensa que si estoy dormida le contestaré. Resoplé en mi mente, pero no me inmuté. –En fin, mejor decírtelo ahora que no te enteras. No me gusta disculparme, es más nunca lo hago. Pero… lo siento, Jenn. No quería decir nada que te doliera, lo siento de verdad. –Me retorcí en mi cama, dándome la vuelta, intentando que no me viera la cara y no se diera cuenta de las lágrimas que acababan de brotar de mis ojos. –Sólo era eso. Perdóname, preciosa. –Se levantó del colchón, besó mi pelo y se marchó cerrando la puerta tras él con un leve crujido. Me senté en mi cama dejando escapar un pequeño suspiro.
Maldito sea él y su jodida doble personalidad. En un segundo puede estar siendo un cabrón contigo y al siguiente quieres comértelo a besos. Imbécil. Imbécil. Y mil veces imbécil. Volví a tumbarme en la cama y decidí cerrar los ojos. Definitivamente, no iría a clase al día siguiente, no después del dolor de cabeza que me había provocado.
Apagué el despertador cuando me alejó del profundo sueño en el que estaba sumida y volví a cerrar los ojos; a los pocos minutos entró mi madre que me arropó con cuidado y, tras despedirse de mí, cerró la puerta de la casa y se fue al trabajo. Yo me revolví en la cama, intentando volver a conciliar el sueño, hasta que lo conseguí media hora más tarde.
Cuando abrí los ojos de nuevo eran las once y diez y mi móvil vibraba en la mesita. Lo desbloqueé y abrí todos los mensajes que me habían mandado mis amigos.
“¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?” Respondí a Espe con un simple, todo bien, un día de relax. Ella me contestó con una risa.
“No te vas a escaquear de hablar conmigo, ¿cenamos?”  Cenar, con Harry. Suspiré y le dije que tendría que preguntarles a mis padres.
“Jenn, llámame cuando puedas.” Zayn… Ni si quiera respondí el mensaje, me levanté de la cama y me recogí el pelo en un moño, me puse unos pantalones cortos, una camiseta de tirantes, cogí un libro y salí al jardín a leer. Esto me recordaba tanto a las mañanas de verano, sin madrugar ni ir al colegio. Resoplé, bueno, sólo me quedaban nueve meses más de clases, eso si no me quedaba ninguna. Puse los ojos en blanco y seguí leyendo.
Las una y media y mis tripas empezaron a rugir. Guardé el libro y empecé a prepararme algo de comida antes de que llegara mi madre. Me decanté por una ensalada de pasta, así que puse la pasta a hervir mientras ponía algo de música para animar un poco la mañana.
Cuando por fin terminé de prepararme la comida paré la música para encender la televisión y ver el final de alguna serie que nunca había visto. Por lo que pude ver, iba de asesinatos y un amor imposible entre la chica de la comisaria y el chico, supuesto asesino. ¿Pero qué mierda era eso? Bufé apagando la tele y terminé de comer en silencio. Cuando terminé de comer eran las dos y cuarto y me tumbé en el sofá a mirar el techo, no tenía nada que hacer.
Bueno, en realidad me quedé pensando que le diría a mis padres para poder salir esta noche con Harry, aunque la verdad es que me lo deben, por la cenita que me dieron anoche. Cogí el móvil y le mandé un mensaje a mi madre, pidiéndole que me dejara ir esta noche a cenar con él. Cómo no, su respuesta fue un sí. Mi madre adoraba a Harry, es más, creo que ya pensaba en boda o algo así.  Negué con la cabeza divertida. Le mandé un mensaje a Harry confirmando la cena de esa noche y quedamos a las seis en mi casa. El reloj de mi salón acababa de marcar las tres así que aún tenía tiempo para dormir un rato, aunque al parecer al universo no le apetecía verme descansar. El timbre de la puerta me hizo reaccionar y me levanté con lentitud para abrir la puerta. Miré por la mirilla y lo único que vi fue la sonrisa de Zayn y como se apoyaba en la puerta esperando que le abriera. Abrí la puerta con semblante serio y él me saludó con un leve movimiento de barbilla.
-¿Qué haces aquí?
-Cuando te dicen que llames a una persona es por algo, ¿sabes? –Entró en mi casa y se apoyó en la pared, con la mirada fija en mí. Pude ver una leve sonrisa en su cara.
-Dijiste que te llamara si podía y la verdad es que no he podido.
-Claro, has estado muy ocupada haciendo nada.
-Más que tú seguro. –Él dio un paso hasta colocarse a pocos centímetros de mí y yo respiré hondo. – ¿Qué quieres?
-Saber que planes tienes para esta noche.
-Tengo una cena.
-¿Conmigo?
-Eso es lo que a ti te gustaría. Y ahora largo, tengo que arreglarme. –Su semblante había cambiado y ahora era serio, no movía ni un músculo y yo me estremecí al verlo así.
-¿Con quién vas?
-No te interesa y ahora, por favor, lárgate. –Le señalé la puerta pero él anduvo en dirección contraria y se sentó en el sofá mirándome de arriba abajo. -¿Qué haces? Vete. Fuera.
-Dímelo y me voy. –Lo miré a los ojos y suspiré.
-Harry. –Se levantó de un salto y cerró las manos en puños. Podía ver la rabia en su cara.
-No me gusta ese tío.
-Ya, pero –respiré hondo siendo consciente de lo que iba a decir. –Es de mi mundo, padres ricos e influyentes y él es un niño pijo que lo tiene todo, como yo. –Tragué saliva. –Vivimos en el mismo mundo. –Lo miré fijamente a los ojos, dejando que toda mi rabia le traspasara, mientras él me miraba asombrado. Farfulló un par de insultos y salió por la puerta dando un portazo. Agradecí que se fuera tan rápido. Estoy segura de que se llega a quedar ahí medio segundo más y me hubiera derrumbado. Me asomé a la ventana y pude observar como arrancaba la moto y, antes de acelerar y marcharse, miraba apenas un instante hacía donde yo estaba.
Cerré la ventana y me fui a mi cuarto para empezar a arreglarme. Me metí en la ducha a las cuatro y media para poder lavarme el pelo y, cuando acabé de secármelo, ya eran las cinco y media. Empecé a vestirme. Unos vaqueros, una camisa blanca y unas sandalias. Salí de mi casa dejando una nota a mis padres en el salón y me encontré con Harry a pocos metros de mi casa. Me abrazó y agarró mi mano guiándome por las calles hasta llegar a un precioso restaurante. Subimos a la terraza de este desde la cual teníamos vistas privilegiadas al London Eye.
-Últimamente tienes muy buena relación con Zayn ¿no? –Levanté la mirada de la carta para fijarla en la suya y me encogí de hombros.
-Sólo hicimos un trabajo de ciencias juntos, nada más. –Él asintió sin apartar la mirada de mí y dio un trago de su cerveza. -¿Me has traído al restaurante más lujoso de Londres para hablarme de Malik?
-No es el más lujoso. –Ahogué una risa. –Ese lo dejo para nuestra segunda cita.
-Ajá. –Asentí poco convencida y seguí observando la carta. Una segunda cita, ¿cómo pareja? Sentí como mis nauseas aumentaron y yo las disimulé con la mejor sonrisa fingida que pude poner.
-Jenn, en realidad, quería hablar de lo de ayer. –Iba a comenzar a hablar cuando una camarera se acercó  a nuestra mesa para tomar nota del pedido. Ambos nos miramos y sonreímos, pidiendo casi a la vez un plato de lasaña. Cuando la chica se fue, Harry retomó la conversación. –Bien, Jenn. Entonces, ¿qué? ¿Quieres ser mi novia? –Me paré a valorar todas las opciones. Puede que todo saliera bien, que estuviéramos juntos, siendo como hasta ahora pero como pareja formal. Pero podría salir mal, acabar odiándonos y perder a mi mejor amigo. Harry jugueteaba con la funda de su móvil mientras a mí me iba a salir humo de la cabeza de tanto pensar. Resoplé cuando sentí vibrar mi móvil en el bolsillo de mis vaqueros.
-Un segundo. –Me levanté de la mesa con una sonrisa y me fui al baño para responder con tranquilidad a la llamada. -¿Qué pasa Zoe?
-¿Dónde estás, tía? Llevo como veinte minutos llamando a tu casa y no lo coge nadie.
-Estoy cenando fuera con Harry.
-Pues avisa, me tenías preocupada.
-Okey mamá. –Ella rió con fuerza desde su teléfono.

-Cuando llegues a tu casa llámame al móvil. –Acepté y ella se despidió de mí, dejándome de nuevo a solas con mis pensamientos.

jueves, 27 de junio de 2013

Capítulo 9


Escuché parte de la conversación, algo de un plan que habían conseguido realizar y por eso iba la cena de hoy. Resoplé. ¿Y por qué no cenan mis padres a solas con los Malik y a mí me dejan en casa? Abrí el armario a las seis y media de la tarde para escoger algo de ropa para estar decente en la cena. Acabé por decidirme por unos pantalones altos negros y una camiseta de tirantes blanca, unas cuñas negras y lista. Alisé mi pelo con los dedos y me retoqué el maquillaje.
Cuando salí del baño lista para la cena, el timbre de la casa sonó y corrí a abrir mientras mis padres daban los últimos retoques a la mesa. Tosí un par de veces y fingí una sonrisa antes de abrir la puerta y encontrarme con la sonrisa de Franklin que me estrechó con fuerza entre sus brazos. Clare plantó dos sonoros besos en mis mejillas y Zayn ni si quiera me miró. Me alegré, así no tendría que aguantarle en toda la cena, aunque realmente a una parte de mí le había dolido el gesto. Escruté de lejos el vestuario de Zayn, unos pantalones negros, camisa azul y una americana también negra, se apoyó en la pared y echó su cabeza hacia atrás, un segundo después clavó sus ojos marrones en los míos y yo aparté con prisas la mirada de su cuerpo. Estaba guapísimo, como siempre. Suspiré y vi como mis padres entraban al recibidor con una sonrisa en sus caras. Mis padres abrazaron a sus amigos y a su hijo y, ya en el salón, ocupé mi sitio en la mesa, frente a mí Franklin ocupó asiento, rodeado por Clare y Zayn. La cena estuvo animada por diversas bromas por parte de Franklin y mi padre, que a mí no me hacían ninguna gracia, mientras que mi madre reía como una tonta a mi lado, al igual que lo hacía Clare al lado de su marido.
Terminamos la cena y, mi madre y Clare, se fueron a la cocina para hablar temas de mujeres que serían ropa y perfumes caros, típicos temas que no me interesaban. Yo me quedé en el salón, pensando que Franklin, Zayn y mi padre se marcharían al estudio a hablar; sin embargo, mi padre encendió un puro al igual que Franklin y se sentaron ambos en cada sillón. Zayn se quedó de pie en el marco de la puerta, evitando por todos los medios sentarse a mi lado.
-Bien Jenn, -desvié la mirada hasta Franklin que sonreía de una forma terroríficamente aterradora. -¿Continuarás el negocio familiar? -¿El negocio familiar? ¿A cuál de los dos se refería, a la mafia o al marketing y publicidad? Tragué saliva, intentando que no se notara mi nerviosismo y sonreí.
-Claro, siempre me ha apasionado ese mundo. –Sonreí, sabiendo perfectamente de lo que hablaban. –Creo que me adaptaría bien a eso. -Los dos hombres me miraron de arriba abajo y rieron mientras Zayn miraba fijamente a su padre desde la puerta.
-No es su mundo, papá. No la metas en esa mierda.
-Malik, quizá yo quiera meterme en ese mundo. –Él me miró cabreado y yo le dediqué una mirada de asco. ¿Quién cojones se creía para meterse en mi vida? Negó con la cabeza para después volver a mirar a su padre.
-El mundo del marketing es muy interesante, Zayn. – Todos los presentes en la habitación sabíamos perfectamente que no hablábamos del marketing y, por el semblante serio de Zayn, sabía que esa conversación era importante.
-Pues ella no se va a meter en marketing, créeme. –Dio finalizada la conversación cuando cogió su cazadora y salió al jardín de mi casa. Yo sonreí en forma de disculpa y, tras coger una rebeca de mi cuarto, salí al jardín y le hice compañía en el balancín en el que estaba sentado.
El humo de su cigarro subía hasta el cielo donde se perdía entre las nubes, yo me recosté en el pequeño hueco y lo miré de reojo. No manteníamos ninguna conversación, pero sabía perfectamente que estaba así por lo que había pasado horas antes en clase.
-Zayn.
-Jenn. –Se giró para mirarme a los ojos y me encogí de hombros.
-¿Qué te pasa?
-¿Cuándo pensabas decirme que tienes novio?
-Cuando lo tenga. –Reí en voz baja.
-¿Harry entonces que es?
-Un imbécil con demasiada confianza. –Ahora fue él el que rió y provocó mi sonrisa. De nuevo se puso serio y se acercó a mí para susurrar.
-Lo de ahí dentro…
-¿El negocio familiar?
-Por mucho que diga mi padre, tú nunca entrarás en este mundo. Es mi mundo, no el tuyo. –Me recosté en el balancín para recapacitar sus palabras.
-No es mi mundo. –Repetí sus palabras con lentitud mientras miraba fijamente el fondo de mi piscina, él me apartó un mechón de la cara, para besar mi frente y acercarme a él. Suspiré separándome de é, librándome de su agarre y me levanté del balancín, avanzando con paso lento de nuevo al salón.
No es mi mundo, tenía razón. Él y yo pertenecemos a mundos tan distintos, nunca coincidiríamos en nada. Él venía de una familia de mafiosos y, bueno, yo hasta hace una semana era la niñita de un importante publicista londinense. Él se había criado en las calles, entre corrupción, violencia y demás cosas típicas de la mafia, y yo, mientras, yendo a los mejores  colegios, haciendo clases extraescolares de piano e hípica; ambos habíamos tenido todo lo que queríamos pero, mientras él lo conseguía por la fuerza a mí me bastaba con hablar con mi padre y darle un par de besos. Era una niña pija, por así decirlo.
Me detuve en la puerta del salón apenas un instante para mirar de reojo al balancín y entré en la casa bajo la atenta mirada de Zayn. En el sofá estaban mis padres y los suyos, que hablaban animadamente de algún tema que acababa de salir en la televisión y que, claramente, no me interesaba.
-Me voy a mi cuarto a dormir, no me encuentro muy bien, buenas noches.
-Eh pequeñuela. –Clare se levantó del sillón y se acercó a mí. -¿Estás bien? Tienes los ojos llorosos. –Desvié la mirada apenas un instante al marco de la puerta del jardín dónde estaba Zayn, dándole la última calada al cigarro mirándome fijamente a los ojos, y negué con la cabeza.
-Estoy bien, de verdad. Sólo me encuentro mal. –Sonreí cortésmente y avancé por el pasillo para encerrarme en mi habitación. Ni si quiera sabía porque me había afectado tanto que él dijera eso, resoplé, quitándome la ropa y lanzando mis cuñas a la otra punta de la habitación. Escuché como se estrellaban sobre el cristal del armario y resoplé. Seguro que me lo había cargado. Me puse el pijama y me metí en la cama tapando mi cabeza con las sábanas. Escuché como alguien tocaba mi puerta y me destapé para ver como mi madre entraba en mi cuarto con una sonrisa.
-¿Te encuentras mejor?
-No, creo que he comido demasiado y me duele el estómago.
-¿Podrás ir a clase mañana?
-No lo sé, según como me encuentre por la mañana. –Ella asintió, besó mi frente y volvió a dejarme sola en el cuarto. Cogí mi móvil y abrí los WhatsApps que tenía. Un par de Zoe, otro de Espe, y otro de Harry.
“Nena, hemos visto a Zayn y sus padres entrar en tu casa, ¿están conociéndose las familias formalmente?”
“¡Cuéntame!”
A Espe le había salido su vena cotilla. Respondí con un simple “amigos de la familia ya os contaré”. Y dejé su conversación aparte.
“¿Podemos… hablar?”
Zoe parecía preocupada, así que le dije que si era urgente o podíamos hablar mañana en clase, respondió con un simple ‘mañana’ y no hablamos más.
“Entonces, lo de esta mañana significa que, ¿eres mi novia?” El mensaje de Harry me dejó en shock. Después de haberme pasado tres años enamorada de él, ahora no sabía qué hacer.
“No. Significa que tienes un morro impresionante, Harry. Ya hablaremos”
Dejé el móvil en la mesita de noche y cerré los ojos cuando escuché como la puerta de mi cuarto volvía a abrirse.

miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 8

El despertador y ese maldito sonido irritante. Resoplé y me estiré en mi cama. Lunes de nuevo. Primer lunes del curso y ya quería que se acabara el año. Me lavé la cara y recogí el pelo en dos trenzas. Una sudadera y unos pitillos negros con unas botas. Cogí la mochila, el móvil, las llaves y salí a la puerta donde me esperaba Espe con una sonrisa. La abracé y empezamos a andar en dirección al instituto, Espe había hecho el trabajo de la genética y me empezó a explicar cosas sobre el ADN que, sinceramente, a las ocho de la mañana me importaban una auténtica mierda, pero escuchaba sonriendo mientras ella me explicaba los procesos de la genética.
Llegamos al instituto un par de minutos antes de que sonara el timbre y nos sentamos en nuestros respectivos sitios cuando el profesor de matemáticas entró en clase. Explicó algo de logaritmos y demás, pero me era imposible concentrarme. Mi mirada iba alternando el sitio de Zayn y el sitio de Harry, que se encontraba vacío. Centré la mirada en la pizarra, intentando concentrarme en lo que explicaba el profesor y en que la siguiente hora la tendríamos libre, pero la mirada penetrante de Zayn me aturdía. Cuando sonó el timbre y el profesor salió de clase, Harry hizo su aparición; se acercó a mí y me envolvió en un suave abrazo ante la atenta mirada de mis amigas.
Alguien tosió a mi espalda y me separé de Harry con resignación para encontrarme con la media sonrisa de Zayn. Sentí el cuerpo de Harry tensarse y se colocó entre Zayn y yo.
-¿Quieres algo? –Zayn miró por encima del hombro de Harry para fijar en mí la mirada.
-A ella.
-Déjame en paz, Malik. –La mirada de Zayn se centró entonces en mis ojos y me dedicó una sonrisa. El rubor subió a mis mejillas y él volvió a mirar a Harry.
-Ya la has oído, Zayn
-¿Y tú eres…?
-Me conoces de sobra. –Tragué saliva y escruté la posición de Harry, estaba a la defensiva con las manos cerradas en puños y la mirada fija en los ojos castaños de Zayn que, por su parte, estaba sentado en una mesa con los brazos cruzados.
-Apártate.
-Apártame tú. –Ambos dieron un paso al frente hasta estar completamente pegados el uno al otro. No me gustaba aquello, y mucho menos sabiendo que Zayn llevaba una pistola en su bolsillo. Respiré hondo y agarré a Harry de la camiseta separándolo de él.
-¿Qué coño te pasa? Ignóralo y punto. –Harry seguía manteniendo la mirada fija en Zayn y yo agarré sus mejillas haciendo que se fijara en mí. –Harry. Ignóralo. –Él me miró a los ojos y sonrió para después besar mis labios. Sí, una buena forma de ignorar a Zayn es morrearme. Lo separé con un empujón y él me miró aún con la sonrisa presente en su rostro.
-Luego hablaremos, Jenn. –Se marchó a su sitio dejándome con la palabra en la boca. Me senté en la mesa y rápidamente se acercaron a mí, Allie, Espe y Zoe, de nuevo sonriendo como tres tontas. Yo suspiré esperando su interrogatorio que no tardó en llegar.
-¿Desde cuándo?
-¿Te ha gustado?
-¿Estáis juntos? –Suspiré enterrando mi cabeza entre mis manos y mis amigas rieron abrazándome con fuerza.
-No os pienso contar nada por muchos abrazos que me deis. –Ellas se separaron y se sentaron en sus sitios mientras me miraban con cara de asco y yo estallaba en una risa.
Las siguientes horas de clase se pasaron en un vuelo mientras hablaba a escondidas por WhatsApp con mis amigas del tema Harry-Zayn, me tenían de los nervios con tanta pregunta. Por fin sonó el deseado timbre que nos indicaba que podíamos volver a casa. Recogí mis cosas en un abrir y cerrar de ojos y salí a la calle con mis amigas. Zoe, Allie y Espe me acompañaron a casa, esperando que contara algo más sobre el tema Harry, pero mi boca permanecía cerrada a pesar de tanta insistencia de mis amigas. Al final acabamos las cuatro paradas en la puerta de mi casa mientras reíamos sobre algún tema distinto al inicial.
-Hasta mañana, Jenn.
-Mañana hablamos chicas. –Las tres se despidieron con la mano y empezaron a andar calle abajo mientras yo entraba en mi casa. El olor a comida recién preparada impregnaba el ambiente y yo aspiré con tranquilidad mientras me acercaba a la cocina para saludar a mi madre.
Ella me sonrió envolviéndome en sus brazos y señalándome un bote de Nutella que habría comprado esa misma mañana. Sonreí emocionada y lo guardé donde mi padre no se lo podría comer. Entonces me di cuenta de que algo raro pasaba. Miré a mi madre que seguía con una sonrisa en su cara.
-Está bien, ¿qué pasa mamá?
-Esta noche… vienen a cenar de nuevo los Malik.
-¿Qué? No. No. Estás de broma. Es una broma –reí irónicamente –muy buena mamá. –Ella seguía seria y yo me estremecí. -¿No hay forma de escaquearse?
-Ninguna. –Resoplé y entré en mi cuarto. Mierda, mierda, mierda y mil veces mierda. Mis ganas de ver de nuevo a Zayn hoy estaban bajo tierra. No me apetecía aguantarle hasta las dos o las tres de la mañana, teniendo en cuenta de que al día siguiente tengo clase.
Me deshice de la ropa y me puse una sudadera y unos pantalones de chándal para irme al salón a comer en compañía de mi madre. Ninguna de las dos hablábamos, simplemente manteníamos la mirada fija en la televisión aunque ninguna de las dos prestábamos atención al programa que estaban poniendo.

Cuando terminamos de comer y fregué los platos me fui a mi cuarto y me relajé en la cama mientras en la radio sonaba una canción inglesa. Escuché la puerta de mi casa cerrarse y como mi padre saludaba a mi madre con un ‘lo hemos conseguido’.

martes, 25 de junio de 2013

Capítulo 7


Zayn rió con fuerza. Y yo me levanté dolorida y me sentaba en el borde de la cama mientras mantenía la mirada fija en él.
-¿Qué haces aquí?
-Verte. –Me sonrojé. Lo miré fijamente, se había cambiado la americana y la camisa por una camiseta blanca con algo escrito en ella en negro. Dio un paso hacia a mí y el olor de su colonia envolvió el ambiente; dio un paso más hasta llegar a mi cama y se tumbó en ella, a mi lado. Yo lo miré sonriendo y él agarró mi cintura colocándome a su lado. Sonreí mientras él acariciaba mi mejilla. Estábamos cerca, demasiado quizá pero, para mi gusto, no lo suficiente. Sentía su respiración clavarse en mi boca y mi nerviosismo aumentaba por momentos. Él se alejó apenas un centímetro de mí, pero fue lo suficiente como para que me diera cuenta. Me quedé mirándolo, Zayn suspiró y rompió el silencio que envolvía la habitación. –No quiero probarte, sé que jamás tendré bastante y –se puso serio –no puede pasar nada entre nosotros. –Me miró y volvió a suspirar, besando mi mejilla para levantarse de la cama. Yo lo miré incrédula y me senté en la cama como un indio.
-¿Qué haces? Ven no te vayas, hablemos. –Agarré su camiseta, tirando de él y volviendo a acercarlo a mi cara.
-No ha sido buena idea venir, Jenn. –Me miró a los ojos y besó mi frente, mientras yo seguía alucinando por sus palabras. –Nos vemos el lunes.
-Adiós. –Cerró la puerta de mi cuarto y, unos segundos después, escuché como cerraba la puerta principal. Yo entré en el baño para ducharme y resoplé cuando el agua fría rozó mi piel haciéndome reaccionar.
Terminé de ducharme y miré mi reflejo en el espejo, aún tenía las mejillas rojas y sentía el tacto de Zayn paseando por ellas, resoplé cabreada y entré en mi cuarto. Me vestí con un chándal rápidamente y entré en el despacho de mi padre para revisar los libros y cajones. Desde esa mañana, Zayn había despertado en mí esa curiosidad por la mafia, por lo corrupto. ¿Cómo sería que todo el mundo hiciera lo que tú quisieras con sólo chasquear los dedos? Sonreí inconscientemente
Me senté en el gran sillón de mi padre y empecé a mirar todos sus documentos, a simple vista no parecía nada raro. Estadísticas de la empresa, del paro en Inglaterra, un par de fotos de la familia y poco más. Abrí sus cajones y no había nada. Carpetas de la empresa y más carpetas de la empresa. Bufé cabreada y giré la silla mirando hacia la estantería. Nunca me había parado a ver los libros de mi padre y, ahora que leía las portadas, me hacía reír. ¿Por qué era que no me sorprendía que todos fueran de violencia y extorsión? Escuché la puerta principal cerrarse de un portazo y me levanté corriendo, los pasos se acercaban cada vez más al despacho y yo respiraba nerviosa.
Una excusa. Una excusa…
-Jenn, ¿qué haces aquí? –Cerré el cajón de la mesa con la pierna y le sonreí a mi madre.
-Buscaba el portátil de papá. –Ella asintió y me señaló el cajón de la estantería. –Gracias. –Cogí el portátil y volví a mi cuarto, dejé el portátil sobre la cama y me tumbé en ella. Me paseaba por las páginas de cotilleos como si me interesaran, al cabo de un par de horas me acurruqué entre las sábanas y cerré los ojos cayendo en un profundo sueño.
Abrí los ojos y los adapté a la claridad del día. El sol brillaba con fuerza. Abrí la ventana y me empapé de brisa londinense; cogí el bikini y me lo puse, hoy era un día para pasarlo en la piscina. Sin preocupaciones. Me tumbé en la hamaca saludando a mi madre que me miraba atenta desde el salón, ella sonrió y volvió a centrar su mirada en la televisión mientras pasaba la aspiradora. Las horas pasaban mientras yo tostaba mi cuerpo al sol y las canciones pasaban en mi iPod. Me preparé un sándwich y una Coca-Cola y volví al jardín para aprovechar al máximo las pocas horas de sol que había en la ciudad.
-¡Jenn! –Miré a la puerta del jardín para ver a Espe y Zoe paradas sonriendo.
-¿Qué hacéis aquí?
-Nos aburríamos, y pasábamos por aquí. –Me levanté para abrazarlas y nos sentamos las tres en un pequeño balancín. -¿Te vienes a dar una vuelta?
-Esperad cinco minutos que me visto. –Corrí a mi habitación y me puse una camiseta de manga corta y unos shorts. Las sandalias y mis rayban y salí al salón de nuevo. –Mamá, me voy un rato.
-No llegues tarde.
-No. –Llamé a mis amigas que entraron y se despidieron de mi madre con una sonrisa y salimos a la calle, andando sin ningún rumbo fijo. Parábamos de vez en cuando en alguna tienda y mirábamos los escaparates. Las tres teníamos ropa para ocupar diez armarios, pero un poco más nunca le hacía mal a nadie. Antes de volver a mi casa nos sentamos en una pequeña plaza para descansar.
-Pues yo quiero acabar el primer cuatrimestre con novio.
-Un novio para navidad. –Espe y Zoe se miraron sonriendo como idiotas y yo me reí.
-Pues yo no quiero nada de eso. El amor es para idiotas.
-Pues tú estás hasta las trancas de Harry.
-No, lo nuestro es más… cariño de amigos. –Se miraron entre ellas poco convencidas de mis palabras y yo asentí sonriente. –En serio.
-¿No será porque has encontrado otro?
-No. –Me levanté y me puse frente a ellas. -¿Nos vamos?
-Sí, es tarde. –Se levantaron y empezamos a andar hasta casa de Zoe que era la más cercana. Cuando llegamos la abracé e hice lo mismo que Espe, que también se quedaba por la zona.
Yo bajé la calle mientras pensaba en la conversación con mis amigas. ¿Alguien nuevo? No. No. Negué con la cabeza intentando convencer a alguien inexistente o, más bien, intentando convencerme a mí misma. Llegué a casa y mi padre estaba en la puerta vestido con traje y corbata negra. Miré a mi madre que salía también arreglada. Los miré incrédula, no podía aguantar otra cena con sus amigos, y mucho menos con la familia Malik.
-¿Vamos a algún sitio?

-Tú no, tranquila. Acuéstate pronto, nosotros llegaremos tarde. –Asentí y abracé a mis padres antes de entrar en casa. Me cambié, poniéndome el pijama y fui a la cocina a por algo de comer. Me preparé un tazón de cereales y me senté en el salón a ver la tele. Nada interesante, un par de películas ya empezadas y un par de series de poca gracia. Cuando acabé de cenar decidí acostarme, deseando que la semana que venía se hiciera corta.

lunes, 24 de junio de 2013

Capítulo 6.

Paramos en un parque alejado del centro, escuchaba a los niños corretear por los alrededores y cómo sus madres los llamaban para que volvieran y no se alejaran mucho. Me apoyé en la moto y lo miré esperando a que se quitara el casco.
-¿Tanto querías estar a solas conmigo? –Dio un paso acercándose a mí y yo puse una mano en su abdomen deteniendo su movimiento.
-Quiero respuestas, Malik. –La sonrisa se borró de su cara y sus ojos se tiñeron de un marrón mucho más oscuro. Daba miedo.
-¿Qué has oído?
-Algo de un golpe. Mi padre en el gobierno y…
-Mafia. –Ambos pronunciamos a la vez la palabra y me estremecí. Él suspiró y se apoyó en una de las rejas del parque. – ¿Algo más que quieras saber? –Tragué saliva. ¿Hasta qué punto quería enterarme de lo que se traía entre manos? Respiré hondo y asentí.
-Todo. –Pude ver una fugaz sonrisa en su rostro y me agarró de la mano hasta internarnos en el parque. Nos sentamos en uno de los bancos y sacó un paquete de tabaco de su bolsillo.
-¿Quieres?
-No fumo. –Él asintió y encendió un cigarro en su boca. Acto seguido empezó a hablar.
-Mi familia viene de Italia, todos menos mi padre. Él es pakistaní, pero cuando se enamoró de mi madre se hizo muy amigo de mi abuelo, y lo metió en toda esta mierda. Mis primos también están metidos y, cuando nací yo, todos vieron en mí el futuro de la mafia inglesa. Tu padre y el mío se conocieron en una reunión de trabajo, después de eso se fueron a cenar juntos y tu padre le contó al mío que quería llegar a ser primer ministro y mi padre vio la oportunidad perfecta para que la mafia inglesa-italiana gobernara el país. Empezó a meterlo en nuestro mundo y ahora es uno más de los nuestros. –Dio una calada de su cigarro y expulsó el aire con lentitud. –A mí siempre me había apasionado este mundo, nací en él, es mi vida. A los catorce años cogí mi primera pistola y desde entonces, siempre llevo una. –Levantó medio centímetro su camisa dejándome ver la culata de una pistola. Yo abrí los ojos asustada y él sonrió. –Tranquila, es sólo porque con ella me siento más seguro. –Asentí poco convencida. –Bien, lo que te decía, todo este mundo me encantaba. El poder, saber que con mirar a alguien está haciendo lo que quieras, la extorsión, lujos, viajes… chicas. –Puse los ojos en blanco y él soltó una pequeña carcajada. –Pero todo eso cambió desde hace un par de meses. Todo dejó de atraerme. Volé a Roma para hablar con mi abuelo, pero me dio la misma charla que me lleva dando estos meses mi padre. “Es un negocio familiar, no te puedes alejar de esto…”. Así que, por lo que parece, seguiré en la mafia mucho tiempo. –Se recostó en el banco, dando una última calada al cigarro y yo me quedé mirando al suelo intentando recapacitar toda la información que acababa de recibir.
-¿Porqué hace dos meses? ¿Por qué no antes? ¿Qué ha pasado para que de repente rechaces todo eso? –Apartó un mechón de mi cara y lo colocó tras mi oreja mostrándome una sonrisa.
-Algún día te lo contaré.
-¡Zayn! –Me crucé de brazos como una niña pequeña a la que le han quitado su muñeca favorita y él rió tirando el cigarro al suelo. –Mi madre… ¿mi madre lo sabe?
-Sí.
-Es decir, que soy la última en enterarme de todo.
-Tu padre quiere protegerte.
-¿Y por eso no me cuenta las cosas? –Lo miré a los ojos, perdiéndome en ellos. Sacudí mi cabeza volviendo a la realidad y vi su sonrisa a pocos centímetros de mi boca. –Gracias por contármelo, Zayn.
-No las des, preciosa. –Abracé su cintura y él acarició mi pelo con tranquilidad.
-¿Me llevas a casa? –Él asintió levantándose del banco y yo repetí su acción. Nos montamos en la moto y volvimos a atravesar las calles londinenses.
Zayn aparcó a unos pocos metros de mi casa, dejé el casco apoyado en el asiento y lo miré esperando que él también se bajara y colocara bien la moto. Me sonrió y se cruzó de brazos esperando que hablara.
-¿Qué…? -No estaba segura de lo que iba a preguntar, o de si quería hacerlo, pero miré a los ojos de Zayn y sonreí. -¿Qué hay que hacer para ser de la mafia?
-Tú nada.
-¿Ya estoy dentro o algo por el estilo? –Sonreí a pesar de que él seguía estando con un semblante serio.
-No. Y no lo vas a estar.
-Zayn.
-Nunca.
-¿Por qué? Me va la emoción y lo que me has contado, no sé, me gusta.
-¿En serio te crees que dejaría que te pusieras en peligro así? Jamás, preciosa. –Me acarició la mejilla con media sonrisa en su rostro y besó mi mejilla, a pocos centímetros de mi boca.
-Vaya chico, veo que no pierdes el tiempo. –Miré detrás de mí y vi como mi padre nos miraba desde la puerta de la casa. Zayn sonrió y le estrechó la mano en forma de despedida.
-Hasta mañana, pre… Jenn. –Lo miré sonriendo y entré en mi casa mientras él arrancaba la moto y se iba. Reí, sentándome en el sofá mientras miraba la pantalla de la televisión que estaba puesta en un programa deportivo.
-Te has hecho muy amiga de Zayn ¿no, Jenn?
-Papá, déjalo. Ni si quiera nos hemos besado, ha sido en la mejilla. –Me levanté del sofá y me fui a mi cuarto. Mi móvil empezó a sonar y descolgué con una sonrisa.
-¡Jenn! ¿Podemos hablar?
-Hola Harry. Sí, ¿en cinco minutos en el instituto?
-Claro. –Colgué y volví a salir de mi habitación para hablar con mi padre.
-Papá, me voy un rato a hablar con Harry. –Él asintió y yo salí con los auriculares puestos. Cuando llegué al instituto Harry ya estaba ahí esperándome. Me acerqué a él y le saludé. ¿De verdad se había pensado que no me había enterado de lo que había hecho la noche anterior?
-Hola peque. –Abrió los brazos y me estrechó en un abrazo mientras yo me mantenía quieta con los brazos cruzados.  -¿Qué te pasa?
-Nada. ¿Qué tal la chica de anoche? –La sonrisa se esfumó de su cara y tosió nervioso. -¿No sabías que lo sabía? No soy idiota, Harry.
-¿Y por qué te pones así? –Su voz subió por encima de la mía. –Ni si quiera somos pareja ni nada de eso.
-Estás… ¿estás hablando en serio? Eres gilipollas, Harry, en serio. ¡Gilipollas!
-¿Por qué?
-¡Porque llevamos siendo amigos desde los catorce años! Si al menos me dijeras, no sé, que te largas para liarte con alguna, pero no, pasas y  te vas liando con la primera que pasa. Pero da igual, me da igual, en serio. Paso de ti. –Empecé a andar de vuelta a mi casa pero él me detuvo, dándome la vuelta.
-De eso quería hablarte, Jenn, joder. Ayer no me lié con nadie, con ninguna chica. Estuve a punto de hacerlo, pero no pude. Quería que esa chica fueras tú y, cuando vi que no lo eras, la dejé y volví con los chicos, pero tú ya te habías ido. Me gustas.  –Suspiré.  –Jenn, piensa lo que te he dicho. Hablamos el lunes. –Asentí, y besó mi frente mientras me abrazaba.

-Hasta el lunes, Harry. –Volví a casa tarareando en mi cabeza la canción que resonaba en mi móvil. Entré en mi casa que, de nuevo, estaba vacía, ahora que sabía lo de mi padre, me estremecí al pensar lo que estaría haciendo. 
Me tumbé en mi cama, cerrando los ojos y dejando que mis pensamientos flotaran. No recuerdo cuándo pero me dormí y, cuando desperté, él me miraba en la puerta de mi cuarto. Salté de la cama con tanta prisa que acabé estrellando mi trasero contra el suelo.

jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 5

Y aquí está el otro capítulo que os he dicho, espero que lo disfrutéis porque hasta el lunes no subo más. Nada, no molesto más, aquí lo tenéis. 

El despertador sonó a las once de la mañana, dos horas antes de que llegaran los amigos de mis padres. Corrí a ducharme para eliminar cualquier olor a alcohol que se quedara impregnado en mi piel. Me decanté por un vestido veraniego, con la espalda al aire y unas cuñas blancas compañeras al vestido. Me puse lo más básico de maquillaje, rímel y colorete y dejé que el pelo cayera sobre mi espalda.
Salí al salón donde mi padre esperaba vestido con camisa y corbata y mi madre se había puesto uno de esos vestidos tan caros que ella tenía. Ambos me sonrieron dando su aprobación sobre mi ropa.
-Espera Jenn. Ponte un colgante. –Mi madre entró en su cuarto y volvió con una cadena de oro en la que colgaba un pequeño pájaro. Asentí y me lo coloqué al mismo tiempo que llamaban al timbre. –Yo abro. Id yendo al jardín.
-Voy al baño un segundo. –Corrí al baño y me bañé en perfume, sabía la obsesión que tenía mi padre por oler bien y, viendo como se había arreglado supuse lo importante que era esta comida, así que debía estar perfecta.
Me miré en el espejo y dejé que mi imaginación volara pensando en lo que podría haber hecho hoy con Zayn, ¿habríamos ido al cine? ¿A comer? Bufé sacudiendo mi cabeza y salí del baño con una sonrisa para dirigirme al jardín.
-Por fin. –Mi padre se acercó a mí y sonrió aproximándome a sus amigos. –Franklin, Clare, esta es mi hija, Jenn. –Sonreí saludando a ambos que me miraron con una sonrisa en la cara.
-Nuestro hijo estará al llegar, creo que os llevaréis bien. –Yo sonreí asintiendo justo cuando el timbre sonó. –Debe ser él.
-Iré a abrir. –Volví a sonreírle a ambos y entré dentro de la casa. Claro, me llevaré bien con tu hijo, seguro. Reí irónicamente y abrí la puerta. -¿Qué coño…?
-¡Sorpresa!
-¿No tenías asuntos personales, que hacer?
-Sí, y resulta que son en tu casa. –Miré a Zayn cabreada y escruté su vestuario. Camisa y americana, estaba rematadamente guapo. Entonces la voz de Clare resonó por toda la casa.
-¡Zayn! Hijo, por fin. Esta es Jenn.
-La conozco mamá, vamos juntos a clase. –Clare sonrió complacida y volvió al jardín con mis padres y su marido. Yo cerré la puerta dejando a Zayn entrar y él se paró a pocos centímetros de mí, acercándose a mi oído. –Estás guapísima.
-Al jardín. –Me separé de él y empecé a andar, fingiendo una sonrisa cuando mis padres centraron la atención en mí. Pasé las horas sentada en una silla escuchando como mi madre hablaba de moda y de tiendas con Clare, mientras hablaba con mis amigas por WhatsApp.
Franklin, mi padre y Zayn habían desaparecido en cuanto éste último llegó. Ni si quiera sé porqué mis padres me obligaron a venir a esta comida, no pintaba nada aquí. Mi madre sirvió los platos de carne y me senté a comer.
-Jenn. Esos modales. Espera a los demás. –Mi madre me miró de forma cortante y yo resoplé cabreada. A los pocos minutos mi padre llegó al jardín acompañado por Franklin y su hijo.
-¿Puedo ya? –Mi madre sonrió asintiendo y me senté en la mesa. Mi padre se sentó a mi derecha y Zayn ocupó el asiento de mi izquierda. Genial. No me libro de él ni comiendo.
Comí con rapidez, intentando escaparme de alguna forma y encerrarme en mi cuarto. Pero las miradas amenazantes de mis padres me cohibían. Farfullé un par de insultos y me recosté en la silla. Estaba incómoda, ni me caían bien los amigos de mis padres ni su hijo, que por cierto no había apartado la mirada de mí ni de mi escote en toda la comida. Definitivamente este tío es gilipollas.
-Franklin, Zayn, volvamos a mi estudio y acabemos de concretar unas últimas cosas. –Mi padre sonrió y los tres se levantaron al unísono. Zayn pasó, dejando un rastro de perfume por el camino y yo aspiré con tranquilidad el olor.
Mi móvil vibraba en mis manos y yo respondía con agilidad a los mensajes, mis amigas aún no se creían que estuviera comiendo con el “chico malo” de clase. Y a mí la verdad es que me gustaría no estar comiendo con él. Me levanté disculpando de mi madre y de Clare y me fui al baño con parsimonia. Las voces procedentes del estudio de mi padre me llamaron la atención y me detuve a escuchar la conversación que tenían.
-Puede ser el golpe maestro.
-¿Y si no quiero participar?
-Zayn, no digas más gilipolleces. Estás metido en esto hasta el cuello, al igual que nosotros. Vas a participar, esta es tu vida. –Me acerqué aún más a la puerta, arrastrando los pies para que no se escuchara el ruido de los tacones. –Con este golpe podríamos gobernar toda la mafia italiana e inglesa. Y Josh nos ayudará desde el gobierno. -¿Mi padre? ¿Gobierno? ¿Mafia? Empezaba a estar mareada.
-Eso es lo que tú quieres, papá. –Me apoyé en la pared intentando recopilar toda la información que tenía delante de mis narices y respiré hondo antes de tocar un par de veces la puerta. Sonreí cuando mi padre abrió la puerta.

-Venía a preguntarle a Zayn si le gustaría ir a dar una vuelta. –Crucé los dedos detrás de mí intentando que el plan saliera bien, él asintió alejándose de su padre y excusándose ante el mío. Agarró mi mano y salimos de mi casa en un segundo. Él arrancó la moto y yo me subí intentando no arrugar el vestido. Aceleró y nos perdimos, zigzagueando entre los coches, en las concurridas calles de Londres.

Capítulo 4.

Bueno, como os dije la subida de capítulos de esta novela va a ser distinto, a parte de lo de avisar por twitter y tal... los capítulos los voy a subir de lunes a jueves. Vamos, que los fines de semana no subiré. Emm.. creo que ya lo he dicho todo. ¡Ah! Dentro de un rato, en una media hora o así subiré otro ¿vale? Nada más, disfrutad del capítulo.

Farfullé un par de insultos y guardé el móvil. ¿No había colegios en todo el país que tenía que venir al mío? Viva yo y mi suerte. Me acurruqué en la cama y cerré los ojos.
-¡Mamá! ¡Voy tardísimo! ¿No ha venido Espe?
-No cariño.
-¡Vale! Me voy. –Cogí los libros y salí corriendo de mi casa en dirección al instituto.
Las ocho menos dos minutos. No llego, ni de coña. Es que no. Aceleré aún más el paso y entré por la puerta principal a las ocho y cinco. Corrí por los pasillos para llegar a clase. Me senté en mi asiento intentando recuperar el aliento y el profesor entró detrás de mí con una sonrisa. Lengua y Literatura. No por favor, no creo que aguante una hora escuchando hablar de Shakespeare.
Me acomodé en mi asiento, luchando por mantener los ojos abiertos, hasta que el timbre me salvó de caer en un profundo sueño.  Puedo decir que las demás horas se pasaron igual de lentas y aburridas que la primera, las ganas de salir de fiesta se hacían mayores cada vez que la hora del final de las clases estaba más cerca. Por fin tocó el timbre para volver a casa, todos salimos con rapidez de clase y nos quedamos en el patio hablando.
-Vale, todos a las nueve aquí y nos vamos a cenar y de fiesta. –Todos asentimos ante el plan de Zoe y ella sonrió.
-Jenn, espera. Te acompaño a casa. –Harry me rodeó con su brazo y yo me sonrojé. A pesar de que teníamos la misma edad Harry era unos cuantos centímetros más alto que yo y, por su complexión física, podría parecer perfectamente un chico de 20 y no uno de 17. Empezamos a andar mientras hablábamos de cosas de clase y algunas más de poca importancia. Cada vez que lo miraba me perdía en sus ojos, joder. Eran preciosos. Basta, Jenn, seguro que estás sonriendo como una gilipollas.
-Gracias, Harry. Nos vemos esta noche. –Le abracé con fuerza mientras él me apretaba aún más contra su pecho y acariciaba mi pelo.
-Hasta luego. –Entré en mi casa dejando las cosas en mi cuarto y vi como mi padre montaba una mesa en el jardín. Lo miré desde el salón sobrentendiendo que al día siguiente comeríamos fuera. Genial. Seguro que era alguien de la empresa de mi padre, cuya mujer sería una de esas que se han operado mil veces y que tienen un hijo de cinco años que lo único que quiere es jugar en el barro o al escondite. Resoplé, dando un par de pinchadas a la carne antes de terminar por completo de comer. Recogí la mesa y me tumbé a descansar, cuando  desperté eran las cinco menos diez, así que decidí entrar a ducharme, conociéndome, cuanto antes empezara mejor. Me tiraría una hora eligiendo ropa, otra peinándome y otra más para intentar convencer a mi madre de que me dejara llegar después de las 3.
Terminé de ducharme y entré en mi cuarto para decidir la ropa. Saqué todas las faldas y camisetas que tenía e hice mil conjuntos, pero ninguno me convencía. Cuando por fin me decidí por una falda roja y una blusa blanca, el reloj marcaba las 6 menos cuarto. Tocaba convencer a mi madre, me quedé un rato en mi cuarto pensando que decirle que no fuera lo mismo de siempre, pero no se me ocurría otra cosa. Resoplé y me acerqué a ella que veía un programa poco entretenido.
-Mamá, ¿sabes que a Zoe y Allie las dejan quedarse hasta las tres?
-Sí, me lo dices siempre que sales.
-Por favor. Me acompañan a casa, de verdad. Y mañana me porto bien en la comida. –Ella me miró y sonrió.
-Ni un minuto más.
-¡Gracias mamá! –Me abalancé sobre ella y la abracé con fuerza. Ella rió mientras me devolvía el abrazo. –A las tres justas estoy aquí. –Corrí a mi cuarto a terminar de arreglarme. Las siete menos cuarto, teniendo en cuenta que me tenía que secar el pelo y alisármelo y después maquillarme acabaría a las ocho y media. Y así fue. Cuando salí del baño el reloj acababa de dar las ocho y media. Me vestí con rapidez, cogí algo de dinero, el móvil, las llaves y, tras despedirme de mis padres, salí de mi casa en dirección al instituto.
Zoe y Espe esperaban charlando en la puerta del instituto, las saludé en la lejanía y ellas me correspondieron levantando la mano. Iban guapísimas. Cinco minutos después de que yo llegara, aparecieron Allie y Jordan y, tras ellos, Harry, Drew y Lindsay. Entramos primero en una pizzería para comer algo y, cuando terminamos, empezamos a recorrernos cada pub de la ciudad. A medida que se hacía más de noche, las calles empezaban a vaciarse, de vez en cuando veíamos a algún grupo como nosotros, pero la mayoría estaban metidos en pubs y discotecas.
-Chicas, yo me voy a ir ya, que mañana tengo comida con unos amigos de mis padres. –Todas rieron al ver mi reacción y Espe se acercó a mí con una sonrisa.
-Lástima, hay alguien que lleva mirándote toda la noche desde la barra. –Me giré para encontrarme con los ojos color caramelo de Zayn mirándome fijamente. Me estremecí y una sonrisa apareció en su rostro.
-Ese tío está loco. Me persigue, ¿vale? –Ambas reímos y agarré a Zoe del brazo para sacarla del grupo de gente y que me acompañara a casa. Íbamos andando mientras ella me iba contando las conquistas de esa noche. Que si un rubio en el primer pub, que si dos morenos en la discoteca… yo asentía sin hacer caso a lo que decía y a la larga lista de tíos que llevaba en la corta noche. Llegamos a mi casa y ella me abrazó con fuerza.
-Antes de que te vayas tengo que decirte una cosa.
-Dime Zoe.
-Harry también ha caído esta noche, pero no conmigo, tranquila. –La miré asombrada y sentí como el mundo se caía a mis pies. Me despedí de ella y entré en mi casa en silencio intentando no despertar a nadie. Me desnudé y me metí en la cama en bragas y sujetador.

No sabía por qué lo de Harry me había afectado tanto, es decir, sí, nos gustábamos pero creo que me había jodido más que se largara sin decirlo que el simple hecho de que se liara con otra. Grité contra la almohada y, después de desahogar todo mi odio y secarme las lágrimas que había derramado, me dormí. 

miércoles, 19 de junio de 2013

Capítulo 3

-¡Despierta ya! –Era la irritante voz de Espe la que me perforó el tímpano de forma sorprendente.
-Cállate, niña. –La empujé sacándola de mi cama. Ella volvió a subirse y me destapó.
-¡Vamos joder!
-¿Quién coño te ha abierto?
-Tu madre. –Resoplé y me levanté de la cama. Saqué una camiseta básica y unos shorts. Busqué unas medias de color carne y me enfundé las vans. Alisé mi pelo con los dedos, cogí la mochila y salí de casa acompañada de Espe. Todos sabíamos cómo era la primera semana de clase, que si presentaciones, que si excursiones… típica semana del curso que no sirve para nada.
Entramos en clase y Drew nos saludó con la mano. A su lado, Jordan, hablaba entretenido con Allie y, en nuestros sitios de siempre, Zoe y Lindsay hablaban con Harry mientras reían a carcajadas.
-Chicos, a vuestros asientos. Ya. –Malcom entró en clase con la misma cara de amargado que el día de antes. Este hombre necesitaba una novia pronto. De nuevo la puerta se abrió de buenas a primeras y apareció Zayn. Bueno… ¿este chico es que no sabe llegar a la hora a los sitios?
-A su asiento Malik. –Él asintió dirigiéndose a su asiento con la mirada fija en mí. Me intimidaba, por lo que aparté con prisa mis ojos de los suyos y fijé la vista en la ventana.
-Bien, primera semana del curso. ¿Qué les parece si empiezo por asignar trabajos? –Resoplé. Pues nos parece mal, gilipollas. –Bien, comencemos. –Empezó a decir todos los nombres de la lista hasta que llegó el mío.- Jenn Green… irás con Harry Styles. –Miré a mi amigo sentado en la otra esquina de la clase y me guiñó un ojo provocando mi sonrojo. –Lindsay Geoffrey con Esperanza Reyes. –Ambas chocaron sus manos y rieron en voz baja. –Jordan Hawes… con el señorito Malik. –Aunque no podía ver la expresión de Zayn, supe perfectamente que estaba mirando con cara de asesino al profesor. Ahogué una risa y seguí escribiendo cosas sin sentido en mi cuaderno.
El timbre. Recreo. Por fin. Recogí la mesa y bajé al patio con las demás, nos pusimos a la cola para poder comprar algo para comer mientras hablábamos de los planes para el día siguiente. Harry se acercó por detrás, colocando su cabeza en mi hombro y susurró con tranquilidad en mi oído.
-Podríamos hacer el trabajo de anatomía. –Sonreí y me giré para fijar la mirada en sus ojos.
-Lo vamos a hacer de las enfermedades del corazón. –Él suspiró y asintió poco convencido. Nuestra relación era demasiado extraña. Nos gustábamos, mucho, puedo decir que demasiado. Pero no nos atrevíamos a salir como pareja, demasiados años siendo amigos como para desperdiciarlo todo.
-¿Qué tenéis pensado para mañana? –Todas las chicas desviaron la mirada hasta Harry y sonrieron.
-Fiesta. Como la de antes de ayer. –Recordé la fiesta del martes. ¿Cómo la llamaron mis amigos? Ah sí, fiesta comienzo del infierno.
-Los chicos y yo nos apuntamos. –Todas asentimos riéndonos.
-¿Alguna temática en especial? –Lindsay dejó la mirada perdida pensando en algo y sonrió.
-No, de lo que queráis.
-¿Podemos ir como gente normal por una vez? –Di un mordisco a mi palmera de chocolate y ellas asintieron decepcionadas.
-Con lo que mola ir disfrazada.
-Sí, en carnaval. –Harry rió con fuerza a mi lado y los demás le acompañamos su risa.
Volvimos a clase para dar biología de nuevo. En realidad nos tocaría una hora libre, pero conociendo al profesor, daríamos clase. Entró sonriendo y fijó la mirada en mí cuando ocupé mi asiento.
-Señorita Green.
-Dígame.
-Le he asignado una nueva pareja para el trabajo. El señor Styles irá con Hawes, usted con…
-Con Zayn. –Todos mis músculos se tensaron y miré fijamente a Zayn que me sonreía desde su asiento.
-Exacto. Dicho esto, empecemos el tema. –El profesor empezó a dar la clase mientras yo seguía con la mirada fija en algún punto de la habitación, intentando que mi cerebro reaccionara, fue el timbre que indicaba el cambio de clase el que me devolvió a la realidad. El profesor no habría cambiado los grupos así porque sí. Algo lo había influido. Me levanté de mi sitio como un rayo y golpeé la mesa de Zayn con la palma de mi mano.
-¿Qué coño has hecho para que nos pongan juntos? –Él me miraba sonriendo. Sin inmutarse apenas un centímetro.
-Yo no he hecho nada. –Me acerqué aún más a él, dejando ver la rabia en mis ojos.
-No soy gilipollas, Malik.
-Nadie ha dicho que lo seas. Toma mi número, llámame para quedar y hacerlo. –Me entregó un papel con una sonrisa y yo me separé de él, lanzando un suspiro.
-No pienso hacer el trabajo contigo.
-Suspenderás la asignatura.
-Eso es problema mío, no tuyo. –Volví a mi asiento cabreada. Maldito anormal. Pero tenía razón, suspendería la asignatura y no me lo podía permitir en último curso.
Me senté en mi asiento y al cabo de un par de segundos llegó la profesora de Química. Pasamos la hora contando que habíamos hecho en vacaciones y que haríamos en el primer trimestre. Última hora, filosofía. No me apetecía pasar una hora escuchando teorías sobre Aristóteles y Platón. Así que escribí en un folio sucio una autorización, falsifiqué la firma de mi madre y salí de clases fingiendo ir al médico.
Dejé la mochila en el salón y me senté a ver un rato la tele mientras esperaba a mi madre para comer. Cuando el reloj dio las tres menos cuarto, el teléfono sonó un par de veces y corrí a cogerlo.
-Cariño, hoy comeré en la oficina, mucho trabajo.
-Vale mamá, saluda a papá de mi parte.
-Lo haré. Llegaremos a las seis. –Colgué el teléfono y abrí la nevera buscando algo de comer. Macarrones en tupper del día anterior, mi comida favorita. Suspiré, poniendo los macarrones en un plato y los metí en el microondas para que se calentaran. Cinco minutos más tarde los saqué y los bañé en tomate.
Terminé de comer y dejé el plato en el fregadero, pensando que se lavaría solo o algo por el estilo, quizá. Me tumbé en el sofá, intentando dormir un poco. Abrí los ojos a las cinco y media de la tarde. Tendría que empezar a hacer los deberes. Rebusqué en el bolsillo de mis shorts y saqué el papel arrugado donde estaba escrito el móvil de Zayn.
Marqué los números con parsimonia, intentando que la solución a mis problemas llegara sola, pero no iba a ser posible. Un toque. Dos. Y descolgó.
-Malik.
-Preciosa, ¿necesitas algo?
-Que dejes de llamarme preciosa. –Él rió y yo puse los ojos en blanco. –Tenemos que hacer el trabajo. Es para el lunes y este fin de semana no pienso hacer nada.
-Está bien, voy a tu casa.
-¿A mí casa? –Reí. –Creo que no me has entendido. Tú en la tuya y yo en la mía. Haremos el trabajo por separado.
-Demasiado tarde para decidir eso. –Colgó y el timbre de mi casa resonó con fuerza. Imposible. Miré por la mirilla y ahí estaba él, parado en la moto. La llevaba clara si se pensaba que lo iba a dejar entrar. Podía esperar lo que quisiera, que no iba a pisar mi casa en la vida. –Preciosa, abre.
-¡Deja de llamarme preciosa! –Grité con todas mis fuerzas lanzando un suspiro al aire y alguien me tocó la espalda.
-No grites, estoy aquí.
-¿Cómo has entrado?
-Debes cerrar mejor las ventanas.
-Lárgate de mi casa, Malik. –Él se sentó en un sofá, haciendo caso omiso de mis palabras y sacó un bolígrafo de su bolsillo.
-¿Empezamos el trabajo? –Ahogué un grito de desesperación y cogí un par de folios para Zayn y otros dos para mí. Saqué mi portátil y el de mi madre y busqué alguna información sobre el corazón y sus enfermedades, claramente de Wikipedia.
Empecé a escribir con velocidad, intentando acabar el trabajo lo antes posible. De vez en cuando miraba de reojo a Zayn que escribía casi a la misma velocidad que yo. Acabé mi parte en una hora y él estaba por el final de la suya. Diez minutos después, el también dejaba de escribir. Lo miré y él sonrió. La intriga me recorría por dentro después de la noche anterior.
-Zayn… ¿puedo preguntarte una cosa?
-No preciosa, no tengo novia. –Puse los ojos en blanco y él rió con fuerza.
-No quería saber eso, ni si quiera me interesa.
-Está bien, dispara.
-¿De qué hablabas ayer con el otro chico en el callejón? –Su cuerpo se tensó en el acto, pero me sonrió y se relajó, poniendo las manos en su nuca y estirándose en el sofá.
-Asuntos personales. –Resoplé mirándolo cabreada.
-De eso sí me enteré. ¿De qué asuntos se tratan?
-¿Nunca te han dicho que no preguntes cuando no puedas soportar la respuesta?
-Eso es una gilipollez, Malik.
-Déjalo en que son cosas que no te conciernen. ¿Puedo preguntarte yo a ti algo? –Asentí con desgana.
-¿Tienes algo que hacer este sábado? –Tardé un par de segundos en reaccionar.
-Muchas cosas.
-¿Cómo qué?
-Lo que sea antes que salir contigo. –Reí y él se levantó acercándose a dónde yo estaba. Bajó su cara hasta ponerla a pocos centímetros de la mía y agarró mi barbilla haciendo que nuestras miradas se cruzaran.
-Paso a buscarte el sábado a las 4. –Besó mi frente y se esfumó del salón. Escuché cerrarse la puerta y como rugía el motor de la moto. Ordené los folios del trabajo guardándolos en una carpeta. La puerta principal volvió a sonar y escuché a mis padres hablando sobre algo de ropa, los saludé desde el salón y ambos sonrieron devolviéndome el saludo.
-Jenn, este sábado vendrán unos amigos a comer.
-Papá, este sábado, he quedado…
-Lo siento cariño, es importante. –Resoplé y cogí el móvil para mandarle un mensaje a Zayn, en realidad mi padre me había hecho un favor. No me apetecía nada pasar el sábado pegada al moreno, así que en el fondo se lo agradecí. Antes de que pudiera escribir el mensaje, el móvil vibró en mis manos y abrí el mensaje con rapidez.
                “Tendremos que suspender lo del sábado. Asuntos… personales. Zayn.”
                “Mejor.”
Dejé el teléfono en mi cuarto y salí al salón donde mis padres hablaban de la comida del sábado. Al parecer era un viejo amigo de la familia, pero no lograba recordar quién. Decidí intervenir en la conversación para avisarles a mis padres de que saldría de fiesta al día siguiente. Mi madre sonrió asintiendo, dándome su permiso. Mi padre por el contrario me miró de arriba abajo.
-No llegues borracha.
-Nunca lo he hecho. –Él asintió y yo aplaudí emocionada. Fiesta para coronar los primeros días del curso, ¿algo mejor que eso?
Cené con cierta rapidez y, cuando dieron las once me despedí de mis padres y me fui a mi cuarto a dormir. Ansiaba que llegara el día siguiente. Me puse mi pijama, deshice mi cama y, antes de dormir, revisé mi móvil. Un WhatsApp nuevo.
“Buenas noches, preciosa”.

martes, 18 de junio de 2013

Capítulo 2


Cuando me quise dar cuenta estaba paseando por esos barrios a los que mi madre siempre me había dicho que no fuera de noche, y mucho menos sin compañía. Las bombillas de las farolas empezaron a encenderse, haciendo el paisaje mucho más aterrador de lo que realmente parecía. Resoplé apretando con fuerza mi chaqueta, intentando protegerme del frío que calaba con fuerza mis huesos. Las nubes que había visto tan lejanas por la mañana, ahora estaban a pocos metros y se iba notando el frío anterior a una tormenta. Me pegué a los edificios intentando no mojarme bajo los salientes de los techos. Cada vez iba acelerando más mi paso intentando salir de ahí.
-¡Tienes que continuar con el negocio familiar! Te guste o no. –Escuché un par de voces provenientes de un callejón y, aunque sabía que no era de mi incumbencia, me acerqué al escuchar el golpe de una bofetada. Me escondí entre las sombras y atendí a la conversación.
-Si no me da la gana no lo voy a hacer. Ya me he cansado de tanta mierda. –El chico que había recibido la bofetada se levantó del suelo y miró hacia dónde yo me encontraba. Sentí mi corazón palpitar con fuerza, pero él rápidamente volvió a mirar al hombre que le acompañaba. Así que volví a relajarme. No me había visto. –Mañana nos veremos. Ahora me tengo que ir.
-Aquí a la misma hora. –El chico asintió y empezó a andar hacia a mí. Mierda, sí que me había visto. Me separé del callejón y empecé a andar en dirección contraria intentando pasar de inadvertida, pero, teniendo en cuenta de que sólo estaba yo en aquel barrio iba a costar trabajo. Miré hacia atrás un segundo y no vi a nadie. Respiré aliviada y seguí caminando con más tranquilidad.
El chirrido de una moto me hizo parar en seco y miré al conductor que se quitó el casco mostrando una sonrisa. Zayn. Mi cuerpo se tensó de repente y tosí un par de veces.
-¿Me estás siguiendo o algo por el estilo? –Él rió con superioridad y se bajó de la moto.
-Te recuerdo que eras tú la que estaba espiando una conversación privada en el callejón. – ¿Él era el chico al que le habían dado una bofetada? Imposible. En todo caso, él será el que habrá pegado el guantazo.
-Me he perdido. Ni si quiera sé en qué parte de Londres estoy.
-Sube, te llevo a tu casa. –Reí con ironía y me acerqué a él.
-Antes duermo rodeada de perros que dejar que tú me lleves. –Él se encogió de hombros y me sonrió.
-Tú lo has decidido. –Se subió en la moto y aceleró desapareciendo al final de la calle. Imbécil. Seguí andando con tranquilidad hasta que escuché como la puerta de una casa se abría. Escuché las risas de un par de chicos y aceleré el paso farfullando un par de insultos. Las pisadas de los chicos cada vez estaban más cerca y yo resoplé con desesperación.
-Eh, preciosa. No corras. Tranquila. –Uno de los chicos corrió hasta ponerse a mi lado y yo sonreí asustada. Era un par de cabezas más alto que yo, pelo corto y rubio. El amigo se puso a mi otro lado. Igual de alto que él y con el mismo corte de pelo, solo que esta vez en moreno. Miré al suelo intentando disimular mi miedo y ellos rieron.
-Bien cariño, ¿te vienes con nosotros un rato?
-Yo… debería estar en casa ya.
-Te acompañamos, preciosa.
-Eh, tú. Sólo yo la llamo preciosa. –Era la voz de Zayn la que sonó detrás de los chicos y, por primera vez, me alivié al escucharlo.
-Hostia, Zayn. Perdona tío. –Los dos chavales bajaron la cabeza avergonzados y volvieron por donde habían venido. Yo me acerqué a la moto y subí de un salto.
-Llévame a casa. Rápido. –Él asintió y aceleró la moto. Yo le iba dando indicaciones de cómo llegar y, en un par de minutos, estábamos en la puerta de mi casa. –Eres alguien respetado en ese barrio ¿no?
-Lo es mi familia y, por consiguiente, lo soy yo.
-Bueno… Gracias Zayn, por traerme y por lo de los chicos.
-No ha sido nada. –Me di la vuelta para entrar en casa cuando volvió a hablar. –Eh, preciosa. –Me giré poniendo los ojos en blanco y resoplé. –Buenas noches.

-Deja de llamarme…  –Pero él ya no estaba ahí, había acelerado la moto y se había perdido en la noche. Bufé y cerré la puerta de casa con un portazo. Las luces estaban apagadas, por lo que entendí que mi madre aún no había llegado. Me fui a mi cuarto y me puse el pijama para meterme en la cama y descansar después de un día bastante ajetreado. Me dormí pensando en la conversación de Zayn con el otro chico en el callejón, ¿negocio familiar? ¿De qué se trataría para tener que reunirse en un callejón en mitad de la noche en uno de los barrios más solitarios de Londres?

lunes, 17 de junio de 2013

Capítulo 1


-¡Mamá! Déjame diez minutos más. Es muy temprano. –Primer día de clase un miércoles, ¿los de mi colegio son imbéciles? Ya nos podían haber dado esta semana más de vacaciones, pero no.
-Llegarás tarde, venga, despierta de una vez. –Me senté en el borde de la cama y miré mi reflejo en el espejo. No debería haber salido la noche anterior, pero mis amigos podían ser muy persuasivos.
Me puse una coleta, una camiseta de tirantes y unos shorts vaqueros. Las vans, mis rayban negras y me fui al salón a esperar a mi amiga.
El timbre resonó más de diez veces y corrí a abrir. Espe iba preciosa, se había alisado el pelo y llevaba un bonito vestido  que se ajustaba a cada una de sus curvas. La abracé con fuerza y ella rió en mi oído.
-Mamá, ¡nos vamos! –Escuché un lejano adiós y cerré la puerta.
-Último año ya. –Sentí como se encogía mi estómago y mis ganas de vomitar aumentaban ante las palabras de Espe. Ella lo notó y me abrazó. –Tranquila, vamos a estar juntas.
Llegamos al gran edificio y entramos saludando a un par de profesores. La gente de nuestra clase estaba sentada en los bancos del fondo del patio. Unos reían, otros hablaban por móvil y luego nuestras amigas, que estaban contándose cualquier gilipollez y riendo más fuerte que los demás. Nos acercamos y nos fundimos en un abrazo.
-¡Os he echado de menos! –Reí y me senté con ellas en el banco, observando cómo la gente de otros cursos subían a las clases. Llegó nuestro turno y subimos con rapidez para coger las últimas filas de asientos, como cada año. Los demás compañeros entraban y nos saludaban con una sonrisa a las que nosotras correspondíamos.
El profesor entró dejando los libros sobre la mesa y empezó a darnos una charla. Que si universidad, que si oportunidades, que si futuro… Yo miraba distraída por la ventana, sin hacer caso a lo que el hombre decía. Entonces el sonido de la puerta me devolvió a la realidad.
-Señorito, en este colegio valoramos la puntualidad.
-Está bien. –El chico entró en clase y se sentó a un par de mesas de distancia de la mía. Lo miré asqueada y resoplé. Parecía un imbécil. Al menos podía haberse disculpado por llegar tarde.
-¿Tu nombre es?
-Zayn. Zayn Malik. –El chico mantenía la mirada fija en el profesor, que tampoco tenía intención de apartarla de él.
-¿Se cree James Bond por hablar así? –Espe ahogó una carcajada y yo hice lo mismo.
-Silencio por ahí detrás. –Nosotras asentimos con la cabeza y volvimos a centrar la mirada en el profesor, que volvió a retomar su charla sobre el futuro.
Pasaron las dos horas que había para las presentaciones de los profesores y alumnos nuevos, a excepción del tal Zayn, y por fin pudimos salir. Respiré hondo cuando salí al patio, dejando que los rayos del sol incidieran en mi piel. De repente alguien me agarró por la cintura levantándome del suelo. Miré de reojo y vi a Harry sonreír. Mis amigas sonreía como idiotas, y yo puse los ojos en blanco deshaciéndome de su agarre.
-Hola Harry. –Le abracé sonriendo.
-Hola Jenn. ¿Qué tal el primer día?
-Demasiado duro. ¿Por qué no habéis venido a clase? –Miré a Jordan y a Drew que sonreían detrás de él y Harry se encogió de hombros sonriendo. –Idiotas. Adivinad a quien tenemos de tutor. –Los tres chicos nos miraron interrogantes y yo puse cara de asco. –A Malcom. –Los chicos estallaron en una carcajada y nosotras los miramos con caras de asesinas.
Malcom era el típico profesor que, además de ser un obseso por las matemáticas y las ciencias, era demasiado estricto. Y digo demasiado, por no decir un maldito marine. En el colegio corría el rumor de que lo había expulsado del ejército por eso, pero siempre había pensado que se exageran los rumores, hasta hoy. El único que se había atrevido a mantenerle la mirada era el nuevo, ese tal… bah, como se llame.
-Eh Jenn. ¿En qué piensas? Llevamos media hora preguntándote que quieres comer. –Miré a mi alrededor y me di cuenta de que estábamos en una mesa del burguer. Sonreí avergonzada y me encogí de hombros.
-La hamburguesa más grande que haya. –Las chicas rieron mientras Harry y Drew se pusieron a la cola. –Eh, voy fuera a tomar un poco el aire. –Lindsay asintió y yo sonreí levantándome de la mesa y saliendo a la puerta del burguer.
Había unas cuantas chicas, de un par de años más pequeñas que yo.  Empecé a pasearme por los alrededores del local. Era de agradecer el tiempo veraniego que había en Londres y, aunque se  veía nubes demasiado negras en el horizonte, el sol brillaba con fuerza, me paré en uno de los bancos que había a pocos metros del local y cerré los ojos aprovechando ese sol. Escuché a alguien toser a mi espalda y me di la vuelta con parsimonia. Vi entonces una media sonrisa y unos preciosos ojos color miel.
-Vaya, la graciosa de clase.
-¿Y tú eres…?
-Zayn. –Se sentó a mi lado de un salto y yo lo miré con cara de asco. Puse los ojos en blanco y me levanté de ahí. –Eh, preciosa, no te vayas.
-Lo primero, no me llames preciosa. Lo segundo, prefiero estar lejos de ti. No creo que mi estómago aguante mucho tiempo a tu lado.
-Te llamo preciosa porque no sé tu nombre.
-No tienes porqué saberlo. –Empecé a andar en dirección al burguer de nuevo.
-Hasta mañana, preciosa. –Me giré para mirarlo por última vez pero ya había desaparecido. Definitivamente, era un imbécil. Entré en el local y mis amigos ya habían empezado a comer. Me hice un hueco entre Allie y Zoe y empecé a comer yo también.
Volvimos a casa, no sin antes pasarnos por un par de papelerías para comprar lo necesario para el curso, un par de archivadores, folios y millones de subrayadores que acabarían en el fondo de mi estuche sin usar. Me dejaron en la puerta de mi casa y siguieron dando vueltas por el centro de la ciudad.
La casa estaba vacía cuando llegué. Una nota de mi madre presidía el frigorífico.
“Vuelvo a las diez”.
Oh, vale mamá, cuanta información. Gastas papel para decirme eso… Resoplé arrugando la nota y tirándola al cubo de la basura. Me fui al salón y me senté en un sofá encendiendo la tele y poniendo un programa de música. Las horas fueron pasando a la vez que los videoclips. Al final, cuando el reloj aún marcaba las siete de la tarde decidí hacer algo productivo y empecé a leer un libro de los que tenía en una de las estanterías cogiendo polvo.

Cuando iba por la mitad del libro aún eran las ocho de la tarde y, al ritmo que iba, era capaz de terminarlo. Así que dejé de leer, cogí una chaqueta y le escribí una nota a mi madre diciéndole que había salido a dar una vuelta, seguramente yo regresaría antes que ella, pero mejor prevenir que curar. Cerré la casa de un portazo y empecé a andar por las calles medio vacías de Londres mientras hacía que la música resonara en mis auriculares.

Prólogo

De repente nos encontrábamos mirándonos en mitad de la calle. Mis piernas temblaban después de haber corrido durante tiempo, sentía que iba a caerme al suelo en cualquier momento. Él, sin embargo, me sonreía, cómo diciendo que todo iba a salir bien.
“Una mierda, ¿se piensa que soy idiota?”
Resoplé. Y un sonido sordo resonó por toda la calle. Un disparo. Provocó que toda la gente corriera en cualquier dirección para protegerse. Yo, por el contrario, me quedé parada revisando cada recoveco de la calle, pero no vi nada ni nadie sospechoso, todos corrían intentando proteger su vida, lo cual le había venido de perlas al tirador para pasar desapercibido. Volví a fijar mi mirada en sus ojos marrones. Seguía sonriendo. Fue entonces cuando me fijé en su camiseta, ahora teñida de rojo. Me tapé la boca para ahogar un grito y, sacando fuerzas de donde no había, corrí hasta él. Lo tumbé en el suelo, convirtiéndonos en el centro de atención del gentío. Apartó un par de mechones de mi cara y me besó con fuerza, saboreando con lentitud mis labios.
-¿Te estás despidiendo? –Él rió débilmente y me acarició la mejilla, secando una lágrima que se había escapado.

-No te librarás de mí tan pronto. –Le abracé y él me apretó con fuerza contra su pecho. Sin embargo, unos segundos después, dejó de abrazarme.